En nuestros días se va descubriendo cada vez más situaciones que provocan problemas de tipo médico y psicológico. No sabemos si se daban en épocas anteriores. Los soldados que regresaron de la guerra de Iraq y de Afghanistán han padecido de diversos males no reconocidos antes. En las últimas décadas se ha descubierto el Síndrome de Fatiga Crónica, que consiste en un cansancio constante que dura al menos seis meses. En general cuando no se encuentra un modo específico de denominar tales males se les llama síndrome. Así tenemos lo que se llama en castellano Síndrome de desgaste profesional u ocupacional. Se suele utilizar el anglicismo burnout para describirlo. Se trataría de una sensación de estar completamente quemado (burn), mientras out indicaría que se trata de una situación extrema. Uno podría preguntarse si tales "síndromes" se daban en siglos anteriores, o si se debe a la vida cómoda que nos proporciona el mundo actual de manera que nos hemos desacostrumbado al sufrimiento extremo que era común antes. La guerra en la actualidad cuenta con un altísimo nivel de tecnología de manera que es mucho más difícil que el soldado se muera y más probable que se le proporcione un tratamiento adecuado, comparado con la I Guerra Mundial cuando en un día podrían morir decenas de miles de soldados en las trinchera sin haber logrado ningún objetivo. Tal vez existían tales síndromes y no se reconocían como tales precisamente porque era normal. Recientemente he visto la película Un Dios probihido que trata del martirio de un gran grupo de sacerdotes, seminaristas y hermanos legos de la Congregación de los Claretianos en Barbastro en Aragón en el verano de 1936. Más allá del tremendo testimonio de fe de estos jóvenes, impresiona el nivel extraordinario de estrés al que les sometieron los milicianos que los tuvieron presos en un colegio durante un par de semanas. A veces, los despertaban en la noche y los tenían amarrados en parejas habiendo anunciado que los iban a sacar a matar. Para liberarse de tal estrés los milicianos les pedían abandonar su vocación religiosa, pero ninguno de ellos cedió. Antes por el contrario fueron a su martirio cantando canciones religiosas. Luego de haber leído Bernal Diaz del Castillo's Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, y el relato de Nuñez de Balboa sobe sus correrías y exploraciones por lo que es ahora el Estado de Florida en Estados Unidos, si ellos sufrieron algún tipo de síndrome de ese tipo. Parece que no. Cabeza de Vaca, otro de los exploradores españoles del siglo XVI recurrió gran parte de lo que es ahora el sur de Estados Unidos, en general teniendo una buena relación con los nativos, terminó sus días en un monasterio en España. En fin, ¿qué nos pasa hoy día que no somos capaces de sufrir nada en comparación con ellos?
Un joven sacerdote australiano que era alumno mío en el seminario luego de unos cuantos años de ordenado le dio el síndrome de fatiga crónica. Era una persona muy responsable concienzudo que tomaba a pecho todos sus deberes. Se le ocurrió al obispo mandarlo a un centro especializado en el tratamiento de sacerdotes con problemas de tipo sexual y de adicción al alcohol. Al llegara allí y dándose cuenta de la naturaleza de ese centro, no quiso entrar. Se puso en comunicación con el ex-rector del seminario que es canonista y él le escribió al obispo para indicarle la inconveniencia de su ingreso a un centro de ese tipo, pues no tenía ningún problema de este tipo. Cuento esta anécdota como un ejemplo del hecho de que obispos y superiores eclesiásticos no siempre están al tanto de cómo se tiene que manejar este tipo de problema, lo mismo dígase del caso del desgaste.
Hace dos años encontré en una librería San Pablo en Madrid un libro titulado Sacerdocio y burnout. El desgaste en la vida sacerdotal, de Helena López de Mézerville, Ediciones San Pablo 2111. Se trata de un estudio en parte estadístico realizado por la autora, una psicóloga, acerca del tema de un grupo de 435 sacerdotes de México y varios países centroamericanas para su doctorado en la Universidad de Salamanca. Al prepara este comentario, he encontrado el estudio en forma digital en esta web: http://gredos.usal.es/jspui/bitstream/10366/76474/1/DES_Lopez_Herrera_H_Incidencia_del_sindrome.pdf
Dado que mis lectores pueden acudir a la web donde se encuentra el estudio de Helena López, me voy a limitar a hacer algún comentario al respecto, sin entra en detalles sobre la naturaleza y tratamiento de este síndrome que también atañe al sacerdote.
Conviene señalar que este problema del desgaste profesional se da con mayor frecuencia en las profesiones dedicadas a la ayuda del prójimo, como es el caso de la salud y de manera más aguda en las salas de emergencia. En este caso las exigencia sobre los médicos y demás profesionales de la salud proviene de fuera, sobre todo de la urgencia del tiempo. También se da entre las personas que se dedican a cuidar a ancianos, sean profesionales en asilos o simplemente familiares en la casa. El estrés es muy grande y con frecuencia la persona que cuida al anciano siente que los familiares se olvidan de su deber de colaborar dejando todo el peso de la tarea a esa persona concreta. En casos extremos como el cuidado de personas con alzheimer el estrés es mayor.
El sacerdote entra en esta categoría de personas dedicadas a ayudar a otros. El sacerdote siente las exigencias que le vienen de los feligreses que con frecuencia piensan que tiene que estar siempre a su disposición, debido a que siente que su vocación le obliga a estar siempre entregado a la misión. La cultura actual en la que todo mundo parece estar demasiado ocupado y entregado al activismo febril. El recurso a la tecnología agudiza este problema porque nos acostumbramos a que la computadora funcione, al celular del que no queremos perder ninguna llamada, al ver el reloj con frecuencia, en general a hacerlo todo con prisa y también con perfeccionismo. Los sacerdotes estamos expuestos a estos males también que tradicionalmente se dan con más frecuencia en el caso de los varones. Se trata también de una falta humildad y falta de mesura, pues se llega a pensar que todo depende de los esfuerzos de uno o que se no se está haciendo cosas uno es inútil. Se cuenta una anécdota sobre el Papa San Juan XIII, cuando le preguntaron cómo puede dormir tranquilo con la carga de tantas preocupaciones por toda la Iglesia. El papa respondió que todo lo encomendaba Señor y dormía tranquilamente.
La Dra. López señala que en el Sínodo de Obispos de 1990 se escuchó el testimonio Jeanine Guindon una experta en el tema de este tipo de desgaste y agotamiento en el caso de los sacerdotes con el fin de que los obispos tomaran conciencia del tema. Indica que: "ciertos sacerdotes, a pesar de su generosidad y buenas intenciones, sufren enfermedades y hasta conflictos interiores que comprometen su ministerio, pues llegan a estar sumamente agotados, y a veces, este agotamiento lleva al fracaso humano de sus vidas" (p 60). El CELAM, como consecuencia de la Conferencia de La Aparecida creó un Observatorio encargado de avisar sobre situaciones de mayor relieve para la vida de la Iglesia en el continente. Se puede esperar que también tenga en cuenta esta problemática del agotamiento y desgaste de parte de los sacerdotes.
En 2005, la Conferencia Episcopal Chilena publicó un documento titulado Sugerencias a una pastoral para sacerdotes, No he podido encontrar este texto en Internet.
El Capítulo 4 )pp 69-85) del libro tiene como título: "A los sacerdotes se les ve siempre muy ocupados y cansados". Aquí en primer lugar señala la importancia de un equilibrio entre las actividades externas y una vida espiritual intensa, y que la Iglesia, tanto en la etapa del seminario y posteriormente, debería de entregar a los seminaristas y sacerdotes las herramientas para desarrollar su capacidad de autocuidado espiritual, psicológico y físico. Le da mucha importancia al concepto de autocuidado, que pudiera parecer contrario a la ascética tradicional. No se trata, pues de egoísmo o vanidad, sino un ejercicio de prudencia que es una participación en la Providencia Divina. En el libro del Génesis, Dios encomendó al hombre el cuidado y desarrollo de toda la creación y eso incluye al hombre mismo.
A continuación expone los datos de una encuesta realizada con la participación de 881 sacerdotes de México, Costa Rica y Puerto Rico con el fin de descubrir la incidencia del desgaste profesional en los sacerdotes, exponerlo con un modelo científico, descubrir la influencia de la inteligencia en el caso del desgaste entre los sacerdotes y conocer su incidencia en su salud. Entrego continuación los principales resultados del estudio:
De los 881 participantes en el estudio solamente 81 manifiestan que no están desgastado en ningún grado. No se sentían agotados, ni presentaban ningún signo de despersonalización y gozan de un alto nivel de realización personal. Otros que no forman parte de la categoría de desgastados son 335, es decir, un 40% del grupo. Estos presentaban fluctuaciones leves en algún síntoma del síndrome. La autora considera este hecho "muy preocupante, debido a las consecuencias sociales y espirituales de contar con una población tan reducida de presbíteros saludables" (p 79).
Un porcentaje de 33.4% del padrón , es decir, 295 sacerdotes que entran en la categoría "desgastdos intermedios", pues presentan índices notables de agotamiento y despersonalización. Finalmente, el grupo de sacerdotes "quemados" a un nivel alto constituye 26.2% del total, 231 presbíteros.
En cuanto a las enfermedades que manifiestan: 140 padecen de molestias somáticas, un 16%; 296 (36.3%) padecía de insomnio; 301 (34.2%) sufrían problemas de ansiedad; 60 presbíteros (7%) sufrían episodios de pánico y crisis nerviosa.
140 (17%) sacerdotes afirmaron que les estaba costando mucho más tiempo que antes hacer las cosas y 97 (11%) afirmaron sentirse insatisfechos con su labor. Finalmente, 202 sacerdotes (23%) afirmaron que se sentían poco valiosos y 174 enfrentan la vida con "ciertos sentimientos de desesperanza y fatalismo". Esto indica que se sentían deprimidos en el momento de realizar la encuesta, no que se sentían tentados a atentar contra la propia vida.
La autora comenta que el estudio indica la necesidad que tienen los sacerdotes de potenciar su inteligencia emocional. Éste es un concepto muy manejado hoy en día por los psicólogos. Básicamente significa la capacidad de manejar los propios emociones de manera que uno pueda llegar a elegir las emociones que acepta tener, evitando las que no propician la paz y la felicidad. Implica un buen nivel de autoconocimiento. Hay que decir que la importancia del conocimiento propio no es algo que han descubierto los psicológos contempóraneos, sino que es uno de los principios fundamentales enseñados por todos los maestros de la vida espiritual. Santa Teresa de Jesús le da una gran importancia, al igual que San Ignacio, que da tanta importancia al examen de conciencia en su disciplina espiritual. Los varones solemos darle menos importancia a las emociones, privando la racionalidad. Tal vez en el caso del sacerdote la cosa sea más pronunciado debido a una formación más bien racional.
Luego el libro entrega una serie de consejos para que el sacerdote aprenda a cuidar mejor su salud, indicando lo que conviene comer, ejercicios de relajación y respiración diafragmática comúnmente conocidos. También se recomienda la musicoterapia como un instrumento apto para reducir el estrés. Hoy en día viene siendo cada vez más fácil conseguir buena música en Internet, legalmente y poder grabarla para su posterior escucha. Se recomienda grabar unas piezas y cantos que fácilmente se pueden escuchar antes de dormir e incluso cantar con la música, según el gusto de uno. No estaría de más tener música durante las horas del día en el despacho o durante los viajes. La musicoterapia de empezó a desarrollar después de la Primera Guerra Mundial en Estados Unidos cuando los médicos se dieron cuenta que la escucha de música en los hospitales ayudaba mucho a los soldados a superar los traumas provocadas por esa guerra tan horrorosa llevada a cabo en las trincheras. Posteriormente se realizaron muchos estudios de manera que hoy en día es una terapia científica y eficaz.
No todos los problemas que provocan estrés y desgaste provienen del mismo sacerdote y su entorno. También los problemas de la diócesis o congregación como falta de comunión y fraternidad, falta de confianza entre el obispo o los superiores y los sacerdotes provocan estrés. Si no se respetan las normas establecidas y o los derechos de las personas, si se procede con arbitrariedad, o la acción de las autoridades es percibida de esta manera crea situaciones desagradables y propicios para el estrés y desgaste. Existe un Directorio del Ministerio Pastoral de los Obispos (Apostolorum Succesores http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cbishops/documents/rc_con_cbishops_doc_20040222_apostolorum-successores_sp.html) que contiene indicaciones concretas sobre la relación del obispo con sus presbíteros: por ejemplo "En el ejercicio de su ministerio, el Obispo se comporte con sus sacerdotes no tanto como un mero gobernante con los propios súbditos, sino más bien como un padre y amigo.(191) Comprométase totalmente a favorecer un clima de afecto y de confianza, de modo que sus presbíteros respondan con una obediencia convencida, grata y segura.(192) El ejercicio de la obediencia se hace más suave, que no débil, si el Obispo, por cuanto sea posible y salvando siempre la justicia y la caridad, manifiesta a los interesados los motivos de sus disposiciones" (#76). Esto recoge algo que los psicológos señalan y es que si una persona colabora en una institución donde no tiene conocimiento de los motivos por los cuales se actúa tiende a sentir frustración. También indica que tiene que conocer a cada uno de sus sacerdotes, Hay obispos que dejan libre unas horas a la semana cuando cualquier sacerdote puede acudir a él para hablar de cualquier tema sin necesidad de conseguir una cita a través de una secretaria.
En definitiva, en relación con la salud, sea física, psíquica o espiritual, ha de regir nuestro comportamiento la prudencia. ni una atención excesiva como se nota en los medios de comunicación actuales, ni el descuido. Nuestro cometido es lograr la santidad en el estado de vida a la que nos ha llamado el Señor. El secreto de la santidad está en un cumplimiento cada vez más perfecto de la voluntad de Dios con amor, a ejemplo de Jesús. No debemos de caer en un tipo de pelagianismo pensando que todo depende de nosotros, ni tampoco la presunción pensando que en el fondo el Señor nos salvará aunque no pongamos lo que está de nuestra parte. Además, si como en nuestra época, hay una escasez de sacerdotes, tener un cuidado razonable y prudente de los diversos aspectos de la salud es un servicio a la Iglesia. El desgaste excesivo puede también poner el peligro la perseverancia en la vocación, otro motivo para tener el necesario cuidado. Creo que el libro de la Sra. Lópes contiene un buen análisis del tema y buenos consejos.
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