sábado, 27 de octubre de 2018

EL VERDADERO EXILIO QUE ES EL PECADO

HOMILÍA, DOMINGO XXX DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO C, 28 DE OCTUBRE DE 2018.

Se podría decir que el Antiguo Testamento está colgado de dos bisagras, el primero el éxodo de la opresión del Faraón en Egipto y, en segundo lugar el exilio babilónico. La palabra éxodo significa salida. Se trata de la liberación del pueblo de parte de Dios y luego de la alianza hecha en Sinaí la eventual entrada en la Tierra Prometida. Es interesante que en la versión de San Lucas de la Transfiguración se dice que Moisés y Elías hablaban con Jesús sobre el éxodo que iba a realizar en Jerusalén. Esto se refiere a la liberación ya no de un pueblo para entregarle un país en Medio Oriente, sino la liberación de toda la humanidad del pecado y de la muerte por la muerte de Jesús en la cruz y su gloriosa resurrección. También en el Libro de Isaías en su segunda parte (cc. 40-55) se considera la vuelta del exilio de Babilonia como un segundo éxodo.

En nuestra primera lectura del profeta Jeremías, que fue testigo del exilio a Babilonia y él mismo acabó sus días en Egipto, muy en contra de su voluntad, se refiere a una vuelta del exilio. Esta vez se trata del exilio de las tribus del Norte realizada por el Imperio Asirio en el año 721: "Gritad de alegría por Jacob, regocijaos por el mejor de los pueblos; El Señor ha salvado a su pueblo, el resto de Israel.

San Agustín decía que vivimos por el pecado en una "tierra de disimilitud", es decir, cómo Dios nos ha creado a su imagen y semejanza, el pecado ha afeado esta imagen y semejanza. También podemos constatar que después del pecado de Adán y Eva fueron expulsados del Jardín de Edén, es decir, el lugar donde vivían en armonía y amistad con Dios, en armonía entre ellos mismos y la creación de Dios. Cabe señalar también que él cuerpo de Jesús, después de su muerte en la cruz, fue llevado a ser sepultado en un jardín, del que era dueño José de Aramatea. Este hecho se podría interpretar como una vuelta del exilio. En todo caso, la misión del Mesías como la concebían los judíos implicaba la reunión de los dispersos debido a los exilios bajo él como cabeza de la nueva humanidad reconciliada con Dios y superado el pecado y sus consecuencias. Necesriamente, Dios iba a remediar el desastre provocado por el pecado.

Nuestro evangelio de hoy nos relata el caso de la curación del ciego Bartimeo en Jericó. El hecho de que el evangelista nos dice su nombre es interesante. En otras curaciones no se entrega el nombre del beneficiario del milagro. Se ve que se trataba de una persona conocida luego en la comunidad cristiana. Es ciego y cojO y se dedica a mendigar, pues, poco o nada más podía hacer. No era capaz de valerse por sí mismo. Obviamente, se trata de un acontecimiento real que se dio, pero podemos y debemos encontrar también un significado simbólico referente a todos nosotros pecadores incapaces de salvarnos a nosotros mismos. El ciego está privado de la luz del día  y no puedE guiarse por sí mismo. Al cojo se le dificulta la movilidad y la combinación de los dos estados hace la vida mucho más difícil. San Juan en su Primera Carta dice: "Dios es luz y no hay en él tiniebla alguna" y Jesús dice "yo soy la luz del mundo". En la Transfiguración, los tres apóstoles descubren la verdadera identida de Jesús como bañado de luz. En la antiguedad, el baustismo se llamaba photismós o iluminación. Jesús también es el camino, la verdad y la vida, y en cuanto que Bartmeo supera la cojera ya es capaz de seguir a Jesús el verdadero camino.

Así pues, como Adán y Eva entraron en un exilio por su pecado y fueron expulsado del jardín, como el Pueblo de Israel estaba en el exilio en Egipto, y luego en Asiria y Babilionia, nosotros también hemos de ver nuestro paso por este mundo marcado por el pecado como un exilio y una peregrinación hacia la verdadera patria que el el cielo a donde Jesús nos convoca. Y lo hace a través de la Iglesia. La palabra ekklesía significa ser llamados fuera de, ek significando fuera de, y kaleo es el verbo llamar. Primero por el bautismo fuimos llamados a salir de la tierra de la desimilitud que es el pecado y peregrinar en la Iglesia en este mundo hasa llegar de la mano de Jesús a la Iglesia Celestial donde todo es luz, alegría, gozo sin fin, y se acaban todas las angustias y dolores.

 

sábado, 20 de octubre de 2018

EL SACRIFICIO VICARIO PARA LA SALVACIÓN DE LOS HOMBRES

HOMILÍA, DOMINGO XXIX DE TIEMPO ORDINARIO, CICLO B, 21 DE OCTUBRE DE 2018.

 Seguramente que muchos conocen la historia de San Maximiliano Kolbe era un sacerdote Franciscano polaco que murió en Auzchiz en el año 1944. Había sido  misionero en Japón y fundó una asociación dedicada a María Imaculada y publicaba un semanal católica de gran divulgación. Fue detenido y metido en el más famoso campamento de concentración de los Nazi. En una ocasión, algunos de los presos lograron escaparse y los Nazi como venganza y para dar una lección a los que quedaban decidieron que iba a matar o más bien dejar morir de hambre a uno de cada diez en la fila. Al pasar por la fila de presos, resulta que el Nazi indicó a un señor que era uno de cada díez. Este protestó que tenía mujer e hijos. Entonces, este hombre, que posiblemente el otro ni conocía y menos que era sacerdote católico, se presentó y dijo le tomaría su lugar. A los Nazis no les importaba.  Así entregó su vida para salvar al otro. Esto se llama sacrificio sustituroio o vicario, y obviamente San Maximiliano lo hizo como imitación de Jesucristo, que "por nosotros y por nuestra salvación bajó del cielo y por otra del Espíriut Santo nación de María la Virgen, sufrió bajó Poncio Pilato fue crucificado...." como indica el Credo que vamos a recitar en unos momentos.

Nuestras tres lecuras de este domingo trata de este tema. E primer lugar, tenemos un famoso pasaje de la segunda parte del Libro del Profeta Isaías, que juntamente con otros tres pasajes se denominan Cantos del Siervo de Yahvé. Se trata de un personaje misterioso que viene de parte de Dios y es sometido a todo tipo de vejaciones a favor del pueblo para liberarlo de sus pecados. Obviamente, los primeros cristianos reconocieron que aquí en profeta se refiere al suplicio y la muerte de Jesús a favor nuestro y en nuestros pecados. "Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos". Dijo Jesús en la Última Cena: "Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por un amigo". San Pablo abunda también en este tema cuando afirma que Jesucristo murió por nosotros "cuando todavía estábamos en el pecado".

Procuremos, pues, profundizar en este tema y ver como se puede entender que uno inocente puede dar su vida en rescate o para liberar a otros. Primero, Jesucristo es completamente inocente y no le corresponde ningún castigo. En segundo lugar, tenemos que darnos cuenta de lo que es el pecado y la gravedad que tiene. Nuestro mundo está convencido de que el pecado es algo normal y intenta convencerse de que no existe o si existe, hay muy pocos pecados de verdad. Quedaría la pederastia  pocos más. Lejos de ser algo normal, o incluso glamuroso, el pecado es la mayor desgracia que podemos sufrir o cometer. En el  caso del pecado grave o mortal se trata de privarnos de la verdadera felicidad que todos anhelamos y que consiste en la comunión eterna con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo en lo que llamamos el cielo. Tercero, resulta que el pecado es de tal gravedad que nosotros no somos capaces de redimirnos de él y sus consecuencias. A lo largo de los siglos los teológos católicos han propuesto varias maneras o analogías que nos ayudan a comprender lo que es el pecado.

Dice el Profeta Ezequiel y otros que los pecados de los padres repercuten en los hijos. Esto puede manifestarse en su abstenerse de educar al hijo correctamente para que aprenda lo que es bueno y lo que es malo. Pueden darle mal ejemplo y por el escándalo él podría iniciarse en el delito Los isrealitas antiguos apreciaban mucho la solidariedad o la comunión de todos en el pecado. Sabemos que existe el pecado original, de manera que el pecado de Adán pudo afectar a todos sus hijos. Es como un virus que ha contagiado a todos. También veían cómo los pecados de los padres repercutían en los hijos. Hoy en día priva el individualismo.

Nuestra segunda lecura está tomada de la Carta de los Hebreos, que hace un par de semanas veíamos que se trata de un discurso o un tratado más que una carta. Dice: "No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compaderse de nuestras debilidades sino que ha sido probado en todo exactamente como nosotros menos en el pecado". Aquí la palabra clave es "compadecerse", es decir sufrir con. Jesús, siendo Dios comparte nuestras debilidades y flaquezas aunque no es pecador como nosotros. El es el Sumo Sacerdote que se sacrificó a sí mismo en la cruz para liberarnos a nosotros del pecado y de sus efectos, sobre todo la condena al infierno. Este autor debió de ser sacerdote porque manifiesta una enorme familiaridad con el templo y los sacrificios que allí se realizaban. De hecho, todo el sentido de matar y luego quemar un animal está en que sustituye al oferente. Éste quiere alcanzar la expiación de sus pecados y ofrece un animal a Dios que simboliza su arrepentimiento. Los judíos tienen la fiesta de Yom Kippur o de la Expiación que se celebra en esta época del año, es decir, en octubre. En aquel día, el Sumo Sacerdote entraba en la parte interior del templo, llamada la Más Santa o Santo de los Santos, pasando por el velo y ofrecía tanto la sangre del toro ya sacrificado y el incienso. Entre otros ritos, el Sumo Sacerdote imponía las manos sobre el chivo expiatorio y éste era conducido "al desierto", en realidad hacia un alcantilado fuera de la ciudad y echado para abajo allí. Esto simbolizaba que los pecados del pueblo arrepentido eran cargados sobre el animal y sacados fuera de manera que el chivo no pudiera nunca volver a la ciudad.

Al final de nuestro pasaje del Evangelio para hoy Jesús dice: Porque el HIjo del hombre no ha venido a que los sirvan, sino a servir y dar su vida en rescate por todos. Todos sabemos cómo los que secuestran a personas exigen un dinero de rescate para poder liberar a la víctima. Este proceso también se llama redención. Jesús es el Cordero Inmaculado que quita el pecado del mundo, que lo carga sobre sus propios hombros en la cruz entregando hasta las últimas gotas de sus sangre a favor nuestro. Los Padres de la Iglesia pensaban que el pecado del hombre era una cosa tan tremenda que había dejado un daño tan enorme que tenía que remediarse. Dado que Dios es justo y misericordioso, no se puede eliminar la justicia y para remediar el mal que había hecho el pecado se necesitaba el sacrifico de Jesús en la cruz para que nosotros no acabemos en el infierno.

¿Como conclusión, qué con qué deberíamos quedarnos al leer y reflexionar sobre estas tres lecturas de este domingo? En primer lugar, creo que conviene que nos demos cuenta de la gravedad del pecado, pues San Pablo escribía: Dios no salvó a su propio Hijo, sino que lo entregó por nosotros" o "Me amó y se entregó por mí". Esto se llama el Misterio de la Redención, o el rescate pagado por Jesucristo para evitar que nosotros acebemos en el infierno. No es poca cosas.



sábado, 13 de octubre de 2018

LA VERDADERA SABIDURÍA

HOMILÍA, DOMINGO XXVIII DE TIEMPO ORDINARIO, 14 DE OCTUMBRE DE 2018.

"Y la preferí (la sabiduría)a cetros y tronos y en nada tuve a la riqueza en comaración de ella".  Palabras tomadas de nuestra primera lectura de hoy del Libro de la Sabiduría. Buena parte de la Bibla consiste en un grupo de libros que nosotros denominamos sapienciales, que tradicionalmente se atribuyen al Rey Solomón, aunque este libro proviene de Alejandría en Egipto y fue escrito en griego alrededor del año 50 a. C., siendo, pues el úlitmo libro del Antiguo Testamento. Si El Rey Saolomón era el representante ¿Por qué la Biblia le da tanta importancia a la sabiduría y por qué tiene tanto valor, e incluso los hombres sabios de los países paganos como los de Egipto y Grecia? El Libro de los Proverbios declara: "El temor de Dios es el principio de la sabiduría y los necios desprecian la sabiduría y la instrucción" (1,7).  En  el Salmo 14 encontramos lo siguiente: Dice el necio en su corazón, no hay Dios" cfr. 1-3). Por lo tanto, la sabiduría a la que refiere la Biblia es religiosa y lo que podríamos llamar piedad o devoción, dedicación y entrega al cumplimiento de la voluntad de Dios. La sabiduría conicide con la sensatez, es decir, vivir la vida dando prioridad a lo que de verdad vale, es decir la vida eterna. Volveremos a esto en unos momentos cuando comentemos el evangelio de hoy llamado del Joven Rico. Hágamos, pues, un examen de conciencia para descubrir si de verdad somos sabio o necios.

¿En nuestro mundo de hoy, existen muchas personas sabias, sensatas  prudentes? Ciertamente que existen personas muy capaces en el campo de los negocios, de las inversiones en bolsa y llegan a ser riquísimas, pero dao que por más dinero y propiedades que acumulan, nada de eso les servirá cuando llegue el momento de su muerte ni lo pueden llevar a la tumba. Hay gente tan insensata y necia que incluso mandan que se congele su cuerpo en la esperanza de que en el futuro se descubra un método de resucitación de manera que esperan volver a la vida otra vez. En este negocio, los listos no son los omerciante que mandan conegelar su cuerpo cuando hayan muerto sino comerciantes que ofrecen este servicio ridículo para el consuelo vano de los clientes. Además, ¿hoy en día, quién piensa en o habla del temor de Dios? Existe un concepto de una misericordia falsa según el cual Dios perdonará a todos sin que se arrepientan? Ésta es otra necedad como la que le está relacionada, la de opinar que no existe el infierno, pues según esto Dios es demasiado misericordioso como para haber creado algo tan horroso como el infierno. Sin embargo, estos necios se olvidan o no quieren reconocer que Jesús habló clarmente del infierno y decía que muchos van a él hasta catorce veces en el Evangelio.

Según nuestra lectura, dice el Rey Solomón, que según la Biblia era la persona más rica de su época, peor "Ni a la piedra más preciosa la comparé porque todo el oro a su lado es un puñado de arena y barro parece la plata. La amé más que la salud y la belleza". ¡Cuántos son los que se levantan temprano para ir a un gimnasio o salir en la calle a correr para tener un cuerpo esblelto, pues hoy en día la delgadez y la juventud es lo más cotizado"!  Al final, ya de viejos y decrépitos se sienten como un peso a los demás y el sistema de salud, que ha gastado el dinero del contribuyente en abortos y operaciones de cambio de sexo, ahora los anima a mandarse matar por una inyección, pues siempre habrá médicos que querrán lucrar tanto del aborto como de la eutanasia. ¿Y qué dice Jesús de toda esta necedad, que obviamente proviene del pecado? ¿Qué aprovecha al hombre ganar todo el mundo se echa a perder su alma? (Mt 16,26).  Es decir, si acaba en el infierno.  Y todo esto lo llaman calidad de vida.

Vemos lo que según Jesús constituye la verdadera calidad de vida. En nuestro evangelio de hoy, nos encontramos con el caso de uno que se supone es joven que se encuentra con Jesús y le pregunta qué tiene que hacer para alcanzar la vida eterna. Jesús responde citando varios de los mandamientos de la ley de Dios y el joven responde que todo eso lo ha cumplido desde pequeño. Ciertamente, no era una persona insensata y se daba cuenta de que algo le faltaba.: "Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme". El evangelista cuenta que frunció el señoy se marchó pesaroso, porue era muy rico". Luego Jesús comenta a los discípulos lo difícil es para los ricos entrar en el reino de Dios. El obstáculo no es necesariamente tener riquezas, sino tener apego a ellas o a cualquier otra cosa que no sea Dios y el siguimiento de Jesús. No es que Jesús quiera que todos los que tengan riquezas las vendan y den el dinero a los pobres. Las riquezas pueden ser un medio para hacer el bien a otros, por ejemplo, creando puestos de trabajo y tratando luego a los empleados con dignidad. Los que reciben el talento de los negocios deberían de utilizarlo para bien de los demás, y desprenderse de las comodidades que tales riquezas le pueden proporcionar. Ciertamente esto es algo más difícil que lograr que vivir con estrechez, pero igual la persona a quien le falta lo necesario puede tener apego a la riqueza que no posee, sino que su corazón puede estar quemado por las ganas de tener riqueza mundano, más que la verdadra riqueza que consiste en la sabiduría, es decir, sopesar todas las cosas a escoger lo que nos lleva a la verdadera vida que es la vida eterna o el cielo.

San Antonio Abad estuvo un domingo en la Iglesia y escuchó este pasaje del Evangelio. Sus padres habían fallecido y tenía una hermana. Decidió seguir lo que dijo Jesús al joven rico y vender todo lo que había heredado de sus padres, unos campos y luego encargar el cuidado de su hermana a unas vírgenes y salir de su casa a vivir como ermitaño en el desierto. No todo mundo está obligado a seguir este ejemplo, pues también los deberes familiares forman parte de la voluntad de Dios y no conviene entregar todo a los pobres dejando desamparados a los que dependen de uno. Tampoco eso es caridad.

Probablemente ninguno de nosotros es rico, pero de igual manera podríamos ser necios,  vida eterna. Al joven le faltaba generosidad aunque tenía buenos deseos, le faltaba generosidad para dar el último paso del desprendimiento de los bienes materiales pasajeros para alcanzar los bienes verdaderos, un tesoro en el cielo. Recordemos cómo Jesús en la parábola del tesoro en el campo y la de la perla preciosa nos invita al mismo tio de generosidad y a la verdadera sabiduria que nos lleva a sopesar al auténtico valor de las cosas y lo que nos lleva a la vida eterna con la que nada en este mundo puede compararse. San Pablo, citando al profeta Isaías escribía a los Corintios: " Ojo no ha visto, ni oído escuchado, ni el corazón ha alcanzado las cosas que Dios ha preparado para aquellos que lo aman". (1 Co 2,9)

sábado, 6 de octubre de 2018

EL MISTERIO DE LA ENCARNACIÓN Y LA REDENCIÓN

HOMILÍA, DOMINGO XXVII DE TIEMPO ORDINARIO, 7 DE OCTUBRE DE 2018.

Aunque la primera lectura del Libro del Génesis trata del matrimonio y el Evangelio también sobre todo acerca del divorcio que Jesús rechaza absolutamente como contrario al plan original de Dios, quiero fijarme en la segunda lectura de la Carta a los Hebreos con un enfoque general sobre el Misterio de la Encarnación y la  Redención.

La Carta a los Hebreos es uno de los escritos tardíos del Nuevo Testmento, probablemente proveniente de los años 80 del primer siglo. Más que una carta, parece ser un sermón o un discurso. El tema fundamental es el de Jesucristo como Sumo Sacerdote de la Nueva Alianza. Sabemos que el sacerdocio tenía una importancia muy grande juntamente y en relación con el Templo en el Antiguo Tesatmento. Se trata de una de las tres instituciones fundamentales del Pueblo del Antiguo Alianaza, juntamente con la profecía y la realeza. La palabra "sacerdos" en latín se deriva de "dar lo sagrado", es decir, realizar los sacrificios en el templo y ser mediador entre Dios y el pueblo. Resulta que los primeros cristianos no tenían un buena buena impresión de los sacerdotes judíos que procedían de la secta de los Saduceos, y fueron los que más se empeñaron en que Pilato condenara a Jesús a la muerte de cruz. Otra secta judía, los esenios, que se habían retirado al desierto para vivir una vida de tipo monástica rechaaban el templo y el sacerdocio. La Carta a los Hebreos rescata el verdadero sentido del sacerdocio enseñando cómo Jesús cumple todo lo previsto en el Antiguo Testamento y es de verdad Sumo y Eterno Sacerdote de la Nueva Alianza. También, parece que la carta se dirige a unos cristianos procedentes del judaísmo que añoraban todo el sistema de culto del templo y cabe señalar que en el año 70, el Emperador Romano Tito había destruido el templo debido a una revuelta de los judíos que duró cuatro años. Ni el templo, ni el sacerdocio antiguo existían ya.

La carta comienza con un prólogo sobre la excelencia de Jesús, Hijo de Dios encarnado. "De una manera fragmentaria y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por meido del Hijo a quien instituyó como heredero de todo, por quien también hizo los mundos, el cual, siendo resplandor de su gloria e impronta de su esencia, y el que sostiene todo con su palabra poderosa, después de llevar a cabo la puriificación de los pecados se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, con una superioridad sobre los ángeles tanto mayor cuanto más les supera en el nombre que ha heredado" (1,1-4).  Aquí encontramos una de las afirmaciónes más claras de la verdadera identidad de Jesús como Hijo de Dios que ya se sienta a la diestra del Padre que existen en todo el Nuevo Testamento.

Examinemos, pues en primer lugar el Misterio de la Encarnación y luego el de la Redención. Estamos acostumbrado a expresar en el Credo: "Creo en un solo Señor Jesucristo, Hijo de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos, luz de lus, verdadero Dios de verdadero Dios,...por nosotros los hombres , bajo del cielo y se hizo hombre". Conviene que reflexionemos sobre este misterio. El Beato John Henry Newman, gran teólogo y predicador inglés del siglo XIX, converso del Anglicanismo, decía que "el misterio de la Encarnación es la idea conducente del cristianismo", es decir, que todos los demás misterios de la fe cuelgan de este misterio central del hecho de que Jesucristo, la segunda persona de la Santísima Trinidad se hizo hombre y luego murió en la cruz, resucitó de entre los muertos, assendió al cielo etc. Es muy fácil repetir estas palabras, pero nos conviene  reflexionar para captar mejor el gran misterio que hay detrás de ellas. Dios, como Padre, Hijo y Espíritu Santo, es absoluto, eterno, todopoderoso, inmutable, infinitamente sabio, y vive una vida plena y eterna sin ninguna necesidad de nada. ¿Entonces, por qué decidió hacerse uno de nosotros y someterse a un tipo de vida muy inferior, restringido por los límites del espacio y el tiempo? El Credo nos dice que lo hizo  "por nosotros y por nuestra salvación". Es decir, por amor al hombre que necesitaba ser salvado de sus pecados, como hemos visto hace un par de semanas cuando hablamos del Pecado Original y todas sus consecuencias. Los Padres de la Iglesia lo imaginaban como un naufragio. En la época, los barcos eran de madera y si naufragaban los ocupantes quedaban tirados en el mar, y quedarían tablas de madera del barco flotando en el mar. Así, por el bautismo, Dios no habria pasado una tabla de esas para sacarnos del abismo y llevarnos consigo.

¿Y por qué tuvo que hacerse hombre para realizar este rescate? También los Padres estaban convencidos de que el pecado había sido algo absolutamente catastrófico y que sólo Dios mismo pudo salvar al hombre de él. Además, la historia nos enseña que por más que se progrese en lo material, la ciencia etc. no se logra eliminar el pecado, sino más bien aumenta. Ellos decían, que si Jesucristo no era Dios, nos somos salvados y estamos todavía en el naufragio. Por eso, San Pablo, habla de la encarnación, palabra que significa "hacerse carne", era de parte de Jesús un "vaciarse" de su propia naturaleza o ponerla al lado, no que haya dejado de ser Dios, pero "se despojó de la gloria porpia de la divinidad, incluso más, llegando al extremo de la muerte en la cruz.

Así enlazamos con nuestro pasaje de hoy. Dice que Jesucristo fue hecho infeiror a los ángeles. En días receientes, hemos celebrado la Fiesta de los Arcángeles Miguel, Rafael y Gabriel, y la de los Ángeles Custodios. Hemos visto que ellos son mucho más perfectos que nosotros, que tienen una inteligencia muchísimo superior a la nuestra, siendo completamente espirituales, no están sujetos como nosotros a las limitaciones que nos ponen nuestro cuerpo. No están limitados al espacio y el tiempo. Jesús, pues, fue coronado de gloria por haberse sometido a la muerte a favor nuestra: "Convenía, en verdad, que Aquel por quien es todo y para es quien todo es todo, llevara muchos hijos a la gloria, perfeccionando miendiante el sufrimiento al que iba a guiarlos a la salvación". Jesucristo, por quien todo fue hecho, algo que también San Juan afirma en el Prólogo de su Evangelio, es Cabeza de toda la humanidad, y debido a que se sometió al sufrimiento en la cruz, nos conduce a todos a la salvación. No nos olvidemos de la idea de estar a punto de ahogarnos en el mar.

Luego escribe el autor: "Pues tanto el santificador como los santificados tienen todos el mismo origen" así dice que no se avergonzó de llamalres hermanos". Por el bautismos hemos sido hechos Hijos de Dios porque hemos sido injertados en Jescristo, Hijo Unigénito de Dios y por eso somos hermanos de Cristo.

Ahora bien: ¿Cómo se relaciona todo esto con el resto de los misterios de la fe, pues hemos visto que el Misterio de la Encarnación, o del hecho de que Jescristo Dios se haya hecho hombre, enlaza con el resto de los misterios de la fe? Todo el Misterio de la Fe es sacramental. La palabra sacramento  significa "un signo visible de una realidad invisible". El mismo Jesús en su cuerpo es ese signo visible.  Esto significa que empezando con Jesús, Dios como que se hace visible y palpable en Él. Dice que "a Dios nadie lo ha visto jamás", pero dice a Felipe en la ültima cena: "Tanto tiempo estoy con vosotros y no sabéis que yo estoy en el Padre y el Padre en mí". No solamente nos habla ya por los profetas, como en el Antiguo Testamento, sino por su mismo Hijo que es su Palabra, todo lo que ha querido y podido expresar. Ya no es lejano sino cercano.

El siguiente paso es, cómo pudo Jesús hacerse presente y actuar más allá de los 33 años vivió en este mundo. Primero escogió a los apóstoles, y luego de haber resucitado de entre los muertos y alcanzado la victoria definitiva sobre el mal, el pecado y la muerte, sobre ello como fundamento y por el envío del Espíritu Santo fundó su Iglesia que es su Cuerpo y su Esposa. Así como Jesús es signo visible, también lo es la Iglesia,como  signo comunitario.

La Iglesia conserva en primer lugar la Palabra de Dios, tanto de manera oral que se llama la Tradición Apostólica, es decir, la misma doctrina predicada por los apóstoles que les entregó Jesús, gracias a la acción del Espíritu Santo que es el alma de la Iglesia, como en la Sagrada Biblia que Dios nos entregó a través de la Iglesia, y los siete sacramentos,. Este es lo que llama el depósito de la fe.

Jesús no sólo nos enseñó la doctrina de la fe, sino también la moral, pues hay una unión íntima entre la fe y la moral, porque ésta es consecuencia de lo que creemos y lo que somos. Así como hay un orden en el universo creado por Dios, hay también un orden moral, por lo cual en parte la moral católica se deriva de lo que se llama la ley natural, que en gran medida se encuentra resumida en los Diez Mandamientos, y demás preceptos que Jesús nos entrega en el Evangelio.

San Pablo y otros autores comparan todo el plan maravillo de Dios a un templo con sus varios aspectos arquitécticos y su belleza.

Resumiendo, podemos decir, que es importante reflexionar sobre lo que significan las palabras que en cada misa repetimos sobre el Misterio de la Encarnación o cómo Jesucristo Hijo de Dios se hizo uno de nosotros, y luego cómo nos rescató o salvó del naufragio que es el pecado, y siendo hermano nuestro nos quiere llevar de la mano a la verdadera felicidad que nosotros mismo anhelamos. La gente hoy en dia, mayormente piensa en vivir el momento, sobre todo la juventud, pasarlo bien. ¿Y qué harán cuando ya no pueden andar de parranda, bailar etc? Sólo en Jesucristo encontramos el verdader sentido de la vida, porque "en Él y por El fueorn creadas todas las cosas".