sábado, 28 de noviembre de 2020

ADVIENTO: LA MANIFESTACIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO.

 HOMILÍA DEL PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO, 29 DE NOVIEMRBE DE 2020.

¿Qué significa Adviento? Etimólogicamente significa llegada o venida. En griego se dice parusía, aunque nosotros utilizamos esta palabra en referencia a la segunda venida de Nuestro Señor para juzgar a los vivos y muerto e dr inicio  a la etapa definitiva a la que nos invita, la vida eterna. Nuestro celebración litúrgica del Adviento, con la que también damos inicio al nuevo año litúrgica no invita a tener en cuenta tres venidas. En primer lugar, la venida de Jesucristo con su nacimiento de la Sma. Virgen María en Belén, esperada a lo largo de los siglos por los profetas, hombre y mujeres santos y devotos de Israel, como Simeónn y Ana a quienes María y San José encontraron en el templo. Por lo tanto, el Adviento es tiempo de espera y por ende de esperanza del cumplimiento de las promesas del Señor a lo largo del Antiguo Testamento. En segundo lugar se trata de nuestra espera de la segunda venida al final de los tiempos que conviene que en medio de las visicitudes de nuestra vida, no conviene que nos olvidemos de esa meta y que no perdamos la convicción de que el Señor ciertamente cumplirá todas sus  promesas. En tercer lugar, se trata de dispondernos para la celebración del Misterio de la Encarnación del Hijo de Dios y su nacimiento que no es un mero recuerdo de algo que se dio hace dos mil años, sino un misterio, o una acción maravillosa de Dios que se actualiza a través de la liturgia de la Iglesia. como que vuelve a venir Jesús a nuestra alma y se hace presente en nuestro tiempo y en nuestra vida la gracia que manifestó en aquella primera venida en Belén. Por lo tanto, en el Adviento se nos presenta la figura de San Juan Bautista como el úlitmo de los grandes profetas que prepararon el camino para la vendida de Jesús por su predicación de penitencia en el desierto. Igualmente,la Sma. Virgen María tiene una gran importancia en nuestro Adviento, pues ella más que cualquier otro nos enseña a abrir nuestra mente y nuestro corazón para esta nueva venida de Jesús este año. 

Además. de ser un período de esperanza y por tanto de alegría al celebrar la venida del Señor, es un tiempo de penitencia con semejanzas a la Cuaresma, aunque la Cuaresma se vive en la Iglesia con mayor conciencia de la importancia de la conversión y la penitencia. El Adviento se introdujo a la liturgia alrededor del siglo VII precisamente como una vivencia semejante a la Cuaresma e incluso en aquella época era de 40 días, empezando con la Fiesta de San Martín que es el 11 de noviembre. Por lo tanto, nos conviene mantener este aspecto no perdiéndolo en medio de las preparaciones que se suele hace en lo que podemos llamar "La Navidad comercial". 

Nuestra primera lectura del c. 62 del libro de Isaías, libro que se lee mucho en estos días de Adviento, nos invita a no extraviarnos y no "enduerecer el corazón". Refleja esta invitación el salmo 94 cuando dice "Ojalá hoy no endurezcáis vuestro corazón como en Meribá como el día de Masá en el desierto.  El corazón en la Biblia, como sabemos, es el centro de nuestro ser, algo así como la conciencia. Hoy en día al hablar del corazón, no como un mero músculo, nos referimos a las emociones. Esto no lo excluye la Biblia, sino que incluye los pensamientos más íntimos y la conciencia. ¿Y aquello de endurecer el corazón"? Se trata de la no acogida de las invitaciones de Dios, con la imagen de la dureza como sucede cuando la tierra se hace dura y no es capaz de recibir la semilla ni dar fruto. Además, si el Adviento es tiempo de espera, de estar atentos esperando la venida del Señor como nos indica nuestro evangelio de hoy¨Mirad, vigilad: pueus, no sabéis cuando es el momento"

Prosigue el profeta diciendo: Nadie invocaba mi nombre ni se esforzaba por aferrarse a ti; pues nos ocultabas tu rostro y nos entregabas en poder de nuestra culpa. En la Biblia escuchar la voz, es decir la Palabra de Dios y buscar su rostro son actitudes fundamentales para cada miembro del Pueblo de Dios. Tenemos que hacer un gran esfuerzo para no olvidarnos del Señor y las maravillas que ha hecho por nosotros al darnos el don de la vida creándonos a imagen y semejanza suya. Luego, regalándonos la fe católica, su gracia que nos ha hecho hijos suyos en el Hijo, llegando a inhabitar en nuestro corazón como escribía San Pablo: El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazónes por el Espíritu Snto que se nos ha dado. Por lo tanto, en estos días de Adviento deberíamos poner más atención en la oración siguiendo el ejemplo de San Juan Bautista  con su oración ypenitencia en el desierto,  y de María Santísima cuya acititud se manifiesta en su Cántico el Magnificat. 

El profeta prosigue: Todos éramos impurso, nuestra justiica era un paño manchado, todos nos marchitàbamos como un follaje, nuestras culpas nos arretataban como el viento". Si realmente anhelamos la venida del Señor, en primer lugar, no nos olvidaremos de nuestras culpas y procuraremos disponer nuestro corazón para entre el él Jesús recién nacida. Una manera de hacer esto es examinar nuestra conciencia y confesar nuestro pecados, aunque por la gracia de Dios no hayamos cometido pecados graves, pero el que realmente ama, procura no ofender al amado y si no hace se arrepiente, hace un propósito de enmienda y así aumentará su amor al amado.  Deberíamos parecernos a una rama floreciente y no una hoja marchita que lleva el viendo por donde quiere. 

Por lo tanto, no dejemos pasar esta estación de Adviento sin acercarnos más al Señor a través de la oración, la penitencia, animando dentro de nosotros la esperanza de la venida nueva y más profundo de Jesús que se humilló y se hizo niño para salvarnos. Tengamos plena conciencia de la necesidad de la salvación. Los cristianos de los primeros siglos se imaginaban el bautismo como un rescate de un naufragio como estando en un barco que entró en una tormenta y nos dejó tirados en ell mar en peligro de muerte. Dios nos pasó una tabla a la que nos agarramos que es el bautismo y nos salvó del naufragio. 

sábado, 21 de noviembre de 2020

JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO, 34 DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO, 22 DE NOVIMEBRE 2020.

 Esta fiesta fue introducido a la liturgia en el años 1925, en una época del crecimiento de las dicaduras totalitarias como el Comunismo en Rusia y el Fascismo en Itala. La Iglesia en la persona del Papa Pío XI quiso señalar que hay un solo Rey y Señor del Universo y es Jesucristo Nuestro Señor. Recordemos como Jesús al final del Evangelio de San Mateo, desde una montaña en Galilea declaró "Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues a proclamar el Evangelio a todas las naciones, bautizandolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo". 

En el Antiguo Testamento, era común que el rey se denominara Pastor de su Pueblo. Así es en nuestra primera lectura de hoy del Profeta Ezequiel, Este profeta, uno de los más grandes e importantes del Antiguo Testamento era sacerdote del Templo de Jerusalén y le tocó salir al exilio entre los primeros deportados alrededor del año 600 a. C. De hecho, cumplió su misión profética en Babilonia y no en Israel. Aquí comunica el mensaje de Dios acerca de los malos profetas. Es cierto que el Rey de Babilonia, Naboduconor era responsable de la conquista de Jerusalen, del incendio del Templo y demás destrozos cometidos, pero el profeta reconoce que los reyes que debían de ser los pastores de Israel habían fallado, algunos de ellos incluso introduciendo a  dioses falsos paganos en el mismo templo. La culpa la compartían los oficiales del rey, los sacerdotes y los falsos profetas que profetizaban falsedades y la gente al hacerles caso, no cumplieron lo que Dios les pedía a través del profeta Jeremías. "Yo mismo apacentaré mis ovejas, yo mismo las haré sestear -oraáculo del Señor. Buscaré las ovejas perdidas, recogerá las descarriadas, vendaré a los heridos, curaré a los enfermos, a las gordas y fuertes las guardaré, y las apacentaré como es debido." Queda claro, que Yavhé por boca de Ezequiel se refiere a Jesús. En el Evangelio de Juan, se proclama El buen pastor que da la vida por las ovejas". Jesús predico la palabra de Dios, curó a los enfermos, les dio de comer multiplicando los panes, y luego en la Última Cena nos dio el verdadero pan de vida que nos alimenta para la vida eterna. Se entregó así mismo hasta el extremo de la muerte en cruz, resucitando luego para extender su misión, ya no solo a Israel, sino al mundo entero cuando fundó la Iglesia e envió a los apóstoles a proclamar la Buena Noticia, siendo él el Buen Pastor prometido en ya en el Antiguo Testamento. 

Jesús desde el inicio de su ministerio en Galilea, proclamaba el Reino o Reinado de Dios y fue explicando en qué consistía a través de las parábolas. Es más, según dice Orígnes, el más grande de los Padres de la Iglesia de Oriente, señala el el Reino es "autoreino", es decir, el mismo Jesucristo es el Reino de Dios ya establecida en el mundo con su predicación, sus milagros, su muerte y resurrección. Jesús funda la Iglesia pescisamente para llevar adelante su obra, pues la Iglesia es cuerpo y esposa de Jesucristo.  San Pablo nos da más detalles sobre el Reino de Jesucristo en nuestra segunda lectura tomada de la Primera Carta a los Corintios, Jesucristo con su resurrección es primicia o primer fruto de la obra de Dios."Cuando Cristo devuelva a Dios Padre su reino, una vez aniquilado todo principado, pofer y fuerza Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies. El úlitmo enemigo aniquilado será la muerte". Jesucristo es la cabeza y todo le será sometido. Esto forma parte dell plan maravillosa de Dios.

Es cierto que todavía no se cumple plenamente esta promesa de Dios expresada aquí por San Pablo. Hay mucho mal en el mundo e incluso cada uno de nosotros llevamos mal en nuestro corazón. Por algo empezamos la Santa Misa confesando que "hemos pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión" .Nos corresponde colaborar con el plan de Dios de crear "cielos nuevos y tierra nueva". No olvidmeos lo que dice Jesús en el Apocalipsis: "haré nuevas todas las cosas". Eso incluye a cada uno de nosotros y este proceso empezó con nuestro bautismo, gracias al cual podemos y debemos "caminar en la novedad de vida" en palabras de San Pablo, o lo que es lo mismo, permitir que Jesucrito  reine en nuestro corazón. 

Pasemos a nuestro pasaje evangélico de hoy en el que vemos que Jesucristo Rey también es Juez de vivos y muertos". El reinado de Cristo exige nuestra colaboración. No basta decir "Señor, Señor" sino que es necesario cumplir la voluntad de Dios, y haciendo eso dejaremos una huella importante en el mundo, auque no la vamos a reconocer mientras vivimos en este mundo. Seguramente, estamos familiarizados con este pasaje. Jesús, habiendo reunido a todos, separa las ovejas de las cabras a su derecha y a su izquierda, y establece el criterio fundamental para la entrada en su Reino: "Tuve hambre y me diteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me visitasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitaseis, en la cárcel y vinisteis a verme". 

En estos momentos en que los gobiernos de manera criminal con la excusa de un virus que ni siquiera se ha probado que existe ni han hecho invesitgaciones para descubrir qué está causando esta enfermedad, ha confinado a la gente e impuesto medidas draconianas sin fundamente cientifica alguna, dejando a millones de personas sin trabajo, otros con sus negocios en la quiebra, habrá múlitples ocasiones para colaborar en dar de comer a los hambrientos. Hay personas deprimidas, que sienten una gran soledad. Los hay ante la multidud de líos económicos y de otro tipo se les ocurre la idea de suicidaarse. Abramos nuestros ojos y démonos  cuenta de quienes son para de verdad Cristo reine en neustros corazones, pues aquí dice "cuantas veces los hicisteis a estos mis pequeños, a mí no hiciseis". No  basta la oración, que también tiene una gran importancia, Abramos los ojos y prestémonos sea a ayudar ahorrando dinero y entregándolo a Caritas, sea acercándonos a las personas que se sienten solas y agobiadas. Preguntémonos ¿qué haría Jescristo en esta situación, pues se identifica con cada persona que sufre?. 

 


sábado, 14 de noviembre de 2020

EL JUICIO FINAL

HOMILÍA DOMINGO XXXII DE TIEMPO ORDINARIO, CICLO C, 15 DE NOVIEMBRE DE 2020

La liturgia en esta época del año nos invita a pensar en las verdades últimas, la muerte, el juicio final y la vida eterna. Hoy nos corresponde reflexionar sobre el juicio final en el conocido pasaje del Evangelio de San Mateo en el que Jesús nos entrega unas pautas sobre el juicio en la forma de la Parábola de los Talentos. También nos fjaremos en la segunda lectura de la Primera Carta de San Pablo a los Tesalonecenses que trata de la actitud que debemos tener ante tal aconocimiento que llama como también los profetas el día del Señor.

San Pablo en su predicación en esa ciudad habrá tocado este tema y de su segunda carta a aquellos cristianos podemos deducir que lo que les explicó la doctrina del juicio final y la segunda venida del señor, pero  tuvo que corregir ciertas ideas equivocadas que tenían. Les escribía que el que no trabaja, que no coma. Insiste en que la vuelta del Señor en su día se dará como la llegada de un ladrón en la noche. Es fácil deducir por qué Dios no quiso revelarnos nada sobre fechas o tiempos en los que se darán esos acontecimientos, pues lo que corresponde es que estemos atentos y vigilantes y no caer en la desidia y la despreocupación y dejemos de trabajar "con temor y tremblor" ante la posible llegada de aquel día en cualquier momento. El hecho el apóstol lo compara con los dolores de parto que llegan repentinamente a la madre gestante. También se trata de un dar a luz al mundo nuevo, a los nuevos cielos y la nuerta tierra. Prosigue: "vosotros, hermanos, no vivís en tinieblas, para que ese día os sorprenda como un ladrón. porque todos sois hijos de la luz, hijos del día;  no lo sois de la noche ni de las tinieblas. Esto se debe a que hemos sido injertados en Cristo por el bautismo y ya vivimos la vida nueva que llegará a  su plenitud a la vuelta del Señor. Lo que importa es que estemos vigilantes para no caer en la tentación y no dejarnos llevar por los vicos ni las atracciones de este mundo que es pasajero. Nuestra esperanza no es efímera sino en Cristo y se centra en la vida eterna. Seamos, pues,vigilante y no dormidos para que no nos coja ni el momento de nuestra muerte, ni la vuelta del Señor, si nos toca vivir ese gran día.ido

Pasemos a comentar la Parábola de los Talentos, El talento era una moneda de plata de bastante valor comparado con otras monedas que existían como el denario que correspondía la jornal del trabajdor. Debido a esta parábola solemos referir a las cualidades que poseemos como talentos. Uno tiene talento para la música, otro para algún deporte, otro para los negocios etc. En la parábola el Señor entrega un número diferente a cada uno y los deja en libertad sobre lo que quiren hacer con él. Hoy en día el tema de la igualdad es uno de los más discutidos y una de las palabras talismán en boca de bastantes políticos. Es evidente que no todos tenermos las mismas cualidades o talentos. Ese es el caso en la parábola. Obviamente, no se trata de acusar a Dios de ser discriminatorio porque no todos reciben la misma cantidad de talentos. El hombre está llamado a vivir en comunidad y cada uno a contribuir al bien común de todos de acuerdo con los talentos que ha recibido de Dios y cómo los ha utilizado a lo largo de su vida. 

Al final, llega el día del rendimiento de cuentas y los dos que han recibido más han trabajado bien y logrado una rentabilidad del doble de lo que han recibido y el Sr. los felicita y los invita a entrar a gozar de la recompensa en la casa del Padre. Le dio libertad y les dio la inteligencia y el deseo de trabajar para alcanzar una buena ganancia y agradar al Señor, Aquí también vemos la importancia del trabajo como parte esencial de la misión del hombre y la importancia de la colaboración del hombre en la realización del plan de Dios para el mundo. Este ya es un mandato de Dios dado a Adán incluso antes de caer en el pecado original. Algunos pudieran pensar que el trabajo es una carga pesada impuesta por Dios como castigo por el pecado, pero no, Iba a haber trabajo antes del pecado, pero obviamente, se hace más pesado como resultado del mismo, Es más, el trabajo nos hace capaces de colaborar con Dios a través de la creatividad y esto corresponde a nuestra dignidad de ser criaturas hechas a imagen y semejanza de Dios. Por eso, el paro que se extiende actualmente especialmente debido a la irresponsabilidad de los gobiernos que cerraron la economía dejando a millones de personas no solo en la angustia de no poder proveer por sus familias sino no alcanzar la dignidad que significa el trabajo, como explica muy bien San Juan Pablo II en su carta encíclica sobre el trabajo Laborem exercens. 

En cambio, el que recibió un talento no hizo nada para que fructificara y se merece la condena del Señor que justamente lo llama  negligente y holgazán .Es echado fuera a donde hay llanto y rechinar de dientes. Es decir, su vida ha sido un fracaso por no haber trabajado y hecho ningún bien con el talento que recibió. 

Así que, en nuestro caso, el juicio tendrá que ver también con lo que hicimos con los dondes o talentos que el Señor nos ha regalado. No queremos recibir la sentencia de ser negligentes y holgazanes, pongámnos a trabajar y hacer buen uso de nuestras cualidades, además de la práctica de la caridad que nos librará de caer en muchos vicios que nos puede llevar al infierno por irresponsabilidad y pereza, 

sábado, 7 de noviembre de 2020

LLEGA EL NOVIO. ¿ESTOY PREPARADO?

 HOMILÍA PARA EL DOMINGO XXXII, CICLO A, 8 DE NOVIEMBRE DE 2020.

Estamos a dos semanas de la Solemnidad de Cristo con la que culmina nuestro Año Litúrgico. Hacia el final de los evangelios sinópticos, Mateo, Marcos y Luchas encontramos lo que se suele llamar "el discurso escatológico" donde Jesús strata del fin de los tiempos y su segunda venida, y la urgencia de estar atentos y preparados porque "no sabemos el día ni la hora". Este período coincide con el mes de noviembre en el que celebramos la Conmemoración de los Fieles Difuntos. Existen unas frases tradicionales en latín que nos pueden ayudar a no olvidarnos de la realidad de la muerte, del juicio y el cielo: Memento mori, "acuerdate de que vas a morir"; y quotidie morior, o  "muero diaraiemente". A lo largo de lo siglos cristianos la actitud expresada por estas frases se consideraba como una expresión de la sabidúría con la que deberíamos vivir nuestra vida. El mundo secularizado en el que hoy vivimos no quiere ni pensar en la muerte. En cambio, San Ambrosio, que vivió en el siglo IV, tiene una obra llamada Del bien de la muerte, Si ya desde nuestra concepción en el seno materno además de estar creciendo y desarrollando, tambien estamos caminando hacia la muerte y eventualmente la vida plena de unión con Dios a través de Jesucristo. Nuestra vida es un muerte al al pecado, al mal y a la muerte misma para alcanzar la plenitud de la vida en la vida futura habiendo colaborado con la gracia de Dios para alcanzar esa vida plena en la que hemos sido iniciado con nuestro baustismo.

La muerte es inevitable. Todos sabemos eso, pero nosotros cristianos sabemos que es una puerta a través de la cual pasamos a la plenitud de la vida verdadera. Para cada uno de nosotros Dios tiene un plan o un proyecto y nos toca colaborar con Él para alcanzarlo. Es un proyecto a futuro, por ello una gran esperanza. El Evangelio habla mucho de la fe y de la caridad, pero tenemos que esperar a la Iglesia primitiva para encontrar el  mensaje de esperanza, tanto de San Pablo, como San Pedro y la Carta a los Hebreos. En su primera carta, San Pedro escribe "hemos sido reengrado a una esperanza viva", obviamente por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos. Nuestra primera lectura hoy de San Pablo a los Tesalonicences habla de la la muerte y nuestra esperanza de una nueva vida a través de la resurrección y la segunda venida de Jesús al final de los tiempos. En nuestro pasaje del Evangleio de San Lucas, el que hemos estado siguiendo a lo largo de este año, nos toca la parábola de las virgenes prudentes y las necias. Que el Señor nos guíe e ilumina para sacar un mensaje importante para nuestra vida en este tiempo en el que aparece la oscuridad y poca esperanza. 

En primer lugar, San Pablo exhorta a los cristianos de Tesalonica que "no ignoréis la suerte de los difuntos, pues que no os aflijás como los hombre sin esperanza". Es decir, los paganos se caracterizan por ser personas sin esperanza. En nuestros días ha habido un aumento de suicidios debido a las medidas nefastas impuestos por los gobernantes de todo el mundo como respuesta al coronavirus, pues un gran número de personas han perdido su puesto de trabajo o sus negocios han quebrado por culpa de los gobiernos cuyo finalidad debería de ser promover el bien común. Ciertamente, es comprensible en la situación, pero el suicidio debido a la falta de esperanza no es ninguna solución. Puede extrañarnos saber que en la Edad Media, tan denostada por los sofisticados modernos, el suicidio casi no existía. Era la era de la fe, y por ende la esperanza. 

Nuestra fe en Jesús que ha muerto y resucitado nos lleva a la certeza de que él nos llevará consigo. En eso consiste el cielo, "estaremos siempre con el Señor". Los primeros cristianos tenían esa viva esperanza del encuentro definitivo con el Señor Jesús y no solo ellos sino todos los mártires al enfrentarse con su suplicio. Esta confianza y esperanza se tiene que cultivar a lo largo de nuestra vida. No pensemos que la vamos a tener sin cooperar con el Señor tomando las medidas necesarias cada día. esto lo podemos ver en la Parábola de las Vírgenes Prudentes y las Necias. 

El contexto de la parábola es el de la celebración de la boda entre los judíos en tiempo de Jesús. La celebrabración de la boda se llevaba a cabo a lo largo de cinco días y terminaba cuando el novio llevaba a la novia a su casa y se celebraba un banquete con todos los invitados. Esto se daba de noche y las diez vírgenes tenían que esperar hasta que se anunciaba la llegada del novio y la novia. Sabemos que con mucha frecuencia en la Biblia el cielo se presenta como una fiesta de bodas. y en el Nuevo Testamento el Novio es el mismo Jesucristo. La tarea de las 10 vírgenes era la de recibirlo con las lámparas encendidos, señal de estar listas y preparadas. Como dice el evangelio, cinco eran prudentes y las otras cinco necios porque no llevaban aceite de más y se les apagaban las lámparas. El novio llegó cuando se habían ida a la tienda a comprar aceite. Llegó el novio y se cerró la puerte. Cuando golpearon la puerte, el novio no quiso abrir porque dice "os lo aseguro que no os conozco", y se quedaron fuera. 

Si el banquete de bodas es el cielo, la lección es que a lo largo de nuestra vida tenemos que estar atentos haciendo acopio de "aceite", simbolizando las buenas obras que hemos de hacer todos los días de nuestra vida. No se improvisan y si no las tenemos acumuladas no vamos an entrar al festín con el novio, o al menos tendremos que pasar por el purgatorio o la purificación necesaria para poder goza de la presencia del Señor.  Por eso se les llama necias que significa imprudentes. En nuestro caso, se trataría del pecado de la presunción, es decir, la esperanza imprudente de alcanzar la salvación sin poner los medios necesarios". Ciertamente, la salvación es un don de Dios y él hace todo lo que corresponde para que no nos suceda lo de las vírgenes necias, pero sin nuestra colaboración debido a que nos ha dado el libre albedrío, no va a forzar a nadie a salvarse. 

La Iglesia nos invita en está época a orar y ofrecer sacrificios por las almas del purgatorio. ¿Qué es el purgatorio? Las personas que mueren en estado de amistad con Dios, o estado de gracia, pero que no están suficientemente purificados ya no pueden merecer más pasada esta vida. Por ello, aunque están asegurados de eventualmente alcanzar el cielo, les corresponde una purificación. El pecado deja sus huellas en nuestra vida, y como el cielo es una relación de amor a Dios, igual como puede pasar con un atleta, que no puede participar en la carrera por falta de entrenamiento, igual nosotros todavía no estaríamos capaces del del encuentro cara a a cara con Dios debido a los restos de los malos hábitos que hemos heredado de nuestra vida. Aunque el fiel difunto que está en el purgatorio no puede merecer más allí, nostros sí podemos ayudar con nuestras oraciones, sacrificios y sobre todo ofreciendo la Santa Misa a favor de los fieles difuntos, porque ellos forman parte de la Iglesia y ellos también pueden orar por nosotros aquí en la tierra. La misma Iglesia tiene tres grados: la triunfante de lo santos del cielo, la purgante de los difuntos que están en proceso de purificación y la militante aquí en la tierra porque nos toca luchar contra los vicios y malas inclinaciones con la ayuda de la gracia de Dios y la ayuda de los hermanos que también oran por nosotros, no dan ejemplo y nos estimulan para ir creciendo en el amor a Dios y la prójimo. 

No seamos necios, pues, viviendo nuestra vida como unos peregrinos que se olvidan de la meta de su viaje, o desviándose de manera que no llegan en esta vida. La Iglesia intenta por todos los medios ayudar a los enfermos y moribundos a arrepentirse y confesarse, recibir el Sacramento de los Enfermos y sobre todo la Eucaristía como viático o pan para el camino desde este mundo a la vida futura. Lamentablemente, no pocos católicos llamados no practicantes no aprovechan estos medios sino les preocupa estar en un hospital cuando lo más que pueden hacer los médicos es alargar un poco más la vida y olvidando que la vida después de la muerte es eterna, no tiene fin. Esto sí es necedad. No llaman al sacerdote a tiempo cuando la persona puede examinar la conciencia y recibir los sacramentos. También el sacerdote puede dar la bendición con un crucifijo a la que corresponde una indulgencia plenaria y por tanto poder evitar el purgatorio, es decir eliminar lo que se llaman los restos del pecado que he mencionado arriba. ¿Cómo es posible que tanto el enfermo como los familiares no llaman al sacerdote en este momento crucial de la vida del ser querido, cuando la mayor caridad es ayudar al familiar o ser querido es ayudarle a alcanzar la meta del cielo? Tradicionalmente, en la Iglesia se ha pensado que en el momento de la muerte Satanás se pone dilegente para llevar consigo al fiel y que es un momento complicado. Por ello, los sacramentos y sobre todo la Eucaristía nos ha de fortalecer porque como decía el mártir San Ignacio de Antioquíe en el año 107 que la Eucaristía es "fármaco para la inmortalidad". ¿Cómo es que descuidamos el consumo de un fármaco tan potente y esencial, pues Jesús decía "el que come mi carte y bebe mi sangre tiene la vida eterna y yo lo resucitaré en el último día? 


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