sábado, 14 de noviembre de 2020

EL JUICIO FINAL

HOMILÍA DOMINGO XXXII DE TIEMPO ORDINARIO, CICLO C, 15 DE NOVIEMBRE DE 2020

La liturgia en esta época del año nos invita a pensar en las verdades últimas, la muerte, el juicio final y la vida eterna. Hoy nos corresponde reflexionar sobre el juicio final en el conocido pasaje del Evangelio de San Mateo en el que Jesús nos entrega unas pautas sobre el juicio en la forma de la Parábola de los Talentos. También nos fjaremos en la segunda lectura de la Primera Carta de San Pablo a los Tesalonecenses que trata de la actitud que debemos tener ante tal aconocimiento que llama como también los profetas el día del Señor.

San Pablo en su predicación en esa ciudad habrá tocado este tema y de su segunda carta a aquellos cristianos podemos deducir que lo que les explicó la doctrina del juicio final y la segunda venida del señor, pero  tuvo que corregir ciertas ideas equivocadas que tenían. Les escribía que el que no trabaja, que no coma. Insiste en que la vuelta del Señor en su día se dará como la llegada de un ladrón en la noche. Es fácil deducir por qué Dios no quiso revelarnos nada sobre fechas o tiempos en los que se darán esos acontecimientos, pues lo que corresponde es que estemos atentos y vigilantes y no caer en la desidia y la despreocupación y dejemos de trabajar "con temor y tremblor" ante la posible llegada de aquel día en cualquier momento. El hecho el apóstol lo compara con los dolores de parto que llegan repentinamente a la madre gestante. También se trata de un dar a luz al mundo nuevo, a los nuevos cielos y la nuerta tierra. Prosigue: "vosotros, hermanos, no vivís en tinieblas, para que ese día os sorprenda como un ladrón. porque todos sois hijos de la luz, hijos del día;  no lo sois de la noche ni de las tinieblas. Esto se debe a que hemos sido injertados en Cristo por el bautismo y ya vivimos la vida nueva que llegará a  su plenitud a la vuelta del Señor. Lo que importa es que estemos vigilantes para no caer en la tentación y no dejarnos llevar por los vicos ni las atracciones de este mundo que es pasajero. Nuestra esperanza no es efímera sino en Cristo y se centra en la vida eterna. Seamos, pues,vigilante y no dormidos para que no nos coja ni el momento de nuestra muerte, ni la vuelta del Señor, si nos toca vivir ese gran día.ido

Pasemos a comentar la Parábola de los Talentos, El talento era una moneda de plata de bastante valor comparado con otras monedas que existían como el denario que correspondía la jornal del trabajdor. Debido a esta parábola solemos referir a las cualidades que poseemos como talentos. Uno tiene talento para la música, otro para algún deporte, otro para los negocios etc. En la parábola el Señor entrega un número diferente a cada uno y los deja en libertad sobre lo que quiren hacer con él. Hoy en día el tema de la igualdad es uno de los más discutidos y una de las palabras talismán en boca de bastantes políticos. Es evidente que no todos tenermos las mismas cualidades o talentos. Ese es el caso en la parábola. Obviamente, no se trata de acusar a Dios de ser discriminatorio porque no todos reciben la misma cantidad de talentos. El hombre está llamado a vivir en comunidad y cada uno a contribuir al bien común de todos de acuerdo con los talentos que ha recibido de Dios y cómo los ha utilizado a lo largo de su vida. 

Al final, llega el día del rendimiento de cuentas y los dos que han recibido más han trabajado bien y logrado una rentabilidad del doble de lo que han recibido y el Sr. los felicita y los invita a entrar a gozar de la recompensa en la casa del Padre. Le dio libertad y les dio la inteligencia y el deseo de trabajar para alcanzar una buena ganancia y agradar al Señor, Aquí también vemos la importancia del trabajo como parte esencial de la misión del hombre y la importancia de la colaboración del hombre en la realización del plan de Dios para el mundo. Este ya es un mandato de Dios dado a Adán incluso antes de caer en el pecado original. Algunos pudieran pensar que el trabajo es una carga pesada impuesta por Dios como castigo por el pecado, pero no, Iba a haber trabajo antes del pecado, pero obviamente, se hace más pesado como resultado del mismo, Es más, el trabajo nos hace capaces de colaborar con Dios a través de la creatividad y esto corresponde a nuestra dignidad de ser criaturas hechas a imagen y semejanza de Dios. Por eso, el paro que se extiende actualmente especialmente debido a la irresponsabilidad de los gobiernos que cerraron la economía dejando a millones de personas no solo en la angustia de no poder proveer por sus familias sino no alcanzar la dignidad que significa el trabajo, como explica muy bien San Juan Pablo II en su carta encíclica sobre el trabajo Laborem exercens. 

En cambio, el que recibió un talento no hizo nada para que fructificara y se merece la condena del Señor que justamente lo llama  negligente y holgazán .Es echado fuera a donde hay llanto y rechinar de dientes. Es decir, su vida ha sido un fracaso por no haber trabajado y hecho ningún bien con el talento que recibió. 

Así que, en nuestro caso, el juicio tendrá que ver también con lo que hicimos con los dondes o talentos que el Señor nos ha regalado. No queremos recibir la sentencia de ser negligentes y holgazanes, pongámnos a trabajar y hacer buen uso de nuestras cualidades, además de la práctica de la caridad que nos librará de caer en muchos vicios que nos puede llevar al infierno por irresponsabilidad y pereza, 

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