PRIMER DOMINGO DE CUARESMA, CICLO
B
La palabra
cuaresma proviene de la
palabra cuarenta y
recuerda los cuarenta días de oración y ayuno de Jesús en el
desierto, que según el Evangelio de San Marcos que acabamos de
escuchar, estaba con “las bestias” y los ángeles lo atendían”.
Probablemente en el siglo III, se instituyó este tiempo de Cuaresma
como un período de preparación intensa para los catecúmenos que
llevaban ya tiempo preparándose para su eventual bautismo e
incorporación a la Iglesia. Los Padres de la Iglesia como San Cirilo
de Jerusalén, San Juan Crisóstomo, San Ambrosio y San Agustín
entre otros, se dedicaban a dar una catequesis a estos catecúmenos
para explicarles tanto el significado de los ritos como el
verdadero sentido de la vida cristiana en medio de un mundo marcado
por el pecado y la muerte.
También se celebraban otros ritos como la entrega del Credo y del
Padre Nuestro, y luego tenían que aprenderlos de memoria y volver a
recitarlos. Todos los ritos están enfocados hacia la celebración
del Misterio Pascual, es decir el paso de Jesús a través del dolor
y la cruz al triunfo de la resurrección, y por ende del cristiano de
las tinieblas del pecado y de la muerte a la vida nueva en unión con
Jesús, como lo explica San Pablo en su Carta a los Romanos (6,6-11).
En
nuestro tiempo la Iglesia, a través de la selección de las lecturas
de la Palabra de Dios, nos propone un camino de conversión que
implica una vuelta a los fundamentos de la vida cristiana, resumida en la llamada a intensificar la oración, el ayuno y en general la
penitencia y la limosna. Además de escuchar el relato de la estadía
de Jesús en el desierto, hemos escuchado un pasaje del Libro del
Génesis referente al tiempo de Noé y el Arca. Creo que un repaso de
toda la historia de Noé nos ayudará a cumplir la tarea de
reforzamiento de los fundamentos de nuestra vida cristiana y
espiritual. Veamos algo del contexto del relato y las lecciones que
los Padres de la Iglesia han sacado del mismo para darnos cuenta, por
un lado, de la verdadera realidad del pecado y lo que ha provocado
en el mundo, y por otro, el hecho de que Dios nunca se queda
indiferente ante la suerte del hombre y de su creación entera.
Los
relatos del origen del mundo en las civilizaciones antiguas siempre
presentan un principio malo que malogra el universo, pero nada de
esto hay en la Biblia. Dios ha creado todo de la nada y lo
ha ordenado de manea
maravillosa: el cielo, la tierra, el mar, los animales, peces,
incluso los insectos, todos forman parte de una armonía maravillosa
con el hombre encima de todo como mayordomo de Dios y para que todo
el universo dé gloria a Dios a través del hombre. El hombre es una
combinación de polvo de la tierra y soplo divino, es decir, creado a
imagen y semejanza de Dios. Todo es bueno, incluso hermoso. En el
capítulo tercero del Génesis encontramos el relato del primer
pecado, debido ante todo
a la astucia de la serpiente, simbolizando al diablo, y el del deseo
del hombre de “ser como Dios” renunciando así a su condición de
criatura dependiente de Dios y al respeto al orden establecido por
Dios en su creación. Se crea una situación totalmente nueva y
nefasta en cuanto que se rompe la armonía que existía entre el
hombre y Dios, entre el mismo Adán y Eva que se ponen a echarse
mutuamente la culpa del desastre y entre ellos y la misma naturaleza,
pues incluso la tierra de donde habían salido queda maldecida debido
a su soberbia y arrogancia.
Los
siguientes capítulos del Génesis nos entregan la historia de la
multiplicación del pecado, empezando con el asesinato de Abel de
parte de Caín, hasta que en el capítulo 6 se declara: ”Al ver
que en la tierra crecía la maldad del hombre y que toda su actitud era
siempre perversa, se arrepintió de haber creado al hombre en la
tierra, y le pesó de corazón” (v. 5). Debido
al desorden que el pecado había creado, Dios decide volver a empezar,
pero nunca deja al hombre a su suerte, sino que encuentra a Noé y
lanza un plan de rescate de la humanidad.
El
hombre bíblico sentía un gran temor al agua, y si alguna vez se
atrevía a realizar un viaje por mar, se quedaba pegado a la costa.
Imaginémonos a Noé construyendo un enorme barco en medio del desierto
y el ridículo que eso provocaría entre los vecinos. Pasa lo mismo
hoy en día con el cristiano que quiere tomar en serio su fe y lo que
manda Jesús. Igual que al principio, nuestros contemporáneos han
decidido que la perversión, los diversos tipos de pecado son
normales. No es que en otros tiempos los hombres no hubieran pecado,
pero no intentaron cambiar el paradigma y considerar que lo que es
malo es bueno. Así el asesinato, sicariato y todo tipo de
violencia,que se presenta en primer lugar en la televisión y los
videojuegos y luego sale a la
calle, se convierte en
normal. Lo mismo con la sexualidad, la fornicación ni se menciona, pues ya es normal,
el adulterio se hace cada vez más común, la pornografía etc, hasta
llegar a normalizar el sadomasoquismo como se ha hecho la semana
pasado con la película 50 Sombras de Grey, pues el libro en el que
se basa la película ha vendido 100 millones de ejemplares. Lo mismo
dígase de los supuestos derechos gay. Si alguno se opone a esto
basándose en la doctrina bíblica y católica es probable que dentro
de poco lo llevarán ante un juez por algún tipo de delito inventado
de discriminación, odio, o como dicen homofobia.
Se ha vuelto al paganismo antiguo que condenaba San Pablo en estos
términos: “Lo mismo los
hombres: dejando la relación natural con la mujer se encendieron en
deseo mutuo, cometiendo infamias hombres con hombres, y recibiendo en
su persona la paga merecida por su extravío... Están repletos de
injusticia, maldad, codicia, malignidad; están llenos de envidia,
homicidios, discordias, fraudes, perversión; son difamadores,
calumniadores, enemigos de Dios,soberbios, arrogantes, fanfarrones,
ingeniosos para el mal, rebeldes con sus padres, sin juicio,
desleales,
crueles, despiadados” (Rom 1, 27.29-31).
Tradicionalmente
Noé ha sido visto como prefigura de Cristo y el Arca de la Iglesia.
Así como Dios dio un nuevo inicio a su creación a través del Arca,
que era un microcosmos
de la original creación, también a través de su Hijo Jesucristo
Nuestro Señor, inaugura la nueva creación y nosotros entramos en
ella a través del agua del bautismo. La Iglesia es la avanzada de
esta nueva creación que se completará en el cielo. De hecho, las
catedrales góticas medievales eran vistas como un barco con sus
remos, y la parte central se llama nave. Cualquiera que sigue un poco
las noticias se da cuenta del caos que se va creando en el mundo. La
política funciona gracias a las acusaciones y denuncias, la
crispación. La gente se queja de la corrupción. En Lima hicieron
una encuesta y un grandísimo porcentaje de la gente condenaba
la corrupción, pero muchos de ellos están dispuesto a pasar un
billete
a un policía para salir de un apuro y evitar una multa. ¿No se dan
cuenta de lo corruptos que son ellos? A
otros les ofrecen objetos robados a precios irrisorios y no son
capaces de resistir la tentación de comprar especies robadas, que es
delito,y ni se dan cuenta de que lo robado será siempre de su
legítimo dueño. No digamos ya de los que se apoderan de terrenos de
otros con la colaboración de notarios y otros funcionarios
corruptos. De hecho, mucha
gente se rasga las vestiduras al constatar el mal que hay en otros,
en la sociedad, en los políticos, pero no ven el mal que llevan
dentro en su propio corazón que los lleva a juzgar y condenar a
otros, a la envidia, los celos, la violencia intrafamiliar etc.
En
cambio, el Señor nos convoca a su Iglesia para confesar nuestros
pecados, para unir nuestras voces en la armonía de un canto de
alabanza a Él, a recibir el alimento de su palabra para que forme
nuestras conciencia, y el alimento de su cuerpo para fortalecernos en
el esfuerzo por hacer el bien, por ser luz en el mundo en medio de
tanta tiniebla. Como hemos
señalado arriba, la Cuaresma era inicialmente un tiempo de
preparación intenso para el bautismo, como lo fueron los cuarenta
días en el desierto para Jesús para su vida pública y
eventualmente para enfrentarse con la prueba extrema de la cruz. El
Sacramento del Bautismo se denominaba iluminación fotismós
en griego. ¿Somos nosotros la luz del mundo, como dijo Jesús en el
Sermón de la Montaña? ¿A quién ha llegado nuestra luz? Ahora es
el momento propicio para expulsar las tinieblas que hay dentro de
nosotros y empezar a cumplir esta misión que tenemos desde nuestro
bautismo.
La
Biblia cuenta que una vez que había bajado el agua, Noé abrió la
ventaba del arca y una vez
que se había secado la tierra, Dios mandó a Noé salir del arca.
“Noé construyó un altar al Señor, tomó animales y aves de toda
especie pura y los ofrecieron en holocausto sobre el altar. El Señor
olió el aroma agradable” y prometió no volver a maldecir la
tierra a causa del hombre, como hemos escuchado en la primera lectura
de hoy.
También
al final de la misa, el sacerdote nos despide enviándonos a llevar
la paz, la luz la alegría del Señor con nosotros y a comunicarla a
los demás. Jesucristo es el
verdadero médico del alma que nos cura de nuestros pecados y vicios,
pero primero tenemos que reconocerlos. En la Cuaresma, podríamos
proponernos venir al a misa durante algunos días de la semana, rezar
el rosario u otras oraciones más breves a largo del día, ¿Por qué
no elevar nuestra mente y corazón al Señor en los momentos
muertos? También podemos hacer algo para practicar el ayuno, tanto
en relación con la comida como en otros aspectos de nuestra vida.
¿Cuánto tiempo dedicamos a ver la televisión? ¿Es tiempo bien
utilizado? Si ofendemos a otros con nuestras palabras podríamos hacer
un esfuerzo por controlar la lengua, como nos enseña la Carta de
Santiago, que también podríamos leer en el tiempo de cuaresma, tal
vez haciendo buen uso del tiempo que ahorremos al no ver la
televisión. Podríamos esforzarnos un poco para cuidar el medio ambiente y no afear la ciudad tirando basura por cualquier lugar o soltando perros por la calle para que molesten a los vecinos. Preguntémonos qué podemos hacer para practicar la
limosna. Estas prácticas nos ayudan a refrenar nuestras pasiones,
nos dice una de las oraciones de la liturgia en estos días de
Cuaresma.
Que el Señor nos dé fuerza para no dejar pasar en vano
esta oportunidad de fortalecernos para superar los pecados y vicios
que tal vez hemos llegado a pensar que son imposibles de eliminar o normales.
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