sábado, 21 de febrero de 2015

PRIMER DOMINGO DE CUARESMA, CICLO B

La palabra cuaresma proviene de la palabra cuarenta y recuerda los cuarenta días de oración y ayuno de Jesús en el desierto, que según el Evangelio de San Marcos que acabamos de escuchar, estaba con “las bestias” y los ángeles lo atendían”. Probablemente en el siglo III, se instituyó este tiempo de Cuaresma como un período de preparación intensa para los catecúmenos que llevaban ya tiempo preparándose para su eventual bautismo e incorporación a la Iglesia. Los Padres de la Iglesia como San Cirilo de Jerusalén, San Juan Crisóstomo, San Ambrosio y San Agustín entre otros, se dedicaban a dar una catequesis a estos catecúmenos para explicarles tanto el significado de los ritos como el verdadero sentido de la vida cristiana en medio de un mundo marcado por el pecado y la muerte. También se celebraban otros ritos como la entrega del Credo y del Padre Nuestro, y luego tenían que aprenderlos de memoria y volver a recitarlos. Todos los ritos están enfocados hacia la celebración del Misterio Pascual, es decir el paso de Jesús a través del dolor y la cruz al triunfo de la resurrección, y por ende del cristiano de las tinieblas del pecado y de la muerte a la vida nueva en unión con Jesús, como lo explica San Pablo en su Carta a los Romanos (6,6-11).

En nuestro tiempo la Iglesia, a través de la selección de las lecturas de la Palabra de Dios, nos propone un camino de conversión que implica una vuelta a los fundamentos de la vida cristiana, resumida en la llamada a intensificar la oración, el ayuno y en general la penitencia y la limosna. Además de escuchar el relato de la estadía de Jesús en el desierto, hemos escuchado un pasaje del Libro del Génesis referente al tiempo de Noé y el Arca. Creo que un repaso de toda la historia de Noé nos ayudará a cumplir la tarea de reforzamiento de los fundamentos de nuestra vida cristiana y espiritual. Veamos algo del contexto del relato y las lecciones que los Padres de la Iglesia han sacado del mismo para darnos cuenta, por un lado, de la verdadera realidad del pecado y lo que ha provocado en el mundo, y por otro, el hecho de que Dios nunca se queda indiferente ante la suerte del hombre y de su creación entera.

Los relatos del origen del mundo en las civilizaciones antiguas siempre presentan un principio malo que malogra el universo, pero nada de esto hay en la Biblia. Dios ha creado todo de la nada y lo ha ordenado de manea maravillosa: el cielo, la tierra, el mar, los animales, peces, incluso los insectos, todos forman parte de una armonía maravillosa con el hombre encima de todo como mayordomo de Dios y para que todo el universo dé gloria a Dios a través del hombre. El hombre es una combinación de polvo de la tierra y soplo divino, es decir, creado a imagen y semejanza de Dios. Todo es bueno, incluso hermoso. En el capítulo tercero del Génesis encontramos el relato del primer pecado, debido ante todo a la astucia de la serpiente, simbolizando al diablo, y el del deseo del hombre de “ser como Dios” renunciando así a su condición de criatura dependiente de Dios y al respeto al orden establecido por Dios en su creación. Se crea una situación totalmente nueva y nefasta en cuanto que se rompe la armonía que existía entre el hombre y Dios, entre el mismo Adán y Eva que se ponen a echarse mutuamente la culpa del desastre y entre ellos y la misma naturaleza, pues incluso la tierra de donde habían salido queda maldecida debido a su soberbia y arrogancia.

Los siguientes capítulos del Génesis nos entregan la historia de la multiplicación del pecado, empezando con el asesinato de Abel de parte de Caín, hasta que en el capítulo 6 se declara: ”Al ver que en la tierra crecía la maldad del hombre y que toda su actitud era siempre perversa, se arrepintió de haber creado al hombre en la tierra, y le pesó de corazón” (v. 5). Debido al desorden que el pecado había creado, Dios decide volver a empezar, pero nunca deja al hombre a su suerte, sino que encuentra a Noé y lanza un plan de rescate de la humanidad.

El hombre bíblico sentía un gran temor al agua, y si alguna vez se atrevía a realizar un viaje por mar, se quedaba pegado a la costa. Imaginémonos a Noé construyendo un enorme barco en medio del desierto y el ridículo que eso provocaría entre los vecinos. Pasa lo mismo hoy en día con el cristiano que quiere tomar en serio su fe y lo que manda Jesús. Igual que al principio, nuestros contemporáneos han decidido que la perversión, los diversos tipos de pecado son normales. No es que en otros tiempos los hombres no hubieran pecado, pero no intentaron cambiar el paradigma y considerar que lo que es malo es bueno. Así el asesinato, sicariato y todo tipo de violencia,que se presenta en primer lugar en la televisión y los videojuegos y luego sale a la calle, se convierte en normal. Lo mismo con la sexualidad, la fornicación ni se menciona, pues ya es normal, el adulterio se hace cada vez más común, la pornografía etc, hasta llegar a normalizar el sadomasoquismo como se ha hecho la semana pasado con la película 50 Sombras de Grey, pues el libro en el que se basa la película ha vendido 100 millones de ejemplares. Lo mismo dígase de los supuestos derechos gay. Si alguno se opone a esto basándose en la doctrina bíblica y católica es probable que dentro de poco lo llevarán ante un juez por algún tipo de delito inventado de discriminación, odio, o como dicen homofobia. Se ha vuelto al paganismo antiguo que condenaba San Pablo en estos términos: “Lo mismo los hombres: dejando la relación natural con la mujer se encendieron en deseo mutuo, cometiendo infamias hombres con hombres, y recibiendo en su persona la paga merecida por su extravío... Están repletos de injusticia, maldad, codicia, malignidad; están llenos de envidia, homicidios, discordias, fraudes, perversión; son difamadores, calumniadores, enemigos de Dios,soberbios, arrogantes, fanfarrones, ingeniosos para el mal, rebeldes con sus padres, sin juicio, desleales, crueles, despiadados” (Rom 1, 27.29-31).

Tradicionalmente Noé ha sido visto como prefigura de Cristo y el Arca de la Iglesia. Así como Dios dio un nuevo inicio a su creación a través del Arca, que era un microcosmos de la original creación, también a través de su Hijo Jesucristo Nuestro Señor, inaugura la nueva creación y nosotros entramos en ella a través del agua del bautismo. La Iglesia es la avanzada de esta nueva creación que se completará en el cielo. De hecho, las catedrales góticas medievales eran vistas como un barco con sus remos, y la parte central se llama nave. Cualquiera que sigue un poco las noticias se da cuenta del caos que se va creando en el mundo. La política funciona gracias a las acusaciones y denuncias, la crispación. La gente se queja de la corrupción. En Lima hicieron una encuesta y un grandísimo porcentaje de la gente condenaba la corrupción, pero muchos de ellos están dispuesto a pasar un billete a un policía para salir de un apuro y evitar una multa. ¿No se dan cuenta de lo corruptos que son ellos? A otros les ofrecen objetos robados a precios irrisorios y no son capaces de resistir la tentación de comprar especies robadas, que es delito,y  ni se dan cuenta de que lo robado será siempre de su legítimo dueño. No digamos ya de los que se apoderan de terrenos de otros con la colaboración de notarios y otros funcionarios corruptos. De hecho, mucha gente se rasga las vestiduras al constatar el mal que hay en otros, en la sociedad, en los políticos, pero no ven el mal que llevan dentro en su propio corazón que los lleva a juzgar y condenar a otros, a la envidia, los celos, la violencia intrafamiliar etc.

En cambio, el Señor nos convoca a su Iglesia para confesar nuestros pecados, para unir nuestras voces en la armonía de un canto de alabanza a Él, a recibir el alimento de su palabra para que forme nuestras conciencia, y el alimento de su cuerpo para fortalecernos en el esfuerzo por hacer el bien, por ser luz en el mundo en medio de tanta tiniebla. Como hemos señalado arriba, la Cuaresma era inicialmente un tiempo de preparación intenso para el bautismo, como lo fueron los cuarenta días en el desierto para Jesús para su vida pública y eventualmente para enfrentarse con la prueba extrema de la cruz. El Sacramento del Bautismo se denominaba iluminación fotismós en griego. ¿Somos nosotros la luz del mundo, como dijo Jesús en el Sermón de la Montaña? ¿A quién ha llegado nuestra luz? Ahora es el momento propicio para expulsar las tinieblas que hay dentro de nosotros y empezar a cumplir esta misión que tenemos desde nuestro bautismo.

La Biblia cuenta que una vez que había bajado el agua, Noé abrió la ventaba del arca y una vez que se había secado la tierra, Dios mandó a Noé salir del arca. “Noé construyó un altar al Señor, tomó animales y aves de toda especie pura y los ofrecieron en holocausto sobre el altar. El Señor olió el aroma agradable” y prometió no volver a maldecir la tierra a causa del hombre, como hemos escuchado en la primera lectura de hoy.

También al final de la misa, el sacerdote nos despide enviándonos a llevar la paz, la luz la alegría del Señor con nosotros y a comunicarla a los demás. Jesucristo es el verdadero médico del alma que nos cura de nuestros pecados y vicios, pero primero tenemos que reconocerlos. En la Cuaresma, podríamos proponernos venir al a misa durante algunos días de la semana, rezar el rosario u otras oraciones más breves a largo del día, ¿Por qué no elevar nuestra mente y corazón al Señor en los momentos muertos? También podemos hacer algo para practicar el ayuno, tanto en relación con la comida como en otros aspectos de nuestra vida. ¿Cuánto tiempo dedicamos a ver la televisión? ¿Es tiempo bien utilizado? Si ofendemos a otros con nuestras palabras podríamos hacer un esfuerzo por controlar la lengua, como nos enseña la Carta de Santiago, que también podríamos leer en el tiempo de cuaresma, tal vez haciendo buen uso del tiempo que ahorremos al no ver la televisión. Podríamos esforzarnos un poco para cuidar el medio ambiente y no afear la ciudad tirando basura por cualquier lugar o soltando perros por la calle para que molesten a los vecinos.  Preguntémonos qué podemos hacer para practicar la limosna. Estas prácticas nos ayudan a refrenar nuestras pasiones, nos dice una de las oraciones de la liturgia en estos días de Cuaresma. 

Que el Señor nos dé fuerza para no dejar pasar en vano esta oportunidad de fortalecernos para superar los pecados y vicios que tal vez hemos llegado a pensar que son imposibles de eliminar o normales.





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