lunes, 23 de febrero de 2015

COMENTARIO RESPECTO A LA HOMILÍA Y ALGUNAS OTRAS CUESTIONES LITÚRGICAS

La semana pasada la Sagrada Congregación para el culto divino y la disciplina de los sacramentos publicó el Directorio Homilético, ya prometido desde hace unos años en la Exhortación Apostólica Verbum Domini del Papa Benedicto XVI. En forma digital se puede encontrar buscando en Google y en forma escrita he visto que se vende en la web del Centro de Pastoral Litúrgica de Barcelona. No voy a resumir el contendido, pues cualquiera que le interesa lo puede encontrar en la web o en resumen en los portales católicos más conocidos como Acriprensa. En un primer capítulo da una buena síntesis de la naturaleza de la homilía basándose en diversos documentos del Magisterio desde la Presbyterorum Ordinis del Vaticano II hasta la Evangelii Gaudium del Papa Francisco. La parte central del documento es un análisis de la liturgia de los diversos tiempos litúrgicos del año empezando con la Cuaresma y la Pascua. Es la parte más útil para el homilista dado que le da una buena síntesis del sentido litúrgico de cada tiempo juntamente con puntos útiles acerca de las lecturas propuestas para cada tiempo o fiesta. Hay también un Apéndice que contiene referencias al Catecismo de la Iglesia Católica relación con las lecturas de los tres ciclos de los domingos de manera que se pueda servir de este esquema para realizar homilías biblico-catequéticas y así repasar todas los grandes misterios de la fe a lo largo de los tres años. Dado que muchos de los fieles que participan en la Misa no suelen acudir a otros grupos o actividades de catequesis o bíblicas, la homilía es la única ocasión que van a tener para profundizar en su fe.

Conviene señalar  que en los últimos años en la Iglesia se ha dado  mucha atención al tema de la homilía, en general crítica. Al menos, la impresión que se recibe es que algo va mal con las homilías que se predican en las parroquias. Los obispos reunidos en Sínodos y las correspondientes Exhortaciones Apostólicas de Benedicto XVI, Sacramentum Caritatis y Verbum Domini, como también la Evangelii Gaudium del Papa Francisco, en este caso incluyendo en este documento que viene siendo la exposición del programa para su Pontificado un largo apartado que entrega una serie de consejos sobe cómo debe ser una buena homilía. El muy conocido autor italiano, Vittorio Messori, que hace tres décadas hizo una entrevista/libro al entonces Cardenal Ratzinger, Informe sobre la fe y otra a San Juan Pablo II, Cruzando el umbral de la esperanza, publica ahora un libro llamado Cómo ir a misa y no perder la fe, juntamente con Nicola Bux, http://www.ociohispano.es/libro/como-ir-a-misa-y-no-perder-la-fe_1272
El libro contiene un capítulo sobre la homilía. Según el portal Religión en Libertad, http://religionenlibertad.com/vittorio-messori-lanza-tres-sugerencias-a-todos-los-sacerdotes-para-que-40684.htm, da unos  consejos al homilista: simplificar, contar historias y apuntar al adversario, es decir dramatizar. Afirma, tomando un ejemplo del fútbol: "Los partidos amistosos, subraya Messori, aburren" y  "Querer comunicar sin simplificar puede confundir en lugar de iluminar; olvidarse de personalizar lleva a la insignificancia de ideas que resbalan por la roca y no van a lo profundo; sin dramatizar, se consigue un discurso que, a falta de adversario, ya no es humano; se afloja, provocando no la atención y la pasión, sino las miradas al reloj para ver si la predicación está ya a punto de acabar." Insiste también en la necesidad de que el predicar tenga una, una sola idea o argumento que comunicar.

En cuanto a tener adversario, vemos que en el evangelio Jesús se encontraba constantemente con sus adversarios los fariseos, también los saduceos y los herodianos. Podemos imaginar el impacto que tuvo en su audiencia cuando lograba rebatirles. Un ejemplo claro es cuando le llevaron la moneda con la imagen del César y le preguntaron si es lícito pagar tributo al César o no. También San Pablo tuvo que enfrentarse constantemente con adversarios. Por eso probablemente es tan interesante la Carta a los Gálatas en la que prescinde de los acostumbrados saludos y entra de inmediato en controversia con los que cuestionaban su autoridad apostólica. Tanto en esta carta como en la segunda a los corintios, que también es polémica y probablemente un resumen de varias cartas, recurre a datos autobiográficos que siempre son interesantes.

Otro libro que recomiendo mucho a diáconos, sacerdotes y seminaristas sobre la homilía es: Chino Biscotin, Homilías más eficaces, Madrid, Edice, 2008. Está editado por la Conferencia Episcopal Española. El autor es un sacerdote italiano que tiene una gran experiencia en la tarea de dirigir talleres sobre la predicación a sacerdotes. Me parece que en el seminario, más allá del estudio de la homilía desde el´punto de vista de la liturgia y lo que enseñan los documentos de la Iglesia, se debería de organizar los cursos de oratoria y homilética como talleres. Se podría entregar un poco de teoría, luego hacer que los alumnos estudien algunos modelos, y luego hagan práctica. Tendrían que escribir su ejercicio y algunos de ellos impartirlo en la clase, seguida de una discusión sobre los aspectos positivos y lo que habría que mejorar. Creo que este tipo de taller se debería de dar a lo largo de todos los años de formación en el seminario. Dentro de lo posible se podría llevar al seminario expertos en comunicación verbal, por ejemplo los que entrenan a actores y locutores, pues hoy en día la gente está acostumbrada a ver a grandes comunicadores en la televisión y tenemos que competir con ellos.

Yo añadiría un punto que me queda en la memoria de las clases de oratorio y homilética que  recibí en el seminario: conocer la audiencia. El mismo traje no les queda a todos. Parece un consejo obvio, pero es fácil olvidarlo. No es lo mismo predicar en una misa en la que participa mayormente personas mayores que otra con la participación de muchos jóvenes. También hay que saber que la gente se distrae mucho. si ven televisión tres o cuatro horas al día, se les pasan delante miles de imágenes en rápida sucesión de manera que hay una obvia necesidad de filtrarlas. A veces me llama la atención al terminar de escuchar la confesión de una persona, pese a haberle indicado la penitencia, preguntan:" ¿cuál es la penitencia, Padre?". Pasa lo mismo en las clases. Hay que tener un objetivo específico para cada homilía. Puede ser explicar un aspecto de la doctrina, por ejemplo, el sacrificio de la misa; puede ser persuadirles a practicar la oración, el ayuno y la limosna en la Cuaresma. En este caso se les puede recomendar el rezo del rosario, de oraciones breves aprovechando momentos muertos durante el día, al andar en auto, al caminar por la calle etc. En cuanto al ayuno, hoy día dado que el ayuno con fines religiosos casi ha desaparecido de la Iglesia, habría que explicarles su valor y darles unas pautas concretas para hacerlo en la cuaresma. En cuanto a la limosna, se les podría sugerir modos de intensificar la ayuda a los más necesitados durante al Cuaresma, como por ejemplo dando alguna limosna a un pobre en la calle, colaborar en alguna colecta pública, al comprar algo buscar no lo que a uno más le gusta, sino algo de menor precio y dar lo que se ha ahorrado a una causa para ayudar a pobres.

Otro problema que tenemos los sacerdotes en relación con las homilías es la utilización de terminología teológica técnica, que posiblemente antes,  el común de los fieles comprendía bastante bien, como salvación, sacrificio, redención, expiación, pecado original, gracia etc. Si bien es cierto que el la Iglesia no puede prescindir de este tipo de terminología, e incluso conviene que los fieles comprendan estos términos, pero hay que  explicarlos con la ayuda de ejemplos antes de introducirlos. Parte del problema que aquí se presenta es que con frecuencia no se lograr conectar el significado de estos conceptos a la situación real de vida de la gente, cosa que Jesús hacía magistralmente a través de las parábolas y ejemplos concretos de la vida agrícola de Galilea.

Un alumno del seminario que ha hecho su tesina de bachillerato sobre los motivos por los que los católicos se van a las sectas evangélicas descubrió que uno de ellos es precisamente el tipo de predicación que realizan ellos comparado con la nuestra. Ellos apelan fuertemente a las emociones y nosotros, luego de haber estudiado filosofía y teología a lo largo de siete años parecemos muy cerebrales y movemos poco a la gente a través de las emociones. En realidad las emociones son muy importante para la motivación. Eso lo saben perfectamente los expertos en publicidad de manera que con frecuencia manipulan provocando unas emociones que relacionan con el producto que quieren que uno compre.  No estoy diciendo que debemos imitarles a ellos en los excesos que pudieran tener en este aspecto, pero si el predicador no manifiesta entusiasmo y una cierta pasión en lo que predica, es poco probable que vaya a mover a la audiencia. En pocas palabras, como dicen los españoles, "hay que mojarse". San Pablo escribe así a los corintios:

"¡Corintios! os hemos hablado con toda franqueza; nuestro corazón se ha abierto de par en par. No está cerrado nuestro corazón para vosotros; los vuestros sí que están para nosotros. Correspondednos; os hablo como hijos. Abríos también vosotros (2 Co 6, 11-13). 

Posiblemente nos dan un poco de miedo las emociones, pues no siempre son fáciles de controlar y nos dan malas pasadas. Sin embargo, constituyen un elemento esencial del ser humano, que no es un ángel. Puede que unos padres amen mucho a sus hijos y se sacrifiquen por ellos, buscando entregarles lo mejor en cuanto a educación etc. Pero si no expresan ese amor a través del cariño, de manifestaciones corporales como abrazos y besos, los niños no lograrán experimentar ese amor y no será verdaderamente humano. La Sagrada Escritura recurre a expresiones e imágenes  muy humanas como "entrañas de misericordia", como también la reacción del padre en la parábola del Hijo Pródigo al acoger al hijo perdido que retorna a la casa paterna.

Messori recomienda que el homilista cuenta historias, sobre todo de su propia experiencia, aunque otros lo desaconsejan porque por el peligro de narcisismo que es algo que el clero tiene que cuidar. Si ayuda a ilustrar el tema de la homilía y a alcanzar el objetivo que se ha propuesto el predicador, podrían ser un buen elemento, pero tampoco en exceso.

El signo de la paz.

En el Sínodo de Obispos de 2005 acerca de la Eucaristía se discutió acerca de la conveniencia o no de cambiar el signo de la paz a otro momento de la celebración de la Eucaristía. De hecho, se autorizó al Camino Neocatecumal en sus misas tenerlo después de las intercesiones, tal y cómo se encuentra en la descripción de la celebración de la Eucaristía de San Justino en su primera Apología. El Papa Benedicto XVI encomendó a la Sagrada Congregación de la Disciplina de los Sacramentos y el Culto Divino el estudio de la cuestión y una consulta a las Conferencias Episcopales. Como resultado de este proceso se envió una carta a los Presidentes de las Conferencias Episcopales del mundo fechada el 12 de julio 2014 y firmada por el Cardenal Antonio Cañizares Llovera, entonces Prefecto de la misma Congregación:  http://vaticaninsider.lastampa.it/fileadmin/user_upload/File_Versione_originale/Rito_de_la_Paz.pdf

Se llama "Carta circular: El significado del ritual del Don de la Paz en la Misa". Luego de resumir el significado del don de la paz en la Eucaristía y de señalar que la mayoría de las Conferencias Episcopales consideran mejor no hacer cambios en cuanto al momento de la misa en el que se realiza, indica la conveniencia de una catequesis oportuna en caso en que los fieles no comprenden su significado, además de recordar que según las circunstancias se puede omitir.

Luego la carta indica algunos abusos que habría que evitar: la introducción de un canto por la paz inexistente en el Rito Romano; el desplazamiento de los fieles para darse la paz o que el sacerdote abandone el altar para dar la paz a algunos fieles. También indica que en ocasiones como la celebración del Bautismo, Primeras Comuniones, Ordenaciones y Profesiones Religiosas y Exequias se ha de evitar que se convierta el rito de la paz en una oportunidad para ofrecer felicitaciones o condolencias. Conviene indicarles este hecho e invitarles a esperar hasta después de la Misa para las felicitaciones, pues el rito de la paz invoca el don de la paz que el Señor quiere dar y no una felicitación.

Mi observación personal es que probablemente la carta se habrá quedado en la Conferencia Episcopal o en el despacho del Obispo sin que dieran a conocer su contenido a los sacerdotes, diáconos y fieles. Esto porque he podido constatar que en muchas ocasiones se sigue cantando un canto para la paz, no se ha intentado dar ninguna catequesis a los fieles respecto al verdadero sentido de este gesto. No cabe duda que muchos de ellos lo ven como un saludo entre ellos, una felicitación o momento de expresar condolencias. Esto se debe a mi parecer a la degradación del verdadero sentido de la liturgia como acción sagrada y culto a Dios, no un instrumento para construir comunidad. Cuando hay abusos, Roma suele publicar un documento o enviar una carta a los Presidentes de las Conferencias Episcopales y luego no pasa nada, todo sigue igual.

Otros abusos litúrgicos comunes 

La misma Congregación a lo largo del Pontificado de San Juan Pablo II ha publicado varios documentos que resumen los abusos litúrgicos que quiere erradicar, pero lamentablemente la multiplicación de los documentos indica la futilidad de sus intentos. El mismo Concilio Vaticano II, en su Constitución sobre la Liturgia, Sacrosanctum Conilium indica que ninguno, ni sacerdote puede cambiar nada en la liturgia, que le corresponde a la autoridad eclesiástica la ordenación de la liturgia, ante todo la Santa Sede, quedando las Conferencias Episcopales facultadas para proponer adaptaciones según el caso. En primer lugar, en cuanto a la celebración de la Eucaristía, está la Institución General del Misal Romano cuya tercera edición fue publicada en 2002. Obviamente es un documento muy importante para el sacerdote como guía de cómo ha de celebrar la Eucaristía, pues la liturgia, es acción sacerdotal de Jesucristo en comunión con su Iglesia, por lo tanto es de la Iglesia, y no está sometida al arbitrio, ni a la devoción personal de cada sacerdote, o por ende cada obispo. Cuando he enseñado liturgia he mandado a los seminarista leer este documento y entregar un resumen. Me da la impresión de que muchos sacerdotes no lo han leído nunca. Explica la naturaleza de cada uno de los ritos y aspectos de la celebración de la Eucaristía indicando cómo se han de realizar.
http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/ccdds/documents/rc_con_ccdds_doc_20030317_ordinamento-messale_sp.html
Debido a que la celebración de la Eucaristía es el principal acto del  ministerio del sacerdote, uno pensaría que la realizaría con el máximo esmero. Antes del Vaticano II, se llegó a excesos en lo que se llamaba rubricismo, expresado en los manuales de liturgia que se manejaban en los seminarios de entonces. Alguno se puso a contar cuántos pecados mortales pudiera cometer un sacerdote en el caso de descuidar ritos y las rúbricas (indicaciones escritas en letra roja), y concluyó que podía cometer hasta 120. Como el ser humano funciona como un péndulo, se ha ido de ese extremo al otro de  ir inventando la liturgia al aire de cada sacerdote, pese a que el Papa Juan Pablo II indicó que los fieles tienen DERECHO de participar en la liturgia celebrada según las normas establecidas por la Iglesia. El que insiste en cumplir fielmente lo que está prescrito en las normas y rúbricas es considerado "rígido".

El documento más reciente y más completo publicado por la Congregación de la Disciplina de los Sacramentos y el Culto Divino  acerca de la celebración de la Eucaristía se titula Redemptoris Sacramentum y tiene como subtítulo Sobre algunas cosas que se han de observar o evitar acerca de la Santísima Eucaristía  http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/ccdds/documents/rc_con_ccdds_doc_20040423_redemptionis-sacramentum_sp.html
Fue publicada en la misma época que la última encíclica de San Juan Pablo II, que trata de la la Eucaristía. Contiene un apartado acerca del Obispo Diocesano como Gran Sacerdote de su Grey. No se puede esperar que todos los obispos sean expertos en liturgia, pero conviene que tengan tanto un Maestros de Ceremonias que conozca bien su oficio y que le obedezcan en las celebraciones, y también que la diócesis tenga una Comisión de Liturgia, cosa que no muchas tienen, tal vez por ser demasiado pequeñas y no contar con gente experta para participar en ella. Lo cierto es que muchos de los abusos los practican los mismos obispos. Señala que "Explique el auténtico sentido de los ritos y de los textos litúrgicos y eduque en el espíritu de la sagrada Liturgia a los presbíteros, diáconos y fieles laicos, para que todos sean conducidos a una celebración activa y fructuosa de la Eucaristía".(22). No necesariamente tiene que cumplir esta tarea personalmente, sino que puede encomendarla a uno que tenga conocimiento del tema.

Esta instrucción tiene unas palabras serias para los presbíteros: "No vacíen el propio ministerio de su significado profundo, deformando de manera arbitraria la celebración litúrgica, ya sea con cambios, con mutilaciones o con añadidos. En efecto, dice San Ambrosio: «No en si, [...] sino en nosotros es herida la Iglesia. Por lo tanto, tengamos cuidado para que nuestras caídas no hieran la Iglesia». Es decir, que no sea ofendida la Iglesia de Dios por los sacerdotes, que tan solemnemente se han ofrecido, ellos mismos, al ministerio" 

 Llama la atención la dureza y la contundencia con las que esta Instrucción condena los abusos litúrgico. Aunque la cita sea larga no me resisto a copiarla para que sea vea qué es lo que dice y esto no es todo. Se confirma el refrán según el cal la ignorancia es atrevida: " El Misterio de la Eucaristía es demasiado grande «para que alguien pueda permitirse tratarlo a su arbitrio personal, lo que no respetaría ni su carácter sagrado ni su dimensión universal». Quien actúa contra esto, cediendo a sus propias inspiraciones, aunque sea sacerdote, atenta contra la unidad substancial del Rito romano, que se debe cuidar con decisión, y realiza acciones que de ningún modo corresponden con el hambre y la sed del Dios vivo, que el pueblo de nuestros tiempos experimenta, ni a un auténtico celo pastoral, ni sirve a la adecuada renovación litúrgica, sino que más bien defrauda el patrimonio y la herencia de los fieles. Los actos arbitrarios no benefician la verdadera renovación, sino que lesionan el verdadero derecho de los fieles a la acción litúrgica, que es expresión de la vida de la Iglesia, según su tradición y disciplina. Además, introducen en la misma celebración de la Eucaristía elementos de discordia y la deforman, cuando ella tiende, por su propia naturaleza y de forma eminente, a significar y realizar admirablemente la comunión con la vida divina y la unidad del pueblo de Dios. De estos actos arbitrarios se deriva incertidumbre en la doctrina, duda y escándalo para el pueblo de Dios y, casi inevitablemente, una violenta repugnancia que confunde y aflige con fuerza a muchos fieles en nuestros tiempos, en que frecuentemente la vida cristiana sufre el ambiente, muy difícil, de la «secularización».

A continuación quiero señalar algunos abusos concretos que comúnmente se cometen. En primer lugar, en cuanto al saludo, pareciera obvio, siendo la liturgia una acción sagrada, no una mera reunión comunitaria, no corresponde saludar con "Buenos días". En algunos casos he escuchado que el sacerdote repite sus "Buenos días" en voz más alta para que los fieles le contesten. Nada de esto esta previsto y está totalmente fuera de tono en la liturgia.  En este sentido la Redemptoris Sacramento (RS)  señala: Es necesario reconocer que la Iglesia no se reúne por voluntad humana, sino convocada por Dios en el Espíritu Santo, y responde por la fe a su llamada gratuita (en efecto, ekklesia tiene relación con Klesis, esto es, llamada)" Tiene que ceñirse a los saludos presentados en el Misal, pues hay varias opciones y algunos corresponden al tiempo litúrgico. Incluso antes del saludo algunos sacerdotes leen una larga lista de intenciones pero tampoco esta previsto eso. Luego del Saludo, la Institución General (IGMR) señala que el sacerdote, el diácono o un laico puede hacer una introducción a la liturgia del día " con brevísimas palabras" (50).

Otro error común es que a lo largo de esta primera parte de  la misa, luego de haber besado el altar y eventualmente haberlo incensado, el sacerdote no debe  volver al altar hasta la Presentación de las Ofrendas. Tampoco debería de colocarse el misal con su atril sobre el altar hasta el momento oportuno y retirarlo luego porque el altar representa a Cristo y no es para guardar cosas.

Luego de que el celebrante haya invitado al rito penitencial, se debería de hacer un breve silencio que sirve para una reflexión sobre el hecho de que somos pecadores y pedimos perdón por nuestros pecados. Ha de seguir el Señor ten piedad tiene que cantarse o recitarse siempre. Antiguamente era la contestación de litanías, que es una opción que hoy día existe también.

El IGMR indica claramente que el Gloria no puede cambiarse por otro himno, habiendo valorado el hecho de su antiguedad. Por lo que he observado, tanto en el caso del Gloria, como en el  Sanctus y Agnus Dei,  que compositores se han dado la libertad de componer otros textos, a veces con cierta similitud al original, pero se trata de textos fijos que llevan hasta 1700 años en la liturgia y no sólo la liturgia romana. A veces el Gloria que se canta no tiene más semejanza a la versión original que la palabra Gloria. Además, ninguno de estas versiones tiene la profundidad teológica de la versión  original. De hecho, la Iglesia antigua contaba con una gran variedad de himnos y pocos nos han llegado a nosotros. Uno de ellos es el Gloria. Se tomó de las Laudes de la liturgia bizantina y pasó a formar parte de la misa de rito romano alrededor del siglo VII.

Después de haber invitado a la oración al inicio de la oración Colecta corresponde un silencio. Los silencios tienen una gran importancia en la liturgia y no se deben de suprimir, pues también forman parte de la participatio actuosa a la que invitaba el Papa San Pío X y que fue retomada por el Vaticano II. También el Papa Benedicto XVI le da mucha importancia. Al final de la oración, como es tradicional en la liturgia romana, la oración se dirige al Padre por Jesucristo Nuestro Señor en la unidad del Espíritu Santo. En esta ocasión, como también en las Laudes y Vísperas se dice la fórmula completa, mientras en la Oración sobre la Ofendas y la que sigue al comunión se dice la forma preve Por Jesucristo Nuestro Señor. 

Refiriéndose a la lectura de la Palabra de Dios la IGRM exhorta a invitar cualquier tipo de prisa, cosa que corresponde a todas las partes de la misa. Las lecturas han de proclamarse siempre desde el ambón, y conviene agregar que el ambón no debe de servir para dar avisos u otros menesteres, sino sólo para la proclamación de la Palabra de Dios o la homilía y también la Oración de los fieles, que también forma parte de la Liturgia de la Palabra.

En cuanto a la homilía, se recomienda vivamente que también en las misas entre semana se dé una breve homilía. Esto ha sido reiterado por el Papa Benedicto XVI en su Exhortación Apostólica Possinodal Verbum Domini. He visto a un sacerdote en alguna parte dar su homilía mientras caminaba arriba y abajo por la nave central con la ayuda de un micrófono inalámbrico, cosa que no contribuye a una buena comunicación, pues los fieles no lo pueden ver. Afortunadamente esto no es común, y al parecer una ocurrencia de este sacerdote, que seguramente lo hace con buena voluntad. También la RS indica que la prohibición de predicar en la Eucaristía a los laicos y se extiende a alumnos de seminarios, un abuso que he visto varias veces (64)

En cuanto a la presentación de los dones, he observado que se presentan muchas cosas, por ejemplo, una vela, unas flores, víveres, pero sin presentar el pan y el vino para la Eucaristía, que es el fin principal de esta procesión. La IGMR indica que el dinero de la colecta se pueda llevar al altar en este momento también. Creo que ésta es una buena costumbre, que en mi experiencia he visto hacerse solamente en Estados Unidos. Hay personas que piensan que el dinero es algo "sucio" que no es digno de entrar en la celebración de la Eucaristía, pero eso es falso. El dinero simboliza los bienes necesarios para la vida, o sea en cierto sentido la vida misma, y el fin de la colecta es, por un lado, cooperar a solventar los gastos de la Iglesia, cosa que es un deber de todo fiel, y por otro, socorrer a los pobres.

Otro abuso que no está mencionado específicamente en los documentos, probablemente porque no se había extendido todavía, es el de cantar otro texto luego recitar el Padre Nuestro para luego seguir cantando, pese a que el embolismo que viene después de la oración dominical ha de seguirla inmediatamente, pues es un desarrollo de la última petición de la misma.

 La IGMR señala que después del Cordero de Dios: " El sacerdote se prepara para recibir fructuosamente el Cuerpo y la Sangre de Cristo con una oración en secreto. Los fieles hacen lo mismo orando en silencio" (84). Sin embargo, en la practica totalidad de misas concelebradas en las que he participado el sacerdote ha rezado la oración correspondiente a su propio preparación personal durante el canto de Cordero de Dios, o la reza en voz alta. La rúbrica indica que se ha de rezar en silencio. Es otro ejemplo de la eliminación de los momentos de silencio en la Misa. La reforma litúrgica promovida por el Vaticano II ha dejado intactas estas oraciones en silencio de parte del sacerdote, y no corresponde decirlas en voz alta, pues no se trata de oraciones para ser proclamada para todos los fieles. Lo mismo dígase de la invocación que le toca recitar al sacerdote cuando recibe la comunión: El cuerpo de Cristo (o la sangre) guarde mi alma para la vida eterna, Las mismas palabras indican que se refieren solamente al sacerdote y por ellos se recitan en silencio.

En casi todas las parroquias que conozco, se guardan el en sagrario hasta cuatro o cinco cálices llenos de hostias consagradas. Sin embargo, la IGRM señaña: "Es muy de desear que los fieles, como está obligado a hacerlo también el mismo sacerdote, reciban el Cuerpo del Señor de las hostias consagradas en esa misma Misa( # 85) Ciertamente es una recomendación en el caso de los fieles, pero en general se podría cumplir si se contara el número de personas que comulgan en una misa y colocar ese número de hostias en los copones, siempre teniendo algunas más reservadas en el sagrario para que nadie que desea comulga se quede sin la Eucaristía por haberse acabado las formas.

El canto debería de iniciar mientras el sacerdote comulga, cosa que normalmente no sucede. Tampoco los miembros del coro suelen comulgar. En cuanto al coro, parece que los de los coros no son conscientes que la principal misión del coro es apoyar el canto del pueblo, no sustituirlos cantando siempre cantos que los fieles desconocen. Después de la comunión, se recomienda un período de silencio.

 Si Ministros Extraordinarios distribuyen la comunión: "Estos ministros no se acerquen al altar antes de que el sacerdote haya comulgado, y siempre reciban de la mano del sacerdote celebrante el vaso que contiene las especies de la Santísima Eucaristía que van a ser distribuidas a los fieles" (IGMR) 163). También está prescrito que antes de proceder a distribuir la comunión a los fieles, los sacerdotes concelebrantes deben comulgar. En  todas las misas concelebradas en las que he participado en el Perú, no se ha hecho así. Sin embargo, no se puede decir que no se puede hacer por el número de sacerdotes. En Roma me tocó concelebrar en la Misa Crismal dos veces con San Juan Pablo II, y se hizo así pese a que hubo más de 2000 sacerdotes. También en Melbourne en Australia, con un número mayor que aquí, se hacía así. Si hay diáconos, ellos podrían d entregar las hostias pasando las patenas para que cada uno retire una a los sacerdotes concelebrantes, o en su ausencia de diáconos, lo pueden hacer algunos de los concelebrantes. Se podría proporcionar un número suficiente de cálices para que puedan comulgar  y pasarlo al sacerdote a su lado. Tampoco los sacerdotes deberían de estar lejos del altar en los bancos entre los fieles. Al menos durante la Plegaria Eucarística deberían de acercarse y estar cerca del obispo, como corresponde.

En esta tercera edición de la IGMR se permite a los concelebrantes comulgar por intinción. A mi parecer es mejor que se beba del cáliz, pues así se cumple el signo y se realiza lo mandado por el Señor: "Tomad y bebed". Considero también que sería bueno que se diera la Sangre del Señor a beber también a los fieles, como se hace en Estados Unidos, pero eso depende de la Conferencia Episcopal, aunque también hay que decir que no se debe de hacer cuando se hay un gran número de fieles (RS 102).

Algunas otras normas referentes a las misas concelebradas: se permite, en caso de necesidad, cuando hay muchos concelebrantes que se revistan solamente de alba y estola, lo cual indica que si no se da esta circunstancia deberían ponerse también casulla.

No está permitido que los fieles tomen la comunión ellos mismos. Tampoco se le permite al diácono hacerlo ni se debe dar la hostia antes como se hace con los sacerdotes concelebrantes: "Habiendo comulgado el sacerdote, el diácono recibe del mismo sacerdote la Comunión bajo las dos especies y después ayuda al sacerdote a distribuir la Comunión al pueblo" (IGMR 182).Antes de proceder a dar avisos se ha de rezar la Oración después de la comunión.

Otros abusos que he observado y que están completamente prohibidos son: realizar una dramatización de la escena de la Natividad del Niño Jesús durante la Misa, o realizar exposición del Santísmo durante la Misa y una procesión con la -Custodia dentro de la iglesia. También he podido observar que no es poco común que algunos sacerdotes concelebrantes se pongan a charlar entre sí durante la misa, por ejemplo cuando se dan momentos de silencio o cuando se está destribuyendo  la Sagrada Comunión a los fieles. No parece que tengan un concepto de lo que es la Sagrada Liturgia. El sacerdote no está obligado a concelebrar, de manera que si tienen tantas ganas de charlar, que se abstengan de concelebrar y se dediquen a charlar entre sí.

Me he restringido a comentar acerca de los abusos que he observado y los que comúnmente se dan. Ambos documentos entran en muchos detalles sobre otros aspectos de la celebración de la Eucaristía que no he comentado porque no he visto que haya abusos acerca de ellos.

Los sacerdotes que han estudiado la liturgia en el seminario posiblemente se han olvidado algunos cosas, cosa normal. Un modo de mantenerse al día y renovarse sería ofrecer a los miembros del grupo litúrgico de la parroquia un pequeño cursos acerca de la liturgia, pues no hay mejor manera de aprender o volver a recordar que tener que enseñar a otros. No es mi intención dar la impresión que el cumplimiento de las rúbricas es lo más importante en la liturgia, pero creo que contribuye a expresar la fe en la Presencia Real del Señor en la Eucaristía y ojalá mover a los fieles a participar fervorosamente en la Eucaristía.

Las así llamadas "Misas temáticas" están prohibidas, por lo tanto a mi parecer también las así llamadas "Misas de sanación". Se dan Misas en las que alguna persona, laica o sacerdote impone las manos a los fieles reunidas pidiendo la sanación. En primer lugar, el concepto de salud que comúnmente se tiene no incluye la salud espiritual. La palabra salud proviene del latín y coincide con salvación. Nuestra gran necesidad es la salvación del pecado y la muerte que el Señor nos concede por su gracia en el bautismo y a lo largo de nuestra vida ante todo en la Eucaristía, como en los demás sacramentos. Se podría celebrar el Sacramento del los Enfermos dentro de la Misa, y en algunas ocasiones conviene, como por ejemplo, el 11 de febrero declarado por San Juan Pablo II como Dia internacional de los enfermos. Esto requiere una cierta comprensión del sacramento de parte de los fieles, porque no es poco común que cuando se hace este tipo de celebración comunitaria se acercan personas que no están enfermas. He tenido caso de algunos que me han dicho que van a viajar y por este motivo se presentan. El más grande de todos los sacramentos, la Eucaristía se celebra diariamente y es la principal fuente de gracia para cualquier fiel, mientras el Sacramento de los Enfermos requiere que padezcan de una enfermedad de cierta gravedad o debilidad debido a la ancianidad. Fuera de este caso, no veo cómo se puede justificar la así llamada "Misa de Sanación". Puede provocar el engaño de hacer pensar a los fieles que se van a producir curaciones milagrosas.

Para terminar, señalo otro abuso común que es totalmente anti-litúrgico: los aplausos. La liturgia no es un teatro sino culto a Dios o acción sacerdotal de la Iglesia  en unión con Jesucristo Nuestro Señor, y en ella no tiene cabida los aplausos a personas.

Conclusión

Para concluir estos apuntes acerca de la homilía y varios aspectos de la celebración de la Eucaristía en los que con frecuencia se cae en abusos, creo podemos traer a la memoria las palabras del Papa Benedicto XVI en Sacramentum Caritatis acerca del ars celebrandi:

 En los trabajos sinodales se ha insistido varias veces en la necesidad de superar cualquier posible separación entre el ars celebrandi, es decir, el arte de celebrar rectamente, y la participación plena, activa y fructuosa de todos los fieles. Efectivamente, el primer modo con el que se favorece la participación del Pueblo de Dios en el Rito sagrado es la adecuada celebración del Rito mismo. El ars celebrandi es la mejor premisa para la actuosa participatio.[114] El ars celebrandi proviene de la obediencia fiel a las normas litúrgicas en su plenitud, pues es precisamente este modo de celebrar lo que asegura desde hace dos mil años la vida de fe de todos los creyentes, los cuales están llamados a vivir la celebración como Pueblo de Dios, sacerdocio real, nación santa (cf. 1 P2,4-5.9).


Por lo tanto el Papa llama la atención sobre los siguientes elementos:
1. Fidelidad a los textos y rúbricas de la Iglesia
2. Una comprensión llena de oración de los textos litúrgicos, fiestas y tiempos
3. Un sentido de reverencia en la interacción entre el celebrante y los ministros
4. Una adecuada preparación para la celebración.
(ver http://www.usccb.org/prayer-and-worship/sacred-art-and-music/ars-celebrandi).

No se trata pues de un prurito de quisquillosidad ni de ser "policía litúrgica".  Si en el seminario se vive bien la liturgia de acuerdo con la Instrucción sobre la formación litúrgica en los seminarios (http://www.conferenciaepiscopal.es/images/stories/documentos/santasede/1979FormacionLiturgicaSeminarios.pdf) y se imparte unos buenos cursos de liturgia, será más fácil que los seminaristas lleguen a las sagradas órdenes con el verdadero sentido litúrgico que los llevará a seguir las normas y rúbricas con normalidad y así moverán a los fieles a una participación más activa y fructuosa.








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