sábado, 23 de mayo de 2015

PENTECOSTÉS Y EL DON DE LENGUAS

Los cincuenta días de Pascua culminan con la gran fiesta de Pentecostés. Corresponde a la segunda gran fiesta de peregrinación del Pueblo de Israel y era la fiesta de la cosecha de la cebada. Así como la Pascua hacía memoria de del "paso" o "tránsito" del pueblo desde la opresión bajo el Faraón en Egipto  por el Mar de las Cañas llegando al desierto, donde iba a peregrinar el pueblo a lo largo de toda una generación para llegar finalmente a la tierra prometida, Pentecostés era la fiesta de la Alianza en el Monte de Sinaí, un momento fundamental en toda la historia de Israel. Para nosotros, cristianos, se trata del inicio de una nueva etapa en la historia de la salvación, la venida del Espíritu Santo y el nacimiento de la Iglesia, el nuevo Pueblo de Dios, Cuerpo y Esposa de Cristo guiada por la historia por el Espíritu Santo, tal y cómo Jesús había prometido en su discurso de despedida a los apóstoles en la Última Cena. "Si no me voy, no vendrá a ustedes el Defensor, pero si me voy, lo enviaré a ustedes. Cuando él venga, convencerá al mundo de un pecado, de una justicia y de una sentencia" (Jn 16,7-8). "Cuando venga el Espíritu de la verdad, los guiará hasta la verdad plena" (ibid v 19).

En nuestra primera lectura del Libro de los Hechos de los Apóstoles, San Lucas acude a elementos tomados del Antiguo Testamento para ayudarnos a captar éste, el episodio más significativo en toda la obra, Hay un viento muy fuerte que sacude la casa (recordemos que la misma palabra que significa "espíritu" en griego pneuma significa viento) y lenguas de fuego. Tradicionalmente el fuego y el calor  simbolizan el amor.. El Espíritu Santo es el don por antonomasia, es decir el amor del Padre al Hijo en la Trinidad, que es la Persona del Espíritu Santo. Es "el don de Dios altísimo", y por ellos comunicación. Las tres divinas personas que viven en eterna comunión han querido hacernos a nosotros partícipes de esa misma vida gracias a nuestra identificación con Jesús que se dio en el bautismo y se refuerza en la confirmación que es precisamente el Sacramento de Pentecostés, es decir de la comunicación del Espíritu Santo y la fundación de la Iglesia.

Escribe San Lucas: Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeros, según el Espíritu les permitía expresarse" (Hechos 2,4). Es decir, la primera manifestación de la presencia y actuación del Espíritu en ellos fue precisamente la de poder expresarse en lenguas extranjeras. ¿Qué significa esto? Es más, se nos presenta un larga lista de lugares desde donde había llegado gente a Jerusalén para la celebración de la fiesta judía de Pentecostés, o de la Alianza, pues era una fiesta de peregrinación a Jerusalén, como lo era también la Pascua. "¿Acaso los que hablan son todos galileos? ¿Cómo es que cada uno los oimos en nuestra lengua nativa¡ Partos, medos y elamitas, habitantes de Mesopotamia, Judea y Capadocia, Ponto y Asia, Frigia y Panfilia, Egipto y los distritos de Libia junta a Cirene, romanos y residentes, judíos y prosélitos, cretenses y árabes: todos los oímos contar en nuestras lenguas, las maravillas de Dios" (2,7-11).

Los que hemos aprendido lenguas extranjeras sabemos que es una tarea no fácil e implica entrar en un nuevo mundo cultural, una visión del mundo en la que no participábamos antes. Yo he aprendido varias lenguas, siendo el inglés mi lengua materna. A los cinco años nos enseñaron gaelico, o la lengua propia de Irlanda aunque ya no es comúnmente hablada, luego estudió francés y latín a los 12 años, posteriormente el español y el griego bíblico, el italiano. Estaba estudiando alemán pero no perseveré en el intento. Llevo casi cuarenta y cinco años hablando español y he vivido en cuatro países de habla hispana. Esto me ha abierto todo un mundo, con su cultura expresada en su historia, literatura y demás expresiones culturales.

Recordemos la historia de la torre de Babel en el c. 11 del libro del Génesis. Debido a la arrogancia de la gente que quería llegar al cielo a través de una torre hecha con la tecnología del mundo antiguo, es decir ladrillos y alquitrán, expresaban su autonomía y olvido de su dependencia de Dios. Él los castigó dispersándolos de manera que ya no podían entenderse entre sí en la misma lengua. Sabemos que la palabra "diablo" significa "dividir", "separar", de manera que el pecado, la arrogancia, o lo que los griegos llaman hubris  logró la división y la separación del hombre. El plan de Dios consiste en que toda la humanidad experimente comunión, fraternidad, armonía y la capacidad de comunicarse entre sí, de manera que Pentecostés con la efusión del mismo Espíritu y la superación de la barrera de las lenguas y culturas significa el deshacerse del castigo impuesto a los de la torre de Babel. Esto se comprende mejor si recordamos, como enseña San Agustín, que el Espíritu Santo es el vínculo de amor del Padre con el Hijo.

También, como hemos señalado más arriba, Pentecostés es la fiesta del nacimiento de la Iglesia, que según el Concilio Vaticano II, es "signo e instrumento del amor de Dios y de la unidad del género humano". ¿Cuántos sufrimientos se dan en las familias, entre vecinos, compañeros de trabajo, en los grupos parroquiales,  y en la misma sociedad debido a la dificultad en comunicarnos y no abrirnos a lo que quiere decir el otro? Esto se debe a la acción del diablo, que intenta separar, dividir y crear peleas entre las personas, y en comunión con él el egoísmo, la arrogancia, el poco esfuerzo por comprender al otro.

En estos día constatamos en el país y en el mundo entero unos brotes preocupantes de violencia, terrorismo, la toma de carreteras, manifestaciones violentas con el resultado de muertes y agresiones a miembros de las Fuerza del Orden y de los mismos manifestantes, sin mencionar los diversos tipos de violencia, amenazas, sicariato que se repiten diariamente en los medios de comunicación. Elevemos hoy en esta fiesta de Pentecostés una súplica ardiente al Señor  y al Espíritu Santo para que aprendamos a comunicarnos, a buscar la paz, la armonía, la paciencia, la bondad dentro de las familias y las comunidades para que cese todo ese mal de la violencia y se aprenda que no es medio para resolver conflictos.





sábado, 16 de mayo de 2015

LA ASCENSIÓN, LA UNIÓN DE CIELO Y TIERRA

El Libro de los Hechos de los Apóstoles comienza con el episodio de la Ascensión, es decir, el último acto de Jesús en esta tierra y su partida hacia "el cielo". ¿Y el cielo, qué y cómo será? Los niños tienen su concepción del cielo que incluye un lugar de abundantes juegos, caramelos y otras muchas cosas que aprecian y quieren tener. Los musulmanes, siguiendo el Corán y correspondiendo a una concepción primitiva del beduino del desierto de Arabia del siglo VII, conciben el cielo como una suerte de palacio lleno de grandes aposentos con 72 vírgenes a disposición de cada uno de ellos para abundante placer sexual. Es más, bastantes de ellos consideran que suicidándose en medio de una calle o un terminal de bus o un aereopuerto habiéndose ceñido con paquetes de explosivos los convierten en mártires y les de un billete directo al cielo que imaginan así. Algunos  filósofos del siglo XVIII, denominado siglo de las luces, es decir, el racionalismo,  veían a Dios como un ser ocioso que moraba en un cielo lejano, que sí había creado el mundo y había establecido las leyes del cosmos, pero prácticamente  no intervenía en él, de manera que habría un separación radical del cielo de la tierra. Serían un edifico de dos pisos pero sin escalera alguna para acceder al segundo. Más adelante con la llegada de los filósofos ateos como Marx, Feuerbach y Freud ya descartaron el cielo, considerándolo como una proyección peligroso de las vanas esperanzas del hombre de este mundo. Peligroso, porque sería una distracción de su verdadera tarea, la de dedicarse a vivir y gozar del mundo presente y no andar tras "una torta en el cielo".

Tal separación del cielo y la tierra, como la concebían estos filósofos de la Ilustración, no es bíblica. Hay pocas cosas más contrarias a la concepción bíblica de Dios que un dios lejano y separado que no manifiesta ningún interés por los asuntos humanos de este mundo. A partir del libro del Génesis, pasando por los demás libros del Pentateuco, los históricos, proféticos, salmos y sapienciales Dios se involucra radicalmente en el mundo y la vida de los hombres, en su historia, de manera muy especial creando su propio pueblo a partir de Abrahán, siguiendo sus pasos hasta su bajada a Egipto, luego su liberación de la mano de Moisés, comprometiéndose con ese pueblo con la Alianza de Sinaí, interviniendo a cada para proteger y salvarlo como se constata en los libros que van de Josué y al Segundo de los Reyes, y luego en todos los profetas. Su solicitud por la humanidad no se reduce a un solo pueblo, aunque fuera su propio pueblo elegido. Ese mismo pueblo de Dios iba a ser instrumento de salvación para todos los pueblos. Toda esta historia de amor y de misericordia de parte de Dios hacia los hombres tiene su culmen en el nacimiento, vida, muerte y resurrección, Ascensión de Jesús al cielo, y la fundación de la Iglesia con la venida del Espíritu Santo en Pentecostés.

La Biblia utiliza una división tripartita de la realidad, cielo, tierra y abismo o infierno. Ésta no es una división física sino un modo de ayudar a nuestra inteligencia limitada que depende de los sentidos y en concreto de la imaginación para poder captar mejor estas realidades. Jesús, Hijo de Dios, vino al mundo con la misión de proclamar y establecer el Reino de Dios, es decir, el reinado, la soberanía, el orden de Dios entre los hombres. Lo expresa en el Padre Nuestro: "Venga tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo". Todo el Antiguo Testamento es promesa, pero al mismo tiempo promesa que se  encuentra con la rebeldía del pueblo, de tal manera que en el Libro de Ezequiel se le llama al pueblo "rebelde". En el Libro de Jeremías (31,31-33) Dios prometa una nueva alianza, ya  no escrita piedra sin el el corazón de los hombres. Esto lo ha hecho Jesús, adelantándose en la Última Cena, como escuchamos en las palabras de la consagración del vino en la misa, y realizándolo en su muerte en la cruz y su resurrección. El misterio de la resurrección se completa con su Ascensión o exaltación a la derecha de Dios Padre, de donde volverá "para juzgar a vivos y muertos", como dice el Credo.

En nuestra primera lectura de hoy, hay unas palabras del ángel que aparece a los apóstoles que se nos pueden escapar: "¿Hombres de Galilea, por qué se quedan allí viendo al cielo. Ese mismo Jesús que han visto subir al cielo, de la misma manera retornará". Luego los manda a esperar la llegada del Espíritu Santo y a proclamar esta gran noticia empezando desde Jerusalén. Jesús ha  completado una etapa de su misión y da inicio a otra nueva dimensión misterioso. Por un lado, parece que se ha ido y por eso los apóstoles están mirando con añoranza hacia el cielo, pero por otro, se ha quedado y por la acción del Espíritu Santo va formando su Iglesia que tiene la tarea de completar su misión hasta su retorno gloriosa en la parusía o segunda venida.

En el Credo también decimos que Jesús está sentado a la derecha del Padre en su gloria. También en el libro del Apocalipsis encontramos esta imagen. En tiempos bíblicos, los reyes tenían al personaje más poderoso, el visir, o principal ministro sentado a la derecha de su trono a quien le correspondía ejecutar todo lo que mandaba el rey. Así, en la Ascensión, Jesús es coronado de poder y gloria para guiar a su Iglesia a lo largo de los siglos.

En nuestra segunda lectura, de la Carta de San Pablo a los Efesios, el apóstol también dice que "Jesús está sentado a  la derecha de Dios en el cielo pro encima de las principalidades, potestades, virtudes y dominaciones", como también nuestro evangelio de hoy de San Marcos. Pero también el evangelio incluye la misión entregada por Jesús a los once apóstoles a predicar su reino en todas partes, y que "el continuaba a trabajar con ellos por todas partes y confirmar el mensaje a través de los signos que los acompañaban". Es decir, que Jesús, aunque parece que se va de este mundo, en realidad se queda y actúa ya a través de la predicación de los apóstoles, de los milagros que ellos también realizaron, a través de su Iglesia. Jesús depende de nosotros para seguir cumpliendo su misión en el mundo hasta el final de los tiempos. Necesita de cada uno en el lugar  y en la misión que le corresponde, seamos padres de familia, jóvenes, niños, abuelos, sacerdotes o personas consagradas, y no sobra ninguno.




sábado, 2 de mayo de 2015

La unión con Jesucristo

La vid y los sarmientos.

A lo largo del Evangelio Jesús hace una serie de declaraciones verdaderamente extraordinarias, incluso inauditas. "Yo soy la luz del mundo", "Yo soy el verdadero pan de vida. El que come este pan vivirá eternamente", "Yo soy el Buen Pastor". "Sin mí no pueden hacer nada",  y hoy escuchamos en nuestro pasaje del evangelio, "Yo soy la verdadera vida" .  Lo más que decían los antiguos profetas de Israel era que sus declaraciones eran "oráculo del Señor". Ningún otro profeta o fundador de una religión ni hombre santo se ha atrevido a decir nada semejante. En los cuatro evangelios, no sólo la gente y los discípulos se dan cuenta de que Jesús era totalmente único, extraordinario, que hablaba con autoridad, no como los escribas y los fariseos, sino que expulsaba a los demonios con la mayor facilidad, e igualmente hacía milagros incluso en beneficio de personas ausentes, sin ningún alarde de magia, ni siquiera sin esfuerzo, con el poder de su palabra.

A diferencia del caso de cualquier otro líder religioso, político, gran liberador de su pueblo, como pudiera ser Ghandi u otros, el seguidor de Jesús está llamado a conformar su vida Él de manera que hay una unión tan íntima como la de la vida y el sarmiento. San Pablo llega a decir "para mí vivir es Cristo".

Volviendo a nuestro evangelio de hoy, dice Jesús que la unión del discípulo con el se parece a la del sarmiento con la vida, es decir, una unión vital. Si él es la vida, la luz del mundo y también nosotros tenemos que ser luz para los demás, es absolutamente necesario estar unidos a él de manera vital. Muchas personas consideran muy difíciles las condiciones para la unión y seguimiento de Cristo. Es más, Jesús dice que el que no está unido a él no da fruto y el Padre "corta los sarmientos que en mí no dan fruto; los que dan fruto los poda, para que den aún más". Hoy en día la sociedad está a favor de la inclusión y contraria a la exclusión. Aquello de cortar los sarmientos que no dan fruto,  y quemarlos parece inaceptable a muchos.

Muchas personas consideran que tienen mal carácter, que nacieron así y que la cosa no tiene remedio. Gritan a los niños, provocan conflictos en la familia y no ven el modo de superarse, pese a los buenos deseos que tienen. Otros piensan que son "buena gente" porque acuden a la misa o forman parte de algún grupo parroquial, pero no se empeñan a fondo en superar sus vicios y practicar la virtud, sobre todo la caridad y la paciencia, o piensan que tienen que mentir o las mentiras que dicen son "piadosas" y evitan hacer sufrir a otros. ¿Cuáles son los frutos que tanto el Padre como Jesús esperan de nosotros? Ciertamente tanto el Padre como Jesús se manifiestan como misericordiosos en todos los evangelios, pero eso no nos ahorra a nosotros la sinceridad en nuestros esfuerzos en dar el fruto que el Señor busca. Recordemos el episodio en el evangelio de la higuera estéril. Allí también dice el señor de la viña, que hay que cortarlo "'¿para qué va a ocupar espacio?" si no da fruto. Según el relato del juicio final en Mateo 25,31-46, los frutos que Dios busca son ante todo la caridad fraterna, el acudir en ayuda a los más necesitados, los hambrientos, los enfermos, encarcelados, etc. y el mismo Señor se identifica con ellos.

Tanto en el Evangelio de San Juan como en su Primera Carta,  no deja de repetir "el que me ama guardará mis mandamientos". Un poco antes de nuestro evangelio de hoy que se encuentra en el c. 15 de San Juan, tenemos la escena del lavatorio de los pies. Allí dice Jesús: "¿Comprenden lo que acabo de hacer? Ustedes me llaman maestro y señor, y dicen bien. Pero si yo, que soy maestro y señor, les he lavado los pies unos a otros. Les he dado un ejemplo para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes" (12-15).  Muchas personas piensan que les es imposible perdonar una ofensa, que tal ofensa ha sido demasiado pesada y dolorosa para ellas y en no pocos casos viven años de resentimiento y rencor hacia el que los ofendió. ¿Qué hacer?

Ciertamente por nuestra naturaleza humana y sus fuerzas frágiles no somos capaces de perdonar, ni tenemos la misma mentalidad o las mismas actitudes que las de Jesús. Por eso, Él dice que sin Él no podemos hacer nada. Pensemos bien en lo que significa eso y en quién es Él. En el Prólogo del Evangelio de San Juan leemos que en Él, por Él y para Él todo ha sido creado. En la Carta a los Colosenses, San Pablo escribe: "El es imagen del Dios invisible, primogénito de toda la creación, porque por él fue creado todo, en el cielo y en la tierra, lo visible y lo invisible...El es anterior a todo y todo se mantiene en él (Col 1,17-17).

Sí es cierto que no podemos perdonar, no podemos amar como Jesús nos pide, pero si de verdad estamos en comunión con él "como el sarmiento y la vid", todo cambio. No estamos solos ni dependientes de nuestras propias fuerzas para lograr hacer el bien, cumplir sus mandamientos, sin Él nos da la fuerza. Nos envía su Espíritu que es fuerza y poder de Dios para alcanzar hacer lo que por nuestra naturaleza herida por el pecado, y por nuestras malas tendencias no podríamos hacer solos. Pero también tenemos que darnos cuenta que esta identificación no es no es algo que podemos alcanzar en un día y sin grandes esfuerzos, pues dice que el Padre hace la poda. Es un proceso doloroso pero necesario.

Para muchos, de acuerdo con la mentalidad contemporánea,  el gran mal del mundo es el sufrimiento, pero aquí en el evangelio parece que el mismo Padre es el que provoca el dolor y el sufrimiento. Si no se poda un árbol frutal, no da el fruto que se puede esperar de él. Así nosotros también, necesitamos de una "poda". Por ello, la Iglesia nos propone tiempos de penitencia como la Cuaresma para que podamos examinar bien nuestra conciencia  darnos cuenta de que no vamos tan bien que digamos. Pasa también lo mismo con la casa. De vez en cuando tenemos que darle una limpieza a fondo, fumigarla para eliminar insectos desagradables como las cucarachas.

Aquí en el Evangelio de San Juan, Jesús repite algo que también encontramos en los otros evangelios, cuando proclama que todo lo que le pedimos "en su nombre lo hará". Pedir en su nombre sólo se puede hacer si estamos en unión con Él, como dice San Pablo, "ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí". Si estamos sinceramente en comunión con Él, pediremos solamente lo que más nos conviene. En el Evangelio de San Lucas, añade que lo que nos dará es el Espíritu Santo, pues con él tenemos todo lo que necesitamos para vivir una vida según la voluntad de Dios y unir el cielo con la tierra, como lo que pedimos en el Padre Nuestro "Venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo". Cuando San Agustín dice "ama y haz lo que quieras", se asemeja a esto que dice Jesús. No pediremos ni haremos lo que no está conforme a la voluntad del Señor.

Mientras estamos en este período de Pascua, aprovechemos para darnos cuenta de quién es el Señor, que en el bautismo nos ha incorporado a Él, nos ha comunicado el Espíritu Santo, que es el que lo guió a lo largo de todo su vida, hasta la cruz y lo comunicó a la Iglesia en Pentecostés, que no estamos solos, que no debemos desfallecer en nuestra lucha por seguirlo, que sin él no podemos hacer nada que valga la pena, y sobre todo no podemos alcanzar la meta de nuestra vida.
































































































































































































































































































































































































































viernes, 1 de mayo de 2015

¿Por qué las mujeres no quiren tener hijos

MUJERES QUE NO QUIEREN TENER HIJOS.

Primero, tenemos que preguntarnos si es cierto o no que las mujeres no quieren tener hijos. Al parecer las europeas y en general las del así llamado Primer Mundo o de los países desarrollados no quieren tener hijos o cuando mucho se contentan con uno. Cuando era párroco en un pequeños pueblo en España, me comentó una mujer que ya llevaba dos años de casada que consideraba que tener hijos era algo tan comprometedor que ella no se sentía preparado para asumir un deber y unas obligaciones tan tremendas. En las charlas prematrimoniales les hablaba del tema de los hijos y en general notaba que los hombres querían tener varios hijos y las mujeres eran reticentes. ¿No es cierto que el instinto de la maternidad es de los más fuertes y el deseo de propagar la especie es algo inscrito en la naturaleza, no solo de los hombres, sino de todo ser vivo.

Hace rato estuve viendo una web en inglés procedente de Estados Unidos que afirmaba que los hombres ya no quieren casarse, debido principalmente al derrotero del feminismo radical que afecta la sociedad de tal manera que se tiende a despreciar al varón en la sociedad. La práctica totalidad de los comentarios de los lectores de esa web estaban de acuerdo que casarse es algo sumamente complicado para un hombre norteamericano en los tiempos que curren. Uno comentaba que era dueño de una gasolinera cerca de la cual pasaba una gran autopista, de manera que con ese negocio próspero tenía unos excelentes ingresos y una buena situación económica. Se casó, y a los noventa días, la mujer lo divorció. Tuvo que pagarle $100,000 y probablemente quedó en la ruina económica.  En Estados Unidos, hasta 73% de los divorcios son a petición de la mujer. Es más, hay abogados inescrupulosos que asesoran a las mujeres en casos de divorcio para que hagan denuncias falsas de maltrato. En tales casos, la desgracia del hombre está asegurada. Si ella es la que le agrede a él, lo pega con un bat de beisbol, por ejemplo, y se le ocurre llamar a la policía, ¿a quién detienen? Pues, a él. Es más, probablemente acabará en la cárcel, perderá su casa y no podrá ver a sus hijos. De este tipo de casos hubo varios.

Si uno le hace caso a la prensa, pensaría que el problema de la violencia y maltrato doméstico es 100% de hombre sobre mujeres. Sin embargo, estudios en Estados Unidos y el Reino Unido manifiestan que se trata más bien de 60% de hombre contra mujer y 40% de mujeres sobre hombres. En este último caso es muy difícil de tener porcentajes correctos porque la mayoría de los hombres agredidos por mujeres no denuncian, por razones obvias y sobre todo porque el sistema de justicia es totalmente contrario al varón. Es más, muchas de las denuncias por violación son falsas. Todo esto como resultado nefasto del feminismo reinante en las sociedades occidentales. Pues, lo que tenemos es que muchos hombres no quieren casarse y muchas mujeres, aunque casadas no quieren tener hijos.

A continuación copia algunos comentarios que he encontrado en otra web, esta vez proveniente de México, en el que la práctica totalidad de las mujeres que comentan el artículos sobre el tema se manifiesta contraria a tener hijos:

 Una comenta: Si yo hubiera sabido lo que iba a sufrir no los hubiera tenido, y más porque mis hijos nunca lo han apreciado. 

Parece que ésta, como otras muchas, no se da cuenta de que no hay amor sin sufrimiento y que gracias al sufrimiento el hombre madura y crece llegando a ser mejor persona. 


Otra prosigue: 

"La verdad los niños son muy bellos pero solo me gusta tenerlos por un rato, por eso nunca quise tener hijos, siempre pensé que tenerlos es sacrificarse demasiado y sacrificar muchas otras cosas, casi olvidarse de uno mismo, estoy de acuerdo con eso de que las madres son maravillosas porque lo entregan todo por sus hijos, en especial mi madre que tuvo 9 pero yo quise pensar mas en mi, y no me arrepiento, a veces son tan complicados los adolescentes y necios los niños que cuando veo a los padres todos atormentados siempre me repito adentro de mi,: menos mal que yo no tengo esos diablitos". 

Lo mismo, tener hijos es sacrificar demasiado, "casi olvidarse de uno mismo". Ésta desconoce la ley de la vida que entregó Jesús: El que quiere salvar su vida  ha de perderla, como Él que entregó su vida en la cruz con su amor extremo, que luego alcanzó el triunfo verdadero en la nueva vida de la resurrección. Como en todos los comentarios de este artículo, priva el egoísmo: "quise pensar mas en mi, y no me arrepiento". 

Aquí va otro comentario, bastante penoso:

"De verdad que se ven tantos casos en que los hijos no le sirven a sus padres si no para darles dolores de cabeza, pienso que ser madre es lo mas bello que me ha pasaos (sic)  en mi vida, pero si lo hubiera pensado mejor, no los habría tenido, es tanto el sacrificio y el compromiso con mis niños, que no tengo tiempo para mi y eso me aflige.. Y cuando uno esta viejo empiezan los hijos a pelearse por quien va a quedarse con la vieja por que ya estorba.. Muy triste". 

Ella ve a los hijos como algo que ha de servir, es decir, utilitariamente. No ve más que dolores de cabeza. Otra vez, egoísmo, pues lamenta no haber tenido tiempo para sí. Comparte con muchas familias el hecho del cuidado de los padres. Tal vez los educó a ser egoístas y lo que sembró, recoge ahora. 

Otra que da más de lo mismo, pena, dolor, pues se arrepiente de haber tenido a los hijos: 

"Efectivamente, siendo una persona racional, al darte cuenta que los hijos son una responsabilidad que marcará toda tu existencia, que de la madre depende, como vivirán sus hijos, si no se tiene, ni la preparación, ni el dinero , ni la madurez, lo mejor es no traer hijos al mundo, que no tendrán un buen nivel de vida y mucho menos serán felices ". 

http://www.mamanatural.com.mx/2013/08/por-que-algunas-mujeres-deciden-no-tener-hijos/

En todos los comentarios se nota una falta de visión de fe, del proyecto de Dios para cada persona, una conciencia de lo que es el verdadero amor que se puede vivir en el matrimonio y la familia. Tienen una visión utilitaria y materialista de lo que es una gran misión, la de colaborar con Dios para que nazcan nuevo hijos suyos, la misión de colaborar en su educación  y en el proceso salir del egoísmo que caracteriza todos los comentarios que se encuentran en este blog y en otros similares. No estoy diciendo que este tipo de mujer sea mayoría, y es de suponer que mayormente serían ellas las que entren y comenten en un blog que trata del este tema. También se nota una cierta culpabilidad de parte de algunas de ellas. 

Parte del problema es que hoy en día con el feminismo radical que tiene mucha influencia en los medios y en la política, se considera que la mujer ha de realizarse principalmente a través de una carrera profesional y criar hijos le resulta un estorbo ante las expectativas del mundo profesional y empresarial con la ley de la competitividad. En fin, se tiene que masculinizar, mientras el varón se tiene que feminizar. El mundo al revés. Estamos en un dictadura de lo económico y en el pansexualismo, y con frecuencia se quiere la adolescencia perpetua, el así llamado Síndrome de Peter Pan. 

¿La  próxima sesión del  Sínodo de Obispos que celebrará en octubre de esta año dará algunas pautas acerca de este problema de no querer tener hijos. Claro, es resultado directo del uso de los anticonceptivos y el convertir la sexualidad humana en una fuente de placer, olvidando los otros muchos valores que tiene, como la unión de las personas, grandes oportunidades para olvidarse de uno mismo y entregarse a otros, que es el único modo de crecer, madurar y ser personas humanas verdaderas, según el proyecto de Dios, realizado en primer lugar en Jesucristo, en su Santísima Madre y en tantos santos. Dijo Jesús: "No hay amor más grande que el da la vida por el amigo". Una de las que comenta en el blog cuenta que quedó embarazada porque fallaron los anticonceptivos. La mentalidad anticonceptivo, anti-vida está llevando al suicido demográfico de los así llamados países desarrollados, con Japón y Europa en la delantera y Estados Unidos no tan atrás. Si no fuera por los inmigrantes hispanos a Estados Unidos probablemente estaría en la misma crisis demográfica de la población con un aumento desproporcionado del número de personas mayores. En Europa dentro de una generación la gran mayoría de los jóvenes serán musulmanes, con todo el cúmulo de problemas que eso implica, porque no son capaces de integrarse en la sociedad, y una vez que llegan a un 10% de la población, intentan imponer su ley sharía barbárica al resto de la población. Todo esto resultado de la falta de esperanza y del egoísmo de la generación actual. 

Al parecer el Cardinal Kasper y el resto de los obispos alemanes han secuestrado este Sínodo con la propuesta imposible de dar la comunión a los divorciados y vueltos a casar civilmente. A no ser que haya un gran vuelco, comparado con lo que hubo en la sesión de octubre de 2014, personalmente no espero prácticamente nada de este Sínodo. Habrá que rezar mucho para que mi predicción no se cumpla. 










sábado, 25 de abril de 2015

EL BUEN PASTOR

IV DOMINGO DE PASCUA. EL BUEN PASTOR

En este domingo es tradicional la lectura del Evangelio de San Juan c. 10, en la que Jesús se proclama EL BUEN PASTOR. La imagen de un Jesús joven que lleva una oveja sobre los hombros es una de las más antiguas que se encuentran en la Roma de las catacumbas, de manera que para los cristianos de los primeros siglos era la imagen de Jesús más querida por aquellos cristianos.

 Desde el tiempo del Papa Beato Pablo VI, se celebra también en este domingo, el Día de Oraciones por las Vocaciones Sacerdotales y a la Vida Consagrada. Ya el mismo Jesús dijo que "la mies es mucha y los operarios pocos", pero no hace muchos años o décadas no había una escasez tan apremiante de vocaciones. En el pueblo donde yo me crié en Irlanda, que tenía en aquel entonces unos 3000 habitantes, cada año salían 3 o cuatro vocaciones al sacerdocio, sin mencionar religiosas. Ahora estamos en la época de secularismo, relativismos, consumismo y otros varios "ismos", sin olvidar la revolución sexual,  y en esta época posmoderna al joven o la joven le cuesta mucho lanzarse con generosidad a consagrar su vida a la vocación del seguimiento de Jesucristo consagrándose a la misión evangelizadora de la Iglesia. Además, en la vieja Europa, (poblada ya por más y más ancianos y menos jóvenes) hay menos posibles vocaciones porque hay menos generosidad ente los padres para traer hijos al mundo, gracias en gran medida al uso de los anticonceptivos y la mentalidad anti-vida y pro-consumo, juntamente con el sistema económico y el gran número de parados. Algunos, incluso obispos,  proponen convertir la tradición bimilenial de la Iglesia de tener un clero célibe o en la Iglesia antigua continente, es decir, se ordenaba a personas casadas pero tenían que comprometerse ellos y sus esposas a seguir la "lex continentiae". Si la Iglesia logra impulsar la misión evangelizadora, si logra tener un número suficiente de sacerdotes celosos y santos que inspiren a los jóvenes a seguir al Señor, si logra  atender pastoralmente mejor a las familias, además de la oración creo que va a tener las vocaciones que necesita, aunque no siempre en suficiente número. Tengamos muy presente esta intención en este IV Domingo de Pascua. 

El tema de Dios  como Pastor de su Pueblo, y de los reyes llamados a ser pastores es muy frecuente en todo el Antiguo Testamento. Tenemos el conocido Salmo 23, "El Señor es mi Pastor, nada me falta", en el c. 37 del libro de Ezequiel, el Señor promete a través de las palabras del profeta, que dado el fracaso de los reyes y su infidelidad, él mismo sería el Pastor de su Pueblo, Israel. Obviamente este sería el contexto de la declaración de Jesús que Él es el Buen Pastor. Lo que Dios había prometido a través de Ezequiel se cumple en Jesús. Esta afirmación sería también una clara afirmación de su divinidad, como lo son las palabras del Prólogo del mismo Evangelio de San Juan, "El Verbo era Dios".

Estamos tan acostumbrados a esta noción de Jesús como Buen Pastor y  la pastoral, que casi no nos damos cuenta de lo que implica que Jesús sea el Buen Pastor que da la vida por las ovejas. Sin duda nos parece bien que un pastor cuide sus ovejas, que las guíe a buenos pastos, que haga todo lo posible para defenderlas cuando aparece un lobo o una jauría de lobos. Pero también nos parece normal que en el caso de haber hecho todo los posible para defender su rebaño de los lobos, y los lobos comiencen a atacarlo a él, que se dé a la fuga para salvar su propia vida, pues la vida de una persona no tiene ninguna comparación con la de unas ovejas. Sin embargo, ésta no es la lógica que sigue Jesús. Él como Buen Pastor está llamado a entregar su vida por sus ovejas, es decir todos nosotros y lo hizo en la cruz. ¿No parece exagerado esto también en cuanto que gran parte del Antiguo Testamento nos cuenta la infidelidad del pueblo, la multiplicación de los pecados, sobre todo la idolatría, pues todo pecado grave es una idolatría en cuanto que a través de él colocamos a otra cosa en el lugar de Dios, lo convertimos en ídolo y le rendimos culto? La lógica de Dios no es la nuestra. Recordemos la parábola de los viñadores malvados y cómo el dueño de la viña les arrendó su viña para que produjeran su fruto, El dueño de marchó de viaje y cuando mandó a sus servidores a cobrar luego de la cosecha, no quisieron pagar, los  atacaron  incluso mataron a uno de ellos. Luego mandó más, y les pasó lo mismo. Luego decide enviar a su hijo con la esperanza de que lo fueran a respetar, pero se dijeron ente sí, que es el heredero y lo mataron "fuera de la viña". ¿Pero qué dueño de una viña arrendada cuyos inquilinos no pagaran lo debido. Ningún pastor dejaría abandonadas 99 ovejas en el desierto para buscar a una y luego hacer fiesta por haberla encontrado. Cualquiera lo consideraría irresponsable incluso loco.

Otro aspecto del cuidado del Pastor por sus ovejas es que ellas conocen su voz y que los llama por su nombre. "Yo soy el Buen Pastor. Conozco a mis ovejas y  mis ovejas me conocen a  mí, como el Padre me conoce y yo conozco al Padre y daré mi vida por estas ovejas".  Jesús afirma que conoce a cada uno personalmente y por su nombre y que las ovejas reconocen su voz. Esto nos puede parecer exagerado también porque posiblemente tenemos una noción de Dios como uno que no se involucra mucho en nuestras vidas y lo más que alcanza es conocernos por mediadores, pero no es así. Ya el salmo 139 expresa cómo nos conoce Dios: "Señor, tú me escrutas y conoces: sabes cuando me siento y cuando me levanto, mi pensamiento calas desde lejos: esté yo en camino o acostado, tú lo adviertes, familiares te son todas mis sendas" (S 139,1-2). Es más, las ovejas reconocen la voz del pastor y la siguen, cosa que no hacen con otro que no es el pastor.

Dios quiere que este aspecto de la misión de Jesús, el de ser Buen Pastor perdure en su Iglesia a través de nuestro obispos y sacerdotes. Promete en el libro de Jeremías que dará pastores a su pueblo. Por eso, estamos pidiendo al Señor que cumple para nosotros esta promesa. Pero podemos suponer que el Señor siempre cumple sus promesas, debido a que una de sus principales cualidades, según la experiencia de su pueblo Israel, es la de la fidelidad. Es constante y "eterna es su misericordia". Los pastores humanos, que han sido elegidos para representar al Señor no siempre han cumplido su misión con fidelidad, y debido a sus falencias han hecho mucho daño a la Iglesia, dificultado su testimonio en el mundo. En décadas recientes esta realidad se hizo más patente con la crisis de la pederastia de un cierto número de sacerdotes y el mal manejo del tema de parte de no pocos obispos. Además de pedir al Señor que mande operarios a su mies  en este Domingo de Oración por las Vocaciones, pidamos por la fidelidad y perseverancia de los que ya obran en la viña del Señor.

sábado, 18 de abril de 2015

La extraña resurección

Según el evangelio de San Lucas cuyo relato sobre la aparición de Jesús a los apóstoles poco después de la vuelta de los dos discípulos de Emaús a Jerusalén, que corresponde a este Tercer Domingo de Pascua, Jesús se apareció en medio de ellos y les saludó con el mismo saludo shalom que hemos escuchado en la aparición del domingo pasado en el Evangelio de San Juan. La reacción de ellos fue de pánico y temor porque pensaban que veían un duende o algún tipo de espíritu. Jesús tiene que asegurarles preguntándoles por qué estaban asustados y por qué se les ocurre tales ideas, es decir, la idea de que se trata de un espíritu. San Lucas explica que se había asustado por pura alegría. Es decir, la aparición de Jesús resucitado fue algo tan extraordinario e inaudita que no sabían reaccionar. Por una parte estaba la evidencia de la presencia de Jesús que era innegable, y por otra, sabían perfectamente que Él había muerto verdaderamente,que se había sellado el sepulcro, y por ello, encontrarlo vivo en medio de ellos no lo podían asimilar.

Nosotros podríamos pensar que la gente del mundo antiguo era crédula y dispuestos a creer en historias de duendes, fantasmas y otras cosas del mismo género, pero no es así. Seguramente, ellos conocían muchas historias de este tipo, y no se iban a dejar engañar tan fácilmente. Algunos exegetas han sugerido que la historia de la resurrección era producto de la imaginación de los discípulos de Jesús, que "la memoria de Jesús perduraba" y así lo proclamaron resucitado de  entre los muertos. Nada más lejos de la verdad y la realidad de la resurrección, pues está claro a partir de todos los relatos que en manera alguna esperaban algo tan inaudito. Aquí, Jesús les pide que le den algo de comer y dice que Él tiene carne y huesos como ellos. Le dan un pedazo de pescado y lo come. Con esto queda claro que no se trata de nada similar a fantasmas o duendes, sino su verdadero cuerpo con todos sus órganos.

Al igual en su predicación antes de su muerte, Jesús deja clarísimo que no vino para satisfacer las ansias o expectaciones de la gente. Una vez que termina de convencer a los apóstoles acerca de su verdadera identidad que en aquel momento les había extrañado y extrañado tanto, procede a entregarles una misión exigente. Les explica el sentido de su muerte y resurrección, "Según la escritura", que todo lo que quedó escrito en la Ley de Moisés, los Salmos y los Profetas tenía que cumplirse y de hecho se cumplió precisamente en su muerte y resurrección. Su misión de Mesías implicaba sufrimiento, dolor y muerte. "En nombre de Él la penitencia, para la remisión de los pecados será predicada a las naciones, empezando desde Jerusalén, y ellos son testigos de todo eso".

En nuestro mundo actual el gran mal es el sufrimiento, el dolor y se llega a verdaderos extremos antes inimaginables para luchar contra el dolor y eliminar el sufrimiento. En cambio, Jesús manda a los apóstoles a predicar la penitencia y la remisión del pecado que están íntimamente relacionadas. Es el mismo mensaje que entregó Jesús al dar inicio a su predicación según el Evangelio de San Marcos, conviertanse. La penitencia implica en primer lugar reconocer que nos hemos equivocado de camino, que hemos pecado y hemos hecho mucho mal. Luego implica cambiar de rumbo, hacer lo que nos parece doloroso porque en vez de hacer algo placentero se trata manifestar este cambio de rumbo con obras claramente difíciles y penosas para nuestro orgullo y nuestra sensibilidad. Jesús no quiere ni necesita de predicadores que ablandan su mensaje, que reducen el cristianismo a una mensaje de buena voluntad, de cierta solidariedad, que lo reducen a una cierta filantropía. 

También en nuestra primera lectura de hoy, donde San Pedro se enfrenta con el Sinhedrín y acusa a sus miembros de haber entregado a Jesús Pilato y les dirige la siguiente exhortación: "Ahora, arrepiéntanse y conviértanse para que todos sus pecados sean perdonados, y así el Señor hará venir tiempos de consuelo y enviará a Jesús, el Mesías destinado desde el principio para ustedes" (He 3,1). Aquí San Pedro no tiene ningún  miedo de declarar a sus oyentes, los jefes de los judíos del Sinhedrín pecadores y necesitados de penitencia. Hoy en día muchos no quieren reconocer sus pecados y quieren que la Iglesia adecue su doctrina para acomodar su conciencia errónea.

También San Pablo está convencido de que no puede haber salvación alguna sin la fe en Jesucristo resucitado y así manifiesta esta verdad a los corintios : Ahora, hermanos quiero recordarles la Buena Noticia que les anuncié: la que ustedes escribieron y en la que perseveran fielmente, por ella son salvados, siempre que conserven el mensaje tal como yo se lo prediqué, de lo contrario habrían aceptado la fe en vano. Ante todo, les he transmitido lo que yo mismo había recibido: que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras, que fue sepultado y resucitó  al tercer día según las Escrituras, que se apareció a Cefas y después a los Doce, luego  se apareció a más de quinientos a la vez..." (1 Co 15, 1-6).

Sí el hecho de la resurrección de Jesús es extraño, pero sin él no hay cristianismo, ni hay salvación. No podemos exagerar su importancia en nuestra vida concreta.






sábado, 11 de abril de 2015

LA DIVINA MISERICORDIA

SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA: DE LA DIVINA MISERICORDIA

Tradicionalmente este domingo se llamaba Dominica in albis, es decir, Domingo en Blanco. Esto porque al ser bautizados en la Vigilia Pascual a los neófitos se les colocaba una túnica blanca, simbolizando la pureza y la novedad de vida alcanzada en el bautismo. A lo largo de los días de la Octava de Pascua, los Padres de la Iglesia predicaban sermones acerca de los misterios, de manera especial, la Eucaristía. Esta predicación se llamaba Catequesis Mistegógica. La reforma litúrgica promovida por el Concilio Vaticano quiso recuperar el sentido original de la cincuentena de Pascua, desde el Domingo de la Resurrección al Domingo  de Pentecostés, siendo este domingo ya no el Primer Domingo después de Pascua, sino el Segundo Domingo de Pascua. San Agustín, el más grande de los Padres de la Iglesia y el más elocuente y profundo en su predicación acerca del misterio de la Pascua, llama este período pascual leatissimum spatium, un período de grandísima alegría.

"En 1931 en Polonia, la monja Sor Faustina Kowalaska recibió una revelación del Señor en la que veía una imagen de Él y el mismo Señor la mandó procurar que se pintara una imagen que recogiera las características de la imagen que ella vio:

La imagen del Señor de la Divina Misericordia fue pintada por ordenes dadas del propio Jesús el 22 de febrero de 1931 en Plock (Polonia): “Al anochecer -escribe Santa Faustina- estando en mi celda, ví al Señor Jesús vestido con una túnica blanca. Tenía una mano levantada para bendecir y con la otra tocaba la túnica sobre el pecho. De la abertura de la túnica en el pecho, salían dos grandes rayos: uno rojo y otro pálido.(..) Después de un momento, Jesús me dijo: "Pinta una imagen según el modelo que ves, y firma:  Jesús en Ti confío. Deseo que esta imagen sea venerada primero en su capilla y  (luego) en el mundo entero" (Diario, 47)" (http://www.jesusdivinamisericordia.org.mx/JDM.SSO.ES/laimagen.html). 

El Papa San Juan Pablo II, ya antes de llegar a ser papa, tenía una gran devoción al Señor de la Misericordia y estaba profundamente convencido de la necesidad de que se conociera y experimentara la misericordia de Dios en el siglo XX, el siglo probablemente de la mayor violencia de toda la historia. Por ello, le dio prioridad a la difusión de esta devoción de la Divina Misericordia en su Pontificado y escribió su segunda encíclica Dives in misericordia sobre este tema. Además, canonizó a Sor Faustina y gracias al impulso que le dio él, esta devoción se ha extendido a todo el mundo y en un grandísimo número de iglesia y hogares se encuentra la imagen. Millones de católicos practican este devoción.

La misericordia, el aspecto más exquisito del amor de Dios.

No cabe duda de que el Evangelio de San Juan y su Primera Carta pone un énfasis enorme en el amor de Dios, llegando a afirmar que Dios es amor. Desde el punto de vista de la etimología, misericordia significa conmoverse por el mal, la miseria de otro. Tiene que ver con la compasión, que significa "sufrir con". La experiencia bíblica de Dios, ya desde el Antiguo Testamento es totalmente diferente de concepto de los dioses paganos. Los paganos contemporáneos de los Israelitas, veían a sus dioses con temor, porque consideraban que si no los aplacaban, les harían un gran daño. Un Dios misericordia, rico en clemencia, siempre dispuesto a perdonar es una idea revolucionaria que se encuentra en la Biblia. Se utiliza la palabra hebrea hesed para expresar este amor misericordioso de Dios. El Papa San Juan Pablo II hace una larga explicación de esta palabra en su encíclica, Dives en misericordia, mencionada arriba.

En los evangelios, probablemente la imagen más impactante del Padre misericordioso es la del Hijo Pródigo. Muchos comentadores consideran que la parábola debería de llamarse no del Hijo Pródigo sino del Padre Misericordioso. El gran pintor holandés  del siglo XVII Rembrandt tiene la que probablemente es la pintura que mejor representa la escena de la vuelta del hijo a la casa paterna. También el Profeta Isaías trae a la memoria la imagen de una madre que no puede olvidarse de su hijo como una ayuda para conocer el amor y la misericordia de Dios: ¿Puede una madre olvidarse del hijo de sus entrañas? Aunque ella se olvidara, yo no me olvido de ti? (Is 9,5).

El amor y el cumplimiento de los mandamientos

Nuestra segunda lectura de hoy,  de la Primera Carta de San Juan, afirma: "El amor de Dios consiste en esto: que cumplamos sus mandamientos, y sus mandamientos no son pesados" . No basta especular sobre al grandeza del amor de Dios, ni llorar ante el crucifijo, ni dedicarse a hacer teología sobre el tema, lo primero es cumplir los mandamientos de la ley de Dios. Como dice el dicho popular obras son amores no buenas razones. También Jesús dice que no basta decirle "Señor, Señor", sino que hay que cumplir la voluntad de Dios. Pensemos hoy, pues, en los mandamientos que más descuidamos. Puede ser el primero si nos olvidamos de Dios y el hecho de que sí es el Señor, o el tercero, si no respondemos a la convocación del Señor de participar en la Sagrada Eucaristía cada domingo y hacer que el domingo sea de verdad Dia del Señor; o el sexto que hoy muchos le hacen caso omiso y consideran el sexo como una suerte de recreo; o el octavo que prohíbe la mentira.

Debemos de recordar que todos los atributos de Dios se identifican en Él. No podemos decir, que yo estoy a favor de la misericordia, pero la justicia no. Todo en Dios es absolutamente simple, y la única distinción que hay es la de las tres personas, de manera que la misericordia de Dios se identifica con su justicia, con su sabiduría, con su omnipotencia etc. Nuestra mente necesariamente tiene que distinguir, pero en Dios todo es simple.

La misericordia de Dios y el Sacramento de la Penitencia

Nuestro evangelio de hoy nos presenta la escena de la aparición de Jesús a los doce apóstoles en el Cenáculo en la tarde del domingo de la resurrección. Es lógico que al aparecer Jesús sin tener que pasar por ninguna puerta los apóstoles se hayan asustado. Ellos lo habían abandonado, Pedro lo había negado, de manera que podemos imaginarnos que tendrían miedo de que les echara en cara su pésimo comportamiento. Sin embargo, Jesús los saludo con esa palabra maravillosa shalom que significa que uno desea al otro la suma de todos los bienes mesiánicos incluyendo la plena reconciliación con Dios. Jesús repite el saludo hasta tres veces en este pasaje.

En ningún caso Jesús los recrimina, sino que renueva la misión que ya antes de su muerte les había confiado. En realidad se trata de la misma misión que Él había recibido del Padre y ahora la comunica a ellos. La misión necesita de la comunicación del Espíritu Santo. Por ellos dice Jesús: Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los  pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos" (Jn 20,23). Se trata del texto más importante referente a la institución del Sacramento de la Penitencia.  Es el sacramento especialmente instituido por Jesús para manifestar la misericordia de Dios.

Tal vez el aspecto más doloroso que se ha manifestado en la Iglesia a partir del Concilio Vaticano II es el abandono de este sacramento de parte de un gran número de católicos de muchos países, algunos más que otros. El Papa Francisco ha colocado como eje de su Pontificado el tema de la misericordia y no sólo ha proclamado un próximo Año de la misericordia, que empezará el 8 de diciembre del presente año, sino también él mismo se ha puesto a confesar en San Pedro y ha acudido a un confesionario a confesarse él. ¿Es que hoy en día se peca menos que antes, o más bien se ha perdido el verdadero sentido del pecado? Hay personas a quienes les cuesta creer que Dios las puede perdonar. El reconocimiento de sus pecados es un don de la gracia, pero estas personas han de pedir a Dios la gracia de experimentar su infinita misericordia. Podrían repetir el Salmo Responsorial de hoy, 117, que el el salmo de la Pascua por excelencia: "Dad gracias porque es bueno, porque es eterna su misericordia". Es infinita y no tiene límites. Hay otros que tampoco son capaces de experimentar la misericordia de Dios porque gracias a racionalizaciones, se convencen de que son "buena gente" y que en realidad no tienen pecados. El que no se reconoce como pecador, tampoco puede tener la experiencia de la misericordia de Dios.

Conclusión

Abramos nuestros corazones en este domingo segundo de Pascua, Domingo de la Misericordia de Dios para que podamos de verdad encontrarnos con ese Dios que es misericordia y que tiene infinitas ganas de perdonarnos, de reconciliarnos con Él. Esto lo ha demostrado entregando a su propio Hijo hasta la muerte más horrorosa de la cruz. Examinemos bien nuestra conciencia y acudamos al sacramento de la Reconciliación o la Penitencia.