sábado, 23 de mayo de 2015

PENTECOSTÉS Y EL DON DE LENGUAS

Los cincuenta días de Pascua culminan con la gran fiesta de Pentecostés. Corresponde a la segunda gran fiesta de peregrinación del Pueblo de Israel y era la fiesta de la cosecha de la cebada. Así como la Pascua hacía memoria de del "paso" o "tránsito" del pueblo desde la opresión bajo el Faraón en Egipto  por el Mar de las Cañas llegando al desierto, donde iba a peregrinar el pueblo a lo largo de toda una generación para llegar finalmente a la tierra prometida, Pentecostés era la fiesta de la Alianza en el Monte de Sinaí, un momento fundamental en toda la historia de Israel. Para nosotros, cristianos, se trata del inicio de una nueva etapa en la historia de la salvación, la venida del Espíritu Santo y el nacimiento de la Iglesia, el nuevo Pueblo de Dios, Cuerpo y Esposa de Cristo guiada por la historia por el Espíritu Santo, tal y cómo Jesús había prometido en su discurso de despedida a los apóstoles en la Última Cena. "Si no me voy, no vendrá a ustedes el Defensor, pero si me voy, lo enviaré a ustedes. Cuando él venga, convencerá al mundo de un pecado, de una justicia y de una sentencia" (Jn 16,7-8). "Cuando venga el Espíritu de la verdad, los guiará hasta la verdad plena" (ibid v 19).

En nuestra primera lectura del Libro de los Hechos de los Apóstoles, San Lucas acude a elementos tomados del Antiguo Testamento para ayudarnos a captar éste, el episodio más significativo en toda la obra, Hay un viento muy fuerte que sacude la casa (recordemos que la misma palabra que significa "espíritu" en griego pneuma significa viento) y lenguas de fuego. Tradicionalmente el fuego y el calor  simbolizan el amor.. El Espíritu Santo es el don por antonomasia, es decir el amor del Padre al Hijo en la Trinidad, que es la Persona del Espíritu Santo. Es "el don de Dios altísimo", y por ellos comunicación. Las tres divinas personas que viven en eterna comunión han querido hacernos a nosotros partícipes de esa misma vida gracias a nuestra identificación con Jesús que se dio en el bautismo y se refuerza en la confirmación que es precisamente el Sacramento de Pentecostés, es decir de la comunicación del Espíritu Santo y la fundación de la Iglesia.

Escribe San Lucas: Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeros, según el Espíritu les permitía expresarse" (Hechos 2,4). Es decir, la primera manifestación de la presencia y actuación del Espíritu en ellos fue precisamente la de poder expresarse en lenguas extranjeras. ¿Qué significa esto? Es más, se nos presenta un larga lista de lugares desde donde había llegado gente a Jerusalén para la celebración de la fiesta judía de Pentecostés, o de la Alianza, pues era una fiesta de peregrinación a Jerusalén, como lo era también la Pascua. "¿Acaso los que hablan son todos galileos? ¿Cómo es que cada uno los oimos en nuestra lengua nativa¡ Partos, medos y elamitas, habitantes de Mesopotamia, Judea y Capadocia, Ponto y Asia, Frigia y Panfilia, Egipto y los distritos de Libia junta a Cirene, romanos y residentes, judíos y prosélitos, cretenses y árabes: todos los oímos contar en nuestras lenguas, las maravillas de Dios" (2,7-11).

Los que hemos aprendido lenguas extranjeras sabemos que es una tarea no fácil e implica entrar en un nuevo mundo cultural, una visión del mundo en la que no participábamos antes. Yo he aprendido varias lenguas, siendo el inglés mi lengua materna. A los cinco años nos enseñaron gaelico, o la lengua propia de Irlanda aunque ya no es comúnmente hablada, luego estudió francés y latín a los 12 años, posteriormente el español y el griego bíblico, el italiano. Estaba estudiando alemán pero no perseveré en el intento. Llevo casi cuarenta y cinco años hablando español y he vivido en cuatro países de habla hispana. Esto me ha abierto todo un mundo, con su cultura expresada en su historia, literatura y demás expresiones culturales.

Recordemos la historia de la torre de Babel en el c. 11 del libro del Génesis. Debido a la arrogancia de la gente que quería llegar al cielo a través de una torre hecha con la tecnología del mundo antiguo, es decir ladrillos y alquitrán, expresaban su autonomía y olvido de su dependencia de Dios. Él los castigó dispersándolos de manera que ya no podían entenderse entre sí en la misma lengua. Sabemos que la palabra "diablo" significa "dividir", "separar", de manera que el pecado, la arrogancia, o lo que los griegos llaman hubris  logró la división y la separación del hombre. El plan de Dios consiste en que toda la humanidad experimente comunión, fraternidad, armonía y la capacidad de comunicarse entre sí, de manera que Pentecostés con la efusión del mismo Espíritu y la superación de la barrera de las lenguas y culturas significa el deshacerse del castigo impuesto a los de la torre de Babel. Esto se comprende mejor si recordamos, como enseña San Agustín, que el Espíritu Santo es el vínculo de amor del Padre con el Hijo.

También, como hemos señalado más arriba, Pentecostés es la fiesta del nacimiento de la Iglesia, que según el Concilio Vaticano II, es "signo e instrumento del amor de Dios y de la unidad del género humano". ¿Cuántos sufrimientos se dan en las familias, entre vecinos, compañeros de trabajo, en los grupos parroquiales,  y en la misma sociedad debido a la dificultad en comunicarnos y no abrirnos a lo que quiere decir el otro? Esto se debe a la acción del diablo, que intenta separar, dividir y crear peleas entre las personas, y en comunión con él el egoísmo, la arrogancia, el poco esfuerzo por comprender al otro.

En estos día constatamos en el país y en el mundo entero unos brotes preocupantes de violencia, terrorismo, la toma de carreteras, manifestaciones violentas con el resultado de muertes y agresiones a miembros de las Fuerza del Orden y de los mismos manifestantes, sin mencionar los diversos tipos de violencia, amenazas, sicariato que se repiten diariamente en los medios de comunicación. Elevemos hoy en esta fiesta de Pentecostés una súplica ardiente al Señor  y al Espíritu Santo para que aprendamos a comunicarnos, a buscar la paz, la armonía, la paciencia, la bondad dentro de las familias y las comunidades para que cese todo ese mal de la violencia y se aprenda que no es medio para resolver conflictos.





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