sábado, 18 de noviembre de 2017

LA PARÁBOLA DE LOS TALENTOS

HOMILÍA XXXIII DOMINGO DE TIEMPO DURANTE EL AÑO, 19 DE NOVIEMBRE DE 2017

La palabra talento ha cabiado radicalmente de significado debido a esta parábola, pero la pregunta es si lo que normalmente llamamos talento corresponde a lo que Jesús quiere que sacamos de su parábola en el evangelio. Hoy en día entendemos por talento una cualidad o facilidad en realizar una actividad como puede ser en la música, el deporte o en los negocios etc. En cambio, en la parabola de Jesús que nos toca examinar hoy talento no significa una cualidad o capacidad innata recibida de Dios, sino dones que el discípulo recibe del Señor y que tiene que guardar y hacer fructificar hasta su vuelta. Vamos a intentar comparar el valor de un talento  con nuestra moneda de hoy. Una mina valía cien denarios y un denario, como sabemos de la parábola de los trabajadores en la viña, era la paga de un jornal de trabajo. Un talento, pues, correspondía a lo que uno cobraría en 20 años, de manera que cinco talentos era un capital ingente, alrededor de cinco millones de euros o cinco millones y medio de dólares.Nada despreciable. Tenenos que valorar lo que Dios nos regala con la vida y todo lo que nos da indirectamente a través de la educación que hemos recibido de nuestros padres, de la escuela, de toda la experiencia que hemos podido acumular a lo largo de nuestra vida.

Conviene señalar que Jesús dice que el señor entregó los talentos "a cada uno según su capacidad". (Mt 5,5) Nos conviene reflexionar sobre el significado de esto de dar, compartir y cómo es un principio fundamental del evangelio. Primero, Dios Padre es el pincipio y fundamento de la divinidad y se la da, la entrega a su Hijo por generación.  Ese mismo compartir de todo lo que es la misma divinidad entre el Padre y el Hijo es lo que produce el Espíritu Santo. Es más, quiere Dios comunicarnos a nosotros una participación en esa vida divina que las tres divinas personas coparten eternamente. El Padre es Padre en relación al Hijo y así el Hijo en relación con el Padre y el Espíirtu Santo en relación con abmas personas. El secreto de la divinidad es darse, entegarse. Dice Jesus  a los apóstoles en la útlima cena: "Todo lo que me ha dado mi Padre os lo he dado a conocer" y "El que me ama, guardará mis mandamientos, y el Padre lo amará y vendremo sa él y haremos morada en él". Hay un dicho filosófico bonum est diffusivu sui, el bien se difunde, se comunica a si mismo. Si este principio demuestra cómo es Dios, que se da a sí mismo, nos hace partícipes de su misma vida divina "según nuestra capacidad", entonces a nosotros nos corresponde como sus criaturas, hechas a imagen y semejanza de él, y elevados por la gracia a ser hijos en el Hijo, hemos de superar la tendencia innata que tenemos de acaparar, de ser egoistas y soberbios, debido a las consecuencias del Pecado Oriiginal  demás pecados que nos afectan.

Todos sabemos que es una ley de los negocios que el que no se arriesga, no arriesga su capital no gana, antes pierde. Obviamente, los negocios requieren un riesgo prudente, no como el que apuesta en un casino.  Es lo que propone Jesús en la parábola. Alaba a los siervos que recibieron cinco y dos talentos porque los invirtieron y trabajaron duro para poder alcanzar una ganancia hasta del 100%. En cambio, el que recibió uno, y no pensemos que se trataba de poco dinero, queriendo prudente, pero en realidad no tanto, hizo un hoyo en la tierra y escondió el talento. Luego al regaresar el señor, lo reprende llamándolo perezoso y holgazán por no haber ganado nada con el talento. Manda que lo aten y lo echen fuera, mientras a los otros dos les asciende a una responsabilidad más alta.

El gran talento que hemos recibido nosotros es la fe. Nos toca acogerla, desarrollarla a través del estudio, del conocimiento de la Palabra de Dios, de lo que la Iglesia enseña, de practicarla y completarla con la esperanza y la caridad. La fe sin obras, nos enseña el Apóstol Santiago en su carta, está muerta y no nos salva. Nos parece normal que una persona salga a caminar en la mañana, otros vayan a un gimnasio o en bicicleta para hacer ejercicio y mejorar su salud. Otros que cuentan con algún capital intentan hacer algún negocio, tal vez comprar un piso para alquilar y sacar alguna renta o invertir en algún fondo de inversiones. Si nos parece normal y prudente este tipo de actividad tendente a aumentar nuestro patrimonio o nuestros ingresos, ¿cómo es que no hacemos lo mismo con el talento más grande que Dios nos ha dado, la fe católica? Así como el dinero muerto, escondido debajo del colchón o en  un hoyo no gana, ni mejora la salud si no hacemos ejercicio, pues tapoco la fe, la esperanza y el amor a Dios y al prójimo aumentan si no hacemos un gran esfuerzo por ejercitarlas. Lo que no se da, o se entrega desaparece. No basta decir que "no hago daño a nadie", que es lo mismo que hizo el que recibió un talento No hizo nada malo, pero el señor lo mandó atar y echar fuera a las tinieblas exteriores, que simbolizan el infierno. San Agustín decía, que "Dios, que nos ha hecho sin colaboración nuestra, no nos salvará sin nuestra colaboración". Es más, nos toca entregar lo que hemos recibido. Jesús dijo a los apóstoles cuando los mandaba a misionar a los pueblos: "Gratis habéis recibido, dad gratis". ¿¿Que hemos hecho nosotros para comunicar la fe a otros? ¿Nos damos cuenta de que éste es el mayor don que les podemos dar?

Propongámonos hacer algo para, en primer lugar aumentar nuestra fe, conocerla mejor y luego comuncicarla a los demás. ¿Hace cuando desde que he leído algún libro que me ha ayudado a conocer mejor a Jesús, a counicar la fe a los niños, sean hijos o nietos, pues todo requiere un esuferzo y no vamos a dar lo que no tenemos. ¿Por qué no hablo con mi párroco para preguntar cómo puedo participar en un grupo misionero que se dedica a propagar la fe? Aunque sea de edad avanzada y no puedo salir mucho de casas, siempre podré hacer algo, en primer lugar ir conociendo más el tesoro de la fe católica, rezar el rosario por la conversión de mis vecinos, de mis familiares. Ofrecer algunos sacrificios por las vocaciones. Si conozco a algún joven que pudiera seguir al Señor en la vocación sacerdotal o religiosa, San Juan Pablo II sugiere que lo invitemos a considerar la posibilidad de tal vocación. No nos quedemos como el de un talento y recordemos lo que le pasó. 

sábado, 11 de noviembre de 2017

ESTAR PREPARADOS PARA LA VUELTA DEL SEÑOR

HOMILÍA DEL DOMINGO XXII, CICLO A, DE NOVIEMBRE DE 20O1.

¿Qué significa ser sabio? Nuesra primera lectura de hoy del Libro de la Sabiduría, el último libro del Antiguo Testamento, nos habla de la sabiduría y cuánto deberíamos apreciarla. Buscarla y encontrarla es algo realmente valioso, pero ¿en que consiste la sabiduría? La sabiduría es el arte de vivir bien, de vivir conscientes de lo que verdaderamente vale en la vida. San Pablo, antes de su encuentro con Jesús resucitado en el camino a Damasco, seguramente pensaba que vivía bien, que cumplía lo que Dios quería de él en la práctica de su fanatismo y sus ganas de meter en la cárcel a los cristianos porque no obraban según sus criterios. Ese encuentro extrarodiaraio con Jesús resucitado en la gloria del cielo lo cambió radicalmente. Como dice a los felipenses, lo que consideraba importante y digno de ser apreciado y buscado con todo su empeño, ahora lo considero basura, deshechos, nada. Se revolucionó su mente, todo su ser. En la segunda lecrtura hemos escuchado un pasaje de su Primera Carta a los Tesalonicenses, que es su primera carta y el primer escrito de todo el Nuevo Testamento, que se remonta más o menos al año 50, es decir, unos 20 años del gran acontecimiento que constituía el centro de toda la vida, de la predicación, aquello por lo  que se sacrificaba cada día y que proclamaba a quien quisiera escuchas este gran noticia. Asegura a los tesaloniscenses que los que han fallecido en medio de ellos no están sin esperanza. Si Jesucristo murió y resucitó, se ha inaugurado una nueva vida, una nueva dimensión de la realidad y todos tenemos una gran esperanza. Es cierto que Pablo utiliza imágenes que se llaman apocalípticas, cuando habla encontrar a  Jesús cuando vuelva en el aire. Es que el impacto del encuentro de Pablo con Jesús rescitado en el camino de Damasco era tan extraordinariamente impactante que a lo largo del resto de su vida, Pablo pensaba que el fin del mundo y la vuelta del Señor sería pronto, en el lapso de su vida. No se dio así, y nosotros casi dos mil años más tarde estamos esperando que se dé. La pregunta es que si realmente estamos convecidos de que se va a cumplir lo que Jesús promete y lo que ya se ha inaugurado en nuestra vida con nuestro bautismo. Si, como dice el Apóstel en su Primera Carta a los Corintios, nuestra esperanza en Cristo se reduce a este mundo, somos las personas más miserables. Ciertamente, no tenemos la verdadera sabiduría de la que nos habla el Libro de la Sabiduría. 

Ya estamos a las puertas del final de nuestro Año Litúrgico y del año del calendario. Ahora la Iglesia nos propone unas reflexiones tomadas de la parte final  del relato de la vida pública de Jesús, que trata precisamente de la urgencia de la vigilancia,  de la realidad de la vuelta del Señor, como también profesamos en el Credo, que Jesucristo volverá para juzgar a vivos y muertos.  Ahora pasemos a nuestro evangelio de hoy que trata de la Parábola de las Diez Vírgenes. Jesús en su parábola se basa en las costumbres de la celebración de una boda en su tiempo. Primero, el novio saldría de su casa e iría a la casa de la familia de la novia y se realizaria una suerte de procesión de vuelta a la casa de la familai del novio, todo de noche. Obviamente, en una época sin luz eléctrica como la nuestra, un pueblo quedaba en la oscuridad y pocos por no decir casi nadie saldría de noche. Las diez vírgenes serían acompañantes del novio. Por alguna razón, el novio demoró más de los esperado, y la parábola dice que las doncellas se durmieron. En un momento, tal vez el menos esperado, se escuchó una fuerte voz que decía "Viene el novio". Las vírgenes sensatas tenían aceite de más para sus lámparas y las otras, las necias no. Éstas pidieron que las otras se lo compartieran pero no accedieron a la petición. Mientras las necias se fueron a comprar el aceite, ingres´´o el novio en la casa y quedó cerrada la puerta. Ya no se permite entrar a nadie. 

¿Cuál es el simbolismo del aceite?  Significa toda la preparación necesaria para estar listos para poder llegar a comparitr la vida nueva y eterna con el Señor en el paraíso. Si el Señor desde dentro dice a las necias "no os conozco", pues en primer lugar nosotros necesitamos una gran familiariad con él, a través de la oración, la práctica de los Sacramentos como son la Misa y le Confesión, también obviamente, se necesitan las buenas obras, o la obras físicas y espirituales de misericordia. Tal vez nos parece que las doncellas sensatas al no dar de su aceite a las otras son egoistas y poco generosas. Dado que lo que simboliza el aceite es la relación personal e íntimo con el Señor, las buenas obras, la misericordia el perdón etc. está claro que si a lo largo de nuestra vida no las hemos adquirido, nadie nos puede pasar parte de lo que él tiene a nosotros. No podemos esperar que otros vayan a merecer nuestra salvación, cuando nosotros hemos sido negligentes y hemos caído en el pecado de la presunción que es "la expectación necia de alcanzar la salvación sin practicar los medios necesarios para ello". 

Así como en la vida social se considera insensata una persona que no cuida su aspecto, su salud, que no busca un trabajo para poder proveer las necesidades de la vida, también es necio quien va por la vida sin pensar en lo que verdaderamente cuenta, lo que debería de ser nuestra primera prioridad, es decir, hacer acopio de buenas obras, de cultivar una relación de amistad con Jesús Nuestro  Señor a través de la oración, de un esfuerzo por conocer mejor nuestra fe leyendo algún que otro libro, intentando conocer la Palabra de Dios en la Santa Biblia. Dedico algún tiempo cada día a estas cosas? Nadie ama lo que no conoce. Hoy en día casi todo el mundo tiene la excusa de no tener tiempo. ¿No será que dedicamos nuestro tiempo a muchas cosas que no son tan importantes y nos olivdamos de lo que es verdaderamente importante? A veces he paseado por el barrio en la tarde y he observado que casi no hay casa en la que no está encendida un televisor. Supongo que al menos una persona lo está viendo. ¿Por qué, pues nos olvidamos de los más importante y llenamos nuestra vida con actividades, no malas o inútiles perso sí secundarias?  Jesús tiene este dicho sabio que no debemos olvidar<. ¿Qué aprovecha al hombre ganar todo el mundo si pierde su vida? Pidamosle la gracia de la verdadera sabiduría para que no nos encuentre sesprovenidos de aceite, de buenas obras cuando llegue y nos llame.

sábado, 4 de noviembre de 2017

LOS DEFECTOS DEL HOMBRE RELIGIOSO

HOMILÍA, XXXI DOMINGO DE TIEMPO ODINARIO, 5 DE NOVIEMBRE DE 2017.

Hoy nos ha tocado escuchar un pasaje del profeta Malaquías que correspondería a un profeta probablemente anónimo que habría precidado al rededor del año 450 a. C. Se trata del perídodo después de la vuelta del exilio que se dio a partir del años 538 y después de la reanudación del culto en el templo reconstruido. En primer lugar, el profeta recuerda quién es Dios, su grandeza: "Yo soy un rey grande, dice el Señor de los ejércitos, y mi nombre es terrible entre las naciones. Uno de los grandes vicios del hombre religioso es precisamente olvidarse de quién es realmente Dios, que es grande, como profesamos en el Credo "todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible". Estamos llamados a rendirle un verdadero culto de adoración, de alabanza, de acción de gracias, pero no con meras acciones exteriores, sino como dice Jesús "en espíritu y en verdad", Un gran  vicio del hombre religioso, también del sacerdote y del religioso es el cumplimiento externo de los ritos sin meter en ello todo su corazón. Una de las principales misiones de Jesús como Mesías era precisamente la de renovar el culto. Los profetas no se cansaban de quejarse de la rutina en el culto, la falsa confianza que se ponía en el mero cumplimiento externo, sin tener el corazón metido en él. Podremos llegar a la celebración de la Eucaristía con el deseo de cumplir un mandamiento y estar preocupado para que se termine rápidamente. Dios se ha empeñado a fondo con nosotros, hasta el exrtemo de enviar as su Hijo a compartir nuestra vida, nuestros dolores, angustia, y alegrías, pero ese amor extremo de Dios no nos mueve, más bien nos parece algo normal y ordinario.

El profeta despotrica conta los sacerdotes del tempo de su tiempo. Dice que habían roto la alianza de Leví, que era la tribu de Aarón, hermano de Moisés y  el primero de los sacerdotes. Hoy en día sabemos que un cierto porcentaje de sacerdotes ha traicionado su misión dando así el gran escándalo de la pederastia que tanto ha sacudido la Iglesia en estas últimas décadas. El Libro de Ezequiel contiene palabras tremendas en contra de los falsos pastores que se aprovechan de las ovejas para su satisfacer sus propias tendencias. Ha habido obispos que en vez de actuar adecuadamente y defender a las personas más vulnerables, no han actuado con fuerza y valentía para arreglar este grave problema. A veces, no existen verdaderas comunidades cristianas y el sacerdote se siente solo y no encuentra respuesta de parte de los fieles a las iniciativas que intenta promover. Hay personas que se dedican a criticar todo y a todos y así se desaniman los demás y gracias a la murmuración se destruyen las comunidades cristianas. Ojalá aprendiéramos todos, sacerdotes y laicos, que en vez de criticar y quejarnos, lo que corresponde es que cada uno ponga manos a la obra a corregir sus defectos, a practicar la virtud, pues nosotros somos los únicos que podemos superarnos y contribuir a construir el Cuerpo de Cristo que es la Iglesia con nuestra engrega y generosidad, pues la gracia de Dios nunca falta.

San Pablo, en su primera carta a los Tesalonicenses, nos invita seguir su ejemplo de entrega amoroso, pues hubiera querido entregar hasta su propia vida a favor de ellos. Trabajaba día y noche para no ser un peso para nadie. Agradece a Dios la apertura de corazón y la generosidad de los tesilonecenses al acoger la Palabra de Dios que les había comunicado. Ellos habían acogido la Palabra no como palabra de hombre, sino como de verdad es, Palabra de Dios. Esta palabra que proviene de Dios no nos ha de dejar indiferentes ni hemos de acostumbrarnos a escucharla, pues ha de interpelar nuestra conciencia y remover nuestra vida.

Jesús, al dirigirse a los discípulos y a la gente, no quiere que actúen como los fariseos, que enseñan lo que Dios ha comunicado pero no lo practican. "Ellos se han sentado en la cátedra de Moisés". Ciertamente, Jesús rechaza siempre de la manera más tajante la hipocresía. Aquí va otro vicio del hombre religioso. De nada sirve predicar la Palabra de Dios cuando los oyentes se dan cuenta de que el predicador no hace un gran esfuerzo por practicar lo que predica. Esto se aplica a todos, a nosotros los sacerdotes, a los padres que a veces quieren corregir a los hijos cuando éstos ven que ellos caen en los mismos vicios que quieren corregir en los hijos. El problema de fondo de los fariseos, y ciertamente tabién de nosotros mismos, es la soberbia, el de considerarnos mejores que otros, por eso nos sentimos autorizados a criticarlos. Cuando sentimos la tentación de criticar a otros, deberíamos de ir formando el hábito de recordar en ese momento el hecho de que nosotros tenemos muchos defectos y vicios y no nos gusta que otros nos critiquen por ellos. En este pasaje, como en tantos otros, Jesús insiste en la necesidad de la humildad que es la tierra fértil enla que se puede cultivar todas las demás virtudes.

Que la Palabra de Dios que la Iglesia nos presenta hoy sea una ocasión para todos, sacerdotes y fieles, a examinarnos y procurar evitar estos vicios que se dan en las personas religiosas, la rutina o el cumplimiento externo de los deberes sin poner el corazón en el intento. La hipocresía o fareseismo que nos lleva a no practicar lo que predicamos, recordando que lo que de verdad impresiona a los demás es el ejemplo, la entega, la generosidad. Y en tercer lugar, que nos propongamos a poner el práctica la virtude de la humildad, y no meraente hablar de ella. .

sábado, 28 de octubre de 2017

EL PRIMER MANDAMIENTO

HOMILÍA XXX DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO, 29 DE OCTUBRE DE 2017.

Los fariseos eran muy escrupulosos acerca del cumplimiento de la ley. Existían 613 leyes en el Antiguo Testamento, pero no sólo se empeñaban a cumplirlas a rajatabla, sino habían creado miles de normas o lo que llamaban "tradiciones de los antiguos", vistas como un cerco para proteger la ley. No es de extrañar, pues, que les interesara la cuestión de cuál sería la ley más importante. En este caso como en otros, lo que pretenden es presentarle a Jesús una pregunta capciosa con la intención de lograr que quedara mal ante la gente. Hay que decir también que no todos ellos eran malos. Un buen número de ellos eran sinceros y buscaban agradar a Dios a través del cumplimineto estricto de su ley.

Recordemos, en primer lugar, lo que es un mandamiento y por qué Dios nos ha entregado mandamientos. Dios no sólo creó al hombre a su imagen y semejanza, que quiere decir que lo dotó de intelgiencia y voluntad que ejerce a través de la razon, sino que quiso dejarnos con el modo de saber cómo hemos de comportarnos para alcanzar cumplir el proyecto de Dios para el hombe que consiste en su eterna felicidad en comunión con Dios en el cielo. La misma razón reflexionando puede descubrir bastantes aspectos de la vida moral, que se denomina la ley natural. No necesitamos  la revelación para descubrir que debemos de respetar al otro, a los padres, practicar la justicia y la equidad, que no debemos matar a otro ser humano etc. ¿Entonces, ¿por qué Dios entregó 613 leyes en el Antiguo Testamento? Santo Tomás de Aquino, nos explica que solo pocos y después
es de  muchos errores podrían descubrir por la razón lo que Dios pide y lo que nos conviene para alcanzar cumplir el proyecto de Dios. Por ello, fue moralente necesario que revelara su ley para guiarnos de manera más eficaz a alcanzar el fin de nuestra existencia. Un mandamiento es alguna orden obligatoria y no opcional. Hoy en día, hay algunos que toman los mandamientos de la ley de Dios como si de meros consejos se tratara. Dicen que hay que discernir si tenemos que cumplir el mandamiento o no. Ciertamente, hay que saber si tal o cual mandamiento nos obliga en cada caso, pero no podemos decidir nosotros si vamos a cumplir un mandamiento de la ley de Dios que sí tiene aplicación en nuestro caso.

Una vez que reconocemos quién es Dios y qué es lo que nos ha dado, la misma vida, la fe, su Divina Providencia, su perdón y tantas cosas que si no nos sostuviera en la vida no podríamos seguir viviendo. El primer mandamiento con el que Jesús sintentiza todos los demás nos manda amar a Dios. Ahora bien, no podemos amar lo que no conocemos. Por lo tanto, tenemos que empeñarnos en conocer a Dios. ¿Cómo se revela Dios? A través de su creación y la revelación histórica que ha realizado de sí mismo, a partir sobre todo de Abrahán, pasando por Moisés y todos los profetas, y culminando en la venida de Jesucristo, su propio Hijo. Así como nadie da lo que no tiene, nadie ama lo que no conoce. Es a través de Jesucristo Nuestro Señor y concretamente de su Evangelio que podemos conocer a Dios conociendo a Jesús.

Vamos conociendo a Jesús y por ende a Dios a través del conocimiento y la reflexión sobre el Evangelio. Jesús resume todo el contenido del Evangelio en el mandamiento de amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como nosotros mismos.   Si tenemos fe en Dios y nos damos cuenta de todo lo que nos ha dado y no da cada día,sobre todo la fe y la gracia con las que nos regala una nueva vida, cosa que sucedió el el bautismo, no nos resulta muy difícil comprender la importancia de amar a Dios, de alabarlo, adorarlo y  cumplir su voluntad sobre nostros. Por eso, dice Jesús "el que me ama guardará mis mandamaientos, y mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos  morada en él".

En cuanto a la segunda parte del mandamiento, de amar al prójimo como a nosotros mismos, con no poca frecuencia nos cuesta y hasta nos puede parecer imposible de cumplir. Es cierto que hay personas que son complicadas, difíciles de trato, que nos fastidian, que simplemente nos caen mal y no queremos tener que ver con ellss. En este caso, hemos de recordar que pese a todos nuestros defectos, Dios nos ama a todos y a cada uno, como dice Jesús, hace caer la lluvia sobre malos y buenos. Si Dios los ama, entonces nosotros deberíamos de hacer un gran esfuerzo por amar y hacer el bien a tales personas pesadas o complicadas. San Francisco de Sales decía que una gota de miel atrae más que un barril de vinagre. Igual, si nosotros los tratamos bien, con bondad y amabilidad, ¿quién sabe si no van a cambiar su actitud y empezar a ser menos pesados? También dice Jesás: ¿Si amáis a los que os aman, qué mérito tenéis? " Hasta los paganos y los publicanos aman a los que los aman. El que es cristiano y ha sido incorporado a Jesucristo y ha recibido la nueva vida de la gracia no puede contentarse con comportarse de manera razonable desde el punto de vista humana. Ha de hacer más. Además, la medida del amor al prójimo es muy grande, pues se trata de amarlo como nos amamos a nosotros mismos. La persona normal, toma muchas medidas para cuidarse a sí mismo, la salud, la higiene. Quiere formar su carácter y ser mejor persona. Quiere gozar de las cosas buenas que Dios nos ofrece y permite. Lo mismo debemos hacer nostoros respecto al prójimo.

Examinemos nuestra conciencia para descubir si de verdad amamos a Dios sobre todas las cosas, con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y todas nuestras fuerzas. Si nunca a lo largo del día ni pensamos en él, ni elevamos nuestra mente y nuestro corazón a Él, si no nos preocupamos por cumplir sus mandamientos, entonces, si somos sinceros, hemos de reconocer que no amamos de verdad a Dios. Si esto es así, entonces amamos otra cosa que convertimos en nuestro falso dios. Éste es el pecado de la idolatría que en la Biblia es EL PECADO  por antonomasia.

sábado, 21 de octubre de 2017

DAD AL CÉSAR LO QUE ES DEL CÉSAR Y A DIOS LO QUE ES DE DIOS

HOMILÍA DOMINGO XXIX DE TIEMPO ORDINARIO, CICLO A, 23 DE OCTUBRE DE 2017.

Este pasaje del Evangelio de San Mateo, como varios más forma parte de las polémicas de Jesús con los fariseos, escribas o expertos den la ley, En esta ocasión hay también adeptos de Herodes, que los había entre los ljudíos. Plantean una pregunta tampa a Jesús. Se trata de un dilema. Si dice que no se pague los impuestos a los romanos, se le podría acusar de revoltoso y revoluiconario. Si dice que  se paguen, entonces  se le podría llamar filoromano, y poco solidaiio con su pueblo que estaba bajo el dominio de lso romanos. 

También hay que notar que los que se oponen a Jesús aun siendo personas religiosas y conocedores de la la revelación divina contenido en el Antiguo Testamento, no tienen escúpulos en su esfuerzo de destruir a Jesús a través de la preguna capsiosa. Una cosa es el debate teólógico, pues pueden caber varias opiniones acerca de un punto en discusión pero existe el peligro del ataque personal, el de poner en duda la sinceridad del que se opone a la posición propia llegando a demonizarlo y a destruir su reputación. Los mediaevales hablaban de lo que llamaban odium theologicum que superar  en vehemenica otos tipos de odio. Con no poca frecuncia, cuando se dan desacuerdos entre grupos de católicos algunos se dedican a descalficar a los otros. Esto suele ser señal de que no tienen agrumentos   váildos con los que pueden legítimamente defender su tesis.

Jesús va más alla de la pregunta concreta que le hacen. Entiende que Diios ha dado a los hombres una cierta autonomía para gobenarse según ciertos principios de justicia que puede descubrir. Existía una autonomía de los asuntos humanos sociales y no se tiene que esperar que existe una revelación divina gracias a la cual deberíamos de deducir todas las normas de convivencia social y política. Dios ha creado al hombre a su imagen y semeanza, y parte de esta imagen es precisamente trata de cómo se ha de gobernar según una serie de leyes. No obstante, tal poder de gobernar y formular leyes no está sin sus límites. 

Según nuestra primera lectura del Libro de Isaías, aparece la figura del Rey Ciro de Persia, y se le denomina ungido o mesías, que también el poder soberano de Dio sosbre todos los aspctos de nuestro mndo y de nosotros mismos así como la sociedad. Si bien es cierto que existe una legítima autonomía de los asuntos temporales, también hay que afirmar a otro nivel la soberanían de Dios y la universalidad del reinado de Jesucristo, como él mismo afirma al enviar a los discípulos a evangelizar y bautizar: "Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra" (Mt 28,16-20). 

Por una parte, podemos admirar la habilidiad de Jesús y su inteligencia al salir al paso de una situación complicada y por otra, aprender la  lección de evitar caer en la trampa de demonizar a los que no están de acuerdo con nosotros.

 

sábado, 14 de octubre de 2017

LA PARÁBOLA DEL BANQUETE DE BODAS

HOMILÍA, XXVIII DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO, CICLO A, 15 DE OCTUBRE DE 2017.

Esta parábola de Jesús del rey que organiza la boda de su hijo y con tiempo manda invitaciones a los que deseaba estuvieran presentes en una ocasión tan importante para él y para todo el reino como es la boda del hijo del rey. Resulta que los inivtados lo desairan y presentan unas excusas y no quieren par ticipar en la fiesta de bodas. Obviamente, el rey se enoja con ellos, y según la parábola, el rey manda su ejército a matar a esa gente y a quemar su ciudad. Esta es una de las partes de la parábola que choca con la sensibilidad de muchas personas hoy en día. Obviamente, Jesús quiere que sus oyentes entiendan que el rey representa a Dios. Muchos no entienden cómo Dios pudiera actuar de esta manera. Hay que señalar dos puntos para comprender esto. Primero, la parábola no es una alegoría y por lo tanto, todos los detalles que contiene no se aplican a la lección que se quiere enseñar. En segundo lugar, Jesús utiliza aquí  en otras partes del Evangelio la figura retórica del hpiérbola, o exageración para lograr sacudir nuestras conciencias y que tomemos en serio la lección que la parábola contiene. Pasa lo mismo cuando dice que es más fáicl que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el Reino de los Cielos. Además, Jesús logra comunicarse con sus oyentes con la ayuda de lenguaje sencillo e impactante, no teorías filósoficas abstrusas. Otro punto que llama la atención es el del señor que no tiene puesto el traje de bodas. Pareciera injusto a nuestra mentalidad echarlo fuera a las tinieblas por una falta tan pequeña.El traje de bodas simboliza la necesidad de conformar nuestro comportamiento a lo que Dios manda en sus mandamientos y para poder entrar en el cielo, hemos de arrepentirnos, que significa cambiar de mentalidad y de actitud y comportarnos según los criterios de Dios que Jesús nos entrega.

El tema del banquete y más concretamente un banquete de bodas como imagen  del cielo es recurrente en la Biblia. En todas las culturas e incluso hoy en día todavía, la celebración de una boda es una ocasión de gran  alegría y festejo. Hay un dicho árabe que reza: "Hay una boda en el cielo, y las mujeres colocan escaleras para subir". Así en nuestra primera lectura de hoy del Profeta Isaías tenemos un banquete con manjares succulentos y vinos exquisitos que se da en el Monte Sión, que es parte de Jerusalén. Es más, Dios promete elimnar la muerte secará las lágrimas de nuestros ojos. Estas son imágnes que nos ayudan a comprender lo que significa la vida eterna, pues, "ojo no ha visto, ni oído escuchado las cosas que Dios ha preparado para aquellos que lo aman". No debemos de pasar por alto tales promesas de Dios sino más bien alimentar nuestra esperanza de una vida nueva y superior, que en realidad ha sido inaugurado en la resurrección de Jesús de entre los muertos, y en nuestro caso, empezamos a participar de manera todavía muy incompleta de este banquete. Nuestra participación en la Santa Eucaristía es un adelanto, un primer platillo de aquel banquete. En ella, el cielo y la tierra se unen de manera más estrecha que en otros momentos de nuestra vida. También la comunión fraterna, el amor mutua, la celebración de las grandes fiestas como la Navidad y la Pascua constituyen unos momentos claves en los que también el cielo y la tierra se unen. Cuando realmente experimentamos el amor mutuo, la caridad fraterna, momentos fuertes de la gracia de Dios, cuando experimentamos fuertemente la belleza de la creación, del arte, buenas obras y sacrificios que  otros hacen a favor nuestro y nosotros hacemos a favor de ellos, en todas estas ocasiones y otras llega un poquito del cielo a nuestra vida y nos llena de alegría, que nos ayuda a vislumbrar la alegría sin fin a la que estamos llamados en la vida verdadera y eterna.

Ante todo, esta parábola nos ha de ayudar a comprender la grandeza de nuestra vocación como seguidores de Jesús, y la superficialidad con la que dejamos a un lado todo lo que Dios nos ofrece para preferir unas actividades secundarias. En la parábola, las excusas son ridículas. ¿Quién se iría a probar el campo que ha comprado cuando se le presenta una invitación del Rey a participar en el baquente de bodas de su hijo?   Una persona normal se sentitiría realmente feliz y procuraría ir bien vestido como corresponde a una ocasión tan transcendente. Otro dice que se acaba de casar, cómo si no fuera a convivir con su esposa muchos años, etc. En nuestro caso, tantos que se dicen católicos no practicantes, como se tal opción fuera una válida, o dicen que son "católicos a su manera", pasan de la misa dominical, porque dicen que no tienen tiempo. Esta es la excusa más ridículo y tonto que podemos inventar. "El trabajo se dilata para llenar el tiempo disponible". Muchos me dicen, "yo tengo que trabajar en el campo y no puedo venir".  Tienen tiempo para ver la telebasura que se emite en la televión, Las excusas que se ponen hoy en dia son igual de ridículas como las que incluye Jesús en la parábola. La verdadera razón es que tienen una fe muy débil y casi mortecina. No se atreven a pensar en lo más importante en la vida, que es descubrir que´sentido tiene esta vida, por qué tenemos que sufir y morir. Decimos que creemos en Dios, pero como dice Santiago en su carta, nuestra fe sin obras está muerta. Decía San Agustín: "Nos has hecho para tí y nuestro corazón está inquieto mientras no descansa en tí". Intentamos llenar el vacío que sentimos en el interior con acumular cosas, distracciónes, diversiones para que nuestra mente no llegue a ocuparse de los pensamientos más importantes. El hombre no puede encontrar la verdadera felicidad o paz en este mundo. Es un don de Dios que nos regala parcialmente y en momentos en este mundo y plenamente en el futuro.            
No echemso en saco roto la invitación que Dios nos hace de particpar en su vida de amor, de alegría sin fin y no nos contentemos con las migajas de felicidad que podemos alcanzar efímeramente en este mundo.

sábado, 7 de octubre de 2017

LA VIÑA

HOMILÍA DEL DOMINGO XVII DE TIEMPO ORDINARIO, 8 DE OCTUBRE DE 2017.

Sin duda, la imagen de la viña es una de las más caracterísitcas de la Biblia capaz de expresar el amor increíble de Dios para su pueblo y para cada uno de sus fieles. El tema de la viña aparece también en Oseas, Jeremías y Ezequiel, y como sabemos lo retoma Jesús en nuestro pasaje evangélico de hoy.  El c. 5 del  libro de Isaías, que hemos escuchado en la primera lectura de hoy, es una pequeña obra maestra, que con la ayuda de varios detalles, expresa el amor incondicional y la solicitud amorosa de Dios hacia su pueblo, y también el hecho de que  existe también el castigo justo. El v. 1 habla de una canción de amor de Dios por su viña. Hay que decir que probablemente el cultivo de la vid es es el que más cuidado requiere para que se den buenas uvas y luego buen vino. El texto de Isaías nos entrega una serie de detalles acerca de la labor que hay que realizar para que se pueda dar buenos frutos: que esté en una loma fértil, donde obviamente se da el sol. Se tiene que cavar y eliminar las piedras. Luego dice que platnó "una cepa exquisita", edificó una torre, y cavó un lagar. Con gran dolor, el profeta expresa la infidelidad del pueblo con la imgan de la falta de fruto de la viña: "Y esperó que diese uvas, pero dio agraces". Dios prosigue: "¿Qué  más se puede hacer ya a mi viña que no se lo haya hecho yo? ¿Que hace Dios con su viña? La respuesta es tremenda y veremos que es la misma que da Jesús en nuestro pasaje evangélico de hoy: Quiitará su cerco, permitirá que sean pisoteada, se llenará de zarzas y espinos y no le dará lluvia. Eso es precisamente lo que hizo cuando llegó el Rey de Babilonia que destruyó la Ciudad Santa de Jerusalén y su templo que se había convertido en lugar donde introducían imágenes de los dioses falsos de los pueblos poderesosos de alededor.

La Liturgia de la Palabra es una llamada, una interpelación para nosotros. Aquí Dios manifesta el amor extraordinario y sin límites  que ha tenido para su pueblo infiel. Si leeemos atentamente la Biblia descubriremos que una gradrísima parte de ella expresa por un lado el amor constante de Dios y la infidelidad, la triación del pueblo. No pensemos que somos mejores que aquellos israelitas de tiepos del Profeta Isaías.

Si bien es cierto que  Dios es misericordioso, pero la misericordia no puede manifestarse sin nuestro arrepentimiento. Cuando Jesús se puso a predicar, su primer menseje, según el Evangelio de San Marcos, el primero de los cuatro, es: "Arrepentíos y creed en el Evangelio", o la buena noticia del Reino, de la soberanía de Dios. Otro tema recurrente en la práctica totalidad de los profetas es el del resto fiel. Pese a todo, Dios es fiel a sus promesas y queda un resto de fieles que serán la semilla de donde nace Jesús y conservarán lo mejor de todo lo que  Dios ha sembrado a lo largo de los siglos en su pueblo Israel, a pesar de tanta infidelidad. Pasa lo mismo con la Iglesia.

Pasemos ahora a nuestro Evangelio de hoy. Llegamos a la parte final del relato de la vida pública de Jesús y probablemente esta pasaje se coloca en los últimos días de su predicación en Jerusalén.  Se dirige a los sacerdotes y a los ancianos de Israel. En este caso, se trata de los mimsos cuidadnos de la viña que hemos constatado en el pasaje de Isaías. Obvimente, los oyentes de Jesús recordarían el pasaje del profeta, pues hay mucho paralelismo entre ambos. En este paso, el dueño de la viña la alquila a unos labradores. Ellos rehúsan pagar el arriendo. Mandó a sus siervos a cobrar, pero esos viñadores malvados los atacan, los apalean y apedrean a uno.  Curiosamente, el dueño manda a otros siervos, ma´s numerosos que los anteriores y los tratan de la misma manera, pero hacen lo mismo, y luego manda a su hijo y lo sacan fuera de la viña y lo mataron.

Los oyentes fácilmente podían darse cuenta de que la parábola se refería a los profetas rechazados por el pueblo. Como en el caso de la parábola de la oveja perdida, o la moneda perdida de la señora, hay una paciencia de Dios que no se da entre nosotros. ¿Qué pastor dejaría 99 ovejsa en el desierto para buscar una? ¿Qué propietario de una viña ante unos inquilinos que no y son tan malvados que maltratan a sus servidores, va a enviar más e incluso a su hijo para lo que maten a más de ellos e incluso el hijo? Eso no lo hace nadie en el mundo. Ninguna persona tiene tanta paciencia.

Al final, el dueño de la viña aplica la justicia y echa a los inquilinos y entrega su viña a otros, que darán su fruto en el momento oportuno.   Luego Jesús cita la Escritura, el salmo 117, que afirma que "la piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular".   El mismo Jesús es la piedra angular de su Iglesia y el que no esté en comunión con El no podrá formar parte de este edificio.

Tanto la lectura del Profeta Isaías como nuestro pasaje del Evangelio de San Mateo nos dejan una importante lección. En primer lugar, está el amon infinito de Dios que se nos manifiesta en un sin find de detalles, pero si nosotros no acogemos al Señor, si somos necesio y nos olvidamos de Deios, de Jesús, si establecemos a un dios falso al que rendimos culto en nuestra vida,  eso tendrá consecuencias muy graves para nosotros. Dios Nuestro Señor no es un bonachón que acoge a todos en el cielo, sino respeta nuestra opciones libres que tiienen sus consecuencias graves. No nos sirve pensar que el infierno no existe, pues Jesús lo afirmó al menos 14 vecees en el Evangelio. Tampoco sirve lo que muchos piensan, que sí existe el infierno pero que no va nadie allí. No nos creemos que eso lo piensan solamente personas  ignorantes o de poca educación. Lo piensan hasta famosos teológos, pero para poder concluir esto, tienen que filtrar muchos de los dichos más importantes de Jesús. ¿A quién vamos a creer, a Jesucristo Nuestro Señor, o a un teólogo que por más brillante que sea, se equivoca?.