sábado, 28 de octubre de 2017

EL PRIMER MANDAMIENTO

HOMILÍA XXX DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO, 29 DE OCTUBRE DE 2017.

Los fariseos eran muy escrupulosos acerca del cumplimiento de la ley. Existían 613 leyes en el Antiguo Testamento, pero no sólo se empeñaban a cumplirlas a rajatabla, sino habían creado miles de normas o lo que llamaban "tradiciones de los antiguos", vistas como un cerco para proteger la ley. No es de extrañar, pues, que les interesara la cuestión de cuál sería la ley más importante. En este caso como en otros, lo que pretenden es presentarle a Jesús una pregunta capciosa con la intención de lograr que quedara mal ante la gente. Hay que decir también que no todos ellos eran malos. Un buen número de ellos eran sinceros y buscaban agradar a Dios a través del cumplimineto estricto de su ley.

Recordemos, en primer lugar, lo que es un mandamiento y por qué Dios nos ha entregado mandamientos. Dios no sólo creó al hombre a su imagen y semejanza, que quiere decir que lo dotó de intelgiencia y voluntad que ejerce a través de la razon, sino que quiso dejarnos con el modo de saber cómo hemos de comportarnos para alcanzar cumplir el proyecto de Dios para el hombe que consiste en su eterna felicidad en comunión con Dios en el cielo. La misma razón reflexionando puede descubrir bastantes aspectos de la vida moral, que se denomina la ley natural. No necesitamos  la revelación para descubrir que debemos de respetar al otro, a los padres, practicar la justicia y la equidad, que no debemos matar a otro ser humano etc. ¿Entonces, ¿por qué Dios entregó 613 leyes en el Antiguo Testamento? Santo Tomás de Aquino, nos explica que solo pocos y después
es de  muchos errores podrían descubrir por la razón lo que Dios pide y lo que nos conviene para alcanzar cumplir el proyecto de Dios. Por ello, fue moralente necesario que revelara su ley para guiarnos de manera más eficaz a alcanzar el fin de nuestra existencia. Un mandamiento es alguna orden obligatoria y no opcional. Hoy en día, hay algunos que toman los mandamientos de la ley de Dios como si de meros consejos se tratara. Dicen que hay que discernir si tenemos que cumplir el mandamiento o no. Ciertamente, hay que saber si tal o cual mandamiento nos obliga en cada caso, pero no podemos decidir nosotros si vamos a cumplir un mandamiento de la ley de Dios que sí tiene aplicación en nuestro caso.

Una vez que reconocemos quién es Dios y qué es lo que nos ha dado, la misma vida, la fe, su Divina Providencia, su perdón y tantas cosas que si no nos sostuviera en la vida no podríamos seguir viviendo. El primer mandamiento con el que Jesús sintentiza todos los demás nos manda amar a Dios. Ahora bien, no podemos amar lo que no conocemos. Por lo tanto, tenemos que empeñarnos en conocer a Dios. ¿Cómo se revela Dios? A través de su creación y la revelación histórica que ha realizado de sí mismo, a partir sobre todo de Abrahán, pasando por Moisés y todos los profetas, y culminando en la venida de Jesucristo, su propio Hijo. Así como nadie da lo que no tiene, nadie ama lo que no conoce. Es a través de Jesucristo Nuestro Señor y concretamente de su Evangelio que podemos conocer a Dios conociendo a Jesús.

Vamos conociendo a Jesús y por ende a Dios a través del conocimiento y la reflexión sobre el Evangelio. Jesús resume todo el contenido del Evangelio en el mandamiento de amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como nosotros mismos.   Si tenemos fe en Dios y nos damos cuenta de todo lo que nos ha dado y no da cada día,sobre todo la fe y la gracia con las que nos regala una nueva vida, cosa que sucedió el el bautismo, no nos resulta muy difícil comprender la importancia de amar a Dios, de alabarlo, adorarlo y  cumplir su voluntad sobre nostros. Por eso, dice Jesús "el que me ama guardará mis mandamaientos, y mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos  morada en él".

En cuanto a la segunda parte del mandamiento, de amar al prójimo como a nosotros mismos, con no poca frecuencia nos cuesta y hasta nos puede parecer imposible de cumplir. Es cierto que hay personas que son complicadas, difíciles de trato, que nos fastidian, que simplemente nos caen mal y no queremos tener que ver con ellss. En este caso, hemos de recordar que pese a todos nuestros defectos, Dios nos ama a todos y a cada uno, como dice Jesús, hace caer la lluvia sobre malos y buenos. Si Dios los ama, entonces nosotros deberíamos de hacer un gran esfuerzo por amar y hacer el bien a tales personas pesadas o complicadas. San Francisco de Sales decía que una gota de miel atrae más que un barril de vinagre. Igual, si nosotros los tratamos bien, con bondad y amabilidad, ¿quién sabe si no van a cambiar su actitud y empezar a ser menos pesados? También dice Jesás: ¿Si amáis a los que os aman, qué mérito tenéis? " Hasta los paganos y los publicanos aman a los que los aman. El que es cristiano y ha sido incorporado a Jesucristo y ha recibido la nueva vida de la gracia no puede contentarse con comportarse de manera razonable desde el punto de vista humana. Ha de hacer más. Además, la medida del amor al prójimo es muy grande, pues se trata de amarlo como nos amamos a nosotros mismos. La persona normal, toma muchas medidas para cuidarse a sí mismo, la salud, la higiene. Quiere formar su carácter y ser mejor persona. Quiere gozar de las cosas buenas que Dios nos ofrece y permite. Lo mismo debemos hacer nostoros respecto al prójimo.

Examinemos nuestra conciencia para descubir si de verdad amamos a Dios sobre todas las cosas, con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y todas nuestras fuerzas. Si nunca a lo largo del día ni pensamos en él, ni elevamos nuestra mente y nuestro corazón a Él, si no nos preocupamos por cumplir sus mandamientos, entonces, si somos sinceros, hemos de reconocer que no amamos de verdad a Dios. Si esto es así, entonces amamos otra cosa que convertimos en nuestro falso dios. Éste es el pecado de la idolatría que en la Biblia es EL PECADO  por antonomasia.

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