SEGUNDO DOMINGO DE
PASCUA O LA OCTAVA, FIESTA DE LA DIVINA MISERICORDIA.
Este domingo
tradicionalmente se llama “Domenica in albis”, o “domingo en
blanco”. Los neófitos que recibieron los sacramentos de la
iniciación, el Bautismo, Confirmación y la Eucaristía en la
Vigilia Pascual recibían un vestido blanco como símbolo de su nueva
vida y la pureza o su participación en la victoria pascual de
Jesucristo. Lo llevaban a lo largo de la semana durante la cual
también acudían a la Iglesia para las catequesis mistagógicas que
versaba sobre la Eucaristía. También es la octava de Pascua, es
decir, la Iglesia en ésta la fiesta más grande cristiana extiende
la solemnidad a lo largo de los primeros ocho días, lo mismo hace en
la Navidad. Es más, la Pascua se extiende a lo largo de los 50 días
que separan el Domingo de Pascua de la gran fiesta de Pentecostés,
pero los primeros ocho días son de mayor solemnidad. Además,
gracias al hecho de que el Papa San Juan Pablo II haya acogido la
revelación privada hecha a Santa Faustina que pedía el
establecimiento de la Fiesta de la Divina Misericordia en este día,
también celebramos esta fiesta, que está en perfecta sintonía con
la celebración de hoy de la Divina Misericodia.
En el evangelio de
San Juan hemos leí
do la primera aparición de Jesús resucitado a los
apóstoles. Aunque María Magdalena había sido la primera en
encontrarse con el Señor resucitado, no le creían debido a la
mentalidad de la época, pues no se fiaban del testimonio de una
mujer. Podemos imagina la situación en la que se encontraban los
discípulos de Jesús con un gran temor de las autoridades judías.
En general en la Biblia las apariciones de ángeles o las
comunicaciones del mismo Dios provocan miedo, como era el caso de
María y el Arcángel Gabriel en la Anunciación. En la
circunstancias del momento Jesús repite una y otra vez “Paz a
vosotros”, que sería el saludo “shalom”, pero en este caso
tiene un significado más profundo que un mero saludo convencional.
También les enseñó las manos y los pies, gesto que les ayudarían
a calmarse y darse cuenta de que era él mismo, no un fantasma.
Enseguida Jesús
les da poder de perdonar los pecados “a quienes perdonéis los
pecados, les quedarán perdonados; a quienes se los retengáis
quedarán retenidos”. El Concilio de Trento,que se celebró en el
siglo XVI, en respuesta al desafío de la Reforma Protestante, afirma
que este texto es el principal texto que avala la institución del
Sacramento de la Penitencia o de la Reconciliación de parte de
Jesús. En la Iglesia Antigua, el Sacramento de la Penitencia se
llamaba simplemente “la paz”. También el título de “Sacramento
de la Reconciliación” es muy adecuada, dado que a través de este
sacramento nos reconciliamos con Dios y con los hermanos. En estos
tiempos de tanto odio y violencia tanto intrafamiliar como en la
sociedad, Jesús resucitado proclama la paz por el perdón de los
pecados y reitera lo que había dicho en la Última Cena cuando dijo
“la paz os dejo, la paz os doy”. En realidad, el don de la paz
está íntimamente relacionado con la misma salvación que Jesús
trajo al mundo, y como repite San Pablo con frecuencia, nos
reconcilió consigo y entre nosotros por su sangre derramada en la
cruz.
A continuación
deseo resumir brevemente la historia de la devoción a la Divina
Misericordia que ha sido uno de los grandes movimientos espirituales
de nuestro tiempo, como resultado de revelaciones privadas hechas a
una monja polaca, Sta. Faustina Kowalska, pasando por el Papa San
Juan Pablo II y llegando al Papa Francisco, quien como sabemos, ha
declarado este año el Jubileo de la Misericordia.
Santa Faustina
nació en Polonia el 25 de agosto de 1905, y dos días después fue
bautizada en su parroquia con el nombre de Elena. . De la edad de 5-7
años tuvo sus primeras experiencias sobrenaturales. Su madre la
encontraba durante la noche levantada y rezando, pues decía que su
Ángel de la Guarda le había ordenado rezar. A los 9 años recibió
la primera comunión y se confesó por primera vez. Formó luego el
hábito de confesarse cadas semana. Ella ayudaba a su madre en las
tareas de la casa y solo a loso 12 años, debido a las restricciones
impuestas por Rusia que dominaba la parte de Polonia donde vivía. Al
poco tiempo tuvo que dejar de estudiar porque a las mayores no les
permitían ya en a la escuela. A los 15 años se fue trabajar en
una casa con una señora. A los 18, estando en Varsovia, con la
seguridad de que el Señor la llamaba a la vida consagrada, se acercó
a una congregación dedicada a la Divina Misericordia. La Madre
Superiora la obligó a trabajar un año más para juntar el dinero
necesario para comprar lo necesario para ingresar en el convento.
Como novicia tuvo grandes experiencias místicas, como conocer el
purgatorio, el infierno y el cielo. Le tocaba trabajar en la cocina y
su salud era precaria de manera que tuvo que ser internada en un
hospital debido a la tubercolosis. Le costaba mucho levantar las
ollas de patatas debido a su debilidad. Tuvo que enfrentarse con
grandes pruebas y la misma Santa Sede intervino para prohibir
promoción de de la devoción de la Divina Misericordia. Algo similar
le tocó también al P. Pío. Este problema se resolvió
favorablemente gracias a la intervención del entonces Cardenal de
Cracovia, Karon Woyjtila.
Si Santa Faustina
fue el instrumento de Dios para dar a conocer esta devoción a la
Divina Misericordia, San Juan Pablo II fue el gran promotor de la
misma. Le misericordia de Dios es una realidad muy presente y
esencial tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. En su
segunda enccíclica Dives in
misericordia,
el Papa desarrolló profundamente el fundamento bíblico y teológico
de la misericordia de Dios. Además, le tocó beatificar y canonizar
a Sant Faustina. El Papa Benedicto XVI prosiguió por el mismo camino
que su gran predecesor. Con el paso del tiempo se ha ido formando
grupos de fieles que se dedican a rezar la coronilla de la Divina
Misericordia. Se puede ver en muchísimas iglesias en todo el mundo
la imagen de Jesús pintada por indicaciones del mismo Señor a Santa
Faustina. Una de las grandes revelaciones que experimentó Santa
Faustina fue precisamente en la capilla de su convento en una Hora
Santa ante el Santísimo Sacramento. El Papa Benedicto XVI contribuyó
notablemente a que en un gran número de parroquias se celebre cada
jueves la Hora Santa ante Jesús sacramentado. Después del Vaticano
II, algunos consideraban superada esta devoción. Ya de Cardenal, el
Papa Benedicto escribió un libro llamado Introducción
al Espíritu de la Liturgia, el
que explica el fundamento teológico de la devoción eucarística.
Llegamos al Papa Francisco, que sin duda ha establecido la
Misericordia de Dios como el gran tema de su Pontificado. Siguiendo
la línea trazada por sus antecesores y la misma esencia del
Evangelio, ha declarado un Jubileo Especial de la Misericordia a lo
largo del presente año. La práctica totalidad de sus intervenciones
a lo largo de este año han estado centradas en la Misericordia de
Dios. Ha promovido e intentado facilitar que los católicos acudan al
Sacramento de la Penitencia que es donde más íntimamente se puede
experimentar la misericordia divina.
Que esta Fiesta de la Divina Misericordia y todo este año que
tanta importancia tienen debido a la situación de odio, de violencia
de todo tipo que se encuentra en nuestro mundo. Dios en su infinita
misericordia no dejará de su mano a la humanidad, de la que un
porcentaje notable se encuentra desviada y sin rumbo, olvidadizo de
Dios y del verdadero sentido de la vida. Pidamos al Señor en este
Fiesta y en este tiempo de Pascua que derrame su misericordia sobre
el mundo entero. Pidamos también a María Santísima, Madre de
Misericordia, que en tantas apariciones ha manifestado su solicitud
por la situación de los hombre de estos tiempo, que interceda por
todos nosotros.
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