sábado, 16 de abril de 2016

EL BUEN PASTOR Y ORACIÓN POR LAS VOCACIÓNES

CUARTO DOMINGO DE PASCUA, CILCO C, DOMINGO DEL BUEN PASTOR

Este cuarto domingo de Pascua tradicionalmente se llama Domingo del Buen Pastor, y desde hace unos 50 años el Beato Pablo VI lo declaró Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones. Las vocaciones al sacerdocio y la vida consagrada constituyen un aspecto muy importante de la vida de la Iglesia, como fácilmente puede reconocer cualquier católico. ¿Por qué el Papa sintió la necesidad de instituir esta Jornada de Oración por las vocaciones? Ciertamente, podemos recordar las palabras de Jesús en el Evangelio, “la mies es mucha y los operarios pocos”, y la necesidad de orar para que el Señor de la mies mande operarios a su mies. En la Biblia también es común la imagen de la viña y es obvio la necesidad de labradores para que una viña dé frutos. Hoy en día, sobre todo en los países occidentales llamados desarrollados, escasean las vocaciones al sacerdocio y la vida consagrada. Muchos católicos se han subido al carro del secularismo, del consumismo y, gracias al uso prácticamente universal de los anticonceptivos, no quieren tener más de un hijo, si es que se casan y quieren tener alguno. Privan los valores materiales y pocos piensan en el verdadero sentido de su vida o en qué va a pasar después de al muerte. No les interesa la vida eterna, sino más bien con una confianza mágica en las posibilidades de la medicina, de la gimnasia etc, Lo que más les importa es alargar la vida.  El mensaje de Jesús que enseña la Iglesia no atrae a muchos porque están empeñados en buscar una felicidad barata que excluya el dolor, el sacrificio, la entrega generosa a los demás. Quieren "calidad de vida" medida como bienestar material e inmediato, seguridad económica y que el Estado "niñero# los cuide. . No es de extrañar que los libros de autoayuda escritos por diversos gurús sean de  los más comprados y leídos.  Tampoco es de extrañar que se extienda la adolescencia hasta tal vez los 40 años, fenómeno denominado "Síndrome de Peter Pan".  Con la difusión de esta mentalidad de parte de los medios masivos de comunicación, que escasean las vocaciones al sacerdocio y la vida consagrada. 

La imagen de los reyes como pastores de su pueblo era común en tiempos bíblicos, tanto en Israel como en los pueblos de alrededor. Si echamos un vistazo a la imagen que la Biblia nos proporciona de los reyes, descubrimos que casi todos ellos son considerados malos. Por ello, Dios, a través del Profeta Ezequiel promete que él mismo sería el pastor de su pueblo. También en el libro de Jeremías le promete verdaderos pastores. Todas estas promesas se cumplen en Jesús, que hoy en nuestro evangelio del décimo capítulo del Evangelio de San Juan se presenta como EL BUEN PASTOR. Cabe señalar que la palabra kalós en griego puede traducirse tanto como bueno como bello. Hoy en día se aprecia la belleza de una cara bonita o un cuerpo esbelto, pero la verdadera belleza de la persona no consiste en eso. Reconocemos que una bella persona es uno que es amable, servicial, atento a las necesidades de los demás, alegre y solidaria. La verdadera belleza de la persona consiste en la entrega a los demás, en definitiva en la virtud y sobre todo la caridad. Así Jesús es el bello pasto que “da la vida por sus ovejas”.

Veamos, e primer lugar, el contexto de este breve pasaje del evangelio que hemos escuchado hoy. Jesús estaba en Jerusalén en la ocasión de la Fiesta de Janucá o de la Dedicación, también llamada Fiesta de las Luces. Conmemoraba la rededicación del Templo en el año 165  . de C. de parte de Judas Macabeo, después de la victoria sobre los griegos bajo Antíoco Epifanes IV, que había conquistado Jerusalén y desacrado el Templo, colocando en él una imagen del dios griego Zeus. En esta ocasión, que se da en invierno, a mediados de diciembre, casi coincidiendo con el solisticio de invierno y nuestra Navidad, se colocaba un candelabro de 9 brazos en el templo y en las casas, y se encendía una lámpara cada día.












Esta declaración de Jesus se da en el contexto de una gran polémica entre Jesús y las autoridades judías en la que entra también el episodio de la curación del ciego de nacimiento. Los fariseos son unos guías ciego que no reconocen a Jesús como Mesías. De hecho, al reivindicar el título de Buen Pastor, Jesús está indicando que Él es el Mesías.

Quiero comentar tres verbos que Jesús utiliza en este breve pasaje. En primer lugar, dice “mis ovejas escuchan mi voz”. Se ha dicho que la cultura del Pueblo de Israel es una cultura basada en la palabra, más bien que la imagen, como había sido la cultura griega que tanto apreciaba la belleza física y por ello visual. Dios dirige su Palabra a su pueblo, primero a Ahraham, luego Moisés y los profetas. La oración más importante de Isreal es la “Shema Israel”, “escucha, Israel”. Dios se comunica con su Palabra y quiere que su pueblo escuche. Con el Salmo 94 con frecuencia se da inicio a la Celebración de la Liturgia de las Horas diciendo: “Ojalá eschéis hoy su voz, no como en Meribá, como Masá en el desierto” Todo este proceso de hablar y escuchar culmina en Jesús, que es la misma Palabra (Logos, en griego, según San Juan, que tiene una gran carga de sentido). El cristianismo no es una “religión del libro”, como llegó a ser el Judaísmo tardío debido al extraordinario énfasis en la Torá, le ley escrita e interpretada por los rabinos. También el islam, siguiendo la influencia de los rabinos judíos, es una religión de un libro, el Corán. Podemos decir que Dios tiene una voz, viva que nos llega incluso a nosotros. No es lo mismo leer un mensaje importante en un texto escrito que escuchar el mismo mensa je a viva voz de una persona que lo comunica con pasión, en entusiasmo, con garra. De manera que no es de extrañar que San Pablo afirme que “la fe viene del oído” fides ex audito, y sigue reconociendo la importancia de que haya quien proclame con la voz la Palabra, “cómo se va a oír si no hay quien proclame” .

El cristianismo no es una filosofía o una ideología, como el platonismo o el marxismo o tantas otras. En el fondo, se trata de una voz que nos habla y se comunica con nosotros. Dice Jesús que las ovejas “escuchan la voz” del pastor y lo siguen. A lo largo de los siglos, la Iglesia siempre ha dado una gran importancia a la Sagrada Tradición, además de la Palabra de Dios conservada en la Biblia. Ciertamente, los apóstoles y los demás discípulos se acordaron de la voz de Jesús, su modo de expresarse, su tono. Para ellos, y luego para todas las generaciones católicas, el Evangelio no es mera palabra escrita, sino palabra viva transmitida (que es lo que significa la palabra “tradición”, que proviene de tradere en latín que significa entregar). No solamente leemos la Biblia, que es algo muy importante y recomendable, sino que al ser proclamada la Palabra de Dios en la liturgia de alguna manera se hace presente para nosotros la voz del Señor, se hace presente en su palabra. La voz del Señor perdura en la Iglesia también cuando nos hablan con autoridad apostólica los papas y los obispos. El Beato Cardenal Newman buscaba la viva voz de la Iglesia y se daba cuenta de que sólo en la Iglesia Católica está presente, ha perdurado a lo largo de los siglos y ha llegado a nosotros.

En segundo lugar, Jesús dice “yo los conozco y ellas me siguen”. El verbo conocer en la Biblia no se refiere solamente aun tipo de conocimiento intelectual o abstracto que se pueda adquirir del estudio de los libros. Se trata de una relación íntima y personal como es el caso de la relación entre los amigos o los esposos. Por eso, pudo decir María al Ángel Gabriel, “no conozco varón”. Este tipo de conocimiento queda magistralmente ilustrado en el Salmo 139: “Señor, tú me escrutas y me conoces; cuando me siento y cuándo me levanto, mi pensamiento calas desde lejos;… Sondéame, oh Dios, mi corazón conoce, pruébame, conoce mis desvelos; mira no haya en mi camino de dolor, y llévame por el camino eterno”. Así, los santos de todos los tiempos se imbuían de la palabra de Dios, estaba en sus labios y en su corazón y así podían seguir de verdad a Jesús hasta el punto de poder decir con San Pablo: “para mi vivir es Cristo” o “Juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien perdí todas las cosas, y las tengo por basura para ganar a Cristo” (Fil 3, 7-9). Así podemos constatar que el concepto bíblico de conocimiento está íntimamente relacionada con el amor. El Buen (Bello también) Pastor conoce a sus ovejas y ellas lo conocen a Él, reconocen su voz, y lo siguen.

En tercer lugar, Jesús dice “yo doy mi vida por ellas; no perecerán jamás; nadie las arrebatará de mi mano”. La belleza y la bondad de Jesús está sobre todo en su entrega hasta el extremo de la cruz, como más adelante San Juan afirma al inicio de su relato de la Cena y la Pasión, “los amó hasta el extremo”. En Galilea y en general en Israel antes y después del tiempo de Jesús, habían surgido no pocos falsos mesías que se presentaron con auténticos libertadores del pueblo. No eran el verdadero Mesías, porque no llevaban adelante un proyecto de Dios. También en nuestros tiempos no faltan gurús que engañan a la gente, incluso dentro de la Iglesia, hasta que fueron descubiertos como los farsantes que eran. Jesús tiene todas las señales de la autenticidad, como las tuvieron otros grandes santos como San Francisco, o en la actualidad el Padre Pío o la Madre Teresa de Calcuta. La gente sencilla de Galilea reconocía que Jesús no era como cualquier otro y  que buscaba su auténtico bien, que no buscaba su propio provecho. Los falsos mesías de antes y de la actualidad siempre han sido descubiertos, pero la figura de Jesús crece con el tiempo y en cada época surgen santos que hacen presente unos un aspecto de su persona y su ministerio, otros otro aspecto.

Al celebrar este Domingo del Buen Pastor, tengamos delante de nuestra mente y nuestro corazón la auténtica imagen de Jesús que se encuentra delineada en el Evangelio, y reproducida en la vida de tantos santos, también de nuestro tiempo. Pidamos que en estos tiempos difíciles para la Iglesia y para el mundo entero, que el Señor siga mandando al mundo a verdaderos pastores buenos y bellos, en el sentido de lo que es la belleza de Jesús, la entrega de su vida a favor de los más necesitados, de todos porque nadie puede salvarse a sí mismo y sólo en Él hay salvación y sentido de la vida. No es que el Señor pueda abandonar a su Iglesia y dejarla sin los pastores que necesita, pero sí aquellos a quienes dirige su llamada podrían ser mezquinos y poco generosos al y no querer acoger la llamada de Dios. Pidamos, pues por todos los seminaristas, por los religiosos que se dedican a la vida contemplativa en los conventos y monasterios, que en palabras de San Juan Pablo II, son la vanguardia de la Iglesia, por los religiosos y demás personas consagradas que se dedican a todo tipo de actividades pastorales y caritativas y así hacen presente a Jesús, Buen Pastor en el mundo a través de sus obras de caridad de evangelización. El Papa Benedicto XVI afirmaba en su encíclica Deus Caritas est que por más bien organizados estén los servios sociales siempre hay un gran campo de acción para la caridad cristiana.




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