DOMINGO DE PASCUA, 16 DE ABRIL DE 2017.
En primer lugar, conviene examinar el sentido de la palabra resurrección (en griego anastasis). En la Biblia, el hombre al morir, pasaba a habitar el sheol, un lugar lugubre y frío debajo de la tierra. No habla de la posibildad de la comunicación con los compañeros allí, pero también menciona el hecho de reunirse con los antepasados. Más adelante en el Antiguo Testamento, se iban dando cuenta de que el poder de Dios llegaba también hasta esa región de los muertos. En algunos libros proféticos, como Oseas y Ezequiel, se habla de una resurrección del pueblo después de grandes desastres como el exilio de Babilonia. Más adelante, se llegó a la convicción de que las almas de los justos están en manos del Señor, en el libro de la Sabiduría, por ejemplo. En el libro de Daniel y y en los de los Macabeos, en el contexto de la persecución del tirano sirio Antioco Epífanes, se dio un paso nuevo en la concepción de la suerte de los justos después de la muerte. Se pensaba que se daría una resurrrección de los justos al final de los tiempos en la que ellos estarían con Dios. En tiempos de Jesús, había varias ideas acerca de lo que pudiera suceder después de la muerte. Algunos, como los fariseos creían en la resurrección final de los justos. Los saduceos, siendo más conservadores y reconociendo tan solo la validez del Pentateuco o los primeros cinco libros de la Biblia rechazaban esta novedad. Otros, al parecer creían en la reencarnación, pues cuando Jesús preguntó a los apóstoles quién dice la gente que era él, algunos contestaron que era Jeremías vuelto a la vida. Lo que ningún grupo en el mundo judío del tiempo de Jesús esperaba era que una persona que ciertamente había muerto, cuya muerta ya estaba más que certificada por los romanos, que había muerto como criminal e la cruz de parte de los romanos, Jesús, había resucitado, adelantando así en su persona esa esperanza de una resurrrección final de los justos característica de los fariseos. Nadie esperaba que se diera tal cosa.
En nuestro pasaje evangélico de este Domingo de Pascua, se nos presenta a María Magdalena ante la tumba de Jesús, aparentemente para llorar. Ella enncontró que el sepulcro estaba vacío y enseguida pensó que fuera un caso del robo del cadáver. En los otros evangelios, llegan mujeres al sepulcro también, y aunque con variedad de detalles, encuentran que la losa que mantenía cerrado el sepulcro había sido removida y que no estaba el cuerpo de Jesús. Hay un acuerdo fundamental entre los cuatro evangelistas y diversidad de detalles, cosa que asegura la fidelidad del relato a la verdad histórica. Si se hubiera inventado la historia de la tumba vacía, se ´habría inventado una historia única con los mismos datos. Además, si se hubiera inventado el relato, no se habría hecho a las mujeres los primeros testigos de la tumba vacía y las primeras en recibir apariciones de Jesús resucitado, porque n la época la muijer no era considerada como un testigo fidedigno y no podía dar testimono ante un tribunal. Ella va rápidamente y informa a los apóstoles, y Pedro y Juan van corriendo hacia el sepulcro. También tiene su interés el hecho de que fueran las mujeres las primeras en descubrir el sepulcro vacía y en recibir las primeras apariciones de Jesús, en cuanto que ellas estaban pesentes en el momento de la sepultura, pues Juan indica en su relato de la crucifixión el hecho de la presencia de las mujeres cerca de la cruz, y obiamente estaban presentes en el momento de la sepultura, de manera que habían costatado tanto la muerte de Jesús como su sepultura.
En su evangelio, Juan se refiere a sí mismo como "el discípulo que Jesús amaba". Es interesante que señale que él corría más rápido y llegó primero al sepulcro, pero no entró, esperando que llegara Pedro. Se inclinó y vio las vendas con los que Jesús había sido sepultado en el suelo, dentro de la tumba. Cuando llegó Pedro y entró encontró las vendas y el sudario y éste doblado aparte, no junto a las vendas. Se cree que el sudario se encuentra en la Catedral de Oviedo. Si el evangelio contiene detalles de este tipo, es que tienen su importancia. Si hubiera sido robado el cuerpo, no habría quedado el sudario doblado allí de esa manera. Luego dice que el discípulo vio y creyó. La constatación de la tumba vacía y las vendas y el sudario de la manera indicada serían en inicio de la fe del discípulo en la resurrección de Jesús. Se puede deducir también la sugerencia de que la fe procede o se alcanza más fácilmente cuando se ama. Estas evidencias, todavía incompletas, habría provocado los primeros pasos de la fe del discípulo en la resurrección de Jesús. Esta fe inicial se completa cuando Jesús se aparece a los apóstoles en la tarde del mismo domingo de Pascua, aunque para Tomás todavía no, hasta el domingo siguiente.
Vamos a comentar un poco las otras lecturas para sacar algunas lecciones de ellas acerca de este gran misterio inaudito y totalmente ineseprado de la resurrección de Jesús y lo puede significa para nosotros. En el libro de los Hechos de los Apóstoles, Pedro da una síntesis de lo que fue el ministerio de Jesús tanto en Galilea como en Judea y en Jerusalén y cómo al final Jesús llegó a ser condenado y muerto en la cruz, pero "Dios lo ha resucitado al tercer día". Luego dice que Dios no quisoJesús resucitado se manifestase a todo el pueblo, sino a unos testigos anteriormente escogidos. Son los mismos que lo acompañaron desde el principio y después de su resurrección, comieron y bebieron con él. Es decir, es el mismísimo Jesús que tantas veces ´había compartido la mesa con ellos, lo hizo también de resucitado. No hay ninguna impresión de que fuera una visión, un espíritu, aunque en otros pasajes se cuenta que Jesús pasaba por las puertas sin que se abrieran, o que en ocasiones no lo reconocía, como el de los does en el camino de Emaús, o María Magdalena que lo confundió con el hortelano. Tiene un cuerpo real, pero con unas cualidades desconocidas.
Luego de haber descubierto la realidad histórica, también dramática e inaudita de la resurrreccion de Jesús en las lecturas anteriores, ahora de la mano de San Pablo a los colosenses, vamos a descubir cómo este misterio central de nuestra fe tiene que incidir en nuestra vida concreta aquí y ahaora en este mundo que nos toca habitar. Pablo escribe: Si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de allá arriba donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Da por supuesto que hemos resucitado con Cristo. En la lectura de anoche en la Vigilia explica que esta resurrección nuestra con Cristo se dio simbólica o sacramentalmente en el bautismo. ¿O es que ignoráis que cuantos fuimos bautizados con Cristo fuimos bautizados en su muerte? Fuimos sepultados con él por el bautismo en la muerte, a fin de que al igual que Crito fue resucitado de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva" (Rom 6,3) Aquí se nota lo que se realiza en el bautismo, una identificación con Jesús tanto en su muerto, su sepultura como en su resurrección. La vida nueva a la que frecuentemente se refiere San Pablo es la vida unida a Jesús que ya pasó por la muerte y la sepultura y ahora vive con Dios en su misma humnidad, y ya la poseemos en semilla en esta vida. Por lo tanto, a los colosenses los invita a comportarse en conformidad con esta nueva vida entregada a nosotros en el bautismo. Buscad las cosas de allá arriba. ¿Qué serán estas cosas? El comportamiento del cristiano corresponde a la nueva vida que le pertenece ya, y cómo esta vida es una particpación de la vida resucitada que goza Cristo Nuestro Señor, se trata de imitarlo, como el mismo Pablo lo hace. Invita a los filipenses a "tener los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús" (Fil 2,5), en primer lugar la humildad y el amor mutuo, o en otras palabras una vida entregada al cumpliiento de Dios que llevó a Jesucristo en su divididad a despojarse de sí mismo, rebajarse, entregarse hasta la muerte en la cruz. Se puede decir también que este nuevo comportamiento del cristiano, aunque sigue viviendo en este mundo, pero que ya goza de la participación de la vida resucitada de Jesús corresponde a las peticiones del Padre Nuestro: Venga tu Reino, hágase tu voluntad en la tierra en el cielo como en la tierra.
Por lo tanto, nuestras lecturas de este Domingo de Pascua nos llevan en primer lugar a reflexionar sobre la realidad histórica de la resurrección en primer lugar con la ayuda del descubrimiento de la tumba vacía de parte de María Magdalena y luego de Pedro y Juan. Este es un primer paso en el proceso de la fe en Cristo resuctiado, que vemos que Juan dio en la misma tumba vacía. Se trata del mismo Jesús que los apóstoles acompañaron desde el principio en Galilea, con el que compartieron la mesa también después de resucitado, de manera que no se trata de ningún fantasma ni de un espíritu sino el único Jesús, ahora con un cuerpo renovado y que está con Dios en su humanidad. Dando un paso más, como hemos visto, San Pablo nos invita a vivir las consecuencias de nuestra unión e identificación con es Cristo resucitado que ya está en el cielo (allá arriba), y nosotros también a la manera de una semilla que va creciendo y posteriormente se manifestará plenamente. Eso exige de nosotros un nuevo tipo de comportamiento conforme al ejemplo que nos dejó Jesús, teniendo los mimsos sentimientos que él.
sábado, 15 de abril de 2017
sábado, 8 de abril de 2017
DIOS NO SALVÓ A SU PROPIO HIJO
DOMINGO EE LA PASIÓN O DE RAMOS, 9 DE ABRIL DE 2017.
"¿No era necesario que el Cristo padeciera todas estas cosas y entrara en su gloria?" (Lc 24, 26). En este domingo dicho de la Pasión, nos toca la lectura del relato de las últimas horas de la vida de Jesús. Un biblista alemán llamado Kahler observó que los evangelios son ante todo un relato de la Pasión con una larga introducción. Es cierto que todo el relato culmina en la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Pero ¿de verdad era necesario? ¿Jesucristo, hijo de Dios no pudo haber realizado la salvación del hombre de otra manera, menos cruenta y horrorosa? San Lucas consideraba que sí era necesario. Dios toma el pecado en serio y sólo Él pudo salvarnos del abismo que es el mal, el pecado y la muerte eterna.
Este año nos toca la lectura del relato de la Pasión de San Mateo. Desde el inicio, Jesús se topa con el misterio del mal, de la cobardía, de la traición. Porque "habiendo amado a lo suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo" (Jn 13,1), cargó con el pecado. San Pablo resume la Pasión de Jesús con estas palabras: "Me amó y se entregó por mí" (Gal 2,20).
Examinemos pues algunos aspectos de la Pasión según San Mateo que nos manifiestan por un lado la mezquidad del hombre y por otro cómo Jesús cargó sobre sí nuestro pecados. Si el amor es entrega, generosidad, compasión, perdón, identificación con el amado, el pecado es traición, cobardía, miseria, mezquindad. y un largo etcetera.
Al inicio San Mateo nos presenta la traición de Judas. Seguramente, empezó siendo un hombre bueno, generoso que quiso seguir a Jesús y estaba convencido de que Jesús era el Mesías. En el camino se fue cambiando y llegó a ofrecerse para traicionar a Jesús por 30 monedas. Es el epítome de toda traición entre amigos, entre esposos o cualquiera que haya puesto toda su confianza en otro y se ha manifestado indigno de tal confianza. La Iglesia primitivan no enconntraba una explicación humana por tanta maldad y decía que Satanás entró en él.
En el jardín de Getsemaní, Jesús, viendo todo lo que se le venía encima, oraba con tanta intensidad al Padre que le quitara ese cáliz que sudó sangre. ¿Y los apóstoles, qué hacían? Dormían. Se trataba del momento de la más extrema agonía y ellos no encontraba nada más importante que hacer que dormir. Jesús, al encontrarlos dormidos les dice: "¿No sois capaces de velar una hora? Recordemos las palabras de Jesús en el mismo evangelio de San Mateo acerca del criterio del juicio final: "Tuve hambre y me disteis de beber, tuve sed y me disteis de beber... Cuando lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis." (Mt 26, 31-48)
Lega Judas con una banda de hombres armados con espadas y bastones para prender a Jesús. Jesús jamás utilizó la violencia, la espada, pero ahora le vienen a arrestar con armas. Luego el evangelio dice laconicamente "Entonces, todos los discípulos lo abandonaron y se dieron a la fuga". Se llenaron de miedo y de cobardía y lo único que pensaban era cómo salvar el propio pellejo. ¿Acaso nosotros somos mejores que ellos?
Luego viene la audiencia o encuentro con los miembros del Consejo o Sanhedrín. Lo único que pueden hacer es presentar unos falsos testigos. Jesús se encuentra en esta situación que tantas personas han padecido, la de ser acusados por falsos testigos. El demonio es el Padre de la Mentira. En aquella noche y en el día siguiente se da la lucha extrema de Jesús contra los poderes de las tinieblas, contra Satanás y sus cohortes, en este caso representados por este consejo que supuestamente el Pueblo de Dios, que tantas gracias y beneficios había recibido de Dios a lo largo de tantos siglos y casi lo único que sabía hacer era la traición, preferir los falsos dioses, los ídolos, en este caso el cáulcuo política a la verdadera justicia. Mientras ellos cometen unas injusticias extremas, llegan a acusar a Jesús de blasfemia.
Viene luego el episodio de la negación de Pedro. Suponemos que después de haberse fugado con el resto, le remordió la conciencia y se presentó en la casa de Caifás donde se celebraba la sesión. Allí estaba con varias personas incluyendo una servienta del sumo sacerdote. Lo reconoce por su acento de Galileo, pero dice "no entiendo lo que dices". Y al salir, otro le acusa de ser seguidor de Jesús y responde "no conozco a ese hombre". ¿Cómo es posible que él, que había sido el primero en hacer acto de fe en Jesús como Mesías en el camino de Cesarea de Filipo, y ahora no ante el Sumo Sacerdote, ni ante el gobernador sino ante unos esclavos no era capaz de decir la verdad y reconocer que era de verdad seguidor de Jesús? Unas horas antes, había declarado que iría a la muerte con Jesús. Tampoco nosotros podemos fiarnos de nuestras propias fuerzas para no caer en el pecado y traicionar a Jesús. Quedan dos opciones. La de Judas que no tenía la suficiente confianza y humildad de pedir perdón y la de Pedro de reconocer su pecado y llorar amargamente. En este episodio como en todos los demás, vemos la grandeza inaudita de Jesús. Ya le había dicho a Pedro que habría que perdonar setenta veces siete. Había manifestado con la Parábola del Hijo Pródigo que aunque había ido a una tierra lejana y hecho grandes fechorías, Dios perdona. En cambio, cuando Judas regresó al templo y lleno de remordimiento quiso devolver las monedas a los sacerdotes, no encontró ninguna compasión ni comprensión en ellos. Que diferencia con la actitud de Jesús!
En la mañana, Jesús es llevado ante Pilato. Pilato representaba el poder de Roma, y despreciaba a los judíos, Se dio cuenta enseguida de que Jesús no era ninguna amenaza para el poder romano. Ciertamente, de Galilea provenían la mayor parte de los revoltosos, pero Jesús no tenía las características de ningún revoltoso. En un falso intento de liberar su conciencia de la injusticia que sabía que estaba haciendo se lava las manos declárnadose inocente de la sangre de ese hombre. No obstante, manda flagelar y posteriormente crucificar a Jesús.
Ojalá esta proclamación de la Pasión de Jesús según San Mateo nos estimule a reconocer cuánto dolor cargó Jesús sobre sí siendo totalmente inocente. San Pablo dice en la segunda lectura a los filipenses que "se hizo obiente hasta la muerte, la muerte en cruz". Estamos dadno inicio a la celebración de la Semana Santa este año 2017. Hemos comentado brevemente algunos de los males que Jesús encontró en este camino de la cruz: la traición y la negación de dos de sus seguidores más cercanos y de mayor confianza, el abandono del resto por cobardía, la actitud de los sacerdotes y los fariseos de conveniencia política, dispuestos a entegar a un inocente a una muerte horrosa pensando que eso aplacaría a los romanos, y éstos, repesentados por Pilato, se dan cuenta de su inocencia, pero los crucifican igual. San Juan considera la Pasión como un juicio sobre este mundo y por ende sobre cada uno de nosotros para ver si optamos por seguir a Jesús sabiendo que su camino llega a la cruz, o queremos eguir en el camino de mal, de la injusticia, la cobardía y demás vicios que caracterizan al ser humano caído bajo el peso del pecado.
"¿No era necesario que el Cristo padeciera todas estas cosas y entrara en su gloria?" (Lc 24, 26). En este domingo dicho de la Pasión, nos toca la lectura del relato de las últimas horas de la vida de Jesús. Un biblista alemán llamado Kahler observó que los evangelios son ante todo un relato de la Pasión con una larga introducción. Es cierto que todo el relato culmina en la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Pero ¿de verdad era necesario? ¿Jesucristo, hijo de Dios no pudo haber realizado la salvación del hombre de otra manera, menos cruenta y horrorosa? San Lucas consideraba que sí era necesario. Dios toma el pecado en serio y sólo Él pudo salvarnos del abismo que es el mal, el pecado y la muerte eterna.
Este año nos toca la lectura del relato de la Pasión de San Mateo. Desde el inicio, Jesús se topa con el misterio del mal, de la cobardía, de la traición. Porque "habiendo amado a lo suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo" (Jn 13,1), cargó con el pecado. San Pablo resume la Pasión de Jesús con estas palabras: "Me amó y se entregó por mí" (Gal 2,20).
Examinemos pues algunos aspectos de la Pasión según San Mateo que nos manifiestan por un lado la mezquidad del hombre y por otro cómo Jesús cargó sobre sí nuestro pecados. Si el amor es entrega, generosidad, compasión, perdón, identificación con el amado, el pecado es traición, cobardía, miseria, mezquindad. y un largo etcetera.
Al inicio San Mateo nos presenta la traición de Judas. Seguramente, empezó siendo un hombre bueno, generoso que quiso seguir a Jesús y estaba convencido de que Jesús era el Mesías. En el camino se fue cambiando y llegó a ofrecerse para traicionar a Jesús por 30 monedas. Es el epítome de toda traición entre amigos, entre esposos o cualquiera que haya puesto toda su confianza en otro y se ha manifestado indigno de tal confianza. La Iglesia primitivan no enconntraba una explicación humana por tanta maldad y decía que Satanás entró en él.
En el jardín de Getsemaní, Jesús, viendo todo lo que se le venía encima, oraba con tanta intensidad al Padre que le quitara ese cáliz que sudó sangre. ¿Y los apóstoles, qué hacían? Dormían. Se trataba del momento de la más extrema agonía y ellos no encontraba nada más importante que hacer que dormir. Jesús, al encontrarlos dormidos les dice: "¿No sois capaces de velar una hora? Recordemos las palabras de Jesús en el mismo evangelio de San Mateo acerca del criterio del juicio final: "Tuve hambre y me disteis de beber, tuve sed y me disteis de beber... Cuando lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis." (Mt 26, 31-48)
Lega Judas con una banda de hombres armados con espadas y bastones para prender a Jesús. Jesús jamás utilizó la violencia, la espada, pero ahora le vienen a arrestar con armas. Luego el evangelio dice laconicamente "Entonces, todos los discípulos lo abandonaron y se dieron a la fuga". Se llenaron de miedo y de cobardía y lo único que pensaban era cómo salvar el propio pellejo. ¿Acaso nosotros somos mejores que ellos?
Luego viene la audiencia o encuentro con los miembros del Consejo o Sanhedrín. Lo único que pueden hacer es presentar unos falsos testigos. Jesús se encuentra en esta situación que tantas personas han padecido, la de ser acusados por falsos testigos. El demonio es el Padre de la Mentira. En aquella noche y en el día siguiente se da la lucha extrema de Jesús contra los poderes de las tinieblas, contra Satanás y sus cohortes, en este caso representados por este consejo que supuestamente el Pueblo de Dios, que tantas gracias y beneficios había recibido de Dios a lo largo de tantos siglos y casi lo único que sabía hacer era la traición, preferir los falsos dioses, los ídolos, en este caso el cáulcuo política a la verdadera justicia. Mientras ellos cometen unas injusticias extremas, llegan a acusar a Jesús de blasfemia.
Viene luego el episodio de la negación de Pedro. Suponemos que después de haberse fugado con el resto, le remordió la conciencia y se presentó en la casa de Caifás donde se celebraba la sesión. Allí estaba con varias personas incluyendo una servienta del sumo sacerdote. Lo reconoce por su acento de Galileo, pero dice "no entiendo lo que dices". Y al salir, otro le acusa de ser seguidor de Jesús y responde "no conozco a ese hombre". ¿Cómo es posible que él, que había sido el primero en hacer acto de fe en Jesús como Mesías en el camino de Cesarea de Filipo, y ahora no ante el Sumo Sacerdote, ni ante el gobernador sino ante unos esclavos no era capaz de decir la verdad y reconocer que era de verdad seguidor de Jesús? Unas horas antes, había declarado que iría a la muerte con Jesús. Tampoco nosotros podemos fiarnos de nuestras propias fuerzas para no caer en el pecado y traicionar a Jesús. Quedan dos opciones. La de Judas que no tenía la suficiente confianza y humildad de pedir perdón y la de Pedro de reconocer su pecado y llorar amargamente. En este episodio como en todos los demás, vemos la grandeza inaudita de Jesús. Ya le había dicho a Pedro que habría que perdonar setenta veces siete. Había manifestado con la Parábola del Hijo Pródigo que aunque había ido a una tierra lejana y hecho grandes fechorías, Dios perdona. En cambio, cuando Judas regresó al templo y lleno de remordimiento quiso devolver las monedas a los sacerdotes, no encontró ninguna compasión ni comprensión en ellos. Que diferencia con la actitud de Jesús!
En la mañana, Jesús es llevado ante Pilato. Pilato representaba el poder de Roma, y despreciaba a los judíos, Se dio cuenta enseguida de que Jesús no era ninguna amenaza para el poder romano. Ciertamente, de Galilea provenían la mayor parte de los revoltosos, pero Jesús no tenía las características de ningún revoltoso. En un falso intento de liberar su conciencia de la injusticia que sabía que estaba haciendo se lava las manos declárnadose inocente de la sangre de ese hombre. No obstante, manda flagelar y posteriormente crucificar a Jesús.
Ojalá esta proclamación de la Pasión de Jesús según San Mateo nos estimule a reconocer cuánto dolor cargó Jesús sobre sí siendo totalmente inocente. San Pablo dice en la segunda lectura a los filipenses que "se hizo obiente hasta la muerte, la muerte en cruz". Estamos dadno inicio a la celebración de la Semana Santa este año 2017. Hemos comentado brevemente algunos de los males que Jesús encontró en este camino de la cruz: la traición y la negación de dos de sus seguidores más cercanos y de mayor confianza, el abandono del resto por cobardía, la actitud de los sacerdotes y los fariseos de conveniencia política, dispuestos a entegar a un inocente a una muerte horrosa pensando que eso aplacaría a los romanos, y éstos, repesentados por Pilato, se dan cuenta de su inocencia, pero los crucifican igual. San Juan considera la Pasión como un juicio sobre este mundo y por ende sobre cada uno de nosotros para ver si optamos por seguir a Jesús sabiendo que su camino llega a la cruz, o queremos eguir en el camino de mal, de la injusticia, la cobardía y demás vicios que caracterizan al ser humano caído bajo el peso del pecado.
sábado, 1 de abril de 2017
YO SOY LA RESURRECCIÓN Y LA VIDA
Homilía del V Domingo de Cuaresma, ciclo A, 2 de abril de 2017
Al principio del Siglo IV, en Alejandría de Egipto, el sacerdote Arrio proclamó su doctrina según la cual Jesucristo no es Dios, que hubo en timepo en el que no existía, de manera que no es más que una criatura aunque el primero el más perfecto. El gran campeón de la ortodoxia en aquellas circunstancias tan graves para la Iglesia fue San Atanasio, obispo de Alejandría. Uno de los principales argumentos que él presentó para defender la verdadera dividiad de Cristo fue : Si Jesucristo no es Dios, entonces no estamos salvados, pues el mal en general y el pecado es algo tan grave que sólo Dios es capaz de remediarlo. Este se denomina "el arguemnto soteriológíco". "Sóter" en griego significa salvación.
En el año 1961, en su discurso de inaguración, el Presidente Kennedy afirm: "Los problemas del hombre fueron creados por él, y él tiene la capacidad de resolverlos". La idea según la cual el hombre es capaz de resolver sus problemas con tal de que se empeñe, se organice, eche mano de la ciencia etc. es algo comúnmente sostenido incluso por católicos. Se trata de una herejía propuesta por un monje probablemente británico, muy acético que trabajó como director de gente devota en Roma a principios del siglo IV. Se llamaba Pelagio. El afirmaba que Dios nos ha dado el libre albedrío, y si es así tenemos la capacidad de usarla y por lo tanto hacer el bien y salvarnos. En todo, caso, Jesucrito nos da un estímiulo y un buen ejemplo. San Agustín se opuso terminante contra esta idea, pues si se acepta, va por el borde todo el misterio de la redención.
Este quinto domingo de Cuaresma, nos toca el tercer gran episodio del Evangelio de San Juan que nos toca esta Cuaresma, la resurrección de Lázaro. Para ayudarnos a captar el sentido profundo de este pasaje, voy a referirme al Comentario de San Juan sobre él (Tratado 49, del autumno del año 414 http://www.augustinus.it/spagnolo/commento_vsg/index2.htm). Veremos también cómo se relaciona con lo que he escrito arriba. La pecado es la muerte del alma, y obviamente, nosotros no tenemos ningún control o poder sobre él.
Nuestro santo afirma:
Pero todo hombre teme la muerte de la carne; la muerte del alma, pocos. Respecto a la muerte de la carne, que sin duda va a llegar alguna vez, todos procuran que no llegue; de eso es de lo que se preocupan. El hombre que va a morir se preocupa de no morir, mas no se preocupa de no pecar el hombre, que a vivir eternamente. Y, cuando se preocupa de no morir, sin causa se preocupa, pues consigue diferir mucho la muerte, no evadirla; si, en cambio, no quiere pecar, no se preocupará y vivirá eternamente. ¡Oh, si pudiéramos estimular a los hombres y con ellos estimularnos en idéntico grado a ser tan amadores de la vida permanente, como los hombres son amadores de la vida huidiza!
Es cierto que todos nos preocupamos de la muerte de la carne y tomamos medios a nuestro alcance para al menos lograr que no llegue, aunque sabemos que sí llegará, pero al menos que demore mñas en llegar. Sin embargo, no noso preoucpamos de evitar el pecado y lograr vivir eternamente, que es muchísmo más importante. ¿Cómo es posible que descudemos tanto la vida verdadera y eterna? Los deportistas se esfuerzan enormente para lograr ganar el partido o alcanzar el premio, pero se trata de algo que marchita y no ponemos el mismo eméño en alcanzar el verdadero premio que no perecerá.
Sin duda los milagros más ipresionantes de Jesús fueron las tres resurreciones de muertos: En primer lugar, la de la hija Jairo, el jefe de la sinagoga que era muy joven estaba dentro de la casa, indicando que el pecado estaba escondido, como comenta San Agustìn. En segundo lugar, resucitó al joven hijo de una viuda fuera de la ciudad, al estar en el camino hacia la sepultura. Se trataría de un estado de pecado más grave: "ya estás fuera y muerto te han sacado. Sin embargo, también a ese mismo lo resucitó el Señor y lo devolvió a su madre viuda. Si has pecado, arrepiéntete, y el Señor te resucita y te devolverá a la Iglesia, tu madre. En tercer lugar, en el caso de Lázaro, San Agustín lo interpreta como un estado de pecado monstrouso, es decir, ya un hábito de pecado:`Quien peca y se corrige al instante, revive rápidamente; porque no está aún implicado en la costumbre, no está sepultado. Quien, en cambio, acostumbra a pecar, está sepultado y de él se dice bien «hiede», pues comienza a tener pésima fama, olor asquerosísimo, digamos. En nuestros dias, se da un caso incluso más grave de este tercer tipo de pecado, en caunto que muchos no están dispuestos a reconocer su estado de pecado y quieren que la Iglesia cambie su doctrina y declare que ese pecado no es en realidad pecado, de manera especial esto lo hacen en relación con los pecados contra el sexto mandamiento.
Pasemos ahora a comentar algunos detalles de este gran pasaje del Evangelio de San Juan. María le dice a Jesús: "Si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto". Preguntémonos, còmo es que caemos en el pecado. Sabemos que no debemos de hacer el acto prohibido, pero igual lo hacemos. Si es cierto, como hemos comentado arriba, que el hombre no es capaz de salvarse por si mismo, es obvio que no es capaz evitar el pecado por sus propias fuerzas. Si no tenemos una relación de amistad y familiaridad con Jesús, si no lo amamos de verdad, la atracción por lo prohibido nos ganará. Recordemos que llegamos al mundo bajo el signo no de la amistad con Dios, sino de la enimistidad, producto del pecado original y la concupiscencia. Me acuerdo haber aprendido en el catecismo de niño que debido al pecado original: "nuestro entendimiento es obnilulado, nuestra voluntad es debilitada y nuestras pasiones nos inclinan al mal". Esta falta de control de las pasiones o instintos se llama concupiscencia. se trata, pues, de la gran dificultad que encontramos en someter los insitintos espontáneos al dominio de la voluntad iluminada por la razón y la fe. San Pablo expesa esta verdad magistralmente: Realmente, mi proceder no lo comprendo; pues no hago lo que quiero, sino hago lo que aborrezco.
Fijémonos en el dolor que manifiesta Jesús y que comparte con los demás amigos. Jesús llora por la muerte de su amigo Lázaro. Aquí vemos la verdadera humanidad de Jesús y cómo siente el dolor de la muerte, de la partida de un amigo como sucede con nostotros. El dolor suele ser más intenso cuando se trata de una muerte repentina o en general la muerte de una persona joven. El período de luto lleva al menos meses, a veces más. Jesús lloró tres veces según lo que nos cuentan los evangelios. En esta ocasión, sobre Jerusalén y en Getsemaní, cada ocasión siendo dramática.
San Agustín comenta sobre la frase de Jesús dicha a los apóstoles, que Lázaro no está muerto sino que duerme. La misma palabra resucitar o resurrección singnifica despertar.
Si la muerte es un signo del pecado, y la muerte es una realidad tan dolorosa para todos, entonces hemos de recordar que el pecado es el gran mal, no el sufrimiento, como se piensa hoy en día. Se va introduciondo leyes que llaman de "muerte digna", que es otro modo de hablar de la eutanasia, o como se llamaba antes "matanza por misericordia". Propongámonos en etos días que nos quedan de la Cuaresma llevar adelante una lucha sin cuartel al pecado, esforzándonos también a formar bien la conciencia de acuerdo con la ley de Dios. ¿Cómo es posible que haya caído en desuso el sacramento de la Penitencia o la Confesión? ¿Cómo es posible que haya personas que piensan que no tienen pecados? En parte de debe a que se ha introducido la psicología popular en la interpretación de la fe. Ésta tiende a terapeutizar el mal, considerarla como una enfermedad no como la perversión de la voluntad del hombre que quiere ser cómo Dios, o su propio dios "conociendo el bien y el mal" o decidiendo lo que es bueno y malo por su cuenta. Caundo la ley de Dios o la Iglesia no se someten a este falso dios, entonces se rebela en contra de ellas. Curiosamente, el hombre de hoy es un gran experto en denunciar el mal de otros, de la sociedad pero no el mal que hay en él. Se hace mucha hincapíe en la autoestima, gracias a la cual cada uno tiene un alto concepto de sí mismo, concepto que no incluye el reconcimiento del hecho de que es pecador. Pensamos que somos libres, pero somos cómo Lázaro metido dentro del sepulcro y costodiado con una gran piedra, y envuelto en sábanas que no lo dejan andar con libertad. Jesús mandó a los que estaban a su alrededor a liberar a Lázaro de las ataduras de la muerte, es decir del pecado, pues ya olía mal de haber estado cuatro días en el sepulcro. Recordemos cómo en la Parábola del Hijo Pródigo el padre dice que el hijo estaba muerto y ha recuperado la vida, estaba perdido y lo han encontrado. A través del Sacramento de la Penitencia, nosotros también podemos dejar atrás la esclavitud que es el pecado que nos lleva a la muerte verdadera. Así viviremos de verdad la Pascua que es el paso de Jesús por el dolor y la muerte a la gloria y el triunfo de la resurrección,
Al principio del Siglo IV, en Alejandría de Egipto, el sacerdote Arrio proclamó su doctrina según la cual Jesucristo no es Dios, que hubo en timepo en el que no existía, de manera que no es más que una criatura aunque el primero el más perfecto. El gran campeón de la ortodoxia en aquellas circunstancias tan graves para la Iglesia fue San Atanasio, obispo de Alejandría. Uno de los principales argumentos que él presentó para defender la verdadera dividiad de Cristo fue : Si Jesucristo no es Dios, entonces no estamos salvados, pues el mal en general y el pecado es algo tan grave que sólo Dios es capaz de remediarlo. Este se denomina "el arguemnto soteriológíco". "Sóter" en griego significa salvación.
En el año 1961, en su discurso de inaguración, el Presidente Kennedy afirm: "Los problemas del hombre fueron creados por él, y él tiene la capacidad de resolverlos". La idea según la cual el hombre es capaz de resolver sus problemas con tal de que se empeñe, se organice, eche mano de la ciencia etc. es algo comúnmente sostenido incluso por católicos. Se trata de una herejía propuesta por un monje probablemente británico, muy acético que trabajó como director de gente devota en Roma a principios del siglo IV. Se llamaba Pelagio. El afirmaba que Dios nos ha dado el libre albedrío, y si es así tenemos la capacidad de usarla y por lo tanto hacer el bien y salvarnos. En todo, caso, Jesucrito nos da un estímiulo y un buen ejemplo. San Agustín se opuso terminante contra esta idea, pues si se acepta, va por el borde todo el misterio de la redención.
Este quinto domingo de Cuaresma, nos toca el tercer gran episodio del Evangelio de San Juan que nos toca esta Cuaresma, la resurrección de Lázaro. Para ayudarnos a captar el sentido profundo de este pasaje, voy a referirme al Comentario de San Juan sobre él (Tratado 49, del autumno del año 414 http://www.augustinus.it/spagnolo/commento_vsg/index2.htm). Veremos también cómo se relaciona con lo que he escrito arriba. La pecado es la muerte del alma, y obviamente, nosotros no tenemos ningún control o poder sobre él.
Nuestro santo afirma:
Pero todo hombre teme la muerte de la carne; la muerte del alma, pocos. Respecto a la muerte de la carne, que sin duda va a llegar alguna vez, todos procuran que no llegue; de eso es de lo que se preocupan. El hombre que va a morir se preocupa de no morir, mas no se preocupa de no pecar el hombre, que a vivir eternamente. Y, cuando se preocupa de no morir, sin causa se preocupa, pues consigue diferir mucho la muerte, no evadirla; si, en cambio, no quiere pecar, no se preocupará y vivirá eternamente. ¡Oh, si pudiéramos estimular a los hombres y con ellos estimularnos en idéntico grado a ser tan amadores de la vida permanente, como los hombres son amadores de la vida huidiza!
Es cierto que todos nos preocupamos de la muerte de la carne y tomamos medios a nuestro alcance para al menos lograr que no llegue, aunque sabemos que sí llegará, pero al menos que demore mñas en llegar. Sin embargo, no noso preoucpamos de evitar el pecado y lograr vivir eternamente, que es muchísmo más importante. ¿Cómo es posible que descudemos tanto la vida verdadera y eterna? Los deportistas se esfuerzan enormente para lograr ganar el partido o alcanzar el premio, pero se trata de algo que marchita y no ponemos el mismo eméño en alcanzar el verdadero premio que no perecerá.
Sin duda los milagros más ipresionantes de Jesús fueron las tres resurreciones de muertos: En primer lugar, la de la hija Jairo, el jefe de la sinagoga que era muy joven estaba dentro de la casa, indicando que el pecado estaba escondido, como comenta San Agustìn. En segundo lugar, resucitó al joven hijo de una viuda fuera de la ciudad, al estar en el camino hacia la sepultura. Se trataría de un estado de pecado más grave: "ya estás fuera y muerto te han sacado. Sin embargo, también a ese mismo lo resucitó el Señor y lo devolvió a su madre viuda. Si has pecado, arrepiéntete, y el Señor te resucita y te devolverá a la Iglesia, tu madre. En tercer lugar, en el caso de Lázaro, San Agustín lo interpreta como un estado de pecado monstrouso, es decir, ya un hábito de pecado:`Quien peca y se corrige al instante, revive rápidamente; porque no está aún implicado en la costumbre, no está sepultado. Quien, en cambio, acostumbra a pecar, está sepultado y de él se dice bien «hiede», pues comienza a tener pésima fama, olor asquerosísimo, digamos. En nuestros dias, se da un caso incluso más grave de este tercer tipo de pecado, en caunto que muchos no están dispuestos a reconocer su estado de pecado y quieren que la Iglesia cambie su doctrina y declare que ese pecado no es en realidad pecado, de manera especial esto lo hacen en relación con los pecados contra el sexto mandamiento.
Pasemos ahora a comentar algunos detalles de este gran pasaje del Evangelio de San Juan. María le dice a Jesús: "Si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto". Preguntémonos, còmo es que caemos en el pecado. Sabemos que no debemos de hacer el acto prohibido, pero igual lo hacemos. Si es cierto, como hemos comentado arriba, que el hombre no es capaz de salvarse por si mismo, es obvio que no es capaz evitar el pecado por sus propias fuerzas. Si no tenemos una relación de amistad y familiaridad con Jesús, si no lo amamos de verdad, la atracción por lo prohibido nos ganará. Recordemos que llegamos al mundo bajo el signo no de la amistad con Dios, sino de la enimistidad, producto del pecado original y la concupiscencia. Me acuerdo haber aprendido en el catecismo de niño que debido al pecado original: "nuestro entendimiento es obnilulado, nuestra voluntad es debilitada y nuestras pasiones nos inclinan al mal". Esta falta de control de las pasiones o instintos se llama concupiscencia. se trata, pues, de la gran dificultad que encontramos en someter los insitintos espontáneos al dominio de la voluntad iluminada por la razón y la fe. San Pablo expesa esta verdad magistralmente: Realmente, mi proceder no lo comprendo; pues no hago lo que quiero, sino hago lo que aborrezco.
Fijémonos en el dolor que manifiesta Jesús y que comparte con los demás amigos. Jesús llora por la muerte de su amigo Lázaro. Aquí vemos la verdadera humanidad de Jesús y cómo siente el dolor de la muerte, de la partida de un amigo como sucede con nostotros. El dolor suele ser más intenso cuando se trata de una muerte repentina o en general la muerte de una persona joven. El período de luto lleva al menos meses, a veces más. Jesús lloró tres veces según lo que nos cuentan los evangelios. En esta ocasión, sobre Jerusalén y en Getsemaní, cada ocasión siendo dramática.
San Agustín comenta sobre la frase de Jesús dicha a los apóstoles, que Lázaro no está muerto sino que duerme. La misma palabra resucitar o resurrección singnifica despertar.
Si la muerte es un signo del pecado, y la muerte es una realidad tan dolorosa para todos, entonces hemos de recordar que el pecado es el gran mal, no el sufrimiento, como se piensa hoy en día. Se va introduciondo leyes que llaman de "muerte digna", que es otro modo de hablar de la eutanasia, o como se llamaba antes "matanza por misericordia". Propongámonos en etos días que nos quedan de la Cuaresma llevar adelante una lucha sin cuartel al pecado, esforzándonos también a formar bien la conciencia de acuerdo con la ley de Dios. ¿Cómo es posible que haya caído en desuso el sacramento de la Penitencia o la Confesión? ¿Cómo es posible que haya personas que piensan que no tienen pecados? En parte de debe a que se ha introducido la psicología popular en la interpretación de la fe. Ésta tiende a terapeutizar el mal, considerarla como una enfermedad no como la perversión de la voluntad del hombre que quiere ser cómo Dios, o su propio dios "conociendo el bien y el mal" o decidiendo lo que es bueno y malo por su cuenta. Caundo la ley de Dios o la Iglesia no se someten a este falso dios, entonces se rebela en contra de ellas. Curiosamente, el hombre de hoy es un gran experto en denunciar el mal de otros, de la sociedad pero no el mal que hay en él. Se hace mucha hincapíe en la autoestima, gracias a la cual cada uno tiene un alto concepto de sí mismo, concepto que no incluye el reconcimiento del hecho de que es pecador. Pensamos que somos libres, pero somos cómo Lázaro metido dentro del sepulcro y costodiado con una gran piedra, y envuelto en sábanas que no lo dejan andar con libertad. Jesús mandó a los que estaban a su alrededor a liberar a Lázaro de las ataduras de la muerte, es decir del pecado, pues ya olía mal de haber estado cuatro días en el sepulcro. Recordemos cómo en la Parábola del Hijo Pródigo el padre dice que el hijo estaba muerto y ha recuperado la vida, estaba perdido y lo han encontrado. A través del Sacramento de la Penitencia, nosotros también podemos dejar atrás la esclavitud que es el pecado que nos lleva a la muerte verdadera. Así viviremos de verdad la Pascua que es el paso de Jesús por el dolor y la muerte a la gloria y el triunfo de la resurrección,
viernes, 24 de marzo de 2017
EL CIEGO DE NACIMIENTO, LA LUZ Y EL BAUTISMO
HOMILÍA, DOMINGO IV DE CUARESMA, CICLO A, 26 DE MARZO DE 2017.
Hoy llegamos al segundo episodio evangélico de San Juan que nuestra liturgia cuaresmal nos presente este año. Pasamos del tema del agua viva que surge hasta la vida eterna, es decir, la respuesta a la sed de amor y vida eterna en el corazón de todo hombre, ejemplificado por el episodio del encuentro de Jesús con la mujer samaritana al pozo, al capítulo 9 que trata del tema de la luz y las tinieblas, la luz siendo la fe a la que nacimos por el bautismmo, ejemplificado esta vez por el milagro de la curación del ciego de nacimiento. No es que no se trate de un episodio histórico, pero es muy fácil darnos cuenta del hecho de que el Evangelio es una gran obra literaria. Parte del milagro para enseñar una lección fundamental para la vida de los cristianos de todos los tiempos.
San Juan le da mucha importancia al concepto de la luz, la vida y la vida eterna en su evangelio. No es que falte esta importancia en los demás evangelios. Jesús se declara la luz del mundo, y lo hace en el contexto de la Fiesta de Hanuca, o la Dedicación que se celebraba con abundantes luces en Jerusalén, y recuerda la dedicación del templo de parte de los Macabeos después de su desacración de parte del Rey Antioco Epifanes IV alrededor del año 170. El primer capítulo del Libro del Génesis, que nos relata la primera versión de la creación del mundo, afirma que lo primero que Dios creó en el pimer día fue la luz, y no creó el sol y la luna hasta el cuarto día. "Dios es luz y no hay en Él tiniebla alguna" (1Jn 1,5).
Un hombre nacido ciego no ha visto nunca la luz del día y simboliza al hombre bajo el poder del pecado y de Satanás. Ya al encontarse con el ciego de nacimiento y al responder a la pregunta de los apóstoles acerca de quién ha pecado él o sus padres, una muestra de la mentalidad común de los judíso de la época, Jesus declara: "Mientas estoy en el mundo, soy a la luz del mundo" (9,5), adelantándose así al sentido de todo el episodio.
Jesús escupe sobe el suelo y hace barro con el que frota los ojos del ciego, lo manda lavarse en la piscina de Siloé. Lo hace y puede ver. Podríamos preguntarnos por qué Jesús no lo curó inmediatamente, como hizo con otros casos de la curación de ciegos en los demás evangelios. Por un lado, el milagro es un gran don de Dios, pero por otro lado, también al hombre le conviene hacer algo para que se dé. El tener que ir a lavarse en la piscina implica también un acto de fe en Jesús, pues si no hubiera confiando en la palabra de Jesús no hubiera ido a la piscina. Pero hay otro aspecto importante, Dios nos ha creado hombres y aunque, al menos en teoría, pudo habernos salvado sin nuesta colaboración humana o sin haberse hecho hombre y llegado al extemo de la muerte de su hijo en la cruz, no lo hizo así. Hay algo importante aquí que manifiesta la infinita sabiduría de Dios manifestada en su plan de salvación. San Agustín afirmaba que Dios nos ha creado sin ninguna contribución de parte nuestra, pero no puede salvarnos sin nuesta colaboración libre. Se trata de lo que en teología se llama "la economía de la salvación", y lo que el Beato Cardenal Newman llamaba "la idea conducente" del cristianismo, es decir, la encarnación. También se llama la "economía sacramental". Dios ha echado mano de elementos creados, tanto al hombre mismo con su libre albedrío, como la Iglesia como cuerpo social, dado que el hombre el esencialmente social, como los elementos materiales como el agua, el vino, el pan, el aceite, el hecho de entregarse libremente los esposos por un acto de la voluntad. el gesto de la imposición de las manos, como sacramentos, es decir, signos visibles de una realidad invisible que misteriosamente comunica la gracia. La gracia es el concepto del que San Pablo y la Iglesia echa mano para referirse al don gratuito e inmerecido de la paraticpación del natualeza divina, o la filiación divina, el ser de verdad hijos de Dios y coherederos del Reino por nuestra incorporación a Cristo que tuvo su origen en nuestro bautismo, que es también vida nueva y divina. San Juan suele referirse a la misma realidad con la metáfora de vida y vida eterna. Hay que decir también que en la Iglesia antigua el bautismo se llamaba iluminación (photismós), pues todos nacimos bajo el signo de la tiniebla.
Esta realidad se llama pecado original, que ahora no podemos explicar con detalle. Tal vez algunas comparaciones nos pueden ayudar a comprender cómo es que todos llegamos al mundo bajo el signo del pecado y el mal. La medicina nos enseña que heredamos ciertos genes dañados, o que podemos contraer un virus. Como que hay en el mundo desde el inico de la historia humana un virus moral se comunica a todos y por el cual nuestro entendimiento es obnubilado, nuestra voluntad es debilitada y nuestras pasisones nos inclinan al mal, sin que por nuestra cuenta podamos remediar esta situación. Se podria comparar también con un nño que nace en una familia disfuncional y que por el hecho de de ser criado en tal familia hereda una serie de vicios. Así podemos comprender el poder de la metáfora del ciego de nacimiento. San Agustín al explicar este pasaje dice:
Vino el Señor; ¿qué hizo? Ha hecho valer un gran misterio. Escupió en tierra2, de su saliva hizo barro porque la Palabra se hizo carne3, y untó los ojos del ciego. Estaba untado, mas no veía aún. Lo envió a la piscina que se llama Siloé. Pues bien, incumbió al evangelista confiarnos el nombre de esta piscina y aseveró: lo cual se traduce «Enviado». Ya sabéis quién ha sido enviado; por cierto, si él no hubiera sido enviado, ninguno de nosotros habría sido de la maldad liberado. Se lavó, pues, los ojos en la piscina que se traduce «Enviado»4: fue bautizado en Cristo. (Evangelio de San Juan, Tatado 44,2).
Así las acciones de Jesús son sacramentales y el santo afirma que el ciego quedó bautizado.
Posteriormente, la gente iba preguntando si era él el ciego que pedía limosna. Como que no quieren creer el cambo que se había producido en él. Es común que una persona que se convierta encuentra resistencia entre sus familiares y amigos, pues prefieren que siga con el comportamiento que tenía antes, tal vez porque ellos reconocen que deberían de converitrse y cambiar de varias maneras y no quieren. Le preguntan si es el mismo y responde que sí. En griego el evangelio dice que su respuesta fue: ego eimí (yo soy). El que lee atentamente el Evangelio de se da cuenta de que estas palabras las dice Jesús para manifestar su misma identidad como Hijo de Dios. Además, se trata del hombre que Dios reveló a Moisés en la zarza ardiente: "yo soy el que soy". En este evangelio, no sobre ninguna palabra ni le falta un significado. Si el ciego dice ego eimi, afirma también su identidad. El cristiano al ser bautizado es incorporado, identificado con Jesucristo y por eso San Pablo dice de sí: "Ya no vivo yo. Cristo vive en mí" (Gal 2,20) y "Para mí vivir es Cristo" (Fil 1,20). El cristiano es otro Cristo.
Hoy llegamos al segundo episodio evangélico de San Juan que nuestra liturgia cuaresmal nos presente este año. Pasamos del tema del agua viva que surge hasta la vida eterna, es decir, la respuesta a la sed de amor y vida eterna en el corazón de todo hombre, ejemplificado por el episodio del encuentro de Jesús con la mujer samaritana al pozo, al capítulo 9 que trata del tema de la luz y las tinieblas, la luz siendo la fe a la que nacimos por el bautismmo, ejemplificado esta vez por el milagro de la curación del ciego de nacimiento. No es que no se trate de un episodio histórico, pero es muy fácil darnos cuenta del hecho de que el Evangelio es una gran obra literaria. Parte del milagro para enseñar una lección fundamental para la vida de los cristianos de todos los tiempos.
San Juan le da mucha importancia al concepto de la luz, la vida y la vida eterna en su evangelio. No es que falte esta importancia en los demás evangelios. Jesús se declara la luz del mundo, y lo hace en el contexto de la Fiesta de Hanuca, o la Dedicación que se celebraba con abundantes luces en Jerusalén, y recuerda la dedicación del templo de parte de los Macabeos después de su desacración de parte del Rey Antioco Epifanes IV alrededor del año 170. El primer capítulo del Libro del Génesis, que nos relata la primera versión de la creación del mundo, afirma que lo primero que Dios creó en el pimer día fue la luz, y no creó el sol y la luna hasta el cuarto día. "Dios es luz y no hay en Él tiniebla alguna" (1Jn 1,5).
Un hombre nacido ciego no ha visto nunca la luz del día y simboliza al hombre bajo el poder del pecado y de Satanás. Ya al encontarse con el ciego de nacimiento y al responder a la pregunta de los apóstoles acerca de quién ha pecado él o sus padres, una muestra de la mentalidad común de los judíso de la época, Jesus declara: "Mientas estoy en el mundo, soy a la luz del mundo" (9,5), adelantándose así al sentido de todo el episodio.
Jesús escupe sobe el suelo y hace barro con el que frota los ojos del ciego, lo manda lavarse en la piscina de Siloé. Lo hace y puede ver. Podríamos preguntarnos por qué Jesús no lo curó inmediatamente, como hizo con otros casos de la curación de ciegos en los demás evangelios. Por un lado, el milagro es un gran don de Dios, pero por otro lado, también al hombre le conviene hacer algo para que se dé. El tener que ir a lavarse en la piscina implica también un acto de fe en Jesús, pues si no hubiera confiando en la palabra de Jesús no hubiera ido a la piscina. Pero hay otro aspecto importante, Dios nos ha creado hombres y aunque, al menos en teoría, pudo habernos salvado sin nuesta colaboración humana o sin haberse hecho hombre y llegado al extemo de la muerte de su hijo en la cruz, no lo hizo así. Hay algo importante aquí que manifiesta la infinita sabiduría de Dios manifestada en su plan de salvación. San Agustín afirmaba que Dios nos ha creado sin ninguna contribución de parte nuestra, pero no puede salvarnos sin nuesta colaboración libre. Se trata de lo que en teología se llama "la economía de la salvación", y lo que el Beato Cardenal Newman llamaba "la idea conducente" del cristianismo, es decir, la encarnación. También se llama la "economía sacramental". Dios ha echado mano de elementos creados, tanto al hombre mismo con su libre albedrío, como la Iglesia como cuerpo social, dado que el hombre el esencialmente social, como los elementos materiales como el agua, el vino, el pan, el aceite, el hecho de entregarse libremente los esposos por un acto de la voluntad. el gesto de la imposición de las manos, como sacramentos, es decir, signos visibles de una realidad invisible que misteriosamente comunica la gracia. La gracia es el concepto del que San Pablo y la Iglesia echa mano para referirse al don gratuito e inmerecido de la paraticpación del natualeza divina, o la filiación divina, el ser de verdad hijos de Dios y coherederos del Reino por nuestra incorporación a Cristo que tuvo su origen en nuestro bautismo, que es también vida nueva y divina. San Juan suele referirse a la misma realidad con la metáfora de vida y vida eterna. Hay que decir también que en la Iglesia antigua el bautismo se llamaba iluminación (photismós), pues todos nacimos bajo el signo de la tiniebla.
Esta realidad se llama pecado original, que ahora no podemos explicar con detalle. Tal vez algunas comparaciones nos pueden ayudar a comprender cómo es que todos llegamos al mundo bajo el signo del pecado y el mal. La medicina nos enseña que heredamos ciertos genes dañados, o que podemos contraer un virus. Como que hay en el mundo desde el inico de la historia humana un virus moral se comunica a todos y por el cual nuestro entendimiento es obnubilado, nuestra voluntad es debilitada y nuestras pasisones nos inclinan al mal, sin que por nuestra cuenta podamos remediar esta situación. Se podria comparar también con un nño que nace en una familia disfuncional y que por el hecho de de ser criado en tal familia hereda una serie de vicios. Así podemos comprender el poder de la metáfora del ciego de nacimiento. San Agustín al explicar este pasaje dice:
Vino el Señor; ¿qué hizo? Ha hecho valer un gran misterio. Escupió en tierra2, de su saliva hizo barro porque la Palabra se hizo carne3, y untó los ojos del ciego. Estaba untado, mas no veía aún. Lo envió a la piscina que se llama Siloé. Pues bien, incumbió al evangelista confiarnos el nombre de esta piscina y aseveró: lo cual se traduce «Enviado». Ya sabéis quién ha sido enviado; por cierto, si él no hubiera sido enviado, ninguno de nosotros habría sido de la maldad liberado. Se lavó, pues, los ojos en la piscina que se traduce «Enviado»4: fue bautizado en Cristo. (Evangelio de San Juan, Tatado 44,2).
Así las acciones de Jesús son sacramentales y el santo afirma que el ciego quedó bautizado.
Posteriormente, la gente iba preguntando si era él el ciego que pedía limosna. Como que no quieren creer el cambo que se había producido en él. Es común que una persona que se convierta encuentra resistencia entre sus familiares y amigos, pues prefieren que siga con el comportamiento que tenía antes, tal vez porque ellos reconocen que deberían de converitrse y cambiar de varias maneras y no quieren. Le preguntan si es el mismo y responde que sí. En griego el evangelio dice que su respuesta fue: ego eimí (yo soy). El que lee atentamente el Evangelio de se da cuenta de que estas palabras las dice Jesús para manifestar su misma identidad como Hijo de Dios. Además, se trata del hombre que Dios reveló a Moisés en la zarza ardiente: "yo soy el que soy". En este evangelio, no sobre ninguna palabra ni le falta un significado. Si el ciego dice ego eimi, afirma también su identidad. El cristiano al ser bautizado es incorporado, identificado con Jesucristo y por eso San Pablo dice de sí: "Ya no vivo yo. Cristo vive en mí" (Gal 2,20) y "Para mí vivir es Cristo" (Fil 1,20). El cristiano es otro Cristo.
Más adelante, cuando los judíos lo habían echado del la sinagoga, Jesús se encunetra con el hombre. Le pregunta: ¿Tú crees en el Hijo del Hombre? El hombre responde: ¿Y quién es para que crea en él?" Y Jesus responde: "Lo has visto: el que está hablando contigo, ése es" Entonces dijo: "Creo, Señor. Y se postró ante Él". Notamos aquí el mismo resultado que la del domingo pasado con la samaritana y los de su pueblo. Ellos llegaron a creer en Jesús, gracias al encuentro personal con él. En nuestro caso, el encuentro fundamental con Jesús viene en el bautismo. Claro, como fuimos bautizados de niños, nos corresponde tomar conciencia del misterio de nuestra unión con Jesús, la vida de gracia o el hecho de habernos convertido en hijos de Dios y de ser guiados por el Espíritu Santo igual que Jesús en su vida terrena, a lo largo de nuesta vida. Éste es el fin de la evangelización que es tarea primordial de la Iglesia, y de la catequesis que la completa y nos ayuda a incorporarnos de manera vez cada vez más plena en su Cuerpo que es la Iglesia.
sábado, 18 de marzo de 2017
EL QUE TENGA SED, QUE VENTA A MÍ
III DOMINGO DE CUARESMA, CICLO A, EL ENCUENTRO DE JESÚS CON LA SAMARITANA.
Hoy y los siguientes dos domingos nos toca comentar tres episcodios que se encuentran en el Evangleio de San Juan, el encuentro de Jesus con la samaritana, la curación del ciego de nacimiento y la resucitación de Lázaro, cada uno delos cuales nos deja unas lecciones muy iportantes e útiles para nuestra vida cristiana. La Cuaresma es un período de renovación espiritual. Veamos, pues, alguna de las lecciones que nos deja el evangelio de hoy.
Jesús iba de Jerusalèn a Galilea y pasaba por Samaría, y andaba descansando a lado de un pozo mientras los discípulos habían ido a comprar alimentos en el pueblo. Se presenta una mujer samaritana. Sabemos que había un gran odio entre los judíos y samaritanos, pues el peor odio es el que se llama odium thelogicum, y aquí es el caso porque los judíos consideraban a los samaritanos unos herejes, o al menos semi-herejes. De hecho, no se hablaban, y menos si se trataba de una mujer. Incluso un rabino no debía de hablar en público con una mujer, pues se consideraba que perdía su timepos que debía de entregarse al estudio de la Escritura. Como siempre, Jesús actúa con gran libertad de espíritu y pide a la mujer samaaritana que le dé de beber agua del pozo. Ella se extraña porque no tiene recipiente para el agua.
Curiosamente, or tal vez no, Jesús procede a decirle a la mujer: Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice "dame de beber", tú le habrías pedido a él, y te habría dado agua viva. Ya la primera lectura nos ha pesentado al pueblo de Dios en el desierto con Moisés con necesidad de agua, y Moisés pega la roca y brota de ella agua. Como otras muchas realidades, sobre todo los elementos materiales que llegaron a formar parte de nuestros sacramentos incluyendo en agua en el caso del bautismo, tienen un sentido simbólico además del sentido normal y natural. Como todo mundo sabe, el agua es impriscindible para la vida, asi como también el aire. En este frase, Jesús pasa del sentido físico al simbólico del agua. El agua es fuente de vida y Dios es el que tiene vida por antonomasia y da la vida al hombre. Aquí también cuando hablamos de vida referiéndonos a Dios la palabra adquiere un sentido más profundo.
La mujer llegó al pozo para satisfacer su necesidad de agua, para colmar su sed, pero Jesús descubre en ella una sed más profunda que el agua del pozo no podrá apagar. Sólo él que es la vida lo puede hacer. La mujer no entiende cómo Jesús le va a dar agua que susrte hasta la vida eterna cuando ni tiene cubeta y el pozo es profundo. Es común en el Evangelio de San Juan que los interlocutores de Jesús no comprendan lo que quiere decir, pues sus palabras tienen un sentido que va más allá del sentido normal. Según Jesús, el agua que él le ofrece le quitará la sed para siempre, pero ella sigue pensando en el agua del pozo y dice que quiere la que ofrece Jesús para que no tenga que ir cada día al pozo.
En seguida Jesús pasa a un nivel más profundo cuando pide a la mujer que llame a sus esposo. Ella dice que no tiene esposo, pero Jesús le dice que es cierto, pues el que tiene ahora no es su esposo, pero que ha tenido cinco esposos. Esta mujer que se ha casado cinco veces andaba buscando algo que no encontraba, es decir, la felicidad. Si bien es cierto que todo hombre busca a veces desesperadamente el verdadero sentido de la vida, la verdadera felicidad. Con no poca frecuencia la busca donde no se encuentra, que puede ser en lo que puede comprar el dinero, o la fama, o el placer. Viene a la memoria la famosa frase de San Agustín, que se encuentra al inicio de sus Confesiones: Nos has hecho para ti y nuestro corazón está inquieto si no descansa en ti. En esta conversación Jesús llega a tocar este nervio profundo de la búsqueda de esta mujer por algo que no encontraba, pese a haberse casado cinco veces. Otra realidad es que antes de que busquemos nosotros, ya Dios ha salido a neustro encuentro y nos busca para que en Él podamos colmar esta sed que todos tenemos, porque al crearnos Él nos ha hecho para sí. Este es el misterio de la gracia, como dice la Primera Carta de San Juan: El nos amó primero o el evangelio de San Juan donde dice Jesús a los apóstoles en la Ültima Cena: Vosotros no me habías elegido a mí, sino que yo los he elegido a vosotros para que vayáis y déis fruto. En la Parábola del Hijo Pródigo, el padre veía ya al hijo de lejos, es decir, que andaba buscándolo.
La mujer, una vez que había tenido el encuentro tan extraoriniario con Jesús y que había descubierto que debía de ser profeta, por saber ya todo lo que había hecho en su vida, va al pueblo a anunciar su hallazgo extraordinario. Es decir, una vez que hemos logrado calmar la sed de vida y felicidad al haber encontrado a Jesús y dialogado con Él, el siguiente paso, algo muy humano, es ir a anunciarlo a los familiares y amigos. Dice el evangelista que muchos samaritanos creyeron en Jesñus por la palabra de la mujer, y fueron con él a pedirle que se quedara con ellos y se quedó dos días. Aquí se encuentra el secreto de la evangelización. El que tiene un encuentro profundo y personal con Jesús siente la necesidad de comunicarlo a sus amigos e invitarles a ellos a seguir el mismo camino. ¿Cómo es que no evangelizamos más? Hay más de 1000 millones de católicos registrados en los registros bautizmales de las parroquias de todo el mundo. No basta un trámite burocrático para ser contado como católico, sino hace falta que cada uno tenga una relación profunda y personal con Jesús, que es el único en el que hay salvación.
¿Qué vamos a hacer en esta Cuaresma para dar a conocer a Jesús entre los que conocemos, a lograr que otros lo conozcan, que se dediquen también a cambiar su vida? En nuestra época encontramos a cada paso unas ideologías que quieren destruir el verdadero sentido de la vida, dela familia, que promueven el aborto y la destrucción de la familia, del orden natural establecido por Dios, Para impulsar esta agenda se prestan los poderes políticos. Pero las leyes nefastas que aprueban y los dictámenes judiciales no llegarian a darse si no hubiera una tierra fértil en la sociedad para que se acepten tales medidas. No olvidemos que el mal progresa en el mundo más porque los buenos no hacen nada que por el mal que hacen los malvados.
Hoy y los siguientes dos domingos nos toca comentar tres episcodios que se encuentran en el Evangleio de San Juan, el encuentro de Jesus con la samaritana, la curación del ciego de nacimiento y la resucitación de Lázaro, cada uno delos cuales nos deja unas lecciones muy iportantes e útiles para nuestra vida cristiana. La Cuaresma es un período de renovación espiritual. Veamos, pues, alguna de las lecciones que nos deja el evangelio de hoy.
Jesús iba de Jerusalèn a Galilea y pasaba por Samaría, y andaba descansando a lado de un pozo mientras los discípulos habían ido a comprar alimentos en el pueblo. Se presenta una mujer samaritana. Sabemos que había un gran odio entre los judíos y samaritanos, pues el peor odio es el que se llama odium thelogicum, y aquí es el caso porque los judíos consideraban a los samaritanos unos herejes, o al menos semi-herejes. De hecho, no se hablaban, y menos si se trataba de una mujer. Incluso un rabino no debía de hablar en público con una mujer, pues se consideraba que perdía su timepos que debía de entregarse al estudio de la Escritura. Como siempre, Jesús actúa con gran libertad de espíritu y pide a la mujer samaaritana que le dé de beber agua del pozo. Ella se extraña porque no tiene recipiente para el agua.
Curiosamente, or tal vez no, Jesús procede a decirle a la mujer: Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice "dame de beber", tú le habrías pedido a él, y te habría dado agua viva. Ya la primera lectura nos ha pesentado al pueblo de Dios en el desierto con Moisés con necesidad de agua, y Moisés pega la roca y brota de ella agua. Como otras muchas realidades, sobre todo los elementos materiales que llegaron a formar parte de nuestros sacramentos incluyendo en agua en el caso del bautismo, tienen un sentido simbólico además del sentido normal y natural. Como todo mundo sabe, el agua es impriscindible para la vida, asi como también el aire. En este frase, Jesús pasa del sentido físico al simbólico del agua. El agua es fuente de vida y Dios es el que tiene vida por antonomasia y da la vida al hombre. Aquí también cuando hablamos de vida referiéndonos a Dios la palabra adquiere un sentido más profundo.
La mujer llegó al pozo para satisfacer su necesidad de agua, para colmar su sed, pero Jesús descubre en ella una sed más profunda que el agua del pozo no podrá apagar. Sólo él que es la vida lo puede hacer. La mujer no entiende cómo Jesús le va a dar agua que susrte hasta la vida eterna cuando ni tiene cubeta y el pozo es profundo. Es común en el Evangelio de San Juan que los interlocutores de Jesús no comprendan lo que quiere decir, pues sus palabras tienen un sentido que va más allá del sentido normal. Según Jesús, el agua que él le ofrece le quitará la sed para siempre, pero ella sigue pensando en el agua del pozo y dice que quiere la que ofrece Jesús para que no tenga que ir cada día al pozo.
En seguida Jesús pasa a un nivel más profundo cuando pide a la mujer que llame a sus esposo. Ella dice que no tiene esposo, pero Jesús le dice que es cierto, pues el que tiene ahora no es su esposo, pero que ha tenido cinco esposos. Esta mujer que se ha casado cinco veces andaba buscando algo que no encontraba, es decir, la felicidad. Si bien es cierto que todo hombre busca a veces desesperadamente el verdadero sentido de la vida, la verdadera felicidad. Con no poca frecuencia la busca donde no se encuentra, que puede ser en lo que puede comprar el dinero, o la fama, o el placer. Viene a la memoria la famosa frase de San Agustín, que se encuentra al inicio de sus Confesiones: Nos has hecho para ti y nuestro corazón está inquieto si no descansa en ti. En esta conversación Jesús llega a tocar este nervio profundo de la búsqueda de esta mujer por algo que no encontraba, pese a haberse casado cinco veces. Otra realidad es que antes de que busquemos nosotros, ya Dios ha salido a neustro encuentro y nos busca para que en Él podamos colmar esta sed que todos tenemos, porque al crearnos Él nos ha hecho para sí. Este es el misterio de la gracia, como dice la Primera Carta de San Juan: El nos amó primero o el evangelio de San Juan donde dice Jesús a los apóstoles en la Ültima Cena: Vosotros no me habías elegido a mí, sino que yo los he elegido a vosotros para que vayáis y déis fruto. En la Parábola del Hijo Pródigo, el padre veía ya al hijo de lejos, es decir, que andaba buscándolo.
La mujer, una vez que había tenido el encuentro tan extraoriniario con Jesús y que había descubierto que debía de ser profeta, por saber ya todo lo que había hecho en su vida, va al pueblo a anunciar su hallazgo extraordinario. Es decir, una vez que hemos logrado calmar la sed de vida y felicidad al haber encontrado a Jesús y dialogado con Él, el siguiente paso, algo muy humano, es ir a anunciarlo a los familiares y amigos. Dice el evangelista que muchos samaritanos creyeron en Jesñus por la palabra de la mujer, y fueron con él a pedirle que se quedara con ellos y se quedó dos días. Aquí se encuentra el secreto de la evangelización. El que tiene un encuentro profundo y personal con Jesús siente la necesidad de comunicarlo a sus amigos e invitarles a ellos a seguir el mismo camino. ¿Cómo es que no evangelizamos más? Hay más de 1000 millones de católicos registrados en los registros bautizmales de las parroquias de todo el mundo. No basta un trámite burocrático para ser contado como católico, sino hace falta que cada uno tenga una relación profunda y personal con Jesús, que es el único en el que hay salvación.
¿Qué vamos a hacer en esta Cuaresma para dar a conocer a Jesús entre los que conocemos, a lograr que otros lo conozcan, que se dediquen también a cambiar su vida? En nuestra época encontramos a cada paso unas ideologías que quieren destruir el verdadero sentido de la vida, dela familia, que promueven el aborto y la destrucción de la familia, del orden natural establecido por Dios, Para impulsar esta agenda se prestan los poderes políticos. Pero las leyes nefastas que aprueban y los dictámenes judiciales no llegarian a darse si no hubiera una tierra fértil en la sociedad para que se acepten tales medidas. No olvidemos que el mal progresa en el mundo más porque los buenos no hacen nada que por el mal que hacen los malvados.
viernes, 10 de marzo de 2017
LA TRANSFIGURACIÓN
HOMILÍA, SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA, 12 DE MARZO DE 2017.
El episodio de la Transfiguración no es uno de los más fáciles del evangelio a comprender o situar. Algunos biblistas han llegado a afirmar que se trata de una aparición del Señor resucitado colocado en el relato de la ministerio público de Jesús. Aunque esto fuera cierto, habría que preguntarnos por qué se presenta en el contexto en el que se encuentra. También podríamos preguntarnos los motivos por los que la Iglesia nos lo propone en este segundo domingo de Cuarma. El domingo pasado, hemos refelxionado sobre las tentaciones de Jesús en el desierto y los siguintes domingos nos tocará la el evangellio de la samaritana, luego los dos grandes milagros de la curación del ciego de nacimiento y la resucitación de Lázaro, todos provenientes del Evangelio de San Juan, con una notable carga teológica. En el caso de la Transfiguración, que hoy nos ocupa, se encuentra después de la profesión fe de Pedro en respuesta a la pregunta de Jesús sobre quién piensa la gente que es él. Allí enseguida Jesús aclara el tipo de mesianismo que le toca vivir, es decir, que lo va a llevar a sacricicarse en la cruz, cosa que San Pedro rechaza terminantemente, y Jesús lo corige ocn mucha fuerza, llamándolo Satanás. Si nos colocamos en la situación de los apóstoles, podremos comprender la reacción de Pedro, que seguramente fue compartida por todos los demás. Para ellos, como buenos judíos habría sido inconcebible que el Mesías fuera ajusticiado en la cruz de parte del poder romano, y antes rechazado por las autoridades del pueblo judío. Es más, tenían una excelente base en la misma Bibla para pensar así. El Mesías tendría que ser un rey como David, que fuera a establecerse en Jerusalén y llamar a todos los pueblos a reunirse alli adorar al verdadero Dios. Por lo tanto, Jesús colocaba a sus seguidores en una encrucijada y les quedaba la opción de segurilo con estos presupuestos y eventaulmente abandonarlo como un iluso, que probablemente fue la posición de Judás y también de Pedro al llegar a negar que siquiera lo conocía ante una esclava en la noche de Jeuves Santo cuando Jesús fue metido preso.
Comprendiendo, pues la gran dificultad o mejor dicho crisis que signifaría para los apóstoles la suerte final de Jesús ajusticiado en la cruz, viene este episodio para ayudarles a aceptar este misterio tan incomprensible para ellos. Los elementos con los que se nos presenta la Transfiguración son los de una teofanía, una luz tremenda, más brillante que cualquier luz de la tierra, una nube los cubre, una voz del cielo, la presencia de Moisés y Elías, representando dos grandes figuras de la revelación divina, la Ley y los profetas. Ellos pueden descubrir así, que el verdadero sentido de la Sagrada Escritura se encuentra en la suerte de Jesús, el inocente que muerte por los pecados de todos, de acuerdo con el Deuteroisaís y su triunfo final en la resurrección. De hecho, Jesús, al bajar con los tres apóstoles no contar a nadie la visión hasta después de la resurreción del Hijo del Hombre, un mandato no fácil de cumplir debido a la naturaleza de la experiencia que habían compartido. Por otra parte, no queda claro cómo pudieran comprender lo que signficaba la resurreción de entre los muertos de Jesús porque si bien algunos judíos, especialmente los fariseos, creían en uan resurrección al final de los tiempos ningún judío se imaginaba que el Mesías fuera a resucitar antes o, como ya he señalado que fuera morir en una cruz.
El evangelio de San Lucas nos entrega algunos detalles más que no se encuentran en los otros dos. Dice que Jesús fue transfigurado o transformado cuando oraba, un tema importante para Lucas, pues en todos los grandes momentos de su vida, Jesús ora. También dice que Jesús conversaba con Moisés y Elías sobre su "éxodo hacia Jersusalén".
En cuanto a la utilidad de escuchar y reflexionar sobre este misterio de la vida de Jesús ahora al inico de la Cuaresma, podemos decir que mientras la Iglesia nos invita a ejercer las prácticas cuaresmales de la oración, el ayuno y la limosna, quiere que de verdad lleguemos a reconocer a a Jesús en toda su realidad humana y divina. ¿Con qué frecuencia recordamos o tenemos presente el fin último de nuestra vida, aquello a lo que ha de orientarse cada uno de nuestros actos? El Credo nos dice que "por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo". La prioridad de la Iglesia es lograr la salvación eterna de todos los hombres y eso es lo que da sentido a su misión. La Iglesia lleva adelante muchas tareas como la educación en los colegios, la publicación de revistas y otras actividades como llevar radios y canales de televisión, ayuda a los más necesitados a través de Caritas y otras organzaciones dedicadas a tales tareas y otras muchas actividades. No obstante, su prioridad absoluta es la salvación de las almas o lograr que lleguen a estar con el Señor en la vida eterna. Muchas de laas otras actividades las realizan las ONG y hoy en día el Estado. Dado que la Iglesia cree que Jesucristo es el único nombre en el que el hombre tiene la salvación. Creo que este evangelio nos ayuda a recordar el fin último de la vida y la importancia del verdadero conocimiento de Jesús, de que es de verdad Dios y hombre y que se ha entregado hasta la cruz para nuestra salvación.
El episodio de la Transfiguración no es uno de los más fáciles del evangelio a comprender o situar. Algunos biblistas han llegado a afirmar que se trata de una aparición del Señor resucitado colocado en el relato de la ministerio público de Jesús. Aunque esto fuera cierto, habría que preguntarnos por qué se presenta en el contexto en el que se encuentra. También podríamos preguntarnos los motivos por los que la Iglesia nos lo propone en este segundo domingo de Cuarma. El domingo pasado, hemos refelxionado sobre las tentaciones de Jesús en el desierto y los siguintes domingos nos tocará la el evangellio de la samaritana, luego los dos grandes milagros de la curación del ciego de nacimiento y la resucitación de Lázaro, todos provenientes del Evangelio de San Juan, con una notable carga teológica. En el caso de la Transfiguración, que hoy nos ocupa, se encuentra después de la profesión fe de Pedro en respuesta a la pregunta de Jesús sobre quién piensa la gente que es él. Allí enseguida Jesús aclara el tipo de mesianismo que le toca vivir, es decir, que lo va a llevar a sacricicarse en la cruz, cosa que San Pedro rechaza terminantemente, y Jesús lo corige ocn mucha fuerza, llamándolo Satanás. Si nos colocamos en la situación de los apóstoles, podremos comprender la reacción de Pedro, que seguramente fue compartida por todos los demás. Para ellos, como buenos judíos habría sido inconcebible que el Mesías fuera ajusticiado en la cruz de parte del poder romano, y antes rechazado por las autoridades del pueblo judío. Es más, tenían una excelente base en la misma Bibla para pensar así. El Mesías tendría que ser un rey como David, que fuera a establecerse en Jerusalén y llamar a todos los pueblos a reunirse alli adorar al verdadero Dios. Por lo tanto, Jesús colocaba a sus seguidores en una encrucijada y les quedaba la opción de segurilo con estos presupuestos y eventaulmente abandonarlo como un iluso, que probablemente fue la posición de Judás y también de Pedro al llegar a negar que siquiera lo conocía ante una esclava en la noche de Jeuves Santo cuando Jesús fue metido preso.
Comprendiendo, pues la gran dificultad o mejor dicho crisis que signifaría para los apóstoles la suerte final de Jesús ajusticiado en la cruz, viene este episodio para ayudarles a aceptar este misterio tan incomprensible para ellos. Los elementos con los que se nos presenta la Transfiguración son los de una teofanía, una luz tremenda, más brillante que cualquier luz de la tierra, una nube los cubre, una voz del cielo, la presencia de Moisés y Elías, representando dos grandes figuras de la revelación divina, la Ley y los profetas. Ellos pueden descubrir así, que el verdadero sentido de la Sagrada Escritura se encuentra en la suerte de Jesús, el inocente que muerte por los pecados de todos, de acuerdo con el Deuteroisaís y su triunfo final en la resurrección. De hecho, Jesús, al bajar con los tres apóstoles no contar a nadie la visión hasta después de la resurreción del Hijo del Hombre, un mandato no fácil de cumplir debido a la naturaleza de la experiencia que habían compartido. Por otra parte, no queda claro cómo pudieran comprender lo que signficaba la resurreción de entre los muertos de Jesús porque si bien algunos judíos, especialmente los fariseos, creían en uan resurrección al final de los tiempos ningún judío se imaginaba que el Mesías fuera a resucitar antes o, como ya he señalado que fuera morir en una cruz.
El evangelio de San Lucas nos entrega algunos detalles más que no se encuentran en los otros dos. Dice que Jesús fue transfigurado o transformado cuando oraba, un tema importante para Lucas, pues en todos los grandes momentos de su vida, Jesús ora. También dice que Jesús conversaba con Moisés y Elías sobre su "éxodo hacia Jersusalén".
En cuanto a la utilidad de escuchar y reflexionar sobre este misterio de la vida de Jesús ahora al inico de la Cuaresma, podemos decir que mientras la Iglesia nos invita a ejercer las prácticas cuaresmales de la oración, el ayuno y la limosna, quiere que de verdad lleguemos a reconocer a a Jesús en toda su realidad humana y divina. ¿Con qué frecuencia recordamos o tenemos presente el fin último de nuestra vida, aquello a lo que ha de orientarse cada uno de nuestros actos? El Credo nos dice que "por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo". La prioridad de la Iglesia es lograr la salvación eterna de todos los hombres y eso es lo que da sentido a su misión. La Iglesia lleva adelante muchas tareas como la educación en los colegios, la publicación de revistas y otras actividades como llevar radios y canales de televisión, ayuda a los más necesitados a través de Caritas y otras organzaciones dedicadas a tales tareas y otras muchas actividades. No obstante, su prioridad absoluta es la salvación de las almas o lograr que lleguen a estar con el Señor en la vida eterna. Muchas de laas otras actividades las realizan las ONG y hoy en día el Estado. Dado que la Iglesia cree que Jesucristo es el único nombre en el que el hombre tiene la salvación. Creo que este evangelio nos ayuda a recordar el fin último de la vida y la importancia del verdadero conocimiento de Jesús, de que es de verdad Dios y hombre y que se ha entregado hasta la cruz para nuestra salvación.
sábado, 4 de marzo de 2017
EL DEMONIO Y LAS TENTACIONES
HOMILÍA DEL PRIMER DOMINGO DE CUARESMA, CICLO A, 5 DE MARZO DE 2017.
Hoy en día, muchos, no pocos de ellos se dicen católicos, piensan que tanto el demonio como el infierno son un mito. Nuestra primera lectura nos presenta la historia de la caída de Adán y Eva tentados por el demonio simbolizado como serpiente que los engaña y convence a desbedecer a Dios y de esta manera introducir el pecado en el mundo. Sabemos que el demonio, también llamado el diablo o Satanás, fue creado como ángel bueno como los demás ángeles. Al igual que Adán y Eva, tuvo que ser puesto a prueba y haber preferido su propia gloria a la de Dios, y de esa manera haber fallado. Para los demonios no pudo haber una segunda oportunidadcomo nosotros los hombres hemos tenido, porque su opción fue definitiva y irrecovacble debido a su inteligencia superior a la nuestra. Una vez que rechazaron a Dios, no pueden ser redimidos del infierno. El infierno es ante todo el alejamiento de Dios, su principal pena, y dado que Dios les dio el libre albedrío tanto a los ángeles como a nosotros, quedaba la posibilidad de escoger la propia gloria y no la de Dios, que es lo que han hecho ellos, y con ellos los hombres que hacen lo mismo. El demonio es ante todo mentiroso, cosa que se ve en la primera lectura del Libro del Génesis. Engaña a nuestros primeros padres diciéndoles que Dios les está engaña por no permitirles comer el ftruto del árbol de la vida. En realidad, se trata de una invitación a rechazar su propio estado de criatura totalmente dependiente de Dios y cuya única felicidad consiste en la obediencia a Dios y a su plan para sus criaturas.
El demonio, como vemos en el evangelio de hoy que es el relato de San Mateo acerca de las tentaciones de Jesús en el desierto, no deja de tentar ni siquiera a Jesús, el Mesías e Hijo de Dios. Si esto es así, cuánto más va a intentar engañarnos a nosotros mismos. En la segunda lectura, uno de los pasajes más importantes de todas las cartas de San Pablo, el apóstol nos explica en primer lugar que el pecado ingresó en en el mundo por un solo hombre, es decir, Adán, y así la muerte. Aquí no se trata solamente de la muerte física como un hecho biológico, sino la muerte espiritual por la que se frustra el plan de Dios para nosotros, es decir, la vida eterna o visión beatífica eterna con Él en el cielo. Esto lo llama el Libro del Apocalipsis, la segunda muerte. San Pablo hace un paralelismo entre el primer Adán (recuérdese que la palabra "Adán" en hebreo signfica hombre), y el segundo Adán
que es Jesucristo, y cómo la gracia es más poteente que el pecado.
Como el demonio se atreve a tentar a Jesús, no es de extrañar que nos tiente a nosotros. Por ello, nos conviene analizar el tipo de tentación que presenta a El para que en unión con Él podamos salir victorios de la prueba.
Enn primer lugar, Satanás le dice a Jesús: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. Los que conocen el desierto de Judea, no muy lejos de Jerusalén, dicen que las piedras redondas que hay allí se parecen a panes. Obviamente, Jesús tenía hambre despuès de tantos días de ayuno. El demonio sabe quién es y el poder que tiene para hacer milagros. Se trata de hacer uso de ese poder para satisfacer sus propias necesidades, y desvirtuar su particular misión de Mesías que iba a dar su vida como "Cordero de Dios que quita el pecado del mundo", muriendo en la cruz. El camino marcado para Jesús por su Padre era la de la entrega total hasta la última gota de su sangre en la cruz. Obviamente, desde el punto de vista humano, y no debemos de olvidar que humanamente se trataba de algo muy duro como constatamos de la oración de Jesús en Getsemaní. Jesús sentía la dureza de esa misión. En definitiva, el demonio invitaba a Jesús a aceptar un camino más fácil y en vez de identificarse con el dolor y el sufrimiento de cada hombre, en vez de "hacerse pecado" en palabras de San Pablo, aporvecharse del poder de hacer milagros para su propia comodidad. Se trata de la misma tentación que le pesentaban los líderes judios cuando estaba en la cruz: "Si eres el Hijo de Dios, bájate de la cruz". También es lo que proponía San Pedro cuando intentó desaudir a Jesús de su camino. Jesús llega a llamar a Pedro "Sata´nás" porque sus palabras no provenían del Padre.
En segundo lugar, viene la tenatación también de aprovecharse de su poder de hacer milagros, pero esta fez más sutil. El demonio lo lleva a Jerusalén y lo coloca sobre el penáculo del templo para que de ahí se echara para abajo y cintando la Escritura, le dice que los ángeles le evitarán que su pie choque contra una piedra. El templo era la institución más importante del pueblo judío, donde se realizaban los sacrificios, donde el pueblo era convocado no sólo de Jerusalén, sino de todo el mundio de alrededor para la celebración de las grandes fiestas. Ciertmente, un milagro de esta categoría hubiera convocado a una cantidad enorme de los judíos y posiblemente muchos paganos para reconocer a Jesús como el Mesías. Sería un camino fácil al reconocimiento mundano y a la gloria. En definitiva, se trata de la tentación de la vanagloria. En vez del verdadero Mesías, Cristo, se hubiera converitdo en el Anti-Cristo. Jesús rechaza terminantemente esta tentación.
Con la tercera tentación, el diablo gasta su último cartucho en cuanto que lo lleva a una montaña alta y le enseña a Jesús todos los reinos de la tierra y se los promete. El sería dueño de todos ellos, pues le pertenece a Satanás, pero tendría que adorarlo. Se trata de la tenación más engañosa y fuerte que se nos presenta como hombres. Jesús, siendo hombre también, sin duda en alguna ocasión se le habría entrado en la mente este tipo de idea considerando la dureza del camino de la cruz. Jesús rechaza también esta tentación, que es el más grande de todas. En realidad todo pecado es de una u otra manera un pecado de idolatría. Una y otra vez se encuentra el pecado de la idolatría como elpecado por antonomasia en tod la Biblia. Se trata de la adoración de becerro de oro y otros muchos pecados. El hombre no puede no tener un dios. O adora al verdadero Dios o inventa un dios falso para adorar. Este falso dios se nos presenta de múltiples maneras. ¿A qué me dedico con todo mi ser, con todo mi ahinco? Pues eso es mi dios. Para algunos es el negocio. Se levantan temprano y trabajan largas horas para lograr sus fines comerciales y con frecuencia desatienden a la familia, y se olvidan de Dios y de su ley. Para otros es el poder, el imponer su voluntad a los demás y convertirlos en sus esclavos. No pensemos que este sea solamente la tentación del político. En el caso de Jesús, una interpretaicón demasiado literal de muchos textos bíblicos.También hay dictadores caseros que ejercen su poder sobre su familia, sobre sus empleados y en cualquier otro ámbito. Para otros el falso dios es el dinero y lo que puede comprar. Existen hoy en día los billionarios. Tienen unas cantidades astronómicas de dinero y eso les abre el camino de adquirir mucho poder y tener mucho placer de varios tipos. Y finalmente, está el placer, que puede combinarse con los otros. Hay el placer que da la comida, y de manera especial el placer que proviene del sexo. Muchos se hacen esclavos de él.
Las tentaciones de Satanás contra Jesús se resumen en un atentado en contra de su misión mesiánica, es decir, utilizar su poder para seguir otro camino que no fuera el de la cruz, de la entrega generosa y constante hasta su último suspiro. Si hubiera seguido tal camino, ¿cómo podria identificarse con tantos y tantos que sufren dolores, injusticias, torturas de todo tipo siendo inocentes? No sería un redentor, es decir, uno que se entrega a sí mismo para salvar o rescatar a tantos. Como Sann Pablo nos dice en la segunda lectura de la Carta a los Romanos, así como por la desobediencia de uno solo, todos fuimos constitutidos pecadores, así también por la obediencia de uno solo, todos serán constituidos justos. Y un poco más adelante escribe: pero donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia. Si este era el único camino para que Jesús pudiera cumplir su misión a favor de todos nosotros, a nosotros no nos es posible otro camino sino el de Jesús, que al final llega a la cruz. Así como para Jesús no había un camino corto y fácil para alcanzar el cumplimiento de su misión, tampoco lo hay para nosotros. Sólo en unión con él, y con la fuerza de la gracia que él nos ha alcanzado en la cruz, podemos llegar a la autentica felicidad, no una felicidad barata y fácil que dura unos mmomentos, unos días y que no es lo que nuestro corazón anhela.
Hoy en día, muchos, no pocos de ellos se dicen católicos, piensan que tanto el demonio como el infierno son un mito. Nuestra primera lectura nos presenta la historia de la caída de Adán y Eva tentados por el demonio simbolizado como serpiente que los engaña y convence a desbedecer a Dios y de esta manera introducir el pecado en el mundo. Sabemos que el demonio, también llamado el diablo o Satanás, fue creado como ángel bueno como los demás ángeles. Al igual que Adán y Eva, tuvo que ser puesto a prueba y haber preferido su propia gloria a la de Dios, y de esa manera haber fallado. Para los demonios no pudo haber una segunda oportunidadcomo nosotros los hombres hemos tenido, porque su opción fue definitiva y irrecovacble debido a su inteligencia superior a la nuestra. Una vez que rechazaron a Dios, no pueden ser redimidos del infierno. El infierno es ante todo el alejamiento de Dios, su principal pena, y dado que Dios les dio el libre albedrío tanto a los ángeles como a nosotros, quedaba la posibilidad de escoger la propia gloria y no la de Dios, que es lo que han hecho ellos, y con ellos los hombres que hacen lo mismo. El demonio es ante todo mentiroso, cosa que se ve en la primera lectura del Libro del Génesis. Engaña a nuestros primeros padres diciéndoles que Dios les está engaña por no permitirles comer el ftruto del árbol de la vida. En realidad, se trata de una invitación a rechazar su propio estado de criatura totalmente dependiente de Dios y cuya única felicidad consiste en la obediencia a Dios y a su plan para sus criaturas.
El demonio, como vemos en el evangelio de hoy que es el relato de San Mateo acerca de las tentaciones de Jesús en el desierto, no deja de tentar ni siquiera a Jesús, el Mesías e Hijo de Dios. Si esto es así, cuánto más va a intentar engañarnos a nosotros mismos. En la segunda lectura, uno de los pasajes más importantes de todas las cartas de San Pablo, el apóstol nos explica en primer lugar que el pecado ingresó en en el mundo por un solo hombre, es decir, Adán, y así la muerte. Aquí no se trata solamente de la muerte física como un hecho biológico, sino la muerte espiritual por la que se frustra el plan de Dios para nosotros, es decir, la vida eterna o visión beatífica eterna con Él en el cielo. Esto lo llama el Libro del Apocalipsis, la segunda muerte. San Pablo hace un paralelismo entre el primer Adán (recuérdese que la palabra "Adán" en hebreo signfica hombre), y el segundo Adán
que es Jesucristo, y cómo la gracia es más poteente que el pecado.
Como el demonio se atreve a tentar a Jesús, no es de extrañar que nos tiente a nosotros. Por ello, nos conviene analizar el tipo de tentación que presenta a El para que en unión con Él podamos salir victorios de la prueba.
Enn primer lugar, Satanás le dice a Jesús: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. Los que conocen el desierto de Judea, no muy lejos de Jerusalén, dicen que las piedras redondas que hay allí se parecen a panes. Obviamente, Jesús tenía hambre despuès de tantos días de ayuno. El demonio sabe quién es y el poder que tiene para hacer milagros. Se trata de hacer uso de ese poder para satisfacer sus propias necesidades, y desvirtuar su particular misión de Mesías que iba a dar su vida como "Cordero de Dios que quita el pecado del mundo", muriendo en la cruz. El camino marcado para Jesús por su Padre era la de la entrega total hasta la última gota de su sangre en la cruz. Obviamente, desde el punto de vista humano, y no debemos de olvidar que humanamente se trataba de algo muy duro como constatamos de la oración de Jesús en Getsemaní. Jesús sentía la dureza de esa misión. En definitiva, el demonio invitaba a Jesús a aceptar un camino más fácil y en vez de identificarse con el dolor y el sufrimiento de cada hombre, en vez de "hacerse pecado" en palabras de San Pablo, aporvecharse del poder de hacer milagros para su propia comodidad. Se trata de la misma tentación que le pesentaban los líderes judios cuando estaba en la cruz: "Si eres el Hijo de Dios, bájate de la cruz". También es lo que proponía San Pedro cuando intentó desaudir a Jesús de su camino. Jesús llega a llamar a Pedro "Sata´nás" porque sus palabras no provenían del Padre.
En segundo lugar, viene la tenatación también de aprovecharse de su poder de hacer milagros, pero esta fez más sutil. El demonio lo lleva a Jerusalén y lo coloca sobre el penáculo del templo para que de ahí se echara para abajo y cintando la Escritura, le dice que los ángeles le evitarán que su pie choque contra una piedra. El templo era la institución más importante del pueblo judío, donde se realizaban los sacrificios, donde el pueblo era convocado no sólo de Jerusalén, sino de todo el mundio de alrededor para la celebración de las grandes fiestas. Ciertmente, un milagro de esta categoría hubiera convocado a una cantidad enorme de los judíos y posiblemente muchos paganos para reconocer a Jesús como el Mesías. Sería un camino fácil al reconocimiento mundano y a la gloria. En definitiva, se trata de la tentación de la vanagloria. En vez del verdadero Mesías, Cristo, se hubiera converitdo en el Anti-Cristo. Jesús rechaza terminantemente esta tentación.
Con la tercera tentación, el diablo gasta su último cartucho en cuanto que lo lleva a una montaña alta y le enseña a Jesús todos los reinos de la tierra y se los promete. El sería dueño de todos ellos, pues le pertenece a Satanás, pero tendría que adorarlo. Se trata de la tenación más engañosa y fuerte que se nos presenta como hombres. Jesús, siendo hombre también, sin duda en alguna ocasión se le habría entrado en la mente este tipo de idea considerando la dureza del camino de la cruz. Jesús rechaza también esta tentación, que es el más grande de todas. En realidad todo pecado es de una u otra manera un pecado de idolatría. Una y otra vez se encuentra el pecado de la idolatría como elpecado por antonomasia en tod la Biblia. Se trata de la adoración de becerro de oro y otros muchos pecados. El hombre no puede no tener un dios. O adora al verdadero Dios o inventa un dios falso para adorar. Este falso dios se nos presenta de múltiples maneras. ¿A qué me dedico con todo mi ser, con todo mi ahinco? Pues eso es mi dios. Para algunos es el negocio. Se levantan temprano y trabajan largas horas para lograr sus fines comerciales y con frecuencia desatienden a la familia, y se olvidan de Dios y de su ley. Para otros es el poder, el imponer su voluntad a los demás y convertirlos en sus esclavos. No pensemos que este sea solamente la tentación del político. En el caso de Jesús, una interpretaicón demasiado literal de muchos textos bíblicos.También hay dictadores caseros que ejercen su poder sobre su familia, sobre sus empleados y en cualquier otro ámbito. Para otros el falso dios es el dinero y lo que puede comprar. Existen hoy en día los billionarios. Tienen unas cantidades astronómicas de dinero y eso les abre el camino de adquirir mucho poder y tener mucho placer de varios tipos. Y finalmente, está el placer, que puede combinarse con los otros. Hay el placer que da la comida, y de manera especial el placer que proviene del sexo. Muchos se hacen esclavos de él.
Las tentaciones de Satanás contra Jesús se resumen en un atentado en contra de su misión mesiánica, es decir, utilizar su poder para seguir otro camino que no fuera el de la cruz, de la entrega generosa y constante hasta su último suspiro. Si hubiera seguido tal camino, ¿cómo podria identificarse con tantos y tantos que sufren dolores, injusticias, torturas de todo tipo siendo inocentes? No sería un redentor, es decir, uno que se entrega a sí mismo para salvar o rescatar a tantos. Como Sann Pablo nos dice en la segunda lectura de la Carta a los Romanos, así como por la desobediencia de uno solo, todos fuimos constitutidos pecadores, así también por la obediencia de uno solo, todos serán constituidos justos. Y un poco más adelante escribe: pero donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia. Si este era el único camino para que Jesús pudiera cumplir su misión a favor de todos nosotros, a nosotros no nos es posible otro camino sino el de Jesús, que al final llega a la cruz. Así como para Jesús no había un camino corto y fácil para alcanzar el cumplimiento de su misión, tampoco lo hay para nosotros. Sólo en unión con él, y con la fuerza de la gracia que él nos ha alcanzado en la cruz, podemos llegar a la autentica felicidad, no una felicidad barata y fácil que dura unos mmomentos, unos días y que no es lo que nuestro corazón anhela.
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)