viernes, 10 de marzo de 2017

LA TRANSFIGURACIÓN

HOMILÍA, SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA, 12 DE MARZO DE 2017.

El episodio de la Transfiguración no es uno de los más fáciles del evangelio a comprender o situar. Algunos biblistas han llegado a afirmar que se trata de una aparición del Señor resucitado colocado en el relato de la ministerio  público de Jesús. Aunque esto fuera cierto, habría que preguntarnos por qué se presenta en el contexto en el que se encuentra. También podríamos preguntarnos los motivos por los que  la Iglesia nos lo propone en este segundo domingo de Cuarma. El domingo pasado, hemos refelxionado sobre las tentaciones de Jesús en el desierto y los siguintes domingos nos tocará la el evangellio de la samaritana, luego los dos grandes milagros de  la curación del ciego de nacimiento y la resucitación de Lázaro, todos provenientes del Evangelio de San Juan, con una notable carga teológica. En el caso de la Transfiguración, que hoy nos ocupa, se encuentra después de la profesión  fe de Pedro en respuesta a la pregunta de Jesús sobre quién piensa la gente que es él. Allí enseguida Jesús aclara el tipo de mesianismo que le toca vivir, es decir, que lo va a llevar a sacricicarse en la cruz, cosa que San Pedro rechaza terminantemente, y Jesús lo corige ocn mucha fuerza, llamándolo Satanás.  Si nos colocamos en la situación de los apóstoles, podremos comprender la reacción de Pedro, que seguramente fue compartida por todos los demás. Para ellos, como buenos judíos habría sido inconcebible que el Mesías fuera ajusticiado en la cruz de parte del poder romano, y antes rechazado por las autoridades del pueblo judío. Es más, tenían una excelente base en la misma Bibla para pensar así. El Mesías tendría que ser un rey como David, que fuera a establecerse en Jerusalén y llamar a todos los pueblos a reunirse alli adorar al verdadero Dios. Por lo tanto, Jesús colocaba a sus seguidores en una encrucijada y les quedaba la opción de segurilo con estos presupuestos y eventaulmente abandonarlo como un iluso, que probablemente fue la posición de Judás y también de Pedro al llegar a negar que siquiera lo conocía ante una esclava en la noche de Jeuves Santo cuando Jesús fue metido preso.

Comprendiendo, pues la gran dificultad o mejor dicho crisis  que signifaría para los apóstoles la suerte final de Jesús ajusticiado en la cruz, viene este episodio para ayudarles a aceptar este misterio tan incomprensible para ellos. Los elementos con los que se nos presenta la Transfiguración son los de una teofanía, una luz tremenda, más brillante que cualquier luz de la tierra, una nube los cubre, una voz del cielo, la presencia de Moisés y Elías, representando dos grandes figuras de la revelación divina, la Ley y los profetas. Ellos pueden descubrir así, que el verdadero sentido de la Sagrada Escritura se encuentra en la suerte de Jesús, el inocente que muerte por los pecados de todos, de acuerdo con el Deuteroisaís y su triunfo final en la resurrección. De hecho, Jesús, al bajar con los tres apóstoles no contar a  nadie la visión hasta después de la resurreción del Hijo del Hombre, un mandato no fácil de cumplir debido a la naturaleza de la experiencia que habían compartido. Por otra parte, no queda claro cómo pudieran comprender lo que signficaba la resurreción de entre los muertos de Jesús porque si bien algunos judíos, especialmente los fariseos, creían en uan resurrección al final de los tiempos ningún judío se imaginaba que el Mesías fuera a resucitar antes o, como ya he señalado que fuera morir en una cruz.

El evangelio de San Lucas nos entrega algunos detalles más que no se encuentran en los otros dos. Dice que Jesús fue transfigurado o transformado cuando oraba, un tema importante para Lucas, pues en todos los grandes momentos de su vida, Jesús ora. También dice que Jesús conversaba con Moisés y Elías sobre su "éxodo hacia Jersusalén".

En cuanto a la utilidad de escuchar y reflexionar sobre este misterio de la vida de Jesús ahora al inico de la Cuaresma, podemos decir que mientras la Iglesia nos invita a ejercer las prácticas cuaresmales de la oración, el ayuno y la limosna, quiere que de verdad lleguemos a reconocer a a Jesús en toda su realidad humana y divina. ¿Con qué frecuencia recordamos o tenemos presente el fin último de nuestra vida, aquello a lo que ha de orientarse cada uno de nuestros actos? El Credo nos dice que "por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo". La prioridad de la Iglesia es lograr la salvación eterna de todos los hombres y eso es lo que da sentido a su misión. La Iglesia lleva adelante muchas tareas como la educación en los colegios, la publicación de revistas y otras actividades como llevar radios y canales de televisión, ayuda a los más necesitados a través de Caritas y otras organzaciones dedicadas a tales tareas y otras muchas actividades. No obstante, su prioridad absoluta es la salvación de las almas o lograr que lleguen a estar con el Señor en la vida eterna. Muchas de laas otras actividades las realizan las ONG y hoy en día el Estado. Dado que la Iglesia cree que Jesucristo es el único nombre en el que el hombre tiene la salvación. Creo que este evangelio nos ayuda a recordar el fin último de la vida y la importancia del verdadero conocimiento de Jesús, de que es de verdad Dios y hombre y que se ha entregado hasta la cruz para nuestra salvación.      

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