sábado, 15 de abril de 2017

CRISTO HA RESUCITADO, ALELUIA

DOMINGO DE PASCUA, 16 DE ABRIL DE 2017.

En primer lugar, conviene examinar el sentido de la palabra resurrección (en griego anastasis). En la Biblia, el hombre al morir, pasaba a habitar el sheol, un lugar lugubre y frío debajo de la tierra. No habla de la posibildad de la comunicación con los compañeros allí, pero también menciona el hecho de reunirse con los antepasados. Más adelante en el Antiguo Testamento, se iban dando cuenta de que el poder de Dios llegaba también hasta esa región de los muertos. En algunos libros proféticos, como Oseas y Ezequiel, se habla de una resurrección del pueblo después de grandes desastres como el exilio de Babilonia. Más adelante, se llegó a la convicción de que las almas de los justos están en manos del Señor, en el libro de la Sabiduría, por ejemplo. En el libro de Daniel y y en los de los Macabeos, en el contexto de la persecución del tirano sirio Antioco Epífanes, se dio un paso nuevo en la concepción de la suerte de los justos después de la muerte. Se pensaba que se daría una resurrrección de los justos al final de los tiempos en la que ellos estarían con Dios. En tiempos de Jesús, había varias ideas acerca de lo que pudiera suceder después de la muerte. Algunos, como los fariseos creían en la resurrección final de los justos. Los saduceos, siendo más conservadores y reconociendo tan solo la validez del Pentateuco o los primeros cinco libros de la Biblia rechazaban esta novedad. Otros, al parecer creían en la reencarnación, pues cuando Jesús preguntó a los apóstoles quién dice la gente que era él, algunos contestaron que era Jeremías vuelto a la vida. Lo que ningún grupo en el mundo judío del tiempo de Jesús esperaba era que una persona que ciertamente había muerto, cuya muerta ya estaba más que certificada por los romanos, que había muerto como criminal e la cruz de parte de los romanos, Jesús, había resucitado, adelantando así en su persona esa esperanza de una resurrrección final de los justos característica de los fariseos. Nadie esperaba que se diera tal cosa.

En nuestro pasaje evangélico de este Domingo de Pascua, se nos presenta a María Magdalena ante la tumba de Jesús, aparentemente para llorar. Ella enncontró que el sepulcro estaba vacío y enseguida pensó que fuera un caso del robo del cadáver. En los otros evangelios, llegan mujeres al sepulcro también, y aunque con variedad de detalles, encuentran que la losa que mantenía cerrado el sepulcro había sido removida y que no estaba el cuerpo de Jesús. Hay un acuerdo fundamental entre los cuatro evangelistas y diversidad de detalles, cosa que asegura la fidelidad del relato a la verdad histórica. Si se hubiera inventado la historia de la tumba vacía, se ´habría inventado una historia única con los mismos datos. Además, si se hubiera inventado el relato, no se habría hecho a las mujeres los primeros testigos de la tumba vacía y las primeras en recibir apariciones de Jesús resucitado, porque n la época la muijer no era considerada como un testigo fidedigno y no podía dar testimono ante un tribunal. Ella va rápidamente y informa a los apóstoles, y Pedro y Juan van corriendo hacia el sepulcro. También tiene su interés el hecho de que fueran las mujeres las primeras en descubrir el sepulcro vacía y en recibir las primeras apariciones de Jesús, en cuanto que ellas estaban pesentes en el momento de la sepultura, pues Juan indica en su relato de la crucifixión el hecho de la presencia de las mujeres cerca de la cruz, y obiamente estaban presentes en el momento de la sepultura, de manera que habían costatado tanto la muerte de Jesús como su sepultura.    

En su evangelio, Juan se refiere a sí mismo como "el discípulo que Jesús amaba". Es interesante que señale que él corría más rápido y llegó primero al sepulcro, pero no entró, esperando que llegara Pedro. Se inclinó y vio las vendas con los que Jesús había sido sepultado en el suelo,  dentro de la tumba. Cuando llegó Pedro y entró encontró las vendas y el sudario y éste doblado aparte, no junto a las vendas. Se cree que el sudario se encuentra en la Catedral de Oviedo. Si el evangelio contiene detalles de este tipo, es que tienen su importancia. Si  hubiera sido robado el cuerpo, no habría quedado el sudario doblado allí de esa manera.   Luego dice que el discípulo vio y creyó. La constatación de la tumba vacía y las vendas y el sudario de la manera indicada serían en inicio de la fe del discípulo en la resurrección de Jesús. Se puede deducir también la sugerencia de que la fe procede o se alcanza más fácilmente cuando se ama. Estas evidencias, todavía incompletas, habría provocado los primeros pasos de la fe del discípulo en la resurrección de Jesús. Esta fe inicial se completa cuando Jesús se aparece a los apóstoles en la tarde del mismo domingo de Pascua, aunque para Tomás todavía no, hasta el domingo siguiente.

Vamos a comentar un poco las otras lecturas para sacar algunas lecciones de ellas acerca de este gran misterio inaudito y totalmente ineseprado de la resurrección de Jesús y lo puede significa para nosotros. En el libro de los Hechos de los Apóstoles, Pedro da una síntesis de lo que fue el ministerio de Jesús tanto en Galilea como en Judea y en Jerusalén y cómo al final Jesús llegó a ser condenado y muerto en la cruz, pero "Dios lo ha resucitado al tercer día". Luego dice que Dios no quisoJesús resucitado se manifestase a  todo el pueblo, sino a unos testigos anteriormente escogidos. Son los mismos que lo acompañaron desde el principio y después de su resurrección, comieron y bebieron con él. Es decir, es el mismísimo Jesús que tantas veces ´había compartido la mesa con ellos, lo hizo también de resucitado. No hay ninguna impresión de que fuera una visión, un espíritu, aunque en otros pasajes se cuenta que Jesús pasaba por las puertas sin que se abrieran, o que en ocasiones no lo reconocía, como el de los does en el camino de Emaús, o María Magdalena que lo confundió con el hortelano. Tiene un cuerpo real, pero con unas cualidades desconocidas.

Luego de haber descubierto la realidad histórica, también dramática e inaudita de la resurrreccion de Jesús en las lecturas anteriores, ahora de la mano de San Pablo a los colosenses, vamos a descubir cómo este misterio central de nuestra fe tiene que incidir en nuestra vida concreta aquí y ahaora en este mundo que nos toca habitar. Pablo escribe: Si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de allá arriba donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Da por supuesto que hemos resucitado con Cristo. En la lectura de anoche en la Vigilia explica que esta resurrección nuestra con Cristo se dio simbólica o sacramentalmente en el bautismo. ¿O es que ignoráis que cuantos fuimos bautizados con Cristo fuimos bautizados en su muerte? Fuimos sepultados con él por el bautismo en la muerte, a fin de que al igual que Crito fue resucitado de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva" (Rom 6,3)  Aquí se nota lo que se realiza en el bautismo, una identificación con Jesús tanto en su muerto, su sepultura como en su resurrección. La vida nueva a la que frecuentemente se refiere San Pablo es la vida unida a Jesús que ya pasó por la muerte y la sepultura y ahora vive con Dios en su misma humnidad, y ya la poseemos en semilla en esta vida. Por lo tanto, a los colosenses los invita a comportarse en conformidad con esta nueva vida entregada a nosotros en el bautismo. Buscad las cosas de allá arriba. ¿Qué serán estas cosas? El comportamiento del cristiano corresponde a la nueva vida que le pertenece ya, y cómo esta vida es una particpación de la vida resucitada que goza Cristo Nuestro Señor, se trata de imitarlo, como el mismo Pablo lo hace. Invita a los filipenses a "tener los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús" (Fil 2,5), en primer lugar la humildad y el amor mutuo, o en otras palabras una vida entregada al cumpliiento de Dios que llevó a Jesucristo en su divididad  a despojarse de sí mismo, rebajarse, entregarse hasta la muerte en la cruz. Se puede decir también que este nuevo comportamiento del cristiano, aunque sigue viviendo en este mundo, pero que ya goza de la participación de la vida resucitada de Jesús corresponde a las peticiones del Padre Nuestro: Venga tu Reino, hágase tu voluntad en la tierra en el cielo como en la tierra. 

Por lo tanto, nuestras lecturas de este Domingo de Pascua nos llevan en primer lugar a reflexionar sobre la realidad histórica de la resurrección en primer lugar con la ayuda del descubrimiento de la tumba vacía de parte de María Magdalena y luego de Pedro y Juan. Este es un primer paso en el proceso de la fe en Cristo resuctiado, que vemos que Juan dio en la misma tumba vacía. Se trata del mismo Jesús que los apóstoles acompañaron desde el principio en Galilea, con el que compartieron la mesa también después de resucitado, de manera que no se trata de ningún fantasma ni de un espíritu sino el único Jesús, ahora con un cuerpo renovado y que está con Dios en su humanidad.  Dando un paso más, como hemos visto, San Pablo nos invita a vivir las consecuencias de nuestra unión e identificación con es Cristo resucitado que ya está en el cielo (allá arriba), y nosotros también a la  manera de una semilla que va creciendo y posteriormente se manifestará plenamente. Eso exige de nosotros un nuevo tipo de comportamiento conforme al ejemplo que nos dejó Jesús, teniendo los mimsos sentimientos que él.         

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