sábado, 29 de abril de 2017

Encontrando a Jesús por el camino a Emaús

HOMILÌA PARA EK TERCER  DOMINGO DE PASCUA, 30 DE ABRIL DE 2017.

Una vez más, nos toca reflexionar sobre el episodio del encuentro de Jesús con los dos discípulos camino de Emaús. En primer lugar, conviene resaltar que San Lucas coloca Jerusalen en el centro de todos los acontecientos salvificos en su evangelio. En la ciudad santa el evangelio de Lucas comienza con el anuncio del Arcángel Gabriel a Zacarías, padre de Juan el Bautista. La Presentación de Jesús en el templo y el episodio en el que se pierde Jesús cuando tenía doce años se dan obviamente en Jerusalén. Lucas organiza su buena parte de su evangelio como un viaje de Jesús a Jerusalén para que allí se cumpla el misterio pascual de la pasión, muerte y resurrección de Jesús. La ascensión de Jesús al cielo se da en Jerusalén así como el venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles en Pentecostés. Por todo ello, el hecho de que los dos discípulos, uno de ellos llamado Cleopas. es significativo, pues ellos abandonan Jerusalén, escandalizados por la muerte de Jesús en la cruz. Para ellos, todo había sido un gran sueño, pero Jesús, que ellos pensaban que fuera el Mesías, acabó muerto en la cruz, como tantos otros revoltosos que se presentaban de vez en cuando como los libertadores y mesías que también acabaron crucificados por los romanos. Iban tristes y de capa caída por el camino y ni siquiera el hecho de que las mujeres habían ido a la tumba encontrándola vacía y habían  contado que habían tenido una visión de ángeles  de Jesús vacía incluso algunos de los discípulos constataron que la historia que contaron las mujeres era correcta sirvió para levantar sus ánimos o sembrar en sus corazones un poquito de esperanza. Su mente estaba cerrada y no les quedaba más remedio que volver a sus casas y retomar la vida de antes como si no hubiera pasado nada.

En medio de toda esta desesperanza, Jesús se presenta a ellos en el camino, pero no lo reconocieron. Vino desde atrás y los acompañó por el camino, sin que vieran su cara, tan envueltos en sus pensamientos estaban. Jesús se hace el desentendido que desconoce las cosas que se dieron en Jerusalén respecto a la condena de Jesús de parte de las autoridades judías y su eventual crucifixión de parte de los romanos. De paso, todo esto da un rotundo mentís a las teorías de algunos biblistas que desde hace unas décadas han producido la teoría según la cual Jesús no resucitó realmente, sino que los discípulos teniendo en cuenta la experiencia hermosa que habían tenido con Jesús decidieron mantener viva su memoria y contar el cuento de su resurrección.

Jesús, repasando lss grandes apartados del Antiguo Testamento, les va explicando cómo todo lo que dijeron Moisés los salmos y los profetas tenía su cumplimiento en Él. Hay un nuevo modo de presencia de Jesús y comienza a entenderse y captarse a partir de una correcta comprensión de la Sagrada Escritura. Esta es una de las tareas principales de la Iglesia y la realiza especialmente en la liturgia eucarística.

La crucifixión de Jesús les provocó a estos dos discípulos una gran crisis, como lo hace con tantos otros. San Pablo encontró que el cruz era escándalo para los judíos y necedad para los griegos (1Cor 1, 23). Jesucristo resucitado es el que da la verdadera interpretación de la Escritura que culmina en Él muerto y resucitado. Las palabras de Jesús caldearon el corazón de los dos viandantes hasta el punto que lo invitaron a quedarse con ellos y comptira la cena. Así se completa el descubrimiento de quién es Jesús, en la fracción del pan, que es cómo San Lucas se refiere a la Eucaristía en el Libro de los Hechos.   La resurrecciòn de Jesús significa un nuevo tipo de presencia de él en medio de su comunidad que es la Iglesia, y se basa en la Escritura o el pan de la palabra de Dios partido y el pan eucaristico también partido. Es la esencia de nuestro encuentro con Jesús en todo este tiempo de la Iglesia, desde  aquel "primer dia de la semana", significando el inicio no sólo de de una nueva época de la historia, sino de un nuevo mundo. Es también el octavo día, es decir, el sábado de los judíos era el último día en el que Dios descansó de su creación. Ahora con la resurrección de Jesús se da inicio al nuevo cielo y la nueva tierra prometida por el Libro de Isaías. De ahí también la importancia del domingo como día de alegría, de gozo compartido, de esperanza, de comunión y fraternidad en el que el cristiano se encuentra con su Señor en su Palabra y en la fracción del pan, y se llena de la esperanza de la segunda y definitiva venida de su Señor para "juzgar a los vivos y muertos" y completar la gran obra de la creación, la redención con la consumación final, el triunfo definitivo sobre el pecado, el mal y la muerte.  ¿Cómo es posible que tantas personas que se dicen católicos se pasan de participar en la Eucaristía dominical? ¿Se puede ser católico sin participar en ella cadad domingo?

La gran alegría que experimentan los dos discípulos tanto al escuchar el sentido de la Escritura explicada por el mismo Señor Resucitado, como en reconocerlo en el partir del pan, los lleva automáticamente a querer compartirla con los demás discípulos. Por ellos, emprenden un nuevo viaje de regeso a Jerusalén. Ellos se habían apartado de la Ciudad Santa llenos de tristeza y de desesperanza, y ahora vuelven llenos de alegría para encontrar que también sus hermanos han recibido la gran noticia de la resurrección de Jesús y su aparición a Pedro. Ya en el Sermón de la Montaña Jesús había dicho "Vosotos sois la luz del mundo. No puede estar oculta una ciudad situada sobe un monte. Ni tampoco se encienda una lámpara  para colocarla debajo del celemín, sino  sobre el candelero para que alumbre a todos los que están en la casa"  (Mt 5, 1416). Así también, cada aparición del Señor Resucitado lleva consigo una misión, la de salir a anunciar la gran noticia que es una alegría para todo el pueblo.    
 

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