sábado, 1 de julio de 2017

LA MUERTE, LA VIDA Y EL BAUTISMO

HOMILÍA, DOMINGO XIII DEL TIEMPO DURNTE EL AÑO, 2 DE JULIO DE 2017.

Probablemente todos nos hemos dado cuenta ya que el cristianismo implica una serie de paradojas fascinantes. En el evangelio de hoy dice Jesús: "el que pierde la propia vida por mí  la volverá a encontrará".¿ Cómo es posible perder la vida para luego ganarla? También nos preguntamos ¿cómo es que Dios haya escogido el camino de una muerte tan horrosa, uno de los suplicios más tremendos que haya inventado el hombre en toda la historia para su Hijo Jesucristo como medio para slavarnos a nosotros de la muerte eterna que es la condena  eterna que llamamos el infierno? ¿No pudo haberlo hecho de una manera menos horrible, más aceptable? Algunos, al ver la Película de Mel Gibson sobsre la pasión y muerte de Jesús salen pensando que es exagerado, que no puede ser que un Dios bueno y misericordioso someta a tan suplicio a su querido Hijo. Hemos anestitesiado la cruz. La tenemos en cada Iglesia y en nuestras casas, la llevamos  en una cadena en nuestro cuello, pero no nos paramos a pensar en qué realmente significa. Hoy en nuestra segunda lectura, San Pablo viene a nuestro auxilio. Se trata de un breve pasaje tomada de su carta a los cristianos de Roma escrita en la segunda mitad de los años 50 del silgo primero a menos de 30 años del hech de la crucifixión de Jesús. La Carta a los Romanos en la primera de San Pablo que se encuentra en nuestra Biblia. Se trata del primer tratado teológico del cristianismo y la direge a la pequeña comunidad cristiana ya existente en Roma, antes de que él mismo haya llegado a la Ciudad Eterna. Les invito a tomarla y leerla pausadamente porque en ella encontramos una síntesis del evangelio que enseñaba San Pablo a aquellos. primeros cristianos.

El Evangelio, según lo entiende San Pablo está centrado en el misterio de la muerte y resurrección de Jesucristo. Escribe a los corintios: "Pues la predicación de la cruz es necedad para los que se pierden; mas para los que se salvan -para nosotros- es fuerza de Dios" (1Co 2,9). Y más adelante dice: ""nosotros predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos, necedad para los gentiles ; mas para los llamados, lo mismo judíos que griegos, un Cristo, fuerza de Dios y sabiduría de Dios" (1,23-24). Podría dar la impresión de que San Pablo tiene una obsesión con la cruz y la muerte. En la cultura actual se quieire evitar el tema de la muerte por cualquier medio. Aquí en el pueblo donde vivo, cuando hay un Eucaristía en exequias, se toca la campana de modo especial de manera que se seabe que hay un funeral. Se llama "la angustia". Hace poco una señora me dijo que varios vecinos le dijo que el toque de la campana es demasiado, que se hace durante una hora antes del inicio de la Misa, que les provoca "angustia", sobre todo a las personas mayores. Es decir, les recuerda demasiado el hecho de la muerte, aunque siendo mayores de edad, uno pensaría que tal pensamiento pudiera ser saludable, una ayuda a que se preparen mejor para la llegada de este momento que infaliblemente llegará. No se quiere ni pensar en la muerte, y al parecer se tiende a pensar que de alguna manera no pensando en ella desaparecerá. Por otro lado, curiosamente, en las películas llamadas "de acción", gran parte de la acción consitse en balaceras. Por un lado, el hombre contemporáneo no quiere pensar en la muerte y por otro la trivializa.

Nuestra fe cristiana constantemente nos quiere enfrentar con la muerte, ya desde el inicio de la vida con el Sacrametno del Bautismo. San Pablo nos dice hoy: ¿Es que ignoráis que los que cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús, fuimos bautizados en su muerte? Este simbolismo se comprende mejor en el caso del bautismo por inmersión, como era el caso en la antiguedad. La persona que se iba a buatizar era sumergido unos momentos debajo del agua, simbolizando estar muerto con Cristo y seupulatado con él. Eso mismo dice San Pablo: "Fuimos sepultados con por el bautismo en la muerte, a fin de que al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, asñi también nosotros vivamos una vida nueva". Este es el Misterio Pascual, en primer lugar, el paso de Jesús por el trance tremendo de la muerte en la cruz, pero no todo acabó en la cruz. Al contario, por la gloria y el poder de Dios, la muerte no pudo tenerlo sujeto sino que resucitó a una vida nueva.
Eso mismo celebramos no sólo en el bautismo, sino cada día en la Eucarístía: "Muriendo destruyó nuestra muerte, resucitando nos dio nueva vida" Y "Ven, Señor Jesús" . Este proceso se asemeja a lo que sucede con las vacunas. Se nos inyecta un poquito del virus para que el sistema inmune crea anticuerpos contra ese virus. Jesús, sinedo Dios, asume nuestra condición humana herida por el pecado para sanarla y liberarnos del pecado y sus consecuencias.   En su resurrección, Jesucristo nos ha abierto toda una vida nueva más allá de todo lo que podríamos esperar o imaginarnos. Por eso dice San Pablo a los corintios, citando al Profeta Isaías: "Ojo no ha visto, ni oído escuchado las cosas que Dios ha peparado para aquellos que lo aman". Esta novedad de vida se ha revelado en Jesús resucitado y en nosotros por el bautismo, aunque todavía tenemos que esperar su realización definitiva y completa. Por eso decimos "Ven, Señor, Jesús".

Por ello, Pablo habla de "caminar en una vida nueva". Se trata de un proceso en el que hemos sido iniciados, pero que todavía no termina en esta vida. ¿En  que consiste esta vida nueva? Hace unos días al estar hablando con una persona que no participa casi nunca en la misa y ya es mayor de edad, le preguntaba que para ella qué significa la vida o ser católica. Decía que se trata de "no hacer daño a nadie" y lo que espera después de la muerte es encontrarse con los seres queridos ya fallecidos. Aquí no hay nada de la vida nueva de la que habla Pablo, sino más bien algo que pudiera esperar un pagano, y de hecho en muchas culturas se conmemora a los antepasados. Este persona se considera católica, pero Jesucristo y la vida nueva en la que introduce por el bautismo no entra en sus cálculos. San Pablo también utiliza la figura del "hombre viejo". El hombre viejo es el hombre sumido por lo vicios, el egoismo, el deseo del placer, del sexo, del dinero y lo que le puede adquirir. Es el pagano que para San Pablo no tiene esperanza, porque la única verdadera esperanza es la que nos da Jescristo en su resurrección en la que empezamos a participar por el bautismo. También la Eucaristía  y nuestra celebración cristiana del domingo constituyen un adelanto, ana anticipación de esta nueva vida que ya poseemos aunque todavía no plenamente.

Además, a través de la viviencia del amor cristiano, la virtud infusa de la caridad, como la describe San Pablo a los Corintios (1Co 134ss) vamos caminando en la novedad de vida que se ha producido en nuestro bautismo para la que recibimos fuerza y alimento en la Eucaristía: "La caridad es paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe; es decorosa; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra dela injsuticia; se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo los soporta".

Como hemos podido constatar, el dinamismo de la muerte que tiene que dar paso a la vida nueva empezando  con el bautiismo y haciéndose presente cada vez que celebramos la Eucaristía es esencial en nuestra vida cristiana. De nada nos sirve intentar no pensar en la muerte  sino más bien darnos cuenta de que el aguijón de la muerte ya no existe debido a nuestra unión con Jesucristo. Lo que realimente nos ha de dar miedo no es la muerte, sino la posibilidad real y con frecuencia cercana de separarnos de Jesús por el pecado y caer en la peor desgracia que se pueda imaginar. Mientras estamos de peregrinación en este mundo y todavía lejos de la meta de la plena unión con Él, tenemos que vigilar, como las vírgenes prudentes de la parábola que sí llevabamo aceite para las lámparas. Con no poca frecuencia, Jesús invita a orar y vigilar y no ser como el servidor descuidado y holgazán que no cumple sus deberes y maltrata a sus compañeros cuando su señor se ha ido de viaje. Dice Jesús que no sabe a qué horas llegar el Señor para pemiar o castigar a los servidores.                          

 

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