sábado, 2 de julio de 2016

SAN PABLO, EL PRIMER TEÓLOGO DE LA IGLESIA.

HIOMILÍA DEL DOMINGO XIV, CICLO C:

 Hoy me baso en nuestra segunda lectura tomada de la Carta de San Pablo a los Gálatas. Antes de pasar a hacer alguunos comentarios sobre nuestro texto que nos toca, que coniste en tan sólo cuatro versículos, deseo hacer alguna reflexión sobre San Pablo y por qué es tan importante para cualquiera que quiere de verdad seeguir a Jesús a fondo. Monseñor Robert Barron, gran precidador y Obispo Auxiliar de Los Ángeles, dice que "San Pablo es difícil" y lo repite. ¿Por qué es difícil? Nos conviene repasar algunos datos acerca de su vida y personalidad para poder responder a esta pregunta. Todos conocemos los detalles de su conversión que se narran hasta tres veces, con pequeñas diferencias,  en el Libro de los Hechos, En realidad, San Pablo es el personaje del Nuevo Testamento, despuès de Jesús de quien conocemos màs detalles de su vida, su carácter y su misión apostólica, no tanto, obviamente, como quisiéramos. Hay que decir que era una persona realmente bien preparada para ser escogido de manera tan imprevista, siendo pues, probablemente la persona que humanamente consideraríamos menos indicada para llegar a cumplir la misión que Dios mismo le había reservado.  Habiendo nacido judío en la Diáspora, en la ciiudad de Tarso, que se encuentra ahora en el sureste de Turquia, no lejos de Antioquía en Siria, otra ciudad absolutamente fundamental en los primeros timepos de la Iglesia. Había recibido una educación insuperable para ser rabino bajo el famoso Rabino Gamaliel, y al mismo tiempo  se había formado en la cultura helenista de la época, de manera que tambiér era bilingue, manejando tanto el arameo, lengua franca de Medio Oriente desde hacía varios siglos, y el griego, qu en en la época era la lengua de todo el Mediterràneo Oriental y en parte de la misma Roma, de las clases altas, como de muchos que inmigraban a la gran ciudad.

 Como recojo en el título de la homilìa, es el Primer Gran Teólogo de la Iglesia. De Platón se ha dicho que toda la filosofía que le seguió no es màs que una serie de notas de pie de página a la de él. Según señala Monseñor Barron, se podría decir esto mismo de San Pablo, que toda la teología posterior a él sería una serie de notas ampliando lo que ya San Pablo había iniciado. En realidad, no hay gran doctor de la Iglesia que no hay sentido el grandísmo influjo de San Pablo. Es muy conocido el influjo fudnamental que tuvieron unos versículos de la Carta a los Romanos en un momento decisivo de la conversión de San Agustín, según constatamos en sus Confesiones. Sin duda, el Padre y Doctor de la Iglesia que es insuperable en su amor a San Pablo es San Juan Crisóstomo, pero también hasta Santa Teresita, declarada Doctora de la Iglesia por San Juan Pablo II,  dice que ella encontró su misión en la Iglesia leyendo el famoso Cántico de la Caridad de la Primera Carta a los Corintios (c. 13), "ser amor en medio de la Iglesia".

Por una parte, San Pablo en todos sus escritos manfiesta un conocimeinto acabado de las Escrituras y tambiñen de los métodos exegéticos de los rabinos. Reflexionó sobe el sentido último de la realidad, de la creación, de la elección de Israel como pueblo escogido y preiveligiado por la bendición de Dios a Abraham, en una palabra todo el plan maravilloso de Dios para con su pueblo y su misión en el medio del mundo. En su Carta los Filipenses,que  probablemente era la comunidad hacia la que sentía más cariño, ,una ciudad griega y era la primera comunidad cristiana fundada por San Pablo en Europa, , escribe de sí mismo: "Si algún otro quiee confiar en la carne, más yo,. Circuncidado el octavo día, del linaje de Israel; de la tribu de Benjamín; hebreo e hijo de hebreos; en cuanto a la Ley, fariseo; en cuanto al celo, era perseguidor de la Iglesia; en cuanto a la justicia de la Ley intachable. Pero lo que era para mí ganancia, lo he juzgado una pérdida a la causa de Cristo. Y  más aún: juzgo todo es pérdida ante la subliidad del conocimeinto de Cristo Jesús, mi Señor, por quien perdñi todas las cosas,y las tengo por basura para gana a Cristo, y ser hallado en ñel, no con la justicia mía, la que viene de la lLey, sino la que viene de Dios, apoyada en la fe" (3,4.12).

Tal vez nos hemos acostumbado a escuchar los breves pasajes tomadas de las Cartas de San Pablo a lo largo de nuestro ciclo de tres años litúrgicos, algo descontexualizados, y lo que escuchamos nos parece normal, hasta pensamos que estamos familiarizados con estos textos, siendo casi como tópicos. Sin embargo, una de las razones por las que San Pablo es difícil es que escribe con una extrarodianria indensidad y sinceridad, involucrando todo su ser en lo que dice. Por ello, en pocas palabras dice una gran canditad e verdades que nos pueden pasar por alto, tambièn por no estar familiriazados con el contexto en el que escribió. Es como un poeta, que en sus versos, de manera bella y profunda comunica su mensaje que no es fácil de discernir. Lo mismo se podría decir también de San Juan, que es el otro gran teólogo del Nuevo Testamento. De hecho se le ha dado el título de "El Teólogo", pero San Pablo viene antes, y en muchos aspectos coinciden, como es lógico. Por lo tanto, les invito a tomar una carta entera y leerla, con la ayuda de la introducción que suele haber en las Biblias modernas. Puede ser la de los Gálatas de la que proviene nuestra lectura de hoy, o la de los Filipenses a la que acabo de referirme. En ambas San Pablo hace referencias autobiográficas. La experiencia del encuentro de San Pablo con Jesús resucitado en el camino a Damasco revolucionó totalmente su vida, su mente, todo su modo de ver el mundo, la historia y su mismo concepto de Dios. Esto se ve en este pasaje de Filipenses que acabo de citar, como en la de Galatas de hoy, que comentaré en un momento. Decir que todos los privilegios de ser judío, circuncidado etc. no son màs que basura, comparado con "suprema ventaja de conocer a Jesús y vivir en Èl" es algo absolutamente revolucionario. No es de extrañar, pues, que con frecuencia cuando hablaba en las sinagogoas, lo echaban fuera, le tiraban piedras y lo dejaban medio muerto. La expresión "en Cristo" o "en Cristo Jesús" se encuentra hasta 150 veces en sus cartas.

Después de estos datos sobre San Pablo y su importancia en la Iglesia, como el primer gran teólogo, es decir, el primero que ha reflexionado a fondo sobre lo que significa para cada uno de nosotros y para el universo entero "estar en Cristo, ser incorporados en Èl por el bautismo, y llegar a ser parte de la Nueva Creación. Recordemos que Dios, según el Libro del Génesis, creó todo de la nada, es decir, sin que haya habido ninguna materia prima anterior. Ahora pasamos a nuestro texto de hoy que ese el final de su Carta a los Gálatas. Galacia era una región màs o menos en el centro de  lo que es ahora Turquía, y San Pablo había llegado allí para evangelizar en un momento de enfermedad, y los Gálatas lo trataron con extrema bondad y benevolencia en esa difícil circunstancia (4, 12-20). Sin embargo, posterormente, llegaron unos nuevos evangelizadores de Jerusalén que se empeañaron a descalificar a San Pablo por no haber impuesto a los neoconversos del paganismo todo el peso de la Ley Antigua y la circuncisión. La carta desde su primeros versículos, es muy polémica y no contiene los saludos y manaifestaciones de cariño y benevolencia que se encuentran en las demàs cartas. Empieza "in medias res".  "Pablo, apóstol, no de parte de los homrbes ni por mediaciòn de hombre alguno, sino por Jesucristo y Dios Padre, que resucitó de entre los muertos..."  No es que no manifeste San Pablo todo su cariño hacia los cristianos de la comunidad de Galacia, pero también su asombro porque ellos habìan hecho caso a los judaizantes que intentaban imponerles el peso de la Ley Antigua y la circuncisiñon, haciendo caso omiso del verdadero Evangelio que Pablo les habìa predicado. Llega a decir que si "nosotros mismos o un ángel del cierlo os anunciara un evangelio distinto del que os hemos anunciado, ¡sea anátema!, es decir, maldito. Sería difìcil de encontrar palabras màs claras y contundentes.

Finalmente, llegamos a nuestro pasaje de hoy (6,14-18): "En cuanto a mí, Dios me libere de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo,por la cual el mundo es para mi un cricificado y yo para el mundo" . En cuanto a  la traducción, el griego no dice "un crucificado" sino que está crucificado". Esta afirmación pudiera parecernos a nosotros perfecamente normal y no nos llamaría  la atención para nada. Estamos tan acostumbrados a tener crucifijos en todas las Iglesias y también las casas, y en algunos países donde los secularistas no han logrado quitarla, la cruz está presente en lugares públicos. Sin embargo, si nos colocamos en la situación de San Pablo a aquellos a quieren se dirige, no es asì. Incluso la mención de la cruz, la crucifixión provocarìa hasta escalofríos en personas de bien. La cruz era el instrumento màs ignominioso ceado por el hombre para matar como una tortura consante que podía durar varios días. Según el orador y filósofo Cicerón, no se podía ni mencionar la cruz en buena comapañía. La mera mención de ellos amargaría la conversación. Tampoco en el Antiguo Testamento hay algo bueno que decir sobre la cruz, cosa de la que obviamente San Pablo era pefectamente consciente, pues hace referencia al texto de Deuteronomio 21,23 en la misma carta (3,13): " Maldito el hombe que cuelga de un árbol". Nadie  en su sano juicio diría que "se gloría o se jacta de la cruz". Lo considerarían como un demente.

Uno de los recursos oratorios favoritas de San Pablo es la paradoja, pero no se trata de mera retñorica sin de una verdad profunda que nos quiere comunicar con esta expresión de "gloriarse en la cruz de Nuestro Señor Jesucristo". Obviamente no es la cruz en sí que le provoca gloriarse, sino "de Jesucristo Nuestro Señor". Para San Pablo, el Misterio Pascual de la muerte y resurrección de Jesús ha logrado un cambio absolutamente radical en nuestro mundo, es pues, una nueva creación por ello, similar a la primera creación de todo el universo de la nada.

Luego prosigue: "el mundo es crucificado para mí y yo para el mundo". En la Biblia, hay dos sentidos del concepto mundo, uno negativo, y otro positivo. Aquí San Pablo se refiere al mundo como una estructura desviada, de pecado, del dominio del mal, de la muerte. Es algo que se puede constatar leyendo todo el Antiguo Testamento desde el libro del Gènesis hasta Daniel en el que se condena todos los imperios. Tambián Pablo desarrolla este pensamiento más ampliamente en su Carta a los Romanos, que profundiza en los temas introducidos en la de los Gálatas. Como una suerte de antídoto, Jesús en la cruz ha tragado, por así decirlo, todo el veneno que es el pecado, la injusticia, el desenfreno y demás males que Pablo resume en su Carta a los Romanos y otras. El pecado "hamartìa" es uns estructura potente, una losa que pesa encima de los hombros de cada persona y de toda la sociedad, y nadie, como se manifiesta en toda la Biblia y en la misma experiencia humana de todos los tiempos, ha podido levantar esa loza esclavizadora de los hombros del hombre, Por su poder divino, "el mundo es crucificado con Jesús en la cruz" y la victoria alcanzada en la resurrección. Tambièn el Libro del Apocalipsis nos entrega una versión dramática de esta tremenda historia del mundo y del hombe. La gran paradoja es que precisamente por la cruz que Jesús logra la victoria defninitiva sobre ese inmenso cúmulo de mal. Pero Pablo prosigue, y esta segunda parte de la frase es muy importante "yo yo soy crucificado para el mundo". En Romanos 6,6-11, dice que en el bautismo nosotros hemos sido crucificados simbólicamente con Cristo, hemos sido sepultados con él y hemos resucitado con Èl, Repite lo mismo en Colosenses 3,1. Si este mundo nuestro está superado, conquistado en cierto sentido anulado en cuanto que su misma estructura mal y de pecado ha sido eliminado por la cruz de Jesucristo, nosotros también estamos "crucificados para el mundo". Las gandes preocupaciones de este mundo. Pablo está diciendo que todo ese gran mundo de la política, del dominio de los pueblos, todo lo que es del César no nos atañe, no es lo prinicpal. No es que tengamos que retirarnos del mundo, como los ascetas del siglo IV que se fueron a los desiertos de Egipto y Siria. En Romanos 8, dice que el mismo universo sufre dolores de parto y se está dando a luz el nuevo universo, dominado por Jesucisto que es el Señor, no César. (8, 22). Nos toca, pues vivir en este tiempo de esperanza y colaborar para que esta aurora que se ha inaugurado con la resurrección de Jesús vaya progresando hacia la plena luz de la parusía.

Pablo insiste que "no es la circuncisión o la no circuncisión lo que importa, sino ser nueva criatura. Como sabemos, la circuncisión era una señal en el mismo cuerpo del varñon que indicaba su pertenencia al Pueblo Elegido. Era parte esencial de la identidad del judío, y parte de la polémica de San Pablo con los judaizantes que habían llegado de Jerusalán a Galacia, era precisamente sobre la posición de Pablo de que la circuncisión no era necesaria. Aquí va a más y obviamente tal afirmación sería un escándalo para la mentalidad judía contemporánea de Pablo. La cicuncisión no tiene ninguna importancia en la nueva dispensación porque queda completamente superada por nuestra unión con Jesùs que se realiza en el bautismo y se profundiza en la Eucaristía.

"Y sobre cuántos se sometan a esta regla paz y misericordia, lo mismo que para el Israel de Dios" Aquí se trata de la Iglesia, que es el nuevo Puebo de Dios.

"En adelante, nadie me moleste, pues llevo en mi cuerpo las señales de Jesús". Todo el episodio de la llegada de los judaízantes había sido motivo de gran preocupación para Pablo en medio de sus sufrimientos. No parece que aquí se trate de los estigmata, sino más bien de las heridas que  habría n quedado en su cuerpo debido a los diversos malos tratos y palizas e los que contínuamente era víctima.

Pablo termina su carta con esta oración que podemos hacer nuestra en estos tiempos muy complicados para la Iglesia y el mundo entero, que tambièn puede ser nuestro saludo en este domingo 3 de julio de 2013: "Hermanos, que la gracia de nuestor Señor Jesucristo  sea con vuestro espíritu" 



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