Los úlitmos dos domingos, he escogido el pasaje corespondiente de San Pablo de la segunda lectura para el tema de la homilía. Hoy vuelvo a nuestro evangelio de este año, de San Lucas. Nos toca reflexionar sobre uno de los muchos pasajes propios de San Lucas, y muy comnetado a lo largo de los siglos, por grandes santos y místicos. Se trata de la visita de Jesús a la casa de Marta, María y Lázaro. Los místicos, como el autor inglés anóniomo del siglo XIV de la obra La nube del no saber entre ottros muchos, se interpretan el pasaje como una indicacíón sobe la superiorida de la vida contemplativa sobre la vida activa. En realidad, en nuestro mundo actual, estamos inmersos en un grandísimo activismo. Muchísimas personas no se sienten contentos si no están haciendo cosas. Son incapaces de sentarse y reflexionar. Cuando yo era seminarista, hace ya más de 35 años, una revista católica italiana comentaba la siguiente anécdota. La gente de una parroquia no dejaba de quejarse contra el párroco por las homilías que consideraban muy largas. Es probablemnete la queja más común de los feligreses en contra de nosotros los sacerdotes. Un domingo, ya harto de tanta queja, el cura desidió anunciar que no iba a dar una homilía porque estaba harto de las quejas. En cambio, les dijo que dejaria un espacio para que después del evangelio se dedicaran a la medidtación y se sentó en silencio. A lo largo de la semana, al encontrarse con la gente le supliciaban que por favor, cualquqier cosa menos eso de la meditación, que si iba a dar más tiempo para la meditación, perferian las homilías que consideraban largas.
En muchos países, generalmente los así llamados "desarrollados", poquísma gente acude al Sacramento de la Penitencia, y curiosamente de los pocos que sí acuden muy de vez en cuando, bastantes le dicen al confesor que no tienen pecados, y por ejemlo después de unos veinte y tantos años de no haberse confesado, no encuentran más que confesar que "he dicho palabrotas". Otros, luego de haberles ayudado a hacer un examen de conciencia basado en los diez mandamientos, en los deberes de un cristiano, y la pràctica de las virtudes, aseguran al sacedote que no han cometido ningún pecado nunca. El filósofo pagano del siglo IV antes de Cristo, Sócrates, decía que "una vida no examinada no vale la pena vivirla". Luego, casi todo mundo dice que "tiene tiempo". Si uno ofrece en la parroquia una siere de charlas sobre la Biblia, sobe la oración u otros temas centrales de la fe, muchos le dirán que "no tienen tiempo". Tampoco tienen tiempo para tener hijos, o más que uno, o consideran que no tienen dinero. Otros consideran la crianza de un hijo una tarea tan más allá de sus capacidades que ni se atreven a tener alguno, menos dos o tres. Sin embargo, casi no hay casa en la que hay un televisor prendido toda la tarde o todo el día y sí tienen tiempo para verla. Si se dan los programas faranduleros, es que hay gente para verlos. Si no los canales se enteran por la bajada de los así llamados rating o la medida de la audiencia, y bajan lo que cobran por la publicidad y tienen que retirar el programa.
Intentemos entrar en la escena que nos presenta San Lucas. Muchas mujeres se identifican con Marta, que tiene la visita de Jesús y sus discípulos. Ella se sacrifica con gran esfuerzo para preparar la comida para los visitantes ilustres, mientras María se queda sentada a los pies de Jesús escuchándle. Marta se molesta hasta el punto de quejarse con Jesús sobre la poca o nula colaboración de María en las tareas de la cocina. Muchas mujeres no comprenden la respuesta de Jesús: "Marta, Marta, tú de preocupas por muchas cosas, mientras hay necesidad de pocas, o mejor de una sola" En latín, la traducción dice unum necessarium" . Le parece una falta de apecio por la labor que diariamente ejercen en la casa. No es que tales tareas no tengan importancia, pero es relativa.
¿Para Jesús, qué será ese unum necessarium? San Ignacion de Loyola lo expresa al inico de sus Ejercicios Espirituales y lo llama El Principio y Fundamento: El hombre es creado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios
nuestro Señor, y mediante esto salvar su alma; y las otras cosas
sobre la faz de la tierra son creadas para el hombre y para que le
ayuden en la prosecución del fin para que es creado. De donde se
sigue que el hombre tanto ha de usar dellas, quanto le ayudan para
su fin, y tanto debe quitarse dellas, quanto para ello le impiden. Se trata del sentido úlitmo de la vida, aquello para lo cual Dios nos ha creado y lo que tenemos q0ue alcanzar. Es nuestro fin último, y todo lo demás son medios que nos han de ayudar a alcanzar ese fin. Hay un principio filosfófico básico que reza en latín: "Omnis agens agit propter finem", "todo agente actúa en vistas a un fin" ¿Con qué frecuencia nos acordamos de nuestro fin último, expresado por San Ignacio con estas palabras escuetas y llenas de sentido para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor, y mediante esto salvar su alma? Acordarnos de esta verdad fundamental e intentar a través de cada cosa que hacemos a lo largo de los días alcanzar esta meta final de nuestra vida es verdadera sabidurñia y lo contrario es autèntica necedad. Según aa Biblia que "el necio dice en su corazón, "no hay Dios". Al principio del Libro de los Proverbios, y en varias partes màs de la Biblia, se dice que "el inicio de la sabiduría es el temor de Dios", y el temor de Dios es un don del Espíritu Santo, relacionado con la virtud infusa de la esperanza. Si nos encontramos en una peregrinación, y nos olvidamos de la meta, o nos deviamos a otro lugar, somos unos necios, unos tontos. El temor de Dios no implica que Dios es un ogro o un Señor que tiene ganas de castigarnos, sino se trata del hecho de que sin la gracia de Dios no podemos llegar a la meta de la vida eterna, de "salvar nuestra alma", como dice San Ignacio, y el hecho es que mientras peregrinamos en este mundo estamos en palabras de San Pablo todavía "lejos del Señor", y no podemos pensar que somos buenos y santos o mejores que otros.
Debido a que el cielo consistiría en la contemplación de Dios, una relación íntima de amor con Dios Padre, por su Hijo en el que resucitarmos a la nueva vida de la resurrección en el Espíritu Santo, los mísitcos comentaban esta pasaje en el sentido de que María estando escuchando a Jesús a sus pies, había escogido la vida contemplativa, que sería de alguna manera un adelanto de lo que será el Reino de Dios en el cielo. Obviamente, en este mundo no puede haber una vida plenamente contamplativa, porque somos corporales, y el mismo Jesús trabajó largos años de carpintero para ganar la vida, y así compartir al suerte de la gran mayoría de los hombres y mujeres en este mundo. Sin embargo, nuestro pasaje señala la importancia de la escucha de la Palabra de Dios, (el mismo Jesús es la Palabra, Logos, señala San Juan al inicio de su evangelio. María escuchaba atentamente a Jesús, y esto es también un mensaje importante para nostros. Muchos santos, Santo Domingo, por ejemplo hablan de la necesidad de entregar a los demás lo que hemos contemplado, contemplata aliis tradere. Nadie da lo que no tiene y si no hemos escuchado y meditado en la palbra de Jesús en el evangelio, ante todo no la vamos a poder vivir, y menos comuncicarla a otros, sea a los hijos, otros familiares o amigos. San Ignacio habla de ser "contemplativos en la acción", es decir, nuestro modo de actuar y de hablar ha de ser inspirado en la Palabra de Dios que hemos asimilado en nuestra vida. El cristianiso no se comunica a través de la mera propagación de preceptos, sino ante todo de la vivencia de lo que el Señor nos enseña en la vida concreta, es decir, por contagio. Muchos padres llevan a sus hijos a ser bautizados al poco tiempo de nacer. En la celebración del bautismo, se comprometen a educar al hijo en la fe, que allí mismo han profesado y se comprometen. Sin embargo, a los ocho años, cuando llevan a los niños a la parroquia para la catequesis de la Primera Comunión, el niño no ha tenido ninguna experiencia de Dios, de Jesucristo, de la Sma. Virgen María, pues los padres no acuden nunca a la parroquia a asistir a la San Misa, ni ninguna otra ceremonia, excepto tal vez algún entierro o boda. De nada sirve decirles a los niños que no mientan, que no digan groserías, etc, cuando el niño ve que ellos lo hacen. No es de extrañar, pues que luego de la ceremonia y la celebración de la Primera Comunión, los niños no aparecen más en la parroquia. Se les ha olvidado o nunca se dieron cuenta los padres de lo que es lo "único necesario", el fin último de la vida, y nadie da lo que no tiene.
El Señor nos hace hoy una invitación imperiosa de no olivdarnos de los más importante, mientra tal vez estamos involucrados en muchas cosas urgentes, que también se tienen que hacer. Si no tenemos en nuestra mente, en nuestro corazón "lo único necesario", lo que al final de nuestra vida realmente cuenta, es poco probable que alcancemos la meta de la vida eterna, o del cielo. Dios nos puede salvar solamente si le dejamos, pues si nos ha dado la libertad, ciertamente la va a respetar. Reflexionemos hoy sobre lo que es el verdadero sentido de nuestra vida, lo más importante, lo único necesario, y no solamente lo más urgente. Si esta noche nos morimos, todas esas cosas urgentes se dejarán de hacer y tendremos que enfrentarnos con el juicio delante del Señor. En el mismo evangelio de San Lucas está la parábola del señor que tuvo una gran cosecha y tiró sus graneros para construir otros más grandes, y cómo esa misma noche, Dios lo llamó. Jesus dice: "Mirad, guardaos de toda codicia, poruq , aun en la abundancia, la vida de uno no está asegurada por sus bienes... Así es el que atesora riquezas para sí, y no se enriquece en orden a Dios" (Lc 11,13-21)
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