Hoy nuestro pasaje evangélico, del Evangelista Lucas, nos pesenta una de las parábolas más conocidas e importantes de todos los cuatro evangelios, la del BUEN SAMARITANO. Un experto en la ley judía le pregunta a Jesús cuál es el principal de los mandamientos de la Ley. Jesús le responde invitándole a buscar la respuesta en la misma Ley, y él le cita un pasaje del Libro del Detueronoomio 6,5 sobre el amor de Dios sobre todas las cosas. Jesús añande la parte de amar al prójimo como a uno mismo. Entonces el hombre vuelve a preguntar, al estilo de la enseñana rabínica, ¿quién es mi prójimo? Este diálogo provoca que Jesús cuente la parábola, para explicar quién es el prójimo. Hay que decir que la palabra prójimo, que proviene del latín al castellano, significa el más cercano. Lo parádojico es que el más cercano es un samaritano porque ejerció la misericordia hacia el hombre que cayó en medio de ladrones. En realidad, el samaritano, siendo uno de los más odiados por los judíos, sería espiitualmente no el más cercano, sino el más lejano. En la Tradición de la Iglesia se ha señalado con fecuencia el título de Buen Samaritano se le atribuye al mismo Jesús porque resume muy bien la misión de Jesús, que "tenía la forma de Dios, se vació de sí mismo, haciéndose como uno cualquiera", según San Pablo señala a los filipenses (2,6-11) se hace el más cercano a cada hombre, cargando con las consecuencias del pecado de cada uno de nosotros en la cruz, para alcanzar luego la gloria de la resurrección y ser de verdad Señor de vivos y muertos.
Dado que el domingo pasado comenté el pasaje del final de la Carta de San Pablo a los Gálatas, que nos daba la ocasión de reflexionar sobre San Pablo como el Primer Teólogo de la Iglesia, es decir, el primero en pensar profundamente sobre lo que significa para cada uno de nosotros la Persona de Jesucristo, quén es como Dios y hombre que se entrega por nosotros. , En Él hemos sido incorporados desde nuestro bautismo, y en Él vivimos, o estamos "en Cristo Jesús", quisiera proseguir con el mismo tema hoy, basándome en nuestra segunda lectura de la Carta de los Colosenses 1,15-20. Si Jesucristo es nuestro veradero prójimo, el Buen Samaritano por antonomasia, nos conviene hacer un esfuerzo más hoy para responder a la pregunta que sale en todos los cuatros evnagelios: "¿Quién es Jesús de Nazaret?
Los envangelios son ante todo una historia acerca de Jesús, una gran parte estando dedicada a su Pasión, Muerte y Resurrección. Por lo tanto, qué más podemos aprender de las explicaciones que San Pablo da a los Cristianos de Colosa, pues si el Evangelio es buena noticia que nos ha de llenar de alegría y darnos el verdadero sentido de la vida, nos conviene profundiar en lo que San Pablo, propone a aquellos cristianos de la primera generación enfrentados con varios problemas Esta carta de San Pablo es una de las que se consideran fueron escritas desde la cárcel, probablemente en Roma y posiblemente en el año 61 A.D., aunque algunos piensan que puede haberse escrito desde Éfeso. Las otras cartas de la prisión son Filipenses, Felemón y Efesios, ésta última siendo más bien una ocasión de volver y tratar y profundizar en el mismo tema tratado en Colosenses. Nuestro pasaje de hoy aparece un par de veces al mes como Cántico de Nuevo Testamento en las Vísperas.
En primer lugar, el mismo Pablo no había envangelizado la comunidad de Colosa, sino su discípulo Epafras. No los conocía personalmente. La problemática con que se enfrenta es una especie de sincretismo religioso, que intenta compaginar elementos provenientes del paganismo, del judaísmo y el cristianismo. Sería una protognosis. El gnosticismo desarrollado llegó a ser un gran peligro para la Iglesia del siglo II, y fue objeto de estudio de parte de varios Padres de la Iglesia, especialmente San Ireneo de León en la segunda mitad del siglo II. Se trataba de un camino de salvación basada en el conocimiento o iluminación que consideraba el mundo material malo y la salvación sería una liberación de ese mal. Aquí se trata de no reconocer la Primacía de Jesucristo sobre todos los ángeles, y cualquier tipo de ser semi-divino que se imaginaban algunos que al parecer se habían presentado en Colosa para poner en duda la verdad sobre Jesús tal y cómo Pablo y Epfasas lo habían presentado. Los griegos eran muy dados a este tipo de especulación. Ya en su Primea ¨Carta a los Corintios, Pablo había rechazado este tipo de especulación típica de los griegos que buscaban la sabiduría, presentando la crus como la verdadera sabiduría.
Vamos ahora a comentar nuestro texto de hoy:
v. 15,“Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.
A Pablo le interesa afirmar la Supremacía de Jesucristo, es decir, que es la manifestación concreta del mismo Dios. Así como ya había señalado a los corintios y a los romanos que es el Nuevo Adán, pero es más que Adán, que era el primero de todos los hombres, pero Jesús es "primogénito" de toda la creación. Esto queda explicatado en el Credo NIceno: "Creemos en un solo Señor Jesucristo, hijo Unico del Padre antes de todos los tiempos ..." Pablo coincicde con lo que encontramos en el primer capítulo del Evangelio de San Juan, pero utilizando una terminología diferente: "En el Principio era el Verbo (Logos), palabra que significaba para los griegos el sentido último de todas las cosas. Es la exacta representación de Dios. En el siglo IV, el sacerote Arrio negó la divinidad de Jesucristo. San Atanasio, el gran defensor de la doctrina ortodoxa expresada en el Concilio de NIcea, de donde procede el credo que vamos a recitar en nuestra misa, afirmaba que "si Jesucristo no es Dios, no estamos salvados" estamos todavía en nuestros pecados. Sería como otro muchos filósofos y gurús, como Sócrates, pero no Dios.
Jesucristo es Supremo:
1. En la creación.
Quiere decir que en realidad Dios tiene un solo plan que abarca la creación, la redención o la superación del pecado en el que el hombre ha caido desde el inicio de la historia y culmina con la segunda venida de Jesucristo como Rey y Juez de Vivos y Muertos. Por lo tanto, "en Èl todo fue creado". Lo mismo dice el Prólogo del Evengelio de San Juan: "Todo se hizo por ella (La Palaba), y sin ella no se hizo nad de cuanto existe" (1,3).
2. En la Iglesia.
Pablo afirma que Jesucristo es la Cabeza del Cuerpo de la Iglesia (v.18-19). Todos formamos parte de este cuerpo en el que hemos sido incorporados por el bautismo. La relación de los miembros de la Iglesia con Crosto ha de ser semejante a la de la cabeza con el Cuerpo, como es obvio la cabeza, es decir, el cerebro dirige y controla todos las acciones del cuerpo.
Jesucristo es "primogénito de entre los muertos". Aquí Pablo se refiere al misterio central fundamental del cristianismo, que en la Primera Carta a los Corintios, c. 15 explica y sin duda alguna cualquier cristiano de la época captaría inmediatamente. Nosotros estamos llamados a "resucitar con Cristo" y ya ha empezado la vida nueva, la nuea creación en nosotros a partir del bautismo.
3. En la Reconciliación (20-23).
El domingo pasado hemos escuchado de la Carta a los Gálatas que nuestra unión con Cristo es tan profunda y primordial que deja muy atrás toda división como la de judíos y gentiles, incluso de hombe y mujer. Todos somos uno en Cristo. El pecado ha creado un abismo entre Dios y el hombre, cosa que nadie en el mundo es capaz de superar. Sólo lo hace Jesucristo, Dios y hombre y la ha superado por "su sangre en la cruz". Aquí encontramos el fundamento de la caridad cristiana que la parábola del Buen Samaritano es una manifestación. La distinción y pelea entre los judíos y samaritanos no tiene ninguna importancia a partir de la muerte de Jesús en la cruz y su triunfo en la resurrección.
Conclusión
Estos conceptos que maneja San Pablo, y que también como es obvio, quedan expresados a través de las parábolas, los discursos y los milagros de Jesús, nos pueden parecer difíciles, y en cierto sentido lo son, pero si mantenemos delante de nosotros la imagan de la cruz y la resurrección de Jesús, como siempre la tiene San Pablo en mente, podemos captar mejor lo que quiere decir. En la parta final de cada carta, saca conclusiones concretas para la vida concreta del cristiano de los principios doctrinales que expone an el cuepro de cada carta. No es que Jesús haya prescindido de la doctrina, pero sí la revisitió de similitudes e imágenes entenibles para la gente sencilla a la que hablaba. Elllos captaban el significado de la paráblola del Buen Samaitano, del Fariseo y el Publicano en el Templo, del Sembrador etc. Tenían aplicaciones bien concretas para sus vidas. Así nosotros también. Dado que hoy en día se supone que contamos con una educación superior a la gente a la que hablaba Jesús, y la gente a la que se dirigía San Pablo en sus cartas, creo que con un esfuerzo e intentando captar el contexto y algunas de las costumbres de entonces, podemos enirquecernos y a los demás con estas enseñanzas y ejemplos de vida, que también forman parte de la Palabra de Dios, de lo que Dios ha querido comunicarnos para nuestro bien. Dios no ha querido satisfcer nuestra curiosidad a través de lo que ha revelado en la Sagrada Escritura, sino proporiconarnos todo lo necesario para nuestra salvación.
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