sábado, 23 de julio de 2016

LA ORACIÔN DE jESÚS, EL PADRE NUESTRO

Los discípulos, al ver orar a Jesús, le piden qu les enseñe a orar. Se ve que el modo y la frecuencia con la que Jesús se retiraba a lugares solitarios a orar les dejó una profunda impresión. Todos sabemos que la oración es un aspecto muy importante de nuestra vida cristiana, pero también sabemos que no es fácil orar. La petitición a que les enseñe a orar pudiera dar la impresión que andaban en busca de alguna fórmula para repetir, pero podemos suponer que hay algo más, porque desde luego la oración de Jesús no consistía en la mera repetición de fórmulas. El Padre Nuestro es la oración del cristiano por antonomasia, precisamente porque refleja la misma oración de Jesús y manifiesta la misma confianza que Jesús tenía en relación a su Padre y las peticiones fundamentales que han de ser priioridad en nuestra oración.

Jesús comienza con la palabra "Padre", "Abba" en su lengua el arameo. Implica una confianza enorme, como la de un niño en su padre, una cercanía e intimidad, pero al mismo tiempo no hemos de olvidar la transcendencia de Dios. Dios es al mismo tiempo transcendente e inmanente. Como dice el libro de Isaías, "tan alto está el cielo sobre la tierra, así de altas son mis caminos". Jesús también enseña la cercanía de Dios a nosotros cuando dice que "hasta los cabellos de nuestra cabeza están contados", pero Dios no es como cualquier otro, ni se mete en nuestro mundo como un "deus ex machina" para arreglar nuestros asuntos según nuestras preferencias. Es "Padre Nuestro que está en el cielo". Dice "nuestro" para indicar que todos los bautizados formamos una comunidad con Dios Padre por Jesucristo en el Espíritu Santo. El cielo ese el espacio de Dios, donde está él, No se trata de un lugar físico, como es obvio, sino una dimensión de la realidad.

"Santificado sea tu nombre". Todo lo que es Dios y le pertenece es "santo". Jesús es "el Santo de Dios". En el Credo profesamos nuestra fe en la Iglesia que es "una, santa, católica y apostólica". La Iglesia es santa, no porque todos nosotros, sus miembros seamos unos seres perfectos, sino porque es de Dios, es de Jesucristo, y es del Espíritu Santo. Las iglesias son lugares santos, es decir, dedicados al culto de Dios, a la celebración de los sacramentos, de manera especial la Eucaristía. Hoy en día no es poco común leer en la prensa acerca de ataques a las iglesias, blasfemias y otras babaridades de parte de personas que no solo no quieren reconocer la santidad de Dios, de las iglesias, sino los atacan violentamente. El nombre en la Biblia es la manifestación de la persona, quién es. Pedir a Dios que sea santificado su nobre implica que lo reconocemos como el primero, el más grande el más importante en nuestra vida. Tenemos que poner a Dios en primer lugar en nuestra vida. Si creemos que que ha creado el unierso con sabiduría y amor y  nos ha creado a nosotros por amor, ¿cómo no reconocer su grandeza y recordarlo? Podríamos empezar nuestro día recitando el Padre Nuestro y así haciendo que a través de todos nuestros actos se reconozca la santidad de Dios que nos ha creado y en quien encontramos en sentido de nuestra vida.

"Venga a nostros tu Reino,. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo". El Reino de Dios es la soberanía, la supremacía de Dios en todo el universo y en nuestra vida personal y comunitaria. Es
también el orden que Dios quiere establecer en el mundo. Ordenar signfica dirigir algo a su fín útimo. Desde el inicio de la historia, el  mundo está en un estado de desorden debido al pecado, que se manifiesta de mil maneras en la injusticia, la soberbia, el orgullo, la envida, la codicia, la violencia etc. En una palabra, el mundo está desajustado y por eso Jesús proclama el mensaje del Reino de Dios. ¿Y cómo se ordena el mundo y nuestra vida? Precisamente, cumpliendo la voluntad de Dios en la tierra como en el cielo. Es obvio que nosotros no somos capaces de alcanzar tal orden o el cumplimiento de la voluntad de Dios en nuestro mundo, debido a nuestra tendencia a no hacer el bien o a hacer el mal con mayor facilidad, como consecuencia del pecado. Por esto, estas dos poticiones del Padre Nuestro son tan importantes.

"Danos hoy nuestro pan de cada día". Esta petición dice más de lo que pudiéramos pensan en un primer momento. Obviamente, pedimos a Dios que nos dé el pan para nuestra vida biológica que es esencial, pero lel griego dice "arton epiousion" ,  Arton es pan y no hay problema con eso. ousia es sustancia, es decir, la realidad última de las cosas. Aristóteles distingue entre la sustancia y los accidentes, que pueden ser cantidad, cualidad, el color, el tamaño etc de una cosa. La partícula epi en griego indica intensidad. Por lo tanto, se puede traducir la frase como pan supersustancial. Se trataría, pues, del pan de vida a la que Jesús se refiere en el c. sexto del Evangelio de San Juan. Hablamos de transubstanciación, es decir, que toda la realidad  o sustanica del pan es transformado en el cuerpo de Cristo. Por esto, los Padres de la Iglesia interpretaban esta petición del Padre Nuestro como refiriéndos también a la Eucaristía. Se trata de otro tipo de pan, es decir, en el caso del pan natural, es asimilado a través del proceso de la digestión y transformado en energía para que podamos vivir. En el caso de la Eucaristía, el proceso es al revés. Nosotros somos asimilados, hechos uno con Jesús. No es  un alimento que asmilamos nosotros. Nos identifica con Jesús de manera que podemos decir con San Pablo, "ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí".

"Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos nuestras ofensas". Es difícil exager la importancia del perdón, no solamente en nuestra vida cristiana, sino incluso desde el punto de vista psicológico. Se trata de reestablecer unas relaciones rotas. Es cierto que en nuestro mundo marcado por el pecado y el mal, los conflictos son inevitables, y en muchas ocasiones es muy difícil ver las cosas desde el punto de vista del otro. La multiplicación de las pequeñas rencillas llega a mayores y se rompen las relaciones entre las personas. Lo que más impesiona de esta petición es la medida que pone Jesús para nuestro perdón. Ya San Pedro preguntaba a Jesús, si estaba obligado a perdonar a un hermano hasta siete veces en un día, cosa que segurmente consideraba muy generosa. Jesús contestaba que no siete veces, sino setenta veces siete, es decir, siempre. Dios perdona anulando, borrando la ofensa. Es lo que nos pide a nosotros, y es muy difícil, debido a sentimientos como el rencor y las ganas de venganza. Perdonar a otros por unas ofensas graves nos resulta muy difícil y probablemente imposible si no fuera por la gracia de Dios que lo hace posible.

"No nos dejes caer en la tentación".La tentación es también una prueba.Es inevitable la tentación, pues como dice San Pedro: "El diablo ronda como león rugiente a ver a quién puede devorar". Mientras estamos en este mundo, somos débiles y frágiles y no podemos pensar que estamos más allá del poder y la fascinaciónd de las tentaciones. Existe el pecado de la presunción que es la esperanza infundada de alcanzar la salvación sin poner los medios necesarios para ello. Además, como señala Santa Teresa de Jesús, la humildad es andar en la verdad. Por ello, Jesús termina el Padre Nuestro con esta petición saludable y realista. Si rezamos el Padre Nuestro en la mañana, que pensemos en los posibles peligros que el demonio nos pueda preparar a lo largo del día, y así poder hacer esta petición con más sinceridad y realismo.

Desde antiguo se ha dicho que el Padre Nuestro es "el evengelio en breve", y sí lo es.  Nos pone delante de Dios como nuestro Padre, en comunión con Jesús y con todos nuestros hermanos. Nos recuerda la verdad esencial de la primacia de Dios en nuestra vida y así reconocer su santidad. Nos lleva a pedir lo que con más urgenica necesitamos y neceista el mundo, como es el el reinado de Dios a través del cumplimiento de su voluntad, y asì ordeanar nuestra vida y el mundo entero a su fin último. Nos lleva a reestablecer las relaciones rotas o en peligro debido a la situación de pecado que nos rodea que ha invadido nuestro corazón, y nos pone en vela acerca del peligro de caer en la tentación o no superar las pruebas que también son inevitables.

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