HOMIÍA, PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO DEL CICLO C, 3 DE DICIEMBRE DE 2017.
Damos inicio hoy a un nuevo año litúrgico. Sabemos que la gente suele tirar la casa por la ventana al llegar el año nuevo civil. En realidad, le dan una importancia excesesiva a tal eferímedes, pues fue Julio César que estableció el calendario que puso el inicio del año en el 1 de enero. Antes era el 25 de marzo, o al llegar la primavera. La Iglesia, a lo largo del año, empezando hoy, nos propone un recuerdo o memorial de los grandes acontecimientos de nuestra salvación.. El Adviento fue introducido en la primera parte de la Edad Media, como un reflejo para la celebraciónd e la Navidad de lo que ya desde hacía siglos había sido la Cuaresma y también era de 40 días, empezando a partir del 11 de noviembre, la Fiesta de San Martín de Tours. En nuestra liturgia actual, comienza a finales de noviembre o principios de diciembre, la diferencia de fecha proviene del hecho de que la celebración de la Pascua, como sabemos, varía de año en año.
Aunque el Adviento tiene algunas semejanzas con la Cuaresma, e implica una cierta austeridad en la Liturgia, por ejemplo la omisión del himno Gloria in excelsis. También se ha introducido la bendición de la Corona de Adviento en este domingo con sus cuatro cirios representando el aumento de la luz y la cercanía de la llegada de Jesucristo, luz del mundo. Esta costumbre tiene su orgen en los pueblos del norte de Europa antes de su conversión al cristianismo. Recogían ramas verdes y encendían fuegos en la oscuridad del mes de diciembre como expresión de la esperanza de la llegada de la primavera. En el siglo XVI, tanto católicos como protestantes colocaban una corona con cuatro velas en sus casas, simbolizando las cuatro etapas de la espera de la llegada de Jesucristo, Sol de Justicia y luz del mundo (Mal 3,20; Lc 1,78).
Pasando a las lecturas de hoy, la primera del Libro de Isaías, comienza con: "Tú, Señor, eres nuestro padre,tu nombre de siempre es «Nuestro redentor". La palabra "redentor" forma parte del lenguaje cristiano y casi damos por supuesto lo que significa que Jesucristo es Nuestro Redentor. En la angtiguedad y en la Edad Media, incluso en los primeros siglos de la edad moderna, no era poco común que alguno fuera secuestrado al ir de viaje o en otra cirucunstancia. En el Antiguo Testamento, existe la figura de "go'el" o redentor, que tenía la obligación de organizar el rescate de un miembro de la familia que había caído en tal desgracia o simplemente había sido vendido como esclavo por no poder pagar sus deudas. Más adelante, no era poco común el secuerstro de personas, con más frecuencia de nobles o personas de familias acaudaladas, que tendrían medios para pagar el rescate. También los moros se dedicaban a esclavizar a gente, llegando a millones en el mediterráneo. Los llevaban a África a realizar trabajos forzados, un poco como los gulag en tiempos de la Unión Soviética, y les deban casi nada de comer. A veces, los piratas moros llegan a atacar un pueblode la costa de Italia o de España y si el pueblo no tenía modo de defenderse, podían llevarse toda la gente, incluyendo al sacerdote. De ahí en la Edad Media, se fundaron Órdenes Religiosas como los Trinitarios o la de la Sma. Virgen de la Merced, que en próximo año celebra los 800 años de su fundación de parte de San Pedro de Nolasco, un comerciante de Barcelona que renunció a sus negocios para dedicarse a esta importante misión. Fueron los Trinitarios los que rescataron a Cervantes, que al pasar de Italia a España el barco en el que viajaba fue secuestrado por moros.
Pongámnos en el caso de estas personas que se encontraban en una mazmorra en África como esclavos, la angustía que sentirían, y las familias que en una época en la que no había el tipo de comunicación hay hoy en día, y pasaba el tiempo y no recibían ninguna noticia de sus seres queridos. Nuestro texto de Isaías expresa el tipo de angustia y dolor que debían de sentir estas personas cuando el profeta expresa su súplica a Dios de liberar a su pueblo: Aquí no se trata de un secuestro del tipo realizado por los moros, sino el resutlado del pecado que ha enajenado al pueblo de Dios. "Vuélvete, por amor a tus siervos y a las tribus de tu heredad. ¡Ojalá rasgases el cielo y bajases,derritiendo los montes con tu presencia! Bajaste, y los montes se derritieron con tu presencia..El pueblo se da perfecta cuenta de sus pecados y de su gravedad: "Todos éramos impuros,nuestra justicia era un paño manchado;todos nos marchitábamos como follaje, nuestras culpas nos arrebataban como el viento.
¿Cómo se llega a pedir a Dios la liberación con tanta sinceridad si no es que nos damos perfecta cuenta de nuestra situación. Pongámonos en la situación de una que sufre una adicción, sea al alcohol, a los narcóticos, al juego, al sexo en sus diversas manifestaciónes? Uno se propone que ya no va a dejarse esclavizar por esta adicción, pero al dia siguente, está en las mismas. Recordemos los primeros pasos propuestos por Alcohólicos Anóminos, que comienzan con la convicción de que el adicto es simplente incapaz de superar su situación, que lo único que puede hacer es recurrir a Dios cada día y renovar su propósito de no volver a beber para un sólo día, haciendo lo mismo mañana. Los Padres de la Iglesia, como, por ejemplo, San Atanasio en el siglo IV estban convencidos de que la situación del hombre sumido en el pecado, y eso incluye todos nosotros, no tiene otro remedio que el hecho de que Dios mismo en la Persona de su Hijo viniera a rescatarnos.
Si nuestra fe es débil, encontraremos cualquier excusa para pensar que somos buena gente, que otros sí son malos, que hay un montón de pecado en el mundo, pero que "yo no hago daño a nadie". etc. De las cosas más importantes que debemos de aprender de la Biblia, la Palabra de Dios, es que desde el inicio de la historia, el hombre no hace más que pecar, que si no es por el amor y la paciencia de Dios, no tenemos remedio. La Biblia en gran medida es un relato por una parte del amor y al fidelidad de Dios y de la infidelidad y epecado del hombre, y que como el profeta hoy, que acude a Dios porque es nuestro padre, "nosotros la arcilla y tú el alfarero. Somos todos obra de tus manos".
San Pablo, al incio de su Primera Carta a los Corintios, escribe "La gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo sean con vosotros". Con este saludo hemos dado inico a nuestra celebración de la Eucaristía de hoy. La palabra gracia es una de las favoritas de San Pablo, y en la teología tiene un lugar fundamental. La gracias es el amor gratuito, benecolente de Dios que pese a todo el mal que hace el hombre se le ofrece. Con su gracia Dios nos cambia radicalente, convirtiéndonos de enemigos a amigos, hijos suyos en unión con Jesucrito su Hijo Unigénito. Prosigue el Apóstol: "De hecho, no carecéis de ningún don, vosotros que aguardáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo". Aquí encontramos el sentido de nuestro Adviento. La misma palabra significa venida o llegada. El Dios que viene se manifiesta, palabra que en griego es epifanía. Podemos estar seguros de la manifestación de Jesucristo Nuestro Señor, pero no basta que se manifieste. Hace falta que nosotros nos abramos para poder reconocerlo. El Adivento es tiempo de esperanza, de confianza porque las promesas de Dios, que se concentran en la persona de Jesús se nos va a manifestar si nos abrimos a Él, si no nos engañamos acerca de nuestra situación. No seamos como un enfermo que no que no quere reconocer que está mal ni acude al médico, o como el adicto, el alcohólico que jamás reconoce que tiene un problema con el trago.
Antes de concluir, pasemos ahora a lo que dice nuestro Evangelio de este año, el de San Marcos en el pasaje que nos corresponde hoy. "Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento. La vigilancia es una actitud eminentente evangélica. ¿Por qué tanta insistencia de Jesús sobre la vigilancia. Aquí Jesús lo repite dos veces. Una de las caracerísticas más consantes del hombre es la gran capacidad que tiene del autoengaño, de dejar e incluso olivdar se lo que es lo más importante de la vida, que es alcanza la salvación eterna, o en otras palabaras, llegar a la felicidad plena y perfecta que Dios nos promete en el cielo, y no acabar en la frustración, la angustia más terrible y horroso que es el infierno. ¿Cómo es que somos tan necios?.
Ahora en estos días de Adviento, tenemos una oportunidad, de alcanzar la cordura que necesitamos y no dedicarnos solamente a gastar, andar a centros comerciales, que son los templos de falso dios consumo, a las fiestas de oficina etc. ¿Nos vaos a hartar de comida y bebida sin recordar a nuestros heranos más necesitados? A mi parecer, entre ellos hemos de contar a los cristianos de Medio Oriente, especialmente de Irak y Siria, que hace un par de años fueron expulsados por los de l Estado Islámico de sus casas y estos salvajes han destrozado no sólo las Iglesias, sino las casas. Ahora les toca volver a sus pueblos después de la derrota de loa yihadista y encontrar una situación desoladora.¿¡Podríamos hacer algo por ellos privándonos de algunos elementos o gastos supéfluos en este tiempo de Adviendo y Navidad?
sábado, 2 de diciembre de 2017
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