sábado, 3 de junio de 2017

¡Ven, Espíritu Santo!

HOMILÍA PARA EL DOMINGO DE , PENTECOSÉS, 4 DE JUNIO DE 2017.

En el Antiguo Testamento, existe la Fiesta de Pentecosés también. Se trata de la que llaman "La Fiesta de las Semanas" porque cae siete semanas despuès de la Pascua y por una parte era la ocasión de la cosecha de la cebada. Por otra parte, se trataba de la Fiesta de la Aliaanza de Sinaí y la entrega de las tablas de la ley a Moisés. Debido a esta coincidencia, y como la Pascua, siendo una de las fiestas de peregrinación, cuando muchos peregrinos llegaban a Jerusalén, nuestra primera lectura nos cuenta que en la ciudad santa había una gran cantidad de gente de muchas partes, del norte, del este, del occidente y del sur. Podemos suponer que Dios en su Providencia, escogió este día para que el Espíritu Santo viviera sobre la pequeña comunidad de los apóstles y discípulos reunidos en oración juntamente con la Sma. Virgen María, pues se trata del nacimiento de la Iglesia y el inicio de su misión de salvación al mundo entero. También, San Lucas cuenta que aunque era gente de muchas partes y de diversas lenguas, todos comprendían lo que decía San Pedro y los demás apóstoles en su propia lengua. Es decir, la Palabra de Dios, hecha carne en la persona de Jesús por la acción del Espíritu Santo en el seno de María, tal y como lo cuenta San Lucas, está destinada a ser predicada a todos los hombres de todos los tiempos., En esta ocasión, también está presente María, como Madre de la Iglesia precisamente cuando se da luz a la Iglesia, por obra maravillosa del Espíritu Santo. Además, el hecho de que todos pudieron captar el mensaje de los apóstoles en su propia lengua, trae a la memoria el episodio de la Torre de Babel, En aquel episodio recogido en el Libro del Gñenesis, los hombres utilizando ladrillos y alquitrán, las métodos correspondientes a la tecnología primitiva de la época, intentaban en su arrogancia llegar al cielo a través de tal torre, y fueron dispersados por Dios sin poder comunicarse. Ahora, por la venida del Espíritu Santo con un fuerte viento y en la forma de lenguas de fuego, se logra la unión de los pueblos. Cab.e señal que el fuego simboliza el amor de Dios. En el primer capítulo del Libro del Génesis se cuenta que había un caos, con aguas arriba y abajo y Dios mandó un fuerte viento. La misma palabrá "spiritus" en latín, "pneuma" en griego y "ruah" en hebreo significa soplo de aire o viento. De manera que ahora se da la nueva creación de la que también habla San Pablo al referirse al bautismo. Además,  en este primer Pentecostés, fueron agregados a la Iglesia unas 3000 personas, obviamente por el bautismo. Por lo tanto, Pentecostés como nacimiento de la Iglesia, que tiene la misión de llevar adelante la misión de Jescristo en la tierra a lo largo de los siglos, hasta que él vuelva glorioso para juzgar a vivos y muertos, y sigue presente en su Iglesia por medio del mismo Espíritu Santo, es uno de los grandes hitos de toda la historia de la salvación. También, se trata de la entega de la Nueva Ley, como dice Santo Tomás de Aquino:  "la Nueva Ley es el Espíritu Santo", y dice San Pablo: "El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado", pues la nueva ley es la ley del amor, y el Espíritu Santo es persoanalmente el amor del Padre al Hijo y del Hijo al Padre, como explica San Agustín.

Lo que cuenta San Lucas en el LIbro del los Hechos, lo adelanta San Juan en su Evangelio, nuestro pasaje evangélico de hoy, en la aparición de Jesús en la tarde del mismo Domingo de Pascua. Jesús sopla sobre los apóstoles y les dice "Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados les quedarán perdonados. A quienes se os retengías, les quedarán retenidos".

En la segunda lectura de hoy, tomada de la Primera Carta de San Pablo a los Corinitios, c. 12, se dice:"Nadie puede decir, Jesucristo es el Señor, si no es por la acción del Espíritu Santo"    En este mundo, nadie está plenamente satisfecho, aunque se engañe y diga "Yo estoy bien". Los animales viven en un mundo cerrado perfectamente ordenado por Dios para ellos, de manera que, por ejemplo, las abejas saben por naturaleza como hacer perfectamente la miel, como alimentarse y reproducirse. En cambio, el hombre, nunca estás satisfecho;, siempre tiene sed de más. Si dice otra cosa, es que parece una persona perdida en el desierto que dice que "yo estoy bien", no tengo sed. Nada en le mundo satisfce plenamente al hombre. La ciencia ha progresado mucho y ha ayudado a hacer la via más llevadera, comparado con siglos atrás, pero por más aparatos que acumulamos, por más vacaciones que podamos tener, turismo a lugares exóticos, no nos quedamos satisfechos. Dice Jesús en el c. 7 del Evangelio de Juan, "el que tenga sed que venga a mí" y "yo le daré una fuente de agua viva que surta hasta la vida eterna". ¿Cñomo podemos estar plenamente contentos y felices en este mundo, cuando necesariamente tenemos que enfrentarse con el trance de la muerte, del dolor que normalmente la acompaña? San Agustín al inicio de sus Confesiones resume esta sed que todos sentimos: "Nos has hecho para ti, y nuesto corazón está inquuieto mientras no descansa en tí". De ahí la relación con la frase citada arriba de San Pablo. Hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios y la imagen de Dios es Jesucristo, Nuestro Señor. Esta es la realidad, e incluso los psiquiatrasy psicólogos dicen que si no nos adecaumos a la realidad, sufrimos enfermedades mentales. Por lo tanto, nuestro cometido es lograr que Jesucristo sea de verdad el Señor de auestra vida, en latín Dominus. El tiene que reinar y dominar en neustra vida, en nuestros pensamientos, acciones y deseos. No basta dedicarle unas minutos a la semana, y un pensamiento pasajero cuando sentimos alguna necesidad o angustia. Tnemos que hacer que Él sea el modelo a seguir en todo lo que hacemos, tener como dice San Pablo a los filipenses, "los sentimientos, la actitud de Jesús". No se trata de decir, con la boca para fuera "Jesucristo es el Señor", sino conformar toda nuestra vida, nuestro pensamientos y acciones a lo que Él ha vivido y esneñado. Esto sólo lo logramos por la acción del Espíritu Santo. Jesús lo mandó para que podamos recordar todo lo que Él nos ha enseñado. ¿Cómo podemos lograr eso, si no conocemos su Palabra, que se encuentra en la Sagrada Escritura y lo que la Iglesia nos enseña.

No basta decir que soy católico a mi manera, o católico no practicante. Siendo sincero, si digo eso, lo que estoy diciendo es que Jesucristo no es el Señor para mí, sino otra cosa. Esa otra cosa puede ser el placer, el poder, el dinero, la fama o lo que sea, el fútbol, o cualquier otra adicción que tenga. Hoy en día para muchos es el consumismo, que es como un narcótico nuevo que intenta adormecer esa sed que   todos tenemos, y que Dios ha puesto en cada uno, como he señalado arriba.

Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.


El Espíritu Santo es esa agua que surte a la vida eterna y nos hace posible profesar de verdad la fe con las palabras y con la vida: "Jesucristo es el Señor" .

Para terminar, invito a todos a reflexionar sobre el himno Secuencia de la Solemnidad de Pentecosté. Veni Sancte Spiirtus, primero enlazo la versión latina en gregoriano y luego la trducción al español: 

https://www.youtube.com/watch?v=Z6hqAfsHURo


Ven, Espíritu Divino, 
manda tu luz desde el cielo. 
Padre amoroso del pobre; 
don, en tus dones espléndido; 
luz que penetra las almas; 
fuente del mayor consuelo. 

Ven, dulce huésped del alma, 
descanso de nuestro esfuerzo, 
tregua en el duro trabajo, 
brisa en las horas de fuego, 
gozo que enjuga las lágrimas 
y reconforta en los duelos. 

Entra hasta el fondo del alma, 
divina luz y enriquécenos. 
Mira el vacío del hombre, 
si tú le faltas por dentro; 
mira el poder del pecado, 
cuando no envías tu aliento. 

Riega la tierra en sequía, 
sana el corazón enfermo, 
lava las manchas, infunde 
calor de vida en el hielo, 
doma el espíritu indómito, 
guía al que tuerce el sendero. 

Reparte tus siete dones, 
según la fe de tus siervos; 
por tu bondad y tu gracia, 
dale al esfuerzo su mérito; 
salva al que busca salvarse 
y danos tu gozo eterno. Amén.         
     

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