SOLEMNIIDAD DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR
San Lucas es el evangelista que nos entrega el relato de este misterio, tanto al final de su evangelio, como al inicio de su Libro de los Hechos de los Apóstoles. Tanto San Pablo como San Juan hablan de la exaltación de Jesús. De hecho, San Juan ve la exaltación de Jesús en la cruz como una anticipación de la exaltación definitiva cuando Jesús complete definitiva mente su misión en este mundo. Hay un peligro que tenemos que evitar y es dejarnos guiar por la imaginación. La Biblia utiliza un lenguaje simbólico con abundancia de metáforas e imágenes para ayudarnos a captar el sentido de lo que nos propone, pero no debemos de tomar la pie de la letra estas imágenes, pues constituyen más bien unas señales en el camino que apuntan a una realidad ciertamente existente, pero esta realidad se encuentra todavía mientras estamos en este mundo como en medio de una neblina bastante densa. No es que Jesús suba a lo más alto del cielo y allí se sienta en un trono a la derecha de Dios Padre. Allá por el año 1957, cuando los soviéticos enviaron la primera cápusla con un hombre llamado Yui Gagarin al espacio, él como buen comunista ateo que era, dijo que allí no había enccontrado ningún cielo con Dios, ángeles y santos. Tenía una idea muy equivocada de lo que dice la Biblia y de los que enseña la Iglesia. A veces, los predicadores, en su intento de impresionar a sus oyentes o convertir en algo más plástico lo que la Biblia nos dice de la vida después de la muerte, han caído en exageraciones.
Si volvemos a las primeras páginas del libro del Génesis, veremos que allí no es que el cielo y la tierra estén separados, sino que el hombre, creado a imagen y semejanza de Dios,, goza de la compañia y presencia continua de Dios en el hermoso jardín, que se llama paraíso. Dios lo coloca en su creación como su mayordomo y hay una inatepenetración enre el mundo divino el humano. De hecho se dice que Dios paseaba en el jardín en la tarde. El hombre, al querer ser como Dios, no su mayordomo, rompió esta armonía que existía y que era la voluntad original de Dios. Dado que lo Dios quiere lo realiza, pero ahora teniendo en cuenta la rebelión del hombre que libremente rechazó su plan y en cierto sentido, dañó la imagen de Dios dentro de él, Dios en todo el resto de la Biblia lleva acabo una serie de planes de rescato, empezando con Noé y el diluvio. Luego sigue con Abrahán y toda la historia de Israel de manera especial Moisés y los profetas,, culiminando en el cumpllimiento de la promesa de la nueva alianza en Jeremías, y un nuevo corazón en Ezequiel, en la vida, el ministerio de Jesús culminando con su muerte en la cruz y su resurrección a una vida nueva. Dios no iba a permitir que la obra extraordnaria de la creación del universo y sobre todo del hombre fuera a estropearse por las fechorías de su mayordomo. Por lo tanto, el misterio de la Ascensión es el final de una etapa fundamental de esta gran historia de amor y de misericordia de parte de Dios, que ha sido la vida terrena de Jesús, que culminó en la cruz., "La muerte no pudo ser victoriosa sobre Él. Hemos vivido este período de 40 días que van desde el Domingo de la Pascua hasta la fiesta de hoy de la Ascensión como actualización del período en el que Jesús iba apareciendo a los apóstoles y demás discípulos. Ahora ya, es exaltado a estar con Dios su Padre, pero en su realidad humana. No es de poca importancia que Jesús manifiesta en las apariiciones después de su resurrección que no es un espíritu, o un duende, sino que tiene un cuerpo real que tiene las heridas de los clavos y de la lanza, que es capaz de comer, pero al mismo tiempo es un cuerpo verdaderamente misteriosos, no sujeto a los límites del espacio y el tiempo de nuestro mundo. Por lo tanto, no debemos de pensar en la Ascensión como una desaparición de Jesús, pues al final del Evangelio de San Mateo, dice claramente, "yo estaré con vosotros todos los días hasta el find el mundo", mientras los manda a una misión, la de predicar el Evangelio hasta los confines de la tierra. En los discursos de despedida del Evangelio de San Juan, situados en la Última Cena, Jesús consuela a los apóstoles por su partida, y dice que ellos van a sentir tristeza, pero que va a volver, y habrá un nuevo tipo de presencia de él en medio de ellos, es decir, de su Iglesia, por la acción del Espíritu Santo. Lo primero que hace en la aparición de Jn 20, en la tarde del Domingo de Pascua es soplar osbre ellos y comunicarles el Espiritu Santo para podoer perdonar los pecados. El pecado ha sido el motivo de la separación del cielo y la tierra, como hemos visto en Génesis, De ahí la importancia de la presencia del Espíritu Santo en mendio de la Iglesia y el perdón de los pecados, para poder recomponer la armonía perdida entre el hombre y Dios.
También nuestra lectura de hoy de los Hechos de los Apóstoles llama nuesta atención sobre la misma realidad. El mismo Señor les dice que el Espíritu Santo bajará sobre ellos y que tendrán que ser "sus testigos en Jerusalen, en toda Galilea, en Samaría y hasta los confines de la tierra". Esto es precisamente lo que San Lucas va a contar en el resto de su libro, terminando con la llegada de Pablo a Roma, centro del mundo civilizado de la época. Una vez que Jesús ha desaparecido de la vista de los discípulos, aparecen dos hombres vestidos de blanco (que suponemos serían ángeles) que les dice "Hombres de Galilea, ¿por qué estáis viendo hacia el cielo? Este Jesús, que habéis visto ascender al cielo, vendrá de la misma manera que lo habéis visto ir al cielo". Aquí se trata de una advertencia a los discípulos, que significa que ya no es hora de estar viendo hacia el cielo, sino que tienen una misión que cumplir.
En el siglo XVII, había un grupo de filósofos entre elos ingleses, escoses y franceses, que pensaban que Dios había establecido las leyes del funcionamiento del mundo, como que le había dado cuerda al reloj y se había desprocupado de él. Estos se llamaban deistas. Nada más lejos de la visión bíblica y cristiana del mundo y de la vida del hombre. Este así llamado "dios ocioso" es un dios falso y basado en unos conceptos completamente equivocados del verdadero Dios que se hizo hombre en la persona de su Hijo Jesús y se entregó a sí mismo hasta el extrremo de la cruz, y ahora promete guiarnos por la acción del Espíritu Santo y volverá otra vez al fina del los tiempos "a juzgar a vivos y muertos" como nos dice el Credo de Nicea. Por lo tanto, la obra de Jesús, como Profeta, Sacerdote y Rey prosigue en el mundo, ahora através de su Iglesia por la acción del Espíritu Santo. La misión profética consiste en la proclamaicón del Evangelio, la buena y alegre noticia que ha de llegar a los confines de la tierra. La misión sacerdotal, que también se realiza a través de la Iglesia, ya no en templo de Jesusalén, sino en la liturgia de la Iglesia, sobre todo la Eucaristía, que es la perpetuación del sacrificio de Jesús en la cruz, la ofrenda del verdadero sacrifico que agrada a Dios, que también se completa con nuestra propia entrega, también de nuestro cuerpo, como sacrificio agradable a Dios como señala San Pablo en el c. 12 de su Carta a los Romanos, y también la Primera Carta de San Pedro. La misión real de Jesús se refiere al domonio total que ha alcanzado sobre todo, cielo y tierra, su victoria definitiva sobre el mal y la muerte, que según San Pablo, será el úlitmo enemigo a ser sometido. No es casualidad que Jesús haya proclamado el reino o reinado de Dios en su predicación, y que en el Padre Nuestro nos haya enseñado a pedir "venga tu reino". El Reinado de Dios, que se hizo presente en la predicación y los milagros de Jesús, se tiene que extender a todo el universo, también el mundo social y político, de manera que no haya nada que se escape de este dominio. Esto no se refiere a una teocracia, ni excluye la accón de la razón humana iluminada por la fe el el mundo político y social. No se asemeja en nada a la idea del islam de una ley (la sharia) que se deriva directamente de la revelación de Alá expresada, según los musulmanes en el Corán, de anea que las leyes humanas no valen. La ley natural, que es la que descubre la razón humana, como enseña Santo Tomás de Aquino, es también ley divina. De ella, se puede y se debe derivar la ley positiva, sea la de la Iglesia o canónica o la de los Estados, pero no puede estar en contradicción con la ley natural ni la Revelación de Dios. Nada se escapa del domino de Jesucristo,como señala San Pablo en su Carta a los Cristianos de Filipo, 2, 9-10: "Dios lo exaltó y le dio un nombre que está sobre todo nombre en el cielo y en la tierra y en los abismos y toda lengua confiese que Jesús es el Señor para gloria del Padre". La expresiónn "Jesucristo es el Señor" fue la primera profesión de los cristianos. Su señoría no tiene límites como vemos en este texto.
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sábado, 27 de mayo de 2017
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