HOMILÍA DEL VI DOMINGO DE PASCUA, 21 DE MAYO DE 2017.
Este domingo nos estamos acercando al final del períódo de Pascua que se extiende a lo largo de 50 días desde el Domingo de Pascua hasta Pentecostés. Por lo tanto, la Iglesia nos propone en el evangelio de hoy un pasaje tomado del discurso de despedida de Jesús en la Última Cena que se encuentra en los c. 13-17 del Evangelio de San Juan. También a lo largo de estdos días de Pascua, hemos estado siguiendo los Hechos de los Apóstoles, que es la segunda parte de la obra de San Lucas, y tradiconalmente se le ha llamado "El Evangelio del Espíritu Santo". Así como el mnisterio de Jesús que comenzó con su bautismo en el Jordán, fue la ocasión de la manifestación del Espíritu Santo en la forma de paloma, Espíritu que ha había venido sobre María en la ocasión dela Anunciación del Angel Gabriel que sería la madre del Mesías, ahora es el que viene sobre los apótsoles y los guiía en toda la obra de evanglezación.
Por lo tanto, hoy escuchamos la historia de la evangelización hecha por Felipe en Samaria. Felip era uno de los siete diáconos que fueron escogidos para colaborar con los apóstoles para que ellos puideran dedicarse más intensamente a la oración y la predicación. A partir del martirio de San Estéban, se produjo una fuerta persecución de aquellos primeros cristianos en Jerusalén, y de manera especial los diáconos que eran de lengua griega. Por ello, ellos se escaparon de Jerusalén y el primer lugar donde predicaron el Evangleio que Samaría, ciertamente no habria sido fácil porque bien sabemos de otros textos del Nuevo Testamento, había un gran odio entre los judíos y los samaritanos, pues los judñios los consideraban herejes y el odio aumentó cuando hicieron su propio templo en el Monte Gerezín. Debido precisamente al poder del Espíritu Santo que apoyaba a Felipe, pudo lograr un buen número de conversiones. La predicación de la verdad del Evangelio de parte de Felipe fue acompañada por signos, es decir, milagros que, como los de Jesús eran tanto curaciones, gracias a las cuales se alejaba la amenaza de la muerte, y expulsión de demonios, que también manifestaba la presencia de Jesús y la acción del Espíritu Santo, pues ¨Jesús es el más fuerte que derrota al demonio que es el gran enemigo que está bien armado. El resultado fue una gran alegría, que superaba el odio tradiconal entre judios que y samaritanos. Luego de haberse enterado los apóstoles de esta gran obra realizada en Samaría, se fueron allí y como un sellos a lo sucedido, impusieron las manos sobre los nuevos cristianos y ´se les comunicó el Espíritu Santo.
En el evangelio de San Juan e la misma Última Cena, Jesús les había indicado a los apóstoles cuál era su mandamiento nuevo. Ya en los otros evangelios, Jesús, completando lo que ya está en el Antiguo Testamento, había dado la síntesis de todos los mandamientos, en el amor a Dios sobre todas las cosas y al prójmo como a uno mismo. Aquí lo hace con más fuerza cuando establece una nueva medida de este amor, "como yo os he amado". Através de la unión con él, como el sarmiento en la vid, podremos llegar a mara de esta manera y también por la acción del Espíritu Santo, que es precisamente el vínculo de amor entre el Padre y el Hijo.
En seguida, Jesús promete el Espíritu Santo y lo llama Paraklitos. Esta palabra comunmente se traduce como consolador o abogado. Literalmente tanto en griego como en latín (advocatus) sería "hablar a". en los juicios antiguos, el papel de abogado en los juicios penales no era el mismo que hoy en día. El acusado tenía que defenderse a sí mismo, pero pudiera haber alguno a su lado que por su misma presencia lo avalaría y le soplaría al oído en caso de necesidad para que el acusado puidera responder a las preguntas o defenderse de la acusación.
Jesús prometió estar con su Iglesia todos los días hasta el final de los tiempos, pero esta presencia es "en el Espíritu" que actúa ante todo en la Iglesia. En otra ocasión Jesús decía que sus seguidores no tenían que peocuparse sobre cómo defenderse en el caso de la persecución,, que el Espíritu Santo les sugeriría todo lo que tendrían que decir. Jesús cumplió su promesa en Pentecostés, y también en los Hechos de los Apóstoles, especialmente en la casa de Cornelio se manifestó el Espíritu Santo cuando se convietieron los primeros paganos. San Pablo también habla de la predicación con la fuerza y una manifestación del Espíritu. Sin duda, en aquellss primeros momentos el Espíritu Santo actuaba con mayor fuerza, aunque lo hace todavía hoy. San Estában, el protomártir dio testimonio de Jesús ante el Sanhedrin también con la fuerza del Espíritu Santo e iguamente tantos mártires a lo largo de los siglos y hoy en día llegan a dar el supremo testimonio afirmando sin temor su fe ante sus perseguidores. Es el Espíritu del Padre y el Espíritu de Jesús que habla en y por ellos.
Abramos, pues nuestro corazón en este domingo de Pascua a la acciónd el Espíritu Santo, que es el amor entre el Padre y el Hijo. De esa manera podremos participar nosotros en ese amor y cumplir el mandamiento nuevo que Jesús nos ha dejado. El amor es entrega, es generosidad, no querer acaparar todo para nosotros mismos sino compartir y dar alegría. El Espíritu Santo nos da alegría y paz. Pidamosle ese don y compartamoslo con lo sue viven cerca de nostoros en este día. .
sábado, 20 de mayo de 2017
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