HOMILIA, CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO, CICLO A, 18 DE DICIEMBRE DE 2016.
A lo largo de los cuatro evangelios, y también hoy en nuestra liturgia, directa o implícitamente se está pleanteando la pregunta ¿quién es Jesús? El hombre de todos los tiempos siempre ha querido saber quién es, cuál es su identidad, quiénes han sido sus antepasados. Hoy en día, la tarea la facilita el Internet donde se publican bases de datos que ayudan a las personas a descubrir su identidad. En un país como Estados Unidos que esta compuesto de inmigrantes, hay un gran interés en esto. Mucho inmigrantes provenían de Irlanda, de donde soy yo, en el siglo XIX y principios del siglo XX y no es poco común que viajen a Irlanda para ir a conocer el pueblo de donde inmigraron sus antepasados. Es parte de la identidad de la persona. Entre otras razones, el hecho de que los que nacen como productos de la fertilizacion en vitro y no saben quién fue su verdadero padre con no poca frecuencia experimentan un trauma y emprenden grandes esfuerzos para encontrarlo. He visto varios de ellos entrevistados en programas de televisión, y de verdad da pena que tengan que sufrir esto. En cambio, la Biblia tiene mucho interés en entregar la genealogía de los grande personajes, y en el caso de Jesús, no podía ser de otra manera, pues es una parte importante de su mision de verdadero Mesías prometido por Dios a través de los profetas, como podemos constatar en neustra primera lectura del Libro de Isaías. Dios manda al profeta a hablar con el rey Acaz, que estaba en un grave peligro por la aemanza de una invasión su territorio, y ser expulsado de su trono. Este rey era de la dinastía de David, y Dios a través del profeta Natán, en el c. 7 del segundo LIbro de Samuel, había prometido la permanencia de la dinastía. Parece que en el momento la reina estaba encinta, y Dios a través del profeta promete que va a nacer un hijo que se llmará Emanel, que significa Dios con nosotros. San Mateo toma esta pasaje de Isaías y con la inspiración del Espíritu Santo, le da una interpretación más plena y completa de la que se podía alcanzar en tiempos de Isaías. SE trata del verdadero Mesías que va a nacer de la Sma. Virgen que más que cualquier otro será "Dios con nosotros", porque, como el Ángel anuncia a María en la escena de la Anunciación, será hijo de Dios. Esta es su verdadera identidad. Èl será de la casa y la familia de David, tal y como Dios habia prometido en multiples pasajes del Antiguo Testamento.
Nuestro pasaje evangélico de hoy está tomado del primer capítulo de San Mateo, y viene inmediatamente después de la genealogía que nos entrega el evangelista, que tambi´´en se centre en el Rey David. El número de las generaciones desde Abrahán hasta David son catorce; desde David hasta el exilio de Babilonia son catorce; y desde el exilio de Babilonia hasta Jesús son tambien catorce. Esto proque en hebreo, la lengua de la Biblia, las letras del nombre David, corresponden a 14, pues como el latín, los números se escriben con letras. Es esencial, pues, que el Mesias sea hijo de David y así cumplir con la misión real que le correspondía según el proyecto de Dios revelado a través de los profetas y salmos. El ángel que aparece a José en sueños se dirige a él como "hijo de David". En el tiempo de Jesús, habia una gran expectativa mesiánica, que aumentó luego con la aparición de Juan el Bautista en el desierto y que se presentó como el que iba abriendo camino para la llegada del Mesías. Con esto, San Mateo esta reiterando que Jesús, como hijo de David, es el verdadero Mesias. También el salmo responsorial, del salmo 23, retoma el tema del rey que gobierna y jzga a su pueblo con justicia. "He aquí, viene el Señor, rey de la gloria" Recordemos que en la Biblia la justicia es ante todo divina, la rectitud delante de Dios, la superación del mal y del pecado, cosa que le corresponde al Rey y Mesías alcanzar.
Pasemos ahora a la segunda lectura de hoy, que está tomada del inicio de la principal de todas las cartas de San Pablo, es decir, a los Romanos. El apòstol declara desde el inicio su identidad como esclavo de Cristo, y apóstol o enviado a predicar la buena nueva, siendo esto su misión. Pablo pasa a identificar a Jesús como Hijo de Dios y nacido de la semilla de David según la carne, pero en virtud de la resurrección y constituido Hijo de Dios con poder en virtud del Espíritu de santidad Jesucristo Nuestro Señor.... Aquí tenemos varios títulos importantes atribuidos a Jesús. En primer lugar Hijo de Dios y luego Cristo. Jesús, nombre que significa "Yavhé salva", es Hijo unigenito de Dios. En el Antiguo Testamento, el título hijo de Dios no necesariamente se refiere a Jesús como Hijo eterno del Padre, pero iba adquiriendo un significado nuevo y más profundo en el Nuevo Testamento. En los siglos IV y V, los Concilios Ecuménicos iban definiendo con cada vez más claridad el misterio de la Persona de Jesús, basándose en la Sagrada Escritura. En caunto al título Señor, también es fundamental. En el último periódo del Antiguo Testamento, los judios iban resaltando mucho la reverencia debida a Dios,de manera ya no se atrevían a pronunicar el nombre Yavé, dado por Dios a Moisés en la zarza ardiente en el Libro del Éxodo, sino más bien circumluciones, y de manera especial Señor. Podemos constatar en las cartas de San Pablo, la exclamación Jesucristo es el Señor es la primera expresion de la profesión de fe cristiana. En aquella epoca, al Emperador o César se le denominaba como el Señor, Kyrios en griego o Dominus en latín. Al declarar que Jesucristo es el Señor, se estaba desbancando al César y afirmando que él es el verdadero Señor debido a su ressurreccion de entre los muertos que lo hace Rey y Juez juez de vivos y muertos.
El cristianismo está lleno de paradojas, y el hecho de que el Señor que es Rey y Juez de vivos y muertos naciera en circunstancias tan humildes y pobres en Belén es una de las más grandes paradojas y un adelanto del desenlace de su vida terrena en la cruz, con el título: JESÚS DE NAZARET, REY DE LOS JUDÍOS, escrito por Pilato para burlarse de los judíos, Que no nos quedemos con las externalidades de la fiesta de la Navidad, con la Navidad de los turones y oropeles, comilones y demas aspectos sin pasar a reflexionar sobre lo que significa que el Hijo de Dios nació en una cueva en Belén, que murió como criminal en una cruz, que la misma Biblia consideraba una maldición. Si, debemos de celebrar la Navidad con alegría, practicar la cardidad a través de la solidariedad con los demas, que tambien para eso vino al mundo, para que aprendamos a ser de verdad hermanos, ayudarnos mutuamente, ser verdaderos buenos samaritanos. Conviene que nos privemos de algo en este periodo de Navidad y Año Nuevo para hacer una contribucion a Cáritas, por ejemplo, a favor de los más necesitados. Pensemos también en nuestros hermanos cristianos perseguidos en lugares como Siria, Irak y en África, Nigeria, por ejemplo, que lo han perdido todo debido a los atentados yihadistas y a las amenazas bajos las que tienen que vivir constantemente.
sábado, 17 de diciembre de 2016
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