sábado, 28 de enero de 2017

LA FELICIDAD SEGÚN JESÚS: LAS BIENAVENTURANZAS.

HOMILÍA, CUATRO DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO, CICLO A, 29 DE ENERO DE 2017.

Creo que sería difícil encontrar una persona que no considera importante o fundamental la búsqueda de la felicidad. Thomas Jefferson, autor de laDeclaración de Independencia de Estados Unidos,  consideraba la búsqueda de la felicidad después de la vida y la libertad como derecho fundamental de cada persona. En nuestro tiempo este anhelo universal  de felicidad del hombre es la ocasión para la creación de muchas verdaderas industrias o negocios, como es el caso de la industria del turismo, el deporte, que no deja de ser otra industria, los bailes, discotecas, teatros y salas de concierto, los programas de televisión  y una larga lista de actividades que no es el caso de mencionar, están dedicados a ayudar al hombre a alcanzar alguna cuota de felicidad. En las librerías, no falta nunca unos estantes bien fornidos de libros de la así llamada autoayuda que no son más que recetas  para alcanzar la tan anhelada felicidad, recetas que se supone les han servido a sus autores a alcanzarla, al menos en parte. En buena medida, todo el interés que existe y que se manifiesta en caulquier periódico, revista o serie de programas de radio o televisión así como en miles de sitios web de Internet, y por la salud es otro aspecto de esta búsqueda incansable del hombre de hoy, y en realidad de todos los tiempos de la felicidad. Por otra parte, a pesar de tanto empeño en esta búsqueda, el hombre contemporáneo se dedica a actividades muy perjudiciales y contradictorias a este búsqueda de la felicidad, como por ejemplo, las diversas adicciones, sea el alcohol, los narcóticos, la nicotina, los juegos de azar y otras más modernas como la adicción a la compra, al Internet y al uso de los móviles y un largo etcetera. Hoy en día también, los psicólogos, más allá de intentar ayudar a la gente a superar los trastornos tradiconales que tanto la hace sufrir,  han introducido una nueva rama de su ciencia, si es que la psicología se puede considerar una ciencia, y y la llaman la psicología positiva. Intenta entregar a las personas caminos para alcanzar lo que se entiende hoy en día por felicidad, que sería un bienestar emocional basada en la superación de las carestias comunes en el pasado como la falta de dinero, unas buenas relaciones familiares y sociales, herramientas para superar los conflictos, en fin, un concepto de felicidad basada en el equilibrio de las emociones y la superación de las realidades externas e internas que provocan sufrimiento, que para muchos es el gran mal del hombre. Se trata de un concepto de la felicidad muy lejano al clásico respresentado por Aristóteles, que consideraba que la felicidad consiste en la práctica de la virtud, entendida como excelencia en la vivencia de la moral y la vida social.  

Si la felicidad es una realidad tan deseada por todos los hombres que no nos equivocamos en pensar que Dios en su revelación recogida en la Biblia habrá dicho algo improtante acerca de ella. La Biblia contieneun buen número de libro que se proponen ayudar al hombre bíblico a vivir bien, de acuerdo con su natualeza de ser creado a imagen y semejanza de Dios y llamado a la comunión con Él. En el Antiguo Testamento, se llaman libros sapienciales, es decir, que tratan de la sabiduría, de la inevitable suerte del hombre de tener qjue sufrir, pese a que intenta con todo sus fuerzas a hacer el bien, como es el caso de Job, y así otros como el primer salmo que reza: "Feliz el hombre aquel que  no va al consejo de los impíos, ni en la senda de los pecadores se detiene, ni en elbanco delos burlones se sienta, mas se complace en la ley del Selor, y su ley susurra día y noche. Es como un árbol plantado junto a corrientes de agua, que da a su tiempo el fruto y jamás se amustia su follaje, todo lo que hace sale bien". )vv 1-3). También Jesús trata de la felicidad y el modo de alcanzarla en las Bienaventuranzas con las que San Mateo, nuestro evangelista este año, abre el Sermón de la Montaña de Jesús.

Fiel a su costumbre de decir con toda claridad la verdad y no dorar la píldora, la receta de Jesús para la felicidad nos puede sorprender bastante. Comienza diciendo: "Felices los pobres en espñiritu". Esto no excluye a los pobres que son pordioseros, los que no tienen de que comer o satisfacer sus necedades básicas, sino también otro tipo de pobre que posiblemente no le falta dinero. En el Antiguo Testamento, el pobre es el que está como agachado, totalmente dependiente de Dios y de lo que Dios le ofrece. No tiene otra seguridad. Su confianza está exlusivamente puesta en Dios. Este grupo de personas, que formaba parte del resto fiel del que hablan los profetas, se denominan anawin. Para ellos, Dios es su "fuerza, su luz y su salvación". Basan su felicidad en el cumplimiento de la voluntad de Dios. A ellos les pertenece el Reino de los Cielos, porque se dejan gobernar por Dios y su voluntad.

¿Cómo puede afirma Jesús que los que lloran son felices? El que sufre o llora en este mundo y no se da cuenta de que, en palabras de San Pablo "la figura de este mundo pasa", podria desesperarse porque no ve otra perspectiva, pues el dolor y en general el sufrimiento es inevitable en este mundo que para muchos es "un valle de lágrimas". El cristiano vive de la gran esperanza de la promesa de Dios hecha realidad por la muerte y la resurrección de Jesús. En el Libro del Apocalipsis leemos: Luego vi un cielo nuevo y una tierra nueva --porque el primer cielo y la primera tierra deaparecieron, y el mar no existe ya...Y oí una fuerte voz que decía en el trono: "Esta es la morada de Dios con los hombres. pondrá su morada entre ellos y elos serán su pueblo y él, Dios con ellos, será su Dios" (Apoc 21. 1.3). En el mismo sentido,  Jesús concluye sus bienaventuranzas con otra afirmación paradójica: "Bienaventurados los perseguidos por la cas de la jsticia, porque de ellos es el Reino de los cielos" y los que son injuriados, perseguidos y víctimas de mentias, "porque  grande será vuestra recompensa en el cielo ". En estos tiempos  muchos miles y millones de cristianos están siendo perseguidos. La promesa de Jesús en estas bienaventuranzas es su consuelo.

Dado que el tiempo no da para comentar los ocho bienaventuranzas, no quiero dejar de mencionar esta: "Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos experimentarán la misericordia". En realidad,  esta es la síntesis y la cumbre de todas las bienaventuranzas, pues nuestra felicidad proviene precisamente del nivel de nuestra identificación con Jesucristo, Hijo de Dios. Toda la Biblia revela a Dios como compasivo y misericordioso. Es lo opuesto  de un dios deísta, lejano y despreocupado de su criatura el hombre que ha hecho a su imagen y semejanza, y que quiere que llegue a ser "hijo en el Hijo". El Papa San Juan Pablo II afirmaba que la misericordia de Dios es la expresión más exquisita de su amor, y San Juan en su primera carta afirma que "Dios es amor". Más adelante en el Sermón de la Montaña, Jesús exhorta a sus oyentes a "ser perfectos como vuestro Padre Celestial es perfecto", frase que en San Lucas se transforma en "ser misericordiosos como vuesto Padre Celestial". Basándose en la Sagrada Escritura, la Iglesia ha formulado las Obras Temporales y Espirituales de Misericordia para ayudarnos a cumplir lo que Jesús nos porponeenesta bienaventuranza.

Puede que nos parezcan exageradas estas propuestas de Jesús, pero no debemos de olvidar que Dios no nos pide nada que sea imposible y, por el contrario nos ofrece la gracia de cumplir sus mandamientos y su voluntad en nuestra vida. Esta es el misterio de la "gracia asombrosa".  


            

sábado, 21 de enero de 2017

INICIO DEL MINISTERIO PÚBLICO DE JESÚS SEGÚN SAN MATEO

HOMILÍA, III DOMING DE TIEMPO ORDINARIO, CICLO A, 22 DE ENERO DE 2017.

A lo largo de este año, nos toca escuchar una lectura contínua del Evangelio y hoy se comienza  con el traslado de Jesús de Judea a Galilea, con la noticia de la muerte de San Juan Bautista. Dado que San Mateo escribía su evangelio para cristianos de origen judía, con no poca frecuencia nos indica con citas del Antiguo Testamento cómo Jesús va cumpliendo lo previsto en las profecías antiguas. Así es hoy también. Nuestra primera lectura del libro de Isaías, que cita San Mateo, se lee también en tiempo de Adviento. Está situada alrededor del año 721. a. C. cuando el Imperio de Asiria, que como todo gran imperio aplastaba los pequeños países o los sometía su hegemonía, conquistó el reino del NOrte de Israel, cuya capital estaba en Samaría. La política de Asiria consistía en llevar parte de la población de un país conquistado a otra parte del imperio y trasladar a otra población a ese lugar. Así es cómo llevaron a Samaría a muchos paganos. Así es como empieza nuestra primera lectura del Profeta Isaías hoy: "El Señor humilló la tierra de Zabulón y la tierra de Naftalí". La Biblia cuenta que al ingresar en la Tierra Prometida, bajo Josué, la tierra fue asignada a las doce tribus, y el territorio alrededor del Lago de Galilea le tocó a la tribu de Neftalí y un poco más al sur, la tierra de Zabulón. precisamente la zona de Galilea donde Jesús daba inicio a su ministerio. Debido a esta desgracia, permitida por Dios como castigo de los pecados del los israelitas, la zona había caído en la tiniebla, por el dominio de los paganos. Dios promete que va a brillar una gran luz. "Sobre los que vivía en una tierra tenebrosa, brilló una gran luz". Se trata de una ocasión de gran alegría y el profeta la describe como la distribucuón del botín cuando se ha ganado una batalla o  la liberación del pueblo de un gran yugo de la esclavitud. El pueblo que vivía en las tenieblas ha visto una gran luz". El cumplimiento de las profecías así como los milagro portentosos, también previstos por los profetas eran para los primeros cristianos pruebas evidentes de la autenticidad de la misión de Jesús como Mesías. Ellos también experimentaban en sus propias vidas esta liberación y esta gran luz al llegar a la fe en Jesucristo, Hijo de Dios y Salvador.

El tema de la luz y las tinieblas es recurrente en los Evangelios y en todo el Nuevo Testamento. ¿Qué significa? A nosotros que contamos con la luz  eléctrica no nos impresionan tanto las tinieblas. En aquella épioca, una vez que se ponía el sol, se contaba tan solo con unas candelas, o si uno contaba con más recursos, con unas lámparas de aceite, para poder ver el la noche. Por ello, se acostaban temprano y se levantaban al salir el sol. Además, pensaban que una multitud de demonios habitaban en lugares oscuros entre las rocas etc. y tenían que andar con mucho cuidado para que no se metiera algún demonio en su cuerpo, el el brazo u otro miembro. La noche no era momento para viajar, dado que fácilmente se podía tropezar y caer, además, del hecho de que los que asaltaban en los caminos hacían sus fechorías en la noche. En cambio, de día uno puede realizar con faciliadad las tareas necesarias para la vida, y en un país como Israel donde hay mucho sol, como también en España, se aprecian los días de sol. No es de extrañar que los egipcios y otros consideraban que el sol era un dios, pues de su luz depende toda vida. Sin luz y agua no hay plantas, y el hombre no puede sobrevivivir.

La luz es un medio por el cual se nos manifiesta la realidad. Gracias a ella entramos en contacto directa con nuestro mundo de alrededor. También existe la luz del entendimiento o la razón, gracias a la cual podemos comprender nuestro mundo y razonar, es decir, sacar conclusiones de unas premisas de acuerdo con las leyes de la lógica, que es cómo funiona nuestra mente. La Biblia nos dice que Dios es luz, y no hay en Él tiniebla alguna, significa que simbólicamente las tinieblas se refieran al mal que provoca miedo  y angustia en el hombre, mientras así como la vidia proviene de la luz del sol, paralelamente todo bien proviene de Dios. Existe también lo que se llama "la luz de la gloria" (lumen gloriae). En el cielo, nos encontraremos con a nueva realidad maravillosa y misteriosa que va mucho más allá de la fuerza y la capacidad de nuestra pobre y fatigosa razón. Por ello, Dios nos dará esa  nueva luz por la cual podremos captar lo que "ojo no ha visto, ni oído escuchado" entre aquello que Dios tiene reservado para los santos. En todo caso, a través de nuestra incorporación a Jesucristo en el bautismo, se comienza ya en esta vida esta nueva realidad, y somos "iluminados" (en la antiguedad el bautismo se llamaba iluminación, o photismós  en griego). De momento en este mundo contamos tan solo con una luz ténue que también se puede perder debido a la posibilidad de caer en el pecado y dejar de "caminar en la novedad de vida", como dice San Pablo. Pues, el inicio de la predicación de Jesús  en Galilea  significa la llegada de esta gran luz prevista por Isaías unos sietecientos años añtes.

A  nosotros no nos es fácil reconocer nuestros vicios y malos hábitos, de manera que sin duda todos tenemos   no pocas tinieblas dentro. Al inicio de la misa realizamos la Liturgia Penitencial y reconocemos que hemos pecado de palabra, obra y omisión y nos golpeamos el pecho. Este gesto no es algo que no tenga que ver con la realidad de nuestra vida. Si al examinar nuestra conciencia, no encontramos pecados graves, es una gracia de Dios, pero eso no quita que tengamos al enemigo dentro, como una suerte de quinta columna o caballo de Troya. No cabe duda de que somos los peores jueces de nuestra propia causa y que somos expertos en condenar a los demás por sus errores y pecados. Jesús lo dice bein en el Evangelio cuando dice que tenemos que quitas la viga de nuestros propios ojos para poder ver la paja que hay en el del otro. Nadie, por su propia voluntad, sin la gracia de Dios, puede  evitar definitivamente el pecado por largo tiempo. Esto se debe a que hemos quedado heridos por el pecado original que sí se ha quitado con el bautismo, pero queda esta debilidad que se llama concupiscencia. Esta tendencia consiste en nuestra incapacidad de someter las fuerzas de las pasiones y los instintos al dominio de la razón ilumnada por la fe, y tenemos una tendencia al mal  que hay que controlar. Eistein decía que había dos cosas que le llamaban poderosamente la atención: el orden del universo y la capacidad de autoengañarse el hombre. Lo vemos claramente en el caso del alcohólico que no reconoce que tiene un problema con la bebida. Preguntémonos hoy al inicio de esta año 2017, cuáles son las tinieblas que hay en mi vida. Todos los santos y maestros espirituales insisten en la importancia del conocimiento propio, y no creamos que es fácil porque no nos gusta reconocer los vicios que tenemos. Que el Señor no dé su luz para acoger su gracia y caminar en la luz por el camino él nos ha marcado en el Evangelio. Tenemos una nueva oportunidad para hacerlo al inicoi de este nuevo año.          

sábado, 14 de enero de 2017

LA VOLUNTAD DE DIOS

HOMILÍA II DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO, CICLO A, 15 DE ENERO DE 2017

Hoy quiero fijarme en nuestra segunda lectura, tomada de la Primera Carta de San Pablo a Los Cristianos de Corinto, dado que a lo largo de los siguientes domingos vamos a estar leyendo una serie de extractos de esta importante carta de San Pablo. Después de su encuentro con el Señor resucitado,  Pablo se retiró a Arabia, probablemente parte de lo que es ahora Jordania durante tres años. Luego cuenta que viajó a Jerusalén y estuvo predicando en Tierra Santa, pero al parecer su mensaje provocaba rechazo y un cierto miedo a que fuera a provocar persecución. Entonces, se retiró, o lo obligaron a retirarse a su ciudad natal de Tarso, que se encuentra en la costa oriental de lo que es ahora Turquía, no lejos de Siria. Pasado algún tiempo, llegó Bernabé a Tarso y lo llevó consigo a Antioquía. Después de un tiempo más la comunidad descidió enviar a Pablo y Bernabé a misionar, primero en Chipre y en el sur de lo que es ahora Turquía. Chipre era la tierra natal de Bernabé. Pensaría que dado que Bernabé era de allí, el evangelo tendría mejor acogida. La misión no fue un exito total. Posteriomente, se lanzaron a otra misión y ahora decidieron concentrarse en las comunidades judías de la dispersión, de manera que Pablo dedicó mucho tiempo y esfuerzo al intento de convencer a los judíos y a sus líderes en las sinagogas que Jesús era el Mesías esperado por el pueblo de Israel. Así que, dedicó mucho tiempo a discusiones con los judíos acerca de los tetos mesiánicos de los profetas, en el intento de convencerles de que lo que Dios había revelado en tales textos se cumplía en Jesús. Encontró mucha oposición y a veces lo apaleaban y lo expulsaban se su pueblo. Luego, llegó a Atenas, y estando paseando por la ciudad, se encontró con un templo dedicado al dios desconocido. Tramó un buen discurso y lo presentó a los filósofos, pero una vez que empezó a contarles cómo Jesús había resucitado le dijeron que lo escucharían otro día. No les interesaba el tema de la resurrección de los cuerpos, pues eran platónicos y esta doctrina contradecía la  de Platón sobre el cuerpo como cárcel del alma. Cosechó, pues, otro fracaso.

Pablo se fue de Atenas hasta Corinto, que no está lejos. Era una ciudad cosmopolita, con un puerto importante y allí los romanos habían llevado a muchos colonos, veteranos de guerras. Allí recibió una revelación de Dios que le aseguraba que Él había preparado para sí allí en Corinto un gran pueblo. Se quedó allí más de dos años y formó la primera comunidad cristiana con la ayuda de Aquila y Priscila que era judíos expulsados de Roma con quienes se hizo amigo. Podemos suponer que la comunidad cristiana de Corinto, como las demás comunidades fundadas por Pablo y sus colaboradores con contaría con más de unas 50 o 60 personas. Se reunían en casas, pero casas de los más acaudalados, pero no tan grandes que pudieran caber en ellas muchas más personas. Pablo se había ido a otra parte a fundar otra comunidad y los cristianos de Corinto le enviaron una carta con una serie de consultas sobre problemas que había surgido entre ellos. Uno era la existencia de facciones en la comunidad, otro si era permitido a los cristianos comer carne sacrificada a los ídolos, otro sobre el modo de celebrar la Eucaristía, y finalmente sobre la resurrección de los muertos. Los siguientes domingos iremos escuchando pasajes relacionados con estos temas, pero en este momento vamos a comentar  un poco el breve pasaje que nos toca hoy.

La carta comienza con un saludo, que era tradicional en la correspondencia epistolar de la época. Pudiera parecer que eso no pasa de ser algo convencional, pero hay más. La carta comienza con el nombre de Pablo, Paulos, en griego. Era un nombre romano, pero sabemos que en el camino a Damasco Jesús resucitado desde el cielo lo llamó "Saulo", que era su nombre judío, el nombre de Saùl, el primer rey de Israel. Pablo era también de la misma tribu que Saúl. Había asumido este nombre romano, pues se dedicaba a viajar por el Imperio propagando el cristianismo. Él había adquerido una excelente formación en la Biblia a los pies del gran rabino Gamaliel en Jerusalén. Prosige: "llamado apóstol de Cristo Jesús". Él no se presenta como uno que viene con su propia autoridad, sino como llamado para una misión. Su vida y su misión pertenecen a otro, a Cristo Jesús. La palabra Xristós en griego sigifinica ungido o maschal en hebreo, Mesías. Sabemos que el nombre Jesús, que el el mimso que Josué, que el ángel comunicó a María en la annciación, significa Yahvé salva. La identidad fundamental de Pablo, como apóstol, palabra que significa enviado, del verbo apostellein  queda expresada por su relación con Jesús. A los Gálatas les dice "Ya no vivo yo, sino Cristo vive en mí" (2,20). Así también, la identidad de todo cristiano queda establecida por su relación, su incorporación con Jesucristo que se ha realizado en el bautismo.

 Pablo se declara apóstol por la voluntad de Dios. Tambièn nuestro salmo responsorial de hoy nos lleva a repetir "He aquí, Señor, yo vengo a hacer tu voluntad". Si para San Pablo, toda su vida, su ministerio, su misión corresponde a la voluntad de Dios claramente manifestada en su conversión en el camino a Damasco, entonces nosotros debemos de tomar en serio la voluntad de Dios en neustra vida. También la Carta a los Hebreos, citando este salmo manifiesta que la actitud de Jesús al entrar en este mundo fue precisamente su deseo de cumplir en todo la voluntad de su Padre. A lo largo de los evangelios, y sobre todo en su oración en el huerto de Gensemaní Jesús repite este leit motif: "No he venido a hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió" (Jn 6,38). Lo mismo dígase de la Santísima Virgen María cuando el ángel le reveló la misión que Dios le encomendaba. Ella responde clarmente "hágase en mí según tu palabra", y esta misma actitud regía toda su vida, como la de todos los santos. Es prácticamente imposible exagerar la importancia del cumplimiento de la voluntad de Dios en la vida de cada uno de los cristianos, de nosotros. La voluntad de Dios se manifiesta en la ley de Dios que nos enseña la Iglesia, en el cumplimiento de los deberes concretas de cada momento de nuestras vidas. En algunos aspectos es igual para todos, como por ejemplo el cumplimiento de los mandamientos, pero también varía según las circunstancias concretas de la vida de cada uno. ¿Cómo podemos alcanzar la santidad, la felicidad? Pues, la respuesta es muy sencilla, cumpliendo en cada momento la voluntad de Dios según nuestros compromisos y estado de vida. No será igual para una persona casada con hijos que para una  religiosa o un sacerdote, para una persona viuda etc. No puede estar  más allá de nuestras fuerzas cumplir la voluntad de Dios en cada momento. Si pensáramos eso, estaríamos cayendo en una suerte de blasfemia contra Dios y acusándole de imponernos deberes que nos son imposibles de sobrellevar. Estaríamos acusando a Dios de ser un embaucador.

Pablo prosigue a mencionar los destinatarios de su carta: "la Iglesia de Dios que está en Corinto". La palabra Iglesia, en griego ekklesía  proviene de la preposición ek y del verbo kalein que significa llamar. Por lo tanto, los miembros de la Iglesia somos "llamados de", obviamente  del mundo y consagrados a Dios por Jesucristo. En otras ocasiones, Pablo recuerda a sus cristianos ell tipo de vida que vivían antes de ser llamados a formar parte de la Iglesia, de llegar a ser hijos de Dios en su Hijo Jesucristo. Tiene que haber una diferencia radical entre el cristianos, llamado desde el mundo con toda la maldad, los vicios que lo caracterizan a ser miembro vivo del Cuerpo de Cristo. Es más, la Iglesia es de Dios. Nadie puede inventar la Iglesia o de ella otra cosa que no sea lo que eDios a querido y manifestado en Jesucristo Nuestro Señor.  

El apóstol afirma que los miembros de la Iglesia en Corinto están "consagrados" en Cristo Jesús. También con frecuencia llama a sus cristianos santos. La palabra santo en el Antiguo Testamento signfica separado, pues en cuanto que Dios es transcendente, está separado del mndo y todo lo  que está unido a Dios  y en relación con Él  es santo.

Pablo afirma: Esta es la voluntad de Dios, vuestra santificación. (1Tes 4, 3). Tal santificación se realiza por formar parte de la Iglesia, que a su vez es propiedad exclusiva de Dios, y para formar parte de ella, tenemos que ser llamados fuera del mundo y todo lo que signfica. La voluntad de s Padre era la ley suprema para Jesús, y sabemos cuánto le costó humanamente acogerla cuando se trataba del supremo suplicio de la cruz. Que al inico de este año, atendiendo a Jesús y a San Pablo aprendamos a cumplir con cabalidad la voluntad de Dios en todo momento y circunstancia, como tantas veces repetimos cuando rezamos el Padre Nuestro. Hágase tu voluntad en la tierra como el en cielo.                

         

sábado, 7 de enero de 2017

EL BAUTISMO DE JESÚS

HOMILIA, FIESTA DEL BAUSTISMO DE JESÚS8 DE ENERO DE 2017.

El domingo que sigue la Solemnidad de la Epifanía, celebramos el bautismo de Jesús. En el siglo IV, el día 6 de enero, la Epifanía se realizaba bautismos, como también el l Vigilia Pascual y en Pentecostés. Saltamos, pues de la contemplación de Jesús como niño en la Navidad a Jesús ya de 30 años de edad, después de todo ese intervalo del que San Mateo no nos entrega ninguna noticia, a este gran misterio de su bautismo en el rio Jordán.

A diferencia de los evangelios de San Marcos y San Lucas, Juan batizaba más o menos en el mismo lugar desde donde Josué cruzó el mismo río con el pueblo de Israel y bastante cerca del Monte Nebo desde el  Mosés pudo contemplar la tierra prometida, aunque sin entrar en ella. Se trataba de la ribera oriental del Jordán, y para llegar allí, los judíos de Jerusalen y de Galilea tenía que cruzar el río, asi como unos 1200 años el pueblo lo hio bajo el liderazgo Josué. Se trata, pues, del paso de la tierra de las tinieblas, de Egipto a la tierra prometida. Así también lo consideraban los cristianos de los primeros siglos. Ellos entraban en la pila de bautismo desde occidente, que simbolizaba las tinieblas, la opresión bajo el Faraón, y los faraones de nuestro mundo, hacia la verdadera tierra prometida. Luego en la celebración  de la Eucaristía en la misma Vigilia Pascual, se les daba de beber leche y miel como signo de su entrada en la Tierra Prometida. También, el baustismo se hacía con los catecumenos desnudo recordando el estado de Adan y Eva en el Jardin de Edén. El pecado los hio perder la inocencia y se taparon con hojas de higuera. También en los iconos más antiguos representan a Jesús salidendo del Jordan desnudo por, pues El no fue afectado por el pecado original.

 San Mateo tiene a Juan el Bautista resistiéndose a la petición de Jesús de ser bautizado. Podemos suponer que los cristianos de la comunidad de San Mateo se extrañaban del hecho de que Jesús se presentara como un judío cualquiera que pedia el bautismo como señal del perdon de los pecados, cuando obviamente Jesús, el Hijo de Dios no tenía pecados. Jesús responde a Juan diciendo que lo deje suceder que "conviene que se cumpla toda justicia". Juan proclamaba un mensaje de un juicio duro y fulminante  para los pecadores. En cambio, Jesus al hablar de "toda justicia" entiende que Dios no quiere la muerte del pecador sino que se arrepieta y viva. Recordemos la parabola de la oveja perdida que manifiesta con tanta fuera las ganas que Dios tiene de recuperar la oveja perdida, no de que se pierda o sea  condenada.  

Jesus salio del río al otro lado y el evangelio dice que "el cielo se abrió". Esto no se refiere a algún fenómeno meteorológico. Más bien los judios se lamentaban de la falta de profetas a lo largo de varios siglos. Durante unos cinco siglos Dios mandó a los profetas a Israel para comunicar a su pueblo su mensaje de arrepentimiento y el verdadero sentido de la Alianza, pero no le habían hecho caso. De manera que para ellos el cielo estaba cerrado, en cuanto que Dios no les manifestaba ya su voluntad a través de los profetas. Ahora, con el bautismo de Jesús y el inico de su ministerio público, otra vez se abre el cielo y Dios habla a su pueblo.

Luego, baja la paloma del cielo. Una vez más, no es que se está refiendo principalmente a la aparicionde un ave, sino más bien tenemos que buscar en el Antiguo Testamento el signifcado de este hecho. Rcordemos que en el diluvio, cuando empezaba a bajar el nivel del agua, Noé soltó una paloma. La paloma simboliza la paz.   En el inicio del relato de la creación del mundo en el libro del Génesis, se dice que el Espíritu estaba aleteando sobre las aguas del caos. El diluvio significaba un nuevo inicio  y Dios promete que no volverá a destruir el mundo con otro diluvio, siendo el arco iris signo de esta pomesa de Dios. El Espíritu Santo había bajado sobre Maria en la Anunciación para que pudiera nacer Jesus, Hijo de Dios. Ésta sería una unción interior invisible. Ahora vuelve a bajar para guiarlo en toda su ministerio, en el esfuerzo de ganar a los hombres para Dios a través de su bondad, su amor al hombre, pues no vino para condenar al mundo sino para que se salve por Èl. La tercera venida del Espíritu Santo se da en Pentecostés cuando el nacimiento de la Iglesia, Cuerop de Cristo que tiene que llevar adelante la misión de Jesús hasta que vuelva en la gloria de su venida al final de la historia.

En tercer lugar, tenemos la voz del Padre que expresa su aprobación y complacencia en su Hijo. A Dios nadie lo ha visto jamás, pero debido a que cualquier hijo no solamente se asemeja a su padre en lo físico, sino de manera especial en sus valores, también Jesús es la imagen viva de Dios Padre. Todo lo que dice y hace es una manifestación del amor, de la misericordia, de la bondad de Dios Padre. "El que ha visto a mi, ha visto al Padre".

Con esta Fiesta del Bautismo del Señor, la Iglesia clausura la celebración anual de la Navidad. También es una oportunidad para reflexionar sobre el sentido de nuestro propio bautismo. Las personas que han sido bautizados de adultos, como en la antiguedad era el caso de la mayoría, consideran que el día de su bautismo ha sido el día más grande e importante de su vida, y tienen razón. Ciertamente, conviene agradecer a Dios el don de la vida cuando celebramos nuestro cumpleaños, pero el nacimiento a la vida nueva en Cristo es incluso un acontecimiento de mayor relevancia. Con el bautismo hemos ingresado en el dinamismo que nos ha de llevar al final a gozar de la verdadera felicidad que no termina en el cielo. Cuántos hay que viven en la superficialidad y la frivolidad sin siquiera pensar en qué sentido tiene la vida. Los animales tienen tipo de vida inferior a nosotros y todo lo que hacen está programado por el instinto, de manera que dado que no tienen ni la ingeligencia o la razón ni la libertad, y no pueden darse cuenta de lo que signfiica su vida, pero el hombre si. Que por descuido y dejarnos llevar por los engaños del mundo que nos quiere presentar una felicidad falsa y barato, no dejemos que se nos pase la vida sin darnos cuenta de lo que en realidad significa el don de la vida y  el don de fe, gracias al cual podemos y debemos encontrar el sentido que Dios ha querido dar a neustra vida por nuestra unión con Jesucristo que comienza con el bautismo.  

           

sábado, 31 de diciembre de 2016

LA IGLESIA Y LA PENA CAPITAL


¿PODRÍA LA IGLESIA DECLARAR INMORAL LA PENA DE MUERTE?



Hace unos años vi una entrevista en la cadena de televisión CNN en la que se entrevistaba a un par de jóvenes de unos 35 años provenientes del Estado de Arkansas en Estados Unidos. Ellos acababan de ser liberados de la cárcel donde habían estado presos desde los 17 años de edad por la muerte horrorosa de un par de niños en su pueblo. Uno de ellos había estado casi 18 años en el corredor de la muerte, habiendo sido condenado con el autor de los asesinatos y su amigo condenado como colaborador en el hecho. Según una ley rara que hay en ese Estado pudieron alacanzar la libertad por un aceptando que eran culpables y por otro lado negándlo. Se trataba de un caso sumamenta mediatizado y había una gran presión sobre las Fiscalía y la Policía para que encontraran a los culapables. Por este motivo, y posiblemente otros, detuvieron a los dos adolescentes que erann conocidos en el pueblo por su amor a a música metal pesada y en general actuar como tantos jóvenes adolescentes en estos tiempos. El entrevistador le preguntó al que estaba en el corredor de la muerte qué era lo que más le impactó de toda su tremenda experiencia. El joven contestó que desde el momento en que la Policía llamó a su puerta y lo detuvo una cosa era peor que la otra y no podía decir cuál era la peor de todo. También dijo que al ser liberado tuvo que volver a aprender a caminar, luego de haber vivido casi 18 años con sus pies atados por unas cadenas. Éste es un caso de tantos que se proponen en contra de la pena de muerte. Hay que decir que la Constitución de los Estados Unidos contiene la octava enmienda que prohibe “castigos crueles y inusuales”. ¿La pena de muerte constituye tal castigo? ¿La pena de muete aplicada al terrorista solitario Timothy McVeigh que hizo volar el edificio federal de la Ciudad de Oklahoma y que terminó condenado a la pena de muerte sufrió una pena justa por haber matado a unos 100 personas sin mencionar a otros muchos que quedaron lesinados para toda la vida, y las secuelas de las familias que perdieron a sus seres queridos? ¿La pena de muerte sería una pena justa para los que derrbumaron los Torres Gemelas y mataron a unas 3000 personas en el proceso? ¿Cuál es la doctrin católica sobre todo esto del crimen y castigo en casos tan graves?



Algunos argumentos en contra de la pena capital



Aquí resumo algunos de los argumentos en contra de la pena de muerte que se encuentran en una web que trata del tema. Se trata tan solo de enumerarlos sin entrar a valorarlos. Interesante que el primer argumento que entrega esta web en contra de la pena de muerte es que según ellos cuesta más ejecutar a un criminal que mantenerlo en prisión. En segunda lugar afirma que la pena de muerte aplicada a los criminales no ayuda sino más bien perjudica a los familiares y seres queridos de las víctimas de este tipo de crimen que tiene como pena la muerte. Luego argumenta que es posible que el delincuente no haya tenido una defensa adecuada y debido a eso perdió el juicio. Considera éste uno de los principales motivos si no el principal para oponerse a la pena de muerte. No hay pruebas de que la aplicación de la pena de muerte desuada a los delincuentes para que reduzcan el número o la gravedad de sus fechorías. Sostiene que se aplica arbitrariamente, dado que en Estados Unidos su aplicación depende de las leyes del Estado donde uno es condenado. La mayoría de los países, un total de 139, han abandonado este tipo de pena, como es el caso de la totalidad de los países europeos y latinoamericanos. Los autores de esta web traen a colación lo que llaman una perspectiva religiosa, según la cual la casi totalidad de los grupos religiosos considera inmmoral la pena de muerte, pese a que se encuentran textos sagrados “aislados” a favor de ella. También dicen que hay una gran disparidad respecto a la raza de los que son sometidos a esta pena. Una desproporción de negros e hispanos, las que se llamana minorías en Estados Unidos. También afirman que hay alternativas como pasar toda la vida en la cárcel sin posibilidad de salir en libertad.







Argumentos a favor de la pena de muerte



Sin ánimo de ser exhaustivo, recojo aquí también algunos argumentos de una web que se pronuncia a favor de la pena de muerte, también de Estados Unidos https://www.quora.com/Justice/What-are-the-arguments-in-favor-of-capital-punishment-death-penalty



1. La pena de muerte tiene un efecto desuasivo en contra de los crímenes más graves contra la vida delprójmo



2. La pena capital cuesta menos que mantener al delincuente en la cárcel para toda la vida.



3. La pena capita es menos cruel que pasar toda la vida encarcelado, tenida cuenta de las condiciones carcelarias en muchos países.



4. La pena de muerte satisface las ganas de venganza



5. La pena de muerte les da más apalancamiento a los fiscales en el momento de negociar la colaboración de los acusados.





Opiniones contemporáneas acerca de la penaa de muerte y valoración de las mismas.



En los países donde ha sido abolida la pena capital, de manera especial en Europa y también en América Latina, se encuentran condenas cerradas de esta pena, considerando que la aceptación de la misma demuestra un desarrollo moral priimitiva de las personas y las sociedades que la defienden. Copio a continuación un párrafo de un blog de Susana Frisancho, colgado en la web del la ex-Católica y ex-Pontifica Universidad de Perú:



Personalmente considero que la pena de muerte no es justicia. Esta constituye un castigo indigno e injusto, y plantearla como alternativa revela en las personas un nivel primitivo de juicio moral. Estoy convencida de que se puede analizar desde una perspectiva psicológica el tipo de razonamiento que subyace a una postura favorable a la reimplantación de la pena de muerte, y hacer evidente que conforme se avanza en el razonamiento moral, las personas y las sociedades toman una postura contraria a dicha pena. En este sentido, puede afirmarse que el estar a favor de la pena de muerte y proponerla como una alternativa de castigo justo revela un nivel precario de razonamiento moral” http://blog.pucp.edu.pe/blog/SusanaFrisancho/2011/04/06/juicio-moral-y-pena-de-muerte-actualizado/



Aquí ella apela a consideraciones psicólogicas y a un supuesto avance en el razonamiento moral en neustra sociedad. También apela a estudios de tipo sociológico de La Lawrence Kohlberg, discípulo de Piaget, y su bien conocida teoría del desarrollo moral de las personas, afirma que los que aceptan la pena de muerte están en un nivel inferior de desarrollo moral. Kohlberg postula siete etapas de desarrollo del juicio moral del sujeto. Ni la persona ni la sociedad que permite la pena capital, según ella, están en un óptimo nivel de desarrollo moral. En realidad Fisancho se basa en una teoría psicológico del desarrollo moral de la persona bastante cuestionada para sostentar su rechazo total de la pena de muerte. Curiosamente, o tal vez no, los países más contrarios a la pena de muerte son los europeos, que a su vez son los que más han normalizado el aborto por cualquier motivo, y la eutanasia. Tal es el caso de los países nórdicos como Holanda y Bélgica entre otros. En cambio, en países tradicionalmente católicos como Italia y España hay mucho más rechazo al aborto, al menos viendo las manifestaciones multituniarias que se dan en las calles de estos países, cosa que jamás de dan en paises como Dinamarca o Suecia. En cuanto al desarrollo moral, también llama la atención que en esos países hay menos corrupción política comparado con países como España o Italia. ¿Acaso matar a 100,000 niños antes de poder nacer, triturar sus pequeños cuerpos o quemarlos con solucines salinas es señal de progreso moral y ética a favor de la vida, mientras se crea un furor en contra de la corrupción que significa aprovecharse de dinero del contribuyente de parte de políticos o funcionarios del Estado para enriquecerse y también propinar una condena sin fisuras a la pena de muerte? Curioso progreso moral ésta.



Pasandando ya a examinar el tema de la muerte según la teología católica, comienzo con el sacerdote redentorista Marciano Vidal, que podría llamarse Decano de la Teología Moral en lengua española, habiendo sido Profesor de la Pontificia Univerisdad de Salamanca durante muchos años y luego de la Pontificia Universidad de Comillas en Madrid. Ha escrito muchos libros que han influído enormemente en la formación de sacerdotes y religiosos. En 2001, luego de unos 25 años de docencia y de haber enseñado un notable cúmulo de errores respecto a la moral catóica y en concreto acerca de la castidad, tres de sus principales libros fueron cuestionados por la Congregación de la Doctrina de la Fe, y se le mandó reescribir su obra Moral de actitudes con la colaboración de la Comisión de Doctrina de la Conferencia Episcopal, labor que después de haberse reúnido con dicha comisión declaró imposible. Aquí enlazo la notificación de la CDF sobre la teología moral de Vidal, sus presupuestos equivocados etc. Abriendo este enlace se puede encontrar un tratamiento completo acerca de las censuras de la CDF al P. Vidal y los libros censurados http://es.catholic.net/op/articulos/16514/cat/21/podemos-considerar-a-marciano-vidal-un-moralista-catolico.html

Acerca de su posición soobre la pena de muerte hay que señalar lo siguiente: Presenta lo que llama “visipon global” de la moral de la vida humana. Afirma que !No ha calado todavía las exigencias de la moral veterotestamentaria: "no matarás" Distingue tres tipos de muerte o privación de la vida, como la llama: el suicidio, el homicidio y lo que llama la “muerte legalizada”. Echa la culpa a la sociedad contemporánea porque no ha sabido todavía “humanizar al hombre ni suprimir los motivos que conducen a ese gesto fatal “. En cuanto al homicidio, sería una suerte de sacrilegio que se atreve a quitar de Dios el poder exclusivo que tiene sobre la vida y la muerte. En tercer lugar, y lo que nos interesa aquí, es lo que llama la muerte “legalizada”, es decir la pena de muerte,también las muertes provocadas por las guerras y las acciones policiales tendentes a mantener el orden público. Afirma que la humanidad no se ha liberado de la “amenaza de la muerte legalizada”. No es que no distinga entre los varios tipos de muerte legalizada y su carácter moral, Sí lo hace. Rechaza la muerte provocada por la conflictividad social que debería de resolverse de manera pacífica y “debe hacerse mediante un estudio minucioso y matizado “. No acepta el argumento de “legítimo defensa” cuando se trata de la vida de un atacante, sea a la sociedad o a un individuo. Más bien, dice, se tiene que examinar los factores que provocan la violencia e implantar una justicia adecuada. Luego cita aprobando un texto de A Iniesta. Éste afirma que lo sargumentos propuestos a favor de la pena de muerte provienen no de la fe sino de la razón. Afirma que el esatado debería de suprimir la pena de muerte y esgrime en primer lugar el argumento que la una mayoria cada vez más grande la rechaza, y otros argumentos, algunos de los que he señalado arriba como el hecho de que no convince a los delincuente a dejar de delinquir, que no es reparación sin venganza, como la capacidad del Estado de recluir a los peligrosos en cárceles adecaudas. Se trata de una cita de una de las obras de Vidal cuestionadas por la CDF, aunque no necesariamente el juicio de la misma rechaza todo lo que contiene el libro VIDAL, Marciano, Moral de Actitudes, tomo II, Ética de la persona, Ed. Covarrubias, Madrid, 1977, pp. 214-218



Vidal cita el quinto mandamiento del Decálogo “no matarás” sin hacer las necesaias matizaciones. Así se podría concluir que es inmoral matar animales, cosa que no pocos que profesan la falsa religión ambientista y los así llamados animalistas propugnan, al tiempo que rebajan al hombre al nivle de animalal permitir la matanza supuestamente terapeútica de la mala llamada eutanasia (palabra proveniente del greigo que signficaría “buen morir”. Claro, Vidal no afirma estas cosas. En cuanto al suicidio y el homicidio, su moral parece partir de las teorías psicológicas que se olivdan de la maldad del hombre proveniente del pecado original y el cúmulo de pecados personales tal y cómo queda expresado en la Sagrada Escritura, proviene de una sociedad no suficientemente humanizada o mal ordenada, como si estos males se pudieran erradicar de esta manera: “Viendo Yahvéh que la maldad del hombre cundía enla atierrra, y que todos los pensamientos que ideaba su corazón eran pujro mal de continuo, le pesó a Yahvéh de haber hecho al hombre enla tierra y se indignó en su corazón” (Gen 6,5). Ciertamente el diluvio es un acto de castigo de Dios, no del hombre y bien sabemos que la venganza le pertenece exclusivamente a Dios (Rom 12,9). Sin entrar en un análisis histórico-crítico del texto de Génesis, podemos señalar de inmediato que el autor o los autores no tuvieron problema en que Dios castigara a los del diluvio con una muerte horroroso quedándose ahogados. En realidad Vidal o el que cita Iniesta no presentan argumentos teólogicos en contra de la pena de muerte, sino más bien sociológicos y psicológicos.



San Agustín y Santo Tomás de Aquino sobre la pena de muerte



Dad la importancia de la Tradición de la Iglesia y de manera especial sus más grandes e importantes testigos que en la Igleisa Occidental ciertamente son San Agustín y Santo Tomás de Aquino, dado que ambos doctores han influido tanto en la formulación de la doctrina del Magisterio en tantos aspectos, creo que no podemos dejar fuera sus posiciones respecto a este tema tan discutido en nuestros días. Menciona a San Agustín también porque vivió al final de la época de los Grandes Padres de la Iglesia, y además de tener un extarordinario conocimiento de la Sagrada Escritura que por un lado manifiesta el plana de Dios al castigar alos malhechores y al mismo pueblo, pero por otro lado abunda en manifestaciones y exhortaciones a ejecer la misericodia. Así, desde el Libro del Génesis, Dios permite al fratricida Caín vivir y le coloca una señal para que otros no lo maten (Gen 4,1-16). Si bien es cierto que Dios castiga a los hombres con el diluvio en tiempos de Noé, igualmente luego de haber salvado al hombre por el arca, hace alianza con Noé y deja el arco iris como señal de esa alianza en la que promete no volver a destruir al hombre y al mundo con un diluvio. Serría prolijo incluir todos los textos bíblicos de ambos testamentos que tienden a moderar la necesaria justicia con la misericordia, pero conviene citar un texto fundamental manejado por los Padres anteriores a San Agustín y por él mismo:



1.Sométanse todos a las autoridades constituidas, pues no hay autoridad que no provenga de Dios, y las que existen, por Dios han sido constituidas.
2.De modo que, quien se opone a la autoridad, se rebela contra el orden divino, y los rebeldes se atraerán sobre sí mismos la condenación.
3.En efecto, los magistrados no son de temer cuando se obra el bien, sino cuando se obra el mal. ¿Quieres no temer la autoridad? Obra el bien, y obtiendrás de ella elogios,
4.pues es para ti un servidor de Dios para el bien. Pero, si obras el mal, teme: pues no en vano lleva espada: pues es un servidor de Dios para hacer justicia y castigar al que obra el mal.
5.Por tanto, es preciso someterse, no sólo por temor al castigo, sino también en conciencia.
6.Por eso precisamente pagáis los impuestos, porque son funcionarios de Dios, ocupados asiduamente en ese oficio.
7.Dad a cada cual lo que se debe: a quien impuestos, impuestos; a quien tributo, tributo; a quien respeto, respeto; a quien honor, honor.

Se trata de un texto al que acuden muchos de los Padres de la Iglesia al tratar este tema de la pena capital A algunos de ellos les sorprende la contundencia de San Pablo al afirmar que “no hay autoridad que no pro, venga de Dios, y las que existen, por Dios han sido constituidas”, debido en parte a la arbitrariedad con la que bastantes gobernantes perseguían a los cistianos. San Ambrosio, a quien podemos llamar en cierta manera el mentor de San Agustín debido a su papel en su conversión, Él, igua que la misma Sagrada Escritura, como en general los Padres anteriores, refleja las mismas actitudes comunes respecto a la pena y castigo, es decir, ciertamente hay que ser justos a la hora de castigar los delitos, pero así como Dios aminor lor rigores de la justicia con su misericordia, un gobernante cristiano ha de hacer lo mismo. San Ambrosio actuó con contundencia cuando el Emperador Teodosio fue responsbable de una matanza en Tesalónica. Obligó al mismo Emperdor a hacer penitencia pública y le recordó que el Emperador es miembro de la Iglesia, que no está por encima de ella.



En el caso de San Agustín, no podía ser de otra manera para un hombre que contaba con un conocimiento y penetación extraoridinarios de la Palabra de Dios, al igual que la Tradición de la Iglesia. Al inico de su ministerio episcopal se empeño a fondo en el esfuerzo por resolver el cisma de los donatistas a través del diálogo y un gran esfuerzo por lograr superar las divisiones y alcanzar la comunión de ellos en la gran Iglesia. A este esfuerzo enorme dedicó unos 10 años. Hay que tomar en cuenta que los donatistas se consideraban la Iglesia pura debido a su intransigencia al acusar a varios obispos de haber entregado los libros litúrgicos a las autoridades (llamados traditores, del verbo tradere que significa “entegar”) durante la persecución del Emperador Diocleciano en los años 303-305. Además, ellos contaban con un grup de revoltosos llamados circumcelliones o de lo que podríamos llamar en la terminología actual terroristas, de manera que no se trataba de una disputa circunscrita a cuestiones teológicas como el valor del bautismo y la ordenación de los cismátios y herejes, sino una cuestión de la seguridad pública. En una ocasión San Agustín logró evitar ser asaltado por ellos casi por milatro al haber cambiado de camino un poco antes. Por lo tanto, al final, sintió la necesidad de buscar el apoyo del brazo secular para intentar arreglar este problema. Es un episodio sumamente estudiado. Aquí no se puede entrar en detalles, pues se necesitaría un libro entero para tratar este tema.



San Agustín vivió en una época bastante convulso y ciertamente valoraba el la importancia de orden el la sociedad, pues define la paz como “la tranquilidad en el orden”. Como los demás Padres reconnoce el derecho de la autoridad pública a recurrir a la pena capital para proteger la sociedad de los crímenes de malhechores que tendían a alterar tal orden. Como es bien conocido, San Agustín tenía un concepto realista del hombre herido por el pecado y la concupiscencia e incapaz por sus propios esfuerzos de hacer el bien, y por ellos más difícil alcanzar un orden justo en la sociedad. Aunque se empeño a fondo en la resolución del conflicto religioso y social con el donatismo a través del diálogo, llegó a la conclusión de que este método tenís sus límites. Reconoce el derecho del gobernante a recurrir a la pena capital en el caso de los delitos más graves, también considera que un gobernante justo, motivado por principios cristianos templaría la justicia con la misericordia.



Siguiendo la misma línea establecida por la Sagrada Escritura y la Tradición de la Iglesia representada por los Padres y de manera especial San Agustín, Santo Tomás defiende el derecho del gobernante a ajusticiar a un malhechor que comete delitos muy graves contra la sociedad y utiliza la analogía de la amputación de un miembro del cuerpo humano para salvar la vida de un hombre. Por lo tanto, se puede deducir que debería de tratarse de un peligro grave para la sociedad.








Todo poder correctivo y sancionario proviene de Dios, quien lo delega a la sociedad de hombres; por lo cual el poder público está facultado como representante divino, para imponer toda clase de sanciones jurídicas debidamente instituidas con el objeto de defender la salud de la sociedad. De la misma manera que es conveniente y lícito amputar un miembro putrefacto para salvar la salud del resto del cuerpo, de la misma manera lo es también eliminar al criminal pervertido mediante la pena de muerte para salvar al resto de la sociedad.

Igualmente otros grandes teólogos como Francisco de Vitoria y posteriomente San Alfonso Ligorio, Doctor de la Iglesia debido precisiamente a su gran importancia en el campo de la moral, defienden el derecho a la aplicación de la pena de muerte en el caso de ofensas graves a la sociedad.




Todo poder correctivo y sancionario proviene de Dios, quien lo delega a la sociedad de hombres; por lo cual el poder público está facultado como representante divino, para imponer toda clase de sanciones jurídicas debidamente instituidas con el objeto de defender la salud de la sociedad. De la misma manera que es conveniente y lícito amputar un miembro putrefacto para salvar la salud del resto del cuerpo, de la misma manera lo es también eliminar al criminal pervertido mediante la pena de muerte para salvar al resto de la sociedad.




Paso ahora a señalar lo que han afirmado algunos Papas acerca de este tema: El Papa Inocencio III (1198-1216) , en el caso del problema de los albigenses en el sur de Francia, una secta neognóstica que además de caer en la misma herejía duallista gnóstica que tantos problemas provocó a la Iglesia del siglo II, representaba un grave peligro para la paz social, por todo ello este Papa declaró una cruzada en su contra:




El poder secular puede sin caer en pecado mortal aplicar la pena de muerte, con tal que proceda en la imposición de la pena sin odio y con juicio, no negligentemente pero con la solicitud debida.

El Papa San Pío V (1566-1571), uno de los grandes papas reformistas que se dedicó con gran energía a implementar los decretos del Concilio de Trento, amén de convocar una cruzada en contra del peligro de los turcos que llevó a la victoria de la Batalla de Lepanto (1571) de parte de la Armada Cristiana, tiene lo siguiente que decir acerca de la pena de muerte, no ya sólo en el caso del homicidios y revueltas, sino en el caso de la homosexualidad y la efebofilia de parte del clero:




Por lo tanto, el deseo de seguir con mayor rigor que hemos ejercido desde el comienzo de nuestro pontificado, se establece que cualquier sacerdote o miembro del clero, tanto secular como regular, que cometa un crimen tan execrable, por la fuerza de la presente ley sea privado de todo privilegio clerical, de todo puesto, dignidad y beneficio eclesiástico, y habiendo sido degradado por un juez eclesiástico, que sea entregado inmediatamente a la autoridad secular para que sea muerto, según lo dispuesto por la ley como el castigo adecuado para los laicos que están hundidos en ese abismo

(Horrendus illud scelus, 1568, que traducido significa “Aquel horrendo crimen”, de manera que se ve que la preocupación de la Iglesia por este tipo de crimen no es reciente. También en el siglo XVII, el Papa Benedicto XIV, gran canonista, dictó normas en contra de la pederastia de parte del clero).



Por si alguien piensa que esta doctrina proviene solamente de siglos pasados, el Papa Pío X en su catecismo, pregunta si “Hay cosas en las que es lícito matar?” Y responde: “

Es lícito matar cuando se lucha en una guerra justa; cuando se ejecuta una sentencia de muerte por orden de la autoridad suprema; y finalmente, en casos de necesaria y legítima defensa de la propia vida contra un agresor injusto.

También el Papa Pío XI tiene esto que decir:




Incluso en el caso de la pena de muerte el Estado no dispone del derecho del individuo a la vida. Más bien la autoridad pública se limita a privar al delincuente de la vida en expiación por su culpabilidad, después de que él mismo, con su crimen, se ha privado del derecho a la vida.

Se trata de expiación por la una culpa obviamente muy grave.



Pasamos ahora al período después del Vaticano II y la intervención del Papa San Juan Pablo II en su Encíclica Evangelium Vita, 52-56, en la que trata del tema de la pena de muerte y su intervención representa un cierto cambio y una cierta adaptación a la sensibilidad actual:



Dios se proclama Señor absoluto de la vida del hombre, creado a su imagen y semejanza (cfr.Gen 1, 26-28). Por tanto, la vida humana tiene un carácter sagrado e inviolable, en el que se refleja la inviolabilidad misma del Creador. Precisamente por esto, Dios se hace juez severo de toda violación del mandamiento "no matarás", que está en la base de la convivencia social.

Dios es el defensor del inocente (cfr. Gen 4, 9-15; Is 41,14; Ier 50,34; Sal19/18,15). También de este modo demuestra que "no se recrea en la destrucción de los vivientes" (Sap 1, 13). Sólo Satanás puede gozar con ella: por su envidia la muerte entró en el mundo (Jn 8, 44), engañando al hombre, lo conduce a los confines del pecado y de la muerte, presentados como logros o frutos de vida.

Matar un ser humano, en el que está presente la imagen de Dios, es un pecado particularmente grave. ¡Sólo Dios es dueño de la vida! Desde esta perspectiva situamos el problema de la pena de muerte, respecto a la cual hay, en la Iglesia como en la sociedad civil, una tendencia progresiva a pedir una aplicación muy limitada e, incluso, su total abolición. El problema se enmarca en la óptica de una justicia penal que sea cada vez más conforme con la dignidad del hombre y por tanto, en último término, con el designio de Dios sobre el hombre y la sociedad. En efecto, la pena que la sociedad impone "tiene como primer efecto el de compensar el desorden introducido por la falta". La autoridad pública debe reparar la violación de los derechos personales y sociales mediante la imposición al reo de una adecuada expiación del crimen, como condición para ser readmitido al ejercicio de la propia libertad. De este modo la autoridad alcanza también el objetivo de preservar el orden público y la seguridad de las personas, no sin ofrecer al mismo reo un estímulo y una ayuda para corregirse y  enmendarse.

Es evidente que, precisamente para conseguir todas estas finalidades, la medida y la calidad de la pena deben ser valoradas y decididas atentamente, sin que se deba llegar a la medida extrema de la eliminación del reo salvo en casos de absoluta necesidad, es decir, cuando la defensa de la sociedad no sea posible de otro modo. Hoy día, sin embargo, gracias a la organización cada vez más adecuada de la institución penal, estos casos son ya muy raros, por no decir prácticamente inexistentes.




Nótese que los motivos que justifican las penas son: a necesidad de compensar el desorden introducido en la sociedad, la expiación del crimen, la reparación del daño causado a la sociedad. Sinentrar en la moralidad de la pena capital, tiende a reducir drásticamente su posible aplicación por la consideración según la cual no sería necesaria en el caso de que haya una adecuada organización de la “institución penal”. Se trataría, pues, de un juicio prudencial aplicable en estos tiempos y no una descalificación de la pena capital en sí misma.




Estos puntos quedan recogidos en el Catecismo 2265-2267: ver este pasaje clave:




Dios se proclama Señor absoluto de la vida del hombre, creado a su imagen y semejanza (cfr.Gen 1, 26-28). Por tanto, la vida humana tiene un carácter sagrado e inviolable, en el que se refleja la inviolabilidad misma del Creador. Precisamente por esto, Dios se hace juez severo de toda violación del mandamiento "no matarás", que está en la base de la convivencia social.

Dios es el defensor del inocente (cfr. Gen 4, 9-15; Is 41,14; Ier 50,34; Sal19/18,15). También de este modo demuestra que "no se recrea en la destrucción de los vivientes" (Sap 1, 13). Sólo Satanás puede gozar con ella: por su envidia la muerte entró en el mundo (Jn 8, 44), engañando al hombre, lo conduce a los confines del pecado y de la muerte, presentados como logros o frutos de vida.

Matar un ser humano, en el que está presente la imagen de Dios, es un pecado particularmente grave. ¡Sólo Dios es dueño de la vida! Desde esta perspectiva situamos el problema de la pena de muerte, respecto a la cual hay, en la Iglesia como en la sociedad civil, una tendencia progresiva a pedir una aplicación muy limitada e, incluso, su total abolición. El problema se enmarca en la óptica de una justicia penal que sea cada vez más conforme con la dignidad del hombre y por tanto, en último término, con el designio de Dios sobre el hombre y la sociedad. En efecto, la pena que la sociedad impone "tiene como primer efecto el de compensar el desorden introducido por la falta". La autoridad pública debe reparar la violación de los derechos personales y sociales mediante la imposición al reo de una adecuada expiación del crimen, como condición para ser readmitido al ejercicio de la propia libertad. De este modo la autoridad alcanza también el objetivo de preservar el orden público y la seguridad de las personas, no sin ofrecer al mismo reo un estímulo y una ayuda para corregirse y  enmendarse.

Es evidente que, precisamente para conseguir todas estas finalidades, la medida y la calidad de la pena deben ser valoradas y decididas atentamente, sin que se deba llegar a la medida extrema de la eliminación del reo salvo en casos de absoluta necesidad, es decir, cuando la defensa de la sociedad no sea posible de otro modo. Hoy día, sin embargo, gracias a la organización cada vez más adecuada de la institución penal, estos casos son ya muy raros, por no decir prácticamente inexistentes.




El Papa Francisco recientemente, teniendo en cuenta el Jubileo Extraordinario de la Misericordia , ha apelado a los Estados de dejar de aplicar este pena al menos en esta ocasión. También ha tenido otras intervenciones sobre el tema. En su discurso ante el Congreso de los Estados Unidos ha pedido la eliminiación de la pena de muerte. Sin embargo, es competencias de las legislaturas estatales y varía según los Estados. Pareciera que es un tema favorita de él considerando el número de veces que lo ha tocado. Debido a su gran insistencia en la misericordia, se puede comprender su rechazo de la pena de muerte. Ciertamente es notable la insistencia del Papa Francisco sobre este tema. Ha escrito una carta al Presidente de la Comisión Internacional contra la Pena de Muerte https://w2.vatican.va/content/francesco/es/letters/2015/documents/papa-francesco_20150320_lettera-pena-morte.html





Como es lógico, parte de la doctrina ya existente de parte del Papa Juan Pablo II, arriba citada como del Catecismo.




Los Estados pueden matar por acción cuando aplican la pena de muerte, cuando llevan a sus pueblos a la guerra o cuando realizan ejecuciones extrajudiciales o sumarias. Pueden matar también por omisión, cuando no garantizan a sus pueblos el acceso a los medios esenciales para la vida. «Así como el mandamiento de “no matar” pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir “no a una economía de la exclusión y la inequidad”» (Evangelii gaudium, 53).

La vida, especialmente la humana, pertenece sólo a Dios. Ni siquiera el homicida pierde su dignidad personal y Dios mismo se hace su garante. Como enseña san Ambrosio, Dios no quiso castigar a Caín con el homicidio, ya que quiere el arrepentimiento del pecador y no su muerte (cf. Evangelium vitae, 9).

Al mencionar la güera, no la cualifica con la frase “guerrajusta”. No son pocos que hoy en día proponen el argumento según la cual una guerra moderna no puede en ningún caso ser justa, debido al tipo de armamento que se utiliza y dificulatad de evitar que las poblaciones civiles queden afectadas, como se ve de manera patente en la actual guerra de Siria. También está la experiencia de la Segunda Guerra Mundial, que probablemente empezó como una guerra justa, pero antes del final, las mismas potencias occidentales democráticas comoson Estados Unidos y Gran Bretaña, realizaron unos bombardeos sobre ciudades alamanas, como es el caso de los ataques a Dresde, que no parecen haber tenido ningún objetivo de tipo militar. En Dresde, muuieron más personas que en Hiroshima. Como el ejemplo de lo que sucedió en los años 30 cuando Hitler subió al poder, el pacifivisimo es muy peligroso, porque parece ser una invitación a los agresores a atacar. Parece que en este momento la Santa Sede favorece un ataque militar para acabar con el Estado Islámico, de manera que no se puede decir que la Iglesia rechaza ya la doctrina clásica de la guerra justa, formulada por San Agustín y Santo Tomás de Aquino.




Conclcusión




El Papa Francisco parece “empujar más el sobre” (como se dice en inglés) en el caso de la pena capital al afirmar que hoy en día es “inadmisible”. No abunda en los motivos de esta afirmación, pero es de suponer que son los que señalaba Juan Pablo II arriba mencionados. Con esta palabra evita pronunciarse sobre la moralidad de esta pena extrema. ¿Qué significa “inadmisible”? Pues que se debe de considerar inaceptable. ¿Cómo puede ser inadmisible o inaceptable y no ser inmoral? Suponemos que el Papa es consciente de toda la carga de pruebas desde la misma Sagrada Escritua, los Padres de la Iglesia, grandes doctores y el mismo Magisterio de muchos papas a lo largo de los siglos, de manera que no puede decir que es inmoral o que está prohibida. ¿Si hoy en día es inadmisible, podrían darse circunstancias en el futuro en las cuales sería admisible? ¿Se trata de un juicio moral o de un juicio prudencial que el Papa considera perentoria en las circunstancias actuales, pero no vinculante en otras? Si es “inadmisible”, ¿quiere decir que legisladores que mantienen leyes que mandan aplicarla, jueces que aplican tales leyes, verdugos que las ejecutan cometen pecados si cumplen sus funciones, o que debieran declarse objetores de conciencia y rehusar la aplicación de tales leyes y sentencias? El Papa Francisco no responde a tales preguntas, pero a mi parecer, dado que NO PUEDE SER DECLARADA INMORAL debido al cúmulo de doctrina que la avala, aunque tanto en la misma Sagrada Escritura como en la Tradición de la Iglesia, se tiende a motivar a los gobernantes a ejercer misericordia, no es inmoral ni están obligados a declararse objetores de conciencia. No se trataría de la cooperación en un mal, como sería el caso de parliamentarios, médicos y otro personal que coopera en el aborto o la eutanasia. Pese a que el Papa Francisco lleva una campaña notable e insistente para intentar lograr la eliminiación de la pena capital, a mi juicio, NO ES INMORAL. Ni el Papa Juan Pablo II ni Francisco han dicho que es inmoral.

Ahora bien, se podría preguntar sobre la conveniencia de este tipo de campañas de parte del mismo papa, la Conferencia Episcopal de Estados Unidos y muchos de sus mimbros en declaraciones individuales. La Iglesia tanto en Estados Unidos como en los demás países se ha opuesto frontal y constantemente contra el aborto, eutania y el así llamado “matrimonio gay”, que sin una sombra de duda constituyen un mal muy grave para las personas y la sociedad. ¿No será que esta campaña en contra de la pena de muerte confunda a los fieles y a los demás ciudadanos, no muy capaces en el momento de hacer distinciones teológicas entre doctrina de la Iglesia es es moralmente vinculante y juicios prudenciales? Creo que sí existe este peligro, pero hemos de suponer que ni el papa ni los obispos consideran tan importante tal peligro como para que no insistan tanto en la eliminación de la pena de muerte.




Otro tema es que si la muerte física es un mal tan grave para el cristiano que en ocasiones se tiene que sacrificar. No es un bien absoluto, pues si así fuera, el martirio no sería un acto tan apreciado desde siempre en la Iglesia. Se puede exponer la vida al peligro de perderla por motivos congruentes, como para salvar la vida de otros en actos heroicos, o en el caso de los agentes de Policía y los bomberos para salvaguardar la vida de otros o para proteger la sociedad. El cristiano considera que en esta vida somos peregrinos y vamos haica la patria verdadera. Además, cualquier cristiano ha de preferir la muerte que cometer un pecado mortal, pues así gana el verdadero premio de la vida eterna. También en el caso de una guerra justa. Es curioso, por decir poco, que toda esta sensibilidad acerca de la pena de muerte tiene más fuerza en países donde se ha perdido la fe cristiana y se tiende a perseguir y ridiculizar a los que hacen manifestaciones públicas de su fe cristiana, como es el caso de Europa. ¿Alguna vez, un político hace referencia a Dios en un discurso o actuación pública? En los últimos tiempos hay un laicismo cada vez más radical y beligerante en contra del Catolicismo, pero la historia de España y su cultura es incomprensible sin la Iglesia. En cambio, en Estados Unidos, es completamente natural escuchar a politicos referirse a Dios. Los fundadores de la república tenían bien asimilado el hecho de que el experimento de una república con las características necesariamente tenía que fundamentarse “en Dios”. Por algo está escrito en el dólar “en Dios confiamos”, en la promesa de fideliad que se hace ante la bandera se menciona que se trata de “una nación bajo Dios”. Cada sesión del Congreso comienza con una oración recitada por el capellán. Sin embargo, es el país occidental en el que más se mantiene la pena de muerte. ¿Algo se podrá deducir de este hecho?




Es más, los países que más se oponen a la pena de muerte ya han normalizado el aborto y lo han convertido en un pseudo derecho, un derecho a matar a los seres más inocentes gracias a aspiradoras que trituran sus pequeños cuerpos o quemándolos con una solución salina. Recientemente he leído que en algún Estado de Estados Unidos se ha propuesto que se mate a los niños no nacidos con una solución salina que no les duela. A tal extremo se ha llegado, les preocupa que al niño no nacido le duela el asesinato sanitaria que le administran, mientras se rasgan las vestiduras sobre la pena de muerte.




¿PODRÍA LA IGLESIA DECLARAR INMORAL LA PENA DE MUERTE?

Hace unos años vi una entrevista en la cadena de televisión CNN en la que se entrevistaba a un par de jóvenes de unos 35 años provenientes del Estado de Arkansas en Estados Unidos. Ellos acababan de ser liberados de la cárcel donde habían estado presos desde los 17 años de edad por la muerte horrorosa de un par de niños en su pueblo. Uno de ellos había estado casi 18 años en el corredor de la muerte, habiendo sido condenado con el autor de los asesinatos y su amigo condenado como colaborador en el hecho. Según una ley rara que hay en ese Estado pudieron alacanzar la libertad por un aceptando que eran culpables y por otro lado negándlo. Se trataba de un caso sumamenta mediatizado y había una gran presión sobre las Fiscalía y la Policía para que encontraran a los culapables. Por este motivo, y posiblemente otros, detuvieron a los dos adolescentes que erann conocidos en el pueblo por su amor a a música metal pesada y en general actuar como tantos jóvenes adolescentes en estos tiempos. El entrevistador le preguntó al que estaba en el corredor de la muerte qué era lo que más le impactó de toda su tremenda experiencia. El joven contestó que desde el momento en que la Policía llamó a su puerta y lo detuvo una cosa era peor que la otra y no podía decir cuál era la peor de todo. También dijo que al ser liberado tuvo que volver a aprender a caminar, luego de haber vivido casi 18 años con sus pies atados por unas cadenas. Éste es un caso de tantos que se proponen en contra de la pena de muerte. Hay que decir que la Constitución de los Estados Unidos contiene la octava enmienda que prohibe “castigos crueles y inusuales”. ¿La pena de muerte constituye tal castigo? ¿La pena de muete aplicada al terrorista solitario Timothy McVeigh que hizo volar el edificio federal de la Ciudad de Oklahoma y que terminó condenado a la pena de muerte sufrió una pena justa por haber matado a unos 100 personas sin mencionar a otros muchos que quedaron lesinados para toda la vida, y las secuelas de las familias que perdieron a sus seres queridos? ¿La pena de muerte sería una pena justa para los que derrbumaron los Torres Gemelas y mataron a unas 3000 personas en el proceso? ¿Cuál es la doctrin católica sobre todo esto del crimen y castigo en casos tan graves?

Algunos argumentos en contra de la pena capital

Aquí resumo algunos de los argumentos en contra de la pena de muerte que se encuentran en una web que trata del tema. Se trata tan solo de enumerarlos sin entrar a valorarlos. Interesante que el primer argumento que entrega esta web en contra de la pena de muerte es que según ellos cuesta más ejecutar a un criminal que mantenerlo en prisión. En segunda lugar afirma que la pena de muerte aplicada a los criminales no ayuda sino más bien perjudica a los familiares y seres queridos de las víctimas de este tipo de crimen que tiene como pena la muerte. Luego argumenta que es posible que el delincuente no haya tenido una defensa adecuada y debido a eso perdió el juicio. Considera éste uno de los principales motivos si no el principal para oponerse a la pena de muerte. No hay pruebas de que la aplicación de la pena de muerte desuada a los delincuentes para que reduzcan el número o la gravedad de sus fechorías. Sostiene que se aplica arbitrariamente, dado que en Estados Unidos su aplicación depende de las leyes del Estado donde uno es condenado. La mayoría de los países, un total de 139, han abandonado este tipo de pena, como es el caso de la totalidad de los países europeos y latinoamericanos. Los autores de esta web traen a colación lo que llaman una perspectiva religiosa, según la cual la casi totalidad de los grupos religiosos considera inmmoral la pena de muerte, pese a que se encuentran textos sagrados “aislados” a favor de ella. También dicen que hay una gran disparidad respecto a la raza de los que son sometidos a esta pena. Una desproporción de negros e hispanos, las que se llamana minorías en Estados Unidos. También afirman que hay alternativas como pasar toda la vida en la cárcel sin posibilidad de salir en libertad.



Argumentos a favor de la pena de muerte

Sin ánimo de ser exhaustivo, recojo aquí también algunos argumentos de una web que se pronuncia a favor de la pena de muerte, también de Estados Unidos https://www.quora.com/Justice/What-are-the-arguments-in-favor-of-capital-punishment-death-penalty

1. La pena de muerte tiene un efecto desuasivo en contra de los crímenes más graves contra la vida delprójmo

2. La pena capital cuesta menos que mantener al delincuente en la cárcel para toda la vida.

3. La pena capita es menos cruel que pasar toda la vida encarcelado, tenida cuenta de las condiciones carcelarias en muchos países.

4. La pena de muerte satisface las ganas de venganza

5. La pena de muerte les da más apalancamiento a los fiscales en el momento de negociar la colaboración de los acusados.


Opiniones contemporáneas acerca de la penaa de muerte y valoración de las mismas.

En los países donde ha sido abolida la pena capital, de manera especial en Europa y también en América Latina, se encuentran condenas cerradas de esta pena, considerando que la aceptación de la misma demuestra un desarrollo moral priimitiva de las personas y las sociedades que la defienden. Copio a continuación un párrafo de un blog de Susana Frisancho, colgado en la web del la ex-Católica y ex-Pontifica Universidad de Perú:

Personalmente considero que la pena de muerte no es justicia. Esta constituye un castigo indigno e injusto, y plantearla como alternativa revela en las personas un nivel primitivo de juicio moral. Estoy convencida de que se puede analizar desde una perspectiva psicológica el tipo de razonamiento que subyace a una postura favorable a la reimplantación de la pena de muerte, y hacer evidente que conforme se avanza en el razonamiento moral, las personas y las sociedades toman una postura contraria a dicha pena. En este sentido, puede afirmarse que el estar a favor de la pena de muerte y proponerla como una alternativa de castigo justo revela un nivel precario de razonamiento moral” http://blog.pucp.edu.pe/blog/SusanaFrisancho/2011/04/06/juicio-moral-y-pena-de-muerte-actualizado/

Aquí ella apela a consideraciones psicólogicas y a un supuesto avance en el razonamiento moral en neustra sociedad. También apela a estudios de tipo sociológico de La Lawrence Kohlberg, discípulo de Piaget, y su bien conocida teoría del desarrollo moral de las personas, afirma que los que aceptan la pena de muerte están en un nivel inferior de desarrollo moral. Kohlberg postula siete etapas de desarrollo del juicio moral del sujeto. Ni la persona ni la sociedad que permite la pena capital, según ella, están en un óptimo nivel de desarrollo moral. En realidad Fisancho se basa en una teoría psicológico del desarrollo moral de la persona bastante cuestionada para sostentar su rechazo total de la pena de muerte. Curiosamente, o tal vez no, los países más contrarios a la pena de muerte son los europeos, que a su vez son los que más han normalizado el aborto por cualquier motivo, y la eutanasia. Tal es el caso de los países nórdicos como Holanda y Bélgica entre otros. En cambio, en países tradicionalmente católicos como Italia y España hay mucho más rechazo al aborto, al menos viendo las manifestaciones multituniarias que se dan en las calles de estos países, cosa que jamás de dan en paises como Dinamarca o Suecia. En cuanto al desarrollo moral, también llama la atención que en esos países hay menos corrupción política comparado con países como España o Italia. ¿Acaso matar a 100,000 niños antes de poder nacer, triturar sus pequeños cuerpos o quemarlos con solucines salinas es señal de progreso moral y ética a favor de la vida, mientras se crea un furor en contra de la corrupción que significa aprovecharse de dinero del contribuyente de parte de políticos o funcionarios del Estado para enriquecerse y también propinar una condena sin fisuras a la pena de muerte? Curioso progreso moral ésta.

Pasandando ya a examinar el tema de la muerte según la teología católica, comienzo con el sacerdote redentorista Marciano Vidal, que podría llamarse Decano de la Teología Moral en lengua española, habiendo sido Profesor de la Pontificia Univerisdad de Salamanca durante muchos años y luego de la Pontificia Universidad de Comillas en Madrid. Ha escrito muchos libros que han influído enormemente en la formación de sacerdotes y religiosos. En 2001, luego de unos 25 años de docencia y de haber enseñado un notable cúmulo de errores respecto a la moral catóica y en concreto acerca de la castidad, tres de sus principales libros fueron cuestionados por la Congregación de la Doctrina de la Fe, y se le mandó reescribir su obra Moral de actitudes con la colaboración de la Comisión de Doctrina de la Conferencia Episcopal, labor que después de haberse reúnido con dicha comisión declaró imposible. Aquí enlazo la notificación de la CDF sobre la teología moral de Vidal, sus presupuestos equivocados etc. Abriendo este enlace se puede encontrar un tratamiento completo acerca de las censuras de la CDF al P. Vidal y los libros censurados http://es.catholic.net/op/articulos/16514/cat/21/podemos-considerar-a-marciano-vidal-un-moralista-catolico.html
Acerca de su posición soobre la pena de muerte hay que señalar lo siguiente: Presenta lo que llama “visipon global” de la moral de la vida humana. Afirma que !No ha calado todavía las exigencias de la moral veterotestamentaria: "no matarás" Distingue tres tipos de muerte o privación de la vida, como la llama: el suicidio, el homicidio y lo que llama la “muerte legalizada”. Echa la culpa a la sociedad contemporánea porque no ha sabido todavía “humanizar al hombre ni suprimir los motivos que conducen a ese gesto fatal “. En cuanto al homicidio, sería una suerte de sacrilegio que se atreve a quitar de Dios el poder exclusivo que tiene sobre la vida y la muerte. En tercer lugar, y lo que nos interesa aquí, es lo que llama la muerte “legalizada”, es decir la pena de muerte,también las muertes provocadas por las guerras y las acciones policiales tendentes a mantener el orden público. Afirma que la humanidad no se ha liberado de la “amenaza de la muerte legalizada”. No es que no distinga entre los varios tipos de muerte legalizada y su carácter moral, Sí lo hace. Rechaza la muerte provocada por la conflictividad social que debería de resolverse de manera pacífica y “debe hacerse mediante un estudio minucioso y matizado “. No acepta el argumento de “legítimo defensa” cuando se trata de la vida de un atacante, sea a la sociedad o a un individuo. Más bien, dice, se tiene que examinar los factores que provocan la violencia e implantar una justicia adecuada. Luego cita aprobando un texto de A Iniesta. Éste afirma que lo sargumentos propuestos a favor de la pena de muerte provienen no de la fe sino de la razón. Afirma que el esatado debería de suprimir la pena de muerte y esgrime en primer lugar el argumento que la una mayoria cada vez más grande la rechaza, y otros argumentos, algunos de los que he señalado arriba como el hecho de que no convince a los delincuente a dejar de delinquir, que no es reparación sin venganza, como la capacidad del Estado de recluir a los peligrosos en cárceles adecaudas. Se trata de una cita de una de las obras de Vidal cuestionadas por la CDF, aunque no necesariamente el juicio de la misma rechaza todo lo que contiene el libro VIDAL, Marciano, Moral de Actitudes, tomo II, Ética de la persona, Ed. Covarrubias, Madrid, 1977, pp. 214-218

Vidal cita el quinto mandamiento del Decálogo “no matarás” sin hacer las necesaias matizaciones. Así se podría concluir que es inmoral matar animales, cosa que no pocos que profesan la falsa religión ambientista y los así llamados animalistas propugnan, al tiempo que rebajan al hombre al nivle de animalal permitir la matanza supuestamente terapeútica de la mala llamada eutanasia (palabra proveniente del greigo que signficaría “buen morir”. Claro, Vidal no afirma estas cosas. En cuanto al suicidio y el homicidio, su moral parece partir de las teorías psicológicas que se olivdan de la maldad del hombre proveniente del pecado original y el cúmulo de pecados personales tal y cómo queda expresado en la Sagrada Escritura, proviene de una sociedad no suficientemente humanizada o mal ordenada, como si estos males se pudieran erradicar de esta manera: “Viendo Yahvéh que la maldad del hombre cundía enla atierrra, y que todos los pensamientos que ideaba su corazón eran pujro mal de continuo, le pesó a Yahvéh de haber hecho al hombre enla tierra y se indignó en su corazón” (Gen 6,5). Ciertamente el diluvio es un acto de castigo de Dios, no del hombre y bien sabemos que la venganza le pertenece exclusivamente a Dios (Rom 12,9). Sin entrar en un análisis histórico-crítico del texto de Génesis, podemos señalar de inmediato que el autor o los autores no tuvieron problema en que Dios castigara a los del diluvio con una muerte horroroso quedándose ahogados. En realidad Vidal o el que cita Iniesta no presentan argumentos teólogicos en contra de la pena de muerte, sino más bien sociológicos y psicológicos.

San Agustín y Santo Tomás de Aquino sobre la pena de muerte

Dad la importancia de la Tradición de la Iglesia y de manera especial sus más grandes e importantes testigos que en la Igleisa Occidental ciertamente son San Agustín y Santo Tomás de Aquino, dado que ambos doctores han influido tanto en la formulación de la doctrina del Magisterio en tantos aspectos, creo que no podemos dejar fuera sus posiciones respecto a este tema tan discutido en nuestros días. Menciona a San Agustín también porque vivió al final de la época de los Grandes Padres de la Iglesia, y además de tener un extarordinario conocimiento de la Sagrada Escritura que por un lado manifiesta el plana de Dios al castigar alos malhechores y al mismo pueblo, pero por otro lado abunda en manifestaciones y exhortaciones a ejecer la misericodia. Así, desde el Libro del Génesis, Dios permite al fratricida Caín vivir y le coloca una señal para que otros no lo maten (Gen 4,1-16). Si bien es cierto que Dios castiga a los hombres con el diluvio en tiempos de Noé, igualmente luego de haber salvado al hombre por el arca, hace alianza con Noé y deja el arco iris como señal de esa alianza en la que promete no volver a destruir al hombre y al mundo con un diluvio. Serría prolijo incluir todos los textos bíblicos de ambos testamentos que tienden a moderar la necesaria justicia con la misericordia, pero conviene citar un texto fundamental manejado por los Padres anteriores a San Agustín y por él mismo:

1.Sométanse todos a las autoridades constituidas, pues no hay autoridad que no provenga de Dios, y las que existen, por Dios han sido constituidas.
2.De modo que, quien se opone a la autoridad, se rebela contra el orden divino, y los rebeldes se atraerán sobre sí mismos la condenación.
3.En efecto, los magistrados no son de temer cuando se obra el bien, sino cuando se obra el mal. ¿Quieres no temer la autoridad? Obra el bien, y obtiendrás de ella elogios,
4.pues es para ti un servidor de Dios para el bien. Pero, si obras el mal, teme: pues no en vano lleva espada: pues es un servidor de Dios para hacer justicia y castigar al que obra el mal.
5.Por tanto, es preciso someterse, no sólo por temor al castigo, sino también en conciencia.
6.Por eso precisamente pagáis los impuestos, porque son funcionarios de Dios, ocupados asiduamente en ese oficio.
7.Dad a cada cual lo que se debe: a quien impuestos, impuestos; a quien tributo, tributo; a quien respeto, respeto; a quien honor, honor.
Se trata de un texto al que acuden muchos de los Padres de la Iglesia al tratar este tema de la pena capital A algunos de ellos les sorprende la contundencia de San Pablo al afirmar que “no hay autoridad que no pro, venga de Dios, y las que existen, por Dios han sido constituidas”, debido en parte a la arbitrariedad con la que bastantes gobernantes perseguían a los cistianos. San Ambrosio, a quien podemos llamar en cierta manera el mentor de San Agustín debido a su papel en su conversión, Él, igua que la misma Sagrada Escritura, como en general los Padres anteriores, refleja las mismas actitudes comunes respecto a la pena y castigo, es decir, ciertamente hay que ser justos a la hora de castigar los delitos, pero así como Dios aminor lor rigores de la justicia con su misericordia, un gobernante cristiano ha de hacer lo mismo. San Ambrosio actuó con contundencia cuando el Emperador Teodosio fue responsbable de una matanza en Tesalónica. Obligó al mismo Emperdor a hacer penitencia pública y le recordó que el Emperador es miembro de la Iglesia, que no está por encima de ella.

En el caso de San Agustín, no podía ser de otra manera para un hombre que contaba con un conocimiento y penetación extraoridinarios de la Palabra de Dios, al igual que la Tradición de la Iglesia. Al inico de su ministerio episcopal se empeño a fondo en el esfuerzo por resolver el cisma de los donatistas a través del diálogo y un gran esfuerzo por lograr superar las divisiones y alcanzar la comunión de ellos en la gran Iglesia. A este esfuerzo enorme dedicó unos 10 años. Hay que tomar en cuenta que los donatistas se consideraban la Iglesia pura debido a su intransigencia al acusar a varios obispos de haber entregado los libros litúrgicos a las autoridades (llamados traditores, del verbo tradere que significa “entegar”) durante la persecución del Emperador Diocleciano en los años 303-305. Además, ellos contaban con un grup de revoltosos llamados circumcelliones o de lo que podríamos llamar en la terminología actual terroristas, de manera que no se trataba de una disputa circunscrita a cuestiones teológicas como el valor del bautismo y la ordenación de los cismátios y herejes, sino una cuestión de la seguridad pública. En una ocasión San Agustín logró evitar ser asaltado por ellos casi por milatro al haber cambiado de camino un poco antes. Por lo tanto, al final, sintió la necesidad de buscar el apoyo del brazo secular para intentar arreglar este problema. Es un episodio sumamente estudiado. Aquí no se puede entrar en detalles, pues se necesitaría un libro entero para tratar este tema.

San Agustín vivió en una época bastante convulso y ciertamente valoraba el la importancia de orden el la sociedad, pues define la paz como “la tranquilidad en el orden”. Como los demás Padres reconnoce el derecho de la autoridad pública a recurrir a la pena capital para proteger la sociedad de los crímenes de malhechores que tendían a alterar tal orden. Como es bien conocido, San Agustín tenía un concepto realista del hombre herido por el pecado y la concupiscencia e incapaz por sus propios esfuerzos de hacer el bien, y por ellos más difícil alcanzar un orden justo en la sociedad. Aunque se empeño a fondo en la resolución del conflicto religioso y social con el donatismo a través del diálogo, llegó a la conclusión de que este método tenís sus límites. Reconoce el derecho del gobernante a recurrir a la pena capital en el caso de los delitos más graves, también considera que un gobernante justo, motivado por principios cristianos templaría la justicia con la misericordia.

Siguiendo la misma línea establecida por la Sagrada Escritura y la Tradición de la Iglesia representada por los Padres y de manera especial San Agustín, Santo Tomás defiende el derecho del gobernante a ajusticiar a un malhechor que comete delitos muy graves contra la sociedad y utiliza la analogía de la amputación de un miembro del cuerpo humano para salvar la vida de un hombre. Por lo tanto, se puede deducir que debería de tratarse de un peligro grave para la sociedad.





Todo poder correctivo y sancionario proviene de Dios, quien lo delega a la sociedad de hombres; por lo cual el poder público está facultado como representante divino, para imponer toda clase de sanciones jurídicas debidamente instituidas con el objeto de defender la salud de la sociedad. De la misma manera que es conveniente y lícito amputar un miembro putrefacto para salvar la salud del resto del cuerpo, de la misma manera lo es también eliminar al criminal pervertido mediante la pena de muerte para salvar al resto de la sociedad.
Igualmente otros grandes teólogos como Francisco de Vitoria y posteriomente San Alfonso Ligorio, Doctor de la Iglesia debido precisiamente a su gran importancia en el campo de la moral, defienden el derecho a la aplicación de la pena de muerte en el caso de ofensas graves a la sociedad.

Todo poder correctivo y sancionario proviene de Dios, quien lo delega a la sociedad de hombres; por lo cual el poder público está facultado como representante divino, para imponer toda clase de sanciones jurídicas debidamente instituidas con el objeto de defender la salud de la sociedad. De la misma manera que es conveniente y lícito amputar un miembro putrefacto para salvar la salud del resto del cuerpo, de la misma manera lo es también eliminar al criminal pervertido mediante la pena de muerte para salvar al resto de la sociedad.

Paso ahora a señalar lo que han afirmado algunos Papas acerca de este tema: El Papa Inocencio III (1198-1216) , en el caso del problema de los albigenses en el sur de Francia, una secta neognóstica que además de caer en la misma herejía duallista gnóstica que tantos problemas provocó a la Iglesia del siglo II, representaba un grave peligro para la paz social, por todo ello este Papa declaró una cruzada en su contra:

El poder secular puede sin caer en pecado mortal aplicar la pena de muerte, con tal que proceda en la imposición de la pena sin odio y con juicio, no negligentemente pero con la solicitud debida.
El Papa San Pío V (1566-1571), uno de los grandes papas reformistas que se dedicó con gran energía a implementar los decretos del Concilio de Trento, amén de convocar una cruzada en contra del peligro de los turcos que llevó a la victoria de la Batalla de Lepanto (1571) de parte de la Armada Cristiana, tiene lo siguiente que decir acerca de la pena de muerte, no ya sólo en el caso del homicidios y revueltas, sino en el caso de la homosexualidad y la efebofilia de parte del clero:

Por lo tanto, el deseo de seguir con mayor rigor que hemos ejercido desde el comienzo de nuestro pontificado, se establece que cualquier sacerdote o miembro del clero, tanto secular como regular, que cometa un crimen tan execrable, por la fuerza de la presente ley sea privado de todo privilegio clerical, de todo puesto, dignidad y beneficio eclesiástico, y habiendo sido degradado por un juez eclesiástico, que sea entregado inmediatamente a la autoridad secular para que sea muerto, según lo dispuesto por la ley como el castigo adecuado para los laicos que están hundidos en ese abismo
(Horrendus illud scelus, 1568, que traducido significa “Aquel horrendo crimen”, de manera que se ve que la preocupación de la Iglesia por este tipo de crimen no es reciente. También en el siglo XVII, el Papa Benedicto XIV, gran canonista, dictó normas en contra de la pederastia de parte del clero).

Por si alguien piensa que esta doctrina proviene solamente de siglos pasados, el Papa Pío X en su catecismo, pregunta si “Hay cosas en las que es lícito matar?” Y responde: “
Es lícito matar cuando se lucha en una guerra justa; cuando se ejecuta una sentencia de muerte por orden de la autoridad suprema; y finalmente, en casos de necesaria y legítima defensa de la propia vida contra un agresor injusto.
También el Papa Pío XI tiene esto que decir:

Incluso en el caso de la pena de muerte el Estado no dispone del derecho del individuo a la vida. Más bien la autoridad pública se limita a privar al delincuente de la vida en expiación por su culpabilidad, después de que él mismo, con su crimen, se ha privado del derecho a la vida.
Se trata de expiación por la una culpa obviamente muy grave.

Pasamos ahora al período después del Vaticano II y la intervención del Papa San Juan Pablo II en su Encíclica Evangelium Vita, 52-56, en la que trata del tema de la pena de muerte y su intervención representa un cierto cambio y una cierta adaptación a la sensibilidad actual:

Dios se proclama Señor absoluto de la vida del hombre, creado a su imagen y semejanza (cfr.Gen 1, 26-28). Por tanto, la vida humana tiene un carácter sagrado e inviolable, en el que se refleja la inviolabilidad misma del Creador. Precisamente por esto, Dios se hace juez severo de toda violación del mandamiento "no matarás", que está en la base de la convivencia social.
Dios es el defensor del inocente (cfr. Gen 4, 9-15; Is 41,14; Ier 50,34; Sal19/18,15). También de este modo demuestra que "no se recrea en la destrucción de los vivientes" (Sap 1, 13). Sólo Satanás puede gozar con ella: por su envidia la muerte entró en el mundo (Jn 8, 44), engañando al hombre, lo conduce a los confines del pecado y de la muerte, presentados como logros o frutos de vida.

Matar un ser humano, en el que está presente la imagen de Dios, es un pecado particularmente grave. ¡Sólo Dios es dueño de la vida! Desde esta perspectiva situamos el problema de la pena de muerte, respecto a la cual hay, en la Iglesia como en la sociedad civil, una tendencia progresiva a pedir una aplicación muy limitada e, incluso, su total abolición. El problema se enmarca en la óptica de una justicia penal que sea cada vez más conforme con la dignidad del hombre y por tanto, en último término, con el designio de Dios sobre el hombre y la sociedad. En efecto, la pena que la sociedad impone "tiene como primer efecto el de compensar el desorden introducido por la falta". La autoridad pública debe reparar la violación de los derechos personales y sociales mediante la imposición al reo de una adecuada expiación del crimen, como condición para ser readmitido al ejercicio de la propia libertad. De este modo la autoridad alcanza también el objetivo de preservar el orden público y la seguridad de las personas, no sin ofrecer al mismo reo un estímulo y una ayuda para corregirse y  enmendarse.

Es evidente que, precisamente para conseguir todas estas finalidades, la medida y la calidad de la pena deben ser valoradas y decididas atentamente, sin que se deba llegar a la medida extrema de la eliminación del reo salvo en casos de absoluta necesidad, es decir, cuando la defensa de la sociedad no sea posible de otro modo. Hoy día, sin embargo, gracias a la organización cada vez más adecuada de la institución penal, estos casos son ya muy raros, por no decir prácticamente inexistentes.


Nótese que los motivos que justifican las penas son: a necesidad de compensar el desorden introducido en la sociedad, la expiación del crimen, la reparación del daño causado a la sociedad. Sinentrar en la moralidad de la pena capital, tiende a reducir drásticamente su posible aplicación por la consideración según la cual no sería necesaria en el caso de que haya una adecuada organización de la “institución penal”. Se trataría, pues, de un juicio prudencial aplicable en estos tiempos y no una descalificación de la pena capital en sí misma.


Estos puntos quedan recogidos en el Catecismo 2265-2267: ver este pasaje clave:


Dios se proclama Señor absoluto de la vida del hombre, creado a su imagen y semejanza (cfr.Gen 1, 26-28). Por tanto, la vida humana tiene un carácter sagrado e inviolable, en el que se refleja la inviolabilidad misma del Creador. Precisamente por esto, Dios se hace juez severo de toda violación del mandamiento "no matarás", que está en la base de la convivencia social.
Dios es el defensor del inocente (cfr. Gen 4, 9-15; Is 41,14; Ier 50,34; Sal19/18,15). También de este modo demuestra que "no se recrea en la destrucción de los vivientes" (Sap 1, 13). Sólo Satanás puede gozar con ella: por su envidia la muerte entró en el mundo (Jn 8, 44), engañando al hombre, lo conduce a los confines del pecado y de la muerte, presentados como logros o frutos de vida.

Matar un ser humano, en el que está presente la imagen de Dios, es un pecado particularmente grave. ¡Sólo Dios es dueño de la vida! Desde esta perspectiva situamos el problema de la pena de muerte, respecto a la cual hay, en la Iglesia como en la sociedad civil, una tendencia progresiva a pedir una aplicación muy limitada e, incluso, su total abolición. El problema se enmarca en la óptica de una justicia penal que sea cada vez más conforme con la dignidad del hombre y por tanto, en último término, con el designio de Dios sobre el hombre y la sociedad. En efecto, la pena que la sociedad impone "tiene como primer efecto el de compensar el desorden introducido por la falta". La autoridad pública debe reparar la violación de los derechos personales y sociales mediante la imposición al reo de una adecuada expiación del crimen, como condición para ser readmitido al ejercicio de la propia libertad. De este modo la autoridad alcanza también el objetivo de preservar el orden público y la seguridad de las personas, no sin ofrecer al mismo reo un estímulo y una ayuda para corregirse y  enmendarse.

Es evidente que, precisamente para conseguir todas estas finalidades, la medida y la calidad de la pena deben ser valoradas y decididas atentamente, sin que se deba llegar a la medida extrema de la eliminación del reo salvo en casos de absoluta necesidad, es decir, cuando la defensa de la sociedad no sea posible de otro modo. Hoy día, sin embargo, gracias a la organización cada vez más adecuada de la institución penal, estos casos son ya muy raros, por no decir prácticamente inexistentes.


El Papa Francisco recientemente, teniendo en cuenta el Jubileo Extraordinario de la Misericordia , ha apelado a los Estados de dejar de aplicar este pena al menos en esta ocasión. También ha tenido otras intervenciones sobre el tema. En su discurso ante el Congreso de los Estados Unidos ha pedido la eliminiación de la pena de muerte. Sin embargo, es competencias de las legislaturas estatales y varía según los Estados. Pareciera que es un tema favorita de él considerando el número de veces que lo ha tocado. Debido a su gran insistencia en la misericordia, se puede comprender su rechazo de la pena de muerte. Ciertamente es notable la insistencia del Papa Francisco sobre este tema. Ha escrito una carta al Presidente de la Comisión Internacional contra la Pena de Muerte https://w2.vatican.va/content/francesco/es/letters/2015/documents/papa-francesco_20150320_lettera-pena-morte.html


Como es lógico, parte de la doctrina ya existente de parte del Papa Juan Pablo II, arriba citada como del Catecismo.


Los Estados pueden matar por acción cuando aplican la pena de muerte, cuando llevan a sus pueblos a la guerra o cuando realizan ejecuciones extrajudiciales o sumarias. Pueden matar también por omisión, cuando no garantizan a sus pueblos el acceso a los medios esenciales para la vida. «Así como el mandamiento de “no matar” pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir “no a una economía de la exclusión y la inequidad”» (Evangelii gaudium, 53).
La vida, especialmente la humana, pertenece sólo a Dios. Ni siquiera el homicida pierde su dignidad personal y Dios mismo se hace su garante. Como enseña san Ambrosio, Dios no quiso castigar a Caín con el homicidio, ya que quiere el arrepentimiento del pecador y no su muerte (cf. Evangelium vitae, 9).
Al mencionar la güera, no la cualifica con la frase “guerrajusta”. No son pocos que hoy en día proponen el argumento según la cual una guerra moderna no puede en ningún caso ser justa, debido al tipo de armamento que se utiliza y dificulatad de evitar que las poblaciones civiles queden afectadas, como se ve de manera patente en la actual guerra de Siria. También está la experiencia de la Segunda Guerra Mundial, que probablemente empezó como una guerra justa, pero antes del final, las mismas potencias occidentales democráticas comoson Estados Unidos y Gran Bretaña, realizaron unos bombardeos sobre ciudades alamanas, como es el caso de los ataques a Dresde, que no parecen haber tenido ningún objetivo de tipo militar. En Dresde, muuieron más personas que en Hiroshima. Como el ejemplo de lo que sucedió en los años 30 cuando Hitler subió al poder, el pacifivisimo es muy peligroso, porque parece ser una invitación a los agresores a atacar. Parece que en este momento la Santa Sede favorece un ataque militar para acabar con el Estado Islámico, de manera que no se puede decir que la Iglesia rechaza ya la doctrina clásica de la guerra justa, formulada por San Agustín y Santo Tomás de Aquino.


Conclcusión


El Papa Francisco parece “empujar más el sobre” (como se dice en inglés) en el caso de la pena capital al afirmar que hoy en día es “inadmisible”. No abunda en los motivos de esta afirmación, pero es de suponer que son los que señalaba Juan Pablo II arriba mencionados. Con esta palabra evita pronunciarse sobre la moralidad de esta pena extrema. ¿Qué significa “inadmisible”? Pues que se debe de considerar inaceptable. ¿Cómo puede ser inadmisible o inaceptable y no ser inmoral? Suponemos que el Papa es consciente de toda la carga de pruebas desde la misma Sagrada Escritua, los Padres de la Iglesia, grandes doctores y el mismo Magisterio de muchos papas a lo largo de los siglos, de manera que no puede decir que es inmoral o que está prohibida. ¿Si hoy en día es inadmisible, podrían darse circunstancias en el futuro en las cuales sería admisible? ¿Se trata de un juicio moral o de un juicio prudencial que el Papa considera perentoria en las circunstancias actuales, pero no vinculante en otras? Si es “inadmisible”, ¿quiere decir que legisladores que mantienen leyes que mandan aplicarla, jueces que aplican tales leyes, verdugos que las ejecutan cometen pecados si cumplen sus funciones, o que debieran declarse objetores de conciencia y rehusar la aplicación de tales leyes y sentencias? El Papa Francisco no responde a tales preguntas, pero a mi parecer, dado que NO PUEDE SER DECLARADA INMORAL debido al cúmulo de doctrina que la avala, aunque tanto en la misma Sagrada Escritura como en la Tradición de la Iglesia, se tiende a motivar a los gobernantes a ejercer misericordia, no es inmoral ni están obligados a declararse objetores de conciencia. No se trataría de la cooperación en un mal, como sería el caso de parliamentarios, médicos y otro personal que coopera en el aborto o la eutanasia. Pese a que el Papa Francisco lleva una campaña notable e insistente para intentar lograr la eliminiación de la pena capital, a mi juicio, NO ES INMORAL. Ni el Papa Juan Pablo II ni Francisco han dicho que es inmoral.
Ahora bien, se podría preguntar sobre la conveniencia de este tipo de campañas de parte del mismo papa, la Conferencia Episcopal de Estados Unidos y muchos de sus mimbros en declaraciones individuales. La Iglesia tanto en Estados Unidos como en los demás países se ha opuesto frontal y constantemente contra el aborto, eutania y el así llamado “matrimonio gay”, que sin una sombra de duda constituyen un mal muy grave para las personas y la sociedad. ¿No será que esta campaña en contra de la pena de muerte confunda a los fieles y a los demás ciudadanos, no muy capaces en el momento de hacer distinciones teológicas entre doctrina de la Iglesia es es moralmente vinculante y juicios prudenciales? Creo que sí existe este peligro, pero hemos de suponer que ni el papa ni los obispos consideran tan importante tal peligro como para que no insistan tanto en la eliminación de la pena de muerte.


Otro tema es que si la muerte física es un mal tan grave para el cristiano que en ocasiones se tiene que sacrificar. No es un bien absoluto, pues si así fuera, el martirio no sería un acto tan apreciado desde siempre en la Iglesia. Se puede exponer la vida al peligro de perderla por motivos congruentes, como para salvar la vida de otros en actos heroicos, o en el caso de los agentes de Policía y los bomberos para salvaguardar la vida de otros o para proteger la sociedad. El cristiano considera que en esta vida somos peregrinos y vamos haica la patria verdadera. Además, cualquier cristiano ha de preferir la muerte que cometer un pecado mortal, pues así gana el verdadero premio de la vida eterna. También en el caso de una guerra justa. Es curioso, por decir poco, que toda esta sensibilidad acerca de la pena de muerte tiene más fuerza en países donde se ha perdido la fe cristiana y se tiende a perseguir y ridiculizar a los que hacen manifestaciones públicas de su fe cristiana, como es el caso de Europa. ¿Alguna vez, un político hace referencia a Dios en un discurso o actuación pública? En los últimos tiempos hay un laicismo cada vez más radical y beligerante en contra del Catolicismo, pero la historia de España y su cultura es incomprensible sin la Iglesia. En cambio, en Estados Unidos, es completamente natural escuchar a politicos referirse a Dios. Los fundadores de la república tenían bien asimilado el hecho de que el experimento de una república con las características necesariamente tenía que fundamentarse “en Dios”. Por algo está escrito en el dólar “en Dios confiamos”, en la promesa de fideliad que se hace ante la bandera se menciona que se trata de “una nación bajo Dios”. Cada sesión del Congreso comienza con una oración recitada por el capellán. Sin embargo, es el país occidental en el que más se mantiene la pena de muerte. ¿Algo se podrá deducir de este hecho?


Es más, los países que más se oponen a la pena de muerte ya han normalizado el aborto y lo han convertido en un pseudo derecho, un derecho a matar a los seres más inocentes gracias a aspiradoras que trituran sus pequeños cuerpos o quemándolos con una solución salina. Recientemente he leído que en algún Estado de Estados Unidos se ha propuesto que se mate a los niños no nacidos con una solución salina que no les duela. A tal extremo se ha llegado, les preocupa que al niño no nacido le duela el asesinato sanitaria que le administran, mientras se rasgan las vestiduras sobre la pena de muerte.



























¿PODRÍA LA IGLESIA DECLARAR INMORAL LA PENA DE MUERTE?

Hace unos años vi una entrevista en la cadena de televisión CNN en la que se entrevistaba a un par de jóvenes de unos 35 años provenientes del Estado de Arkansas en Estados Unidos. Ellos acababan de ser liberados de la cárcel donde habían estado presos desde los 17 años de edad por la muerte horrorosa de un par de niños en su pueblo. Uno de ellos había estado casi 18 años en el corredor de la muerte, habiendo sido condenado con el autor de los asesinatos y su amigo condenado como colaborador en el hecho. Según una ley rara que hay en ese Estado pudieron alacanzar la libertad por un aceptando que eran culpables y por otro lado negándlo. Se trataba de un caso sumamenta mediatizado y había una gran presión sobre las Fiscalía y la Policía para que encontraran a los culapables. Por este motivo, y posiblemente otros, detuvieron a los dos adolescentes que erann conocidos en el pueblo por su amor a a música metal pesada y en general actuar como tantos jóvenes adolescentes en estos tiempos. El entrevistador le preguntó al que estaba en el corredor de la muerte qué era lo que más le impactó de toda su tremenda experiencia. El joven contestó que desde el momento en que la Policía llamó a su puerta y lo detuvo una cosa era peor que la otra y no podía decir cuál era la peor de todo. También dijo que al ser liberado tuvo que volver a aprender a caminar, luego de haber vivido casi 18 años con sus pies atados por unas cadenas. Éste es un caso de tantos que se proponen en contra de la pena de muerte. Hay que decir que la Constitución de los Estados Unidos contiene la octava enmienda que prohibe “castigos crueles y inusuales”. ¿La pena de muerte constituye tal castigo? ¿La pena de muete aplicada al terrorista solitario Timothy McVeigh que hizo volar el edificio federal de la Ciudad de Oklahoma y que terminó condenado a la pena de muerte sufrió una pena justa por haber matado a unos 100 personas sin mencionar a otros muchos que quedaron lesinados para toda la vida, y las secuelas de las familias que perdieron a sus seres queridos? ¿La pena de muerte sería una pena justa para los que derrbumaron los Torres Gemelas y mataron a unas 3000 personas en el proceso? ¿Cuál es la doctrin católica sobre todo esto del crimen y castigo en casos tan graves?

Algunos argumentos en contra de la pena capital

Aquí resumo algunos de los argumentos en contra de la pena de muerte que se encuentran en una web que trata del tema. Se trata tan solo de enumerarlos sin entrar a valorarlos. Interesante que el primer argumento que entrega esta web en contra de la pena de muerte es que según ellos cuesta más ejecutar a un criminal que mantenerlo en prisión. En segunda lugar afirma que la pena de muerte aplicada a los criminales no ayuda sino más bien perjudica a los familiares y seres queridos de las víctimas de este tipo de crimen que tiene como pena la muerte. Luego argumenta que es posible que el delincuente no haya tenido una defensa adecuada y debido a eso perdió el juicio. Considera éste uno de los principales motivos si no el principal para oponerse a la pena de muerte. No hay pruebas de que la aplicación de la pena de muerte desuada a los delincuentes para que reduzcan el número o la gravedad de sus fechorías. Sostiene que se aplica arbitrariamente, dado que en Estados Unidos su aplicación depende de las leyes del Estado donde uno es condenado. La mayoría de los países, un total de 139, han abandonado este tipo de pena, como es el caso de la totalidad de los países europeos y latinoamericanos. Los autores de esta web traen a colación lo que llaman una perspectiva religiosa, según la cual la casi totalidad de los grupos religiosos considera inmmoral la pena de muerte, pese a que se encuentran textos sagrados “aislados” a favor de ella. También dicen que hay una gran disparidad respecto a la raza de los que son sometidos a esta pena. Una desproporción de negros e hispanos, las que se llamana minorías en Estados Unidos. También afirman que hay alternativas como pasar toda la vida en la cárcel sin posibilidad de salir en libertad.



Argumentos a favor de la pena de muerte

Sin ánimo de ser exhaustivo, recojo aquí también algunos argumentos de una web que se pronuncia a favor de la pena de muerte, también de Estados Unidos https://www.quora.com/Justice/What-are-the-arguments-in-favor-of-capital-punishment-death-penalty

1. La pena de muerte tiene un efecto desuasivo en contra de los crímenes más graves contra la vida delprójmo

2. La pena capital cuesta menos que mantener al delincuente en la cárcel para toda la vida.

3. La pena capita es menos cruel que pasar toda la vida encarcelado, tenida cuenta de las condiciones carcelarias en muchos países.

4. La pena de muerte satisface las ganas de venganza

5. La pena de muerte les da más apalancamiento a los fiscales en el momento de negociar la colaboración de los acusados.


Opiniones contemporáneas acerca de la penaa de muerte y valoración de las mismas.

En los países donde ha sido abolida la pena capital, de manera especial en Europa y también en América Latina, se encuentran condenas cerradas de esta pena, considerando que la aceptación de la misma demuestra un desarrollo moral priimitiva de las personas y las sociedades que la defienden. Copio a continuación un párrafo de un blog de Susana Frisancho, colgado en la web del la ex-Católica y ex-Pontifica Universidad de Perú:

Personalmente considero que la pena de muerte no es justicia. Esta constituye un castigo indigno e injusto, y plantearla como alternativa revela en las personas un nivel primitivo de juicio moral. Estoy convencida de que se puede analizar desde una perspectiva psicológica el tipo de razonamiento que subyace a una postura favorable a la reimplantación de la pena de muerte, y hacer evidente que conforme se avanza en el razonamiento moral, las personas y las sociedades toman una postura contraria a dicha pena. En este sentido, puede afirmarse que el estar a favor de la pena de muerte y proponerla como una alternativa de castigo justo revela un nivel precario de razonamiento moral” http://blog.pucp.edu.pe/blog/SusanaFrisancho/2011/04/06/juicio-moral-y-pena-de-muerte-actualizado/

Aquí ella apela a consideraciones psicólogicas y a un supuesto avance en el razonamiento moral en neustra sociedad. También apela a estudios de tipo sociológico de La Lawrence Kohlberg, discípulo de Piaget, y su bien conocida teoría del desarrollo moral de las personas, afirma que los que aceptan la pena de muerte están en un nivel inferior de desarrollo moral. Kohlberg postula siete etapas de desarrollo del juicio moral del sujeto. Ni la persona ni la sociedad que permite la pena capital, según ella, están en un óptimo nivel de desarrollo moral. En realidad Fisancho se basa en una teoría psicológico del desarrollo moral de la persona bastante cuestionada para sostentar su rechazo total de la pena de muerte. Curiosamente, o tal vez no, los países más contrarios a la pena de muerte son los europeos, que a su vez son los que más han normalizado el aborto por cualquier motivo, y la eutanasia. Tal es el caso de los países nórdicos como Holanda y Bélgica entre otros. En cambio, en países tradicionalmente católicos como Italia y España hay mucho más rechazo al aborto, al menos viendo las manifestaciones multituniarias que se dan en las calles de estos países, cosa que jamás de dan en paises como Dinamarca o Suecia. En cuanto al desarrollo moral, también llama la atención que en esos países hay menos corrupción política comparado con países como España o Italia. ¿Acaso matar a 100,000 niños antes de poder nacer, triturar sus pequeños cuerpos o quemarlos con solucines salinas es señal de progreso moral y ética a favor de la vida, mientras se crea un furor en contra de la corrupción que significa aprovecharse de dinero del contribuyente de parte de políticos o funcionarios del Estado para enriquecerse y también propinar una condena sin fisuras a la pena de muerte? Curioso progreso moral ésta.

Pasandando ya a examinar el tema de la muerte según la teología católica, comienzo con el sacerdote redentorista Marciano Vidal, que podría llamarse Decano de la Teología Moral en lengua española, habiendo sido Profesor de la Pontificia Univerisdad de Salamanca durante muchos años y luego de la Pontificia Universidad de Comillas en Madrid. Ha escrito muchos libros que han influído enormemente en la formación de sacerdotes y religiosos. En 2001, luego de unos 25 años de docencia y de haber enseñado un notable cúmulo de errores respecto a la moral catóica y en concreto acerca de la castidad, tres de sus principales libros fueron cuestionados por la Congregación de la Doctrina de la Fe, y se le mandó reescribir su obra Moral de actitudes con la colaboración de la Comisión de Doctrina de la Conferencia Episcopal, labor que después de haberse reúnido con dicha comisión declaró imposible. Aquí enlazo la notificación de la CDF sobre la teología moral de Vidal, sus presupuestos equivocados etc. Abriendo este enlace se puede encontrar un tratamiento completo acerca de las censuras de la CDF al P. Vidal y los libros censurados http://es.catholic.net/op/articulos/16514/cat/21/podemos-considerar-a-marciano-vidal-un-moralista-catolico.html
Acerca de su posición soobre la pena de muerte hay que señalar lo siguiente: Presenta lo que llama “visipon global” de la moral de la vida humana. Afirma que !No ha calado todavía las exigencias de la moral veterotestamentaria: "no matarás" Distingue tres tipos de muerte o privación de la vida, como la llama: el suicidio, el homicidio y lo que llama la “muerte legalizada”. Echa la culpa a la sociedad contemporánea porque no ha sabido todavía “humanizar al hombre ni suprimir los motivos que conducen a ese gesto fatal “. En cuanto al homicidio, sería una suerte de sacrilegio que se atreve a quitar de Dios el poder exclusivo que tiene sobre la vida y la muerte. En tercer lugar, y lo que nos interesa aquí, es lo que llama la muerte “legalizada”, es decir la pena de muerte,también las muertes provocadas por las guerras y las acciones policiales tendentes a mantener el orden público. Afirma que la humanidad no se ha liberado de la “amenaza de la muerte legalizada”. No es que no distinga entre los varios tipos de muerte legalizada y su carácter moral, Sí lo hace. Rechaza la muerte provocada por la conflictividad social que debería de resolverse de manera pacífica y “debe hacerse mediante un estudio minucioso y matizado “. No acepta el argumento de “legítimo defensa” cuando se trata de la vida de un atacante, sea a la sociedad o a un individuo. Más bien, dice, se tiene que examinar los factores que provocan la violencia e implantar una justicia adecuada. Luego cita aprobando un texto de A Iniesta. Éste afirma que lo sargumentos propuestos a favor de la pena de muerte provienen no de la fe sino de la razón. Afirma que el esatado debería de suprimir la pena de muerte y esgrime en primer lugar el argumento que la una mayoria cada vez más grande la rechaza, y otros argumentos, algunos de los que he señalado arriba como el hecho de que no convince a los delincuente a dejar de delinquir, que no es reparación sin venganza, como la capacidad del Estado de recluir a los peligrosos en cárceles adecaudas. Se trata de una cita de una de las obras de Vidal cuestionadas por la CDF, aunque no necesariamente el juicio de la misma rechaza todo lo que contiene el libro VIDAL, Marciano, Moral de Actitudes, tomo II, Ética de la persona, Ed. Covarrubias, Madrid, 1977, pp. 214-218

Vidal cita el quinto mandamiento del Decálogo “no matarás” sin hacer las necesaias matizaciones. Así se podría concluir que es inmoral matar animales, cosa que no pocos que profesan la falsa religión ambientista y los así llamados animalistas propugnan, al tiempo que rebajan al hombre al nivle de animalal permitir la matanza supuestamente terapeútica de la mala llamada eutanasia (palabra proveniente del greigo que signficaría “buen morir”. Claro, Vidal no afirma estas cosas. En cuanto al suicidio y el homicidio, su moral parece partir de las teorías psicológicas que se olivdan de la maldad del hombre proveniente del pecado original y el cúmulo de pecados personales tal y cómo queda expresado en la Sagrada Escritura, proviene de una sociedad no suficientemente humanizada o mal ordenada, como si estos males se pudieran erradicar de esta manera: “Viendo Yahvéh que la maldad del hombre cundía enla atierrra, y que todos los pensamientos que ideaba su corazón eran pujro mal de continuo, le pesó a Yahvéh de haber hecho al hombre enla tierra y se indignó en su corazón” (Gen 6,5). Ciertamente el diluvio es un acto de castigo de Dios, no del hombre y bien sabemos que la venganza le pertenece exclusivamente a Dios (Rom 12,9). Sin entrar en un análisis histórico-crítico del texto de Génesis, podemos señalar de inmediato que el autor o los autores no tuvieron problema en que Dios castigara a los del diluvio con una muerte horroroso quedándose ahogados. En realidad Vidal o el que cita Iniesta no presentan argumentos teólogicos en contra de la pena de muerte, sino más bien sociológicos y psicológicos.

San Agustín y Santo Tomás de Aquino sobre la pena de muerte

Dad la importancia de la Tradición de la Iglesia y de manera especial sus más grandes e importantes testigos que en la Igleisa Occidental ciertamente son San Agustín y Santo Tomás de Aquino, dado que ambos doctores han influido tanto en la formulación de la doctrina del Magisterio en tantos aspectos, creo que no podemos dejar fuera sus posiciones respecto a este tema tan discutido en nuestros días. Menciona a San Agustín también porque vivió al final de la época de los Grandes Padres de la Iglesia, y además de tener un extarordinario conocimiento de la Sagrada Escritura que por un lado manifiesta el plana de Dios al castigar alos malhechores y al mismo pueblo, pero por otro lado abunda en manifestaciones y exhortaciones a ejecer la misericodia. Así, desde el Libro del Génesis, Dios permite al fratricida Caín vivir y le coloca una señal para que otros no lo maten (Gen 4,1-16). Si bien es cierto que Dios castiga a los hombres con el diluvio en tiempos de Noé, igualmente luego de haber salvado al hombre por el arca, hace alianza con Noé y deja el arco iris como señal de esa alianza en la que promete no volver a destruir al hombre y al mundo con un diluvio. Serría prolijo incluir todos los textos bíblicos de ambos testamentos que tienden a moderar la necesaria justicia con la misericordia, pero conviene citar un texto fundamental manejado por los Padres anteriores a San Agustín y por él mismo:

1.Sométanse todos a las autoridades constituidas, pues no hay autoridad que no provenga de Dios, y las que existen, por Dios han sido constituidas.
2.De modo que, quien se opone a la autoridad, se rebela contra el orden divino, y los rebeldes se atraerán sobre sí mismos la condenación.
3.En efecto, los magistrados no son de temer cuando se obra el bien, sino cuando se obra el mal. ¿Quieres no temer la autoridad? Obra el bien, y obtiendrás de ella elogios,
4.pues es para ti un servidor de Dios para el bien. Pero, si obras el mal, teme: pues no en vano lleva espada: pues es un servidor de Dios para hacer justicia y castigar al que obra el mal.
5.Por tanto, es preciso someterse, no sólo por temor al castigo, sino también en conciencia.
6.Por eso precisamente pagáis los impuestos, porque son funcionarios de Dios, ocupados asiduamente en ese oficio.
7.Dad a cada cual lo que se debe: a quien impuestos, impuestos; a quien tributo, tributo; a quien respeto, respeto; a quien honor, honor.
Se trata de un texto al que acuden muchos de los Padres de la Iglesia al tratar este tema de la pena capital A algunos de ellos les sorprende la contundencia de San Pablo al afirmar que “no hay autoridad que no pro, venga de Dios, y las que existen, por Dios han sido constituidas”, debido en parte a la arbitrariedad con la que bastantes gobernantes perseguían a los cistianos. San Ambrosio, a quien podemos llamar en cierta manera el mentor de San Agustín debido a su papel en su conversión, Él, igua que la misma Sagrada Escritura, como en general los Padres anteriores, refleja las mismas actitudes comunes respecto a la pena y castigo, es decir, ciertamente hay que ser justos a la hora de castigar los delitos, pero así como Dios aminor lor rigores de la justicia con su misericordia, un gobernante cristiano ha de hacer lo mismo. San Ambrosio actuó con contundencia cuando el Emperador Teodosio fue responsbable de una matanza en Tesalónica. Obligó al mismo Emperdor a hacer penitencia pública y le recordó que el Emperador es miembro de la Iglesia, que no está por encima de ella.

En el caso de San Agustín, no podía ser de otra manera para un hombre que contaba con un conocimiento y penetación extraoridinarios de la Palabra de Dios, al igual que la Tradición de la Iglesia. Al inico de su ministerio episcopal se empeño a fondo en el esfuerzo por resolver el cisma de los donatistas a través del diálogo y un gran esfuerzo por lograr superar las divisiones y alcanzar la comunión de ellos en la gran Iglesia. A este esfuerzo enorme dedicó unos 10 años. Hay que tomar en cuenta que los donatistas se consideraban la Iglesia pura debido a su intransigencia al acusar a varios obispos de haber entregado los libros litúrgicos a las autoridades (llamados traditores, del verbo tradere que significa “entegar”) durante la persecución del Emperador Diocleciano en los años 303-305. Además, ellos contaban con un grup de revoltosos llamados circumcelliones o de lo que podríamos llamar en la terminología actual terroristas, de manera que no se trataba de una disputa circunscrita a cuestiones teológicas como el valor del bautismo y la ordenación de los cismátios y herejes, sino una cuestión de la seguridad pública. En una ocasión San Agustín logró evitar ser asaltado por ellos casi por milatro al haber cambiado de camino un poco antes. Por lo tanto, al final, sintió la necesidad de buscar el apoyo del brazo secular para intentar arreglar este problema. Es un episodio sumamente estudiado. Aquí no se puede entrar en detalles, pues se necesitaría un libro entero para tratar este tema.

San Agustín vivió en una época bastante convulso y ciertamente valoraba el la importancia de orden el la sociedad, pues define la paz como “la tranquilidad en el orden”. Como los demás Padres reconnoce el derecho de la autoridad pública a recurrir a la pena capital para proteger la sociedad de los crímenes de malhechores que tendían a alterar tal orden. Como es bien conocido, San Agustín tenía un concepto realista del hombre herido por el pecado y la concupiscencia e incapaz por sus propios esfuerzos de hacer el bien, y por ellos más difícil alcanzar un orden justo en la sociedad. Aunque se empeño a fondo en la resolución del conflicto religioso y social con el donatismo a través del diálogo, llegó a la conclusión de que este método tenís sus límites. Reconoce el derecho del gobernante a recurrir a la pena capital en el caso de los delitos más graves, también considera que un gobernante justo, motivado por principios cristianos templaría la justicia con la misericordia.

Siguiendo la misma línea establecida por la Sagrada Escritura y la Tradición de la Iglesia representada por los Padres y de manera especial San Agustín, Santo Tomás defiende el derecho del gobernante a ajusticiar a un malhechor que comete delitos muy graves contra la sociedad y utiliza la analogía de la amputación de un miembro del cuerpo humano para salvar la vida de un hombre. Por lo tanto, se puede deducir que debería de tratarse de un peligro grave para la sociedad.





Todo poder correctivo y sancionario proviene de Dios, quien lo delega a la sociedad de hombres; por lo cual el poder público está facultado como representante divino, para imponer toda clase de sanciones jurídicas debidamente instituidas con el objeto de defender la salud de la sociedad. De la misma manera que es conveniente y lícito amputar un miembro putrefacto para salvar la salud del resto del cuerpo, de la misma manera lo es también eliminar al criminal pervertido mediante la pena de muerte para salvar al resto de la sociedad.
Igualmente otros grandes teólogos como Francisco de Vitoria, y posteriomente San Alfonso Ligorio, Doctor de la Iglesia debido precisiamente a su gran importancia en el campo de la moral, defienden el derecho a la aplicación de la pena de muerte en el caso de ofensas graves a la sociedad.

Todo poder correctivo y sancionario proviene de Dios, quien lo delega a la sociedad de hombres; por lo cual el poder público está facultado como representante divino, para imponer toda clase de sanciones jurídicas debidamente instituidas con el objeto de defender la salud de la sociedad. De la misma manera que es conveniente y lícito amputar un miembro putrefacto para salvar la salud del resto del cuerpo, de la misma manera lo es también eliminar al criminal pervertido mediante la pena de muerte para salvar al resto de la sociedad.

Paso ahora a señalar lo que han afirmado algunos Papas acerca de este tema: El Papa Inocencio III (1198-1216) , en el caso del problema de los albigenses en el sur de Francia, una secta neognóstica que además de caer en la misma herejía duallista gnóstica que tantos problemas provocó a la Iglesia del siglo II, representaba un grave peligro para la paz social, por todo ello este Papa declaró una cruzada en su contra:

El poder secular puede sin caer en pecado mortal aplicar la pena de muerte, con tal que proceda en la imposición de la pena sin odio y con juicio, no negligentemente pero con la solicitud debida.
El Papa San Pío V (1566-1571), uno de los grandes papas reformistas que se dedicó con gran energía a implementar los decretos del Concilio de Trento, amén de convocar una cruzada en contra del peligro de los turcos que llevó a la victoria de la Batalla de Lepanto (1571) de parte de la Armada Cristiana, tiene lo siguiente que decir acerca de la pena de muerte, no ya sólo en el caso del homicidios y revueltas, sino en el caso de la homosexualidad y la efebofilia de parte del clero:

Por lo tanto, el deseo de seguir con mayor rigor que hemos ejercido desde el comienzo de nuestro pontificado, se establece que cualquier sacerdote o miembro del clero, tanto secular como regular, que cometa un crimen tan execrable, por la fuerza de la presente ley sea privado de todo privilegio clerical, de todo puesto, dignidad y beneficio eclesiástico, y habiendo sido degradado por un juez eclesiástico, que sea entregado inmediatamente a la autoridad secular para que sea muerto, según lo dispuesto por la ley como el castigo adecuado para los laicos que están hundidos en ese abismo
(Horrendus illud scelus, 1568, que traducido significa “Aquel horrendo crimen”, de manera que se ve que la preocupación de la Iglesia por este tipo de crimen no es reciente. También en el siglo XVII, el Papa Benedicto XIV, gran canonista, dictó normas en contra de la pederastia de parte del clero).

Por si alguien piensa que esta doctrina proviene solamente de siglos pasados, el Papa Pío X en su catecismo, pregunta si “Hay cosas en las que es lícito matar?” Y responde: “
Es lícito matar cuando se lucha en una guerra justa; cuando se ejecuta una sentencia de muerte por orden de la autoridad suprema; y finalmente, en casos de necesaria y legítima defensa de la propia vida contra un agresor injusto.
También el Papa Pío XI tiene esto que decir:

Incluso en el caso de la pena de muerte el Estado no dispone del derecho del individuo a la vida. Más bien la autoridad pública se limita a privar al delincuente de la vida en expiación por su culpabilidad, después de que él mismo, con su crimen, se ha privado del derecho a la vida.
Se trata de expiación por la una culpa obviamente muy grave.

Pasamos ahora al período después del Vaticano II y la intervención del Papa San Juan Pablo II en su Encíclica Evangelium Vita, 52-56, en la que trata del tema de la pena de muerte y su intervención representa un cierto cambio y una cierta adaptación a la sensibilidad actual:

Dios se proclama Señor absoluto de la vida del hombre, creado a su imagen y semejanza (cfr.Gen 1, 26-28). Por tanto, la vida humana tiene un carácter sagrado e inviolable, en el que se refleja la inviolabilidad misma del Creador. Precisamente por esto, Dios se hace juez severo de toda violación del mandamiento "no matarás", que está en la base de la convivencia social.
Dios es el defensor del inocente (cfr. Gen 4, 9-15; Is 41,14; Ier 50,34; Sal19/18,15). También de este modo demuestra que "no se recrea en la destrucción de los vivientes" (Sap 1, 13). Sólo Satanás puede gozar con ella: por su envidia la muerte entró en el mundo (Jn 8, 44), engañando al hombre, lo conduce a los confines del pecado y de la muerte, presentados como logros o frutos de vida.

Matar un ser humano, en el que está presente la imagen de Dios, es un pecado particularmente grave. ¡Sólo Dios es dueño de la vida! Desde esta perspectiva situamos el problema de la pena de muerte, respecto a la cual hay, en la Iglesia como en la sociedad civil, una tendencia progresiva a pedir una aplicación muy limitada e, incluso, su total abolición. El problema se enmarca en la óptica de una justicia penal que sea cada vez más conforme con la dignidad del hombre y por tanto, en último término, con el designio de Dios sobre el hombre y la sociedad. En efecto, la pena que la sociedad impone "tiene como primer efecto el de compensar el desorden introducido por la falta". La autoridad pública debe reparar la violación de los derechos personales y sociales mediante la imposición al reo de una adecuada expiación del crimen, como condición para ser readmitido al ejercicio de la propia libertad. De este modo la autoridad alcanza también el objetivo de preservar el orden público y la seguridad de las personas, no sin ofrecer al mismo reo un estímulo y una ayuda para corregirse y  enmendarse.

Es evidente que, precisamente para conseguir todas estas finalidades, la medida y la calidad de la pena deben ser valoradas y decididas atentamente, sin que se deba llegar a la medida extrema de la eliminación del reo salvo en casos de absoluta necesidad, es decir, cuando la defensa de la sociedad no sea posible de otro modo. Hoy día, sin embargo, gracias a la organización cada vez más adecuada de la institución penal, estos casos son ya muy raros, por no decir prácticamente inexistentes.


Nótese que los motivos que justifican las penas son: a necesidad de compensar el desorden introducido en la sociedad, la expiación del crimen, la reparación del daño causado a la sociedad. Sinentrar en la moralidad de la pena capital, tiende a reducir drásticamente su posible aplicación por la consideración según la cual no sería necesaria en el caso de que haya una adecuada organización de la “institución penal”. Se trataría, pues, de un juicio prudencial aplicable en estos tiempos y no una descalificación de la pena capital en sí misma.


Estos puntos quedan recogidos en el Catecismo 2265-2267: ver este pasaje clave:


Dios se proclama Señor absoluto de la vida del hombre, creado a su imagen y semejanza (cfr.Gen 1, 26-28). Por tanto, la vida humana tiene un carácter sagrado e inviolable, en el que se refleja la inviolabilidad misma del Creador. Precisamente por esto, Dios se hace juez severo de toda violación del mandamiento "no matarás", que está en la base de la convivencia social.
Dios es el defensor del inocente (cfr. Gen 4, 9-15; Is 41,14; Ier 50,34; Sal19/18,15). También de este modo demuestra que "no se recrea en la destrucción de los vivientes" (Sap 1, 13). Sólo Satanás puede gozar con ella: por su envidia la muerte entró en el mundo (Jn 8, 44), engañando al hombre, lo conduce a los confines del pecado y de la muerte, presentados como logros o frutos de vida.

Matar un ser humano, en el que está presente la imagen de Dios, es un pecado particularmente grave. ¡Sólo Dios es dueño de la vida! Desde esta perspectiva situamos el problema de la pena de muerte, respecto a la cual hay, en la Iglesia como en la sociedad civil, una tendencia progresiva a pedir una aplicación muy limitada e, incluso, su total abolición. El problema se enmarca en la óptica de una justicia penal que sea cada vez más conforme con la dignidad del hombre y por tanto, en último término, con el designio de Dios sobre el hombre y la sociedad. En efecto, la pena que la sociedad impone "tiene como primer efecto el de compensar el desorden introducido por la falta". La autoridad pública debe reparar la violación de los derechos personales y sociales mediante la imposición al reo de una adecuada expiación del crimen, como condición para ser readmitido al ejercicio de la propia libertad. De este modo la autoridad alcanza también el objetivo de preservar el orden público y la seguridad de las personas, no sin ofrecer al mismo reo un estímulo y una ayuda para corregirse y  enmendarse.

Es evidente que, precisamente para conseguir todas estas finalidades, la medida y la calidad de la pena deben ser valoradas y decididas atentamente, sin que se deba llegar a la medida extrema de la eliminación del reo salvo en casos de absoluta necesidad, es decir, cuando la defensa de la sociedad no sea posible de otro modo. Hoy día, sin embargo, gracias a la organización cada vez más adecuada de la institución penal, estos casos son ya muy raros, por no decir prácticamente inexistentes.


El Papa Francisco recientemente, teniendo en cuenta el Jubileo Extraordinario de la Misericordia , ha apelado a los Estados de dejar de aplicar este pena al menos en esta ocasión. También ha tenido otras intervenciones sobre el tema. En su discurso ante el Congreso de los Estados Unidos ha pedido la eliminiación de la pena de muerte. Sin embargo, es competencias de las legislaturas estatales y varía según los Estados. Pareciera que es un tema favorita de él considerando el número de veces que lo ha tocado. Debido a su gran insistencia en la misericordia, se puede comprender su rechazo de la pena de muerte. Ciertamente es notable la insistencia del Papa Francisco sobre este tema. Ha escrito una carta al Presidente de la Comisión Internacional contra la Pena de Muerte https://w2.vatican.va/content/francesco/es/letters/2015/documents/papa-francesco_20150320_lettera-pena-morte.html


Como es lógico, parte de la doctrina ya existente de parte del Papa Juan Pablo II, arriba citada como del Catecismo.


Los Estados pueden matar por acción cuando aplican la pena de muerte, cuando llevan a sus pueblos a la guerra o cuando realizan ejecuciones extrajudiciales o sumarias. Pueden matar también por omisión, cuando no garantizan a sus pueblos el acceso a los medios esenciales para la vida. «Así como el mandamiento de “no matar” pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir “no a una economía de la exclusión y la inequidad”» (Evangelii gaudium, 53).
La vida, especialmente la humana, pertenece sólo a Dios. Ni siquiera el homicida pierde su dignidad personal y Dios mismo se hace su garante. Como enseña san Ambrosio, Dios no quiso castigar a Caín con el homicidio, ya que quiere el arrepentimiento del pecador y no su muerte (cf. Evangelium vitae, 9).
Al mencionar la güera, no la cualifica con la frase “guerrajusta”. No son pocos que hoy en día proponen el argumento según la cual una guerra moderna no puede en ningún caso ser justa, debido al tipo de armamento que se utiliza y dificulatad de evitar que las poblaciones civiles queden afectadas, como se ve de manera patente en la actual guerra de Siria. También está la experiencia de la Segunda Guerra Mundial, que probablemente empezó como una guerra justa, pero antes del final, las mismas potencias occidentales democráticas comoson Estados Unidos y Gran Bretaña, realizaron unos bombardeos sobre ciudades alamanas, como es el caso de los ataques a Dresde, que no parecen haber tenido ningún objetivo de tipo militar. En Dresde, muuieron más personas que en Hiroshima. Como el ejemplo de lo que sucedió en los años 30 cuando Hitler subió al poder, el pacifivisimo es muy peligroso, porque parece ser una invitación a los agresores a atacar. Parece que en este momento la Santa Sede favorece un ataque militar para acabar con el Estado Islámico, de manera que no se puede decir que la Iglesia rechaza ya la doctrina clásica de la guerra justa, formulada por San Agustín y Santo Tomás de Aquino.


Conclcusión


El Papa Francisco parece “empujar más el sobre” (como se dice en inglés) en el caso de la pena capital al afirmar que hoy en día es “inadmisible”. No abunda en los motivos de esta afirmación, pero es de suponer que son los que señalaba Juan Pablo II arriba mencionados. Con esta palabra evita pronunciarse sobre la moralidad de esta pena extrema. ¿Qué significa “inadmisible”? Pues que se debe de considerar inaceptable. ¿Cómo puede ser inadmisible o inaceptable y no ser inmoral? Suponemos que el Papa es consciente de toda la carga de pruebas desde la misma Sagrada Escritua, los Padres de la Iglesia, grandes doctores y el mismo Magisterio de muchos papas a lo largo de los siglos, de manera que no puede decir que es inmoral o que está prohibida. ¿Si hoy en día es inadmisible, podrían darse circunstancias en el futuro en las cuales sería admisible? ¿Se trata de un juicio moral o de un juicio prudencial que el Papa considera perentoria en las circunstancias actuales, pero no vinculante en otras? Si es “inadmisible”, ¿quiere decir que legisladores que mantienen leyes que mandan aplicarla, jueces que aplican tales leyes, verdugos que las ejecutan cometen pecados si cumplen sus funciones, o que debieran declarse objetores de conciencia y rehusar la aplicación de tales leyes y sentencias? El Papa Francisco no responde a tales preguntas, pero a mi parecer, dado que NO PUEDE SER DECLARADA INMORAL debido al cúmulo de doctrina que la avala, aunque tanto en la misma Sagrada Escritura como en la Tradición de la Iglesia, se tiende a motivar a los gobernantes a ejercer misericordia, no es inmoral ni están obligados a declararse objetores de conciencia. No se trataría de la cooperación en un mal, como sería el caso de parliamentarios, médicos y otro personal que coopera en el aborto o la eutanasia. Pese a que el Papa Francisco lleva una campaña notable e insistente para intentar lograr la eliminiación de la pena capital, a mi juicio, NO ES INMORAL. Ni el Papa Juan Pablo II ni Francisco han dicho que es inmoral.
Ahora bien, se podría preguntar sobre la conveniencia de este tipo de campañas de parte del mismo papa, la Conferencia Episcopal de Estados Unidos y muchos de sus mimbros en declaraciones individuales. La Iglesia tanto en Estados Unidos como en los demás países se ha opuesto frontal y constantemente contra el aborto, eutania y el así llamado “matrimonio gay”, que sin una sombra de duda constituyen un mal muy grave para las personas y la sociedad. ¿No será que esta campaña en contra de la pena de muerte confunda a los fieles y a los demás ciudadanos, no muy capaces en el momento de hacer distinciones teológicas entre doctrina de la Iglesia es es moralmente vinculante y juicios prudenciales? Creo que sí existe este peligro, pero hemos de suponer que ni el papa ni los obispos consideran tan importante tal peligro como para que no insistan tanto en la eliminación de la pena de muerte.


Otro tema es que si la muerte física es un mal tan grave para el cristiano que en ocasiones se tiene que sacrificar. No es un bien absoluto, pues si así fuera, el martirio no sería un acto tan apreciado desde siempre en la Iglesia. Se puede exponer la vida al peligro de perderla por motivos congruentes, como para salvar la vida de otros en actos heroicos, o en el caso de los agentes de Policía y los bomberos para salvaguardar la vida de otros o para proteger la sociedad. El cristiano considera que en esta vida somos peregrinos y vamos haica la patria verdadera. Además, cualquier cristiano ha de preferir la muerte que cometer un pecado mortal, pues así gana el verdadero premio de la vida eterna. También en el caso de una guerra justa. Es curioso, por decir poco, que toda esta sensibilidad acerca de la pena de muerte tiene más fuerza en países donde se ha perdido la fe cristiana y se tiende a perseguir y ridiculizar a los que hacen manifestaciones públicas de su fe cristiana, como es el caso de Europa. ¿Alguna vez, un político hace referencia a Dios en un discurso o actuación pública? En los últimos tiempos hay un laicismo cada vez más radical y beligerante en contra del Catolicismo, pero la historia de España y su cultura es incomprensible sin la Iglesia. En cambio, en Estados Unidos, es completamente natural escuchar a politicos referirse a Dios. Los fundadores de la república tenían bien asimilado el hecho de que el experimento de una república con las características necesariamente tenía que fundamentarse “en Dios”. Por algo está escrito en el dólar “en Dios confiamos”, en la promesa de fideliad que se hace ante la bandera se menciona que se trata de “una nación bajo Dios”. Cada sesión del Congreso comienza con una oración recitada por el capellán. Sin embargo, es el país occidental en el que más se mantiene la pena de muerte. ¿Algo se podrá deducir de este hecho?


Es más, los países que más se oponen a la pena de muerte ya han normalizado el aborto y lo han convertido en un pseudo derecho, un derecho a matar a los seres más inocentes gracias a aspiradoras que trituran sus pequeños cuerpos o quemándolos con una solución salina. Recientemente he leído que en algún Estado de Estados Unidos se ha propuesto que se mate a los niños no nacidos con una solución salina que no les duela. A tal extremo se ha llegado, les preocupa que al niño no nacido le duela el asesinato sanitaria que le administran, mientras se rasgan las vestiduras sobre la pena de muerte.



¿PODRÍA LA IGLESIA DECLARAR INMORAL LA PENA DE MUERTE?

Hace unos años vi una entrevista en la cadena de televisión CNN en la que se entrevistaba a un par de jóvenes de unos 35 años provenientes del Estado de Arkansas en Estados Unidos. Ellos acababan de ser liberados de la cárcel donde habían estado presos desde los 17 años de edad por la muerte horrorosa de un par de niños en su pueblo. Uno de ellos había estado casi 18 años en el corredor de la muerte, habiendo sido condenado con el autor de los asesinatos y su amigo condenado como colaborador en el hecho. Según una ley rara que hay en ese Estado pudieron alacanzar la libertad por un aceptando que eran culpables y por otro lado negándlo. Se trataba de un caso sumamenta mediatizado y había una gran presión sobre las Fiscalía y la Policía para que encontraran a los culapables. Por este motivo, y posiblemente otros, detuvieron a los dos adolescentes que erann conocidos en el pueblo por su amor a a música metal pesada y en general actuar como tantos jóvenes adolescentes en estos tiempos. El entrevistador le preguntó al que estaba en el corredor de la muerte qué era lo que más le impactó de toda su tremenda experiencia. El joven contestó que desde el momento en que la Policía llamó a su puerta y lo detuvo una cosa era peor que la otra y no podía decir cuál era la peor de todo. También dijo que al ser liberado tuvo que volver a aprender a caminar, luego de haber vivido casi 18 años con sus pies atados por unas cadenas. Éste es un caso de tantos que se proponen en contra de la pena de muerte. Hay que decir que la Constitución de los Estados Unidos contiene la octava enmienda que prohibe “castigos crueles y inusuales”. ¿La pena de muerte constituye tal castigo? ¿La pena de muete aplicada al terrorista solitario Timothy McVeigh que hizo volar el edificio federal de la Ciudad de Oklahoma y que terminó condenado a la pena de muerte sufrió una pena justa por haber matado a unos 100 personas sin mencionar a otros muchos que quedaron lesinados para toda la vida, y las secuelas de las familias que perdieron a sus seres queridos? ¿La pena de muerte sería una pena justa para los que derrbumaron los Torres Gemelas y mataron a unas 3000 personas en el proceso? ¿Cuál es la doctrin católica sobre todo esto del crimen y castigo en casos tan graves?

Algunos argumentos en contra de la pena capital

Aquí resumo algunos de los argumentos en contra de la pena de muerte que se encuentran en una web que trata del tema. Se trata tan solo de enumerarlos sin entrar a valorarlos. Interesante que el primer argumento que entrega esta web en contra de la pena de muerte es que según ellos cuesta más ejecutar a un criminal que mantenerlo en prisión. En segunda lugar afirma que la pena de muerte aplicada a los criminales no ayuda sino más bien perjudica a los familiares y seres queridos de las víctimas de este tipo de crimen que tiene como pena la muerte. Luego argumenta que es posible que el delincuente no haya tenido una defensa adecuada y debido a eso perdió el juicio. Considera éste uno de los principales motivos si no el principal para oponerse a la pena de muerte. No hay pruebas de que la aplicación de la pena de muerte desuada a los delincuentes para que reduzcan el número o la gravedad de sus fechorías. Sostiene que se aplica arbitrariamente, dado que en Estados Unidos su aplicación depende de las leyes del Estado donde uno es condenado. La mayoría de los países, un total de 139, han abandonado este tipo de pena, como es el caso de la totalidad de los países europeos y latinoamericanos. Los autores de esta web traen a colación lo que llaman una perspectiva religiosa, según la cual la casi totalidad de los grupos religiosos considera inmmoral la pena de muerte, pese a que se encuentran textos sagrados “aislados” a favor de ella. También dicen que hay una gran disparidad respecto a la raza de los que son sometidos a esta pena. Una desproporción de negros e hispanos, las que se llamana minorías en Estados Unidos. También afirman que hay alternativas como pasar toda la vida en la cárcel sin posibilidad de salir en libertad.



Argumentos a favor de la pena de muerte

Sin ánimo de ser exhaustivo, recojo aquí también algunos argumentos de una web que se pronuncia a favor de la pena de muerte, también de Estados Unidos https://www.quora.com/Justice/What-are-the-arguments-in-favor-of-capital-punishment-death-penalty

1. La pena de muerte tiene un efecto desuasivo en contra de los crímenes más graves contra la vida delprójmo

2. La pena capital cuesta menos que mantener al delincuente en la cárcel para toda la vida.

3. La pena capita es menos cruel que pasar toda la vida encarcelado, tenida cuenta de las condiciones carcelarias en muchos países.

4. La pena de muerte satisface las ganas de venganza

5. La pena de muerte les da más apalancamiento a los fiscales en el momento de negociar la colaboración de los acusados.


Opiniones contemporáneas acerca de la penaa de muerte y valoración de las mismas.

En los países donde ha sido abolida la pena capital, de manera especial en Europa y también en América Latina, se encuentran condenas cerradas de esta pena, considerando que la aceptación de la misma demuestra un desarrollo moral priimitiva de las personas y las sociedades que la defienden. Copio a continuación un párrafo de un blog de Susana Frisancho, colgado en la web del la ex-Católica y ex-Pontifica Universidad de Perú:

Personalmente considero que la pena de muerte no es justicia. Esta constituye un castigo indigno e injusto, y plantearla como alternativa revela en las personas un nivel primitivo de juicio moral. Estoy convencida de que se puede analizar desde una perspectiva psicológica el tipo de razonamiento que subyace a una postura favorable a la reimplantación de la pena de muerte, y hacer evidente que conforme se avanza en el razonamiento moral, las personas y las sociedades toman una postura contraria a dicha pena. En este sentido, puede afirmarse que el estar a favor de la pena de muerte y proponerla como una alternativa de castigo justo revela un nivel precario de razonamiento moral” http://blog.pucp.edu.pe/blog/SusanaFrisancho/2011/04/06/juicio-moral-y-pena-de-muerte-actualizado/

Aquí ella apela a consideraciones psicólogicas y a un supuesto avance en el razonamiento moral en neustra sociedad. También apela a estudios de tipo sociológico de La Lawrence Kohlberg, discípulo de Piaget, y su bien conocida teoría del desarrollo moral de las personas, afirma que los que aceptan la pena de muerte están en un nivel inferior de desarrollo moral. Kohlberg postula siete etapas de desarrollo del juicio moral del sujeto. Ni la persona ni la sociedad que permite la pena capital, según ella, están en un óptimo nivel de desarrollo moral. En realidad Fisancho se basa en una teoría psicológico del desarrollo moral de la persona bastante cuestionada para sostentar su rechazo total de la pena de muerte. Curiosamente, o tal vez no, los países más contrarios a la pena de muerte son los europeos, que a su vez son los que más han normalizado el aborto por cualquier motivo, y la eutanasia. Tal es el caso de los países nórdicos como Holanda y Bélgica entre otros. En cambio, en países tradicionalmente católicos como Italia y España hay mucho más rechazo al aborto, al menos viendo las manifestaciones multituniarias que se dan en las calles de estos países, cosa que jamás de dan en paises como Dinamarca o Suecia. En cuanto al desarrollo moral, también llama la atención que en esos países hay menos corrupción política comparado con países como España o Italia. ¿Acaso matar a 100,000 niños antes de poder nacer, triturar sus pequeños cuerpos o quemarlos con solucines salinas es señal de progreso moral y ética a favor de la vida, mientras se crea un furor en contra de la corrupción que significa aprovecharse de dinero del contribuyente de parte de políticos o funcionarios del Estado para enriquecerse y también propinar una condena sin fisuras a la pena de muerte? Curioso progreso moral ésta.

Pasandando ya a examinar el tema de la muerte según la teología católica, comienzo con el sacerdote redentorista Marciano Vidal, que podría llamarse Decano de la Teología Moral en lengua española, habiendo sido Profesor de la Pontificia Univerisdad de Salamanca durante muchos años y luego de la Pontificia Universidad de Comillas en Madrid. Ha escrito muchos libros que han influído enormemente en la formación de sacerdotes y religiosos. En 2001, luego de unos 25 años de docencia y de haber enseñado un notable cúmulo de errores respecto a la moral catóica y en concreto acerca de la castidad, tres de sus principales libros fueron cuestionados por la Congregación de la Doctrina de la Fe, y se le mandó reescribir su obra Moral de actitudes con la colaboración de la Comisión de Doctrina de la Conferencia Episcopal, labor que después de haberse reúnido con dicha comisión declaró imposible. Aquí enlazo la notificación de la CDF sobre la teología moral de Vidal, sus presupuestos equivocados etc. Abriendo este enlace se puede encontrar un tratamiento completo acerca de las censuras de la CDF al P. Vidal y los libros censurados http://es.catholic.net/op/articulos/16514/cat/21/podemos-considerar-a-marciano-vidal-un-moralista-catolico.html
Acerca de su posición soobre la pena de muerte hay que señalar lo siguiente: Presenta lo que llama “visipon global” de la moral de la vida humana. Afirma que !No ha calado todavía las exigencias de la moral veterotestamentaria: "no matarás" Distingue tres tipos de muerte o privación de la vida, como la llama: el suicidio, el homicidio y lo que llama la “muerte legalizada”. Echa la culpa a la sociedad contemporánea porque no ha sabido todavía “humanizar al hombre ni suprimir los motivos que conducen a ese gesto fatal “. En cuanto al homicidio, sería una suerte de sacrilegio que se atreve a quitar de Dios el poder exclusivo que tiene sobre la vida y la muerte. En tercer lugar, y lo que nos interesa aquí, es lo que llama la muerte “legalizada”, es decir la pena de muerte,también las muertes provocadas por las guerras y las acciones policiales tendentes a mantener el orden público. Afirma que la humanidad no se ha liberado de la “amenaza de la muerte legalizada”. No es que no distinga entre los varios tipos de muerte legalizada y su carácter moral, Sí lo hace. Rechaza la muerte provocada por la conflictividad social que debería de resolverse de manera pacífica y “debe hacerse mediante un estudio minucioso y matizado “. No acepta el argumento de “legítimo defensa” cuando se trata de la vida de un atacante, sea a la sociedad o a un individuo. Más bien, dice, se tiene que examinar los factores que provocan la violencia e implantar una justicia adecuada. Luego cita aprobando un texto de A Iniesta. Éste afirma que lo sargumentos propuestos a favor de la pena de muerte provienen no de la fe sino de la razón. Afirma que el esatado debería de suprimir la pena de muerte y esgrime en primer lugar el argumento que la una mayoria cada vez más grande la rechaza, y otros argumentos, algunos de los que he señalado arriba como el hecho de que no convince a los delincuente a dejar de delinquir, que no es reparación sin venganza, como la capacidad del Estado de recluir a los peligrosos en cárceles adecaudas. Se trata de una cita de una de las obras de Vidal cuestionadas por la CDF, aunque no necesariamente el juicio de la misma rechaza todo lo que contiene el libro VIDAL, Marciano, Moral de Actitudes, tomo II, Ética de la persona, Ed. Covarrubias, Madrid, 1977, pp. 214-218

Vidal cita el quinto mandamiento del Decálogo “no matarás” sin hacer las necesaias matizaciones. Así se podría concluir que es inmoral matar animales, cosa que no pocos que profesan la falsa religión ambientista y los así llamados animalistas propugnan, al tiempo que rebajan al hombre al nivle de animalal permitir la matanza supuestamente terapeútica de la mala llamada eutanasia (palabra proveniente del greigo que signficaría “buen morir”. Claro, Vidal no afirma estas cosas. En cuanto al suicidio y el homicidio, su moral parece partir de las teorías psicológicas que se olivdan de la maldad del hombre proveniente del pecado original y el cúmulo de pecados personales tal y cómo queda expresado en la Sagrada Escritura, proviene de una sociedad no suficientemente humanizada o mal ordenada, como si estos males se pudieran erradicar de esta manera: “Viendo Yahvéh que la maldad del hombre cundía enla atierrra, y que todos los pensamientos que ideaba su corazón eran pujro mal de continuo, le pesó a Yahvéh de haber hecho al hombre enla tierra y se indignó en su corazón” (Gen 6,5). Ciertamente el diluvio es un acto de castigo de Dios, no del hombre y bien sabemos que la venganza le pertenece exclusivamente a Dios (Rom 12,9). Sin entrar en un análisis histórico-crítico del texto de Génesis, podemos señalar de inmediato que el autor o los autores no tuvieron problema en que Dios castigara a los del diluvio con una muerte horroroso quedándose ahogados. En realidad Vidal o el que cita Iniesta no presentan argumentos teólogicos en contra de la pena de muerte, sino más bien sociológicos y psicológicos.

San Agustín y Santo Tomás de Aquino sobre la pena de muerte

Dad la importancia de la Tradición de la Iglesia y de manera especial sus más grandes e importantes testigos que en la Igleisa Occidental ciertamente son San Agustín y Santo Tomás de Aquino, dado que ambos doctores han influido tanto en la formulación de la doctrina del Magisterio en tantos aspectos, creo que no podemos dejar fuera sus posiciones respecto a este tema tan discutido en nuestros días. Menciona a San Agustín también porque vivió al final de la época de los Grandes Padres de la Iglesia, y además de tener un extarordinario conocimiento de la Sagrada Escritura que por un lado manifiesta el plana de Dios al castigar alos malhechores y al mismo pueblo, pero por otro lado abunda en manifestaciones y exhortaciones a ejecer la misericodia. Así, desde el Libro del Génesis, Dios permite al fratricida Caín vivir y le coloca una señal para que otros no lo maten (Gen 4,1-16). Si bien es cierto que Dios castiga a los hombres con el diluvio en tiempos de Noé, igualmente luego de haber salvado al hombre por el arca, hace alianza con Noé y deja el arco iris como señal de esa alianza en la que promete no volver a destruir al hombre y al mundo con un diluvio. Serría prolijo incluir todos los textos bíblicos de ambos testamentos que tienden a moderar la necesaria justicia con la misericordia, pero conviene citar un texto fundamental manejado por los Padres anteriores a San Agustín y por él mismo:

1.Sométanse todos a las autoridades constituidas, pues no hay autoridad que no provenga de Dios, y las que existen, por Dios han sido constituidas.
2.De modo que, quien se opone a la autoridad, se rebela contra el orden divino, y los rebeldes se atraerán sobre sí mismos la condenación.
3.En efecto, los magistrados no son de temer cuando se obra el bien, sino cuando se obra el mal. ¿Quieres no temer la autoridad? Obra el bien, y obtiendrás de ella elogios,
4.Pues es para ti un servidor de Dios para el bien. Pero, si obras el mal, teme: pues no en vano lleva espada: pues es un servidor de Dios para hacer justicia y castigar al que obra el mal.
5.Por tanto, es preciso someterse, no sólo por temor al castigo, sino también en conciencia.
6.Por eso precisamente pagáis los impuestos, porque son funcionarios de Dios, ocupados asiduamente en ese oficio.
7.Dad a cada cual lo que se debe: a quien impuestos, impuestos; a quien tributo, tributo; a quien respeto, respeto; a quien honor, honor.
Se trata de un texto al que acuden muchos de los Padres de la Iglesia al tratar este tema de la pena capital A algunos de ellos les sorprende la contundencia de San Pablo al afirmar que “no hay autoridad que no pro, venga de Dios, y las que existen, por Dios han sido constituidas”, debido en parte a la arbitrariedad con la que bastantes gobernantes perseguían a los cistianos. San Ambrosio, a quien podemos llamar en cierta manera el mentor de San Agustín debido a su papel en su conversión, Él, igua que la misma Sagrada Escritura, como en general los Padres anteriores, refleja las mismas actitudes comunes respecto a la pena y castigo, es decir, ciertamente hay que ser justos a la hora de castigar los delitos, pero así como Dios aminor lor rigores de la justicia con su misericordia, un gobernante cristiano ha de hacer lo mismo. San Ambrosio actuó con contundencia cuando el Emperador Teodosio fue responsbable de una matanza en Tesalónica. Obligó al mismo Emperdor a hacer penitencia pública y le recordó que el Emperador es miembro de la Iglesia, que no está por encima de ella.

En el caso de San Agustín, no podía ser de otra manera para un hombre que contaba con un conocimiento y penetación extraoridinarios de la Palabra de Dios, al igual que la Tradición de la Iglesia. Al inico de su ministerio episcopal se empeño a fondo en el esfuerzo por resolver el cisma de los donatistas a través del diálogo y un gran esfuerzo por lograr superar las divisiones y alcanzar la comunión de ellos en la gran Iglesia. A este esfuerzo enorme dedicó unos 10 años. Hay que tomar en cuenta que los donatistas se consideraban la Iglesia pura debido a su intransigencia al acusar a varios obispos de haber entregado los libros litúrgicos a las autoridades (llamados traditores, del verbo tradere que significa “entegar”) durante la persecución del Emperador Diocleciano en los años 303-305. Además, ellos contaban con un grup de revoltosos llamados circumcelliones o de lo que podríamos llamar en la terminología actual terroristas, de manera que no se trataba de una disputa circunscrita a cuestiones teológicas como el valor del bautismo y la ordenación de los cismátios y herejes, sino una cuestión de la seguridad pública. En una ocasión San Agustín logró evitar ser asaltado por ellos casi por milatro al haber cambiado de camino un poco antes. Por lo tanto, al final, sintió la necesidad de buscar el apoyo del brazo secular para intentar arreglar este problema. Es un episodio sumamente estudiado. Aquí no se puede entrar en detalles, pues se necesitaría un libro entero para tratar este tema.

San Agustín vivió en una época bastante convulsa y ciertamente valoraba el la importancia de orden el la sociedad, pues define la paz como “la tranquilidad en el orden”. Como los demás Padres, reconnoce el derecho de la autoridad pública a recurrir a la pena capital para proteger la sociedad de los crímenes de malhechores que tendían a alterar tal orden. Como es bien conocido, San Agustín tenía un concepto realista del hombre herido por el pecado y la concupiscencia e incapaz por sus propios esfuerzos de hacer el bien, y por ellos más difícil alcanzar un orden justo en la sociedad. Aunque se empeño a fondo en la resolución del conflicto religioso y social con el donatismo a través del diálogo, llegó a la conclusión de que este método tenía sus límites. Reconoce el derecho del gobernante a recurrir a la pena capital en el caso de los delitos más graves, también considera que un gobernante justo, motivado por principios cristianos templaría la justicia con la misericordia.

Siguiendo la misma línea establecida por la Sagrada Escritura y la Tradición de la Iglesia representada por los Padres y de manera especial San Agustín, Santo Tomás defiende el derecho del gobernante a ajusticiar a un malhechor que comete delitos muy graves contra la sociedad y utiliza la analogía de la amputación de un miembro del cuerpo humano para salvar la vida de un hombre. Por lo tanto, se puede deducir que debería de tratarse de un peligro grave para la sociedad.
Todo poder correctivo y sancionario proviene de Dios, quien lo delega a la sociedad de hombres; por lo cual el poder público está facultado como representante divino, para imponer toda clase de sanciones jurídicas debidamente instituidas con el objeto de defender la salud de la sociedad. De la misma manera que es conveniente y lícito amputar un miembro putrefacto para salvar la salud del resto del cuerpo, de la misma manera lo es también eliminar al criminal pervertido mediante la pena de muerte para salvar al resto de la sociedad.
Igualmente otros grandes teólogos como Francisco de Vitoria y posteriomente San Alfonso Ligorio, Doctor de la Iglesia debido precisiamente a su gran importancia en el campo de la moral, defienden el derecho a la aplicación de la pena de muerte en el caso de ofensas graves a la sociedad.

Paso ahora a señalar lo que han afirmado algunos Papas acerca de este tema: El Papa Inocencio III (1198-1216) , en el caso del problema de los albigenses en el sur de Francia, una secta neognóstica que además de caer en la misma herejía duallista gnóstica que tantos problemas provocó a la Iglesia del siglo II, representaba un grave peligro para la paz social, por todo ello este Papa declaró una cruzada en su contra:

El poder secular puede sin caer en pecado mortal aplicar la pena de muerte, con tal que proceda en la imposición de la pena sin odio y con juicio, no negligentemente pero con la solicitud debida.
El Papa San Pío V (1566-1571), uno de los grandes papas reformistas que se dedicó con gran energía a implementar los decretos del Concilio de Trento, amén de convocar una cruzada en contra del peligro de los turcos que llevó a la victoria de la Batalla de Lepanto (1571) de parte de la Armada Cristiana, tiene lo siguiente que decir acerca de la pena de muerte, no ya sólo en el caso del homicidios y revueltas, sino en el caso de la homosexualidad y la efebofilia de parte del clero:

Por lo tanto, el deseo de seguir con mayor rigor que hemos ejercido desde el comienzo de nuestro pontificado, se establece que cualquier sacerdote o miembro del clero, tanto secular como regular, que cometa un crimen tan execrable, por la fuerza de la presente ley sea privado de todo privilegio clerical, de todo puesto, dignidad y beneficio eclesiástico, y habiendo sido degradado por un juez eclesiástico, que sea entregado inmediatamente a la autoridad secular para que sea muerto, según lo dispuesto por la ley como el castigo adecuado para los laicos que están hundidos en ese abismo
(Horrendus illud scelus, 1568, que traducido significa “Aquel horrendo crimen”, de manera que se ve que la preocupación de la Iglesia por este tipo de crimen no es reciente. También en el siglo XVII, el Papa Benedicto XIV, gran canonista, dictó normas en contra de la pederastia de parte del clero).

Por si alguien piensa que esta doctrina proviene solamente de siglos pasados, el Papa Pío X en su catecismo, pregunta si “Hay cosas en las que es lícito matar?” Y responde: “
Es lícito matar cuando se lucha en una guerra justa; cuando se ejecuta una sentencia de muerte por orden de la autoridad suprema; y finalmente, en casos de necesaria y legítima defensa de la propia vida contra un agresor injusto.
También el Papa Pío XI tiene esto que decir:

Incluso en el caso de la pena de muerte el Estado no dispone del derecho del individuo a la vida. Más bien la autoridad pública se limita a privar al delincuente de la vida en expiación por su culpabilidad, después de que él mismo, con su crimen, se ha privado del derecho a la vida.
Se trata de expiación por la una culpa obviamente muy grave.

Pasamos ahora al período después del Vaticano II y la intervención del Papa San Juan Pablo II en su Encíclica Evangelium Vita, 52-56, en la que trata del tema de la pena de muerte y su intervención representa un cierto cambio y una cierta adaptación a la sensibilidad actual:

Dios se proclama Señor absoluto de la vida del hombre, creado a su imagen y semejanza (cfr.Gen 1, 26-28). Por tanto, la vida humana tiene un carácter sagrado e inviolable, en el que se refleja la inviolabilidad misma del Creador. Precisamente por esto, Dios se hace juez severo de toda violación del mandamiento "no matarás", que está en la base de la convivencia social.
Dios es el defensor del inocente (cfr. Gen 4, 9-15; Is 41,14; Ier 50,34; Sal19/18,15). También de este modo demuestra que "no se recrea en la destrucción de los vivientes" (Sap 1, 13). Sólo Satanás puede gozar con ella: por su envidia la muerte entró en el mundo (Jn 8, 44), engañando al hombre, lo conduce a los confines del pecado y de la muerte, presentados como logros o frutos de vida.

Matar un ser humano, en el que está presente la imagen de Dios, es un pecado particularmente grave. ¡Sólo Dios es dueño de la vida! Desde esta perspectiva situamos el problema de la pena de muerte, respecto a la cual hay, en la Iglesia como en la sociedad civil, una tendencia progresiva a pedir una aplicación muy limitada e, incluso, su total abolición. El problema se enmarca en la óptica de una justicia penal que sea cada vez más conforme con la dignidad del hombre y por tanto, en último término, con el designio de Dios sobre el hombre y la sociedad. En efecto, la pena que la sociedad impone "tiene como primer efecto el de compensar el desorden introducido por la falta". La autoridad pública debe reparar la violación de los derechos personales y sociales mediante la imposición al reo de una adecuada expiación del crimen, como condición para ser readmitido al ejercicio de la propia libertad. De este modo la autoridad alcanza también el objetivo de preservar el orden público y la seguridad de las personas, no sin ofrecer al mismo reo un estímulo y una ayuda para corregirse y  enmendarse.

Es evidente que, precisamente para conseguir todas estas finalidades, la medida y la calidad de la pena deben ser valoradas y decididas atentamente, sin que se deba llegar a la medida extrema de la eliminación del reo salvo en casos de absoluta necesidad, es decir, cuando la defensa de la sociedad no sea posible de otro modo. Hoy día, sin embargo, gracias a la organización cada vez más adecuada de la institución penal, estos casos son ya muy raros, por no decir prácticamente inexistentes.


Nótese que los motivos que justifican las penas son: a necesidad de compensar el desorden introducido en la sociedad, la expiación del crimen, la reparación del daño causado a la sociedad. Sinentrar en la moralidad de la pena capital, tiende a reducir drásticamente su posible aplicación por la consideración según la cual no sería necesaria en el caso de que haya una adecuada organización de la “institución penal”. Se trataría, pues, de un juicio prudencial aplicable en estos tiempos y no una descalificación de la pena capital en sí misma.


Estos puntos quedan recogidos en el Catecismo 2265-2267: ver este pasaje clave:


Dios se proclama Señor absoluto de la vida del hombre, creado a su imagen y semejanza (cfr.Gen 1, 26-28). Por tanto, la vida humana tiene un carácter sagrado e inviolable, en el que se refleja la inviolabilidad misma del Creador. Precisamente por esto, Dios se hace juez severo de toda violación del mandamiento "no matarás", que está en la base de la convivencia social.
Dios es el defensor del inocente (cfr. Gen 4, 9-15; Is 41,14; Ier 50,34; Sal19/18,15). También de este modo demuestra que "no se recrea en la destrucción de los vivientes" (Sap 1, 13). Sólo Satanás puede gozar con ella: por su envidia la muerte entró en el mundo (Jn 8, 44), engañando al hombre, lo conduce a los confines del pecado y de la muerte, presentados como logros o frutos de vida.

Matar un ser humano, en el que está presente la imagen de Dios, es un pecado particularmente grave. ¡Sólo Dios es dueño de la vida! Desde esta perspectiva situamos el problema de la pena de muerte, respecto a la cual hay, en la Iglesia como en la sociedad civil, una tendencia progresiva a pedir una aplicación muy limitada e, incluso, su total abolición. El problema se enmarca en la óptica de una justicia penal que sea cada vez más conforme con la dignidad del hombre y por tanto, en último término, con el designio de Dios sobre el hombre y la sociedad. En efecto, la pena que la sociedad impone "tiene como primer efecto el de compensar el desorden introducido por la falta". La autoridad pública debe reparar la violación de los derechos personales y sociales mediante la imposición al reo de una adecuada expiación del crimen, como condición para ser readmitido al ejercicio de la propia libertad. De este modo la autoridad alcanza también el objetivo de preservar el orden público y la seguridad de las personas, no sin ofrecer al mismo reo un estímulo y una ayuda para corregirse y  enmendarse.

Es evidente que, precisamente para conseguir todas estas finalidades, la medida y la calidad de la pena deben ser valoradas y decididas atentamente, sin que se deba llegar a la medida extrema de la eliminación del reo salvo en casos de absoluta necesidad, es decir, cuando la defensa de la sociedad no sea posible de otro modo. Hoy día, sin embargo, gracias a la organización cada vez más adecuada de la institución penal, estos casos son ya muy raros, por no decir prácticamente inexistentes.


El Papa Francisco recientemente, teniendo en cuenta el Jubileo Extraordinario de la Misericordia , ha apelado a los Estados de dejar de aplicar este pena al menos en esta ocasión. También ha tenido otras intervenciones sobre el tema. En su discurso ante el Congreso de los Estados Unidos ha pedido la eliminiación de la pena de muerte. Sin embargo, es competencias de las legislaturas estatales y varía según los Estados. Pareciera que es un tema favorita de él considerando el número de veces que lo ha tocado. Debido a su gran insistencia en la misericordia, se puede comprender su rechazo de la pena de muerte. Ciertamente es notable la insistencia del Papa Francisco sobre este tema. Ha escrito una carta al Presidente de la Comisión Internacional contra la Pena de Muerte https://w2.vatican.va/content/francesco/es/letters/2015/documents/papa-francesco_20150320_lettera-pena-morte.html


Como es lógico, parte de la doctrina ya existente de parte del Papa Juan Pablo II, arriba citada como del Catecismo.

Los Estados pueden matar por acción cuando aplican la pena de muerte, cuando llevan a sus pueblos a la guerra o cuando realizan ejecuciones extrajudiciales o sumarias. Pueden matar también por omisión, cuando no garantizan a sus pueblos el acceso a los medios esenciales para la vida. «Así como el mandamiento de “no matar” pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir “no a una economía de la exclusión y la inequidad”» (Evangelii gaudium, 53).
La vida, especialmente la humana, pertenece sólo a Dios. Ni siquiera el homicida pierde su dignidad personal y Dios mismo se hace su garante. Como enseña san Ambrosio, Dios no quiso castigar a Caín con el homicidio, ya que quiere el arrepentimiento del pecador y no su muerte (cf. Evangelium vitae, 9).
Al mencionar la guerra, no la cualifica con la frase “guerra justa”. No son pocos que hoy en día proponen el argumento según la cual una guerra moderna no puede en ningún caso ser justa, debido al tipo de armamento que se utiliza y dificulatad de evitar que las poblaciones civiles queden afectadas, como se ve de manera patente en la actual guerra de Siria. También está la experiencia de la Segunda Guerra Mundial, que probablemente empezó como una guerra justa, pero antes del final, las mismas potencias occidentales democráticas comoson Estados Unidos y Gran Bretaña, realizaron unos bombardeos sobre ciudades alamanas, como es el caso de los ataques a Dresde, que no parecen haber tenido ningún objetivo de tipo militar. En Dresde, muuieron más personas que en Hiroshima. Como el ejemplo de lo que sucedió en los años 30 cuando Hitler subió al poder, el pacifivisimo es muy peligroso, porque parece ser una invitación a los agresores a atacar. Parece que en este momento la Santa Sede favorece un ataque militar para acabar con el Estado Islámico, de manera que no se puede decir que la Iglesia rechaza ya la doctrina clásica de la guerra justa, formulada por San Agustín y Santo Tomás de Aquino.


Conclcusión


El Papa Francisco parece “empujar más el sobre” (como se dice en inglés) en el caso de la pena capital al afirmar que hoy en día es “inadmisible”. No abunda en los motivos de esta afirmación, pero es de suponer que son los que señalaba Juan Pablo II arriba mencionados. Con esta palabra evita pronunciarse sobre la moralidad de esta pena extrema. ¿Qué significa “inadmisible”? Pues que se debe de considerar inaceptable. ¿Cómo puede ser inadmisible o inaceptable y no ser inmoral? Suponemos que el Papa es consciente de toda la carga de pruebas desde la misma Sagrada Escritua, los Padres de la Iglesia, grandes doctores y el mismo Magisterio de muchos papas a lo largo de los siglos, de manera que no puede decir que es inmoral o que está prohibida. ¿Si hoy en día es inadmisible, podrían darse circunstancias en el futuro en las cuales sería admisible? ¿Se trata de un juicio moral o de un juicio prudencial que el Papa considera perentoria en las circunstancias actuales, pero no vinculante en otras? Si es “inadmisible”, ¿quiere decir que legisladores que mantienen leyes que mandan aplicarla, jueces que aplican tales leyes, verdugos que las ejecutan cometen pecados si cumplen sus funciones, o que debieran declarse objetores de conciencia y rehusar la aplicación de tales leyes y sentencias? El Papa Francisco no responde a tales preguntas, pero a mi parecer, dado que NO PUEDE SER DECLARADA INMORAL debido al cúmulo de doctrina que la avala, aunque tanto en la misma Sagrada Escritura como en la Tradición de la Iglesia, se tiende a motivar a los gobernantes a ejercer misericordia, no es inmoral ni están obligados a declararse objetores de conciencia. No se trataría de la cooperación en un mal, como sería el caso de parliamentarios, médicos y otro personal que coopera en el aborto o la eutanasia. Pese a que el Papa Francisco lleva una campaña notable e insistente para intentar lograr la eliminiación de la pena capital. El Papa Francisco afirma en un vídeo: “De hecho, hoy día la pena de muerte es inadmisible, por cuanto grave haya sido el delito del condenado. Es una ofensa a la inviolabilidad de la vida y a la dignidad de la persona humana que contradice el designio de Dios sobre el hombre y la sociedad y su justicia misericordiosa, e impide cumplir con cualquier finalidad justa de las penas. No hace justicia a las víctimas, sino que fomenta la venganza”. (https://www.aciprensa.com/noticias/papa-francisco-pena-de-muerte-ofende-la-dignidad-del-hombre-y-atenta-contra-dios-29350/). A  mi parecer, esto no cuadra con lo que he recogido arriba tanto de la Sagrada Escritura como de toda la Tradición de la Iglesia.  No veo cómo esta afirmación puede ser una evolución dela doctrina anterior, cando a todas luces es contraria a ella.  Si la pena de muerte es "inadmisible hoy en día", quiere decir que era admisible antes. Pero, si es "una ofensa a la inviolabilidad de la vida y ala dignidad de la persona humana que contradice el designio de Dios, sobre el hombre y la sociedad", ¿cómo es que en el pasado hubiera sido admisible, dado que el Papa la condena con tanta dureza?  ¿Acaso la moralidad de un acto puede cambiar tan radicalmente dependendo de la circumstancia del tiempo o la epoca en la que se realiza el acto? ¿Còmo es posibkle que una práctica permitida no sólo por el Antiguo Testamento, sino también por el nuevo, y en toda la Tradición de  la Iglesia, también por Papas recientes, como he señalado arriba llegue ahora a ser tan claramente rechazada y declarada injusta? Si es un acto intrínsecamente malo, como parece indicar el Papa Francisco, ¿cómo es que lo haya permitido la Sagrada Escritura y la entera Tradición de la Iglesia?

Ahora bien, se podría preguntar sobre la conveniencia de este tipo de campañas de parte del mismo papa, la Conferencia Episcopal de Estados Unidos y muchos de sus miembros en declaraciones individuales. La Iglesia tanto en Estados Unidos como en los demás países se ha opuesto frontal y constantemente al aborto, la eutanasia y el así llamado “matrimonio gay”, que sin una sombra de duda constituyen un mal muy grave para las personas y la sociedad. ¿No será que esta campaña en contra de la pena de muerte confunda a los fieles y a los demás ciudadanos, no muy capaces en el momento de hacer distinciones teológicas entre doctrina de la Iglesia es es moralmente vinculante y juicios prudenciales? Creo que sí existe este peligro, pero hemos de suponer que ni el papa ni los obispos consideran tan importante tal peligro como para que no insistan tanto en la eliminación de la pena de muerte.


Otro tema es que si la muerte física es un mal tan grave para el cristiano que en ocasiones se tiene que sacrificar. No es un bien absoluto, pues si así fuera, el martirio no sería un acto tan apreciado desde siempre en la Iglesia. Se puede exponer la vida al peligro de perderla por motivos congruentes, como para salvar la vida de otros en actos heroicos, o en el caso de los agentes de Policía y los bomberos para salvaguardar la vida de otros o para proteger la sociedad. El cristiano considera que en esta vida somos peregrinos y vamos haica la patria verdadera. Además, cualquier cristiano ha de preferir la muerte que cometer un pecado mortal, pues así gana el verdadero premio de la vida eterna. También en el caso de una guerra justa. Es curioso, por decir poco, que toda esta sensibilidad acerca de la pena de muerte tiene más fuerza en países donde se ha perdido la fe cristiana y se tiende a perseguir y ridiculizar a los que hacen manifestaciones públicas de su fe cristiana, como es el caso de Europa. ¿Alguna vez, un político hace referencia a Dios en un discurso o actuación pública? En los últimos tiempos hay un laicismo cada vez más radical y beligerante en contra del Catolicismo, pero la historia de España y su cultura es incomprensible sin la Iglesia. En cambio, en Estados Unidos, es completamente natural escuchar a politicos referirse a Dios. Los fundadores de la república tenían bien asimilado el hecho de que el experimento de una república con las características necesariamente tenía que fundamentarse “en Dios”. Por algo está escrito en el dólar “en Dios confiamos”, en la promesa de fideliad que se hace ante la bandera se menciona que se trata de “una nación bajo Dios”. Cada sesión del Congreso comienza con una oración recitada por el capellán. Sin embargo, es el país occidental en el que más se mantiene la pena de muerte. ¿Algo se podrá deducir de este hecho? También, cabe señalar que en los Estados de los Estados Unidos donde se practica la pena de muerte, se aplica solamente a casos verdaderamente extremos y algunos de los que han cometido crímenes atroces. Algunos de los condenados  reconocen posteriormente que por lo que han hecho, en justicia se lo merecen y la aceptan de buen grado.    


Es más, los países que más se oponen a la pena de muerte ya han normalizado el aborto y lo han convertido en un pseudo derecho, un derecho a matar a los seres más inocentes gracias a aspiradoras que trituran sus pequeños cuerpos o quemándolos con una solución salina. Recientemente he leído que en algún Estado de Estados Unidos se ha propuesto que se mate a los niños no nacidos con una solución salina que no les duela. A tal extremo se ha llegado, les preocupa que al niño no nacido le duela el asesinato sanitaria que le administran, mientras se rasgan las vestiduras sobre la pena de muerte.