sábado, 21 de enero de 2017

INICIO DEL MINISTERIO PÚBLICO DE JESÚS SEGÚN SAN MATEO

HOMILÍA, III DOMING DE TIEMPO ORDINARIO, CICLO A, 22 DE ENERO DE 2017.

A lo largo de este año, nos toca escuchar una lectura contínua del Evangelio y hoy se comienza  con el traslado de Jesús de Judea a Galilea, con la noticia de la muerte de San Juan Bautista. Dado que San Mateo escribía su evangelio para cristianos de origen judía, con no poca frecuencia nos indica con citas del Antiguo Testamento cómo Jesús va cumpliendo lo previsto en las profecías antiguas. Así es hoy también. Nuestra primera lectura del libro de Isaías, que cita San Mateo, se lee también en tiempo de Adviento. Está situada alrededor del año 721. a. C. cuando el Imperio de Asiria, que como todo gran imperio aplastaba los pequeños países o los sometía su hegemonía, conquistó el reino del NOrte de Israel, cuya capital estaba en Samaría. La política de Asiria consistía en llevar parte de la población de un país conquistado a otra parte del imperio y trasladar a otra población a ese lugar. Así es cómo llevaron a Samaría a muchos paganos. Así es como empieza nuestra primera lectura del Profeta Isaías hoy: "El Señor humilló la tierra de Zabulón y la tierra de Naftalí". La Biblia cuenta que al ingresar en la Tierra Prometida, bajo Josué, la tierra fue asignada a las doce tribus, y el territorio alrededor del Lago de Galilea le tocó a la tribu de Neftalí y un poco más al sur, la tierra de Zabulón. precisamente la zona de Galilea donde Jesús daba inicio a su ministerio. Debido a esta desgracia, permitida por Dios como castigo de los pecados del los israelitas, la zona había caído en la tiniebla, por el dominio de los paganos. Dios promete que va a brillar una gran luz. "Sobre los que vivía en una tierra tenebrosa, brilló una gran luz". Se trata de una ocasión de gran alegría y el profeta la describe como la distribucuón del botín cuando se ha ganado una batalla o  la liberación del pueblo de un gran yugo de la esclavitud. El pueblo que vivía en las tenieblas ha visto una gran luz". El cumplimiento de las profecías así como los milagro portentosos, también previstos por los profetas eran para los primeros cristianos pruebas evidentes de la autenticidad de la misión de Jesús como Mesías. Ellos también experimentaban en sus propias vidas esta liberación y esta gran luz al llegar a la fe en Jesucristo, Hijo de Dios y Salvador.

El tema de la luz y las tinieblas es recurrente en los Evangelios y en todo el Nuevo Testamento. ¿Qué significa? A nosotros que contamos con la luz  eléctrica no nos impresionan tanto las tinieblas. En aquella épioca, una vez que se ponía el sol, se contaba tan solo con unas candelas, o si uno contaba con más recursos, con unas lámparas de aceite, para poder ver el la noche. Por ello, se acostaban temprano y se levantaban al salir el sol. Además, pensaban que una multitud de demonios habitaban en lugares oscuros entre las rocas etc. y tenían que andar con mucho cuidado para que no se metiera algún demonio en su cuerpo, el el brazo u otro miembro. La noche no era momento para viajar, dado que fácilmente se podía tropezar y caer, además, del hecho de que los que asaltaban en los caminos hacían sus fechorías en la noche. En cambio, de día uno puede realizar con faciliadad las tareas necesarias para la vida, y en un país como Israel donde hay mucho sol, como también en España, se aprecian los días de sol. No es de extrañar que los egipcios y otros consideraban que el sol era un dios, pues de su luz depende toda vida. Sin luz y agua no hay plantas, y el hombre no puede sobrevivivir.

La luz es un medio por el cual se nos manifiesta la realidad. Gracias a ella entramos en contacto directa con nuestro mundo de alrededor. También existe la luz del entendimiento o la razón, gracias a la cual podemos comprender nuestro mundo y razonar, es decir, sacar conclusiones de unas premisas de acuerdo con las leyes de la lógica, que es cómo funiona nuestra mente. La Biblia nos dice que Dios es luz, y no hay en Él tiniebla alguna, significa que simbólicamente las tinieblas se refieran al mal que provoca miedo  y angustia en el hombre, mientras así como la vidia proviene de la luz del sol, paralelamente todo bien proviene de Dios. Existe también lo que se llama "la luz de la gloria" (lumen gloriae). En el cielo, nos encontraremos con a nueva realidad maravillosa y misteriosa que va mucho más allá de la fuerza y la capacidad de nuestra pobre y fatigosa razón. Por ello, Dios nos dará esa  nueva luz por la cual podremos captar lo que "ojo no ha visto, ni oído escuchado" entre aquello que Dios tiene reservado para los santos. En todo caso, a través de nuestra incorporación a Jesucristo en el bautismo, se comienza ya en esta vida esta nueva realidad, y somos "iluminados" (en la antiguedad el bautismo se llamaba iluminación, o photismós  en griego). De momento en este mundo contamos tan solo con una luz ténue que también se puede perder debido a la posibilidad de caer en el pecado y dejar de "caminar en la novedad de vida", como dice San Pablo. Pues, el inicio de la predicación de Jesús  en Galilea  significa la llegada de esta gran luz prevista por Isaías unos sietecientos años añtes.

A  nosotros no nos es fácil reconocer nuestros vicios y malos hábitos, de manera que sin duda todos tenemos   no pocas tinieblas dentro. Al inicio de la misa realizamos la Liturgia Penitencial y reconocemos que hemos pecado de palabra, obra y omisión y nos golpeamos el pecho. Este gesto no es algo que no tenga que ver con la realidad de nuestra vida. Si al examinar nuestra conciencia, no encontramos pecados graves, es una gracia de Dios, pero eso no quita que tengamos al enemigo dentro, como una suerte de quinta columna o caballo de Troya. No cabe duda de que somos los peores jueces de nuestra propia causa y que somos expertos en condenar a los demás por sus errores y pecados. Jesús lo dice bein en el Evangelio cuando dice que tenemos que quitas la viga de nuestros propios ojos para poder ver la paja que hay en el del otro. Nadie, por su propia voluntad, sin la gracia de Dios, puede  evitar definitivamente el pecado por largo tiempo. Esto se debe a que hemos quedado heridos por el pecado original que sí se ha quitado con el bautismo, pero queda esta debilidad que se llama concupiscencia. Esta tendencia consiste en nuestra incapacidad de someter las fuerzas de las pasiones y los instintos al dominio de la razón ilumnada por la fe, y tenemos una tendencia al mal  que hay que controlar. Eistein decía que había dos cosas que le llamaban poderosamente la atención: el orden del universo y la capacidad de autoengañarse el hombre. Lo vemos claramente en el caso del alcohólico que no reconoce que tiene un problema con la bebida. Preguntémonos hoy al inicio de esta año 2017, cuáles son las tinieblas que hay en mi vida. Todos los santos y maestros espirituales insisten en la importancia del conocimiento propio, y no creamos que es fácil porque no nos gusta reconocer los vicios que tenemos. Que el Señor no dé su luz para acoger su gracia y caminar en la luz por el camino él nos ha marcado en el Evangelio. Tenemos una nueva oportunidad para hacerlo al inicoi de este nuevo año.          

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