sábado, 29 de febrero de 2020

CREACIÓN Y PECADO ORIGINAL

HOMILÍA PRIMERO DOMINGO DE CUARESMA, CICLO A, 1 DE MARZO DE 2020

Nuestra primera lectura de hoy es Libro del Génesis, palabra que se deriva de nacimiento o principio. Contiene dos relatos de la creación, la primera y más conocida trata de la creación del mundo en siete días con el hombre al final creado a imagen y semejanza de Dios como culmen de la creación y luego el sábado, el día en que Dios descansó y el pueblo también. Hoy nos toca unos extractos del c. 2 y 3, La segunda versión de la creación del hombre y la mujer se presenta en el c. 2. "El Señor Dios modeló al hombre del suelo, sopló en su nariz un aliento de vida, y el hombre se convirtió en ser vivo".  En la Biblia, Dios es el que vive y da la vida, que es lo que hace aquí al hombre que tiene su origen en el polvo de la tierra. Igualmente, el aliento simboliza la vida y la misma palabra aliento o soplo, en hebreo ruaj, en griego pneuma y en latín spiritus, el aliento también simboliza la vida y Dios se lo dio a Adán.

Nos es muy fácil reconocer el mal que hay a nuestro alrededor y quejarnos: existen los males físicos como pueden ser los terremotos, los huracanes y otros desastres naturales como también los accidentes que nos suceden y hacen sufrir. Luego en el campo de la moral encontramos un sin fin de males provocados por el hombre en su mal uso del gran don del libre albedrío que Dios nos ha regalado. En el campo de la política, parece que el mal cunde más que antes. El robo de centenares de millones de euros de parte de políticos, la mentira constante, incluso en la misma sede parlamentaria, el hecho de que los mismos gobernantes hacen caso omiso de las leyes, la introducción y aprobación de leyes inmorales como las que aprueban los males más nefastos como el aborto, la eutanasia y las que favorecen el así llamado LGBT ya no llaman la atención ni escandalizan. En medio de tanto mal y escándalo en la vida política e incluso en la Iglesia, nos conviene fijarnos hoy en la obra maravillosa que ha realizado Dios a favor nuestro en su creación y en parte queda expresada en nuestra primera lectura de hoy.

El Señor Dios plantó un jardín en Edén, hacia oriente y colocó en él al hombre que había modelado. Cabe señalar que el jardín de Edén lo plantó Dios mismo y lo llenó de "toda clase de árboles hermosos de ver y buenos de comer". No se trata de una selva que no necesita de un cultivo racional y planificado como es el caso de un jardín. Un jardín es como una obra de arte y ha de ser hermoso debido a la combinación de la obra de la razón humana y la selva que proviene de la naturaleza. El hombre encuentra la selva, limpia el terreno y siguiendo un plano que había concebido antes, lo va ordenando con árboles, flores, caminos, fuentes y demás aspectos que hacen de los jardines unos lugares privilegiados para pasear y descansar.  Conocí  una señora en Florencia cuyo padre había sido arquitecto de jardines y me enseñó un libro con fotos hermosas de todos los jardines que había diseñado. También he tenido la oportunidad de visitar jardines hermosos, por ejemplo los del Palacio de Versalles, otros en Inglaterra y en Irlanda. Dios se esmeró, según el Génesis, en entregar al hombre lo mejor de todo lo que había creado.

El hombre podía disfrutar del fruto de todos los árboles menos uno, el árbol de la vida o del conocimiento del bien y del mal que se encontraba en el medio del jardín. Aparece la serpiente, simbolizando al demonio o Satanás, y con una mentira siembra la desconfianza en Eva, sugiriendo que Dios los engañaba: Bien sabe Dios que cuando comáis de él se os abrirán los ojos y seréis como Dios en el conocimiento del bien y del mal.  Se trataría, pues, no solo de conocer el bien y el mal sino de poder decidir qué es bueno y qué es malo, cosa que el hombre que es una mera criatura de Dios no puede hacer porque el orden del universo lo ha establecido Dios su creador. Se trata de una tentación de soberbia, de pretender que uno es como Dios. Además, la serpiente le dice a Eva que el fruto de ese árbol es sabroso, atrayente y deseable. Claro, el hombre no hace el mal porque lo ve como algo inconveniente que le va a producir muchos problemas. Lo encuentra atrayente. Pongamos el que se apodera de bienes ajenos, pongamos un coche. Ve la utilidad que sería tener ese coche o el dinero que sacaría al venderlo o vender sus repuestos. Lo mismo sucede con los pecados de tipo sexual. Ve pornografía porque le proporciona la liberación de la dopamina en el cerebro y normalmente lo lleva a masturbarse que le da un placer al menos momentáneo. El problema del hombre de hoy que comete cualquier pecado porque a corto plazo ve el placer y conveniencia de tener esa cosa, pero igual que Adán y Eva pronto descubre que la mentira del demonio le provoca muchos más males. Pronto ellos descubrieron que estaban desnudos y tejieron hojas de higuera para taparse, Antes no tenían ese problema, Por algo la Biblia declara al demonio como el Padre de la Mentira, La desnudez implica una vulnerabilidad que en su caso los llevó a taparse con las hojas de higuera.

En nuestra segunda lectura de la gran carta de San Pablo a los Romanos, el apóstol nos presenta con la mejor explicación del Pecado Original y sus consecuencias y al mismo tiempo como Jesucristo que es el Nuevo Adán, el verdadero Jefe de la humanidad redimido nos libera de la esclavitud del pecado que habiendo empezado con Adán y Eva se extendió al mundo entero haciendo que todos seamos víctimas de él: "En resumen, si el delito de uno trajo la condena a todos, también la justicia de uno traerá la justificación y la vida. 

Por lo tanto, ni la Cuaresma es un tiempo lúgubre en el que hemos de andar cabizbajos debido al primero pecado de nuestros primeros padres y luego todos los demás pecados incluyendo los nuestros, sino una ocasión de profundizar en nuestra propia situación, dándonos cuenta de que Dios nunca falla, que una vez que se produjo el pecado, pasó a su nuevo plan maravilloso que se cumple con el nacimiento de Jesús de María Santísima, su vida, predicación, y sobre todo su muerte y resurrección con la que logra el triunfo definitivo del pecado y la muerte y alcanza su plan original de hacer que el hombre comparta con él la verdadera vida que no tiene fin y que ahora todavía no podemos imaginar.






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