viernes, 3 de agosto de 2018

EL PAN DE VIDA

HOMILÍA, DOMINGO XVIII DE TIEMPO ORDINARIO, CICLO B, 5 DE AGOSTO DE 2018.

Hoy proseguimos con el mismo c. 6 del Evangelio de San Juan en el que luego de la multiplicación de los panes y los peces, Jesús se encuentra con la gente que lo ha buscado en en la sinagoga de Cafernaún. Jesús les llama la atención porque ellos los siguen ante todo por les ha dado de comer pan en abundancia y les invita a buscar el pan de la vida que no deja con más hambre sino que perdura hasta la vida eterna, una clara referencia a la Eucaristía. 

Dado que en las lecturas  litúrgicas dominicales suele haber una relación entre el texto de la primera lectura tomada del Antiguo Testamento y el evangelio del ese domingo. Empecemos con  un comentario del texto que nos toca hoy, tomado del c. 16 del Libro del Éxodo. Den entrada, los invito a tomar un tiempo para leer el Éxodo entero, que no llevará mucho tiempo y varios de los episodios son conocidos. El pueblo ha sido liberado de la opresión del Faraón en Egipto y ya están en el desierto, pero no están contentos, pues se quejan de la falta de comida y añoran las cantes, las cebollas y los ajos de Egipto preguntándole a Moisés si no los sacó de Egipto para que murieran de hambre en el desierto. La murmuración es algo muy humano y también es algo que hace un gran daño a las comunidades, pues es muy fácil quejarse, pero hay que preguntarnos qué hacemos nosotros para que las cosas mejoren. 

La realidad es que nada le satisface plenamente al  hombre porque, como decía San Agustín, "nos has hecho para ti y nuestro corazón está inquieto mientras no descansa en ti. En Egipto habían sentido la dureza de los trabajos forzados que les imponía el Faraón, pero resulta que ahora tampoco están satisfechos. Han alcanzado la libertad pero ven que la esclavitud tenía sus ventajas e incluso piensan en volver a ella. Esto pasa en muchas circunstancias, Una pareja joven se casa con una gran ilusión, pero con el pasar del tiempo, la rutina, todo lo que implica la crianza de los hijos, resulta que los sueños de una vida feliz no se cumplen o no se cumplen como se habían imaginado. Igualmente, el joven que se gradúa de la universidad, se llena de felicidad, pero se tiene que enfrentar luego con la dura batalla de lograr un puesto de trabajo, y superar la falta de experiencia que es normal cuando un da inicio a la vida laboral. Hay parejas que se hartan  uno del otro y buscan la “aventura” con un o una amante, como si la vida tuviera que ser una aventura, sino más bien una lucha constante. Es bien conocido la así llamada crisis de los 40 años que suele darse en la vida de muchas parejas.

En la segunda parte de nuestra lectura, Dios responde mandándoles el maná (en hebreo “manhú” que significa ¿qué es? , y codornices, de manera que cada mañana estaría el desierto cubierto del maná  y lo tendrían que recoger para luego convertirlo en pan. Como, constatamos en el resto de los libros que describen las andanzas del pueblo en el desierto que duraron 40 años, sobre todo el Libro de los Números, otra vez se cansaron del maná y de la carne de codorniz y se pusieron a murmurar en contra de Moisés.

La gente le dice a Jesús que Dios les dio a los hebreos pan de ángeles en  el desierto par de vida, pero Jesús los corrige al decir que sólo su Padre da el verdadero pan de vida, pues los antiguos del desierto murieron, pero el pan que él dará los conducirá a la vida eterna. Pero ellos entienden mal. E la Biblia, la vida es de Dios, y él la da como don. Aquí no se trata de la vida física o la muerte física sino la muerte eterna que produce el pecado. EI pecado se parece mucho a una adicción. Vemos, por ejemplo la adicción al alcohol o al sexo, Primero, el adicto se encuentra con una situación difícil, que le provoca dolor y sufrimiento. Esto varía mucho. Encuentra que en un primer momento el trago, la pornografía, la masturbación, los sueños románticos, o la prostitución, la homosexualidad le proporciona un cierto alivio pero con el pasar del tiempo no funciona de manera que tiene que ver más pornografía y pornografía más dura, por ejemplo, hasta la pornografía infantil, de manera que llega a hacer cosas que al inicio no se hubiera permitido de ninguna manera. Su adicción viene a ser una esclavitud. Afecta muchos aspectos de su vida, su familiar, su trabajo, su relación con Dios. Poco a poco va matando la conciencia. En realidad, es una surte de muerte, aunque todavía no lo lleva a la muerte física. Todo pecado es una esclavitud que le priva al hombre de la verdadera vida que es la que Dios le ha comunicado en el bautismo, lo que llamamos la vida de gracia, que lleva a la práctica de las virtudes, en primer lugar la fe, la esperanza y el amor. Si no  fuera por la misericordia de Dios, sería imposible liberarse de tales situaciones.


Bueno, Jesús ofrece el “pan de vida que es alimento para la vida eterna”. La via eterna para San Juan es la vida verdadera, es decir, la unión con Dios por Jesucristo que nos une al Padre por la acción del Espíritu Santo. Hoy en día, los médico se dan cuenta cada vez más que la solución de muchas enfermedades está en lo que comemos. Si comemos saludablemente, nos haremos fuertes y saludables. Algo análogo sucede con la Eucaristía, que es lo que nos ha de dar fuerzas para no caer en el pecado y la muerte eterna. Obviamente, esto no es algo automático, sino que depende de nuestra colaboración con Dios. No basta acudir rutinariamente a la comunión sin daros cuenta de lo que significa Cuando el sacerdote o el ministro dice “EI Cuerpo de Cristo” y nosotros respondemos “Amén”, no sólo expresamos nuestra fe en su presencia en la forma del pan y del vino, sino que nos comprometemos a vivir conforme a lo que nos pide Jesús. Ojalá no seamos como los hebreos en el desierto que se quejaron y querían volver a la esclavitud, es decir, la esclavitud del pecado sino que realmente dejemos que el Cuerpo y la Sangre de Jesús sean fuente de verdadera vida, es decir de la comunión con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo que todavía no es plena en este mundo, pero es real y tiende a llevarnos a la plenitud de la vida verdadera que ya ha empezado dentro de nosotros. 

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