sábado, 18 de agosto de 2018

LA EUCARISTÍA Y EL BANQUETE CELESTIAL

HOMILÍA, DOMIGO XX DE TIEMPO ORDINARIO, 19 DE AGOSTO DE 2018.

Hoy llegamos al final del gran capítulo 6 del Evangelio de San Juan, y Jesús en vez de echar marcha atrás debido a que los oyentes no capataban el sentido de su mensaje, lo reitera con fuerza diciendo: El que come mi carne y bebe mis sangre, permanece en mí y yo en él". Esta palabra "permanecer" la vuelve a utilizar Jesús en la úlitma cena al hablar de la vid y los sarmientos. Así como el alimento físico se hace parte de nuestro cuerpo por el proceso de la digestión, el alimento celestial que es la Eucaristía, también "prenda de vida eterna" (St. Tomás de Aquino) y "fámaco para la inmortalidad" (San Ignacio de Antioquía). Dado que solo en Jesús podemos alcanzar la salvación y lo que de una y otra manera anhelamos todos esta unión con Jesús que nos proporciona la Eucariistía recibida con fe, esperanza y caridad es esencial para poder entrar en plena comunión con él.

En la primera lectura, el Libro de los Proverbios personalizando la sabiduria como una mujer que prepara un banquete de majares succulentos y de vinos exquisitos e invita a todos a participar en este banquete. Sabemos que con mucha frecuencia la Biblia presenta el cielo como un banquete, pues aqui en la tierra siempre que queremos celebrar una gran fiesta organizamos un gran banquete, sea en la Navidad,  boda, el cumpleaños etc. Es uno de los momentos de comunión y fraternidad más intensos que compartimos. Por ello, nosotros debemos de anhelar alcanzar participar en el banquete celestial, pero de momento tenemos como prenda y adelanto nuestra participación en el banquete eucaristico en el que compartimos el pan de vida, el cuerpo y la sangre del Señor, que es "pan para el camino" y alimento de vida eterna.

San Pablo en su gran Carta a los Efesios nos deja unos consejos prácticos para poder caminar en la novedad de vida que se nos ha dado en Jesús en el bautismo, pues no basta la mera recepción de los sacramentos, en este caso la Eucaristía, tienen que darnos fuerza para reorientar nuestra vida y apretar el paso hacia la verdadera vida que llegar´luego. Dice "comportémonos no como necios sino como sabios". ¿Qué significa comportarnos como necios? Pues el necio es el que se le pasa la vida sin siquiera saber por qué vive, por qué tiene que sufrir y por qué tiene que morir, es decir, desconoce el sentido de la vida. En los salmos se llama necio al que dice que "no hay dios", pero también el que vive como si Dios no existiera. Luego nos invita a hacer buen uso de tiempo "porque la vida es mala". ¿En qué gastamos nuestro tiempo? Todo mucho hoy en día se considera "ocupado". Tiene mil cosas que hacer, pero ¿hace lo que es más importante" Jesús dice "¿De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si pierde su vida?" ¿Cuánto tiempo gasto viendo la TV? El promedio de tiempo gastado viéndola en España es 4 horas al día? ¿Luego digo que no tengo tiempo para orar, para escuchar a otros que necesitan contar algo importante, que neceistan de alguien que les escuche? También el apóstol nos invita a no perder el control de nosotros mismos. ¿Cómo va nuestra paciencia con los demás? La Eucarstía y la oración nos han de dar fuerza para poder practicar estas cosas y otras que cada uno necesita todos los días.

Después de estos 5 domingos dedicados al Evangelio del Pan de Vida, propongámonos mejor nuestra viviencia de la Santa Misa. Procuremos reflexionar sobre la grandeza del don que el Señor nos conceda tanto con su Palabra que según el Salmo 119, es "luz para mi camino", y la sagrada comunión. Que antes de llegar a la Iglesia, despejemos nuestra menta para concentrar en el misterio que vamos a celebrar. Guardemos silencio en el templo al llegar para poder disponer la mente y ayudar a otros a hacer lo mismo. Pongamos atención a las oraciones y las lecturas, también la homilía, y procuremos participar en el canto, pues la misa no es un deber pesado, sino una ocasión gosoza. Al terminar la misa, retirémonos en silencio y fuera del templo tenemos lugar y ocasión de saludar a amigos y vecinos, si es que lo queremos hacer. El templo es un lugar sagrada donde está presente Jesucristo Nuestro Señor, no un lugar de tertulia.

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