sábado, 7 de julio de 2018

SIGUE TU CONCIENCIA

Entre los muchos ribetes que ha tenido la controversia acerca de dar la sagrada comunión a personas que viven en adulterio público relacionada con los dos Sínodos de la Familia convocados por el Papa Francisco, y la posterior Exhortación Apostólica Amoris Laetitia, está la cuestión del deber de todo católico de seguir su conciencia. El Arzobispo de Chicago, El Cardenal Blaise Cupich,  en una comparencia en la Sala de Prensa Vaticana durante el Sínodo de  octubre 2015 declaró: ·Cuando las personas en buena conciencia llegan a una decisión, nuestra tarea en la Iglesia es la de seguir adelante y respetar eso cuando hacen descisiones. Yo siempre he hecho eso"  Por otro lado, el Obispo de Springfield, en el mismo Estado de Illinois donde se encuentra Chicago, manifestaba que el Canon 915 del Código de Derecho Canónico no dar la comunión a personas que "persisten en pecado grave manifiesto", de manera que no se trata de una cuestión de conciencia individual, sino un acto público. En una explicación a los Agentes de Pastoral Familiar de su diócesis, he escuchado decir a un obispo como ejemplo, que si una mujer acude a un sacerdote preguntándole si puede tomar anticonceptivos, él ha de responder: "¿Por qué me preguntas a mí. Eso lo tienes que decidir tú? En un artículo publicado del sacerdote George Woodall,  por la Revista Católica Estadounidense Catholic World Report,  afirma en la ocasión de los dos meses de la publicación de la Amoris Laetitia, por un lado que sin duda la Exhortación Pontifica contiene mucho elementos respecto al amor, puntos que pueden ayudar a los novios en su preparación para el matrimonio. Sin embargo, también anota: "Se confirman la preocupaciones pronfundas la conciencia puede ser gravemente malentendida y su formación puede peligrar debido a lo que afirma el texto (de AL) y lo que omite".  Por lo tanto, creo que hay una necesidad de alguna clarificación acerca del papel de la conciencia en la vida moral, de acuerdo con la Sagrada Escritura y la Tradición de la Iglesia, además del Magisterio reciente.

En nuestros tiempos el tema de la conciencia ha cobrado un gran relieve debido a muchos factores, que en general tienden a valorar menos las normas morales absolutas y objetivas y tiende a acoger muchos factores subjetivos en la formulación del juicio de la conciencia. El marxismo, con su dialéctica histórica, ha dado mucha importancia a las transformaciones históricas que se han dado a lo largo de los siglos. El piscoanálisis quiere tener en cuenta el surgimiento de la conciencia dentro del sujeto con las influenicias de la autoridad externa (superego). En los últimos siglos se ha dado cada vez más importancia a la tolerancia y la libertad de conciencia respecto a las religiones. Si bien la Iglesia ha desarrollado su Doctrina Social, basada en una antropología cristiana y la desarrolla en relación a la familia, a la sociedad civil, a la economía y la política, suele dejar mucha libertad a los fieles al momento de escoger un proyecto político concreto,exortándoles a eligir de acuerdo con una conciencia bien formada.

Quiero fijarme, pues, en el comentario mencionado del Obispo citado arriba:  ¿Si un fiel acude a un sacerdote, pongamos su párroco, con la pregunta sobre si puede tomar anticonceptivos o no, cómo debería de responder el párroco? ¿Es verdad que una mujer puede decidir por sí misma si tomar anticonceptivos o no?  Para responder a estas preguntas, ante todo conviene aclarar lo que es la anticoncepción y en qué sentido es correcto que un párroco le diga a un feligrés "sigue tu conciencia" y en qué sentido tal respuesta es insuficiente y puede llevar a la confusión, en cuanto que pudiera implicar el  concepto equivocado de la supremacía de la conciencia subjetiva o excusar a la persona de examinar atentamente lo que la Iglesia enseña sobre el tema, en el caso concreto el uso de los anticonceptivos.

1. Análisis de la pregunta: ¿Puedo tomar anticonceptivos?

Parece evidente que hay que suponer que la persona que hace tal pregunta a su párroco tiene alguna duda sobre la cuestión de si el lícito o no el uso de los anticoncptivos. En la situación en la que nos encontramos en la Iglesia a paritr de declaraciones poco claras de algunos pocos obispos y Conferencias Episcopales. como un gran porcentaje de los teólogos de la Iglesia, es comprensible que un fiel pueda tener dudas sobre este tema y  no sepa como proceder. Por una parte, sabrá al menos de manera sumario que el Magisterio de la Iglesia no permite el uso de los anticonceptivos, pero puede que quiera saber si se trata de una norma con excepciónes con la esperanza de que su caso caiga dentro de tales posibles exccepciones. En tal caso, el párroco tendría una excelente oportunidad de explicarle de la manera más clara y precisa la doctrina de la Iglesia sobre este asunto. La pastoral implica conducir a los fieles por el camino de la salvación de manera que no sólo conozcan lo que la Iglesia enseña sobre el tema, sino que vean también que no se trata de una arbitrariedad o mero legalismo, sino  el plan providencial de Dios para conducir a todos los hombres a la salvación. Por lo tanto, la respuesta "¿Por qué me preguntas a mí? Tú tienes que decidir" es completamente inadacuada e incluso pudiera llevar a esta persona por un camino equivocado, y manfestaría una grave irresponsabilidad de parte del párroco al renunciar a cumplir su misión pastoral en tal circunstancia.

2. Breve síntesis de la doctrina sobre e la anticoncepción.

Se trata en primer lugar de una actitud anti-vida, aunque de menor gravedad obviamente que el aborto, pues no se trata de destruir la vida ya concebida y en progreso de desarrollo, sino evitar con la ayuda de la tecnología, o en todo caso el coitus interruptus  que se realice lo que debería de ser un acto marital abierto a culminar en la procreación de un nuevo ser humano. Cabe señalar que algunos de los anticonceptivos quñimicos provocan abortos.  Gracias a las barreras física o químicas se logra que la unión sexual se convierta en mera apariencia y no su plena realidad.. Tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo, Dios ha revelado su amor como esponsal, verdad que queda clara en el Libro de Oseas y el de Ezequiel entre otros, y en el Nuevo Testamento la relación entre Cristo y su Iglesia (Ef 5,22-32) que no puede dejar de ser fecundo. Se trata de un don mutuo que se ofrece y es aceptado. Por lo tanto, al colocar la barrera que es el anticonceptivo, se niega y se anula el verdadero sentido de la entrega mutua en la que consiste el amor conyugal. Se trata de una mentira en contra del verdadero símbolo del amor. Esta negación del verdadero sentido del amor provoca frustración, aunque la pareja que practica la anticoncepción puede amarse mutuamente, torcer lo que el acto en sí mismo significa y simboliza tiene su precio. Por ello, no es de extrañar que el aumento o generalización del uso de los anticonceptivos coincide con un aumento enorme de los divorcios y la frialdad en las relaciones entre los esposos.

Enn cuanto a la utilización de los perídoso infértil de la mujer o lo que se llama Planfiicación Familiar Natura (PFN) normalmente no tiene el mismo sentido porque aunque la mujer no quedará embarazada, se respeta el lenguaje fundamental del amor y de la entrega mutua. Por otro lado, la pareja que desea utilizar este método de manera que sea anti-vida, puede encontrar métodos y tecnologías mucho más fáciles de implementar, aunque no se excluye el hecho de que se pueda utilizar la PFN de manera anticonceptivo, es decir, anti-vida. Tradicionalmente, la Iglesia ha aprobado estos métodos como es el caso de la Encíclica del Papa Pablo VI Humanae Vitae: " si para espaciar los nacimientos existen serios motivos, derivados de las condiciones físicas o psicológicas de los cónyuges, o de circunstancias exteriores, la Iglesia enseña que entonces es lícito tener en cuenta los ritmos naturales inmanentes a las funciones generadoras para usar del matrimonio sólo en los periodos infecundos y así regular la natalidad sin ofender los principios morales que acabamos de recordar" (16).  Respecto a estos métodos desde un punto de vista católico se puede ver http://es.catholic.net/op/articulos/10222/cat/321/metodos-naturales-de-planificacion-familiar.htm  Pese a que la Iglesia los recomienda, sobre todo los más modernos con apoyo científico, no son muchas las diócesis u otra organizaciones católicas que los enseñan y promueven. Es más parece que en la práctica se prefiere dejar a los católicos en la oscuridad y pensando que lo único que hay son los anticonceptivos o el método ya superado llamado del ritmo. 

Para terminar, cito lo que el Papa Pablo VI escribe en la Humanae Vitae que corresponde a todo lo que ha sido la doctrinad de la Iglesia desde los primeros tiempos sobre la anticoncepción: " . En conformidad con estos principios fundamentales de la visión humana y cristiana del matrimonio, debemos una vez más declarar que hay que excluir absolutamente, como vía lícita para la regulación de los nacimientos, la interrupción directa del proceso generador ya iniciado, y sobre todo el aborto directamente querido y procurado, aunque sea por razones terapéuticas [14].
Hay que excluir igualmente, como el Magisterio de la Iglesia ha declarado muchas veces, la esterilización directa, perpetua o temporal, tanto del hombre como de la mujer [15]; queda además excluida toda acción que, o en previsión del acto conyugal, o en su realización, o en el desarrollo de sus consecuencias naturales, se proponga, como fin o como medio, hacer imposible la procreación.[

3. ¿Se trata de materia grave siempre?

El rechazo de parte de la Iglesia de la anticoncpeción se remonta al mismo siglo primero de la era cristiana, en cuanto que se menciona en la Didajé, una suerte de manual de normas morales y litúrgicas psoblemete proveniente de Siria y se piensa que es anterior al año 100. También se menciona en la Carta del Pseudo-Bernabé, que sería de alrededor del año 140 y posiblemente proveniente de Alejandría en Egipto. Se utilizaba hierbas para intentar evitar la concepción, además del onanismo o coitus interruptus. Hasta el año 1930, cuando los Anglicanos en su Conferencia de Lambeth permitieron el uso de la anticoncepción, todas las Iglesias Ortodoxas  y las Confesiones Protestantes estaban de acerdo sobre esta doctrina. Como reacción a esta novedad, el Papa Pío XI publicó la encíclica Casta Connubi en el año 1931  en la que reafirma la doctrina tradicional y hasta el  momento. Además, los manuales de Teologia Moral utilizados en los seminarios a partir del Concilio de Trento defendían sin excepción la doctrina de la prohibición de la anticoncepción. Debido a la constancia de esta enseñanza de parte de los  papas obispos a lo largo de los siglos existe unos argumentoos bastantes bien fundamentados para afirmar que esta doctrina ha sido propuesta infaliblemente por el Magisterio Ordinario, cumpliendo los requisitos expresados por el Concilio Vaticano II en la Lumen Getium n.25). Esta tesis la desarrollan entre otros dos teólogos moralistas americanos, John C. Ford, S.I, y Germain Grisez, publicado en la revista teológico de los Jesuitas Americanos Theological Studies en 1978 http://www.twotlj.org/Ford-Grisez.pdf   Ni el Papa Pablo VI ni sus sucesores han declarado que esta doctrina está propuesta infaliblemente pero según los criterios establecidos en la Lumen Gentium tampooco tal declaración es necesaria.

En cuanto a que si se trata de materia grave, obviamente es sí. Tanto el Papa Pío XI en la Casta Connubi como San Jua Pablo II e Veritatis Splendor afirman que el uso de los anticonceptivos es intrínsecamente malo. Ahora bien, eso no significa que cada vez que una persona utiliza los anticonceptivos comete un pecado mortal, pues como en otros casos, se necesita que se cumplan las otros dos condiciones, conocimiento pleno y consentimiento.. Debido a la confusión sembrada en la Iglesia de parte de alguno obispos y Conferencias Episcopales, además de teológos y párrocos han disentido de esta doctrina o han dicho medias verdades a los fieles coo "sigue tu conciencia", sin mencionar el silencio que se a dado sobre este tema en la predicación. Por lo tanto, no es de extrañar que no pocos católicos no por culpa propia tienen la conciencia mal formada y por ello no pecan gravemente.

Estando las cosas de esta manera, ¿qué debería de hacer el confesor en el caso de que una penitente menciona el hecho de estar tomando anticonconceptivos o en el caso de que lo sospecha? El Catecismo (1456), retomando la doctrina del Concilio de Trento sobre el Sacramento de la Penitencia, afirma: La confesión de los pecados hecha al sacerdote constituye una parte esencial del sacramento de la Penitencia: "En la confesión, los penitentes deben enumerar todos los pecados mortales de que tienen conciencia tras haberse examinado seriamente, incluso si estos pecados son muy secretos y si han sido cometidos solamente contra los dos últimos mandamientos del Decálogo (cf Ex 20,17; Mt 5,28), pues, a veces, estos pecados hieren más gravemente el alma y son más peligrosos que los que han sido cometidos a la vista de todos" (Concilio de Trento: DS 1680)".  El Concilio manda que se cofiese todos los pecados mortales de los que son conscientes desde la confesión anterior. Deberían de decir el número y mencionar circustancias que pudieran afectarr la gravedad del pecado. Este requisito no es fácil de cumplir para muchos, pues se han olvidado de muchos detalles y no sabrán normalmente el número de vecees. Dado que es una norma positiva, se ha de aplicar prudentemente, pero el confesor ha de intentar que el penitente logre una confesión lo más completa posible.

¿El Confesor ha de iluminar la conciencia del penitente cuando se da cuenta de que tiene ua cociencia errónea, en el caso concreto del uso de los anticonceptivos? Debería de evitar caer en el legalismo y dar la impresión a los penitentes que las normas morales enseñadas por la Iglesia son producto de una abritrariedad. Al contrario, ha de hacer ver que Dios tiene un plan providecial amoroso para cada uno de nosotros  y de todo el universo y que lo va realizando en primer lugar a través de la vida, ministerio, muerte y resurrección de Jesucristo y actúa a través de la Iglesia para el bien de sus hijos que ama infinitamente y cuya verdadera felicidad quiere, y que lo que más lo caracteriza en su relación con nostros pecadores es su misericordia. Dentro de este plan está el matrimoio y la  familia y normalmente el o la penitente sabrá que este plan se realiza en el amor que es la superación del egoismo y la entrega mutua y que no se pude elliminar el sufirmiento. Entenderán que los anticonceptivos son una manera de bloquear la expresión completa de esta entrega y unión mutua etc. Claro, normalmente en la confesión no se tiene la oportunidad de hacer una explicación suficienteente comprensible de esta doctrina, pues lo normal será que haya otros esperando. Si se dan charlas en la parroquia sobre la naturaleza del matrimoio y la familia, se podría invitar a los penitentes a participar. Lo mismo, si se dan explicaciones acerca de los medios nautraleza de planfiicación familiar. Habría que examinar cada caso, pues el mismo traje no les queda a todos.

4.. "Sigue tu conciencia".

La conciencia es un acto, un juicio que tiene dos premisas, la primera siendo lo que Santo Tomás llama "sindéresis", es decir, los primeros principios de la moral y sus derivados más cercanos que conducen a cada ser humano reconocer el bien y manda hacerlo y evitar el mal. Así como existen los primeros principios de la verdad especulativa como son el principio de no contradicción y de razón suficiente, existen también los primeros principios de del entendimiento práctico.  La premisa menor tiene que ver con el acto concreto que uno quiere realizar o ha realizado, de manera que se puede deducir que hay que hacer eso por ser bueno y evitarlo por ser malo, no conforme a la sindéresis.  Una vez que la conciencia determina qué es lo que hay que hacer o evitar hay que obedecerla aunque esté objetivamente equivocada, porque es el criterio último y definitivo para discernir en el caso concreto lo que hay que hacer o evitar. Santo Tomás piensa que que desobedece a una conciencia equivocada comete pecado, aunque el acto en sí sea bueno. Según el Aquinate, la conciencia es un acto, no un hábido o una facultad, de manera que lo que solemos llamar formación de la conciencia sería en realidad la práctica de la virtud de la prudencia.  Ahora bien, esto implica un esfuerzo serio  para conocer el bien y para que la conciencia no se equivoque. Los errores de conciencia o la ignorancia que puede padecer son de dos tipos, invencible o vencible. En el pirmer caso, la persona no ha tenido ninguna posibilidad de darse cuenta del error de conciencia y no comete pecado si la obedece. En realidad, tiene que obedecerla aunque el acto sea objetivamente malo.  En cuanto la conciencia venciblemente errónea, no le falta culpabilidad por no haber agotado los medios para darse cuenta de la verdad de la situación. Por lo tanto, no es muy difícil que se dé la situación de la cooncinecia invenciblemente errónea, y en concreto en el caso de uso de los anticonceptivos, debido a la confusión sembrada en la Iglesia y el poco esfuerzo que se hace en las diócesis para enseñar los medios naturales de planficación pastoral, o de predicar sobre este tema, sí se puede dar. . La concupiscencia que oscurece la luz del entendimiento, debilita la voluntad y tiende a llevar al hombre a seguir las pasiones y llevarlo a hacer el mal más bien que el bien, influye mucho. Por lo tanto, todo católico tiene un deber grave de formar su propia conciencia para evitar que caiga en errores y se deje guiar en su actuación por los criterios mudanos que le llegan diariamente por los medios de comunicación.

En la tarea de la formación de la propia conciencia, el católico, a diferencia del protestante que cree en la Sola Scriptura y su lectura personal de la misma, cuenta con la ayuda inestimable del Magisterio de la Iglesia para la formación de su conciencia. El instrumento más útil con el que cuenta hoy en día es El Catecismo de la Iglesia Católica. Hoy en día, surge orto problema que dificulta la formación de la conciencia del católico, pues si consulta con un sacerdote, es posible que le dé una respuesta que no coforma con la doctrina de la Iglesia y le dice la verdad a medias, como "sigue tu conciencia", que es cierto, pero no le dice que para ello ha deformar su conciencia con la ayuda de la doctrina de la Iglesia. Si sigue la prensa, descubrirá que existen incluso obispos y cardenales que manifiestan unas ideas erróneas acerca de la homosexualidad, y otros temas. Otro podrá ir a buscar a un sacerdote "laxista" que le diga lo que quiere escuchar, aunqu la existencia de sacerdotes lazistas no es algo reciente. . Puede haber también sacerdotes demasiado rigoristas, pero hoy en día más bien escasean éstos y abundan los anteriores. En una palabra, hay confusión. Si el mismo Magisterio publica documentos que siembran confusión, hace un pésimo servicio a los fieles católicos y tiende a degradarse a sí mismo.

No estoy de acuerdo con lo que decía el Cardinal Cupich de Chicago arriba citado, en cuanto que sí es cierto que cada fiel tiene que formar su conciencia y hacer lo que le manda, pero parte de la tarea de la predicación del Evangelio y misión pastoral de los obispos y sacerdotes es enseñar la verdad del Evangelio y ayudar a los fieles a formar su conciencia según la verdad revelada por Dios, tanto en la ley natural como en la revelada. Si el Cardenal encuentra que uno de sus fieles no entiende la doctrina o llega a una concluisón contraria a la doctrina de la Iglesia, él tiene un deber grave como Obispo y Sucesor de los Apóstoles de corrgirle y enseñar la verdad.  Pongamos otro ejemplo, que no es lo que  trata la controversia sobre Amoris Laetitia. Si un católico que pertenece a una mafia y que se dedica a la extorsión le dice al Cardenal que debido a que no le es posible conseguir un trabajo normal, porque nadie lo contrata y no puede dejar a sus hijos sin comer, en conciencia y habiéndolo pensado bien, ha dedidido seguir en su trabajo de extorsión. Claro, o va a matar a nadie, eso no. ¿El Sr. Cardenal le diría que siga adelante, que respeta su conciencia? ¿O más bien le diría qu¡e tiene que dejar la extorsión y buscar otro modo de vivir y ganar dinero? ¿Y cuál es el pecado más grave, el adulterio o la extorsión que implica matar a nadie? Pues la respuesta debería de ser obvia. ¿El católico normal, a quien va a creer, a un sacerdote como yo o a un Cardenal de la Santa Iglesia Romana?

5. Conclusión.

El tema de la cociencia y su debida formación es algo muy candente en nuestro tiempo, y ya desde hace 50 años cuando se publicó la Encíclica Humanae Vitae. Si bien es cierto que el católico tiene que seguir su conciencia y no actuar en contra de ella, la frase "sigue tu conciencia" o "tú tienes que decidir" ha llegado a ser un código que significaría "haz lo que te parece", o una expresión de la supremacía de la conciencia individual sobre la ley de Dios. En realidad, este tipo de subjetivismo equivale a pensar que la revelación del orden  moral de parte de Dios, sea a través de la ley natural o de la ley revelada, es superflua, pues en todo caso cada quien puede hacer lo que le parece y le gusta. Dios se habria equivocado al manifestarnos el orden moral. Es verdad que la persona se encuentra en situaciones particulares y puede ser difícil discernir lo que tiene que hacer o evitar, y tiene que hacer un juicio sincero de conciencia que le indicará como proceder. Tiene que actuar con prudencia, pero en el caso de que no sea urgente y apremiante, la prudencia le pide la deliberación y buscar consejo. Obviamente, el consejo lo encontrará el católico en el Magisterio de la Iglesia y debería de poder contar con la ayuda de los pastores de la Iglesia.

El fiel normal no tiene ni la capacidad ni el tiempo ni el entrenamiento para investigar en las fuentes, sea la Sagrada Escrtura, los Padres de la Iglesia, los grandes Doctores de la Iglesia, los Concilios y las enseñanza de los Papas a lo largo de los siglos para solucionar alguna eventual duda. Por ello, acude a su párroco y a un sacerdote docto. Éstos, que han estudiado 7 o más años en seminarios han de poder resolver la duda del fiel. Si el sacerdote no sabe dar una respuesta inmediata, o puede consultar manuales de teólogos seguros y consultar a otro sacerdote más experto en el tema. Si le dan un consejo equivocado o contrario a la doctrina de la Iglesia, no puede escudarse en la ignorancia, pues se trataría de una ignorancia culpable y de una imprudencia, pues también. . No olvidemos la palabra de Jesús: Si un ciego guía a otro ciego, los dos caen en una fosa (Mt 15,4).


















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