HOMILÍA DEL IV DOMING DE PASCUA, 22 DE ABRIL DE 2018.
En la Biblia los pastores eran más bien mal vistos, como gente en la que se podía fiar poco. Abrahan y los demás Patriarcas, Isaac, Jacob y sus hijos eran pastores porque eran semi-nómadas. En Egipto es probable que lo fueran también, al menos en parte. Poasteriormente, el la época de la monarquía en Israel, más o menos desde el año 1000 c.C hasta el exilio de Babilonia en 597/587 los reyes era considerados pastores del pueblo, como también los reyes de otros países de Medio Oriente. El Profeta Ezequiel, o Dios a través de él, lamenta el hecho de que los reyes habían sido malos pastores, cosa que los demás profetas también resaltan. Por ello, Dios mismo promete ser el Pastor de su Pueblo (c. 34). Este es el cotexto en el que tenemos que comprender los que dice Jesús en el Evangleio de hoy tomado del c. 10 de San Juan. Dios prometió ser el Pastor de su Pueblo y su Dios, cosa que cumple plenamente en la persona de Jesucristo como Hijo de Dios Encarnado.
Veamos lo que dice Jesús acerca de si mismo como Buen Pastor. En primer lugar, da la vida por las ovejas. Ésta es la actitud fudamental de Jesús, como la expresa San Pablo a los cristianos de Filipo, "estando en la forma de Dios", se despojó de sí mismo, convirtiéndose en esclavo o servidor y llegado hasta la misma cruz. La de Jesús es una vida totalmente entregada a Dios su Padre a favor de nosotros sus ovejas. También la parábola de la oveja perdida nos indica qué tipo de sollicitud Dios tiene por cada uno y de manera especial al que se haya desviado. Deja las 99 ovejas en el desierto y va en busca de la perdida. En la Iglesia de nuestros días, pareciera que no es que haya una oveja de 100 perdida, sino que hay 99 perdidas.
Enn segundo lugar, el verdadero Pastor defiende las ovejas del lobo y o lo deja atacarlas. En cambio, el mercenario cuya vida y misión no está íntimamente ligada a la de las ovejas, las abanona y permite que las dispserse el lobo. Obviamente, el lobo es del demonio, pues la vida del cristiano, seguidor de Jesús se concibe como un combate, una batalla en contra de Satanás y su reino.
En tercer lugar, el Buen Pastor conoce a sus ovejas y ellas lo conocen. Obviamente, Jesucristo resuctiado y sentado a la derecha de Dios Padre en el cielo conoce a cada uno de sus seguidores y quiere guarlos hacia la verdad y el bien y así lograr su salvación. Este hecho queda expresado por San Pedro en su discurso de nuestra primera lectura tomada de los Hechos de los Apóstoles de hoy cuando dice: ·Esta es la pieddra descartada por los constructores que es ahora la piedra angular. En ningún otro hay salvación. De hecho, no hay sobre la tierra otro nombre en el cual queda establecido que somos salvados". De ahí la importancia de llegar a conocer a Jesús tal y cómo nos lo presenta el Nuevo Testamento, sobre todo los Evangelios y en la Eucaristía. . Si esta tarea de alcanzar un conocimiento suficiente y adecaudo de Jesús es un deber primordial en nuestra vida, ¿lo estamos logrando? ¿hacemos un verdadero esfuerzo para conocerlo y seguir sus huellas? El otro día estaba en un taller de coches y escuchaba la conversación de tres hombres que estaban allí. ¿Alguno de nosotros, siquiera los consagrados a la vida religiosa y sacerdotal se nos ocurre habla de Jesús cuando nos reunimos? Esos tres hablaban del fútbol, de Bétis y qué esperanzas tenían de ganar los siguientes partidos. Claro, se consideran Católicos y cristianos, ¿pero los son de verdad? Pues para muchos su dios es el fútbol, para otros el negocio, los hijos y una larga etcétera. Si acaso, un pequeño porcentaje de los que se dicen católicos acuden a la misa dominical, lo común es que se queje de "la misa larga". Si no hay salvación en ningún otro, ¿cómo es posible que la tomamos tan poco en serio y la damos por supuesto, como si por ser bautizados de niños este tema quedara resuelto.
Dado que los obispos, empezando con el papa, y luego los sacerdotes, especialmente los párrocos son pastores, pasemos al otro tema de hoy, es decir, la Jornada de Oración por las Vocaciones al sacerdocio y la vida consagrada. En ninguna época de los dos mil años de la historia de Iglesia hasta hace unos 50 años en el Pontificado del Papa Pablo VI, la Iglesia ha tenido que hacer una campaña o declarar una Jornada de Oración por las Vocaciones hasta la época contemporánea. ¿A qué se debe este hecho y quiénes son los responsables de este fenómeno de la escasez de vocaciones? Claro, hay muchos factores en una esta homilía no se puede entrar con detalle en ellos. Ante todo, se debe al debilitamiento de la fe en las comunidades católicas, y en conreto en las familias. Claro, una vida consagrada a Dios y a la misión de la Iglesia exige el celibato y por ello sacrificar el camino normal del desarrollo del hombre a través del matrimonio y la formación de una familia. Otro factor, puede ser una falta de celo y entrega de los sacerdotes y consagrados actualmente. En este mismo período se ha dado el fenómeno de la defección de decenas de miles de sacerdotes y religosos de su vocación. Otro factor importante, es la crisis de la familia juntamente con la drástica reducción del número de hijos, de manera que las sociedades europeas están en un suicidio demográfico. Esto hecho pudo darse debido a la casi universal utilizaicón de los anticonceptivos para controlar el número de nacimientos y obviamente, una manera de vivir el matrimonio no en armonía con el proyecto de Dios.
¿Qué se puede hacer ante esta situación drámatica? Obviamente, no hay una fórumula mágica ni de corto plazo para remediar esta escasez vocacional, pero ante todo se necesita un cambio radical de actitud tanto de los pastores como de los fieles laicos para pasar de hablar de la evangelización a llevar a la prácticas verdaderas estrategias para que los católicos pasen de ser agentes pasivos s ser realmente discípulos y misioneros e incluso apóstoles, tomando en serio la Gran Comisión de Jesús: "Id y haced discípulos de todos los pueblo...". No hay que ir lejos porque en cada familia hay muchos no creyentes y mediocres, pero ante todo tenemos que empezar con nostros mismos, de manera especial los que somos sacerdotes y consagrdos. ¿Cómo se van a entusiasmar los jóvenes a seguir esta vocacións i no ven el ejemplo y el testimonio los que ya llevan años en ella? Ciertamente, empecemos hoy acogiendo la invitacón de la Iglesia a orar por las vocaciones. También, puede ser que podamos animar a algún jóven o alguna joven a considerar y reflexionar si el Señor no los está llamando a este vocación de mayor entrega y generosidad a favor de la salvación de nuestros hermanos. No olvidmeos que la misión del sacerdotes es la de ayudar a los fieles laicos a salvarse. Y salvarse significa en palabras sencillas evitar por todos los medios la condena al infierno y llegar al cielo. Para eso vino Jesús, y para eso fundó su Iglesia que tiene que llevar adelante su misión hasta el fin del mundo.
Si Jesús es el único Salvador y el Buen Pastor, y ha establecido la Iglesia para alcanzar esta meta de la salvación de todos los hombres, también esta misión la ejerce de manera especial gracias a la misión de los obispos y sacerdotes y de los consagrados que se dedican sea a la vida contemplativa o la vida activa siempre con el fin de colaborar a que se cumpla la misión por la que Jesucristo, Hijo de Dios vino al mundo, predicó, murió en la cruz, resucitó y envió al Espíritu Santo que guía a su Igllesia hasta el fin de los tiempos. .
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