HOMILÍA DEL II DOMINGO DE TIEMPO DURANTE EL AÑO O TIEMPO ORDINARIO, CICLO B, 14 DE ENERO DE 2018.
Al inicio de nuestro año, la Liturgia de la Palabra de este domingo nos pone delante el desafío de la vocación a ser discípulos de Jesús. La palabra "discípulo" proveniente del latín "discere", que significa "aprender". En la antiguedad, tanto entre los griegos y romanos como los judíos, el discípulo tenía que establecer una relación especial con el maestro, pues el aprendizaje no consiste meramente en aprender lo que está contenido en unos libros, sino más bien asimilar un modo de pensar, de juzgar y de vivir. Hoy en día se confunde el concepto de educación considerándolo como mera instrucción.
En nuestra primera lectura del Primer Libro de Samuel, el futuro profeta de joven está durmiendo en el templo, no el de Jerusalén, sino uno anterior que se encontraba en Silo. Después de escuchar varias veces en el sueño una voz, y pensar que lo llamaba el sacerdote Elí, éste le dice que vuelva a acostarse y si la voz se dirige a él otra vez, que responda: "Aquí estoy, Señor", pues se trata de una vocación de parte de Dios al muchacho.
Nuestro pasaje del Evangelio está tomada del primer capítulo del Evangelio de San Juan y trata precisamente de la vocación de los primeros discípulos de Jesús, Juan el Bautista cumple su misión no sólo bautizando a la gente en el Río Jordán, sino también al reconocer a Jesús como el Mesías e proclamar r este hecho con las palabras "He aquí el Cordero de Dios". Lo del cordero tiene miga porque cualquier judío de la época se acordaría de la inmolación del cordero pascual y todo el hecho de la opresión del Faraón y la liberación del pueblo de la mano de Dios luego de haber participado en la celebración de la Pascua. Dos de sus discípulos que serían probablemente el mismo evangelista y Andrés, el hermano de Pedro, epezaron a seguir a Jesús. Para que haya un discípulo de Jesús siempre tiene que haber uno que le indique el camino, que lo guíe indicándolo quién es Jesús. Jesús se da cuenta de que iban detrás de él y pregunta: ¿Qué buscáís? Por el hecho de haber llegado a ser discipulos de Juan, ya buscaban algo, pues llegaron a seguir a Juan porque proclamaba la cercanía del juicio de Dios en contra del pecado. Por otra parte, Juan no se pone celoso sino que abiertamente les indica que él no es el Mesías, sino uno a quien le corresponde comunicar la presencia del Mesías que es Jesús. Los dos le dicen "Rabí" a Jesús, que como indica el evangelista, significa "maestro"., uno que enseña la verdadera sabiduría, y dicen "donde vives". Esta pregunta no se refiere meramente a que queiren saber donde está su casa o en qué casa vive. Más bien ellos con tal pregunta manifiestan un deseo de conocerlo y compartir un tiempo con Él y familiarizarse con él, con su persona y su misión, pues si es el Cordero de Dios, obviamente se les surgieron en la mente y en el corazón muchas inquietudes acerca de él, de su modo de vivir, y su proyecto. Jesús, obviamente, intuye esto porque responde "venid y veréis". Es decir, para llegar a ser discípulo de Jesús se necesita una experiencia personal con él.
¿Cómo es que a lo largo de las últimas décadas las Iglesias se han ido vaciando, el número de bodas en la iglesia en 10 años ha bajado de 60% a 20%, que casi no se ve jóvenes en las iglesias, pese a que todavía muchos padres piden el bautismo para los hijos y la Primera Comunión. Los padres que piden el bautismo para los hijos se comprometen a educarlos en la fe católica, pero no lo hacen ni al parecer no tienen ninguna intentción de cumplir este copromiso hecho ante Dios y la Iglesia, o simplemente no son capaces de hacerlo. Se echa la culpa de esta situación al secularismo que invade todos los aspectos de la vida y la sociedad. Pero, ¿no será que la misma Iglesia, desde los obispos para abajo se ha dormido en sus laureles no teniendo en cuenta el mandato de Jesús y ir y hacer discípulos de todos los pueblos. Damos catequesis a niños cuyos padres no están evangelizados, es decir, no hemos hecho nada o muy poco para que ellos lleguen siquiera a darse cuenta de lo que significa seguir a Jesús y ser discípulos de él. Priva en la vida de la gente la preocupación por el dinero y lo que puede comprar, el bienestar y demás comodidades que consideramos esenciales, pero nos hemos olvidado del hecho de que lo que es esencial es descubrir el verdadero sentido de la vida, y que sólo en Jesucristo, en y por quien todo fue hecho se encuentra este sentido.
Posteriormente, Jesús mandó a los apóstoles y discípulos a los pueblos a anunciar la buena noticia (evangelio), pero eso después de haber tenido una experiencia de comunión con él y de haber aprendido la novedad que significa seguirlo. Primero está la urgenica de lograr una relación personal con Jesús, y eso implica conocerlo, conocer su palabra que se encuentra en el Evangelio como en el resto de la Biblia. No se trata solo de un aprendizaje intelectual o académico sino vital, es decir, poner en práctica lo que Jesús me pide. Pero eso no se puede hacer uno solo. Tiene que formar parte de una comunidad cristiana viva y evangelizadora. ¿Cómo podemos pensar que con unos años de catequesis antes de los 10 años los niños ya están pertrechados para llegar a ser buenos discípulos, máxime cuando con frecuencia lo que ven en su casa contrdice que se les enseña en la catequesis. La excusa común es que no tenemos tiempo. Esto es un engaño, porque tenemos tiempo para todo lo que consdieramos importante. ¿Prenden ustedes el televisor cada tarde y noche? Tienen tiempo para eso. Hay tiempo para todo lo que consideramos importante o es un valor para nosotros. Los que valoran las salud encuentran tiempo para ir a gimnasios y salir a correr en la calle. Si Dios y Jescuristo no son el valor absoluto en nuestras vidas, encontrareos cualquier excusa para no hacer lo que nos pide.
Que la liturgia de este domingo nos deje como mensaje la importancia de adquirir una experiencia de Jesús y una relación personal con él, pues es la segunda persona de la Sma. Trinidad, resucitó de entre los muertos y está presente en nuestro mundo de otra manera distinta de como vivía en Palestina en el siglo I. Nos llega sobre todo en la Misa en su palabra y en la Sagrada Comunión, pero eso no es autoático o magia, sino que exige de nosotros un esfuerzo y mucha fe. Que el Señor nos dé la gracia de una gran hambre de conocerlo y amarlo y comunicar este amor a los que viven a nuestro alrededor. Así como San Juan Bautista indicaó a los primeros discípulos quién es Jesús, a nosotros nos toca llevarlo a otros, a nuestro familiares y amigos. ¿Quién más lo va a hacer?
sábado, 13 de enero de 2018
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