Hoy llegamos al final de nuestro año litúrgico y la Iglesia nos propone la Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo. He comentado en alguna ocasión anterior como los mártires mexicanos en los años 20 del siglo pasado, y los mártires españoles del los años 30 morian proclamando Viva Cristo Rey! Ellos dieron el testionio supremo de su fe en Jesucristo como el valor supremo de su vida, rey en el sentido que sólo El tiene la verdadera soberanía y los que estamos llamados a formar parte de su reino hemos de anterponerlo a cualquier otro valor. En el Padre Nuestro, repetimos Venga tu reino!, per ¿qué entendemos por reino? Procuremos dar una respuesta a esta pregunta examinando las tres lecturas que hemos escuchado hoy.
En primer lugar, hemos escuchado un pasaje del Segundo Libro de Samuel. Llegó un momento en el que muchos israelitas llegaron a la conclusión de que necesitaban a un rey, partiuclarmente para hacer frente a los ataques de los filisteos. El mismo profeta Samuel no estaba muy de acuerdo con la propuesta en un primer momento, pero luego aceptó y quedó ungido Saúl como el primer rey. Este empezó bien y era un buen guerero, pero acabó mal actuando irreacionalmente, queriendo matar a David más que proseguir con la guerra contra los filesteos. Al final, muerto Saúl, David se estableció como rey en el pueblo de Hebrón, al sur de Jerusalén y allí reinó durante siete años, mientras atraía a su causa las demás tribus. Conquistó Jerusalén que estaba más en el centro del país y la estableció como su capital. Con la aprobación de Dios, David fue rey de todos los israelitas. La Biblia lo considera, pese a su pecado de adulterio y asesinato como el prototipo. Por lo tanto, Jesús como Mesías tenía que ser de la estirpe de David, según muchas profecías, especialmente de Isaías. Así como David había reunido a las doce tribus de Israel bajo su reinado en Jerusalén, a Jesús le correspondería reunir no sólo las tribus dispersos, de Israel, luego de el exilio de los del reino de norte de parte de los asirios en el año 722 a. C. y del reino de Judá con la destrucción del templo en el año 586, sino reuniría a todas las tribus del mundo bajo su reinado perpetuo.
Nuestra segunda lectura está tomada de la Carta de San Pablo a los cristianos de la ciudad griega de Colosa. Pablo afirma: "Agradecemos al Padre con alegría porque nos ha hecho capaces de participar en la suerte de los santos en la luz. Èl es el que nos ha libeado de las tinieblas y nos ha transferido en el reino del Hijo de su amor". Las tinieblas consisten en todo lo que es pecado, mal y muerte. En una palabra, es el reino de Satanás. Hemos pasado de las tinieblas de ese reino al reino de Jesucristo que es toda luz. Aquí se trata de un himno a Jescristo como rey del cosmos, y es una de las más claras expesiones de quién es Jesucristo. Pablo procede: "El es la imagen de Dios invisible, primogénito de toda la creación, porque en Él fueron creadas todas las cosas, en el cielo y en la tierra, visibles e invisibles... Este texto coincide en lo que afirma con lo que encontramos en los `primeros versículos del Evangelio de San Juan: "Todas las cosas llegaron a existir por Èl, y sin El no se hizo nada de lo que se ha hecho2 (Jn 1,3). Es decir, Jesucrito es no sólo cabeza de su cuerpo que es la Iglesia sino que es cabeza de la creación entera, nuestra creación visible y también los ángeles, que son puros espíritus y por tanto invisibles. También dice Pablo que todas los cosas se mantienen en la unidad en èl.
La proclamación de Jesucristo como cabeza de toda la creación y de la Iglesia implica que la misma Iglesia no puede estar contenta con que hay algunos católicos piadosos y devotos sino que se trata de una transformación del mundo entero para establecer el reinado del Señor, de manera especial en la justicia, la paz y el amor. Por ello, la Iglesia tiene su doctrina social, que se basa en un concepto particular del hombre o una antropología que saca de la filosofía perenne principios básicos y de la revelación para poder cumplir su misión de ser principio de la unidad de todo el gènero humano bajo la única cabeza Jesucristo, en quien todo fue hecho de quien todo el universo espera su transformación en su venida final. La Doctrina Social de la Iglesia incluye su doctrina sobre la familia como fundamento de toda la sociedad, la doctrina sobre la sociedad civil, la economía y el correcto desarrollo de la vida politica. Todo esto forma parte del dominio de Jesucristo Rey del Universo sobre toda la creación. Obiamente, este reinado está lejos de haberse realizado plenamente, pero no podemos dudar del hecho de que estos es el plan de Dios y que sí se realizará.
En tercer lugar, tenemos a Jesucristo en la cruz a pocos minutos de morir y la escena del así llamado buen ladrón. Pilato escribió en hebreo, (probablemente más bien en arameo que era la lengua hablada comúnmente en Medio Oriente en la época), en griego y en latín, siendo las tres principales lenguas, "JESÚS NAZARENO, REY DE LOS JUDÍOS, como una burla, pues un rey que acababa crucificado en una cruz era de verdad según la mentalidad de Pilato extremadamente irónico. La misma Biblia, en el libro del Deuteronomio, llama maldito al que cuelga en una cruz y la crucifixión ea la forma más atroz de realizar la pena capital. Sin embargo, el Evangelio de San Lucas nos dice que el buen ladrón pidió a Jesús: "Acuérdate de mí cuando entres en tu reino". El llegó in extremis a creer que Jesús era rey, y inmediatamente Jesús le prometió su recompensa.
Jesús reina desde la cruz. No sería posible concebir un concepto de rey y reinado aparentemente más disparatado. San Pablo, a quien le gustaba mucho las paradojas, nos relata que Dios le dijo cuando le pidió quitarle lo que llamaba "el aguijón de la carne": "Te basta mi gracia, mi poder se manifiesta en la debilidad". Sólo Dios pudo concebir tal modo de establecer el reino universal de Jesucristo su Hijo. Claro, se manifestó plenamente en el tercer día cuando Jesús resucitado manifestó a los discípulos el hecho de su resurreción a una nueva vida, su triunfo sobre el pecado, el mal y la muerte.
En el juicio que le hizo el Sanhedrín, Jesús contestó a la pregunta de si era rey, y dijo que sí, pero su rieno no es de este mundo. Sin embargo, su reino tiene que irse manifestando en este mundo aunque no se suscriba al mundo. Dijo también que su reino está dentro de nosotros. Por lo tanto, nos corresponde dejar que el reino de Jesús se manifieste en nuestro interior, a través de nuestra batalla a favor del bien y en contra de las malas tendencias que todos tenemos. Luego ha de manifestarse en nuestro entorno, en nuestras familias, a través de la fe, la esperanza firme y amor mutuo, la humildad, y todas las demás virtudes que hemos de practicar a enseñar a los niños y jóvenes a practicar. Luego se ha de manifestaar en la sociedad, a través de la promoción de la justicia, de leyes justas y solidarias etc. Que cada vez que repetimos la petición Venga tu reino! sea una oportunidad de fortalecer el grand deseo de la llegada final del reinado de Jesucristo.
sábado, 19 de noviembre de 2016
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