sábado, 3 de septiembre de 2016

¿Un Cristo cruel?

HOMILÍA PARA EL DOMINGO XXIII DURANTE EL AÑO, 4 DE SEPTIEMBRE DE 2016.
(Lc 14, 25, 33).

El pasaje evangélico que nos toca este domingo nos presenta a Jesús seguido por una gran muchedumbre. Cualquiera que tiene cierta edad, tanto en España como en muchos otros países, puede constatar que comparado con hace cuatro o cinco décadas, las iglesias se van vaciando cada vez más. En mi país, Irlanda, hace 50 años, casi todo mundo "iba a Misa", unos 98%. Los pocos que no iban eran mayormente enfermos. Todo eso ha cambiado y ahora ni va un tercio de los que profesar la fe católica. En España la cosa está semejante o peor. Aquí se puede calcular que participa un 3% de los bautizados a la misa dominical y mayormente mujeres de la Tercera Edad. A nosotros sacerdotes nos gusta ver las Iglesias llenas, poder celebrar misas en las que participan vivamente los fieles cantando con gozo y alegría, pero eso ya casi no se da. Los padres no traen a los hijos a la iglesia, y luego de haber recibido la Primera Comunión, los niños desaparecen de la parroquia y muchos ni quieren la Confirmación. El número de matrimonios católicos está disminuyendo. Algunos celebran una boda civil en el Ayuntamiento, o simplemente conviven en un concubinato. Todo esto nos parece mal, y nosotros los sacerdotes y también los pocos que nos quedan de colaboradores o agentes de pastoral lamentan esta situación.

En este sentido, deseo recordar un texto del entonces Profesor Joseph Ratzinger, posteriomente el Papa Benedicto XVI, acerca del futuro de la Iglesia. Se trata un texto fue formaba parte de una serie de charlas que dio en la radio en Alemania en el año 1968, que posteriomente fueron recogidos como libro llamado Fe y Futuro. De la crisis de hoy surgirá mañana una Iglesia que habrá perdido mucho. Se hará pequeña, tendrá que empezar todo desde el principio. Ya no podrá llenar muchos de los edificios construidos en una coyuntura más favorable. Perderá adeptos, y con ellos muchos de sus privilegios en la sociedad. Se presentará, de un modo mucho más intenso que hasta ahora, como la comunidad de la libre voluntad, a la que sólo se puede acceder a través de una decisión. Como pequeña comunidad, reclamará con mucha más fuerza la iniciativa de cada uno de sus miembros. Ciertamente conocerá también nuevas formas ministeriales y ordenará sacerdotes a cristianos probados que sigan ejerciendo su profesión: en muchas comunidades más pequeñas y en grupos sociales homogéneos la pastoral se ejercerá normalmente de este modo. Junto a estas formas seguirá siendo indispensable el sacerdote dedicado por entero al ejercicio del ministerio como hasta ahora. 

¿Qué reacción tenía Jesús ante la gran muchedumbre que lo seguía? ¿Tenía la misma actitud que nosotros que nos gustan tanto los números? Se podría decir que Jesús no era experto en la mercadotecnia, es decir, no actuaba como los que hacen la publicidad sobre los productos o los polìticos que piden el voto, más bien manfiestaba claramente y sin ningún desparpajo lo que implicaba ser discípulo suyo. No solamente en esta ocasión sino en otras, Jesús no quería seguidores superficiles. En la época, existía una gran expectación acerca de la posible llegada del Mesías, visto como un libertador de Israel, que fuera a expulsar a los odiados romanos y estableciera el Reino de Dios, entendido como resultado de una campaña política y militar como lo que hizo el Rey David, un milenio antes.

Jesús le pone a la gente que lo quiere seguir unas exigencias realmente extraordinarias que pudieran parecer crueles e inhumanas. Haciendo una traducción literal de lo que presenta San Lucas en su evangelio, Jesús dice: "El que viene a mí y no es capaz de odiar a su padre, su madre, a sus hijos , a sus hermanos y hermanas, y su propia vida, no puede ser mi discípulo"  Aquí he hecho una traducción literal del texto de San Lucas y utiliza el verbo misei que signfica odia. Claro, las traducciones oficiales dan un paso más y explican que se trata de preferir a sus familiares más cercanos que al mismo Jesús, pero el verbo que utiliza San Lucas es odiar, que ciertamente tenemos que entender en el sentido que dice nuestra traducción litúrgica. En todo caso, resalta la radicalidad de lo que dice Jesús. Nadie, ni antes ni después de Èl, pudo exigir un compromiso tan radical de los que deseaban seguirlo, prescisamente por ser quien es, el Hijo mismo de Dios, segunda persona de la Santísima Triniadad hecho uno de nosotros y que tiene una autoridad como la de ningún otro. Ciertamente, los lazos de afecto familiar son importantes y se nota esto en muchos pasajes de la Biblia, pero no se comparan con lo que se exige de un verdadero discípulo de Jesús.

Jesús procede diciendo: El qew no toma su cruz y me sigue no puede ser mi discípulo". Para los contemporáneos de Jesús, el concepto la imagen de la cruz provocaba horror. Debido a que parte de efecto de la tortura que era la cruz era su exhibición pública, ellos sabían perfectamente lo que eso signficaba, el dolor tremendo, y la desesperación y la muerte lenta y angustiosa. Jesús estaba de camino hacia Jerusalén y sabía perfectamente que iba a acabar ajusticiado por los romanos en la cruz. Se piensa que todos los apóstoles, con la excepción de Juan, fueron mártires. Sabemos que en el siglo XX hubo más mártires por la fe cristiana que en todos los siglos anteriores de la historia de la Iglesia. No ha cambiado en el siglo XX, sosbre todo con el surgimiento con fuerza del Islam en todo el mundo que está matando, incluso crucificando y degollando a cristianos. Llevar la cruz detrás de Jesús no es solamente de los que son llamados a dar el testimonio supremo del martirio. Implica que el cumplimiento del mandamiento fundamental que nos entregó Jesús de amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas y  al prójimo como a nostros mismos exige de cada uno mucho sacrifico y dolor. Tambien el amor necesariamente no ha de hacer vulnerables ante el dolor de otros y a practicar la caridad cristiana, que es lo opuesto de indiferentismo, del egoismo y demás vicios que nos son tan comunes.

A continuación, Jesús cuenta dos parábolas que tienden a ilustar el mismo punto, es decir, la necesidad de reflexionar bien antes de asumir un compromiso tan serio com el del seguimiento de Jesús. En primer lugar menciona a un señor que desea construir una torre y se sienta para calcular si va a tener con qué terminarlo, para no quedar mal ante los vecinos. En el otro caso, se trata de un general de ejército que con 10,000 soldados, tiene que caluclar si puede enfrentar a otro que le viene en contra con 20,000. Si no, entonces pedirá condiciones de paz. Jesús quiere que reflexionemos bien antes de asumir el compromiso del seguimiento de Èl que es la vida cristiana.

¿Y en el caso de la mayoría de nosotros que hemos nacido en un ambiente católico y nuestros padres no levar a la Iglesia a ser bautizados en las primeras semanas de nuestra vida, que es lo que recomiend el Código de Derecho Canónico. En un ambiente más cristiano, de cultura cristiana, en lo que se denomina la Cristiandad, que ya no existe, esto funcinaba, pero ya no, como he señalado arriba. Uno no nace cristiano, sino se hace. Se trata de una opción personal y bien pensada. Ciertamente el ambiente familiar y social, la petenencia a una comunidad caristiana, sea parroquial u otra relacinada tiene una gran importancia y se de desear. Lo que ha pasado en las úlitmas décadas es que se ha ido debilitando las comunidades parroquiales y otras. Los padres que llevan a sus hijos a la parroquia para ser bautizados, pese a escuchar unas charlas, que ciertamente son manifiestamente insuficientes, no puden o no quieren asumir el compromiso que han asumido al responder, con el apoyo de los padrinos, el compromiso de educar al niño en la fe. Dado que los padres son los que prinicpalmente influyen en la vida del niño, y si la fue no cuenta en sus vidas, difícilmente se remediará tal situación, aunque tuvieramos unas catequistas estrella. Si los padres no acuden a la Misa, ni entran en la Iglesia más que dos o tres veces al año, en la ocasión de alguna boda o entierro, no se puede esperar que los niños vayan a seguir viniendo una vez pasada la fiesta y ocasión social que ha sido la Primera Comunión. Idealmente, se la fe se vive en la familia y existe una comunidad parroquial realmente creyente, amén de otros grupos o movimientos, el joven católico, por ejemplo, al ser confirmado en la adolescencia asume personalmente el compromiso de seguir a Jesucristo y ser miembro vivo de su cuerpo que es la Iglesia, y se va conviertiendo en un cristiano maduro y activo. Lamentablemente, este caso es hoy en día la excepción.  Pareciera, según nuestro pasaje evangélico, que Jesucristo no quiere este tipo de seguidor desde lejos, que acude a Èl un par de veces al año y el resto se olvida completamente de la fe. La fe, siendo como un músculo, si no se ejercita se va debilitando hasta que al final desaparece. Una generacion se convierte en "no practicante" e inevitablemnte la siguiente se hace indiferente a la religión y busca un sustituto al que rinde culto. Tales sustitos sueles ser el fúbol y otro deportes, el culto al cuerpo que lleva a mucha gente a la gimnasia y sacrificarse para tener un cuerpo esbelto, el dinero y lo que puede comprar, el culto al medio ambiente que se podría llamar la ·ecoreligión", el poder, aunque el que lo quiere ejercer lo hace sobre su familia o sus empleados si es empresario o comerciante etc. Si el hombre no rinde culto al verdadero Dios, como lo enseña Jesucristo, pronto encontrará un ídolo, un falso Dios para converitlo en la gran preocupación de su vida.

Por lo tanto, ¿Jesús es cruel? Así como no es cruel el entrenador de deportes que exige muchísmo esfuerzo y compromiso de sus pupilos, largas horas de ejercicios, de correr, del aprendizaje de las reglas del deporte en cuestión etc,, sino un buen entrenador, tampoco Jesús es cruel ni pide más de lo que podemos dar. Al contrario, nos da la gracia, la fuerza para poder seguirlo. Obviamente, es muy importante la comunidad, no sólo porque la misma naturaleza exige una vivencia familiar y comunitaria, sino también porque unos ayudan y estimulan a otros. Esto sucede en grupos de apoyo como son Alcohólicos Anónnimos. Nadie puede superar solo una adicción como el del alcohol, de la droga, del sexo, del juego y tantos otros. Recordemos que la palabra salvación es la misma que sanación en latín. Todos nacimos con una enfermedad espiritual, con unas tendencias que nos llevan a hacer el mal, lo que la teología llama del Dogma del `Pecado Original y la concupiscencia, y está claro que nada de esto podemos superar sólo. Por esto Jesús se ha quedado en su Iglesia, que es su Cuerpo y su Esposa. También por esto, entre otras razones, es tan importante la Eucaristía, que San Ignacio de Antioquia, mártir en Roma en el año 107, decía que la Eucaristía es "fármaco para la inmortalidad". Acojamos la invitación de Jesús hoy de reflexionar seriamente y no seamos como el señor que se pudo a constuir la torre sin tener con que´temrinarlo.


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