En el evangelio de este domingo hemos escuchado el relato de la tormenta en el mar de Galilea. Éste es uno de los relatos que se encuentra en los cuatro evangelios. Seguramente dejó una honda impresión en los apóstoles y lo fueron contando a sus comunidades y éstas a otro hasta que llegó a escribirse en primer lugar de la mano de San Marcos.
Siempre que nos encontramos a los apóstoles en una barca se nos viene la imagen de la Iglesia, la barca de San Pedro, zarandeada por las olas. Parece que aun hoy en el lago de Galilea surgen tormentas fuertes imprevistas de un momento a otro y provocan gran angustia entre los pescadores. Aquí se trata de una de estas tormentas. San Marcos nos da unos detalles de lo peligroso de la situación indicando que "las olas rompía contra la barca y se estaba llenando de agua". Jesús se encuentra dormido en la popa sobre un cojín".
Los Padres de la Iglesia han interpretado este episodio como la travesía de la Iglesia a lo largo de los siglos por las aguas borrascosas de la historia en las que encuentra muchas tormentas. Si estudiamos siquiera someramente la historia de la Iglesia nos damos cuenta de que en bastantes ocasiones parecía que la Iglesia iba a hundirse ante las tormentas que la atacaban. Así fue en el silgo XVI cuando se dio la Reforma Protestante que provocó la división de la Iglesia con la consecuente pérdida de gran parte del norte de Europa y tremendas guerras religiosas que provocaron grandes estragos en muchos países. De manera semejante se dio otra crisis en la ocasión de la Revolución Francesa y el posterior régimen napoleónico provocó grandes perdidas para la Iglesia con muchos mártires. Sin embargo, aunque obviamente no salió ilesa de estas tormentas, fueron seguidas de períodos que dieron a la Iglesia grandes santos y mucha actividad misionera. La Iglesia se dirige "al otro lado", es decir, a la vida eterna e inevitablemente sufre muchos y graves embates del demonio.
Finalmente los apóstoles llenos de terror despiertan a Jesús y le dicen: "¿Maestro, no te importa que que naufragamos? El se levantó, increpó al viento y ordenó al lago: Calla, enmudece. Jesús les dice: ¿Por qué son cobardes? ¿Aún no tienen fe?
Aquí aparece una palabra clave, la fe. En el hebreo del Antiguo Testamento la palabra fe de la raíz aman, de la que proviene también la palabra amén, significa estar firme. En griego es pistis que significa no solamente acoger unas verdades doctrinales sino confiar. "Confiar en el Señor" es uno de los conceptos claves de toda la revelación bíblica resaltado en ambos testamentos. En el evangelio siempre es la condición para que Jesús pueda realizar cualquier milagro.
Puede parecer escandaloso que Jesús se encuentre dormido en medio de tanto peligro para los apóstoles o en el caso de la Iglesia a lo largo de los siglos, en medio de tantas tormentas y embates sobre ella. No es que no esté presente o se tenga cuidado de nosotros individualmente o como Iglesia, sino que nos hemos olvidado de Él hasta que llega la tormenta. San Agustín interpreta este episodio de esta manera: "Cuando se dice que duerme él, somos nosotros quiénes dormimos, y cuando se dice que se levanta él, somos nosotros quienes nos levantamos. El Señor dormía también el la nave, que zozobraba porque dormía Jesús. Si Jesús hubiese estado despierto, no hubiera zozobrado. Tu nave es tu corazón. Jesús estaba en la nave: la fe habita en tu corazón. Si traes a la memoria tu fe, no vacilará tu corazón; si olvidas la fe, Cristo duerme y el naufragio está a la puerta. Por tanto, haz lo que falta, para que si se encuentra dormido,(Comentario al salmo 34,1,3.
Nuestro mundo contemporáneo se encuentra en una situación de olvido de Dios, o secularización. Cada vez más se organiza la sociedad como si Dios no existiera. El Estado propicia ataques constantes en contra de la familia y el matrimonio. Tenemos propuestas de ley para matar a través del aborto a los no nacidos concebidos como resultado de la violación. A muchos señores congresistas les parece bien que en vez de que haya una víctima de la violación haya dos, la mujer y el no nacido totalmente inocente. Uno de ellos dijo que "el Estado no puede hacerse cargo de estos niños", por lo cual piensa que queda justificado el matarlos. Otra dijo que "el derecho a la vida no es absoluto". Pero si no es absoluto, ¿quién decide cuando se va a matar a los inocentes y a cuáles? Recientemente en Chile, se dio una manifestación ante el Palacio de la Moneda de parte de personas con Síndrome Down, pues en los así llamados "países desarrollados" que los países de América Latina desean emular, la casa totalidad de los fetos con síndrome Down son abortados. En esto consiste el progreso, como también el así llamado "matrimonio gay", que ni es matrimonio ni es gay, ni los que supuestamente se casan son capaces de casarse de verdad.
En la vida de un gran porcentaje de los Católicos la fe influye poco o nada en sus decisiones diarias. ¿En un país considerado católico como el Perú, cómo es que se dan tantas estafas, cómo es que la vida política consiste en tanta corrupción, peleas y acusaciones de unos contra otros, que la delincuencia aumente exponencialmente? ¿Qué pasa con la Iglesia cuando hay una sangría constante de católicos bautizados que se unen a las sectas evangélicas porque la Iglesia no se ha preocupado de convocarlos, evangelizarlos e integrarlos en la vida comunitaria de las parroquias? ¿Cómo es que en el Perú la mitad de las parejas son de hecho, conviven sin el Sacramento del Matrimonio, cosa que en otros países está en aumento y no se daba antes? Luego en las familias se dan muchos conflictos, falta la paciencia y la capacidad de dialogar, de escuchar y comprender lo que pasa con el otro? ¿Cómo es que tantos católicos ni se esfuerzan por participar en la Eucaristía que es el gran Misterio de nuestra fe, la presencia y la visita del mismo Jesucristo, Dios y hombre a nosotros, la proclamación de su Palabra y el debido culto a Dios? Todos estos y otros males se deben en buena medida a la pérdida o el debilitamiento de la fe en el corazón de muchos católicos, de manera que Jesús se encuentra dormido en nuestro interior y las virtudes, entre ellas la fe, son como un músculo que si no se ejercita se debilita. Antes se requería dos generaciones para que los así llamados "católicos no practicantes" se convirtieran en ateos o agnósticos, ahora este período se ha reducido a una generación. Antes las ideas ateas, agnósticas y antireligiosas afectaban a una pequeña porción de la sociedad, algunos filósofos e intelectuales, mientras hoy en día influyen en todos a través de los medios de comunicación que promueven la frivolidad, la primacía de lo económico, los anti-valores.
Si debido al debilitamiento de nuestra fe Jesús parece ausente, dormido dentro de nosotros, puede que las sacudidas de las tormentas que todos tenemos que enfrentar en la vida sea la manera que Dios tiene para despertarnos de nuestro letargo espiritual y lograr que de una vez pongamos nuestra confianza en el Señor. Hace un par de días leía un articulo en Internet acerca de la esclavitud. Los tremendos sufrimientos de los esclavos africanos traídos a América a partir del siglo XVI son bien conocidos, pero en aquellos siglos se dio otra esclavitud en el mundo mediterráneo, de manera especial en Italia y España de parte de piratas musulmanes que atacaban los pueblos y ciudades costeros y llevaba al norte de África un gran número de personas para convertirlas en esclavas (de allí el dicho "moros en la costa"). El tratamiento que les propinaban sus captores musulmanes era absolutamente atroz, de manera que se calcula que un 20% de las víctimas moría cada año. El artículo entrega unos detalles espeluzantes acerca de las condiciones en las que tenían que vivir estas personas raptadas de sus pueblos natales. Probablemente el personaje más famoso que sufrió este tipo de esclavitud fue el gran novelista Miguel de Cervantes, que fue liberado por los Padres Trinitarios que juntamente con los Padres Mercedarios se dedicaban a la misión de la redención de los cautivos de las mazmorras moras. Él manifestó un gran espíritu cristiano en tales circunstancias permitiendo que otros fueran liberados antes de él. Lo que más me impresionó del artículo que se basa en un estudio serio de un norteamericano llamado Davis, fue la fe de esta gente. Resulta que siempre se encontraban unos sacerdotes también ellos raptados y hechos esclavos en África. Los esclavos procuraban encontrar oportunidades para confesarse con uno de los sacerdotes y en el caso frecuente de peligro de muerte recibir el Sacramento de la Unción de los Enfermos, pese a que tenían que trabajar turnos extra para que los sacerdotes pudieran dedicar tiempo a estos ministerios. Muchos de ellos también veían su estado de esclavitud como una suerte de penitencia permitida por Dios por sus pecados. En cambio, nosotros que tenemos cerca la Iglesia a veces no somos capaces de organizar nuestro domingo para participar en la Santa Misa.
Ojalá el Señor nos dé la gracia hoy de despertar de letargo espiritual en el que posiblemente vivimos y lograr también que el Señor se despierte en nuestros corazones para que aumente cada día nuestra fe.
sábado, 20 de junio de 2015
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