HOMILÍA VII DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO, 24 DE FEBRERO DE 2019, CICLO C.
Según relata el Obispo norteamericano Robert Barron, hay una historia antigua según la cual un jefe de una tribu invitó a otro a visitarlo y le entregó grandes dones además de una comida exquisita. El otro, viendo tanta exhibición de generosidad y de dones tan valiosos sentía la necesidad de invitar al primero e intentar superarlo sea con la cena o con los dones que le obsequió. Así el otro a su vez sentía la necesidad de hacer lo mismo y superarse a si mismo en la ocasión anterior y al otro también. Según ciertos sociólogos y filósofos este tipo de situación constituiría el dilema del don o del regalo. El mismo obispo cuenta que en una ocasión se le presentó una señora que le preguntaba si había recibido su regalo y que le había extrañado el hecho de que no recibiera siquera una nota de gratitud. En el apuro, tuvo que reconocer que no se dio cuenta de que ni se había enterado de haber recibido el regalo de la señora. El filósofo Jacques Derrida denomina esto el dilema del regalo. Segurmente, todos hemos experimentado situaciones similares. Hemos recibido un regalo o un favor y sentimos la necesidad de la recirpocidad, de dar otro regalo y pagar el favor con otro. Aunque en teoría el regalo ha de ser una manifestación de amor y aprecio hacia la persona que lo recibe de parte del que lo da. Sería un gesto gratuito, pero tendemos a convertirlo en algo en el que se mete la mentalidad comercial.
Solo Dios es libre de esta mentalidad comercial al darnos sus dones. Dios es por definición absoluto, todopoderoso y no le falta ni la hace falta nada. Nosotros no podemos darle nada que necesite porque no necesita nada. En primer lugar, nos ha dado el don de la creación, sea del universo con todas sus maravillas, sea nuestra misma vida pues nuestra alma es creación directa de Dios, y nuestro cuerpo nos lo regala también, aunque con la colaboracíón de nuestros padres. El don más grande que nos ha dado se llama la gracia. La palabra gracia indica gratuidad, pues se nos da la participación en la naturaleza divina, nuestra filiación divina por nuestra unión con Jesucristo Nuestro Señor que se realizó en el bautismo, por la acción también del Espíritu Santo. San Agustín y los demás grandes teólogos que han intentado explicar el misterio de la Sma. Trinidad, nos dicen que el Espíritu Santo es DON, don por antonomasia, o como dice el himno Veni Creator Spiritus, altisimi donum Dei, don del Dios altísimo.
Pasemos ahora a nuestro pasaje evangélico de hoy que está tomada del Sermón de la Llanura que nos entrega San Lucas. Lo que aquí dice Jesús nos puede asustar. Por ejemplo: A vosotros que escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian. Bendecid a los que os maldicen y orad por los que os maltratan" etc, Todo lo que nos dice Jesús en el pasaje que nos toca hoy nos parece imposible de cumplir o tal vez Jesús está utilizando un lenguaje retórico que no se tiene que tomar al pie de la letra. Otro ejemplo: Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Incluso los paganos aman a los que los aman. Es más, prosigue Jesús: dar prestado al que pide sin esperar que lo de vuelva. ¿Cómo podemos tomar en serio estas palabras de Jesús? ¿No habrá algún modo de intepretarles "razonablemente"?
Claro, con la mentalidad humana y mundana, ciertamente no podemos cumplir esto que dice Jesús. Sin embargo, aquí entra el don de la gracia, que nos eleva y transforma, asemejándonos a Jesús, que es el Hijo Unigénito y nosotros hijos adoptivos de Dios. Esta filiación divina e identificación con Jesús no es mera retórica y ha de llevarnos a comportarnos como él mismo hizo. No solo nos da el mandato, sino también nos da la fuerza de hacer todo esto debido a que Él es "nuestra fuerza, nuestra luz y salvación". En la Última Cena dice Jesús a sus apóstoles: Sin mí no podéis hacer nada y San Pablo afirma Todo lo puedo en aquel que me conforta o me da fuerza. Así podemos llegar a hacer cosas humanamente imposibles como perdonar unas ofensas gravísimas, amar y hacer bien al enemigo que nos perjudica y hace mal. Si nos llamamos cristianos y católicos y no somos mejores que los paganos, que es lo que menciona Jesús específicamente, entonces no somos verdaderos seguidores de Jesús. Dice también: "El que me ama, guardará mis mandamientos, y mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos morada en él".
Hay cosas sumamente difíciles de lograr como superar las adicciones, sean las que sean, al alcohol, al sexo, al juego o lo que sea. Alcohólicos Anónimos propone como primer paso darse cuenta de que uno solo no puede superar la adicción al trago, o lo mismo a cualquier otra cosa, y la necesidad de pedir a Dios con toda la sinceridad de nuestra alma de venir en nuestra ayuda. Lo mismo sucede en el caso de los milagros. El que es beneficiado con un milagro, sea en el caso de Jesús en los evangelios, sea otros casos posteriores, para que se dé el milgro se necesita darse cuenta de la propia debilidad y la imposibilidad de alcanzar la naturalidad o la virtud por nuestras propias fuerzas y clamar a Dios para que nos ayude. Este es el caso no solo en la superaciónd de vicios y adicciones sino también en el progreso del amor a Dios y al prójimo.
Es cierto que Jesús nos hace unas exigencias aparentemente extraordinarias dada nuestr debilidad y fragilidad, nuestro vicios o malos hábitos, pero no hay nada imposible para él, ni para nosotros en cuanto a alcanzar la santidad una vez que nos entreguemos a Él y somos sinceros en nuestro empeño de ser santos. Este es el don de la gracia que nos da y nos quiere dar si nos abrimos a su acción.
sábado, 23 de febrero de 2019
sábado, 16 de febrero de 2019
UN ÁRBOL SECO Y OTRO FRONDOSO
HOMILÍA DEL VI DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO, CICLO C, 17 DE FEBRERO DE 2019
Nuestra primera lectura de hoy proviene del c. 17 del Libro del Profeta Jeremías. El libro de Jeremías es un libro bíblico de gran importancia, aunque no fácil de seguir. Este profeta sufrió muchísimo porque, como dice el dicho popular, no tenía pelos en la lengua al denunciar los males de los más poderosos de su tiempo, de acuerdo a la vocación profética que Dios le dio. En este libro como en el resto de la Biblia, el gran pecado, el pecado por antonomasia es la idolatría. Los reyes y demás autoridades en Jerusalén caían en este pecado al hacer pactos con las grandes potencias paganas de la época, cosa que implicaba aceptar los dioses paganos de estos imperios y colocarlos en el templo de Jerusalén, una abominación como bien denunciaba Jeremías y el resto de los profetas. Los sacrificios hechos a los dioses paganos se hacían sobre las colinas y llegaban los reyes, como es el caso de Acaz en tiempos del Profeta Isaías, a pasar a su hijo por el fuego, o sea sacrificarlo quemándolo. También la Biblia habla de palos altos en las colinas que se refiera a la idolatría,
Inspirado por Dios, Jeremías, declara; "Maldito el hombre que pone su confianza en el hombre y en la carne busca su fuerza". La carne es todo lo que no es Dios, no solamente el placer de la carne, sino la soberbia, el egoísmo y en general todos lo que no es Dios ni es digno de ser enaltecido como si lo fuera. La palabra idolo proviene de una palabra griega que significa imagen. Se trataba de las estatuas de los dioses que los paganos mantenían en sus templos. Dios ha creado al hombre a su imagen y semejanza y solo Él es digno del culto que le ha de dar el hombre, que es la adoración. Ha de amar a Dios con todo el alma, con todas sus fuerzas y con todo su ser. Si una persona se dedica a sus negocios, a juntar dinero y gozar de lo que el dinero puede comprar, pues adora los negocios y el dinero. Según dice San Agustín, nos identificamos con lo que amamos: Amas tierra, eres tierra. Otros dedican todos sus fuerzas en alcanzar el mayor coto de placer, sea a través del sexo, de la gula que no es solamente comer en exceso sino con demasiada exquisitez. Para otros el ídolo al que rinden culto será la buena fama y lo que buscan es ser reconocidos y apreciados por los demás. Los hay cuyo dios es el fútbol, porque le dedican todo su empeño. Todos esos son modos de poner nuestra confianza en la carne y los que se dedican es estas cosas tienen su corazón puesto en cualquier cosa que no es Dios, como dice Jeremías. El hombre está cableado para Dios como dice San Agustín: Nos has hecho para ti y nuestro corazón está inquieto mientras no descansa en ti.
El que procede de esta manera y dedica su vida a la búsqueda de bienes terrenales, efímeros que no pueden satisfacer los anhelos que Dios ha colocado en el corazón del hombre, lo compara el profeta con "un cardo en la estepa y no llegará el bien" y habitará en el desierto, tierra salobre e inhóspita". Así es la imagen del hombre superficial y frívolo que ni sabe porque vive, qué tiene que hacer en este mundo y piensa que alcanzará la felicidad acumulando los bienes y placeres que este mundo le puede otorgar. Su vida es un fracaso. Es como un árbol plantada en el desierto cuyas raíces no alcanzan llegar a los manantiales profundos de agua y no da fruto y sus hojas están medio secas.
En cambio, tanto Jeremías como nuestro salmo responsorial, el salmo primero, presentan la imagen de otro tipo de árbol de raíces profundas o que está plantada al lado de la acequia y es frondoso y da su fruto en su sazón: Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza: será un árbol plantado junto al agua, que junto a la corriente echa raíces; cunado llegue el estío, no lo sentirá; su hoja será verde; en año de sequía no se inquieta, no deja de dar fruto. Se trata de un árbol de hondos raíces que llegan a los manantiales profundos. Para que esto se dé hay una serie de condiciones. Hay que abonar y cuidar el árbol en sus primeras fases. Así es con nosotros también. Al ambiente propicio para que un niño se desarrolle según el proyecto de Dios es la familia cristiana que cumplirá con las condiciones para que aprenda a practicar la virtud, a corregir sus defectos, y aprenderá a amar de verdad, a superar el egoísmo y demás vicios. Entonces, cuando llegará a la adolescencia, apoyado por sus padres que son buenos cristianos superará los obstáculos del mal ejemplo de los compañeros, no se dejará liar y meterse en una vida viciosa.
Hay un dicho antiguo que traduzco del latín que reza: Parvus error in principio fit maius in fine. UN pequeño error al inicio se hace mayor al final. Si Dios nos ha hecho libres y capaces de conocer su voluntad, de distinguir entre el bien y el mal, es esencial que desde pequeños aprendamos a practicar la virtud, que consiste en adquirir buenos hábitos y en eso el papel de los padres es esencial. No amarán de verdad a sus hijos si les permiten ser flojos, irresponsables, si no corrigen sus errores y si no los orientan hacia el bien. ¿Pero cómo lo van a hacer si ellos mismos son unos superficiales e irresponsables, si no son como ese árbol frondoso que echa raíces hondas y produce buen fruto incluso en años de sequía?
Nuestra primera lectura de hoy proviene del c. 17 del Libro del Profeta Jeremías. El libro de Jeremías es un libro bíblico de gran importancia, aunque no fácil de seguir. Este profeta sufrió muchísimo porque, como dice el dicho popular, no tenía pelos en la lengua al denunciar los males de los más poderosos de su tiempo, de acuerdo a la vocación profética que Dios le dio. En este libro como en el resto de la Biblia, el gran pecado, el pecado por antonomasia es la idolatría. Los reyes y demás autoridades en Jerusalén caían en este pecado al hacer pactos con las grandes potencias paganas de la época, cosa que implicaba aceptar los dioses paganos de estos imperios y colocarlos en el templo de Jerusalén, una abominación como bien denunciaba Jeremías y el resto de los profetas. Los sacrificios hechos a los dioses paganos se hacían sobre las colinas y llegaban los reyes, como es el caso de Acaz en tiempos del Profeta Isaías, a pasar a su hijo por el fuego, o sea sacrificarlo quemándolo. También la Biblia habla de palos altos en las colinas que se refiera a la idolatría,
Inspirado por Dios, Jeremías, declara; "Maldito el hombre que pone su confianza en el hombre y en la carne busca su fuerza". La carne es todo lo que no es Dios, no solamente el placer de la carne, sino la soberbia, el egoísmo y en general todos lo que no es Dios ni es digno de ser enaltecido como si lo fuera. La palabra idolo proviene de una palabra griega que significa imagen. Se trataba de las estatuas de los dioses que los paganos mantenían en sus templos. Dios ha creado al hombre a su imagen y semejanza y solo Él es digno del culto que le ha de dar el hombre, que es la adoración. Ha de amar a Dios con todo el alma, con todas sus fuerzas y con todo su ser. Si una persona se dedica a sus negocios, a juntar dinero y gozar de lo que el dinero puede comprar, pues adora los negocios y el dinero. Según dice San Agustín, nos identificamos con lo que amamos: Amas tierra, eres tierra. Otros dedican todos sus fuerzas en alcanzar el mayor coto de placer, sea a través del sexo, de la gula que no es solamente comer en exceso sino con demasiada exquisitez. Para otros el ídolo al que rinden culto será la buena fama y lo que buscan es ser reconocidos y apreciados por los demás. Los hay cuyo dios es el fútbol, porque le dedican todo su empeño. Todos esos son modos de poner nuestra confianza en la carne y los que se dedican es estas cosas tienen su corazón puesto en cualquier cosa que no es Dios, como dice Jeremías. El hombre está cableado para Dios como dice San Agustín: Nos has hecho para ti y nuestro corazón está inquieto mientras no descansa en ti.
El que procede de esta manera y dedica su vida a la búsqueda de bienes terrenales, efímeros que no pueden satisfacer los anhelos que Dios ha colocado en el corazón del hombre, lo compara el profeta con "un cardo en la estepa y no llegará el bien" y habitará en el desierto, tierra salobre e inhóspita". Así es la imagen del hombre superficial y frívolo que ni sabe porque vive, qué tiene que hacer en este mundo y piensa que alcanzará la felicidad acumulando los bienes y placeres que este mundo le puede otorgar. Su vida es un fracaso. Es como un árbol plantada en el desierto cuyas raíces no alcanzan llegar a los manantiales profundos de agua y no da fruto y sus hojas están medio secas.
En cambio, tanto Jeremías como nuestro salmo responsorial, el salmo primero, presentan la imagen de otro tipo de árbol de raíces profundas o que está plantada al lado de la acequia y es frondoso y da su fruto en su sazón: Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza: será un árbol plantado junto al agua, que junto a la corriente echa raíces; cunado llegue el estío, no lo sentirá; su hoja será verde; en año de sequía no se inquieta, no deja de dar fruto. Se trata de un árbol de hondos raíces que llegan a los manantiales profundos. Para que esto se dé hay una serie de condiciones. Hay que abonar y cuidar el árbol en sus primeras fases. Así es con nosotros también. Al ambiente propicio para que un niño se desarrolle según el proyecto de Dios es la familia cristiana que cumplirá con las condiciones para que aprenda a practicar la virtud, a corregir sus defectos, y aprenderá a amar de verdad, a superar el egoísmo y demás vicios. Entonces, cuando llegará a la adolescencia, apoyado por sus padres que son buenos cristianos superará los obstáculos del mal ejemplo de los compañeros, no se dejará liar y meterse en una vida viciosa.
Hay un dicho antiguo que traduzco del latín que reza: Parvus error in principio fit maius in fine. UN pequeño error al inicio se hace mayor al final. Si Dios nos ha hecho libres y capaces de conocer su voluntad, de distinguir entre el bien y el mal, es esencial que desde pequeños aprendamos a practicar la virtud, que consiste en adquirir buenos hábitos y en eso el papel de los padres es esencial. No amarán de verdad a sus hijos si les permiten ser flojos, irresponsables, si no corrigen sus errores y si no los orientan hacia el bien. ¿Pero cómo lo van a hacer si ellos mismos son unos superficiales e irresponsables, si no son como ese árbol frondoso que echa raíces hondas y produce buen fruto incluso en años de sequía?
sábado, 9 de febrero de 2019
EL PODER EXTRAORDINARIO DE LA GRACIA DE DIOS MANIFESTADO EN LA LLAMADA A SEGUIR A JESÚS
HOMILÍA DEL DOMINGO V DE TIEMPO ORDINARIO, CICLO C, 10 DE FEBRERO DE 2019,
Normalmente en las lecturas litúrgicas dominicales se encuentran coincidencias entre la primera lectura y el evangelio. Hoy la coincidencia es muy grande. En primer lugar, se trata del c. 6 del Libro del Profeta Isaías en el que encontramos el relato de la vocación del profeta y en el c. 5 del Evangelio de San Lucas tenemos el episodio de la pesca milagrosa que se da en el Lago de Galilea y en la barca del San Pedro, seguido de la vocación de Pedro y sus compañeros de ser ya pescadores de hombres.,
Isaías se encuentra orando en el templo y tiene una experiencia extraordinaria de Dios y su corte celestial. El profeta se acuerda perfectamente cuando se dio esta experiencia extraordinario, en el año de la muerte del Rey Osías. Esta indicación es importante porque cualquier cristiano que tiene una o más experiencias de Dios en su vida no se olvida nunca del hecho y normalmente cambia radicalmente su vida. Lo mismo pasa en nuestro evangelio de hoy con San Pedro. Puede que en nuestro caso no se haya dado algo tan majestuoso como la visión de Isaías en el templo, pero en el caso de una vocación al sacerdocio o a la vida religiosa suele haber algo memorable que nos dio la certeza de que Dios nos está llamado a una vocación concreta. Isaías ve a Dios sentado en su trono excelso y su manto llenaba el templo. Aquí vemos como el cielo se une a la tierra a través de esta imagen del manto de Dios que se encuentra acompañado de los serafines que cantan "Santo, Santo, Santo el Señor de los Ejércitos. La tierra está llena de tu gloria", canto que repetimos en cada Misa al final del Prefacio. Temblaban las jambas de las puertas y el templo estaba lleno de humo, señales de la presencia del Dios Todopoderoso.
En la Biblia cuando Dios se manifiesta a alguno a quien entrega una misión, este se llena de temor y el profeta suele expresar su indignidad e incapacidad de cumplir la misión que Dios le entrega. Es el caso de Moisés y de Jeremías, por ejemplo. Aquí Isaías se declara hombre de labios impuros que vive en medio de de un pueblo de labios impuros que no se siente digno de estar en la presencia del Rey y Señor. Uno de los serafines toma un ascua del fuego del templo y le toca la boca diciendo que se culpa ha desaparecido y su pecado está perdonado. Este reconocimiento del propio pecado es importante, pues nadie es digno de estar en la presencia de Dios, pero hoy en día mucha gente piensa que no tiene pecado, que es "buena gente". Este es un obstáculo grave para entrar en la presencia de Dios. Luego Dios pregunta a quién mandará, quién irá de su parte y el profeta responde "Aquí estoy, mándame".
Pasemos ahora a comentar el caso de Pedro en el evangelio de hoy. Jesús sube a la barca de Pedro. Pedro y sus compañeros era pescadores y hemos de suponer que conocían su oficio. Pero al subir a la barca de Pedro, Jesús toma el mando y le dice a él y a sus compañeros: "Remad, mar adentro y echad las redes a pescar" o en Latín "duc in altum", una frase muy apreciada por San Juan Pablo II. Pareciera como si una persona su al coche de uno y se apodera de él diciendo que vaya a tal parte. Pedro queda perplejo, y responde diciendo: "Maestro, hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada, pero, por tu palabra echare las redes". No está muy convencido de que vaya a pescar nada. máxime cuando es de día y de noche se tiene mucha mayor posibilidad de ser exitoso en la pesca, pero con deferencia y confianza en Jesús, obedeció.
La pesca es abundante y tienen que pedir la ayuda de sus compañeros de otras barcas para poder llevarla a la orilla. Ante este milagro extraordinario, Pedro reacciona de manera semejante a Isaías y los demás profetas cuando el Señor entra en su vida, y les manifiesta su misión: "Apártate de mí, Señor que soy pecador".
El evangelista comenta que tanto Pedro como sus compañeros se llenaron de asombro y Jesús le dijo a Pedro, "De ahora en a delante, serás pescador de hombres".
Podemos constatar, pues, tres pasos que se dan en todas las vocaciones: primero, la manifestación de Dios en todo su poder y majestad, cosa que provoca asombro; segundo, el reconocimiento de parte del que es llamado por Dios de su pecado e indignidad; y en tercer lugar Dios o Jesús asegura al que es llamado y le entrega la misión. Le dice, por ejemplo, a Jeremías que se consideraba incapaz de cumplir la misión debido a su corta edad: Al poner su mano en la boca del profeta dice Dios: Mira, he puesto mis palabras en tu boca hoy mismo te doy autoridad sobre las gentes y los reinos para extirpar y destruir, para perder y derrocar, para reconstruir y plantar".
Normalmente en las lecturas litúrgicas dominicales se encuentran coincidencias entre la primera lectura y el evangelio. Hoy la coincidencia es muy grande. En primer lugar, se trata del c. 6 del Libro del Profeta Isaías en el que encontramos el relato de la vocación del profeta y en el c. 5 del Evangelio de San Lucas tenemos el episodio de la pesca milagrosa que se da en el Lago de Galilea y en la barca del San Pedro, seguido de la vocación de Pedro y sus compañeros de ser ya pescadores de hombres.,
Isaías se encuentra orando en el templo y tiene una experiencia extraordinaria de Dios y su corte celestial. El profeta se acuerda perfectamente cuando se dio esta experiencia extraordinario, en el año de la muerte del Rey Osías. Esta indicación es importante porque cualquier cristiano que tiene una o más experiencias de Dios en su vida no se olvida nunca del hecho y normalmente cambia radicalmente su vida. Lo mismo pasa en nuestro evangelio de hoy con San Pedro. Puede que en nuestro caso no se haya dado algo tan majestuoso como la visión de Isaías en el templo, pero en el caso de una vocación al sacerdocio o a la vida religiosa suele haber algo memorable que nos dio la certeza de que Dios nos está llamado a una vocación concreta. Isaías ve a Dios sentado en su trono excelso y su manto llenaba el templo. Aquí vemos como el cielo se une a la tierra a través de esta imagen del manto de Dios que se encuentra acompañado de los serafines que cantan "Santo, Santo, Santo el Señor de los Ejércitos. La tierra está llena de tu gloria", canto que repetimos en cada Misa al final del Prefacio. Temblaban las jambas de las puertas y el templo estaba lleno de humo, señales de la presencia del Dios Todopoderoso.
En la Biblia cuando Dios se manifiesta a alguno a quien entrega una misión, este se llena de temor y el profeta suele expresar su indignidad e incapacidad de cumplir la misión que Dios le entrega. Es el caso de Moisés y de Jeremías, por ejemplo. Aquí Isaías se declara hombre de labios impuros que vive en medio de de un pueblo de labios impuros que no se siente digno de estar en la presencia del Rey y Señor. Uno de los serafines toma un ascua del fuego del templo y le toca la boca diciendo que se culpa ha desaparecido y su pecado está perdonado. Este reconocimiento del propio pecado es importante, pues nadie es digno de estar en la presencia de Dios, pero hoy en día mucha gente piensa que no tiene pecado, que es "buena gente". Este es un obstáculo grave para entrar en la presencia de Dios. Luego Dios pregunta a quién mandará, quién irá de su parte y el profeta responde "Aquí estoy, mándame".
Pasemos ahora a comentar el caso de Pedro en el evangelio de hoy. Jesús sube a la barca de Pedro. Pedro y sus compañeros era pescadores y hemos de suponer que conocían su oficio. Pero al subir a la barca de Pedro, Jesús toma el mando y le dice a él y a sus compañeros: "Remad, mar adentro y echad las redes a pescar" o en Latín "duc in altum", una frase muy apreciada por San Juan Pablo II. Pareciera como si una persona su al coche de uno y se apodera de él diciendo que vaya a tal parte. Pedro queda perplejo, y responde diciendo: "Maestro, hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada, pero, por tu palabra echare las redes". No está muy convencido de que vaya a pescar nada. máxime cuando es de día y de noche se tiene mucha mayor posibilidad de ser exitoso en la pesca, pero con deferencia y confianza en Jesús, obedeció.
La pesca es abundante y tienen que pedir la ayuda de sus compañeros de otras barcas para poder llevarla a la orilla. Ante este milagro extraordinario, Pedro reacciona de manera semejante a Isaías y los demás profetas cuando el Señor entra en su vida, y les manifiesta su misión: "Apártate de mí, Señor que soy pecador".
El evangelista comenta que tanto Pedro como sus compañeros se llenaron de asombro y Jesús le dijo a Pedro, "De ahora en a delante, serás pescador de hombres".
Podemos constatar, pues, tres pasos que se dan en todas las vocaciones: primero, la manifestación de Dios en todo su poder y majestad, cosa que provoca asombro; segundo, el reconocimiento de parte del que es llamado por Dios de su pecado e indignidad; y en tercer lugar Dios o Jesús asegura al que es llamado y le entrega la misión. Le dice, por ejemplo, a Jeremías que se consideraba incapaz de cumplir la misión debido a su corta edad: Al poner su mano en la boca del profeta dice Dios: Mira, he puesto mis palabras en tu boca hoy mismo te doy autoridad sobre las gentes y los reinos para extirpar y destruir, para perder y derrocar, para reconstruir y plantar".
sábado, 26 de enero de 2019
NUESTRA IDENTIDAD O QUIENES SOMOS
HOMILÍA DEL III DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO, CICLO 2, 27 DE ENERO DE 2017.
Las lecturas litúrgicas son unos pasajes tomados de diversos libros diversos libros del Antiguo como del Nuevo Testamento. Si los católicos tuvieran mucha familiaridad con la Biblia, no seria necesario dar un contexto de ellas especialmente en el caso de los libros del Antiguo Testamentos, pues lamentablemente en la gran mayoría de los casos el conocimiento de la Biblia que tiene el católico que asiste a la misa dominical pudiera ser más completo y mejor. Hoy nos ha tocado escuchar una lectura de un libro llamado de Nehemías. Creo que todos saben lo que fue el exilio de una buena parte del pueblo de Israel en Babilonia, como en el año 586 a. C. el Rey Nabucodosor llegó a Jerusalén con su ejército y le puso sitio. El era el gran imperialista de la época que había derrocado el imperio anterior el de Asiria y dominaba la mayor parte del Medio Oriente. Los imperios solían imponer tributo a los pequeños países en las periferias del territorio que dominaban directamente. El gobernante de tal país pequeño dejaba de pagar el tributo, solía llegar con su ejército y exigir el dinero e intentar imponerles su religión de manera que estarían obligados a rendir culto a su dios. Así también la pérdida de la independencia de un país implicaba que su dios no había sido suficientemente fuerte como para defenderlo de sus enemigos y tenía que someterse al dios del nuevo soberano. En el año 538, cayó el Imperio Neobabilónico en manos del gran rey de Persia llamado Ciro. Considerando las costumbres de la época, este rey era muy benigno y de hecho es alabado en la Biblia y considerado "mesías" o libertador. El permitió a los judíos que deseaban regresar a su patria hacerlo e incluso les ayudó para que lo pudieran hacer.
El libro de Nehemías que va juntamente con el de Esdras, pues ambos tratan de los mismos hechos, es del siglo V antes de Cristo cuando habían llegado a Jerusalén los primeros exiliados que decidieron volver. La escena que descubrieron era verdaderamente desolador. La población que encontraron era más o menos pagaa. Dado que Nabuconodosor había destruido el templo y tirado las murallas de Jerusalén y los que habían sido judíos más o menos habían perdido la fe, pues sin sacerdotes ni templo no iban a poder mantener el culto. La pobreza de la gente era extrema. Más o menos se desanimaron los recién llegados de Babilonia. Nehemías fue nombrado gobernador y su propuso dar prioridad a la construcción de la muralla y lo iba realizando con grandes obstáculos, no los menores la oposición de la población local. Llegó también el sacerdote Esdras con la misión de reanimar a los judíos y establecer el verdadero culto en el templo. Les animo a tomar sus Biblias y leer estos dos libros para saborear un poco el contexto muy difícil con el que se enfrentaron estos dos hombre, uno gobernador civil y otro sacerdote.
En nuestra primera lectura, tenemos al sacerdote Esdras encima de un estado en una plaza de Jerusalén leyendo el libro de la Ley del Señor, es decir, toda la Biblia que existía en la época, rodeados una gran parte del pueblo. Iba leyendo desde el amanecer hasta el mediodía y la gente de pie escuchaba. Se trataba de un día de fiesta, aunque no se dice cuál. Esdras le dio la bendición a todo el pueblo.
Las lecturas litúrgicas del Antiguo Testamento que escuchamos los domingos tienen una relación con el evangelio del día. Hoy nos toca escuchar el inicio del Evangelio según San Lucas que es una suerte de prólogo en el que el evangelista explica cómo trabajó en reunir los datos y hechos referentes a Jesús, habiendo consultado con testigos oculares. En el caso de los judíos reunidos alrededor de Esdras, eran gente que a lo largo de las décadas de dominio extranjero sin haber podido participar en el culto había olvidado la gran historia de las intervenciones poderosas de parte de Dios desde el inicio con Abrahán y los demás Patriarcas, luego de la salida de Egipto o éxodo con Moisés y la alianza que Dios había hecho con Moisés en el Monte Sinaí y las otras grandes hazañas de la historia del pueblo.De toda esa historia se habían olvidado, y se daban cuenta en el momento de escuchar la lectura de la Biblia de que no sabían ni quienes eran.
San Lucas, el inicio de su evangelio, explica los motivos que lo movieron a escribir: dice que otros muchos habían emprendido la tarea de componer un relato de los hechos referentes a Jesús siguiendo las tradiciones que había recibido de los testigos oculares, y él mismo se propone hacer lo mismo después de haber diligentemente recogido todo el material necesario. ¿Y cuál es la importancia de esta tarea? En este caso, se trata de pasar a las futuras generaciones, hasta nuestros días a lo largo de casi 2000 años, los dichos y hechos de Jesús, que son los que dan sentido a nuestra vida de cristianos y quiénes somos. Toda la historia tanto del Antiguo Testamento como el Nuevo es nuestra historia, y si no tenemos conciencia de estas historia, no sabemos ni quienes somos.
Supongamos que hay un maestro de escuela inglés que descubriera que la gran mayoría de sus alumnos no saben nada de Shakespeare, desconocen los grandes dramas y poesías que escribió. No saben quién era Hamlet o Macbeth etc. ¿No le parecería una gran pobreza y no se empeñaría en enseñarles con todo el entusiasmo del que es capaz a hacerles captar la grandeza de Shakespeare y de sus obras. O en España, un maestro español encuentra que hay muchos alumnos que desconocen quién era Cervantes y el Quijote y no saben nada de los grandes escritores del siglo de Oro de España como Lope de Vega, Gongora, Quevedo, Calderón de la Barca etc, ¿No le parecería una gran pobreza cultural dado que las grandes obras clásicas llevan unas lecciones imperecederas. O en el campo de la música, encuentra a unos jóvenes que no conocen más que la música pop, metal pesado y demás géneros decadentes, que desconocen a los grandes maestros como Mozart, Bethoven, Bach etc. ¿N procuraría ayudarles a captar la belleza de esta música?
Si Jesucristo en la última cena cuando instituyó la Eucaristía y en ella nos entregó su misma vida como fuerza y alimento para nuestro camino arduo por este mundo hasta la patria eterna dijo: HACED ESTO EN MEMORIA MÍA. Pero resulta que la gran mayoría de los que se dicen católicos no acuden casi nunca a la celebración de este Memorial de la vida muerte y resurrección de Jesús, ¿cómo van a encontrar en él el sentido de su vida? El otro día hubo unas exequias en la parroquia y la Iglesia estaba llena, con algunos de pie. Sin embargo, se nota que una mayoría de la gente presente están allí sin saber lo que sucede ni qué significa la Misa, ni saben el Padre Nuestro, mucho menos el resto de las oraciones ni entienden nada de las lecturas. Seis personas acudieron a comulgar de los más de 200 que estaban presentes. ¿No se les ocurre que dentro de unos años se va a traer a sus cuerpos muertos en un ataud a la Iglesia? Asisten por un compromiso social, para dar el pésame a la familia del difunto. Pasa lo mismo con las Primeras Comuniones. Se han convertido en una ocasión para vestirse bonito y salir a una comida en un restaurante. Lo mismo la Navidad. ¿Qué pasa con todo eso?
Si el Evangelio es BUENA NOTICIA, ¿a quién ha llegado esta noticia? ¿A quienes nos la hemos comunicado nosotros que asistimos a la misa? No es de extrañar, pues que haya chicas que se convierten al islam en Europa, cosa verdaderamente increíble dado que el islam trata a la mujer poco mejor que un esclavo. Allí encuentran algo que no han encontrado en la Iglesia, en sus familias. Los jóvenes no encuentran sentido en sus vidas y caen en la droga y otros vicios. Quieren pasarlo bien en el momento con botellones, bailes, o viajar a otros países etc, para luego durante la semana a la rutina del trabajo si es que el sistema económico les ha proporcionado una posibilidad de trabajar. Viven sin saber por qué y mueren sin esperanza. Si realmente los que estamos aquí presentes nos diéramos cuenta de la importancia de lo que celebramos cada domingo, de quién es Jesucristo que en él por Él y para gozar de la felicidad eterna en el cielo en unión con Él y a través de el de Dios Padre y el Espíritu Santo nacimos y vivimos, y que nuestro destino es eterno, eterna felicidad. Si echamos a perder la vida, entonces será eterna condena en el infierno. ¿Cómo es posible que tomamos tan a la ligera cosas tan extremadamente importantes y nos dedicamos con todo el alma a pasatiempos secundarios que no hacen nada para ayudarnos a llegar a la meta de esa felicidad que el Señor nos prometido, ni intentamos convencer a otros que esta es la verdad y que si se olvidan de quiénes son como hijos de Dios llamados a la vida eterna hemos fracasado lamentablemente en nuestra vida.
sábado, 19 de enero de 2019
LA RELACIÓN ESPONSAL DE DIOS CON SU PUEBLO Y LA BODA DE CANÁ
HOMILÍA, II DOMINGO DEL AÑO, TIEMPO ORDINARIO, 20 DE ENERO DE 2019
No cabe duda de que la relación de más intimidad y comunión entre las personas es la del marido y la mujer en el matrimonio. Ahora bien, el titular que viene con nuestra primera lectura de hoy del c. 62 del Libro del Profeta Isaías es: "El marido se alegrará con su esposa". El contexto de la lectura es el regreso a Jerusalén de una parte del pueblo de Israel del exilio de Babilonia y todo lo que va con este hecho como la reconstrucción del templo y la recuperación de la dignidad del pueblo y sus instituciones. Ciertamente, es difícil para nosotros captar la hondura del trauma que significó para los israelitas la destrucción de Jerusalén y del templo y la expulsión de buena parte del pueblo. No se trataba de una catástrofe meramente humana sino que también teológica debido a que Dios había hecho una alianza con ellos en Sinaí con Moisés, y unas promesas sobre la perpetuidad de la dinastía dravídica, que aparentemente no se cumplieron. Dice Dios a través de Isaías: Ya no te llamarán "Abandonada" ni a tu tierra "Devastada"; a ti te llamarán "Mi favorita", y tu tierra "Desposada"porque el Señor te prefiere a ti y tu tierra tendrá marido". Es decir, que tanto es el amor de Dios por Israel que se casa con él. El tema de la relación esponsal de Dios con su pueblo Israel es recurrente en el Antiguo Testamento y sobre todo en los profetas. Lo encontramos en Oseas, en Ezequiel y en Jeremías además de Isaías. San Pablo retoma este tema en sus cartas y ve a la Iglesia, el Nuevo Israel, como esposa de Cristo.
Si Dios manifiesta un amor tan estrecha y exclusivo para con su pueblo Israel, y Jesucristo por su Iglesia, no nos ha de extrañar el hecho de que en el Evangelio de San Juan la vida pública de Jesús se inaugura con el milagro de la Boda de Caná. Por una parte, una boda ha sido siempre una ocasión de gran alegría. Por un lado, tenemos que fijarnos en el relato en sí: una boda en un pueblo cercano a Nazaret. Jesús es invitado y lleva a algunos de sus nuevos discípulos. También está María de manera que podemos suponer que hay un parentesco con el novio o la novia. Una boda judía de la época duraba varios días. Se dio la desgracia de que se les acabó el vino. La primera en darse cuenta de la situación es María, que desde luego como mujer y madre tiene una gran intuición. ¿Quién no se da cuenta de lo que pasarían los pobres novios y las familias, por no haber previsto suficiente vino y cómo se chismorreo en un pueblo. María acude a Jesús y con mucha discreción le dice "no tienen vino" Su primera reacción es que no es asunto suyo. María no responde pues tiene la seguridad de que va a remediar la situación. Nadie conoce a Jesús como ella. Hay seis tinajas de agua, es decir, centenares de litros, y Jesús manda a los mozos a sacar vino no agua de las tinajas y darlo a probar al mayordomo. Este, no sabiendo de donde provino el vino comenta que normalmente se da el mejor vino primero y cuando ya han tomado bastante se les sirve un vino de menor calidad. En este caso, hacen lo contrario.
Sobre todo en el Evangelio de San Juan, no debemos quedarnos con el nivel del relato histórico, sino que tiene otro significado más profundo. El misterio de la encarnación gracias al cual Jesucristo, el Hijo de Dios se hace uno de nosotros y comparte en todo nuestra condición humana es un relación esponsal entre Dios y su pueblo, con nosotros. De ahí la imagen de la boda. El papel de María es muy importante aquí, dado que fue gracias a la colaboración de ella, cuando dijo al Arcángel Gabriel "hágase en mi según tu palabra" el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. Su papel no termina con el nacimiento y la crianza de Jesús. Así como Eva era la "madre de los vivientes", María es, según la Tradición muy antiguo de la Iglesia a la que dan testimonio San Justino Mártir en Roma en el año 163 y posteriormente San Ireneo a finales del mismo siglo II, que María es la Nueva Eva. Es la madre de los hijos de Dios nacidos por el bautismo. Parecía que Jesús no iba a hacer el milagro, pero María estaba perfectamente convencida de que sí lo iba a hacer de tal manera que les dijo a los criados "haced lo Él os diga". Esta frase viene siendo un resumen del secreto de María y también el cumplimiento de su palabra al ángel. También estas son las últimas palabras de María en el Evangelio.
Creo que este episodio y el protagonismo de María en él está relacionado con el otro episodio que se da cuando Jesús desde la cruz le dice a Juan: "He ahí a tu madre" y a María "He ahí a tu hijo", y el evangelista comenta que Juan la acogió en su casa. En la Boda de Caná, María adelanta su solicitud maternal, en este caso hacia la pareja que se casó, y a partir de la cruz, la resurrección y el día de Pentecostés ella comienza a vivir la segunda etapa de su misión que sigue desde el cielo a lo largo de los siglos y es ya Madre de la Iglesia. Así, como sabemos, ella ha protagonizado muchas apariciones a lo largo sobre todo de los últimos siglos, como son las de Guadalupe, Lourdes, y Fátima, entre otras. En todas sus apariciones hay un mensaje de conversión y penitencia a través de la oración y el sacrificio. Pareciera que las apariciones se multiplican más en los últimos dos siglos, probablemente porque el mundo se ha alejado más y más de Dios y de su ley. Así la urgencia que sus mensajes manifiestan. Según relata el Cardenal Cafarra, que fue Arzobispo de Boloña y murió hace un año y medio, Sor Lucía, la principal de las videntes de Fátima, le dijo que la prueba final que se va a dar antes de la batalla final entre Jesús y Satanás se produciría como sobre la familia.
No cabe duda de que la relación de más intimidad y comunión entre las personas es la del marido y la mujer en el matrimonio. Ahora bien, el titular que viene con nuestra primera lectura de hoy del c. 62 del Libro del Profeta Isaías es: "El marido se alegrará con su esposa". El contexto de la lectura es el regreso a Jerusalén de una parte del pueblo de Israel del exilio de Babilonia y todo lo que va con este hecho como la reconstrucción del templo y la recuperación de la dignidad del pueblo y sus instituciones. Ciertamente, es difícil para nosotros captar la hondura del trauma que significó para los israelitas la destrucción de Jerusalén y del templo y la expulsión de buena parte del pueblo. No se trataba de una catástrofe meramente humana sino que también teológica debido a que Dios había hecho una alianza con ellos en Sinaí con Moisés, y unas promesas sobre la perpetuidad de la dinastía dravídica, que aparentemente no se cumplieron. Dice Dios a través de Isaías: Ya no te llamarán "Abandonada" ni a tu tierra "Devastada"; a ti te llamarán "Mi favorita", y tu tierra "Desposada"porque el Señor te prefiere a ti y tu tierra tendrá marido". Es decir, que tanto es el amor de Dios por Israel que se casa con él. El tema de la relación esponsal de Dios con su pueblo Israel es recurrente en el Antiguo Testamento y sobre todo en los profetas. Lo encontramos en Oseas, en Ezequiel y en Jeremías además de Isaías. San Pablo retoma este tema en sus cartas y ve a la Iglesia, el Nuevo Israel, como esposa de Cristo.
Si Dios manifiesta un amor tan estrecha y exclusivo para con su pueblo Israel, y Jesucristo por su Iglesia, no nos ha de extrañar el hecho de que en el Evangelio de San Juan la vida pública de Jesús se inaugura con el milagro de la Boda de Caná. Por una parte, una boda ha sido siempre una ocasión de gran alegría. Por un lado, tenemos que fijarnos en el relato en sí: una boda en un pueblo cercano a Nazaret. Jesús es invitado y lleva a algunos de sus nuevos discípulos. También está María de manera que podemos suponer que hay un parentesco con el novio o la novia. Una boda judía de la época duraba varios días. Se dio la desgracia de que se les acabó el vino. La primera en darse cuenta de la situación es María, que desde luego como mujer y madre tiene una gran intuición. ¿Quién no se da cuenta de lo que pasarían los pobres novios y las familias, por no haber previsto suficiente vino y cómo se chismorreo en un pueblo. María acude a Jesús y con mucha discreción le dice "no tienen vino" Su primera reacción es que no es asunto suyo. María no responde pues tiene la seguridad de que va a remediar la situación. Nadie conoce a Jesús como ella. Hay seis tinajas de agua, es decir, centenares de litros, y Jesús manda a los mozos a sacar vino no agua de las tinajas y darlo a probar al mayordomo. Este, no sabiendo de donde provino el vino comenta que normalmente se da el mejor vino primero y cuando ya han tomado bastante se les sirve un vino de menor calidad. En este caso, hacen lo contrario.
Sobre todo en el Evangelio de San Juan, no debemos quedarnos con el nivel del relato histórico, sino que tiene otro significado más profundo. El misterio de la encarnación gracias al cual Jesucristo, el Hijo de Dios se hace uno de nosotros y comparte en todo nuestra condición humana es un relación esponsal entre Dios y su pueblo, con nosotros. De ahí la imagen de la boda. El papel de María es muy importante aquí, dado que fue gracias a la colaboración de ella, cuando dijo al Arcángel Gabriel "hágase en mi según tu palabra" el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. Su papel no termina con el nacimiento y la crianza de Jesús. Así como Eva era la "madre de los vivientes", María es, según la Tradición muy antiguo de la Iglesia a la que dan testimonio San Justino Mártir en Roma en el año 163 y posteriormente San Ireneo a finales del mismo siglo II, que María es la Nueva Eva. Es la madre de los hijos de Dios nacidos por el bautismo. Parecía que Jesús no iba a hacer el milagro, pero María estaba perfectamente convencida de que sí lo iba a hacer de tal manera que les dijo a los criados "haced lo Él os diga". Esta frase viene siendo un resumen del secreto de María y también el cumplimiento de su palabra al ángel. También estas son las últimas palabras de María en el Evangelio.
Creo que este episodio y el protagonismo de María en él está relacionado con el otro episodio que se da cuando Jesús desde la cruz le dice a Juan: "He ahí a tu madre" y a María "He ahí a tu hijo", y el evangelista comenta que Juan la acogió en su casa. En la Boda de Caná, María adelanta su solicitud maternal, en este caso hacia la pareja que se casó, y a partir de la cruz, la resurrección y el día de Pentecostés ella comienza a vivir la segunda etapa de su misión que sigue desde el cielo a lo largo de los siglos y es ya Madre de la Iglesia. Así, como sabemos, ella ha protagonizado muchas apariciones a lo largo sobre todo de los últimos siglos, como son las de Guadalupe, Lourdes, y Fátima, entre otras. En todas sus apariciones hay un mensaje de conversión y penitencia a través de la oración y el sacrificio. Pareciera que las apariciones se multiplican más en los últimos dos siglos, probablemente porque el mundo se ha alejado más y más de Dios y de su ley. Así la urgencia que sus mensajes manifiestan. Según relata el Cardenal Cafarra, que fue Arzobispo de Boloña y murió hace un año y medio, Sor Lucía, la principal de las videntes de Fátima, le dijo que la prueba final que se va a dar antes de la batalla final entre Jesús y Satanás se produciría como sobre la familia.
sábado, 12 de enero de 2019
EL BAUTISMO DE JESÚS Y NUESTRO BAUTISMO
HOMILÍA PARA LA FIESTA DEL BAUTISMO DEL SEÑOR, DOMINGO 13 DE ENERO DE 2019.
Habiendo terminado el período de la celebración de la Navidad, precedida del Adviento, la Iglesia nos propone en este domingo la Fiesta del Bautismo del Señor. En la vida de Jesús se trata de un hito importante, pues Jesús interrumpe su vida de carpintero en Nazaret y se dirige al Jordán donde Juan lleva adelante su actividad que consiste en un bautismo a favor de la conversión y el perdón de los pecados. Curiosamente, los judíos no practicaban comúnmente tal bautismo. El hecho de que Jesús empezara su vida pública con su bautismo de parte de Juan es muy importante y tiene mucho paralelismo con su suerte final en la cruz. No es que Jesús necesitara ningún bautismo para el perdón de los pecados, sino que adelante su solidaridad con todos nosotros pecadores y el hecho de que él es "el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo". Se trata de una manifestación del Padre a través de la voz, y del Espíritu Santo a través de la bajada de la paloma sobre él.
En el caso de nuestro bautismo, se trata del primero de todos los sacramentos y fundamento de todos los demás. Tal vez en la mente de muchos, el cristiano es "buena gente", amable, servicial y solidario. El problema con esto es que perfectamente un judío, un musulmán, un budista, un ateo o un agnóstico podría ser buena persona y solidario. No expresa los que es específico del cristiano. El bautismo se denomina "un nuevo nacimiento". De hecho, en el Ritual del Bautismo, se habla de un nuevo y definitivo nacimiento por el bautismo. Por el bautismo somos injertado en Cristo y hechos hijos de Dios. Jesucristo es Dios, la segunda persona de la Sma. Trinidad, y ésta vive en una continua relación con las dos demás personas divinas. Es lo que expresa Jesús en su discurso de despedida que se encuentra en el Evangelio de San Juan en el relato de última.cena cuando habla de la vid y los sarmientos. San Pablo dice que "nuestra vida está escondida con Cristo en Dios". Esta participación o relación con las tres divinas personas nos hace hijos de Dios. Mientras Jesús es Hijo de Dios por naturaleza nosotros llegamos a serlo por adopción, en palabras de San Pablo.
Esta realidad que se produce en el bautismo se llama tanto inhabitación de las tres divinas personas en el alma, pero su presencia en ella provoca un cambio radical en nosotros que se llama también la gracia. El lenguaje que utiliza San Pablo para expresar esta nueva y maravillosa realidad es la de la gracia. En primer lugar, la inhabitación se llama gracia increada, mientras el efecto que tiene en nosotros que no nos transforma la naturaleza sino que por la participación en la vida divina se nos hace hijos de Dios en el hijo. Como que el Padre y el Hijo están en un abrazo y esa unión es el Espíritu Santo. El efecto que deja esta presencia de las divinas personas en nuestra alma deja una huella profunda y nos transforma interiormente. Esta transformación se llama también elevación porque no podrías alcanzar por nuestras propias fuerzas nada semejante. Nacimos heridos, o como es el caso de algunos niños infortunados que debido a la adicción de la madre a la cocaína, nace el niño con tal adicción, o un niño que hace en una familia desquiciada. El niño, no por culpa suya, va a asumir los mismos vicios que se manifiestan en la familia. Esto es, más o menos lo que sucede en el caso de lo que llamamos el Pecado Original. A lo largo de los milenios, desde tiempo de nuestros primeros padres, se ha comunicado de generación a generación los vicios, el egoísmo, el mal de todo tipo de manera que viene siendo el aire que aspira.
Esta situación la entendemos como una lucha entre dos reinos, el de Satanás o el mal, y el de Jesucristo y el bien. Por el bautismo somos rescatados del reino de Satanás y colocados en el de Jesucristo. No es que nosotros por nuestras propias fuerzas podamos liberarnos de esta marasma de mal, pecado y muerte. Lo ha hecho Jesús de una vez en la cruz y se aplica a nosotros en el bautismo, por el que también nos hacemos miembros de su Iglesia, que es como la barca que nos llevará por las olas de este mundo de la mano de Jesús hasta la etapa definitiva de este nueva vida que comienza con el bautismo. Hemos visto que el bautismo es como la base sobre la que se construye en edificio de los demás sacramentos. La confirmación es un fortalecimiento de lo que nos sucedió en el bautismo por la venida del Espíritu Santo como sucedió al inicio en el caso de la Iglesia mismo en Día de Pentecostés. La Eucaristía es el alimento que nos ha de fortalecer a través de los caminos de este mundo. La Penitencia o la Reconciliación es el remedio necesario si nos hemos separado del Señor y perdido esta nueva vida regalada en el bautismo. Y relacionado con la Penitencia está la Unción de los Enfermos, que nos ha de fortalecer y renovar nuestra esperanza en el caso de la debilidad que suele acompañar la enfermedad. Los Sacramentos del Matrimonio y las Sagradas órdenes son sacramentos orientados a una misión en la Iglesia, la de crear una familia y dar a luz nuevos hijos de Dios o la de servir a los hermanos a través de la predicación de la Palabra de Dios y la celebración de los sacramentos, y en general la acción pastoral en medio de la Iglesia.
Que esta Fiesta del Bautismo del Señor nos ayude a captar con mayor claridad la gran importancia del Sacramento de Bautismo como la puerta de nuestra entrada en la Iglesia que es el Cuerpo de Cristo y fundamento de todo el resto de nuestra vida cristiana.
sábado, 5 de enero de 2019
LA EPIFANÍA
SOLEMNIDAD DE LA EPIFANÍA, DOMINGO 6 DE ENERO DE 2019.
Uno de los episodios más importantes y que más llama la atención dentro de los dos relatos de la Navidad de parte de San Mateo y San Lucas es la llegada de los "magos" de "oriente", como llegaron a Jerusalén preguntando donde había nacido el rey de los judíos, como Herodes, el gran tirano que gobernaba de parte de los romanos los recibió. Luego el rey consultó con los expertos bíblicos que le dijeron que el Mesías tenía que nacer en Belén de Judea, es decir, el mismo pueblo donde había nacido el Rey David. Estos datos que nos entrega San Mateo en el capítulo segundo de su evangelio han dado cabida a mucha especulación e importantes tradiciones. En primer lugar, se examina diversos libros de la Biblia, de manera especial el de Isaías para descubrir algún dato más o intentar comprender mejor lo que dice San Mateo en su relato. Nuestra primera lectura de hoy tomada del Libro de Isaías, c. 60 presenta un cuadro de gran alegría en cuanto que llegan a Jerusalén. La luz de la gloria de Dios brillará sobre la ciudad santa, caminar los pueblos y los reyes hacia su resplandor. Luego habla de camellos, dromedarios y la concurrencia de gente de lejos como Medián, Efá y Saba, siendo Medián un zona al sur de Israel donde se escapó Moisés temiendo por su vida debido a que había matado a un egipcio. Efá debe de ser un lugar cerca de Medián. Sabá era un reino al sur de Arabia de donde era la reina que llegó de allí a visitar a Salomón. Isaías menciona incenso y mirra que era productos importantes de exportación de aquella zona y que con el oro forman parte de los dones entregados por los magos a Jesús nió. Ahora bien, San Mateo indica que los magos, que serían atrónomos o astrólogos llegaron de Oriente, que probablemente sería de Mespopotamia o más concretamente de Babilonia. Pudiera ser también de Persia, ahora Irán. Los hay también que piensan que llegaron de Petra que era una ciudad de gran importancia en cuanto al comercio y era de los naboteos. Ahora forma parte de Jordania, de manera que el viaje a Jerusalén sería corto. Los hay que consideran que los magos eran judíos, pues a partir de las varias deportaciones de los judíos del siglo VIII hasta el siglo VI de parte de los reyes de Asiria y Babilonia, es probable que la gran mayoría de los judíos no vivían en Tierra Santa en tiempos de Jesús sino en Oriente y también en Egipto y hasta
Basándonos en la interpretación tradicional de la liturgia, no serían judíos sino gentiles y así como los primeros judíos en llegar a conocer a Jesús al nacer en Belén represtantaban al pueblo de Israel, los magos representarían a las gentes, tomando pie de lo que indica Isaías. La observación de las estrellas y los planetas era una actividad que tenía una importancia concreta porque para viajar en el desierto era fundamental orientarse con la ayuda de las estrellas. Además, siendo "magos" o astrólogos, estos hombres se habrían dedicado de manera más intensa a la observación de las estrellas, y así pudieron descubrir la estrella del rey de los judíos recién nacido en Jerusalén.
Tomando en cuenta lo que hemos podido sacar de la primera lectura de Isaías y del evangelio, vamos ahora a examinar lo que encontramos en la segunda lectura de San Pablo a los Efesios. El apóstol habla de la "dsisribución" od "dispensación" de la gracia que se le ha dado. Se refiere a su misión de la prediación del evangelio a los gentiles que llama "misterio". Este es un tema favorita de San Pablo. Esta palabra indica que se trata de un plan secreto de Dios antes, es decir, en el periódo del Antiguo Testamento, y revelado ya con el Misterio Pasucal de Jesús, de su Ascensión y la venida del Espíritu Santo, es decir, el hecho de que la salvación alcanzada por Jesucristo en la cruz, no se restringe a los judíos, miembros del pueblo elegido de Israel, sino que se extiende a todas las naciones. Eso ya se manifesta al final del Evangelio de San Mateo, en la montaña de Galilea cuando Jesús manda a los discípulos a predicar el evangelio a todos los pueblos, hasta los confines de la tierra. Pablo, habiendo nacido judío y teniendo un conocimiento profundo de la Biblia, quedaba maravillado por el hecho de esta nueva dispensación universal de Dios. "Que también los gentiles son miembros del mismo cuerpo y partícipes de la mismo promesa del evangelio por Jesucristo.
Todos nosotros formamos parte de ese pueblo de gentiles a cuyos antepasados más tarde llegó la predicación del evangelio. Aquellos primeros de nuestros antepasado conservaron la fe como el tesoro más grande que tenían y la pasaron a sus hjios hasta llegar a nosotros. Igual que San Pablo, nosotros deberíamos de apreciar y valorar esta gran obra de la providencia de Dios y no solamente guardar la fe para nosotros sino comunicarla a cuantos están a nuestro alrededor sea com la palabra como sobre todo on el testimonio de una vida santa. En los tiempos que curren, se está dando un gran fracaso de parte de la mayoría de los católicos de Europa y de Norteamérica en cuanto al traspaso de la fe a las generaciones más jóvenes. ¿Qué podemos y debemos de hacer para contribuir a que ests generaciones jóvenes conozcan a Jesucristo, que nació en Belén y murió en la cruz, alcanzó la victoria sobre el mal y la muerte y quieren llevarnos consigo a la verdadera felicidad en el cielo?
Uno de los episodios más importantes y que más llama la atención dentro de los dos relatos de la Navidad de parte de San Mateo y San Lucas es la llegada de los "magos" de "oriente", como llegaron a Jerusalén preguntando donde había nacido el rey de los judíos, como Herodes, el gran tirano que gobernaba de parte de los romanos los recibió. Luego el rey consultó con los expertos bíblicos que le dijeron que el Mesías tenía que nacer en Belén de Judea, es decir, el mismo pueblo donde había nacido el Rey David. Estos datos que nos entrega San Mateo en el capítulo segundo de su evangelio han dado cabida a mucha especulación e importantes tradiciones. En primer lugar, se examina diversos libros de la Biblia, de manera especial el de Isaías para descubrir algún dato más o intentar comprender mejor lo que dice San Mateo en su relato. Nuestra primera lectura de hoy tomada del Libro de Isaías, c. 60 presenta un cuadro de gran alegría en cuanto que llegan a Jerusalén. La luz de la gloria de Dios brillará sobre la ciudad santa, caminar los pueblos y los reyes hacia su resplandor. Luego habla de camellos, dromedarios y la concurrencia de gente de lejos como Medián, Efá y Saba, siendo Medián un zona al sur de Israel donde se escapó Moisés temiendo por su vida debido a que había matado a un egipcio. Efá debe de ser un lugar cerca de Medián. Sabá era un reino al sur de Arabia de donde era la reina que llegó de allí a visitar a Salomón. Isaías menciona incenso y mirra que era productos importantes de exportación de aquella zona y que con el oro forman parte de los dones entregados por los magos a Jesús nió. Ahora bien, San Mateo indica que los magos, que serían atrónomos o astrólogos llegaron de Oriente, que probablemente sería de Mespopotamia o más concretamente de Babilonia. Pudiera ser también de Persia, ahora Irán. Los hay también que piensan que llegaron de Petra que era una ciudad de gran importancia en cuanto al comercio y era de los naboteos. Ahora forma parte de Jordania, de manera que el viaje a Jerusalén sería corto. Los hay que consideran que los magos eran judíos, pues a partir de las varias deportaciones de los judíos del siglo VIII hasta el siglo VI de parte de los reyes de Asiria y Babilonia, es probable que la gran mayoría de los judíos no vivían en Tierra Santa en tiempos de Jesús sino en Oriente y también en Egipto y hasta
Basándonos en la interpretación tradicional de la liturgia, no serían judíos sino gentiles y así como los primeros judíos en llegar a conocer a Jesús al nacer en Belén represtantaban al pueblo de Israel, los magos representarían a las gentes, tomando pie de lo que indica Isaías. La observación de las estrellas y los planetas era una actividad que tenía una importancia concreta porque para viajar en el desierto era fundamental orientarse con la ayuda de las estrellas. Además, siendo "magos" o astrólogos, estos hombres se habrían dedicado de manera más intensa a la observación de las estrellas, y así pudieron descubrir la estrella del rey de los judíos recién nacido en Jerusalén.
Tomando en cuenta lo que hemos podido sacar de la primera lectura de Isaías y del evangelio, vamos ahora a examinar lo que encontramos en la segunda lectura de San Pablo a los Efesios. El apóstol habla de la "dsisribución" od "dispensación" de la gracia que se le ha dado. Se refiere a su misión de la prediación del evangelio a los gentiles que llama "misterio". Este es un tema favorita de San Pablo. Esta palabra indica que se trata de un plan secreto de Dios antes, es decir, en el periódo del Antiguo Testamento, y revelado ya con el Misterio Pasucal de Jesús, de su Ascensión y la venida del Espíritu Santo, es decir, el hecho de que la salvación alcanzada por Jesucristo en la cruz, no se restringe a los judíos, miembros del pueblo elegido de Israel, sino que se extiende a todas las naciones. Eso ya se manifesta al final del Evangelio de San Mateo, en la montaña de Galilea cuando Jesús manda a los discípulos a predicar el evangelio a todos los pueblos, hasta los confines de la tierra. Pablo, habiendo nacido judío y teniendo un conocimiento profundo de la Biblia, quedaba maravillado por el hecho de esta nueva dispensación universal de Dios. "Que también los gentiles son miembros del mismo cuerpo y partícipes de la mismo promesa del evangelio por Jesucristo.
Todos nosotros formamos parte de ese pueblo de gentiles a cuyos antepasados más tarde llegó la predicación del evangelio. Aquellos primeros de nuestros antepasado conservaron la fe como el tesoro más grande que tenían y la pasaron a sus hjios hasta llegar a nosotros. Igual que San Pablo, nosotros deberíamos de apreciar y valorar esta gran obra de la providencia de Dios y no solamente guardar la fe para nosotros sino comunicarla a cuantos están a nuestro alrededor sea com la palabra como sobre todo on el testimonio de una vida santa. En los tiempos que curren, se está dando un gran fracaso de parte de la mayoría de los católicos de Europa y de Norteamérica en cuanto al traspaso de la fe a las generaciones más jóvenes. ¿Qué podemos y debemos de hacer para contribuir a que ests generaciones jóvenes conozcan a Jesucristo, que nació en Belén y murió en la cruz, alcanzó la victoria sobre el mal y la muerte y quieren llevarnos consigo a la verdadera felicidad en el cielo?
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