HOMILÍA, DOMINGO VII DURANTE EL AÑO, 26 DE FEBRERO DE 2017.
Proseguimos con la lectura del del Sermón de la Montaña, y lo que Jesús propone hoy nos puede parecer desconcertante. Sí podemos comprender lo que dice Jesús: "Nadie puede servir a dos señores, porque odiará a uno y amará al otro... No podéis servir a Dios y el dinero". Sin embargo, procede diciendo que no debemos preocuparnos por lo que vamos a comer o beber, ni po rnuetro cuerpo ni por cómo nos vamos a vestir "porque la vida vale más que la comida y el cuerpo más que el vestido". Para colmo dice: "Mirad las aves del cielo que ni siemrban ni cosechan, ni juntan el grano en graneros, y sin embargo el Padre celestial las nutre". ¿Es que Jesús está promoviendo una falsa confianza en la divina providencia sin ponernos a trabajar para asegurar no necesario para la vida? En todo caso, las aves tienen que buscan de qué comer y si no lo encentran se mueren. ¿Qué hay en juego aquí?
Parece que lo que Jesús quiere con estas afirmaciones aparentemente extremas y poco realistas es sacudirnos de nuestra excesiva preocupación por tener lo necesario para la vida del mundo presente y en el proceso olvidarnos de Dios. Si un palo está estirado excesivamente por un lado, hay que estirarlo por el otro para que se enderece. Si examinamos nuestro mundo, nuestras ciudades, encontramos que los edificios más imponentes suelen ser los de los bancos, aseguradoras y comercios. Esta es una indicación de la importancia que le damos a estas actividades y qué es lo que manda en nuestro mundo. Sí hay iglesias, pero con frecuencia están cerradas casi todo el día por miedo a que sufran robos, pues las parroquias no suelen tener presupuesto apra pagar a guardias que las cuide, y no suelen ir a rezar en las iglesias urbanas mucha gente como se hacía antes. De igual manera, las noticias principales de los diarios y telediarios suelen tratar de la política y la economía. Si hay algo sobre la Iglesia, suele ser algo negativo como abusos sexuales u otro escándalo. Pasando a nosotros mismos, ¿cuántos de nosotros dedicamos algún tiempo para orar en la mañana antes de dar inicio a nuestras actividades? Sin embargo, serán pocos los que no se duchan y se echan colonia para oler bien en la mañana antes de empezar sus actividades diarias. Claro, declaramos que "no tenemos tiempo" y nos olvidamos de Dios.
Tenemos que preguntarnos qué en realidad y en verdad nos preocupa, nos mueve a lo largo de nuestro día. No cabe duda que para muchos es el dinero para poder comprar lo que se considera necesario o imprescindible para la vida. Dice Jesús en otro pasaje del evangelio, "donde está tu tesoro, allí está tu corazón". Preguntémonos, ¿donde está mi tesoro? Será aquello con con más frecuencia viene a nuestra mente a cualquier hora incluso cuando nos despertamos de noche, Para otros será la familia, la educación de los hijos, pero Jesús dice que "Nadie que pone padre, madre, hijos o la misma vida delante de mí no es digno de mí". Por otro lado, el breve pasaje de Isaías en nuestra primera lectura indica la profundidad del amor de Dios para con nosotros: "¿Puede una madre olvidarse del hijo de sus entrañas? Aunque ellas se olvidare, yo no me olvido de ti". Recordemos la parábola de los invitados a la boda que no quisieron ir, uno porque se había casado, otro porque había comprado una yunta de bueyes y tenía que probarla, otro proque había comprado un campo". En pocos momentos vamos a recitar el Credo. ¿De verdad cremos todo eso que el Credo dice de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo y cómo Jesucristo vino al mundo para "nosotros y nuestra salvación"?
Hay un dicho en latín que reza "omnis agens agit propter finem", todo agente actúa en vistas de un fin. Hay diversos tipos de fines, algnos inmediatos, otros a mediano o largo `plazo. Hay una jerarquí de fines. El fin último de nuestra vida ha de ser alcanzar la salvación, es decir, el premio de la vida beatífica eterna en el cielo con Jesucristo, los ángeles y los santos. Claro, ahora no tenemos una experiencia directa de esa vida que es el fin de todo que hace un cristiano. Es algo que se nos presenta pro la fe, y la fe no es evidencia inmediata, pues San Pablo afirma que la fe trata de "cosas no vistas" y la esperanza de "cosos todavía no poseídas". En nuestro mundo secularizado y olvidadizo de todo lo que es Dios y las verdades fundamentales de nuestra vida, fácílmente se nos debilita la fe y la esperanza porque no estamos enfocados en los que verdaderamente vale. La fe humana es esencial para la vida en este mundo, pues sin ella no podriamo vivir, ni saber nada del testimonio que nos han dejado las generaciones anteriores. Creemos en lo que nos dice la ciencia, la historia porque consideramos que lo que nos dicen es digno de creerse por ser hechos establecidos por otros que han hecho los experimentos, no se basan en testimonios fidedignos.
Si realmente colocamos a Dios en el centro de nuestra vida, todo lo demás caerá en su lugar, o como dice Jesús, "todo lo demás se os dará pro añadidura". Si nos equivocamos en el fin útlimo de nuestra vida, todo el resto será un desorden, que es lo que sucede hoy con la juventud. Por eso, prueban las drogas porque quieren que les den una viaje rápdo y fácil al paraíso, una experiencia de felicidad, pero es un engaño. También si tenemos en nuestra vida el orden que nos pide Jesús, sabremos qué hace con el dinero. El dinero es un mero medio. De por sí no sirve para nada, pero puede ser instrumento de bien si se usa en busca de los fines que Dios quiere.
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