DOMINGO XXXI DE TIEMPO ORDINARIO, CICLO C, 30 DE OCTUBRE DE 2016.
En primer lugar, vamos a examinar un poco la relación que hay entre nuestra primera lectura de hoy del Libro de la Sabiduría y el pasaje evangélico de San Lucas que nos toca y que trata de recaudador de impuestos Zaqueo de Jericó.
El Libro de la Sabiduría es el último libro del Antiguo Testamento, y tiene la particularidad de estar escrito en griego, y de provenir de la grande e importante ciudad egipcia de Alejandría, fundada por Alejandro Magno. Allí había una muy numerosa comunidad de judíos. No sólo en Israel, sino también en todos los países de la antiguedad, la sabiduría tenía una gran importancia y tenía que ver con el modo de vivir bien, según la moralidad. Nuestro pasaje de hoy nos presenta una reflexión sobre el valor de nuestro mundo. Comienza afirmanda que todo el mundo a los ojos de Dios es como un grano de polvo sobre la balanza o como una gota de rocío sobre la tierra. Es decir, absolutamente todo lo creado depende de Dios y no tiene sentido ni explicación sino como creatura de Dios totalmente dependiente de Él. "Tú tienes compasión de todos porque todo lo puedes y cierras los ojos a los pecados de los hombres, esperando su arrepentimiento". "¿Cómo podría existir algo si ni siquera tú no lo hubiera formado?". Luego prosigue: "Tú corriges poco a poco a los que se equivocan, y los amonestas recordándoles en qué han pecado, para que abandonen toda maldad y crean en ti, Señor". Se trata de una proclamación muy elocuente de la bondad de Dios de quien todo depende y de su deseo de que se arrepiente el hombre de sus pecados. Aquí es donde se enlaza con la historia de Zaqueo.
A lo largo de unos 12 capítulos de su evangelio, San Lucas nos presenta a Jesús realizando un gran viaje a Jerusalén, en el que realiza un gran número de prodigios, y los discípulos van a aprendiendo muchas cosas, porque ciertamente es en Jerusalén donde se tiene que dar el deselace final de toda la historia de Jesús, como fue el caso de tantos profetas antiguos. Llegò, pues a Jericó, una de las ciudades más antiguas del mundo y que está a más o menos un día de camino de Jerusalén. En Jericó los romanos tenían un centro de auduanas, porque seguramente se trataba de un lugar de paso del comercio. Por ello, allí había un buen número de los odiados publicanos o recaudadores de impuestos, tan denostados y en general justamente odiados por la población por las ganancias ilícitas que hacía, y también por ser agentes del Imperio Romano, que tan mal trataba a sus súbditos judíos.
Se acerca Jesús a la ciudad y se junta una gran muchedumbe, como era la costumbre, debido a su voluntad de curar a los enfermos y expulsar a los demonios. No sabemos cómo Zaqueo se enteró de la presencia de Jesús, pero podemos suponer que le habían llegado noticias del rabino de Nazaret que se había hecho amigo de "publicanos y pecadores". Recordemos lo que dijo Jesús, "nadie viene a mí si no lo atrae mi Padre" (Jn 6, 24). Podemos suponer que se llenó el corazón de Zaqueo con un gran deseo de vera a Jesús. No encontrando ningún sitio adecuada al que pudiera subir y ver a Jesús, en parte debido a la muchedumbre que estaba alrededor de Jesús, y también a su baja estatura, decide subre a un árbol, un sicómoro, para ver pasar a Jesús. A nadie le llamaría la atención que un niño subiera a un árbol, pero que lo hiciera un hombre respetable ciertamente era algo insólito, pero a Zaqueo no le importaba el qué dirán, tantas ganas tenía de ver a Jesús.
¡Cuál debiò de ser la sorpresa de Zaqueo cuando el mismo Jesús lo vio y se invitó a sí mismo a cenar en su casa! ¡Que´alegría debía de llenar el corazón de Zaqueo en ese momento! El evangelio, como de costumbre, no nos entrega detalles acerca del banquete, pues va a lo esencial y no quiere meramente satisfacer nuestra curiosidad. Muchos de los presentes empezaron a murmurar acerca del hecho de que Jesús haya ido a cenar en la casa de un pecador tan notorio, pues no era un recaudador de impuestos cualquiera sino en jefe de todos ellos, y el que probablemente más se había aprovechado de su posición para enriquecerse ilícitamente. Zaqueo manifiesta que la visita de Jesús a su casa y el haber compartido la cena con él no trataba de una ocasión social, sino de un encuentro profundo con Jesús que había cambiado radicalmente su vida. Promete dar la mitad de sus bienes a los pobes y restiruir cuatro veces más al que haya estafado. Jesús reacciona diciendo estas palabaras maravillosas: "Hoya ha venido la salvación a esta casa, porque también él es hijo de Abrahán. El hijo del hombre ha venido a buscar y slavar lo que estaba perdido".
Aquí vemos que la salvación consiste en el encuentro personal con Jesús. Como hemos visto, este encuentro fue preparado anteriormente por la gracia de Dios que atrajo y movió a Zaqueo a querer ver a Jesús y a supear los obstáculos para poderlo lograr. Jesús dice que "hoy la salvación ha llegado a esta casa". Para poder alcanzar la salavación, tenemos que darnos cuenta de que estamos en una situaicón de necesidad, Al igual que el hijo pródigo, Zaqueo tenía que haberse dado cuenta de que era un pecador, un estafador, que sí había juntado mucho dinero, pero que el dinero no le compraba la verdadera felicidad. Por ello, tenía que haber sentido un vacío en su interior, que con la gracia de Dios lo movió a salir a buscar el modo de vera a Jesús. Por otra parte, Jesus correspondió de modo extraordinario a esta disponibilidad de Zaqueo.Muchos más que en nuestro tiempo, en aquela época, el compartir la mesa con una persona era señal clara de comunión, de fratenrnidad y de amistad.
Hace unos cuarenta años se publicó en Estados Unidos un libro que se titulaba "I'm Ok, tú estas OK", "Yo estoy bien,tú estás bien". La realidad es que ninguno de nosotros esá bien. Es cierto que la gente se da cuenta de que la falta mucho para alcanzar la anhelada felicidad,que ni el dinero, ni el prestigio social, ni el éxito en la profesión o los negocios nos dan la verdadera felicidad. Por ello, en todas las librerías, hay una sección muy grande dedicada a la autoayuda. Algún gurú ha escrito un libro sobe como superar alguno o varios de los obstáculos para alcanzar la felididad. En las últimas décadas la psiciología se ha extendido más allá de la ayuda a las personas para superar traumas, neurosis y otros males psíquicas. Ahora existe la psiclología positiva que intenta ayudar a la gente a alcanzar la felidicad que se entiende como un sentirse bien y contento. El famoso psicólogo vienés, Vicktor Frankl, que pasó un tiempo en el campamento de concentración de Dachau por ser judío, desarrolló una nuevo tipo de terapia basada en la búsqueda del sentido de la vida, llamada logoterapia. En griego, logos, además de signfiicar palabra, tiene otros muchos matices, incluyendo el de sentido. Con estos hechos podemos descubrir que mucha gente reconoce que algo le falta, que no está contenta, que quiere hacer algo más para ser feliz.
Surge un obstáculo en esta búsqueda de la felicidad, y es que somos muy dados a apuntar el dedo a otros y culpar a los demás por los males del mundo y por nuestros propios males.Buscamos algún chivo expiatorio para no enfrentarnos con nuestros vicios y pecados. Muchos acusan a los políticos de ser corruptos, de enriquecerse gracias a aprovecharse ilícitamente de los caudales públicos. Otros inventan teorías de conspiración para explicar los males que evidentemente existen a nuestro alrededor y son evidentes. Una reportera le preguntó a la Madre Teresa de Calcuta, recientemente canonizada por el Papa Francisco, qué pasa con la situación de la Iglesia. Ella respondió "Tú y yo". De nada nos sirve rasgarnos las vestiduras acerca del mal que hay en la sociedad o fuera de nosotros. Nuestras posibilidades de arreglar los males de otros son muy reducidos, pero podemos, si queremos, hacer algo para arreglar el mal que ha dentro de cada uno de nosotros. Esto no es fácil, porque tenemos que examinarnos y no queremos enfrentarnos con la realidad de nuestros vicios. Por ello, los grandes santos y maestros espirituales siempre resaltan la importancia del conocimiento de nosotros mismo. Recordemos que somos el peor juez en la propia causa y muy prontos a justificar nuestra vida viciosa con cualquier pretexto mientras nos ensañamos en contra del mal de otros.
El encuentro personal con Jesús, como en el caso de Zaqueo, y también el de San Pablo, provocó un cambio radical dentro de ellos y dieron un viraje total a sus vidas. Que aprendamos de esta lección de este domingo, de Zaqueo. La lección que hemos recibido del pasjae del Libro de la Sabiduría pone de manifiesto la gandeza de Dios y su deseo de perdonarnos.
sábado, 29 de octubre de 2016
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