sábado, 15 de octubre de 2016

ORAR SIEMPRE SIN CANSARSE

HOMILÍA, XXIX DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO, CICLO C, 16 DE OCTUBRE DE 2016.

En los primeros siglos del cristianismo, los cristianos y concretamente los Padres de la Iglesia tomaban muy en serio el mandato del Señor de "orar siempre y sin desfallecer", como también la advertencia de San Pablo de orar sin interrupción. En el siglo IV, muchos cristianos como San Antonio de Egipto se retiraron al desierto, sea en Egipto como en Siria y otras partes, con el fin de buscar el modo de dedicarse exclusivamente a Dios y cumplir el mandado de orar siempre.  Con la ayuda del silencio y la soledad y dediccándose a unas labores sencillas como la fabricación de cestas, consideraban que podían cumplir el madato del Señor y de San Pablo. En cambio, algunos Padres de la Iglesia, como Orígenes y San Agustín, no veían la necesidad de tal intento de tomar al pie de la letra el mandato de orar siempre. Según ellos, lo más importante no es la dedicación exclusiva de muchas o casi todas las horas del dí a la oración, sino hacer de toda nuestra vida una ofrenda a Dios, como también San Pablo recomienda cuando invita a los romanos a ofrecer sus cuerpos como sacrificio agradable a Dios (Rom 12,1). San Agustín, en una carta a una dama romana llamada Proba le explica que no es la multiplicación de las palabras que  hace la oración más eficaz sino la fuerza del deseo. Cita el salmo 26,4 que reza "Una cosa pido al Señor. Eso buscaré, estar en la casa del Señor todos los días de mi vida", de manera que los tiempos dedicados explícitamente a la oración han de fortalecer ese deseo de estar en la presencia del Señor, cosa que se cumplirá plenamente en la vida eterna que nos espera. San Agustín está convencido de que la insistenica de la oración no responde a que Dios deconoce lo que necesitamos o se manifieste poco dispuestos a concedèrnoslo, sino más bien nos sirve a nosotros para darnos mayor cuenta de nuestra indigencia, y aumentar así nuestra confianza en el Señor. 

Nuestra primera lectura está tomada del libro del Éxodo y tiene que ver con una batalla que se dio entre el pueblo de Israel después de su salida de Egipto, el rey Amalec se opone a los planes del pueblo y resulta necesario darle batalla para poder proceder. En realidad, si no se hubiera incluido este episodio en la Biblia, no sabríamos nada de este personaje, pues probablemente ni los mismos expertos en la historia antigua sabrían quién era. El episodio no tiene gran importancia en sí mismo, pero nos da un mensaje importante para nosotros miembros de la Iglesia Militante. ¿Qué queremos decir con la expresión la Iglesia Militante. San Pablo con frecuencia echa mano de la imagen del entrenamiento y las batallas que tienen que realizar los soldados y también las carreras de los atletas. Aunque quisiéramos vivir una vida tranquila y serena, no podemos si es que queremos ser fieles a la misión que el Señor nos entrega. La misma vida de Jesús se nos presenta en el Evangelio como una lucha contra Satanás y su reino. Jesús dice: "Si un hombre fuerte bien armado  guarda su casa, sus posesiones están seguras, pero si otro más fuerte lo de él lo ataca y le quita sus armas, divide su botín"(Lc 11,21). 

Moisés se da cuenta de que la única manera de slair adelante y cumplir la misión que Dios le había encomendado es salir a dar batalla a Amalec. Entonce,s escoge a un grupo de hombres bien armados y entrenados para el combate. Ya sabemos que el Moisés ya no tiene edad para tomar la espada, pues en aquel momento habría tenido 80 años. Como ha sido el caso de otros reyes y jefes, se retira a una montaña desde la que puede tener una visión de todo lo que sucede en la batalla. Levanta sus brazos en posición de súplica a Dios para que Israel tenga la victoria. Los acompañantes de Moisés se dan cuenta de que cuando se cansa y no logra mantener en alza los brazos, la batalla la va ganando Amalec. Por lo tanto, deciden sostener en alto sus brazos para que con la fuerza de la oración de Moisés Israel gange la batalla.

Otro dicho de Jesús nos da la imagen de la Iglesia en plan de batalla contra Satanás y contra el mundo es cuando Jesús promete a Pedro que "las puertas del infierno no prevalecerán contra ti" (Mt 16,18). Aquí la imagen es la de un sitio de una ciudad que estaría representando la fortaleza de Satanás que estaría sitiada por la Iglesia. Sabemos que en la Antiguedad y en la Edad Media cuando se realizaba un sitio en contra de una ciudad, la parte más débil eran las puertas.

Ser cristiano, pues, no es llevar una vida serena y tranquila. Hay una batalla que se va llevando a cabo en el interior de cada uno de nosotros. Un poco como un caballo de Troya, tenemos al enemigo dentro de nosotros, debido a la debilidad de nuestra voluntad, los pocos deseos que con frecuencia tenemos en el empeño de hacer el bien y prácticar la virtud. Por ejemplo, nos encontramos ante una situación como la del hombre tirado en el camino debido al ataque de los ladrones en la Parábola del Buen Samaritano, y preferimos pasar de largo y no meternos en líos, como el sacerdote y el levita.

La Iglesia la llamamos militante mientras está en este mundo, es decir, tiene que luchar por el bien, para que no se imponga en el mundo tanto mal como el aborto, la eutanasia, la mentira, el engaño o simplemente para poder ser libre para pronunciar un juicio cristiano en la sociedad. En días pasados han sido publicados unos mensjaes de correos electrónicos de miembros del Patrido Demócrata en Estados Unidos que manifiestan que ellos fundaron dos grupos de lobby con la intención de presionar a los obispos para que no se opongan a la agenda del gobierno en relación con la política santiaria que intenta obligar a las empresas de católicos a pagar seguros de salud que cubren aborto y anticonceptivos. Otro tema es la oposición a así llamado matrimonio gay, pues declaran que la Iglesia es retrógrada. Aquí en España, hay cada vez más ataques a la Iglesia. En días pasados ha quedado gravemente herido e ingresado en la UCI un sacerdote de 83 años en un asalto a la parroquia.

En la Iglesia, hay algunos como son los monjes y monjas de clausura que dedican su vida a la tarea de orar por el mundo no estándo directamente en la batalla, sino como Moisés que se había retirado a la montaña para contemplar la batalla. Podemos aplicar lo que nuestro evanglelio de hoy nos enseña acerca de este tipo de oración por el mundo y la Iglesia en estos tiempos complicados, que tiene que ser insistente. El cúmulo de mal en el mundo es enorme, y probablemente siempre lo ha sido. Por lo tanto, es urgente que haya un gran número de personas que se dedique a este tipo de oración de intercesión. Forma parte de la misión sacerdotal de la Iglesia. Cuando digo sacerdotal, no me refiero solamente al ministerio sacerdotal que nosotros los sacerdtoes estamos llamados a ejercer, sino también lo que se llama el sacerdocio bautismal o común de todos los fieles. Por nuestro bautismo tenemos la misión de participar en el verdadero culto a Dios por Jesucristo Nuestro Señor, y de interceder por todos los hombres. De ahí la importancia de las intercesiones que hacemos en la Santa Misa, tanto después del Credo como en la misma plegaria eucarística.

Otros están llamados a estar más directamente en la batalla a través de su profesión. Por ejemplo, es urgente que la Iglesia se empeña en la formación de unos jóvenes que sean capaces de intervenir en la política para promover un nuevo modo de hacer política de aucerdo a los principios del evangelio y de la Doctrina Social de la Iglesia. Es un tema bastante relegado en la vida de la Iglesia en la actualidad. Los católicos en casi todos los países no encuentran por quien o por qué partido pueden votar tranqulamente porque la totalidad de los partidos actuales proponen políticas opustos al evangelio y a los principios cristianos y a la misma ley natural. La síntesis de todos los mandamientos que Jesús nos da es "amar a Dios con todo el corazón, con todo el alma y con todas las fuerzas y al prójimo como a si mismo". La segunda parte "amar al prójimo como a tí mismo" se refiere de manera general a la política. No me refiero a la política estrecha de partidos, sino de la búsqueda del bien común de la sociedad, de la familia y de cada individuo. No se puede pasar de la política en su sentido amplio, si que no queemos retirarnos a una isla en solitario como la de Robinson Crusoe.

Jesús proclamó el Reino de Dios y lo hizo presente en el mundo en primer lugar a través de su propia persona, pues Èl es el reino en persona. También lo hizo presente en el mundo a través de su predicación, de sus milagros, especialmente las curaciones y los exorcismos. Declaró con toda claridad que se da una lucha de su reino contra el reino de Satanás. Dijo que el Reino de Dios está dentro de nosotros, que no es un reino como era el Imperio Romano. Además, después de su resurrección mandó a apóstoles y demás discípulos a proclamar el evangelio hasta los confines de la tierra. Por lo tanto, el reino no es una realidad interior e invisible, sino que tiene que cambair radicalmente las estructuras de pecado tan enquistadas en el mundo. Es un reino de paz, de justicia, de amor, de fraternidad. Sin una lucha enoconado, no se va a establecer ni dentro de nosotros ni en la sociedad porque se le opone el reino de Satanás, que consiste en la injusticia, el odio, la manipulación, la esclavitud que todavía está presnte de tantas maneras en nuestro mundo. Lo primero que Jesús proclamó en su predicación era la necesidad de la conversión, del arrepentimiento y cambio de actitud, de mentalidad, y de rumbo, tanto en lo personal como en la sociedad. En este proceso, la oración es un instrumento esencial. Lo fue para el mismo Jesús, que se retiraba a la montaña a orar a solas toda la noche, y otró en Getsemaní en el momento de la gran prueba, y en la misma cruz. Esta oración tiene que ser insistente y animar la acción concreta del cristiano en el mundo, según su misión específica. 


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