sábado, 20 de agosto de 2016

¿SON MUCHOS LOS QUE SE SALVAN?

DOMINGO XXI DURANTE EL AÑO, CICLO C, 21 DE AGOSTO DE 2016.

He puesto como título "¿Son muchos los que se salvan? porque es la pregunta que alguno le hizo a Jesús en nuestro pasaje evengélico de hoy. Jesús no responde a la pregunta sino más bien da una advertencia que todos debemos tomar en serio. De hecho, no es un tema nuevo. Ya en el siglo III, el gran Orígenes de Alejandría , el más grande de los Padres de la Iglesia de lengua griega, llegó a pensar que al final todos se salvarían, incluso los demonios, y se vaciará el infierno. Esta teoría se llama la Restauración Universal, y otros Padres como San Gregorio de Nisa la seguían en el siglo IV, pero no fue aceptado por la Iglesia. Otros grandes doctores de la Iglesia como San Agustín y Santo Tomás de Aquino pensaban que más bien pocos se salvarían. Hasta los años 70 del siglo pasado era común la convicción de que la slavación no era fácil de alcanzar, que debido a los muchos pecados que cometemos, sobre todo se ponía énfasis en los pecados contra el sexto mandamiento, y más bien pocos se salvarían. Los católicos se confesaban con frecuencia, ayunaban en tiempo de Cuaresma y practicaban la abstinencia de la carne los viernes, rezaban muchos rosarios, y salían en procesiones y peregrinaciones. Existía la devoción al Sagrado Corazón de los 9 primeros viernes del mes, seguiendo las revelaciones privadas dadas a Santa María María de Alacoque. Había grandes misiones populares en las parroquias que recalcaban la necesidad de la conversión, del arrepentimiento del pecado y el verdadero peligro de acabar en el infierno. Todo eso ha acabado, y ahora muchos católicos piensan que todos se salvarán. Están tan convencidos de la misericordia de Dios que al parecer piensan que Dios va a acoger a todos en el cielo, sin que siquiera se arrepienten de sus pecados ni se confiesen. Ahora, cuando una persona ha fallecido, comúnmnete se dice que "está en el cielo". Sin embargo, la Iglesia sólo declara beatos y santos a unos cuantos después de unos procesos sumamente rigorosas y con pruebas basadas en milagros, además de testimonios exhaustivos de la práctica de la virtu heroica de parte del candidato a la santidad. ¿Entonces, quiénes tienen la razón? ¿Los de antes que consideraban que más bien pocos se salvan o que todos se salvan?

En primer lugar, Jesús no da cifras ni porcentajes, pero no deja pasar la oportunidad sin dar una importante advertencia: "Esforzaos por entrar por la puerta estrecha, porque os digo  muchos intentarán entrar y no podrán". Por lo tanto, tendríamos que descartar la teoría del infierno vacío, que todos se salvan. En fin, si todos fueran a salvarse sin arrepentirse de sus pecados, sin un esfuerzo serio y constante para vivir según la Ley de Dios y la práctica de la virtud, la misma misión de Jesus, su venida a este mundo, su muerte dolorosa en la cruz y su resurrección a la vida nueve serían supérfluas y no tendrían sentido. Por otro lado, a Dios le daría lo mismo que fueramos grandes asesinos, adúlteros, estafadores etc.,  lo cual es absurdo.

¿Qué quiere decir Jesús con el concepto de la "puerta estrecha". Creo que tiene en cuenta el realismo expresado en toda la Biblia acerca del hecho de que el hombre tiene la tendencia a pecar, que es más fácil pecar que no pecar, debido a las consecuencias del pecado original, que según el catecismo antiguo que yo aprendí de niño "nuestra entendimiento es oscurecido, nuestra voluntad es debilitada y nuestras pasiones nos inclinan al mal", lo que los teólogos y el Concilio de Trento llaman la concupiscencia. Se trata de la dificultad de integrar las fuerzas instintivas bajo el dominio de la voluntad ilumnada por la razón y la fe. De ello habla San Pablo cuando dice "No hago el bien que quiero sino hago el mal que no quiero" (cfr. Rom 7,14-24). En resumidas cuentas, la salvación no es fácil de alcanzar porque encontramos dentro de nosotros mucha resistencia al bien y facilidad en hacer el mal. San Pablo en varias ocasiones hace una lista de los pecados que son ejemplo de esta tendencia de nuestra naturaleza caída al pecado: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría,hechicería, odios, discordia, celos, iras, rencillas, divisiones, disensiones, enviadias, embriagueces, orgías y cosas semejantes... los que hacen tales cosas no heredarán el Reino de Dios"" (Gal 6, 18-22). También dice: "Trabajad con temor y temblor para vuestra salvación" (Fil 2,12). Por lo tanto, la salvación, alcanzar la vida eterna o el cielo no es fácil y nos exige un gran esfuerzo.

En la parte que sigue de nuestro pasaje evengélico de hoy encontramos otras indicaciones acera de cómo debemos y cómo no debemos actuar para alcanzar la salvación. Pone la similitud o parábola de un padrón que cierra la puerta. Será la puerta de un banquete como se nota en el pasaje correspondiente de San Mateo que trata de las vírgenes prudentes y las necias (25,10-1). Jesús dice cuando se cierra la puerta e insisten los que han comido y bebido con Él, los que lo han escuchado en sus plazas protestan, Èl les dirá "No sé de donde sois". ¿Qué signfiica todo eso? En otra ocasión, dijo Jesús, "No el que dice Señor, Señor, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo entrará en el Reino de los Cielos" (Mt 7,21). No basta dedicarse solamente  a la oración, incluso participar en la misa dominical y la misa diaria, salir en procesiones y otras devociones para alcanzar la vida eterna. Aunque hay que hacer estas cosas, hay que practicar las virtudes que en ellas nos enseñan la Palabra de Dios y el ejemplo de Jesús. En la Eucarístía, dice Jesús "Hacen esto en memoria mía", Esto no solamente signfica que nos manda repetir un rito, sin que que toda nuestra vida se conforme al modelo que él nos dejó, de amor, de entrega al bien de los demás, de perdón, de misericordia. En la parabola del juicio final en el Evangelio de San Mateo 25,31-46, el criterio de juicio no lo constituye las largas y repetidas oraciones sino haber socorrido a los "más pequeños" en sus grandes necesidades: "Tuve hambre y me distéis a comer; tuve sed y me distéis a beber...." No es que esto excluya la oración y la participación en la misa, sin más bien estas prácticas, si no nos llevan a vivir la caridad, la justicia y la misericordia no cumplen su función de ayudarnos a seguir a Jesús.

Para concluir quiero citar los siguintes versículos del pasaje a los Gálatas ya citada para indicar que nuestra oración, nuestra participación en la misa y demás devociones han de llevarno a practicar la virtud: "En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, baondad, fidelidad, mansedrumbre templanza; contra tales cosas no hay ley. Pues, los que son de Cristo Jesús han crucificaado  la carne con sus pasiones y sus aptentencias" (5, 23-24). Podemos deducir, pues que no es fácil entrar en el Reino de Dios o en el cielo, y por lo tanto es probable que no pocos no llegan porque no ponen el esfuerzo necesario.  










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