sábado, 13 de agosto de 2016

PALABRAS QUE QUEMAN.

HOMILÍA DEL XX DOMINGO DE TIEMPO DURANTE EL AÑO, 14 DE AGOSTO 2016, CICLO C. 

              Este domingo nos ha tocado escuchar un pasaje del Profeta Jeremías. A Jeremías le toco vivir y ejercer su ministerio profético en la época más dramática y dolorosa de la historia de Israel, es decir, antes y después de la destrucción de Jerusalén y del Templo de parte del Rey de Babilonia, Nabucodonosor en el año 586 a. C. El primer capítulo del libro relata la vocación profética de Jeremías, cuando era muy joven, “un muchacho”. Dios le dice que antes de formarse en el seno materno, Dios lo había escogido como profeta. El concepto de profeta se expresa con varias palabras en la Biblia, pero la palabra profeta proviene del griego y significa hablar de parte de Dios delante del pueblo. Dios le dice: “No tengas miedo, que contigo estoy yo para salvarte -oráculo del Señor-. Dios le tocó la boca y le dijo: “Desde hoy mismo te doy autoridad sobre las gentes y sobre los reinos para extirpar y destruir, para perder y derrocar, para recconstuir y plantar”. (Jer 1,4ss). La vocación de Jeremías era durísima. Se puso a proclamar lo que Dios le comunicaba, es decir, que iba a venir un castigo tremendo de parte de Dios por todos los pecados de su pueblo, que el agente que Dios había escogido para tal castigo era precisamente el Rey Naboconodosor, que iba conquistando y sometiendo a todos los pequeños reinos de la zona. Jeremías les decía que tenían que entregarse a Naboconodosor, y por ellos lo declararon traidor a la patria. Conviene leer todo el libro de Jeremías, que no es fácil, para descubrir la dureza de la misión que le tocó y sobre todo los pasajes que se denominan Confesiones de Jeremías en las que manifiesta a Dios lo que siente ante el total rechazo de su mensaje. Las autoridades ponían su confianza en el hecho de que Dios había prometido a David a través del profeta Natán que la dinastía davídica iba a perdurar. Esta promesa la tomaban como cheque en blanco y no se convertían de sus malos caminos. Además, había unos falsos profetas que profetizaba paz. Todos se echaron en contra de Jeremías. La figura de Jeremías, que en tiempos de Jesús fue muy apeciada, prefigura la de Jesús. Al final, algonos de los exiliados le obligaron a ir con a ellos a Egipto. Para cuaalquier profeta, volver a Egipto era algo impensable, así como deshacer todo lo que había hecho Dios al sacar a su pueblo de Egipto. Se dice que murió asesinado en Egipto, pero no hay seguridad sobre esto.

              Nuestro pasaje de hoy está tomada de la parte final del libro cuando estaba bajo asedio la ciudad de Jerusalén de parte de las tropas babilónicas. El Rey Sedecías era un personaje débil, y aunque apeciaba a Jeremías, no se atrevía a eviitar que lo metieran en una cisterna. El mensaje es claro. El profeta que anuncia lo que Dios le manda acaba mal. Se le echa encima todo el mundo. Le hacen violencia. Si nos colocamos en las circunsancias del momento, desde el punto de vista humana, la pedicación de Jeremías se ve como fuente de desaliento para los soldados que defendían las murallas y para el pueblo, porque Jeremías les pedía que se entregaran al Rey de Babilonia para poder salvar sus vidas, para que no se destruyera la ciudad y el Templo. y que Dios los castigaba de esta manera. Las infidelidades de los reyes y grandes del pueblo eran verdaderamente notables. Debido que Judá era un reino pequeño a merced de las grandes potencias del momento, se veía obligado no sólo a pagar tributo a ellos, sino incluso mportar los dioses de aquellos imperios y colocarlos en el mismo templo del Señor, que para los profetas era una barbaridad. En aquella época, si un pueblo dominaba a otro, lo interpretaban como una victoria del dios del pueblo vencedor en contra del dios del pueblo vencido. Esta situación también provocaba una crisis de fe para los hebreos, porque no comprendían cómo pudieron aqueelos imperios con sus dioses falsos someterlos a ellos que luchaban por Yahvé el verdadero Dios que todo lo había creado. Los profetas explicaban que Dios utilizaba a los asirios y babilónicos como instrumentos para castigar a su pueblo por sus pecados.

              Pasemos al evangelio que nos toca hoy. Puede que a algunos les resulte chocante que Jesús pronuncie palabras como “Yo he venido a traer fuego a la tierra y !cómo me siento anhelante hasta que se encienda”. Y “no he venido a traer paz sobre la tierra, sino división”. ¿No que Jesús vino como Príncipe de Paz? ¿Cómo se explican estas palabras de Jesús? Ser cristiano no es una receta para la tranquilidad, para una vida burguesa ni para acomodarnos con los valores dominantes en un mundo que se va a pique debido al cúmulo de males que acepta como normales. Ahora se nota cómo se está aprovechando las Olimpiadas para dar más pasos hacia la normalización de la homosexualidad y lo que se llam LGBT (la ideología de género y lo que se llama transexualidad). Jesús dice que las puertas del infierno no prevalecerán en conta de la Iglesia. Esto implica que la Iglesia es como un ejército en orden de batalla y sitiando la ciudad de Satánas. En lo sitios a las ciudades antiguas, como es obvio, las puertas eran la parte más débil de la ciudad para los defensores y más ventajosa para los asediadores. La imagen implica que la Iglesia sí va a prevalecer, aunque hoy en día parece que ya ha vencido la revolución sexual, la revolución gay, la normalización del aborto convertido ya en derecho, derecho de matar y tirar a la basura al ser humano más indefenso. Jesús en otro pasaje afirma: “El que no está conmigo, está contra mí”

              En los medios de comunicación escuchamos noticias sobre terroristas yihadistas que “se radicalizaron”. La palabra radical proviene de radix en latín que signfiica raíz. Es lo contrario de superficial que obviamente signfica estar a la superficie, a raz de tierra. Sabemos que los grandes árboles tiene raíces profundas. ¿Jesús es radical? Ciertamente lo es y todo el evangelio indica que pide a sus seguidores un compromiso no superficial sin radical, es decir, que vay a lo más hondo de nuestro ser y nos transforme. En los tiempos que corren, no vale ser cristiano más o menos. Parece que la gran mayoría de los que se dicen católicos en España, en mi país también, Irlanda, se dicen “no practicantes”. ¿Acaso Jesús salió por los caminos de Galilea y Judea a buscar a gente que fuera “no practicante”, es decir, que no tomarían en serio lo que les proponía? Siempre tienen alguna excusa para justifiicar o racionalizar su falta de seriedad. Hoy en día la gente le da una importancia enorme a la salud. El que no va al gimnasio, va a correr o al menos caminar por allí. Lee artículos y escucha reportajes sobre la salud en la radio y la televisión y acude al médico para que le mande a hacer análisis de sangre. Todo eso eso bueno, si no sale de lo razonable. Nadie me ha dicho nunca que es “no practicante en cuanto a la salud”. Claro, no se necesita ser científico de los que mandan los cohetes al espacio para saber que si uno de acude al médico cuando siente algún síntoma, puede que en no mucho tiempo se muera. La diferencia con la salud espiritual es que las consecuencias no se ven tan cercanas y urgentes. Si no seguimos lo que Dios nos manda en el Decálogo, lo que la Iglesia nos enseña, si no acudimos a la Misa, eso tendrá sus efectos negativos en nuestra vida, pero igual no nos damos cuenta. Seremos más viciosos, menos tolerantes y pacientes con los demás, menos honrados, y no formaremos nuestra conciencia de acuerdo con la Palabra de Dios y la doctrina de la Iglesia.

              En cuanto al fuego, en estos días escuchamos en las noticias sobre incendios boscales en diversas partes de España y en otros países. Sabemos que los bosques se reconstituyen después de los incendios, aunque el proceso es lento. También los encargados de las áreas boscales provocan de forma ordenada incendios contorlados para eliminar abrojos y otra vegetación que pudiera dar pie a la extensión del incendio cuando ocurre. Hacen zanjas libres de vegetación. Si la palabra de Jesús es fuego traído del cielo para purificar a la humanidad, pues hay mucho que quemar. ¿Qué encuentra Jesús en nuestro mundo? Encontrar un mundo lleno de egoismo, de violencia, venganza y todo tipo de injusticia, la búsqueda del poder, del placer, del dios dinero y una larga lista de males? Debería de parecernos obvio que la eliminación de tanto mal y vicio requiera unos remedios radicales? Además, en la Biblia el fuego simboliza al Espíritu Santo y el amor. Tiene que quemar, pues toda esa inmensa masa de desperdicios que el hombre ha ido acumulando en su vida y en el mundo entero. Preguntèmonos, ¿por qué Dios considieraba necesario que su Hijo tuviera que llegar al extremo de morir en la cruz, de padecer tantos dolores físicos, malso tratos, la traición y el abandono de sus mismos seguidores etc? ¿No podia haver encontrado un modo más “razonable” para salvarnos? Parece que no, porque a grandes males, grandes remedios.

              Como todos tenemos en parte al menos el mal del mundo dentro de nosotros, Jesús preveía con gran certeza la división dentro de las mismas familias y comunidades que su mensjae iba a provocar. Desde el inicio, los seguidores de Jesús han sido perseguidos. Veamos el ejemplo de San Pablo. En prácticamente todas las ciudades que visitaba, iba a la sinagoga porque en primer lugar tenía que presentar la Buena Nueva del Evangelio a los miembros del Pueblo de Dios, elegido desde Abrahán. Normalmente, lo rechaban, a veces luego de muchas horas de discusiones en las que él intentaba convencerles basándose en los profetas. Luego, iba con los paganos, y al final con mucha fecuencia acbaban agediéndole, dándole palizas o apedreándole y a veces dejándolo por muerto hasta que llegaba sus amigos a llevar y curarlo. En cambio, hoy en dia , como decía un Obispo Anglicano, cuando él predica le ofrecen té. Si el mensaje de Jesús no provoca rechazo, es que no se ha presentado de verdad.

                            Creo que el mensaje de nuestras lecturas de hoy nos inivita a pensar que la opción por seguir a Jesús es algo muy serio, que no es un hobby, un pasatiempo al que dedicamos un cierto porcentaje de nuestro tiempo. La imagen del fuelgo indica también dolor. Si tenemos que llegar a quemar mucho desperdicio, abrojo en nuestra vida y hemos llegado a acostumbrarnos a este tipo de vida cambiar no es fácil, y por eso duele. Que el ejemplode la fidelidad hasta el final del Profeta Jeremías como el testimonio de Jesus hasta el extremo de la cruz nos muevan a no ser meros espectadores en este drama de la rendención, la salvación eterna, sino protagonistas activos. Ni Dios nos puede salvar si no colaboramos con su gracia.


No hay comentarios:

Publicar un comentario