sábado, 25 de abril de 2020

RECONOCIENDO A JESÙS RESUCITADO EN EL PARTIR DEL PAN

HOMILÍA, III DOMINGO DE PASCUA, 26 DE ABRIL, 2020.

Nuestro pasaje evangélico de hoy, sobre la aparición de Jesús resucitado a dos discípulos camina a Emaús, es uno de los textos más emblemáticos de todo el Evangelio. El episodio se da en la tarde del mismo Domingo de la Resurrección. Emaús era un pueblo a unos 12 km de Jerusalén. Comentemos algunos aspectos del relato. Algunos Padres de la Iglesia encontraban una cierta relación de este episodio y lo que se cuenta en el c. 3 del Libro del Génesis. Adán y Eva, desobedeciendo la restricción que les había puesto Dios de no comer el fruto del árbol de la vida. De manera antropomórfica, se dice que Dios caminaba con ellos en las tardes en el jardín  y obviamente conversaba con ellos. Luego llega Dios a buscarlos, y los encuentra escondiéndose porque están desnudos. Como sabemos, fueron castigados y expulsados del jardín de Edén y obligados a trabajar duro de manera que tendrían que ganar el pan con el sudor de la frente.

En este caso, tenemos a estos dos hombre saliendo de Jerusalén desconsolados, cabizbajos y aparece Jesús en el camino y traba conversación con ellos. Les pregunta de qué hablan tan tristes por el camino y ellos se extrañan de que no supiera que Jesús había sido condenado a muerto por obra de los jefes del pueblo, crucificado y muerto. También saben que unas mujeres, e incluso algunos de sus compañeros, encontraron la tamba de Jesús vacía, e incluso las mujeres habían visto unos ángeles, pero no las creían.

Importa señalar la importancia del hecho de que estos dos habían abandonado Jerusalén. Así como Adán y Eva tuvieron que abandonar el Jardín de Edén, estos se habían puesto de camino de la ciudad santa hasta sus casas, así, En el Evangelio de San Lucas, Jerusalén tiene una gran importancia. Comienza en Jerusalén con la aparición del Arcángel Gabriel a Zaquearías en el Templo, María y José presentan a Jesús en el templo y lo pierden en el templo a los 12 años, Jesús acude varias veces a Jerusalén en la ocasión de las grandes fiestas, una gran parte del Evangelio de Lucas se dedica al viaje de Jesús hacia Jerusalén donde finalmente es juzgado, condenado a muerte y sepultado. Resucita en Jerusalén y las apariciones que cuenta San Lucas se dan en Jerusalén. La Ascensión al cielo se da en la misma ciudad santa. Igualmente, se da la venida del Espíritu Santo en Pentecostés allí. De Jerusalén comienza la obra de evangelización de la Iglesia primitiva para que los Hechos de los Apóstoles terminen con la llegada de San Pablo a la misma ciudad santa.

El abandono de Jerusalén de estos dos discípulos era en cierto sentido similar a la partida de Adán y Eva del Paraíso. Podemos imaginarnos su estado de ánimo. Ellos, igual que el resto de los discípulos habían dejado sus casas para seguir a Jesús con el gran sueño de que fuera el Mesías  como el Rey David y el Profeta prometido por Moisés. Jesús había sido víctima de una muerte cruel e injusta y no les quedaba ninguna esperanza. Regresaban a sus casas fracasados y posiblemente podían prever que los vecinos se burlarían de ellos por haber sido ingenuos y pensar que Jesús fuera el gran profeta y Mesías.

La causa de su gran dolor y desánimo era por su desconocimiento del verdadero sentido de la Sagrada Escritura y por ello Jesús los recrimina y procede a explicar que todas las Escrituras habían previsto que el Mesías tendía que padecer todo eso y así entrar en su gloria.

Llegan al pueblo, y Jesús da señas de que quería seguir adelante y ellos le invitan a quedarse con ellos y obviamente compartir la cena y él accede. Una de las características del comportamiento de Jesús en su vida pública era su costumbre de compartir la mesa con varios grupos, como Simón el Fariseo, San Mateo y sus compañeros recaudadores de impuestos, Zaqueo etc. Siendo Hijo de Dios, se había hecho semejante a nosotros en todo menos el `pecado. Se trataba de una costumbre muy arraigada entre los judíos en tiempos de Jesús.Incluso hoy, existen encuestas que indican que comer o cenar junto con familiares o amigos es uno de los placeres más apreciados por nuestros contemporáneos. Lamentablemente, las cenas formales se dan muy poco hoy en día, y con frecuencia las familias no comparten la mesa los domingos. Existe los que se llama en inglés "comer como zombi" que significa comer en el escritorio, ante la televisión o una pantalla de ordenador o un teléfono móvil donde mandan correos electrónicos, mensajes de texto, ven redes sociales, Por todo esto, es cada vez más difícil que nuestros contemporáneos puedan captar el verdadero significado de la Eucaristía o entiendan por qué la Biblia normalmente presenta el cielo como un banquete.

Se sientan a la mesa y Jesús toma pan, lo parte y se lo da a los dos comensales, momento en el cual los dos comensales reconocen su verdadera identidad. Gracias a la explicación del verdadero sentido de la Escritura a lo largo del camino, ya estaban mental y emocionalmente listos para ese gran descubrimiento y resulta que todo lo que sucedió aquella tarde corresponde a lo que se da en todas nuestras celebraciones de la Sagrada Eucaristía y que llamamos Liturgia de la Palabra y Liturgia de la Eucaristía. En seguida, desapareció Jesús, indicando que a partir de su resurrección es en la Eucaristía donde vamos a poder encontrar al Señor Resucitado.

Aunque era de noche, los dos discípulos retoman el camino hacia Jerusalén donde encuentran el resto de los discípulos que les dicen; "Era verdad. El Señor ha resucitado y ha aparecido a Simón". Ellos les contaron su experiencia por el camino y cómo lo reconocieron al partir el pan. Obviamente, todos se llenaron de alegría. Horas antes, habían partido de Jerusalén deprimidos, llenos de tristeza y en el camino de regreso y el encuentro con los demás discípulos su tristeza se convirtió en gozo. En cierto sentido la historia de la salvación, primero con la promesa del Señor a Adán y Eva que "la mujer aplastaría la cabeza de la serpiente", comprendido por la Tradición como María Santísima, pasando por los Patriarcas, Moisés, los Profetas, los hombres sabios, y demás peripecias del Pueblo de Dios  culminando en la venida de Jesús hasta su segunda venida se puede comprender como un largo camino de vuelta al paraíso, reflejo en el camino de regreso de los dos discípulos de Emaús a Jerusalén en aquella noche del Gran Domingo de la Resurrección cuando El Señor Resucitado venció a Satanás, a todo mal  la muerte y nos abrió a nosotros el camino hacia la paz definitiva en el cielo. Se reestablece la verdadera comunión y familiaridad con Dios que había existido antes del Pecado Original, de manera que le toca a la Iglesia y a cada uno de nosotros, practicando todo lo que el Señor nos ha dejado en el Evangelio ponernos en ese camino y enseñarlo a nuestros contemporáneos.

En la situación en la que nos encontramos al llegar hacia el final del período de confinamiento en el intento de controlar la extensión del coronavirus, a mi parecer una serie de errores garrafales cometidos por los gobernantes debido a la imprudencia provocado por el miedo y pánico generalizados, millones de personas van a perder sus puestos de trabajo. Decenas de miles de empresas van a quebrar, nos viene encima una hecatombe económica y con ella va a haber muchos suicidios, enfermedades debido al estrés, depresión, hasta hambre, cosa que no se ha conocido en España desde los años 1945-1946 cuando los Aliados ganadores de la II Guerra Mundial declararon un bloqueo criminal en contra de España y al menos 1000 personas murieron de hambre. También, tenemos que pensar que el sistema político que tenemos no es la adecuada debido a la evidente corrupción financiera y moral que ha traído consigo. La lujuria está al orden del día gracias a los anticonceptivos, hay una pandemia de pornografía que está friendo las mentes de los jóvenes y no tan jóvenes, destruyendo matrimonios y esclavizando a los que se meten por este camino. Luego la droga, la ideologización de la educación privando a los niños de la inocencia y enseñándoles a masturbarse, el divorcio exprés que multiplica el divorcio de manera que muchas parejas en vez de intentar solucionar los problemas que son normales se divorcian, millones de abortos en el mundo y ahora propuesta de la de eutanasia para matar a los ancianos que han sido las principales víctimas del coronavirus. Ante todos estos males y muchos más, el único que nos da esperanza es Jesucristo Resucitado y la fe en él, tomando el ejemplo de nuestros antepasados que gracias a su fe superaron desafíos peores.  En vez de dejar que los medios de comunicación nos laven el coco, como han hecho en estos meses, pongamos toda nuestra confianza en el Señor y  con la oración, la caridad fraterna, no solo contribuir a mejorar nuestra vida practicando las obras de misericordia sino también comunicando la única BUENA NOTICIA  que existe y que consiste en la gran victoria de Jesucristo en su resurrección sobre todo pecado, mal y la muerte. Hay que empezar a vivir de otra manera.

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