sábado, 12 de marzo de 2011

La oración

Cuando yo era niño y me tocaba aprender el catecismo, cosa muy seria en la época en Irlanda, pues podía acarrear muchos golpes y había que aprendernos de memoria un librito verde entero con 303 preguntas y respuestas, también nos insistían en la importancia de la oración. De hecho teníamos que memorizar no sólo las oraciones comunes que todo católico se sabe, sino otros como un acto de fe, esperanza y de caridad. Por algún motivo el acto de esperanza era la más larga de todas. También aprendimos que era necesario confesar al sacerdotes el hecho de no haber hecho nuestras oraciones, pecado fácil de confesar porque se daba siempre. Pese a todo se nos quedó grabado que para un católico serio la oración era bien importante. Eso todo mundo lo sabe, pero a muchos les parece un cometido demasiado difícil o imposible de lograr el progreso en la oración. Los que han leído vidas de santos, particularmente del estilo de antes, pues daban la impresión que el santo o la santa era de otro planeta, un ser extraordinario y superior. Total, la santidad no era para nosotros mortales condenados a vivir el día a día de este mundo, con el trabajo, el trajín de la crianza de niños, tener que preocuparse por cosas como pagar la luz, el agua, la colegiatura de los niños etc. Muchos concluyen que la oración es importante sí pero "no tengo tiempo".

Ha llegado la Cuaresma y descubrimos que uno de los aspectos fundamentales de la disciplina cuaresmal es precisamente la oración. No sé si será la más importante, pues tanto la misericordia como el ayuno también tienen su importancia y ninguno deber de faltar en la vida de un cristiano serio. Antes de abundar más en la importancia de la oración, en el hecho de que el mismo Jesús pasaba muchas noches en oración a su Padre, también se levantaba muy de madrugada para orar, que antes de cualquier momento importante de su vida, según podemos constatar al leer el Evangelio de San Lucas, nos conviene preguntarnos en qué consiste la oración si tiene tanta importancia en la vida de Jesús y por ende de cualquier cristiano serio.

El Catecismo de la Iglesia Católica contiene toda una parte, la cuarta, dedicada a la oración y en concreto buena parte de ella dedicada al Padre Nuestro. De hecho el Catecismo dedica 20% de todo sus páginas a la oración. Nos entrega un tratado bastante completo del tema entrando incluso en detalles prácticas que pueden ayudar al católico a orar mejor. Da una explicación de los diversos tipos de oraciónn, incluyendo la contemplativa que antes se consideraba reserva exclusiva de los privilegiados con tiempo y ociosidad suficiente para dedicarse a la así llamada vida contemplativa.

El Catecismo nos entrega varias definiciones de la oración, todas ellas tomadas de los santos, todos ellos ciertamente expertos en el tema: "La oración es una conversación o coloquio con Dios" (San Gregorio Niceno). "La oración es hablar con Dios" (San Juan Crisóstomo). "La oración es la elevación del alma a Dios o la petición de bienes convenientes" (San Juan Damasceno. cfr. CIC #2559). "Oración es tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con Quien sabemos nos ama" (Sta. Teresa de Jesús). Da también la definición de Sta. Teresita del Niño Jesús: "Para mí, la oración es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor tanto desde dentro de la prueba como desde dentro de la alegría" (CIC #2558. La oración es una actividad sobrenatural, es decir, que arranca del hecho de nuestra incorporación en _Cristo realizada en el bautismo que nos ha hecho hijos de Dios y partícipes de la naturaleza divina (" Pe 1,4. En una palabra, es un don de Dios, pero como todos los dones de Dios tenemos que disponernos y colaborar con su gracia para recibirlo y lograr que crezca y se desarrolle en nosotros.

Quiero reflexionar un poco sobre la definición de Santa Teresa de Jesús citada por el Catecismo. La Santa dice que es un "tratar de amistad, estando muchas veces a solas con quien sabemos nos ama". Varios autores insignes paganos como Aristóteles y Cicerón nos han entregado unos tratados profundos e iluminadores sobre la amistad. Afirman que dos amigos son como dos personas con una sola alma. La Biblia contiene abundantes ejemplos de la amistad, tal vez el más impresionante el de David y Jonatán en el Primer Libro de Samuel. Jesús mismo afirma en el discurso de la Cena en el Evangleio de San Juan: "Ya no os llamo siervos sino amigos, todo lo que me ha enseñado mi Padre os lo he dado a conocer" (15,15). Jesús afirma compartir con los apóstoles sus amigos todo lo suyo, incluso su misma relación de amor y entrega a su Padre. En la Antiguedad los esclavos formaban parte de la familia, pero obviamente no con la misma intimidad que los hijos. Los esclavos no compartirían la herencia ni los secreto más íntimos de su amo. Además en el cuarto evangelio "el discípulo que Jesús amaba gozaba de una particular amistad con él, como también por lo que podemos saber la Magdalena que fue la primera en llegar al sepulcro para llorar su partida. Tal amistad es posible gracias al misterio de la Encarnación o la "kénosis" o anonadamiento de si mismo de parte delHijo de Dios tal como lo relata en el pasaje emblemático de San Pablo a los Filipenses (2,6-11, pues el Hijo de Dios se hizo en todo semejante a nosotros menos en el pecado, haciendo posible también la amistad con Él en la persona de Jesús, muerto y resucitado.

La Santa de Ávila insiste también en la necesidad de la frecuencia del trato íntimo de amistad con el Señor. No basta un recuerdo esporádico cuando estamos en un apuro, o como los malos estudiantes que se ponen a orar al llegar el momento de los exámenes. En este sentido me acuerdo del ejemplo de San Patricio, pues egún cuenta en su Confesión, cuando a los 16 años fue secuestrado por piratas irlandeses y llevado a cuidar ovejas en as colinas de Irlanda: "Cuando llegué a Irlanda, todos los días tenía que cuidar ovejas y muchas veces al día oraba..." Luego cuenta que oraba hasta cien veces al día y cien veces más en la noche. Afirma también que hasta entonces no conocía al verdadero Dios pese a haber sido cristiano desde antes. Cuenta que se levantaba muy de mañana para orar sea en la nieve, la escarcha o la lluvia, que ciertamente no faltan en Irlanda. Debida a su oración afirma que "el espíritu estaba ferviente dentro de mí". Así pudo tener la sensibilidad para escuchar la voz de Dios en su interior en los diversos momentos de su vida.

Santa Teresa dice "con quien sabemos nos ama". Por lo tanto darnos cuenta, sentirnos amados por Dios es un aspecto muy importante en la oración. Es resultado de una fe viva y también de la familiaridad con la Palabra de Dios, sobre todo en relación con la persona de Jesús. Sobre todo el evangelio de San Juan manifiesta la intimidad de Jesús con su Padre. San Ignacio al final de sus Ejercicios Espirituales propone al ejercitante la "Contemplación para alcanzar amor". En ella propone recordar los inmensos beneficios que hemos recibido de Dios. Excelente manera de hacer oración.

En la Cuaresma tenemos una oportunidad de renovar a fondo nuestra vida cristiana a través de las tres prácticas tradicionales, la oración, el ayuno y la limosna o la misericordia. En el caso de la oración ojalá nos ayude el recordar lo que es la oración según la definiciones tradicionales que hemos recogido del Catecismo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario