Desde hace un tiempo a esta parte en España está en boga este tema. Precisamente desde que se encontró el cuerpo de la niña Mariluz que fue abusada y asesinada por un pederasta que ya había sido condenado por abusar a su propia hija, y en vez de estar en la cárcel, andaba suelto y cometió este horrendo crimen. Ahora su padre está involucrado en una campaña de recogida de firmas para lograr cambiar la ley y que tales delincuentes se enfrenten con la pena perpetua por este tipo de delito. Tuve ocasión de seguir un programa en Popular Televisión (que es de la Iglesia) donde se examinaba este tema. Uno de los panelistas, un funcionario de la Defensoría del menor, respondiendo a la pregunta de la moderadora, indicó que la pedofilia no tiene que ver con la homosexualidad, que son cosas muy distintas, y que de hecho la mayoría de los pederastas son heterosexuales. A primera vista, parece que tal afirmación es correcta. Sin embargo, conviene hacer una distinción que los psicólogos suelen hacer. Distinguen la pedofilia de la efebofilia. En el caso de la primera se trata del abuso de niños o niñas menores de doce años, mientras en el caso de la segunda, se trata de abuso de adolescentes. Por lo que se ha averiguado de los casos de los abusos sexuales de sacerdotes en Estados Unidos, la grandísima mayoría de los casos de los curas eran no de pedofilia, sino de adolescentes. En tal caso resulta que los sacerdotes culpables de estos abusos eran homosexuales.
El diario ABC de Sevilla informa en un reportaje de mayo de 2008 informa que “Aumentan un 20% los abusos sexuales a menores detectados por el SAS (Servicio Andaluz de Salud). En letra más pequeña se indica que 60% de las víctimas eran niñas y que con mucha frecuencia el padre era el agresor . Muchos de los abusos son detectados por médicos en los hospitales. Además se está dando abusos de menores sobre menores con cada vez mayor frecuencia. A veces niños abusados por mayores se convierten en abusadores de otros niños. El periódico entrevista al Médico Juan Gil, coordinador de Pediatría del Hospital de Valme de Sevilla bajo el título: “Un padre en Sevilla violaba a su hija de siete años mientras su mujer la sujetaba”. Se trataba, además de un empresario, un señor de traje y corbata. El mismo médico indica que encuentra caso de bebés lactantes que llegan a su centro médico abusados. Además, asegura el facultativo, hay padres que hacen mucho daño sin contacto físico: “Los hay que hacen el amor delante de los niños o los tocan mientras tanto. Y los hay que ven películas porno con ellos delante”, causando un daño igualmente grave a los niños, que con frecuencia repiten entres sus coetáneos los mismos comportamientos. “Tenemos muchas niñas que vienen con sangrado vaginal y los padres nos dicen que se han dado un golpe o que ha sido con la bici”. La mayoría de las veces ha sido su padre, un familiar o un amigo el culpable.
Surge la pregunta de si se daban tales casos con más o menos frecuencia antes. En realidad no es fácil responder. Los profesionales expertos en la materia indican que muchos de estos casos se dan no en familias tradicionales, sino situaciones de rotura de las parejas etc. Los medios de comunicación tienden a rasgarse las vestiduras cuando se dan tales casos, pero ¿qué tipo de agenda proponen ellos para la sociedad? Una sociedad que está obsesionada con el sexo, donde comúnmente se piensa que el ser humano tiene un supuesto derecho al mayor goce sexual posible; donde no se premia el autocontrol, el respeto por el propio cuerpo y el del prójimo; donde la sexualidad está banalizada. Tal vez en una situación de mayor control social muchos de estos victimarios no hubieran llegado a cometer tales abusos. Si la sociedad ha llegado a considerar el aborto un derecho civil, si el número de nacimientos de niños con Síndrome Down ha disminuido en un 30%, precisamente porque se abortan a esos niños, ¿cómo no se van dar otros tipos de violencia y barbaridades, como éstas dadas a conocer en este artículo? La Madre Teresa de Calcuta consideraba el aborto como la mayor pobreza y la mayor violencia.
En la última época del Imperio Romano se fueron multiplicando los abortos, la exposición de los niños, pues se tiraban en los basureros. La gente no deseaba tener hijos y muchas mujeres de la alta sociedad consumían pociones de hierbas para evitar la concepción de hijos. Luego vino la caída del Imperio, debido en parte al invierno demográfico y a los problemas económicos provocados por una inflación altísima. Las autoridades hacían alianzas con algunos de los pueblos bárbaros permitiéndolos establecerse dentro de los confines del imperio. Los permitían servir en el ejército. ¿No está sucediendo algo similar en la vieja Europa donde los emigrantes musulmanes están teniendo muchos hijos y congregándose en guetos dentro de las ciudades europeas? Puede que sean la quinta columna de fundamentalismo islámico gracias al que podrán conquistar Europa, que no lograron hacer en la Edad Media en la era del Renacimiento. La multiplicación de leyes y la acción policial no va a detener esta y otras plagas en nuestra sociedad. Si la sociedad no busca la virtud y el autocontrol en sus miembros, como ya indicaba Aristóteles, vamos a asistir a un aumento de estos comportamientos aberrantes. El Internet lo está haciendo más fácil para los pederastas. Puede que estemos asistiendo al final de una época y el nacimiento de una nueva edad oscura, pese a los grandes avances científicas, que no van de la mano de avances en la ética.
lunes, 18 de mayo de 2009
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