lunes, 18 de mayo de 2009

Apuntes sobre el celibato y la maduración de la persona

ALGUNOS APUNTES ACERCA DEL CELIBATO Y EL PROCESO DE MADURACIÓN DE LA PERSONA.


El sentido del Celibato.El célibe normalmente es una persona a que voluntariamente ha renunciado al matrimonio normalmente como resultado de una consagración a Dios por un voto o en el sacerdocio. No nos referimos pues a solteros. También es posible vivir el celibato pro otros motivos como la dedicación al arte u otra causa noble. En nuestros días cuando se exagera la libertad sexual y el amor sensual, es más urgente para el célibe ejercer el auto control y no involucrarse en relaciones puramente emocionales. Los motivos del celibato dados de forma clásica tanto pro San Pablo (1Cor 7, 32’35) como por Santo Tomás (S.T. II-II, 186,4) requieren una lectura atenta y una profundización en nuestros días. Esta doctrina tradicional parece indicar que San Pablo se resiste a aprobar el matrimonio como un estado de vida normal para el cristiano y llegaría a ser una solución para aquellos a que no pueden practicar la continencia. Ciertamente la opinión de San Pablo, como la de la Iglesia a lo largo de los siglos recalca la excelencia de la virginidad como estado de vida sobre el matrimonio. Lo que hace posible esta superioridad es ante todo la libertad de alma para poder dedicarse plenamente al Señor sin las preocupaciones por las cosas mundanas, no porque la unión carnal en el matrimonio sea mala.
El contenido del voto de castidad o la promesa de celibato, es el mismo sea para religiosos, miembros de institutos seculares y sacerdotes diocesanos. El instinto sexual tendrá su fuerza en cada caso, pero es más difícil para el célibe mantener la continencia que para un casado vivir la castidad matrimonial. El célibe necesita más auto control y “continencia”, y Sto. Tomás indica que ésta reside en la voluntad (S.T. II-II 155,3). La realización fundamental de la persona se logra a través del amor que significa la superación de la preocupación por uno mismo o el egoísmo. Si el célibe no se siente sobrecogido por el amor a Cristo y por su causa que es el Reino, no logrará la necesaria maduración en su vocación y es muy probable que fracasaría en al vida matrimonial también.

El celibato implicaría una serie de dificultades como pueden ser la soledad y una falta de plenitud debido a que no se realiza lo que es natural en el hombre, el deseo de formar una familia y verse realizado de alguna forma en sus hijos. Por algo se le llama una “eunuchia”. Algo en la naturaleza queda truncado. Sin embargo, el célibe no debería de ver en su estado una mera renuncia de algo, sino una fuente de grandes valores positivos y posibilidades de amar. Le da la libertad de dedicarse más plenamente al servicio de Dios y a la comunidad eclesial. Eso no quita la dificultad de amar a todos y con frecuencia no recibir recompensa alguna, pero también le ayuda a superar su egocentrismo y experimentar la alegría de dar, de entregarse y reproducir en el mundo el estilo de vida que caracterizaba a Jesús y, que de alguna forma prefigura la vida del Reino futuro.

2) Amor Célibe y Amistad

La renuncia que hace el célibe no incluye una renuncia al amor, dado que el amor no incluye en sí mismo lo sensual o la expresión sexual. Tanto el célibe como el casado puede dar expresión a un amor de tipo emocional. Ciertamente no es fácil para el célibe vivir este tipo de relación si no es capaz de controlar la satisfacción sensual de los movimientos del amor emocional. Esto porque las emocione tiende a ser por naturaleza centradas en sí y la tentación es hacia un amor a la otra persona que no pase del nivel de gratificación física. Experimentos de este tipo de parte de religiosos en los años 70 del siglo pasado se llamaban “la tercera vía”.Esto lleva a ser centrado en sí y posesivo del otro. El mismo amor entre los esposos no puede quedarse al nivel romántico del noviazgo sino que tiene que llegar a ser una auténtica amistad conyugal. Tradicionalmente en la vida religiosa se rechazaba las así llamadas “amistades particulares” como dañinas para la vida comunitaria, en cuanto que demuestran exclusividad o falta de apertura, posesividad y pueden ser obsesivas. En una palabra demuestran una falta de una relación madura de verdadera amistad.

Tales casos no excluyen el bien de la amistad entre las personas célibes: “Cualquier movimiento de amor fuerte –incluso amor de amistad- normalmente estará acompañada por una reacción emocional. Empatía, ternura y el calor de las emociones son concomitantes normales de un amor ardiente. En el caso de la amistad los movimientos de las emociones están bajo el control de la razón y la voluntad. Se trata de un amor que es don. El amor de voluntad n os lleva a sublimar las pasiones y buscar el bien del amigo más que nuestro propio bien. Si no se puede superar la posesividad y la búsqueda del bien propio en una relación particular, mejor es terminar tal relación. El amor de amistad entre célibes tiene que semejarse más al amor paterno o materno que al amor conyugal. Sto. Tomás dice “Caritas amicitia est”.

3) Amor, Sexualidad y Celibato

Ciertamente los esposos están llamados a ayudarse mutuamente a lograr su realización personal existencial y a esto han de ayudar las relaciones sexuales dentro del matrimonio, pero éstas no son esenciales para alcanzar este fin. La frecuencia del acto sexual dentro de un matrimonio no es medida de la perfección humana que van alcanzando los esposos. El célibe con frecuencia renuncia a algunas oportunidades a que le proporcionaría el matrimonio. Lo importante es que se vaya realizando la integración de las emociones bajo el dominio de la razón y de la voluntad. Así se va logrando un amor altruista, que ciertamente requiere mucho esfuerzo y sacrificio de parte de los esposos.

Este tipo de madurez y realización personal se puede y se debe lograr también en el celibato. Para que se logre esta maduración en el célibe debería de poseer las mismas cualidades que se requieren en la persona que se dispone a casarse. No debe ser formado en un ambiente de represión de sus emociones, sino animado a desarrollar su personalidad de una manera integrada y completa. Así como los casados, también el célibe experimentará dificultades y luchas particularmente en los años treinta y cuarenta, o la así llamada crisis de la mitad de la vida. La realización personal que ambos han de lograr no tiene que ver con la gratificación del instinto sexual. Debido a los necesarios motivos d tipo espiritual que ha de poseer el célibe, es probable que alcanzará a la libertad y el gozo de un amor continente a una más temprana edad que el casado. “Él también puede llegar a ser una persona equilibrada que atrae a otros por su amor, radiante, caluroso y sin egoísmo” (Baars 155). Si su sexualidad genital es el principal foco de su interés, demuestra que no es capaz de alcanzar la integración de su instinto sexual dentro de la totalidad de su personalidad, bajo el dominio de la razón y la voluntad. En cada caso se tiene que practicar un amor continente que se ejercita en el autocontrol pero que no reprime el deseo legítimo de amar y ser amado. Cuando una persona casada o célibe no logra alcanzar este tipo de integración y amor, puede deberse a factores de tipo hereditario, falta de una adecuada formación en la capacidad de amar y otros factores. Es un error pensar que un sacerdote que no ha logrado alcanzar esta integración en el misterio y en el celibato, lo logrará simplemente casándose (Baars 158).

Esta madurez e integración emocional se manifiestan en el caso de un sacerdote en el hecho de que no busca en primer lugar su propio bien. Sin embargo, esto no basta porque para mover a los demás tiene que manifestar amor hacia ellos. Logrará mucho más con los feligreses si manifiesta una relación calurosa y afectiva hacia ellos. Siendo tantos los parroquianos, es imposible que tenga una relación de amistad con todos ellos. Su relación con la mayoría de ellos será de tipo “funcional”, expresada en su servicio o ministerio sacrificado para con ellos. En ocasiones como son la enfermedad muerte de miembros de su parroquia o sus familiares, tendrá ocasión de expresar afecto y solidariedad con algunos que normalmente conocerá poco en la parroquia. También en ocasiones experimentará el afecto y gratitud de estas personas. También serán ocasión de frustraciones y sufrimiento para él. Pues no hay amor que no esté unido con el dolor y la vulnerablidad.

Además de este amor y dedicación a su misión de servicio, tendrá sus amistades personales, sea con otros sacerdotes, con laicos, varones y mujeres. En este caso de la amistad hay una mutualidad en cuanto a que se ama y se experimenta el amor de los amigos de una forma que va mucho más allá del amor funcional. Este tipo de amistad tiene su modelo en las amistades de Cristo con Lázaro, Marta, María, el Discípulo Amado. También se encentran abundantes ejemplos de ella en las cartas de San Pablo y el Libro de los Hechos.

No se excluye que el sacerdote sienta el deseo sexual en este tipo de relaciones de amistad, pero en tales casos tiene que poder controlar esta experiencia a través del amor continente (restraining love). Tiene que conocerse a sí mismo y ser consciente de su debilidad y poder reaccionar oportunamente cuando descubre que entra en juego el deseo sexual. No se trata de una represión sino de poder reconocer el deseo egoísta que dañaría la amistad. Esta capacidad de pureza en el amor de amistad le ayudará también a desarrollar su amor funcional haciéndolo más caluroso y espontáneo. Como indica el Papa en múltiples escritos y discursos, la respuesta propia a una persona es el amor, pero ese amor tiene a que ser guiado por lo que el Papa llama “la norma personalista”. Esta norma exige del sacerdote que ame a cada persona según su propio estado de persona consagrada, y según el estado de la persona, sea hombre, mujer, joven y persona madura. Este es otro modo de describir lo que se ha llamado arriba “amor continente”. Este amor busca el verdadero bien de la otra persona, la respeta en su estado de vida, y es consciente de la propia consagración y le impone los límites correspondientes. Es un amor basado en la realidad. Si no es capaz de lograr cumplir esta norma en una relación concreta, será mejor que ponga fin a ella, por más dolorosos que sea esta decisión.

Receientemente los escándalos provocados por sacerdotes e incluso obispos que han sido infieles a su compromiso sagrado de asumir el carisma del celibato como modo de vivir su ministerio sacerdotal no son infrecuentes. En nuestros días la hipocresía o la doble vida son muy mal vistos, tal vez más que en otras épocas. El escándalo de los sacerdotes pederastas y otros escándalos de sacerdotes que mantenían amantes han hecho daño incalculable a las personas sencillas y a la fuerza del testimonio que la Iglesia está llamada a dar en este mundo. Es cierto que estamos inmersos en un mundo obsesionado con el sexo, convirtiéndolo en un objeto de comercio y de manipulación a través de la publicidad. Por ello, es más urgente que la Iglesia revise la formación que entrega a los candidatos al sacerdocio y examine las causas de los dolorosos fracasos que se dan con tanta frecuencia.
(Cfr. Jordan Aumann, O.P. and Dr. Conrad Baars, The Unquiet Heart, Reflections on Love and Sexuality, Alba House, New York, 1991.

La Ascensión del Señor

La Solemnidad de la Ascensión.
¿Cuál es el sentido de esta Solemnidad de la Ascensión del Señor? En la Biblia encontramos una división tripartita de la realidad, el cielo que se encuentra arriba, la tierra en la que nos toca vivir, y los infiernos o regiones inferiores, que en el Antiguo Testamento se denominaba el “sheól”. Obviamente nuestra mente tiene mucha dificultad en comprender realidades inmateriales o espirituales. Esto se debe a que todos nuestros conocimientos provienen en primer lugar de los sentidos. Hay un dicho filosófico que reza: “no hay nada en la mente que antes no haya estado en los sentidos”. Este esquema tripartito nos sirve de para formarnos una noción de la distinción entre los tres aspectos de la realidad. Se pensaba que Dios habita en los cielos con su corte celestial, un poco como un rey de la época y su corte, mientras el demonio y sus secuaces, otros demonios, viven debajo de la tierra. Estas imágenes están presentes también en la mitología griega por ejemplo.
La primera lectura y el evangelio de hoy recurren a este modo de imaginar las cosas para hacernos ver que Jesús fue exaltado, que a partir de su resurrección está con Dios. No es que haya que tomar al pie de la letra lo que se cuenta de que los apóstoles estuvieron viendo hacia el cielo y que Jesús subió en una nube. Lo importante es que Jesús, con su resurrección y ascensión terminó una etapa de su vida y su misión y abrió otra. Su muerte en la cruz era algo evidente a todos. Su resurrección dejó en nuestro mundo unos signos como la tumba vacía que encontraron María Magdalena y las demás mujeres. Lo definitivo sin embargo, no es la tumba vacía, sino la convicción a la que llegaron los discípulos de que Jesús vivía y la experiencia de su presencia entre ellos después de su resurrección. San Pablo en el capítulo 15 de su Primera Carta a los Corintios da un resumen de las apariciones de Jesús resucitado, incluyendo su propia experiencia en el camino a Damasco. SE puede considerar la escena de la resurrección tal como la cuenta San Lucas en los Hechos de los Apóstoles como una de esas experiencias.
La Ascensión es también una exaltación por la que Jesús alcanza plenamente su destino como Hijo de Dios que sienta a su derecha y reina. Para San Juan la exaltación comienza en la cruz. Es con su exaltación en la cruz con la que Jesús atraerá a todos hacia sí. Esta triple situación se encuentra también en el famoso himno que San Pablo nos da en el segundo capítulo de su carta a los filipenses: “El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino que se despojó de sí mismo, tomando condición de sirvo, haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó y le otorgó el Nombre que está sobretodo nombre. Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra y en los abismos”. Con la fiesta de hoy se completa este triple ciclo.
Jesús compartió en todo nuestra humanidad menos en el pecado, incluso rebajándose al nivel de esclavo y muriendo en la cruz para rescatarnos a nosotros de la muerte eterna. La fiesta de la Ascensión nos pone delante el hecho de haber cumplido su misión en este mundo y de haber alcanzado la vida eterna, vida nueva con Dios Padre en el cielo. Además, va implícito en este hecho el que a nosotros nos quiere llevar consigo para que también nosotros podamos superar la muerte, resultado del pecado y vivir en comunión con Él, con los ángeles y los santos para siempre. En el tiempo que queda en el mundo nos entrega la misión de anunciar esta buena noticia a los demás. Por eso, los discípulos se pusieron a orar y esperar la venida del Espíritu Santo. De hecho, todas las apariciones de Jesús resucitado incluyen la misión de anunciar a los demás la noticia del triunfo de Jesús en su resurrección. Hoy escuchamos el evangelio de San Mateo donde, desde una montaña en Galilea, Jesús envía a los discípulos a predicar y a bautizar y hacer discípulos de todas las naciones. Promete también estar con ellos todos los días hasta el fin del mundo. Esta misión encomendada por Jesús a sus discípulos hace dos mil años está lejos de verse cumplida. De hecho en muchos aspectos se está retrocediendo. Hay muchas zonas del mundo donde el mensaje de Jesús no ha llegado, y donde sí ha llegado desde el inicio, como es el caso de España, muchos lo están rechazando y prefiriendo las falsas promesas del placer inmediata, del consumismo, del dinero y nuevos ídolos que tanto atraen nuestros contemporáneos.

La oración

LA ORACIÓN
La Iglesia nos propone tres aspectos de la disciplina cuaresmal que son la oración, el ayuno y la limosna. Hoy voy a comentar la primera, la oración. Todos hemos aprendido las oraciones más comunes que nos enseña la Iglesia de niños. A veces las hemos recitado con rutina, sin pensar mucho en las palabras que repetíamos. Nuestra oración no puede quedar en ese nivel de niños. También debemos rescatar algunos aspectos de nuestra oración de niños. El niño tiene una gran confianza en sus padres y no les es difícil recurrir a Dios como Padre de Jesucristo, y a Jesús como hermano para presentarle sus peticiones. También el niño se siente pequeño e incapaz de lograr sus sueños solo. Echa mano de su imaginación y no le cuesta imaginarse las escenas del evangelio como la del Nacimiento de Jesús en Belén, el hecho de que Jesús haya sido niño como él y que haya tenido vivencias semejantes a las suyas. Aquí ya tenemos tres aspectos fundamentales de la oración, es decir, ante todo nuestra indigencia. Es obvio que no somos capaces de alcanzar cumplir nuestros deseos por nosotros mismos y eso se debe a que somos criaturas, que nuestra vida no nos la dimos a nosotros mismos. Antes la recibimos de Dios y de Él dependemos. En eso consiste también la humildad, reconocer nuestra verdad como criaturas dependientes e incapaces de sobrevivir o alcanzar la tan deseada felicidad por nuestros propios esfuerzos. Si eso es así, y nuestros deseos son reales, y corresponden a nuestra necesidad, está claro que nuestra vida tiene un sentido y que no consiste en pura frustración y desesperación. De ahí la importancia de la confianza en Dios como Padre tal y como la experimentó Jesús en todos los momentos de su vida, incluso en los más duros y difíciles como en Getsemaní y en la cruz. Además, la oración que nos enseña Jesús, el prototipo de toda oración comienza con la invocación de Dios como Padre. Jesús compara la confianza que debemos de tener en Dios como Padre con la que tiene un niño con su padre cuando dice: “¿Qué padre hay entre vosotros que si su hijo le pide un pez en vez del pez le da una culebra, o si le pide un huevo, le da un escorpión?” (Lc 11,11). Una definición tradicional de la oración es “la elevación de la mente y del corazón a Dios para pedirle cosas convenientes”. Se echa mano no sólo de la mente, o la razón, sino también de las emociones y la imaginación al orar a Dios.
Jesús nos da también otras instrucciones acerca de cómo orar. Recomienda no orar como una segunda intención de lograr que otros nos vean o nos alaben, sino orar en secreto: “Y cuando oréis no seáis como los hipócritas, que gustan de orar en las sinagogas y en las esquinas de las plazas. …cuando vayas a orar entra en tu aposento, y después de cerrar la puerta ora a tu Padre, que está allí en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto te recompensará” (Mt 6,5-6). También Jesús recomienda evitar la palabrería al orar: “Y al orar, no charléis mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados” (Mt 6,7). Como queda muy claro, y lo recalca Santa Teresa de Jesús, para orar no precisa hablar mucho sino amar mucho. De hecho lo más importante es escuchar.
¿Cómo se escucha a Dios? Pues sí, como leemos al inicio de la Carta a los Hebreos: “Muchas veces y de muchos modos, habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los profetas; en estos últimos tiempos, nos ha hablado por medio de su Hijo, a quien instituyó heredero de todo, por quien también hizo los mundos” (Heb 1,1-3). El Prólogo del Evangelio de San Juan nos da el mismo mensaje de modo sucinto: “El Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros”. La Palabra de Dios nos la entrega ante todo la Santa Biblia y esa Palabra nos llega en la misma persona de Jesús. La Primera Carta de San Juan nos señala que “Dios nos amó primero”, y podríamos añadir “Dios nos habló primero”. Por tanto, la oración es ante todo escucha. Los mismo nos indica el Salmo 94, que se utiliza para dar inicio a la oración de la Iglesia que se reza en todos los monasterios y que rezan todos los sacerdotes, diáconos y muchos fieles en todo el mundo: “Ojalá escuchéis hoy su voz. No endurezcáis vuestros corazones”. También aquí como en otros muchos pasajes de la Sagrada Escritura, se nos invita a ablandar el corazón, de eliminar la dureza de corazón.
Pero para poder aprender a escuchar la Palabra de Dios, para escuchar a Jesús y el Espíritu Santo, tenemos que aprender a escuchar. Pudiera parecer una cosa fácil, de todos los día eso de escuchar, pero no es así. Los psicólogos hacen muchos años de estudio y de prácticas para aprender el arte de la psicoterapia, que consiste fundamentalmente en escuchar con empatía a las personas con diversos problemas. Escuchar forma parte esencial de sus herramientas terapéuticas. Así como todo hombre anhela amar y ser amado, no se puede lograr esto sin antes haber escuchado de verdad al otro. Se trata de salirnos de nosotros mismos, de atender al otro, pues la verdad es que la mayor parte de nuestro tiempo estamos absortos en nuestro mundo, en nuestros asuntos, y aunque decimos que atendemos al otro, no lo hacemos. Aquí se necesita una gran disciplina, que tiene que ser resultado del trabajo y del esfuerzo, como el arte y el deporte. Uno de los mayores favores que podemos hacer a otras personas es escuchar su propia historia. Esto se nota de modo particular con las personas mayores que con frecuencia cuentan muchas cosas de su pasado y no somos capaces de escucharlos o interesarnos por lo que cuentan. Se trata también de escuchar con empatía. Empatizar con otros significa intentar identificarnos con sus sentimientos, meternos en su pellejo, como se suele decir,
Ciertamente, en el caso de la oración y la Sagrada Escritura, el hecho de que Dios en la segunda persona de su Santísima Trinidad se haya hecho uno de nosotros, haya compartido en todo nuestra condición humana, menos en el pecado (que es un defecto y un desastre) facilita nuestro empeño en escucharlo en su Palabra. San Pablo nos invita a tener los mismos sentimientos que Jesús, que son de humildad, de obediencia a la voluntad de su Padre (Fil 2,6-11), de amor, que San Juan describe como amor “hasta el fin” o “hasta el extremo”, que es la cruz. Por otra parte, la Sagrada Escritura nos entrega una gran cantidad de oraciones, en particular los Salmos, fue fueron las oraciones de Jesús, de María y de los Apóstoles. De manera que podemos hacer nuestros los sentimientos de Jesús cuando leemos y meditamos la Palabra de Dios. Podemos hacer nuestras las mismas palabras de Dios que encontramos en la Biblia. Allí descubrimos cómo Jesús se sintió cansado, se alegró, lloró sobre Jerusalén y a la muerte de su amigo Lázaro, sufrió el acoso constante de los Fariseos, se sintió sólo y abandonado en Getsemaní y en la cruz, le costó profundamente la incapacidad de los discípulos de entender su misión, la traición de Judas, la negación de Pedro, al que luego perdonó cuando éste lloró amargamente su pecado. No hay ninguna situación de nuestra vida que no ilumina la Palabra de Dios. Por lo tanto, escuchar la Palabra de Dios es el primer requisito para una verdadera oración cristiana. El mismo Jesús le dice al demonio en el desierto: “No sólo de Pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.
Por el bautismo hemos sido incorporados a Cristo y hechos miembros vivos de Él, de manera que Él ora en nosotros y por nosotros. San Lucas en el pasaje de la Anunciación presenta las palabras del ángel a María: “El Espíritu Santo vendrá sorbe ti y el que va a nacer se llamará Hijo de Dios”. Los Padres de la Iglesia consideraban esta la unción secreta del Espíritu Santo de Jesús para que se realizara el gran misterio del hacerse hombre del Hijo de Dios. Luego en el Bautismo de Jesús en el Jordán se produjo la unción pública de Jesús y su envío para su misión con la venida visible del Espíritu Santo sobre Él en la forma de una paloma. Luego toda su misión la cumplió bajo la guía y el impulso del Espíritu Santo, pues el Espíritu lo llevó a través de la pasión hasta la cruz. En el relato de la Pasión de San Juan, cuando Jesús muere, el evangelista cuenta que los soldados le dieron a Jesús antes de morir una vasija de vinagre y “cuando tomó Jesús el vinagre, dijo “todo está cumplido”, e inclinando la cabeza, entregó el espíritu”. Los Padres entienden que se refiere al Espíritu Santo. Por cierto, en la tarde del Domingo de la Resurrección, como relata el mismo evangelista, Jesús sopló sobre los once apóstoles y les dijo: “recibid el Espíritu Santo” (Jn 20,23). Ese episodio corresponde al de Pentecostés en San Lucas (Hech 2), y tradicionalmente el libro de los Hechos de los Apóstoles se denomina el Evangelio del Espíritu Santo.
San Pablo en el c. 8 de su carta a los romanos, nos ilumina acerca del papel del Espíritu Santo en la oración del cristiano, y en la misma línea coincide con unas palabras de Jesús que encontramos en el Evangelio de San Lucas, respecto al tema de qué debemos de pedir en la oración, y por qué muchos se desesperan cuando parece que Dios no les concede lo que piden, pese a las claras indicaciones de Jesús como:”Pedid y se os dará”. Primero, San Pablo afirma que por ser hijos de Dios somos guiados por el Espíritu de Dios, y por eso podemos tener la misma familiaridad con Dios Padre que tuvo Jesús, que oraba refiriéndose al Padre con la misma palabra que los niños hablan con su padre, es decir, “¡Abba!” Prosigue un poco más adelante: “El Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza. Pues nosotros no sabemos pedir para orar cómo para orar como conviene, mas el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables”. Por lo tanto, el mismo Espíritu Santo nuestra incapacidad suple por nuestra incapacidad de orar, y nos capacita para hacer una oración sin palabras desde lo más profundo de nuestro ser.
En la vida pública de Jesús, cuando la gente iba descubriendo cómo obraba los milagros, la expulsión de los demonios, la libertad y la autoridad que manifestaba, se llenaba de asombro. También los filósofos griegos consideraban el asombro como el inicio de filosofía. Los llevaba a interrogarse sobre la naturaleza de las cosas, el orden observaban en el universo y lo consideraban un reto para le mente descubrir la razón última del universo y sus leyes. También los salmistas y otros autores bíblicos se maravillaban ante las obras de Dios: “¡Oh Señor Dios Nuestro, qué admirables son tus obras en toda la tierra!”. El asombro puede ser también el inicio de nuestra oración, y nos puede llenar de alegría al constatar no sólo las maravillas del universo, sino lo que Dios hace en cada uno de nosotros, lo que os relata su Palabra. (Prosigue el próximo domingo)

La solemnidad de la Santísima Trinidad

La doctrina de la Trinidad, de que en Dios hay tres personas con una misma naturaleza, es juntamente con la de la encarnación y la redención por la muerte y resurrección de Jesucristo, la más característica del cristianismo. De hecho, los musulmanes la consideran “triteísmo”, doctrina de tres dioses en contraste el monoteísmo, la creencia en un solo Dios. Sin embargo, empezamos el Credo todos los domingos en la misa con la afirmación: “Creo en un solo Dios”. Muchos cristianos piensan poco en esta doctrina de la Trinidad. La consideran muy difícil, un misterio que no tiene mucho que ver con la vida diaria, real. Estamos en una época denominada de secularización. La palabra “secularización” se deriva del latín “saeculum”, que significa “mundo”, o también “siglo”, refiriéndose a nuestro mundo actual, y no considerando otro posible mundo futuro. En épocas anteriores, la religión tenía una gran preponderancia en la vida de las personas, en dar explicación a los fenómenos de la naturaleza, y de la vida diaria. Este hecho lo podemos constatar al leer la Biblia, y también en la mitología de los pueblos antiguos. Hoy en día en vez de recurrir a explicaciones religiosas para comprender los cambios de clima y otros fenómenos naturales, recurrimos a la ciencia, que supuestamente está basada en la razón del hombre. Antiguamente los mismos saludos que se dan entre las personas hacían referencia a Dios. Por ejemplo el saludo “Buenos días”, tiene su versión completa en “Buenos días nos dé Dios”, de manera que en realidad era una oración. En el siglo XVI, Santa Teresa de Jesús y sus contemporáneos medían el tiempo según el número de “Aves Marías que uno podía recitar. Hoy contamos con relojes sumamente precisos y a cada rato la radio nos indica la hora. Como resultado de este proceso que lleva muchos siglos, y que por otra parte no es que sea del todo negativo, se ha llegado hoy en día a un olvido de Dios en la vida concreta. Llegó primero el ateísmo militante y luego el agnosticismo. Según esta última posición, si Dios existe no sabemos, y no podemos saber nada de Él. Tiene poca diferencia con el ateísmo, que suele ser más militante, como fue el caso del Comunismo que sin excepciones se dedicaba a una persecución religiosa feroz, por considerar la religión retrógrada y un obstáculo para el avance de la humanidad. En nuestro tiempo sigue existiendo este tipo de ateísmo, pero es más común la indiferencia, es decir, vivir como si Dios no existiera.
El paganismo antiguo creía en muchos dioses, posiblemente uno de ellos sería el principal, y los otros como los cortesanos en la corte de un gran rey o señor. Tales dioses provocaban miedo y angustia. Por ello, había que hacer oraciones y sacrificios, a veces sacrificios humanos, como en el caso de los Aztecas, para aplacar la ira de aquellos dioses caprichosos. Ya en el Antiguo Testamento gracias a la intervención personal de Dios en la historia, empezando con Abrahán, y siguiendo a la largo de los 1800 años que lo separa de la venida de Jesucristo, Dios se fue revelando como un Dios cercano que se preocupaba por la suerte de su pueblo, un Dios rico en misericordia y clemencia. Ya en el libro del Deuteronomio se da el gran mandamiento que Jesús hizo suyo y llevó a nuevas alturas: “Escucha, Israel, El Señor tu Dios es el único Dios. Amarás a tu Dios con todo el corazón, con todo el alma, con todas tus fuerzas, y al prójimo como a ti mismo”, y que haciendo esto Israel tendría vida.
Jesús, desde su primera aparición como niño de 12 años, según lo cuenta San Lucas, ya tiene una experiencia única de Dios como su Padre, “Abbá” en su lengua materna, el arameo. Le contestó a María, su madre, después de haberse perdido en el templo y de haber causado no poco angustia a María y a José: “¿No sabíais que tenía que estar ocupado en los asuntos de mi Padre”. La experiencia central y más radical de Jesús es la de Dios como su propio Padre, pero con una intimidad inaudita entre sus contemporáneos o sus antecesores en Israel. Queda reforzada esta experiencia en su bautismo, cuando también bajó sobre el Espíritu Santo en la forma de una paloma. Lo mismo dígase en el episodio de la transfiguración, cuando se encontraba en una encrucijada en su misión. Se escucha la voz del Padre que manda escucharlo. A partir de allí se dirige decididamente a Jerusalén, donde sabe que va a sufrir y morir, mientras también prepara a sus discípulos para esa eventualidad. Otra vez, en Getsemaní, cuando siente el peso tremendo de la durísima misión que el Padre le había encomendado, y le pide apartar de Él ese “cáliz”, pero le pide también que se haga la Voluntad del Padre, revela la relación íntima que tiene con Él. Todo eso queda resumido de forma admirable en el Padre Nuestro, su propia oración que entrega a los discípulos, precisamente cuando ellos lo vieron en oración, según cuenta San Lucas.
Desde el primer momento de la existencia de Jesús, cuando el Ángel Gabriel anuncia a María su concepción virginal, le dice: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el que va a nacer de ti se llamará Hijo de Dios”. Sobre todo a partir de su bautismo en el Jordán, Jesús es guiado y conducido por el Espíritu Santo. En el momento de su muerte, San Juan dice que “entregó su espíritu”. Los Padres de la Iglesia entienden ese episodio como entrega del Espíritu Santo. Igualmente en los relatos de la Resurrección en San Juan, Jesús ´resucitado respira sobre los discípulos y les comunica el Espíritu Santo, juntamente con la misión de proclamar la Buena Noticia que es el Evangelio a todos. San Mateo tiene el episodio del encuentro de Jesús resucitado en una montaña de Galilea donde los manda a bautizar “en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu”, predicando y haciendo discípulos de todos los pueblos.
Solo a partir de la resurrección y la venida del Espíritu Santo los apóstoles fueron reconociendo la divinidad de Jesús. Si hay muchos indicios de su extraordinaria autoridad, que él mismo se coloca por encima de Moisés, que había entregado la Ley, por encima del Rey Salomón, que representaba la sabiduría en Israel, y por encima de los profetas. En la segunda lectura de hoy encontramos la fórmula trinitaria que utilizamos con frecuencia como saludo al inicio de la Santa Misa: “La gracia de Nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo esté con vosotros”. Esto ya a unos treinta años de su muerte y resurrección. Si nos fijamos en las oraciones de la Misa, encontraremos que prácticamente todas son trinitarias. Se dirigen al Padre, por el Hijo en el Espíritu Santo.
Dios no se reveló a nosotros como tres personas en una misma substancia para satisfacer nuestra curiosidad, sino para manifestarnos su amor, que es los que nos indica el evangelio de hoy: “Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su único Hijo, no para que el mundo se pierda, sino para que se salve por Él”.

NOTICIAS Y COMENTARIOS
El próximo domingo es la Fiesta del Cuerpo y la Sangre del Señor. Esta fiesta es de gran raigambre en todo el mundo católico. Tiene su inicio en el siglo XIII, en Liege, ahora en Bélgica. Una monja recibió una visión del señor, pidiendo que se estableciera esta fiesta. Primero su obispo estableció la fiesta en la diócesis. Luego ese obispo llegó a ser Papa y la extendió al toda la Iglesia.
Es una ocasión para hacer manifestación pública de nuestra fe en Jesús en la Eucaristía, como alimento espiritual, el verdadero Pan de Vida. Hoy en día hay una campaña de notable fuerza desde gobierno y bastantes medios de comunicación que intenta acabar con cualquier manifestación pública de la fe católica, e intenta convencer a la sociedad de que la religión es una cosa privada, sin ninguna incidencia en la vida pública. Al mismo tiempo se quiere indoctrinar a los niños con una supuesta “educación para la ciudadanía” que promueve ideologías nefastas acerca de la persona, y la sexualidad. Invito a todos a participar en la Santa Misa con gran devoción en el día del Corpus, y luego en la procesión, manifestando públicamente su fe en Jesús que está presente en medio de nosotros en la Eucaristía.

The Saga Constitutions of the Legionaries of Christ

THE SAGA OF THE CONSTITUTIONS OF THE LEGIONARIES OF CHRIST
A religious congregation is ruled by Constitutions which are called particular law by the Code of Canon Law. The congregation can either be of Diocesan Right or Pontifical Right, that either fully under the authority of a diocesan bishop, partially exempt from his authority and under the Holy See. This partial exemption refers to the internal governance of the congregation, whilst in all that has to do with the pastoral activity of the congregation in a diocese it is under the authority of the bishop. The fact that they are considered particular law implies that they need the approval of the Holy See in the case of the Legionaries. I intend to examine the various versions which were handed into the Vatican department in charge of religious. This process began in 1946 when Maciel first visited Rome and the first approval of the Legion as a religious congregation under the bishop of the diocese of Cuernavaca in Mexico in 1948 until the year 1994 when the latest version as approved.
In 1965 the Legion achieved what is called Pontifical Right with a decree called Decretum Laudis (Decree of Praise). This is given by the Holy See when a new congregation has achieved sufficient development and a sufficient number of members. In the case of the Legion, at the time it didn’t have a sufficient number of members, so it lied to the Holy See on the number of members. This lie was maintained for years so that the numbers of members registered in the official Vatican Yearbook called Annuarium Pontificium. Also a new version of the constitutions was approved on that occasion. This was done by means of a Decree from the Sacred Congregation for Religious which states that this version of the constitutions was approved for a period of seven years. After the seven years, the members knew nothing about the fact that this approval was for seven years and never knew what happened after the seven years. Was that version approved definitively with no modifications, or was another version approved?
The next thing members found out was in June of 1983, when with much fanfare they were informed that a new and definitive version of the constitutions had been approved personally by Pope John Paul II. The Pope had called Maciel on the phone to inform him of this, so members were informed. They were also told that the nature of these constitutions required the direct intervention of the Pope, because of their characteristics which didn’t allow the Congregation to approve them. However, members were never shown any decree signed by the Pope. One would assume that if it existed, it would have been displayed in every house. The present writer was assured without the slightest doubt that the Pope NEVER personally approves constitutions of religious congregations. He also stated that the Commission which approves them in the Congregation has two experts in Canon Law and that they would never let anything contrary to the Code of Canon Law get through. The constitutions of the Legion have several aspects which are contrary to Canon Law, not the least being the clear rule ordering members to open their consciences to Superiors. Although it is not stipulated by the constitutions, the superiors also pressure members to confess to them. Obviously if the constitutions are particular law, they cannot be in contradiction with the general law.
A new decree was signed by Cardinal Eduardo Pironio, the Head (Prefect in Vatican parlance) of the Sacred Congregation for Religious. The members had no access to this decree. The present writer saw it years later and found out that the version the Legion handed into the Vatican Congregation was not approved as is, but with modifications. Of course, the members were not given any information on the nature of these modifications. Rather they were given to understand that whatever the Legion presented had been approved. In fact, they were told that the new version of the constitutions would set a precedent for other future approval of constitutions.
In a religious congregation the legislative organ is the General Chapter which in the Legion meets every twelve years. It is supposed to represent the members who elect at least half of the members, the others being those who hold the main positions. Not surprisingly, in the Legion there is no transparency in the process of the election of the delegates, so that it is very likely that General Chapters have all been packed by Maciel. The Legion’s first one was held in two sessions, the first in Rome in 1968, where Maciel was first elected for a twelve year period, and another session in Dublin in 1969. Post factum this Chapter was considered by Maciel to be an “extraordinary”, that is one which was convoked to implement the reforms of Vatican II, with no elections. This claim is false. The next one was held in 1980, but the members were not told that it discussed the presentation of a new version of the Constitutions to the Vatican. In fact, no such thing happened and the version handed into the Vatican was drafted by Maciel with the help of some members like Fr. Enrique Jiménez Esquivel who drafted in and had the approval of Maciel, after the Chapter had finished. In fact, this Chapter put out a document which was handed out to the members, later taken from them and changes made in it by Maciel post factum. In my estimation this version was not valid because of a defect in procedure, not having been discussed and approved by a General Chapter. It is also likely that Maciel lied to the Vatican claiming that it was actually approved by a General Chapter. In any case, Legion General Chapters have been mostly rubber stamp affairs.
About a decade before members were given a Spanish translation of the previous version, not the original Latin version which is what was approved. That was taken from them, and some time, later the new one handed out. They discovered many changes in it, including three new vows, which didn’t appear in the previous version. It was far longer with many rules which according to the custom of the Congregation for Religious should be in included other Directories. The so called private vows, one obliging members not to criticize acts of government of superiors and squeal on those who do, the second forbidding members to seek for themselves or others positions in the congregation, were already made in secret in the sacristy on the same day as the three common vows. However, they did not form part of the approved constitutions. The three vows are taken in accordance with the constitutions of the Legion of Christ. How, one may wonder, can other vows not contained in these constitutions be justified and oblige members? They cannot be construed to be an immemorial custom because the congregation only existed less than half a century. Besides, the vow obliging members to squeal on another cannot a vow because its content doesn’t comply with the definition of a vow given in Canon 1191 of the Code of Canon Law, and in its turn based on St. Thomas Aquinas. The content of a vow must be something “better” than what all Catholics are obliged to fulfill. It is clear to almost every one that squealing is not precisely anything which is good, much less “better”. So, it is not surprising that such a vow has been disallowed by Pope Benedict. The surprising thing is that they could have been approved at all.
Many members discovered another vow, which seems to have been a copy of the fourth vow of the Jesuits, but called a consecration to the Sacred Heart of Jesus. Now, one wonders how a consecration could be a vow. Another characteristic of this vow was that not all members were to take it, only certain chosen and privileged ones considered totally “integrated” (in Legion lingo) who would make it secretly and before the Superior General. Also, all the major positions in the congregation would have to be filled by these elite members.
As I mention above, members were assured in 1983 that the version approved then was the final one and personally approved by the Pope. How great was the surprise of the present writer when he found out in 2004 that by means of a Decree of the Sacred Congregation for the Consecrated Life dated in 1994 approving yet another version of the Constitutions. The Holy See approved a new version but several years passed before members even found out about this fact. This time the reason given was that the constitutions needed to be brought into conformity with the new Code of Canon Law which was published on the 25th of January of 1983 and came into effect at the end of the same year. The dates are important here, because the 1983 version of the constitutions was signed on June 29 of the same year. Therefore, it would appear that there was sufficient time to bring the new version of the constitutions into with the new Code.
Another problem is that superiors cannot just railroad new rules and regulations on members since they have taken vows in accordance with a text approved by the Vatican authorities. So, for it to be modified it must be approved by a General Chapter representing them. In two cases, this has not been the case. Members never even knew what was going on, and low and behold like a rabbit out of a hat, they were presented with a new version, one of them supposedly personally approved by the Pope, Eleven years later still another version was produced and approved by the Vatican. One might be forgiven for wondering how the previous version supposedly personally approved by Pope John Paul II, could have been found wanting after such a brief period.
Besides, another General Chapter was held in 1992 which reelected Maciel for a further 12 years. Again no mention about a possible new version of the constitutions was made to members in the official document given to the members to inform them about what the Chapter discussed. One would assume that modification of the constitutions would be one of the principal points in the agenda of a General Chapter and that members should be informed about it. After all, General Chapters are supposed to represent the members. However, the 1983 version contains a rule which requires the delegates who are elected take part in a General Chapter to swear on the Bible secrecy regarding all matters which are discussed in that assembly. This would seem to be the negation of their role as delegates, many of them elected by the members. With this gag rule, how can they represent the members who elected them, or report back to them on what actually transpired in the Chapter?
What is the reason for all this confusion and secrecy regarding the constitutions and the various versions? In my opinion, just like in Mexico where it is common for businesses to have two sets of account books, one being the real one, and the other one for the IRS, there is an officially approved version and the other version which was printed and handed out to the members. It may be that the latter one corresponds, at least to a great extent with the one which was handed into the Vatican dicastery and not approved as such, but with modifications. Several people have attempted to resolve this doubt by asking the Vatican department to provide them with a copy of the version that is on file there, but the department has failed to oblige. Vatican officials may consider this request and the motivation for it outlandish. That is because they don’t understand how the Legion of Christ operates. To those of us who are familiar with its modus operandi of the Legion there is no surprise in all of this. It is also a way of manipulating members and considering them infantile, incapable of discernment and needing to be spoon fed by a founder who has received a unique enlightenment. It is also proof of the deceitful and dictatorial methods and arbitrary government which is common in the Legion. Surely the Legion would be better capable of serving the Church if it allowed its members to think for themselves, to contribute to building it up with their God given gifts, rather than slavishly repeating or parroting the supposed inspiration of the founder? Obviously it is easier to govern and control submissive members who are afraid to think for themselves or put forward any ideas.

El sentido de la Pascua

El sentido de la Pascua.
No es difícil para nosotros imaginarnos como fue el nacimiento de Jesús en Belén, o la misma crucifixión. Hay hasta películas que nos dan una idea bastante aproximada de cómo fueron estos acontecimientos de la vida de Jesús. Sin embargo, con la resurrección no es lo mismo. Los evangelios nos cuentan que las mujeres fueron al sepulcro muy de mañana y que lo encontraron vacío, que se les aparecieron o ángeles o hombres vestidos de blanco para anunciarles que el cuerpo de Jesús no estaba allí. En un caso preguntaban: “¿Por qué buscan entre los muertos a aquel que vive? (Lucas 24,5). Jesús o fue inmediatamente reconocible, pues ni María Magdalena, ni los dos que iban de camino hacia Emaús lo reconocieron en un primer momento, ni los apóstoles que lo encontraron al lado del lago después de haber estado pescando la noche entera y no pescar nada. Jesús aparecía en medio de ellos, sino tener que pasar por la puerta, pero también está claro que es Él mismo y no un fantasma.
La resurrección de Jesús es un hecho único en la historia, que no se reduce a la historia, sino que la trasciende. Ciertamente no se puede explicar el cambio radical que se operó en los apóstoles y demás discípulos de ser unos timoratos que había huido por miedo a las autoridades de los judíos a ser unos testigos intrépidos de de la resurrección de Jesús, hasta el punto de entregar gozosamente sus vidas por Jesús, con la firma esperanza de volver a encontrarse con él en el paraíso, como fue el caso de Esteban, el primer mártir. La Resurrección dejó claras huellas en la historia hasta el punto de ser el acontecimiento definitivo que transformó radicalmente la vida de los discípulos de Jesús, y con el tiempo toda la historia humana. Por lo tanto, San Pablo pudo decir “si Cristo no ha resucitado nuestra fe es vana” y “y somos las criaturas más miserables”. También considera un sin sentido por la fe en Jesucristo para esta vida solamente.
Si la vida de Jesús no terminó en la muerte en la cruz y si, como afirma nuestra fe cristiana, Jesús vive, necesariamente Jesús tiene que haber alcanzada una vida superior, nueva y desconocida por nosotros hasta ese momento. Es cierto que los judíos creían en la resurrección, al menos un buen número de ellos, en particular los fariseos y sus secuaces. De eso se encuentra algunos testimonios en el Antiguo Testamento y en los mismos evangelios. Se trataba de una resurrección al final de los tiempos juntamente con el juicio final. Se había llegado a esa convicción debido a que si esta vida es la única no se veía como se puede explica el hecho de que muchos malvados parecían prosperar y muchos justos sufrían. El caso de Jesús es único; se adelanta la resurrección final y recibe la vida eterna ya.
Jesús no es un personaje histórico cualquiera, sino el Mesías, el Hijo de Dios, Cabeza de la nueva humanidad, de manera que su resurrección, el hecho de haber pasado por la muerte y llegado a la vida verdadera, eterna y feliz con Dios Padre y el Espíritu Santo es algo que atañe profundamente a nosotros también. Así como a partir de la caída de nuestros primeros padres se propagó el pecado y el mal en el mundo, y Adán es el padre del primer mundo que cayó en el pecado, como explica San Pablo a los cristianos de Roma, Jesucristo es la Cabeza de la nueva humanidad redimida, es decir rescatada de la muerte y del mal.
Esta transformación radical se produjo en nuestro caso en el bautismo. Es muy probable que no nos hemos dado cuenta de la trascendencia fundamental del bautismo en nuestra vida. San Pablo dice que los que somos de Cristo y vivimos en Él somos criaturas nuevas. Una criatura es un ser nuevo que sólo puede tener la vida por haberla recibido de Dios. Sólo Dios puede crear una persona de la nada. Los padres colaboran en esta obra de Dios, pero ellos no crean a sus hijos. La teoría de la evolución habla de mutaciones y saltos cualitativos. Se pasó a lo largo de muchos millones de años de la naturaleza muerta a la vida vegetativa, luego a la vida sensitiva de los animales, finalmente a la vida del hombre que comparte con los animales la vida del hombre que es al mismo espiritual y material. Se puede proponer otra salto o mutación que lleva el hombre a un tipo de vida superior, y que comienza a en este mundo con nuestro bautismo. En el bautismo fuimos insertados en Cristo resucitado. Como lo explica San Pablo a los romanos, fuimos incorporados a Cristo, hechos solidarios con su muerte, su sepultura para poder llegar con Él a la resurrección.
En la mente de muchos hoy día el cristianismo no es esa gran novedad, esa buena noticia de que la muerte no tiene la última palabra, como no la tuvo en el caso de Jesús, como indica un canto que se canta en la liturgia de la Pascua: “¿La muerte, dónde está la muerte? ¿Donde su victoria?”. Se ha desplazado nuestro egoísmo, nuestro orgullo y hemos sido insertados en Cristo, de manera que San Pablo decía: “Ya no vivo yo, sino es Cristo quien vive en mí”. En los primeros siglos del cristianismo, los adultos que se bautizaban dedicaban unos tres años al catecumenado, o una intensa preparación para su incorporación a Jesucristo en el bautismo, reforzado por la confirmación y coronado por la recepción de la Eucaristía en la noche de la Vigilia Pascual. Posteriormente recibían más instrucción acerca de los sacramentos, particularmente la Eucaristía.
Muchos de nosotros nos hemos quedado con unas nociones vagas que han quedado flotando en nuestras cabezas llenas de preocupaciones mundanas desde que hicimos la Primera Comunión. Nos ha quedado pequeño el traje de la primera comunión y hemos progresado en la vida civil y profesional, pero con frecuencia. Llevamos una vida cristiana de sonámbulos sin pensar ni reflexionar sobre lo más importante de la vida, que es el mismo sentido de ella. Abogamos que no tenemos tiempo de pensar en estas cosas, que tenemos que trabajar y pagar las cuentas, luego descansar para volver a trabajar. Ojalá el Señor nos despierte de ese sueños, de ese letargo (de hecho resurrección significa un despertar) y no lleguemos al final de nuestra vida como sonámbulos, o considerando que lo más importante en la vida es la salud física, cuando la verdadera salud es precisamente la salvación, la verdadera libertad que nos tiene preparado Jesucristo ya en esta vida y plenamente en la vida eterna.

Mayo, mes de María, Madre de vivos

MAYO MES DE MARÍA, MADRE DE VIVOS
El mes de mayo es posible el mes más bonito del año, debido a que es primavera el el hemisferio norte. La primavera trae, en climas de inviernos fríos, un clima agradable, el nacimiento de muchos tipos de flores. Son muchos los que acuden a la ciudad de Washington, capital de Estados Unidos, para ver florecer los muchos cerezos que pueblan la ciudad y regiones aledañas. La primavera trae consigo la celebración de la vida, y también normalmente abundantes lluvias para dar vida y color a la naturaleza. Por ellos no es de extrañar que se haya escogido mayo como mes especialmente dedicada a María Santísima. Al leer pasajes de la Sagrada Escritura como el Cantar de los Cantares en los que el autor se alegra de la primavera y canta tan maravillosamente al amor humano, podemos recordar la hermosura de María, de su entrega, de su amor fiel a Dios, de cómo cumplió aquella primavera promesa hecha al Ángel Gabriel: “Que se haga según tu palabra”. De hecho, la primavera comienza el día 25 de marzo, que es el Día de la Anunciación, de manera que el niño Jesús concebido en ella fue creciendo en su interior a lo largo de los meses de la primavera y del verano.
Obviamente, en un primer momento María sintió miedo al darse cuenta del misterio que se cumplía en ella. También San José sufrió en aquellas primeras semanas del embarazo de María. Pero una vez que José recibió la indicación de Dios acerca de su Voluntad para él y María, podemos imaginarnos que se llenaron de alegría y vivieron este período con gran expectación, pues no les quedaba duda alguna que había habido una intervención especial de Dios, y que ellos había sido escogidos para una misión muy especial.
La vocación de ser padres, de colaborar con Dios en traer al mundo un nuevo hijo suyo es algo en sí maravilloso. Cualquier hombre o mujer en los tiempos bíblicos lo veían como una bendición de Dios. ¡Cuánto han cambiado las cosas! Ahora muchas mujeres, y buena parte de la sociedad ve como una gran desgracia la concepción de un nuevo ser humano en el seno materno, hasta el punto que en bastantes países el seno materno es el lugar más peligroso para los niños.
Nuestra sociedad se empeña por arte de soluciones salinas, máquinas tritaturadoras, y ahora píldoras, llamadas del día después, en extinguir y eliminar esa obra maravillosa de Dios que es la concepción de un nuevo ser humano. No hace mucho, se ha dado el caso en Italia de una mujer que quiso abortar a uno de una pareja de gemelos por haber sido diagnosticado con Síndrome Down. Resulta que los médicos “se equivocaron”, y debido a que los fetos se habían cambiado de lugar, mataron al niño supuestamente sano. Luego la mujer volvió y mandó matar al otro niño, que era el que supuestamente tenía síndrome Down. Caso de mala práctica médica para los tribunales, podemos suponer.
El año pasado en Chile el Tribunal Constitucional ha fallado que la distribución de la así llamada píldora del día después, es inconstitucional. Esto ha provocado algunas protestas en la calle. He aquí un comentario publicado en un blog en el diario chileno La Nación (que pertenece al Estado Chileno). En cuanto a tolerancia y talante democrático, el comentario no tiene desperdicio:
27/04/2008 - 08:19:12 “Que se enteren de una puta vez El Mercurio,diario oligarca,mentiroso y fascista,la asquerosa TV de los magnates ( gánsters criollos) y todos los colaboradores timoratos y oportunistas de la Iglesia:El mundo va hacia adelante,quieran o no,y aunque el nuestro sea un país subdesarrollado,no es una nación de idiotas. Digo esto, sin soberbia, en mi condición de mujer, chilena, profesional y libre. Tendré hijos cuando lo acordemos con mi marido y tengamos plena certeza de poder alimentarlos y educarlos”. (sic. La cita la copio tal y como aparece en el sitio web de dicho periódico). Lamentablemente muchas que se han llenado de fármacos en su juventud, cuando ya quieren tener un hijo, se encuentran infértiles. La naturaleza no se presta a colaborar con sus caprichos.
Lamentablemente este mes de mayo, mes de María, no nos ha brindado noticias favorables relacionadas a la vida en España. Al contrario, el gobierno ha hecho dos propuestas nefastas para la vida de los no nacidos, y eso en pocos días. En Estados Unidos ha habido una gran controversia por el hecho de que la universidad de mayor prestigio, Notre Dame (dedicada a Nuestra Señora), haya invitado al Presidente Obama a dirigir el discurso de graduación a los alumnos y a recibir un doctorado Honoris Causa. Esto porque no ha hecho ningún secreto de sus posiciones pro aborto, llegando a ser el presidente más pro aborto de la historia del país. Parece que algo positivo ha salido de su visita a esta prestigiosa universidad católica porque se comprometió a respetar la objeción de conciencia de los que se oponen al aborto. Existía el temor de que propusiera lo que se llama a FOCA (Freedom of Choice Act), una ley de supuesta libertad de elección que eliminaría cualquier restricción al aborto libre. Parece que ha dado marcha atrás en esto.
Además de apoyar las campañas a favor de la vida, en este mes de mayo podríamos elevar a Dios nuestras súplicas a favor de la vida. He aquí una hermosa oración por la vida compuesta por el Papa Juan Pablo II:
Oh, María autora del mundo nuevo. Madre de los vivientes a Ti confiamos la causa de la vida, mira, Madre, el número inmenso de niños a quienes se les impide nacer, de pobres a quienes se les hace difícil vivir, de hombres y mujeres víctimas de violencia inhumana, de ancianos y enfermos muertos a causa de la indiferencia o de una presunta piedad.
Haz que quienes creen en tu Hijo sepan anunciar con firmeza y amor a los hombres de nuestro tiempo, el Evangelio de la vida. Alcánzales la gracia de acogerlo como un don siempre nuevo, la alegría de celebrarlo con gratitud durante toda su existencia y la valentía de testimoniarlo con solicita constancia, para construir, junto con todos los hombres de buena voluntad, la civilización de la verdad y del amor, para alabanza y gloria de Dios Creador y amante de la vida” (Juan Pablo II)

Que María Santísima en este mes dedicado a ella, a ella que es “toda hermosa”, y sin mancha, interceda por esta sociedad enferma que se llena de rabia porque se ponen algunos límites a sus intentos de eliminar las vidas de seres humanos, por más pequeños que sean.