sábado, 23 de abril de 2022

EL APOCALIPSIS I

HOMILÍA PARA EL SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA, 24 DE ABRIL DE 2022.


Este segundo domingo de Pascua corresponde al octavo día de la Pascua. El octavo día es un concepto muy importante y reiterado en la Biblia. Volviendo al primer capítulo del Génesis encontramos los siete días de la creación siendo el domingo el primero y el último el sábado o día de descanso. Sigue luego el octavo día que es también domingo y corresponde al día de la nueva creación, del nuevo mundo inaugurado por la resurrección de Jesucristo Nuestro Señor. Ya he comentado que la resurrección es el misterio central e imprescindible del cristianismo. San Pablo en el c. 15 de su primera carta a los corintios lo expresa claramente. Si Jesucristo no ha resucitado y por lo cual tampoco nosotros tenemos esperanza alguna de la resurrección y la nueva vida que se nos ha prometido en el bautismo, el cristianismo es un fraude y nosotros los más miserables habiendo puesto nuestra esperanza en un fraude. Sin la resurrección de Jesús, la Iglesia no existiría y el mundo sería otro.


También este domingo ha sido declarado Domingo de la Misericordia por el Papa San Juan Pablo II, siguiendo la petición de Nuestro Señor comunicada por la monja polaca San Faustina de establecer esta conmemoración de la misericordia en este domingo. Además, hoy damos inicio a una serie de lecturas, la segunda, tomada del Libro del Apocalipsis. No es que se lee con frecuencia este libro en nuestra liturgia, vamos a comentarlo dentro de lo posible en las próximas siete domingos del Tiempo de Pascua. Es un libro sumamente apropiado para el tiempo de Pascua. Se trata del último libro de la Biblia y esto no es algo de poco monto. La Biblia, tanto el antiguo como el nuevo testamento, es un conjunto de libros o escritos de diversas índoles considerados inspirados por Dios, no dictados como los musulmanes piensan acerca del Corán como dictado por el Arcángel Gabriel a Mahoma. Los autores bíblicos movidos por Dios, escribieron con su propio estilo, sus propias palabras. En el caso del Antiguo Testamento, se fueron ordenando a lo largo de los siglos llegando a completarse en los últimos siglos antes de Cristo. El Nuevo Testamento, de manera similar se fue compilando a lo largo de los siglos II y III de manera especial. Ya en el siglo IV con San Atanasio de Alejandría se había establecido el canon bíblico completo que tenemos ahora y finalmente fue definido por el Concilio de Trento en el siglo XVI como definitivo de manera que no no se puede añadir ni quitar nada de lo definido por ese concilio ecuménico. Algunos escritos demoraron más tiempo que otros en ser incorporados al Canon, entre ellos está nel Apocalipsis, la Carda de Santiago, y la de los Hebreos. En este momento no es el caso de entrar en este tema, pero señalar que el Libro del Apocalipsis ha sido colocado al final como el último. Más adelante, cuando lleguemos a comentar los últimos capítulos volveremos a este tema.


La palabra apocalipsis significa revelación, palabra que significa recorrer el velo. Así comienza nuestro libro: Revelación de Jesucristo: se la concedió Dios para manifestar a sus siervos lo que ha de suceder pronto, y envió a su ángel para dárselo a conocer a su siervo Juan.

Un ángel ha sido enviado a comunicar el mensaje del libro a un cierto Juan que sería el vidente. Tradicionalmente, al menos desde el siglo IV, este Juan es conocido como el mismo a quien se atribuye el cuarto evangelio. Sin embargo, en épocas más recientes los autores no ven tan claro que sea de San Juan Evangelista, hijo de Zebedeo. Esto se basa en un análisis del lenguaje que maneja. El ángel mencionado pudiera ser el mismo Jesucristo que comunica su mensaje a este Juan. Conviene señalar que en la iglesia primitiva había muchos profetas que tenían una posición importante y San Pablo los coloca después de los mismos apóstoles.


La primera parte del libro consiste en un saludo y unas cartas dirigidas a las siete iglesias: Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardes, Filadelfia y Laodicea. Todas estas ciudades se encuentran en lo que es ahora la parte sur este de Turquía o Asia Menor. San Pablo había evangelizado aquellos lugares y en el libro de los Hechos de los Apóstoles podemos encontrar abundante información sobre sus viajes en aquella zona. Se trataba de un lugar donde el cristianismo había sido arraigado fuertemente. El saludo se asemeja a los que San Pablo utilizaba en sus cartas: Gracias y paz a vosoros de parte de Aquel que es,que era y que va a venir (1,4). Jesucristo es aquel que es, que era y que vendrá. Se trata del Señor resucitado que, como afirma Juan en su Prólogo, el logos por el que todas las cosas fueron hechas, que también es Rey y Sacerdote que gobierna cielo y tierra. Es testigo fiel. Es el Primogénito de entre los muertos. Jesucristo es el primero en alcanzar la nueva vida, la nueva generación y se hace Rey y Sacerdote. A él le toca todo poder en el cielo y en la tierra y como es el primero, muchos lo van a seguir.


Después de la introducción vienen las siete cartas a las Iglesias de Asia. Primero el autor dice que un domingo cayó en éxtasis. Importante este detalle, pues la visión la tuvo un Día del Señor. SE encontraba en la Isla de Patmos que se encuentra en la costa de lo que es ahora Turquía. Se trata de una isla a donde enviaban los romanos los revoltosos, un poco como lo fue Australia al inicio de siglo XIX. SE supone que había una persecución y mayormente se piensa que se trata de una persecución de parte del Emperador Domiciano, que era conocido como un tirano. Sin embargo, hoy en día hay expertos que niegan que hubiera una gran persecución sino una local y de poca importancia. El vidente escuchó una voz potente que le ordenaba escribir lo que oía y veía en un libro. Había siete candelabros de oro, cosa que nos ha de recordar del candelabro de siete brazos de los judíos que había en el templo. El personaje que vio estaba en medio de los candelabros “una figura humana” vestido con una túnica “con un centurón de oro a la altura del pecho”. Al verlo el vidente cayó a sus pies como muerto”. Este tipo de vestido sería de un sacerdote o Sumo Sacerdote. Obviamente, se trata de Jesús que además le dice luego de haber colocado su mano derecha sobre él: “No temas. Yo soy el primero y el último, yo soy el que vive. Estaba muerto y, ya ves, vivo por los siglos y tengo las llaves de la muerte y del abismo. El Señor Jesús le manda escribir todo lo que ve.


Muchos piensan que el Apocalipsis trata del fin de los tiempos, pero si fuera así son se podría explicar que entrega un mensaje para todos lo tiempos, pues el fin del mundo vendrá en una época mientras el mensaje del Apocalipsis es para ahora y e futuro. Sí ha mucho desorden, una verdadera hecatombe. Esto se explica porque un mundo que no está sujeto al dominio de Jesucristo Rey del Universo es un caos. Es verdad que con su resurrección Jesús ha logrado la victoria sobre el mal, el pecado y el demonio, pero todavía no se manifiesta plenamente u eso no se dará hasta su segunda venida o parousía, palabra que significa llegada y se traduce al latín como advento. o llegada.


Estamos al final de una época y todo lo antiguo está pasando, por eso el caos, y todavía no aparece a nosotros el triunfo del Señor. Por ello, nos corresponde la vigilancia para estar listos y preparado para el momento que llegará el Señor para llevarnos consigo a la verdadera vida que ha conquistado con su muerte y resurrección.





 

sábado, 16 de abril de 2022

CRISTO HA MUERTO, CRISTO HA RESUCITADO, CRISTO VOLVERÁ A VENIR EN SU GLORIA

HOMILÍA DE DOMINGO DE LA RESURRECCIÓN 17 DE ABRIL DE 2022.


“Cristo ha muerto. Cristo ha resucitado. Cristo volverá”. Sabemos que todo lo que existe en nuestro mundo termina, llega a su fin. Las plantas, incluso los árboles majestuosos al final terminan mueren. Es verdad que no nos gusta pensar en la muerte. Hoy en día es un tema que no se debe mencionar. La muerte de un niño nos impresiona y pensamos que algo ha fallado, el niño no ha podido completar el tiempo que según la Biblia es el normal para el hombre “setenta años y ochenta para los que son fuertes”. No obstante el horror que nos provoca la muerte, el Papa San Juan Pablo II declaró que vivimos en “la cultura de la muerte”. Se refería en primer lugar al hecho de que millones de niños no nacidos son masacrados cada año sin siquiera tener la posibilidad de nacer. “Cristo ha muerto”. Sí murió de la manera más horrorosa a apenas 33 años. Todos los discípulos que estuvieron presentes cerca de la cruz, en su sepultura como María de Magdalena, José de Arimatea y Nicodemo y constataron el hecho de su muerta en la cruz y su sepultura obviamente pensaban que todo lo maravilloso que Jesús había logrado con su Palabra, con sus milagros extraordinarios había acamado. Como todo lo demás que existe en este mundo, había muerto y por eso sufrieron tanto. Como dijeron los dos discípulos de Emaús “nosotros pensábamos que él fuera a liberar a Israel”, pero pese a la gran esperanza que tenían, se acabó. Murió y fue sepultado. Hay biblistas y teólogos que han propuesto la teoría según la cual, los discípulos mantuvieron el gran recuerdo de Jesús y todo lo que hizo y de esa manera “resucitó”,pero esto es una falsedad que no tiene fundamento en el Nuevo Testamento.


“Cristo ha resucitado”. Ni María Magdalena, ni las otras mujeres, ni San Pedro, ni San Juan ni nadie esperaba que al llegar al sepulcro el domingo en la mañana el tercer día desde la muerte de Jesús que Jesus “ha resucitado”. Llegaron al sepulcro y descubrieron que su cuerpo no se encontraba en el sepulcro. Lo primero que se le ocurrió a María Magdalena era que habían robado el cuerpo, y cuando vio un hombre en el huerto, suponiendo que se trataba del hortelano, y quería saber donde lo habían llevado para que ella fuera a recuperarlo. Ciertamente, el hecho de haber descubierto que la tumba estaba vacía de parte de María Magdalena no es un prueba de la resurrección pero sin este hecho los apóstoles no hubieran proclamado que Jesús había resucitado. Es cierto que algunos judíos, particularmente los fariseos, esperaban una resurrección de los justos al final de los tiempos, pero nadie esperaba que tal hecho pudiera adelantarse y darse en el caso de Jesús.


La importancia de la resurrección de Jesús de entre los muertos no se puede exagerar, San Pablo dice claramente a los Corintios, que si Cristo no ha resucitado nuestra predicación es vana, no tiene ningún sentido. El misterio de la resurrección es el centro de toda la fe cristiana. Si no resucitó San Pablo afirma que somos las personas más miserables. San Pedro afirma en su discurso en le Día de Pentecostés: Israelitas, escuchad estas palabras: A Jesús, el Nazoreno, hombre acreditado por Dios entre vosotros con milagros, prodigios y señales que Dios hizo por su medio entre vosotros, como vosotros mismos sabéis, a éste, que fue entregado según el determinado designio y previo conocimiento de Dios, vosotros le matasteis clavándole en la cruz por mano de los impíos; 24 a éste, pues, Dios le resucitó librándole de los dolores del Hades, pues no era posible que quedase bajo su dominio”. SE trata del primer discurso público en el mismo día de Pentecostés.


San Pablo afirma que él recibió el mensaje de la resurrección de Jesús “os transmití ,en primer lugara mi vez recibí, que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras, que fue sepultado y que resucitó al tercer dia...Y se no resucitó Cristo, vacía es nuestra fe, vacía es también vuestra fe”. Más clara el agua, es decir, la fe en la resurrección es la piedra angular de nuestra fe cristiana. A lo largo de lo siglos, los cristianos se saludaban con gran alegría en este día “Cristo ha resucitado. Verdaderamente ha resucitado”.


Este hecho es la prueba definitiva de que lo que hay en nuestro mundo, todo lo que experimentamos en este mundo pasajero no es todo lo que existe. Con la resurrección de Jesucristo, afirma el Papa Benedicto XVI, se ha descubierto una nueva dimensión de la realidad. Nuestra existencia no termina en este mundo. Por eso, al descubrir el hecho de que Jesús había resucitado de entre los muertos, los apóstoles y discípulos que tuvieron la gracia de experimentar sus apariciones se llenaban de alegría. También nosotros podemos experimentar esta misma alegría y tener una gran esperanza de encontrarnos con el Señor Resucitado, como escribe San Pedro en su primera carta: Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien por su gran misericordia, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha reengendrado a una esperanza viva, a una herencia incorruptible, inmaculada e inmarcesible , reservada en los cielos para vosotros”


 

sábado, 2 de abril de 2022

NO PEQUES MÁS

HOMILÍA PARA EL QUINTO DOMINGO DE CUARESMA CICLO C, 3 DE ABRIL DE 2022.


En esta homilía voy a seguir una pauta dada por Monseñor Robert Barron, muy conocido como predicador y escritor. En primer lugar llama la atención sobre el pasaje del Profeta Ezequiel, en la época del exilio en Babilonia cuando tanto el templo como la ciudad de Jerusalén fueron destruidos por el Rey Nabocadonosor de Babilonia en el año 587/586 a. C. Exequiel se encontraba en Babilonia y tuvo una visión de la gloria de Dios separándose del templo como una nube y yendo hacia oriente, hace el Monte de Olivos. Aunque después el templo fue reconstruido, no hay ningúna mención de la vuelta de la gloria del Señor al templo en el Antiguo Testamento. En el c, 8 del Evangelio de Juan, se dice: “Más Jesús se fue al monte de los Olivos. Pero de madrugada se presentó otra vez en el tiemplo, y todo el pueblo acudía a él. Por lo tanto, podemos ver la vuelta de Jesús del Monte de los Olivos como el retorno de la gloria de Dios al templo donde se puso a predicar a la gente.


En segundo lugar, Monseñor Barron parte de un aspecto del pensamiento de un gran filósofo francés, René Girard, un católico devoto sobre el conflicto entre humanos y de manera concreta sobre la costumbre de provocar unos chivos expiatorios (“scapegoating) en inglés. La teoría de Girard se denomina “deseo mimético”. La teoría de Girard se expresa muy bien en nuestro pasaje evangélico de hoy.


Se trata de la mujer pillada en flagrante adulterio que se encuentra en el c. 8 del Evangelio de San Juan. Se trata de un pasaje que pareciera más común en el Evangelio de San Lucas o San Mateo, de manera que algunos autores consideran que fue agregado al de San Juan posteriormente. En primer lugar, “los escribas y fariseos le llevan una mujer sorprendida en adultera, la ponen en medio y le dicen: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Uno pudiera preguntarse cómo fue descubierta en flagrante adulterio. La llevan al templo donde había una muchadumbre y anuncian que fue pillada en flagrante adulterio. Por un lado, se trata de un ataque a Jesús, porque le presentan con un dilema. Si fuera a no reconocer que se trataba de un pecado grave, ya se confirman en su idea de que no puede ser el Mesías, porque el mismo Moisés había declarado en la ley que una adultera fuera apedreada. Por otro lado, podría parecer poco misericordia. De hecho, San Agustín comentaba que el episodio trataba de miseria y misericordia. Ciertamente, es un típico ejemplo del chivo expiatorio.

El mecanismo del chivo expiatorio es bien conocido e incluso niños lo utilizan en el colegio contra otros. Se va formando un grupo se va formando gracias al chismorreo, pues era verdad que la mujer había pecado, pero no es la única que peca aquí. No aparece el hombre con el que cometió el pecado. No hay ningún interés en el caso de los fariseos y escribas a lograr que la mujer se arrepienta como hace Jesús sino presentarse como los defensores de la ley sin un mínimo de compasión hacia la mujer. Más bien ellos se presentan como los virtuosos, los que quieren aplicar la ley a rajatabla.

Jesús se agacha y se pone a escribir en el suelo. Curiosamente, ésta el la única ocasión en la que Jesús escribe algo. No sabemos lo que escribió. Algunos de los grandes Padres de la Iglesia como San Agustín, especulaban que Jesús escribía los pecados de los acusadores de la mujer, pero no sabemos porque el evangelio no nos entrega este detalle. Lo que sí sabemos es que los acusadores iban abandonando la escena uno detrás del otro, comenzando con los mayores. Al final, Jesús se levanta y encuentra que la mujer se quedó sola. Jesús le pregunta si nadie la había acusado y dijo que no. Luego dijo Jesús “tampoco yo te acusa”. “Vete y no peques más”. Fácilmente, podemos imaginarnos el alivio que sentiría la mujer al escuchar estas palabras de Jesús. Hay un abismo entre los esfuerzos de los fariseos y escribas al intentar crear un chivo expiatorio y la actitud de Jesús, que no quiere condenarla, pero le dice la palabra más oportuna “no peques más”. Obviamente, Jesús no iba aceptar el pecado, pero con su actitud de misericordia, supera la miserid de los fariseos. El domingo pasado, hemos reflexionado sobre los dos hijos, ambos muy lejos de la actitud del padre, pero el primero realmente se arrepiente mientras el mayor manifiesta una actitud de “miseria”, no sabemos si entró y participó de la fiesta. En ambos casos encontramos un modelo de comportamiento en el caso de Jesús o el padre cuya actitud logra no hacer leña del árbol caído sino lograr que se arrepiente el pecador.

 

sábado, 26 de marzo de 2022

El Hijo Pródigo o los dos hermanos.

HOMILÍA, IV DOMINGO DE CUARESMA, 27 DE MARZO DE 2022.


Este domingo nos toca reflexionar sobre uno de las parábolas más emblemáticas de todas las de Jesús, la que comúnmente se llama del Hijo Pródigo o también de los dos hijos. Nos vamos a fijar en los dos hijos. Ambos fallan, el primero lleno de egoismo pidió al padre la parte de la herencia que le correspondería. Los comentarios anotan que no era algo que normalmente se hacía, es decir, entregar a uno de los hijos la parte de la herencia mientras todavía vivía el padre. En realidad, el chico estaba expresando el deseo que el padre muriese. De hecho, el padre no tenía ninguna obligación de darle nada, máxime al expresarse con tanto egoísmo. “Dame la parte de la herencia que me toca”. , en el griego original “koran makran”, que sería un espacio o territorio amplio.


El joven como muchos de nuestra época se dio la buena vida hasta que llegó una crisis económica, como hoy en día se dice. Se dio una carestía y se quedó sin dinero. Claro, como no tuvo que trabajar para juntar ese dinero sino que era un regalo del padre, gastaba libremente hasta que llgó la crisis. Conviene señalar que era una persona egoísta, pues en toda la Biblia aprendemos que el que recibe bienes, siendo todos don de Dios, ha de preocuparse de ayudar a los demás, sobre todo los más necesitados. Dice Jesús a los apóstoles al enviarlos a predicar “gratis habéis recibido, dad gratis”. En la Biblia, el tacaño, el que acumula bienes para su propio placer, y no sigu eel ejemplo de Dios y de Jesucristo el Señor, termina sin nada.


Le sucedió lo que tenía que suceder, es decir, empezó a sentir hambre. Cuando todavía tenía dinero para gastar en fiestas tenía muchos amigos, pero cuando se acabaron sus bienes, no tenía más remedio que ponerse a trabajar para ganar algo para llenar el estómago. Se puso a trabajar en una granja de cerdos. Sabiendo que para el judío, el cerdo es un animal impuro. Incluso estaba en tal mal estado que sentía ganas de comerse las algarrobas que daba de comer a los cerdos. El Papa San Juan Pablo II, al comentar esta parábola, enfatiza el hecho de que perdió su dignidad y se rebajó tanto que querer comer el alimento de los cerdos.


El Evangelio nos dice que “entrando en sí mismo” dijo Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras yo aquí me muero de hambre”. O sea, estaba fuera de sí y llegó el momento en el que volvió a sí dándose cuenta de la situación penosa en la que se encontraba. Este hecho implica una acción de la gracia de Dios, pues tenía que humillarse y reconocer la verdad, y las fechorías que habí cometido al tratar mal a su padre y abandonar la casa paterna para “pasarlo bien”. Podemos suponer que le dio muchas vueltas al tema en su interior y otra vez por la gracia de Dios superó el “qué dirán” y lo que didían de él los que lo conocían en la casa del padre, incluyendo al hermano mayor. No se quedó con las buenas intenciones, sino actuó decididamente: Eme levantaré,, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo. Trátame como uno de tus jornaleros. Y, levantándose, partió hacia su padre”.


El evangelio nos dice que estando el hijo todavía lejos, lo vio. Podemos suponer que el padre no dejaba pasar ni un solo día sin esperar la vuelta del hijo. Obviamente, tenemos que entender que se trata de Dios Padre que no solo no deja al hijo a decir las palabras que había preparado, sino el padre lo cortó, mandó vestirlo bien y le colocó un anillo en su mano, mandando matar el ternero cebado.


Si el hijo menor trató mal al padre, al pedirle la herencia cuando todavía vivía el padre, también el hijo mayor manifestó una actitud completamente opuesta a la del padre, manifestando su bondad y haber olvidado todo el mal que el hizo el hijo. El mayor se quejó porque siempre habrá estado en la casa y trabajando y nunca recibió nada para fesejar con sus amigos. En su caso, se manifiesta un gran egoísmo y era incapaz de comprender el amor del padre hacia ambos. Si un buen padre se comporta de esta manera en el caso de los fallos de sus hijos ¿cuánto más perdona el Padre del cielo?


 

sábado, 19 de marzo de 2022

EL NOMBRE DE DIOS.

HOMILÍA DE III DOMINGO DE CUARESMA CICLO C, 20 DE MARZO DE 2020.

EL NOMBRE DE DIOS.

Nuestro primera lectura de hoy es uno de las más emblemáticas de toda la Biblia. Está tomada del c. 13 del Libro del Éxodo, mejor conocida como el episodio de la Zarza Ardiente. Recordemos el contexto. El Faraón y el resto de los egipcios decidieron perseguir a los hebreos y obligarles a trabajar duro en la construcción de una ciudad haciendo ladrillos. Se mandó a las nodrizas matar a los niños hebreos. Así se dio el episodio del nacimiento de un niño. Se ñe colocó en una cesta y fue dejado en el Nilo. Llegó la hija del Faraón a bañarse en el río y preguntó sobre el niño encontrado en la cesta. Una chica hebreo se encontraba allí y ella ofreció encontrar a una nodriza. La hija del Faraón le puso en nombre Moisés, y se considera que fue criado entre las personas más ricas y famosas de Egipto.

Cuando Moisés ya era mozo encontró que un egipcio maltrataba a un hebreo y lo matón y sepultó en la arena. EL día siguiente, Moisés vio una riña entre dos hebreos e intervino. Uno de ellos le preguntó si iba a matarlo como había hecho con el egipcio. Dándose cuenta de que ya se había descubierto lo que hizo el día anterior, se escapó de Egipto hasta Madián donde se casó con Séfora, hija de Jetro. Moisés se había acostumbrado a convivir con gente rica y poderoso, de manera que le parecía normal matar al egipcio. Sin embargo, cuando se dio cuenta de que la noticia de la cosa pudo haber llegado al Faraón, se escapó del país y tuvo que acostumbrarse a vivir a un nivel de vida sencillo en el desierto. El desierto en la Bibla es el lugar donde uno aprende a superarse y enfrentarse con la dureza de la vida.

Nuestro pasaje hoy nos presenta a Moisés cuidando ovejas en el desierto cuando ve una zarza que se quemaba, pero no se extinguieron las llamas. Se encontraba en Horeb, la montaña de Dios. “Moisés se dijo “Voy a acercarme a mirar esta espectáculo admirable, a ver cómo es que no se quema la zarza”. Al acercarse a la zarza, el Señor lo llama dos veces por su nombre. Moisés respondió “Aquí estoy”. Luego dijo Dios: “No te acerques; quítate las sandalias de los pies, pues el sitio que que pisas es terreno sagrado”. Moisés tenía que manifestar reverencia, pues pisaba tierra sagrado. Luego. Dios revela diciendo que es “el Dios de Abraham , el Dios de Isaac, el Dios de Jacob. Entonces, con señal de reverencia ante Dios, Moisés se tapa a cara “temeroso de ver a Dios”. En la Biblia, ver a Dios era algo tan extraordinario que nadie podría hacerlo sin morir. Dios afirma que ha escuchado las quejas del pueblo y promete bajar a liberarlos.

Moisés no se queda satisfecho sin preguntar el nombre de ese Dios porque si la gente le preguntaba el nombre de ese Dios tenía que poder dárselo. El nombre indentifica una realidad de todas las demás de manera que se puede saber lo que es y lo que no es. Dios responde dando un nombre más bien difícil de entender. Dios no es algo concreto como es cada cosa de la creación. Su nombre es “Yo soy el que soy” o “el que es”. San Agustín dice que Dios es intimior intimo meo superior sumo meo” Dios es más cercano a mi que yo mismo y encima de lo más alto mío. Es decir. Dios no es algo que forma parte de la creación. Como dice el catecismo, Dios está en todas partes. Es el fundamento de todo lo que existe siendo superior a todo y no se le puede considerar como parte de la creación.

Santo Tomás de Aquino explica este nombre que Dios revela a Moisés ipsum esse subsistens. Es el fundamental metafísico de todo lo que existe pero no se identifica con ninguna cosa conreta. La metafísica es la parte de la filosofía que estudia el ser en sí mismo que va más allá de todas las cosas. “Meta significa más allá de” física se refiera a todo lo tangible, todo lo que se puede medir. Dios es el ser en sí mismo y no meramente algo que se encuentra entre todos los seres o objetos. También San Agustín dice acerca de Dios “si comprendis, non est Deus”. Si lo comprendes no es Dios. Por eso Dios le da a Moisés este nombre “yo soy”, es decir, no es algo entre todos los entes concretas sino que es el mismo ser que está en el fondo de todo lo que existe y todo depende de Él. En hebreo, el nombre de Dios es Yahvé (el es). Termina diciendo Este es mi nombre para siempre: así me llamaréis de generación a generación. Con el paso de los siglos, los judíos utilizaban este nombre de Dios con tanta reverencia que ni siquiera se atrevían a pronunciar el nombre de Dios, Yahvé, y lo sustituían con Señor, el Bendito otras circumluciones.



sábado, 12 de marzo de 2022

LA TRANSFIGURACIÓN

 

HOMILÍA PARA EL SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA, 13 DE MARZO DE 2022.


LA TRANSFIGURACIÓN.

Así como en el primer domingo de Cuaresma todos los años recordamos el ayuno de Jesús en el desierto y las tentaciones del demonio, hoy el segundo domingo es tradicional leer y reflexionar sobre el gran misterio de la Transfiguración de Jesús en una montaña que se suele considerar que es el de Tabor, aunque los evangelios no especifican qué montaña fue. En primer lugar, vamos a situar el pasaje de San Lucas en su contexto. Después de la confesión de Pedro en Cesarea Filipo Jesús les da a los apóstoles la primera de tres profecías sobre el hecho de que Jesús tenia que sufrir, ser condenado a muerte por las autoridades y al tercer día resucitar de entre los muertos.


Enseguida viene el relato de la Transfiguración que comienza “Ocho días después de estos discursos tomó a Pedro, Juan y Santiago y subió a una montaña a orar. Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto su ropa resplandecía de blancura. De pronto, dos hombres hablaban con él: eran Moisés y Elías, que aparecían gloriosos y comentaban la partida (éxodo) de Jesús que se iba a consumir en Jerusalén...” En primer lugar, no nos ha de extrañar que San Lucas resalte el hecho de que Jesús estaba orando cuando se dio la transfiguración, palabra que traduce del griego metamorfosis original que significa cambio de forma.


No es de extrañar que la idea de la pasión con su tremendo dolor seguir de la muerte y a los tres días la resurrección fueran algo completamente incomprensible para los apóstoles. No podían concebir a un Mesías que muriese en una cruz, una condena extremadamente cruel que no se podía administrar a un ciudadano romano. Además, tampoco les quedaría clara lo que significaría la resurrección, traducido significa despertar o levantarse. Algunos judíos, particularmente, los fariseos creían en una resurrección de los justos al final de los tiempos, pero la idea de que algunos pudiera adelantar eso no se le ocurría a nadie.


En ninguna parte del Nuevo Testamento se nos entrega un detalle sobre el cuerpo de Jesús como era su rostro, su figura etc. Obviamente, los evangelistas no consideraban este tipo de detalle de interés o importancia. No escribieron para satisfacer nuestra curiosidad de este tipo. Siguiendo una pauta dada por el Obispo Auxiliar de Los Ángeles, Monseñor Robert Barron, vamos a explicar lo que escribe Santo Tomás de Aquino sobre el tema de la Transfiguración: Tomás de Aquino dice que era apropiado que Cristo se manifestara en su gloria a sus apóstoles seleccionados [Pedro, Santiago y Juan], porque aquellos que caminan por un sendero arduo necesitan un sentido claro del objetivo de su viaje. El camino arduo es esta vida, con todos sus sufrimientos relacionados, fracasos, decepciones e injusticias”. En nuestro caso también, nos conviene tener alguna idea acerca de la meta del camino que llevamos hacia la vida eterna. Por ello, era oportuno que Jesús hiciera partícipes a los apóstoles Pedro, Santiago y Juan en este misterio de la Transfiguración.


Sto. Tomás nos presenta cuatro cualidades del cuerpo resucitado, pues dado que todos nosotros nos encontramos en el camino hacia el cielo (in via), nos ha de ayudar saber algo acerca del cuerpo glorioso. Es verdad que gozamos de identidad, incluso ya en este vida e igualmente en la vida futura. Es cierto y nadie lo niega que somos la misma persona ahora que, por ejemplo, cuando recibimos la primera comunión a los 7 años. Sin embargo, los científicos nos enseñan que todas las células de nuestro cuerpo se renuevan cada siete años. No obstante, somos idénticos aunque con ciertas diferencias. En el cielo gozaremos de tal identidad, pues es obvio que la perfección del cuerpo glorioso de Jesús y María ya, y en el caso nuestro en el futuro, no provoca un cambio tal que no seremos idénticos.


Gozaremos de otra cuatro cualidades como fruto de nuestra identificación con Jesucristo en nuestro bautismo, aunque plenamente realizada por la visión de Dios (visión beatífica), pues e alma beatificada se manifestará en nuestro cuerpo también, como era el caso de Jesús resucitado. Estas cualidad son:

1) Impasibilidad.

Así como el Señor resucitado ya no puede morir ni sufrir , nosotros tampoco nosotros. San Pablo habla de un cuerpo espiritual, es decir, elevado hasta el reino del espíritu. “Es sembrado un cuerpo corruptible, pero resucitará como espiritual” (1Cor 15,44). De hecho, ya en esta vida, nuestra alma y también su estado se manifiesta a través del cuerpo. Por ejemplo, si no reunimos con un gran amigo luego de no haberlo visto en mucho tiempo, nuestra alegría se manifiesta en nuestro ojos y en general en nuestro rostro. De manera similar, cuando nos sucede algún acontecimiento doloroso como la muerte de un ser querido, esto se nota en nuestro rostro. Pues, en el cielo, se manifestará la alegría de la resurrección y no va a haber dolor ni sufrimiento de ningún tipo, como tanto Jesús como María experimentan.

2, Sutileza

El cuerpo glorioso de Jesús era capaz de pasar por las puertas sin que nadie las hubiera abierto. De hecho, hay casos de santos que han recibido esta gracia. Se cuenta de San Martín de Porres, que era capaz de salir del Convento de Santo Domingo en la ciudad de Lima para atender a alguna persona enferma o necesitada sin haber pasado por ninguna puerta. Esto al parecer quedó constatado porque los otros fraile de la comunidad se daban cuenta. Se da casos similares en la vida de otros santos.

3. Agilidad


El cuerpo obedecerá al alma con la mayor velocidad superando todo obstáculo. San Pablo indica (1 Cor 15,43). Es sembrado en la debilidad, resucitará en el poder”.

4. Claridad.

El cuerpo resucitado, como el cuerpo de Jesús en la Transfiguración estará lleno de luminosidad. Estará lleno de belleza y radiación.

La solemnidad de la Transfiguración del Señor..., nos invita a dirigir la mirada «a las alturas», al cielo. En la narración evangélica de la Transfiguración en el monte, se nos da un signo premonitorio, que nos permite vislumbrar de modo fugaz el reino de los santos, donde también nosotros, al final de nuestra existencia terrena, podremos ser partícipes de la gloria de Cristo, que será completa, total y definitiva. Entonces todo el universo quedará transfigurado y se cumplirá finalmente el designio divino de la salvación.






sábado, 26 de febrero de 2022

JESUCRISTO, NUESTRO ÚNICO SALVADOR Y GUÍA

 HOMILÍA PARA EL VIII DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO, CICLO C, 27 DE FEBRERO. 2022.

El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa el corazón habla la boca».

Los últimos domingos, hemos leído San Lucas’ Sermón de la Llanura, que corresponde al Sermón de la Montaña de San Mateo. Termina con este versículo. Ciertamente, sabemos que nuestro tesoro, lo que más vale en nuestra vida y que llena nuestro corazón como cristianos es la Palabra del Señor, y San Lucas nos presenta unos dichos de Jesús que nos han de orientar hace alcanzar el verdadero tesoro que el Señor nos ha regalado. En primer lugar, debemos de tener a una guía sensato que no sea como el guía ciego que menciona Jesús y que tanto él como su seguidor caen en una fosa. Una fosa, en Israel, se parecía a un pozo y si uno cae en él, es probable que no podrá salir ileso. Nosotros sabemos que el mismo Jesucristo es nuestra verdadera guía, es el camino, la verdad y la vida.

En nuestro mundo actual, sobran gurus que se presentan como los verdaderos guías que nos llevarán a la verdadera felicidad que todos buscamos. En esta época se presenta el nuevo reseteo como la gran solución de los problemas de nuestro mundo. Se dice que el fraude de la plandema covid ha sido una gran ocasión para reiniciar nuestro mundo entero. Un primer paso ha sido la creación del así llamado virus SARSCov 2, con el fin de implementar las medidas drásticas que todos conocemos supuestamente para defendernos contra un supuesto “virus”, que si uno pregunta a cualquiera que propone esta teoría del virus que mataría un gran porcentaje de la población, no saben qué es un virus ni saben que nadie ha probado su existencia, y eso lo han tenido que reconocer los mismos gobiernos este fraude.

EL siguiente paso ha sido las falsas vacunas que no son vacunas como tradicionalmente se conocen. Como la plandemia no ha podido matar a un suficiente número de personas, teniendo un nivel de sobrevivencia de 99.7% de los supuestos contagiados, las falsas vacunas han tenido más éxito juntamente con el pase covid que ha provocado un rechazo monumental en casi todos los países. Los inventores del reseteo del así llamado Foro Económico de Davos, un pueblo en los Alpes Suizas, liderado por un alemán llamado Klaus Schwab. Dicen que “no seremos dueños de nada, pero seremos felices”. O sea, los grandes oligarcas van a ser dueños de todos las fábricas y empresas y obviamente de los gobiernos y a la gente les darán un sueldo para mantenerlos contentos. Sin lo que ahora llaman el pase covid, uno no podrá comprar en una tienda, comprar un billete de tren o avión, incluso pagar la luz etc. Esta es la utopía que proponen juntamente con las Naciones Unidas que tienen otro plan que se llama Agenda 2030, a la que la Santa Sede ha suscrito, que también se llama el Nuevo Orden Mundial, que sería la esclavitud de la mayoría de los seres humanos. No nos olvidemos que el comunismo fue una gran utopía, como también el nazismo que terminaron matando a más de 100 millones de seres humanos en el siglo XX. Otro factor relacionado es el así llamado Cambio Climático que están intentando imponer como la nueva plandemia. Todas las utopías tienen un fallo fundamental y es que desconocen la verdadera naturaleza del hombre. El hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios y esto se manifiesta de manera especial en su inteligencia y su voluntad o libre albedrío. Por otro lado, todas estas teorías y planes para cambiar radicalmente la naturaleza del hombre como también es el caso de lo que llaman transhumanismo que consiste entre otras cosas en una evolución del hombre hasta poder unirse con las máquinas, o los ordenadores, no pasan de ser locuras. Por más dinero que tengan los que promueven tales teorías al margen del plan de Dios no dejan de ser lo que comúnmente llamamos locos. Acabarán esclavizando al hombre como hizo el comunismo.

Si el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios, y San Juan en su Primera Carta dice que “Dios es amor”. Como el hombre no ha sido capaz de salvarse a sí mismo y esto es lo que proponen estos nuevos utópicos, Dios envió a su propio hijo al mundo para salvarnos, y enseñarnos a imitarlo, ser de verdad imagen de Dios y incluso hijos de Dios en su Hijo, no hay otro modo de salvar al hombre si no es a través de Jesucristo. Jesús habla de un tesoro en nuestro corazón, pues este tesoro es Jesucristo que queda hecho realidad en nuestro corazón a través de la razón humana iluminada por la fe, presente en su Iglesia también por los sacramentos y sobre todo la Eucaristía. Si se quiere arreglar al hombre a través de la ciencia, de cualquier nuevo tipo de reseto, se va a cosechar un fracaso rotundo.

Jesús, en la montaña en Galilea en la que encomendó a los apóstoles a proclamar el Evangelio hasta los confines de la tierra, dijo también “me ha sido dado todo poder en el cielo la tierra”. Por lo tanto, ningún aspecto de la vida del hombre, de la naturaleza incluyendo la política, la economía y la ciencia puede ser separado del Reinado de Jesucristo. Cualquier intento de lograr la felicidad a través de un reseteo, de la provocación de un Nuevo Orden Mundial, infalible fracasará porque desconoce la naturaleza del hombre y no está basado en el dominio de Jesucristo, Dios y Hombre sobre toda la realidad, Será una locura.