martes, 19 de mayo de 2009

Financiación de la Iglesia

Muchos católicos desconocen los preceptos o mandamientos de la Iglesia, una de las cuales les manda contribuir al sustento de la Iglesia. Tradicionalmente los protestantes han contribuido mucho más a sus iglesias o comunidades que los católicos. Muchos de estas comunidades imponen el deber de contribuir el diezmo. En la Iglesia Católica los miembros del Camino Neocatecumenal, a partir de una cierta etapa, tambíén se commprometen a contribuir un diezmo de sus ingresos a la organización, no a la propia parroquia. No faltan las quejas acerca de la falta de transparencia de este ejercicio. En España hay circunstancias históricas particulares como las desamortizaciones del siglo XIX que cambian las circunstancias comparado con otros paìses. Sin embargo, se ha optado por copiar el sistema que vige en Alemania y en Italia donde los contribuyentes tienen la opción de asignar una pequeña cantidad de sus impuestos sobre la renta a la Iglesia. Mientras en Italia casi el 90% de los contribuyentes asignan esa cantidad a la Iglesia, aquí los que lo hacen suman menos de la mitad. De esta forma lo que se recauda por esta vía llega a cubrir más o menos el 25% de los gastos operativos de las diócesis.

En estos días se ha dado inicio a la campaña de Hacienda de la declaración de renta y también la Conferencia Episcopal ha lanzado su propia campaña para urgir a los católicos y a otros que marquen la x en la declaración de renta a favor de la Iglesia. Al parecer la campaña de la Conferencia Episcopal del año pasado logró conscientizar a un buen número de personas de manera que ha sido un éxito. También ha habido un avance notable en la transparencia de la Iglesia respecto al uso de los fondos. Hoy día es normal que la diócesis entreguen a todos los fieles que quieren enterarse un resumen de los ingresos y gastos. Lo mismo dígase de las parroquias. De hecho, el Derecho Canónico obliga a todo ente eclesiástico tener un consejo económico.

Mucho del bien que la Iglesia hace no es cuantificable. Una sociedad democrática no se sustenta por sí misma, ni se da a sí mismo los valores que son capaces de sustentarla. Necesita de unos valores que van más allá de ella misma a costa de convertirse en una especie de tiranía. La Iglesia tiene mucho que contribuir en la tarea de proporcionar estos valores trascendentes que necesita la democracia. Además de la ingente labora social y educativa que la Iglesia realiza, también ayuda a sus miembros a encontrar el verdadero sentido de sus vidas, a practicar las virtudes tanto a nivel personal como cívico.

Buena parte del resto de los gastos de las parroquias se cubren con lo que se paga por bodas, funerales y bautizos, además de las colectas. Lamentablemente muchos acuden a la parroquia exclusivamente para pedir algo, algún trámite como una partida. Da la impesión que en la mente de muchos la parroquia es una proveedora de servicios, algo así como una oficina del Ayuntamiento. Esta impresión aumenta cuando se trata de personas que tienen poca o nula participación en la vida de la parroquia. Resulta que un buen porcentaje de estas personas son muy exigentes con el párroco o la secretaria parroquial. Algunos se quejan por lo que se pide por las bodas, pese a que es una pequeña fracción de lo que gastan en conceptos como banquete o viaje de bodas. Algunas parroquias logran que un buen número de los fieles paguen cuotas mensuales a través de transferencias bancarias, que vienen siendo el modo más seguro de poder contar con la contribución estable de los fieles. Algunos no quieren que se sepa cuanto dan. No faltan las quejas que rezan: "este cura siempre está pidiendo dinero", aunque está obligado a dar a conocer las colectas que manda la diócesis. No creo que haya ningún párroco que se regocique en pedir dinero. No es raro que los que expresan tales quejas no contribuyen nada.

En algunos otros países, como por ejemplo Holanda el Adviento pasado, la Conferencia Episcopal ha hecho una campaña para atraer a los no practicantes a la Iglesia, y ha tenido una notable éxito. Tal vez la Conferencia Episcopal pudiera hacer una campaña similar en España, pues la campaña de la X en la declaración de la renta ha sido un éxito el año pasado. En Estados Unidos se han hecho campañas incluso invitando a los católicos a confesarse, y al parecer han sido exitosas. Es cierto que el cristianismo se propaga por contagio de persona a persona, pero eso no exlcuye este tipo de campaña publicitaria. Muchos de los no practicantes no han abandonado la Iglesia por algún rechazo de su doctrina, sino por disidia debido al tren de vida materialista y consumista que se impone en nuestra sociedad secularizado. Probablemente si lográramos una renovación de la fe y un mayor compromiso de los católicos, no sería necesaria una campaña para la financiación de la Iglesia.

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