sábado, 15 de enero de 2022

LAS BODAS DE CANÁ.

HOMILÍA DEL II DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO. CICLO B, 16 DE ENERO 2022.

Este domingo nos toca el primero de los 7 signos del Evangelio de San Juan, la Boda de Caná. Nuestro evangelista al hablar de los milagros, que en su evangelio son siete, un número simbólico, los llama signos, es decir acciones que apuntan a un misterio o una realidad que va ´más allá de lo que pueden parecer en un primer momento. En el Antiguo Testamento, el tema del banquete de bodas es recurrente para manifestar el plan de Dios para el hombre, Hoy nos toca un pasaje del c. 62 de Isaías, y toca el tema del matrimonio. Cuando un joven se casa con su novia, así te desposa el que te construyó; la alegrí aque encuentro el marido con sus esposa, la encontrará tu Dios contigo”. El tema de la relación esponsal es recurrente en el Antiguo Testamento y se encuentra en el Libro de Oseas, de Ezequiel, sin olvidar el Cantar de los Cantares. En el Nuevo Testamento se trata de la relación esponsal entre Jesucristo y su Iglesia que es su esposa. Hoy escuchamos la declaración de Dios de casarse con nosotros que hemos sido creados por él. No olvidemos que la relación más íntima que conocemos en esta vida es la que se da entre esposo y esposa. Sabemos que el hombre, a lo largo de toda la Biblia empezando con el pecado original de Adán y Eva al desobedecer el mandato de Dios y posteriormente desde el asesinato de Abel de parte de Caín, la infidelidad, el pecado caracteriza el hombre mientras Dios le tiene infinita paciencia. Incluso los más alabados y apreciados como es el caso de David, caen en pecado ofendiendo a Dios. No obstante, estás dispuesto siempre a perdonarlos y darles una nueva oportunidad. El caso más emblemático en el Nuevo Testamento sería la Parábola de Hijo Pródigo. Hoy vemos la imagen del amor del novio a su novia como expresión del amor infinito de Dios por su pueblo pese a todas sus infidelidades.

Pasemos, pues a la Boda de Caná. No hay que olvidar que hay que fijarse prácticamente en cada palabra. El Evangelista comienza diciendo que “tres días más tarde” se da una boda en Cana y la Madre de Jesús y sus discípulos juntamente con Jesús se encuentran entre los invitados. El número tres es simbólico. Puede traer a la memoria los tres días de Jesús en el sepulcro antes de su resurrección. El gozo y la alegría de la boda correspondería a la gran alegría que provoca la victoria de Jesús sobre el pecado, el mal y la muerte en su resurrección. También la presencia y el protagonismo de María que Juan suele llamar”la madre de Jesús” es de gran importancia en esta historia.

Parece que María es la primera en darse cuenta de la desgracia de la falta de vino. Sabemos que las bodas en la época se extendían a lo largo de siente días- En la Biblia, el vino es parte esencial de cualquier fiesta. No se tomaba vino en los días ordinario. El vino simboliza alegría: “un poco de vino alegra el corazón”. Isaías menciona la abundancia de vinos exquisitos como señal de la bendición de Dios y la liberacíón del cautiverio de Babilonia. Fácilmente, podemos imaginar como gente de pueblo reaccionaría y la familia y los novios tendrían que colgar el sambenito de que se acabó el vino en su boda. Obviamente, María se daba cuenta de tal situación y acudió a Jesús sugiriendo discretamente que remediara la situación. Jesús tendría motivos suficientes para no hacer el milagro, considerando lo que pudiera suceder si la gente se enterara de que había convertiro agua en vino. Especialmente, en el Evangelio de San Marcos, Jesús solía pedir a los beneficiarios de un milagro que no le dijeran a nadie. En todo caso, María no se da por vencida sino que procede discretamente a decir a los mozos “haced lo que él os diga”.

Estas palabras de María tienen un significado mucho más profundo en cuanto que no se trata solamente en relación con la falta de vino, sino es una indicación para todos los leen el evangelio. El secreto de toda desavenencia es hacer lo que Jesús nos dice, lo que se encuentra en el Evangelio. Se trata de la última palabra de María que encontramos en el Evangelio.

Puede extrañar que Jesús convierte centenares de litros de agua en vino. Como se trata de una imagen del Reino, tiene que ver una gran abundancia de vino que simoliza el gozo y la alegría no solo de aquella fiesta de bodas, sino del mismo cielo al que todos hemos de anhelar y alcanzar gracias de la muerte y resurrección de Jesús. Un signo apunta a otra realidad superior. San Juan indica que los discípulos vieron la gloria de Jesús y aumentó su fe. Ellos recién habían conocido a Jesús y las faltaba mucho que aprender. Lo habían reconocido como el Mesías, siguiendo la indicación del Bautista.

Gloria en la Biblia se refiere entre otras cosas a la grandeza, la nobleza, las cualidades excepcionales de una persona. El hecho de que Jesús pudiera realizar tal milagro con tanta facilidad habría dejado en el alma de los discípulos y les convencería de que era realmente el Mesías. Por otro lado, los tiempos mesiánicos serían tiempos de abundancia y alegría. También siendo nuevos en el seguimiento de Jesús necesitaban que su fe en él creciera.

Resumiendo, podemos sacar unas lecciones de este episodio: El papel importante de María hasta el punto de lograr que Jesús hiciera el milagro pese a que en un primer momento no parecía que lo fuera a hacer. Así de importante es la intercesión de María, como se suele decir en latín, ella es “omnipotentia suplex” es todopoderosa pidiendo. El Evangelista quiere que reconozcamos la gloria de Jesús y nos da la seguridad de que Dios tiene reservado para nosotros la más grande alegría posible, simbolizado por el vino y el banquete.





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